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Los sueños del arquero por Dragon no Shiryu

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Notas del fanfic:

Bueno, este fanfic es para una amiga a la que quiero mucho, me retrasé para publicarlo porque tuve algunos problemas con la página, pero es su regalo de cumpleaños. Feliz cumple Gen te quiero

Notas del capitulo:

Espero que les guste y que les parezca interesante n_n 

-Ahhh Aioros- gemía Aioria sonrojado y movía la cabeza de un lado a otro -Aioros, amor… ya no… ya no puedo-

El caballero de Sagitario se estremecía con cada uno de los espasmos que sentía cada vez que embestía el interior de su hermano

-Aioros- gimió el menor una vez más y arqueó su espalda, indicio de que estaba llegando al clímax y se corrió entre ambos con fuerza.

Cuando terminaron, el hermano mayor se acercó al rostro sonrojado de su hermanito, que ya era todo un hombre y lo besó 

-Has cambiado Aioria… y me has hecho falta todo éste tiempo-

-Y tu a mi… no tienes idea de lo que ha sido servir a la diosa Athena sin estar a tu lado, sabiendo que tu templo está a tres casas del mío- lo abrazó aprehensivo y alzó el cuello, para depositar un beso fogoso en sus labios -pero ahora volviste… y no te irás-

Aioros sonrió 

-¿Me amas?- preguntó en un tono de voz que sonaba más confidencial que curioso, como si supiera la respuesta de antemano.

-Yo…-

 

Aioros abrió los ojos y respiró agitado. Sólo un sueño. Sólo había sido un sueño. Desde que había empezado el mes de su cumpleaños, su mente le jugaba chueco todas las noches, que soñaba que besaba y acariciaba a su hermano, le hacía el amor y le preguntaba si lo quería realmente, y siempre despertaba cuando Aioria estaba por dar su respuesta final. Era cruel, en su opinión. Cada día que pasaba, Aioria le preguntaba a su hermano qué era lo que quería de regalo de cumpleaños, y él siempre le respondía lo mismo "quiero una confesión, Aioria, una confesión de tu interior, algo que sea muy valioso y muy secreto para ti, pues no te olvides que he sufrido la muerte y ya no me interesa lo material que puede darme la vida, a fin de cuentas, me iré sin nada".

-Qué injusto- gruñó el caballero de Sagitario mientras se levantaba a darse un baño, pues aquellos sueños con Aioria no sólo tenían consecuencias emocionales, sino también físicas. 

El reencuentro con su hermano había sido hacía dos meses, y no podía creer que el pequeño chico que había dejado en la tierra cuando partió a su destino fuera el mismo que ahora se plantaba imponente y valeroso frente a él. Era todo un hombre de pies a cabeza, y era esa precisamente la razón de que se hubiera convertido en una tentación prohibida para él. Lo peor del caso, era que ahora el que actuaba como un niño pequeño, era Aioros, pues no se atrevía a encarar a su hermano y decirle la verdad de lo que sentía, por eso quería esperar hasta después de su cumpleaños, si no había respuesta por parte de Aioria, entonces sería el quien se atreviera, como debía ser.

Cuando salió de la regadera, se puso una fina bata blanca y se sentó en la cama con un suspiro. Temía conocer la respuesta de su hermano, temía que no le correspondiera de la misma manera que él. 

-Faltan dos días mi amor- murmuró y se recostó en la cama, intentando volver a conciliar el sueño y dejar de pensar en su hermano. Lo peor era que ese no era el único problema que tenía.

Temprano en la mañana, Aioros entrenaba con fuerza afuera del templo, intentando gastar todas las energías que fueran posibles para poder dormir tranquilo esa noche y que sus sueños voraces no volvieran a atormentarlo, aunque muy en el fondo sabía que no serviría de nada, cuando uno deseaba, simplemente deseaba y no había nada que se pudiera hacer al respecto, excepto satisfacer ese deseo. 

Su hermano fue a visitarlo a medio día. Lo siguiente ocurrió sin ninguna anormalidad presente. Se saludaron con un abrazo, Aioria preguntó por su vida como siempre, aunque no había mucho que contar, no hacían mas que entrenar de día y de noche, o salir de paseo algunas veces. No obstante, el caballero de Sagitario sabía que esas preguntas eran más una invitación silenciosa a contarle si había algún sentimiento hacia alguien especial, pero él siempre respondía negativamente y sacudía la cabeza.

-¿Y tu, Aioria?- preguntó tranquilamente después de comer algo, era la primera vez que lo hacía -¿qué hay de nuevo que tengas que contarme?-

-Nada nuevo, hago lo mismo que todos, entrenar todo el día y averiguar sobre la vida de los caballero de bronce- Aioria sonrió de manera pícara -hay unos triángulos amorosos entre ellos que no tienes una idea-

-Aioria- lo reprendió su hermano

-Vamos, Aio, todo el mundo lo hace… además no tiene nada de malo, ellos tienen la culpa por no ser discretos acerca de quiénes follan con quiénes-

-Aioria, ¿quién fue el que te enseñó a hablar así?-

El hermano menor no respondió, sólo sintió sus mejillas colorearse avergonzadas.

-Lo siento…-

-Está bien, tampoco es tan importante-

Terminaron su tiempo libre en silencio, tranquilamente, observando los animales que había en el bosque que circundaba al santuario, hasta que llegó la hora de que Aioria volviera a su templo

-Tal vez vaya ésta noche yo a visitarte, podemos salir de paseo o… algo-

Aioria sonrió y asintió, para después alejarse a su templo. 

Las actividades continuaron normales hasta que Aioros observó al caballero de Géminis acercarse a su casa caminando pausadamente. Él era el otro problema que tenía Aioros.

Notas finales:

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