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A ti en el pasado. por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno, se que estoy tardando mucho en actualizar este fic, pero esque tampoco tengo tiempo para más. Ademas en breve empezare examenes y tendre todavia menos tiempor U_U

Asi que bueno, os lo actualizo ahora.

Espero que os gustee

 


 


Al rato, Trafalgar Law, con el ceño fruncido y con la rabia sin extinguirse en sus venas, vagaba por una de las zonas desiertas de Sabondy con la luz de la luna como única guía. Con los altos arboles rodeándole y las extrañas burbujas que flotaban en el aire como fantasmas iluminadas por la luz azulada. Era un fenómeno curioso lo de las burbujas que producía el suelo de aquella isla, y seguramente podría entretenerse estudiándolo más detenidamente. Pero ahora no. Ahora lo único que importaba era caminar y quemar aquel exceso de energía que recorría sus venas. Lentamente se fue calmando en aquel ambiente solitario, sin nadie que le molestase, sin nadie que le sacase de sus casillas ni le chillase. Solo el silencio y explotar de las burbujas.


 


Llegando al final del bosque se sentó en el suelo sobre uno de los acantilados que daban al mar y se frotó los ojos cansado. Suspiró frustrado cuando su mente volvió entonces al tema de Eustass. A la estúpida reacción que había tenido el pelirrojo. Sabía que aquello pasaría. Era otra de las cosas de las que se acordaba de la vez anterior. Pero a pesar de lo que había pensado no había estado preparado mentalmente para afrontarlo.


 


El ver la cara del otro tensa al reconocerle, el ver las nuevas cicatrices en su cuerpo o el sentir sus duras manos aferrándole de nuevo impidiendo que se fuera...Le hacía temblar de rabia


 


Se tenía que controlar, tenía que volver a esconder sus emociones, que el pelirrojo y enemigo no las viese porque entonces podría aprovecharlas contra él. Tenía que controlarse porque sabía que volvería a ver al pelirrojo, porque tendría que aguantarle...según recordaba de la vez anterior.


 


De repente una mano se cerró sobre su hombro y le empujó hacia atrás contra el frio suelo. Luchó al instante sorprendido. Mierda, había estado tan distraído que ni se había dado cuenta de que alguien se había acercado. Y ahora, con el desconocido tapándole la boca y sentándose sobre sus caderas para inmovilizarle no pudo más que llamarse gilipollas e intentar removerse para liberarse.


 


— ¿Quieres estarte quieto? No te voy a hacer nada imbécil. — gruñó su atacante ante sus inútiles pero certeros puñetazos.


 


Y entonces Law reconoció a culpable de sus problemas mirándole desde encima de su cintura. El Kidd de su época, con sus cicatrices y su brazo metálico, le miró entre entretenido y serio, provocándole que la rabia e ira que había estado intentando contener se reflejase salvaje en sus ojos grises frustrantemente libre. ¿A qué venía esa sonrisa de superioridad? ¿Tanta gracia le hacía pillarle con la guardia baja e inmovilizarle? Porque el también podía divertirse. Se revolvió con todavía más fuerzas, intentando soltarse del agarre de acero del otro, empujándole y dándole rodillazos como podía.


 


—Joder—gruñó Kidd apretando aun más el agarre y espachurrando sus muñecas contra el duro suelo hasta que estas crujieron.


 


Se miraron con odio. Demostrándose que aquello no iba a acabar bien hiciesen lo que hiciesen, que en cuanto Kidd liberase a Law este se iba a lanzar a por su yugular sin dudar. Porque aquello llevaban retrasándolo demasiado tiempo, porque los sentimientos de reproche y resentimiento del principio habían evolucionado hacia algo más oscuro. Algo que si no se liberaba en aquel instante podía acabar con los dos.


 


—Vamos a hablar—anunció Kidd mirándole fijamente. Dejándole claro que aquella vez no iba a poder escapar.


 


—Muérete—le respondió con odio puro el otro.


 


Kidd le apretó más contra el suelo y el moreno soltó un siseo de dolor entre dientes apretados.


 


— ¿Por qué te hiciste Shichibukai y te aliaste con la marina?—empezó a preguntar el pelirrojo como si no hubiese hablado.


 


—No te interesa, no tengo la obligación de decirte absolutamente nada— siguió cabezota el moreno.


 


— ¿Por qué te aliaste con los Mugiwara? ¿Por qué no me pediste ayuda a mí? Sabes que te habría apoyado y que…—


 


—Por que prefiero morir antes que pedirte ayuda a ti—le aclaró  ya por fin. Sin darle la más mínima piedad ni esperanza— porque no quiero volver a verte nunca— siseó con el veneno en cada una de sus palabras.


 


Kidd entonces se calló. Serio, simplemente mirándole fijamente, como si aquella respuesta hubiese cortado sus pensamientos. Law también paro, simplemente se quedó quieto bajo el otro mientras sentía que el otro ya no ejercía tanta fuerza en su agarre. Habría sido fácil liberarse ahora, pero la curiosidad por aquella lo que haría el pelirrojo a continuación podía con él.


 


La tensión estaba en el ambiente inevitablemente. Pacifica por ahora pero oscura y peligrosa.


 


—¿De verdad me odias tanto?—preguntó Kidd bajo, sin la agresividad ni enfado de antes, solo preguntando.


 


—Si—sin dudar.


 


Otra vez el denso silencio. Kidd le miró fijamente y Law no acababa de comprender su mirada.


 


— ¿Por qué?—preguntó Kidd con voz débil, como si aquello realmente le estuviese doliendo. Hijo de puta pensó Law. La culpa de todo aquello había sido suya.


 


—Lo sabes perfectamente Eustass-ya— respondió otra vez sintiendo como la rabia le invadía. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo se atrevía a preguntarle aquello? Lo sabía perfectamente.


 


—Law—susurró débilmente inclinándose sobre el cuerpo del moreno— no me dejaste explicártelo, yo no...—


 


Law no dejo que la proximidad repentina del otro le afectase, no dejo que su tono herido le hiciese rendirse, no después de lo que había pasado.


 


— Te he dicho que te lo ahorres—


 


—No, espera, escucha...—


 


—No. Se acabo. No pienso caerdos veces en lo mismo, no soy tan idiota—


 


Kidd le miró a centímetros de su cara, con sus frentes casi tocándose, con sus bocas a milímetros. Sus ojos estaban fijos en los suyos sin apartarse de ellos ni un segundo, como si realmente quisiese confirmar lo que decía. Law le devolvió la mirada fijamente, demostrándole que iba en serio. Ya no se resistía, ya Kidd no le clavaba en el suelo dolorosamente, sino que simplemente estaba sobre él, manteniéndole en su sitio simplemente por el peso de su cuerpo en sus caderas, cubriéndole totalmente y envolviéndole en su calor como si quisiese protegerle.


 


De repente la mirada del pelirrojo cambió y pareció a punto de ponerse a comerle al segundo siguiente. Law observó frunciendo el ceño como sus pupilas se dilataban y como su respiración salía acelerada de sus labios para chocarse contra los suyos. Y odiándolo sintió su piel erizarse en respuesta. Puede que ya no confiase en el pelirrojo, puede que le quisiese muerto o en el fondo del mar, pero su cuerpo seguía recordándole como desde el primer día, y el tenerle tan cerca después de tanto tiempo estaba acabando con él.


 


—Te he echado de menos—susurró Kidd tan bajo que Law tuvo dificultades para escucharle.


 


Observó como Kidd se pegaba más contra él, como cubría su moreno cuerpo por completo bajo el suyo plagado de músculos y fuerza. Law se estremeció ante aquello. Ante la protección y calor que desprendía el otro. Hacía mucho tiempo que no se sentía así, que no sentía aquella sensación agradable bajo alguien, en vez de la de agobio y la claustrofóbica que siempre le asaltaba en aquella situación. Pero aun así no iba a caer.


 


—Haberlo pensado antes de...—


 


No lo pudo evitar. Antes de que fuese capaz de reaccionar los labios de Kidd volvían a estar sobre los suyos. Firmes dominantes y con aquel oscuro pintalabios que volvía la situación mucho más sucia y obvia. Contuvo la respiración y abrió los ojos sorprendido. No había esperado que Kidd realmente lo fuese a hacer, pensó que no osaría atreverse, pero ahí estaba.


 


Sintió su cuerpo calentarse rápidamente por aquel pequeño contacto. Como si hubiese recordado al instante en que se habían vuelto a tocar, todas aquellas noches de pasión desenfrenada y gritos afónicos plagado del mayor placer que nunca había sentido. Y todo por un simple beso que no era ni siquiera profundo, labios frotándose contra labios, tirándole, jugando, relamiéndose, pero sin siquiera profundizar.


 


Le mordió con ganas. Porque era lo que tenía que hacer. Porque no podía volver a caer ya que no se lo perdonaría nunca. Ya se había abierto al otro, ya había confiado en él y el otro ya le había traicionado lo suficiente.


 


Kidd soltó un quejido de dolor y se separó, Law le dio entonces un puñetazo al soltarse de su agarre y efectivamente se lo quitó de encima y rodó por el suelo hasta levantarse. Se volvieron a observar. Kidd sin querer levantarse del suelo, con la mano conteniendo la sangre que se derramaba de su labio y con la mirada plagada de sentimientos. Arrepentimiento dolor, desesperación...


 


Law no dijo nada, simplemente se dio la vuelta y comenzó a alejarse. No había nada que decir. El otro lo había entendido y él no pensaba humillarse más.


 


"Te odio" se habían dicho la última vez.


 


Y seguía pensando exactamente lo mismo


.


.


.


Los dos mayores caminaron por entre los altos arboles que esparcían aquellas burbujas redondas y blandas por cada rincón. El niño de pelo rojo fuego corría detrás de ellas de un lado al otro intentando romperlas con una energía con la que los mayores, después de haber pasado la tarde anterior en el parque, no podían igualar. Por lo que en vez de regañarle e intentar controlarle para que se estuviese quieto, solo le dejaban pulular de aquí para allá haciendo lo que quisiese.


 


El otro niño en cambio, acababa de despertarse y aun con la cara somnolienta, se acurrucaba contra el pecho del supernova moreno intentando dormirse de nuevo a pesar de los gritos del pelirrojo. Kidd y Law solo andaban en un extraño silencio sin saber muy bien qué hacer en aquella situación. Habían quedado la tarde anterior para aquello, y aunque al principio había parecido una buena idea, realmente deberían de haberlo pensado más o al menos haber planeado algo.


 


Aun así ahí estaban y no había mucho más que hacer.


 


—Bueno ¿y qué hacemos entonces Eustass-ya?—preguntó Law comenzando realmente a aburrirse a pesar del agradable día que estaba haciendo. Era algo que siempre acababa ocurriéndole, por mucho que desease algo siempre acababa aburriéndose de las cosas demasiado rápido, por eso le había  gustado en un principio la medicina, era algo tan complejo que siempre había algo nuevo que descubrir, cambiaba, evolucionaba y definitivamente le fascinaba. Aun así, en aquellos momentos, no les estaba  ayudando mucho su falta de paciencia.


 


Kidd a su lado, en respuesta le bostezó casi con la misma cara de dormido que el niño entre los brazos del de ojos grises. Law a pesar del aburrimiento que llevaba encima, sonrió ya que le hacía gracia conocer aquellas nuevas facetas del pelirrojo que la gente normal desconocía. Las caras del chico normal de no más de veintitrés años y de pelo rojo fuego que solo poca gente conocía, en vez de la del pirata sanguinario de conocimiento público. Era ligeramente refrescante y le hacía sentirse ligeramente especial y diferente del resto. Porque él conocía algo de aquel hombre que el resto no.


 


—Pues...—respondió el de mirada dorada— no sé, podríamos ir al parque otra vez, o de compras—dijo con un tono de voz no del todo convencido— después del todo necesitaba comprar algunas piezas para un motor que tengo que arreglar— comentó como si nada.


 


Law sonrió recordando la pasión del pelirrojo por la mecánica. Ayer se habían pasado varias horas hablando de ello en las montañas rusas pese que a Law no entendía ni la mitad. Al moreno le divertía ver que pese a la pasión que demostraba el pelirrojo por el tema luego, se subía a una montaña rusa, sinónimo de física y mecánica de última tecnología, y no era muy diferente del niño que corría estallando burbujas y chillaba a pleno pulmón cuando se montaba en la maquinita.


 


—No creo que a los niños les interese eso mucho— respondió el moreno sonriendo e intentando salvar al otro del suplicio de volver a montarse en aquella atracción.


 


—Mm...Pero yo quiero ir al parque—se quejó el niño entre los brazos del moreno con cara de sueño y con vocecilla débil.


 


Los dos mayores sonrieron ante el comentario. Después de todo, los niños siempre serian niños. Aunque la sonrisa tensa de Kidd no paso desapercibida a nadie.


 


—Lo siento Law-chan—dijo Law—pero nosotros ya fuimos ayer y no creo que Kidd-kun y Eustass-ya quieran volver a subirse en lo mismo—


 


—Jo, pero yo quería— dijo el niño enfurruñado. Después de todos ayer había visto cosas que parecían divertidas y había estado esperando que, aunque los otros ya hubiesen estado, pudiesen volver otro día.


 


Law le acarició la cabeza al niño entre sus brazos mientras el otro niño pelirrojo se acercaba a la pareja y miraba a Law-chan en brazos del otro con una ligera envidia. Quería que Law también le cogiese a él, pero le daba vergüenza pedírselo y además Kidd ya le había echado la bronca la noche anterior por haber molestado al cirujano. No es que le importase mucho lo que le dijese Kidd, ni si le regañaba, pero definitivamente no quería que Law se enfadase.


 


Law observó entonces al niño a sus pies mirándole claramente queriendo pedirle algo. Le sonrió con una sonrisa sarcástica típica suya e inclinándose bajo al niño en sus brazos al suelo. El moreno menor protestó al instante después de dejar de ser cargado, pero al ver al niño pelirrojo enfrente de él cerró la boca y volvió a esconderse detrás del moreno mayor. Socializar definitivamente no era lo suyo.


 


—Law ¿Por qué no juegas con Kidd-kun?—preguntó el mayor de nuevo como la tarde anterior, sabiendo que esta vez sería imposible que les interrumpiesen.


 


Y esta vez cuando Law volvió a asomarse desde detrás de las piernas del otro, el pelirrojo sonriéndole abiertamente le tomo de la mano fuertemente y comenzó a correr tirando de él sin pizca de consideración. Al principio el niño se asustó, pero cuando comenzó a correr y Kidd-kun empezó a reír y a explotar de nuevo burbujas quedo fascinado con ello y al instante se le olvidaron todos los miedos.


 


Los mayores observaron a los niños fijamente con una ligera envidia. Debía ser bonito el no tener ninguna preocupación.


 


—Asique...piezas para un motor—comentó Law intentando sacar otro tema de conversación.


 


— ¿Qué?....em si, para un motor, se rompió la nevera y Killer ha estado tocándome las narices con ello—gruñó mientras se rascaba la cabeza con un tono molesto.


 


Law rio burlonamente ante la relación que tenían la tripulación del pelirrojo, aunque en el fondo la suya era exactamente iguale y Pinguin le había mandado a él que, ya que salía, recogiese el instrumental médico que habían encargado la tarde anterior en la tienda. Realmente él no era nadie para hablar.


 


—Tal vez deberíamos ir al distrito comercial—concordó con un suspiro resignado.


 


Kidd le miró y asintió en silencio cambiando ligeramente de rumbo. Law le siguió con aquella retorcida y burlona sonrisa en su cara mientras los niños revoloteaban a su alrededor ahora persiguiéndose mutuamente.


 


Sin embargo, antes de que ambos consiguiesen dar más de veinte pasos, el chillido del niño pelirrojo les detuvo en seco. Kidd se volvió  de golpe ya dispuesto a cortarle las cuerdas vocales al demonio que era de niño o a asesinar a quien osase meterse con su versión infantil.


 


—El mar, el mar—chillaba el pelirrojo dando saltos y señalando una pequeña playa prácticamente oculta por altos arbustos de la vista de la gente que pasaba por la zona.


 


—Mar, Mar— le respondía el niño moreno emocionado corriendo hacia la playa detrás del otro.


 


Y los dos mayores temblaron de terror al ver a los niños acercarse al agua salada. Los recuerdos de lo que pasaba cada vez que se intentaban bañar en ella les asaltaron todos juntos revolviéndoles el estomago. Al cabo de los años habían acabado asociando el mar al suicido y al terror. Por eso cuando vieron a sus versiones diminutas acercarse al agua transparente no pudieron más que temblar.


 


—No, esperar, no os acerquéis al...—chilló Law empezando a correr y a llamar a sus poderes para crear una azulada esfera.


 


Pero ya era demasiado tarde y los niños comenzaron a jugar con las olas que golpeaban la arena sin importarles mojarse o los gritos de los adultos que corrían hacia ellos. Pero antes de entrar en el agua a rescatarles, los dos adultos se dieron cuenta de algo sumamente importante, de que realmente los niños...no parecían afectados.


 


—Claro por aquel entonces no había tomado la fruta—se acordó Law haciendo un cálculo rápido y dejando que la esfera azul en su mano se deshiciera en una leve brisa.


 


—Es verdad— comentó Kidd dándose cuenta también. Sin embargo el pelirrojo no quería que los niños siguiesen jugando, tenían que ir a comprar las piezas o Killer le iba a matar, por lo que no podían estar perdiendo el tiempo con aquello. —Hey enano—llamó a su versión en miniatura—ven aquí y salid del agua que nos vamos—ordenó.


 


Pero el niño solo le miro con odio y girando la cabeza arrogantemente respondió con un potente.


 


— ¡No!—


 


La vena en la frente del pelirrojo mayor volvió a hacerse visible. ¿Cómo podía haber sido tan rebelde de niño?


 


— ¿Que has dicho enano?—gruñó apretando un puño y mirando al niño con una mirada asesina. Pero el otro sólo le sacó la lengua vilmente pasando de él totalmente. Y entonces, para colmo de la situación, el otro moreno menor, copiando todo lo que estaba haciendo Kidd-kun, se dio la vuelta y le sacó también la lengua al pelirrojo mayor. Kidd abrió los ojos como un idiota, sin saber cómo reaccionar a un Law de seis años sacándole la lengua.


 


El moreno mayor al lado de Kidd se comenzó a reír de aquello sin poder evitarlo mientras se tapaba la boca con una mano para intentar contener la risa. Cosa que no tuvo mucho efecto. Kidd se puso rojo y avanzó hacia los niños malcriados dispuestos a enseñarles educación, sin importarle ya el agua salada que se interponía ante ellos. Sin embargo, antes de que pudiese hacer nada, una mano rodeando el brazalete en su muñeca se lo impidió frenándole en seco.


 


—Déjales Eustass-ya—le dijo Law con una brillante sonrisa en su cara—no pasa nada, tenemos tiempo—


 


Y Kidd ante aquella de felicidad que tenía el otro no pudo más que asentir frustrado pero ligeramente sonrojado. Estúpido Trafalgar.


 


—Está bien, pero solo un rato—


 


Dándose la vuelta y murmurando algunas maldiciones al diablo se sentó en una gran roca que había cerca de la playa y observó a los niños jugar a salpicarse mutuamente. De pequeño le había encantado el mar, el nadar y bucear encontrando tesoros, por eso, aunque le encantaba su habilidad y no se arrepentía de haberse comido la fruta del diablo que le había ayudado a llegar hasta la actualidad, realmente envidiaba al niño sin preocupaciones que se zambullía en el mar y perseguía al moreno como si de un tiburón se tratase intentando tirarle. Realmente echaba de menos nadar.


 


—Nostálgico ¿verdad?—comentó Law sentándose entonces a su lado mirando también a los niños.


 


Kidd decidió centrarse en la conversación e ignorar la cercanía del otro y el hecho de que sus piernas se apretasen la una contra la otra casi por casualidad. Law parecía no haberse dado ni cuenta y Kidd sabía que aquel contacto solo le estaba poniendo nervioso a él, que para el moreno no era más que un contacto más.


 


—Sí, bueno—respondió mirando a los niños en vez de al fascinante hombre a su lado—aunque no recordaba ser tan cabrón de pequeño—


 


Law sonrió con aquella sonrisa sarcástica que tanto le caracterizaba, y mirada de que estaba tramando algo que le iba a perjudicar.


 


—Con lo mono que eras a esa edad—se burló el moreno—además según algunos sigues siendo igual o aun más cabron que de pequeño—comentó tumbándose en la piedra al lado de Kidd para relajarse un momento al sol.


 


Law era más bien una persona a la que le gustaban los climas fríos, pero no negaba que un poco de calor de vez en cuando no sentase bien. Además desde que había entrado en Gran Line aquellos momentos de relajación se habían vuelto escasos gracias a la marina y continuos problemas que tenían que afrontar, por eso ahora, cuando por fin podía descansar un rato, lo tomo como un regalo de los dioses. Aunque estuviese al lado de aquella persona que cada vez que veía le ponía de los nervios. Aun así estaba satisfecho con su capacidad de fingir que no pasaba nada.


 


Kidd por su parte suspiró ante el comentario de Law y observando los movimientos casi felinos del otro mientras se tumbaba. Recordó lo que decían los periódicos de él.


 


—No te creas todo lo que dicen los marines y el gobierno de mi—gruñó tumbándose él también al lado del otro. —Además tú tampoco eres el más indicado para decirlo "Cirujano de la muerte"—


 


Law rió sarcásticamente ante el oscuro apodo que le habían puesto y girando la cabeza para mirarle siguió hablando.


 


—Oh, asique me estás diciendo que es mentira, ¿que en realidad eres un hombre adorable y pacifico que no mataría ni una mosca y cuyo pasatiempo favorito es hacer galletas y recoger florecillas?—


 


Kidd quiso vomitar al imaginarse a si mismo en aquel escenario que describía Law.


 


—Yo nunca he dicho eso—


 


Law sonrió retorcidamente al ver su cara de asco.


 


— ¿Entonces?—preguntó curioso el moreno. Law siempre era curioso, fuese el tema que fuese. Era algo que Kidd no había tardado en descubrir.


 


Suspiró ligeramente disgustado con el tema de conversación. El pelirrojo odiaba hablar de su vida y de cómo había llegado hasta la actualidad, porque, aunque ahora fuese un pirata de renombre, no siempre había sido así y su infancia había sido más bien penosa.


 


—Solo soy alguien normal que se hizo pirata para sobrevivir y al que si le tocan las narices hará lo que tiene que hacer—resumió por encima.


 


Law se puso serio ante aquella respuesta, ya que todos en el fondo eran así. Salvo algunas excepciones, la mayoría se hacían piratas para conseguir sobrevivir, para robar dinero o comida y llegar a mañana. Puede que luego cuando les preguntasen hablasen del One Piece o cosas parecidas, pero al principio siempre empezaba igual. Primero estaba la supervivencia, y luego los sueños y aspiraciones.


 


—Así que en el fondo, me estás diciendo que resuelves todos con la violencia ¿no? Muy maduro por tu parte, aunque ¿no es exactamente lo mismo que dice de ti la marina?—se burló intentando quitar un poco de tensión al repentino ambiente.


 


Y como resultado obtuvo una amarga sonrisa del otro y una suave carcajada.


 


—Vete a la mierda Trafalgar—


 


Pero antes de que la discusión pudiese llegar a más, un pequeño bulto empapado en agua salada se abalanzó sobre Kidd. El pelirrojo más por instinto que por otra cosa, aferró al bulto peludo antes de que se cayese mientras lo reconocía como la versión en miniatura de Law.


 


—Mira Kidd, he encontrado una Lobatus Gigas — comentaba el niño tirándole al mayor del abrigo para que le prestase atención.


 


Kidd parpadeo aturdido ante el nombre raro pero aun así tomo lo que el niño le estaba ofreciendo con una sonrisa tensa. Nunca había entendido a los niños ni se había llevado del todo bien con ellos, por lo que ahora, con el otro en brazos, no sabía muy bien qué hacer para no ofenderle y que el niño se pusiese a llorar.


 


Observó la concha que le había dado el niño con curiosidad. ¿Cómo la había llamado? ¿Lobatus…? ¿Donde había aprendido un niño de su edad semejante vocabulario? Aquello no era normal, ni siquiera para Law


 


—Y luego soy yo el raro y sanguinario —murmuró  aun por lo bajo el pelirrojo examinando la puntiaguda concha.


 


— ¿Insinúas algo Eustass-ya?—preguntó Law entonces demasiado cerca de él, sonriéndole de una manera extraña. Como sabiendo lo que pasaba por su mente y molestándose con ello. Law definitivamente apreciaba el conocimiento, la ciencia y los libros, se consideraba alguien inteligente y que se burlasen de ese conocimiento le molestaba.


 


Kidd le devolvió entonces  la sonrisa retorcida. Vaya, vaya, un punto débil de Trafalgar.


 


—Que va, solo intentaba comprender como alguien tan adorable como este niño se ha acabado convirtiendo en psicópata que tengo delante—respondió devolviéndole la pulla de hacia un momento, queriendo sacarle a la vez algo de información sobre su vida y su pasado.


 


—Bueno Eustass-ya hay cosas en este mundo que es mejor no saber—le respondió el otro con una sonrisa retorcida pero tensa, dejándole claro que como siguiese por ahí correría la sangre. Kidd frunció el ceño.


 


Pero aun así en vez de acobardarse, continuó intentando provocar al otro, después de todo, él también sabía hacer de psicópata. Alzando al niño del suelo lo tomo entre sus brazos mientras este reía divertido, y pellizcándole los mofletes comenzó a hacerle cosquillas. Al instante siguiente tuvo a Trafalgar Law en versión infantil retorciéndose de la risa y suplicando por una tregua. Realmente adorable a decir verdad, era tan tierno e inocente, ¿Pasaría algo si lo intercambiaba por el monstruo pelirrojo que le había tocado y se lo llevaba a su barco para mimarle y malcriarle?


 


— ¿Quien es el niño más mono del mundo?—comenzó con aquel tono idiota de voz— ¿quién se va a convertir en una asesino en serie?—preguntaba con burla mientras seguía con las cosquillas.


 


Sentía la mirada asesina de Law atravesándole la nuca, ahora ya sin sonreír, y se felicitó felizmente por el logro. Después de todo, no todo el mundo conseguía hacer cabrear a Trafalgar. Sin embargo, antes de que la cosa pudiese derivar a un final sangriento, una enorme piedra se estrelló contra la sien de Kidd fuertemente.


 


¿Cómo no? Siempre tenía que ser él.


 


El resultado fue instantáneo y el pelirrojo se volvió dispuesto a descuartizar al agresor por interrumpirle cuando se estaba divirtiendo tanto con los dos morenos. Sin embargo cuando estaba comenzando a activar sus poderes sin siquiera dudar en que el otro podía ser algún amigo, se vio sorprendido por el diablo en miniatura.


 


—Deja a Law-chan en paz—dijo con odio su versión infantil.


 


Y es que Kidd-kun estaba celoso del mayor. No era justo que acaparase toda la atención de los morenos, él también se quería divertir con ellos, por eso sin pensarlo del todo le había tirado la piedra a Kidd. Y ahora sintiendo el aura asesina del mayor que no se había contenido aquella vez ante el niño, tembló ligeramente. Y empalideció aun más al ver como un hilo rojo sangre caía de la nuca del mayor  fruto del golpe.


 


—Kidd, estás herido—dijo el niño entre los brazos del mayor alertándose al instante.


 


Law se levantó de su asiento para ayudar al otro prácticamente sin pensarlo, y siendo su entrenamiento medico el que actuase por él. El pelirrojo menor bajo la cabeza avergonzado y Kidd contuvo el grito en su garganta al darse cuenta de ello. Sin embargo antes de que ninguno pudiese hacer nada, el moreno menor ya estaba curando al pelirrojo  con los pocos medios de que disponía.


 


Alzándose en los brazos del mayor acercó su cara a la herida del otro y la lamió aplicando el único antimicrobiano que conocía y que tenía a mano, su saliva.


 


Law abrió los ojos sorprendido antelas acciones del niño y Kidd literalmente cambio de color mientras el silencio tensó les envolvía. Y ninguno sabía que decir. El otro niño en cambio fulmino al pelirrojo mayor con odio, pero sabiendo que aquello había estado mal por su parte se acercó a los otros y escondiéndose detrás de las piernas de Law murmuró.


 


—Los siento— con voz débil.


 


Aquello pareció hacer reaccionar a los adultos. Kidd aun rojo y con la imagen mental, de un Law de seis años lamiéndole la sien con mirada preocupada y de concentración, grabada a fuego en su mente para el resto de la eternidad, le tomó en  sus brazos de nuevo y le apartó ligeramente de su cuerpo.


 


—Está bien, no pasa nada—comentó dirigiéndose a los dos niños.


 


—Pero…— protestó el moreno intentando volver a acercarse a la herida, después de todo no la había acabado de curar. Sin embargo luego vio la cara roja de Kidd y preocupándose entonces aun más decidió que lo mejor era que el otro se relajase primero y luego administrase el tratamiento, y por el momento lo dejo correr.


 


Law también ligeramente sonrojado por su versión infantil, observó con curiosidad la reacción de Kidd. Estaba claramente incomodo y su mirada iba de un lado al otro sin mirar a nadie a los ojos. Nunca le había visto así y nunca hubiese imaginado que alguien como Kidd pudiese poner esa cara. Era ligeramente…interesante.


 


Tomando al pelirrojo que seguía escondiéndose detrás de sus piernas en brazos, se volvió hacia el pelirrojo sentado en la piedra.


 


—Creo que ya es suficiente, deberíamos irnos al distrito comercial. —


 


Y sin esperar la respuesta del otro se dio la vuelta y comenzó a alejarse del azulado mar. El niño entre sus brazos se revolvió incomodo  y el sintió su sudadera comenzar a empaparse con la ropa mojada que llevaba el niños. Gracias a dios la cantidad no era suficiente como para debilitarle.


 


— ¿Te has enfadado?—preguntó el niño.


 


Law le miró y le sonrió satisfecho mientras le revolvía el pelo empapado para quitárselo de la cara.


 


—No, más bien todo lo contrario—le dijo entre susurros apara que le oyese él y no el pelirrojo que le perseguía a sus espaldas—pero no vuelvas a hacer eso—


 


El niño asintió y se recargó en su pecho apretando su camisa.


 


—Vale, pero no es justo, yo también quería estar con Law—


 


Esta vez fue el turno de Law de sonrojarse ante el comentario del otro, sin embargo, este lo consiguió disimular mejor y comenzó a andar a un paso aun más rápido intentando alejarse del otro y que no le viese la cara. Además aun recordaba lo que había pasado aquella mañana en el barco cuando se había despertado y había salido de la habitación dejando a su versión en miniatura dormir en tranquilamente en la cama.


 


Nada más salir de su habitación se había encontrado al otro moreno mayor con cara de entre asustada y cabreada correr rápidamente por el pasillo en dirección a la habitación que, técnicamente, era de los tres.


 


Al principio iba a gritarle por desaparecer de repente y preocuparle, pero luego, al ver su pelo despeinado, su chaqueta negra desabrochada y manchada de barro contuvo su comentario sarcástico.  Y entonces el otro le había visto y había alzado la cabeza. Y Law  tuvo que contener la respiración al ver la boca del otro manchada de algo que parecía pintalabios negro.


 


Abrió los ojos como platos mientras el otro le acorralaba contra la pared sin dejarle escapatoria.


 


—Di una palabra y mueres—amenazó.


 


Pero Law estaba demasiado atónito como para prestarle atención. ¿Aquello era…?


 


— ¿Eso no es...de Eustass-ya?—


 


El otro le aferró del cuello con los ojos furiosos y rojos de alguien que no ha dormido nada. El  menor solo se le quedo mirando sorprendido sin comprender que estaba pasando.


 


—No es suyo—aseguro el otro con la voz tensa—no ha pasado nada con él, no te acerques a él—


 


Pero para el menor aquello no colaba.


 


— ¿Entonces que es…?—


 


—No te incumbe—anunció separándose—y no vuelvas a mencionarlo—


 


Y sin más comenzó a alejarse del lugar dándole la espalda y dejándole aun con miles de preguntas en la boca. Fue a seguirle a pedirle una explicación de aquello y de lo de la tarde anterior, pero el otro ya había llegado a la puerta de la habitación.


 


—Voy a ducharme y a dormir—anuncio el mayor con la mano en el pomo. Luego se volvió a mirarle intensamente—no me molestes—


 


Y sin más cerró la puerta del dormitorio.


 


Law se quedó un momento en el pasillo pensando que hacer. Pero luego comenzó a escuchar la ducha y recordó el cabreo del otro. Definitivamente no iba a sacarle nada aquella vez. Dándose la vuelta se alejó con cara de aburrimiento y cansancio en dirección a la cocina. Al rato el niño salió de la habitación buscándole y con una cara enfurruñada que Law asoció a que el otro le había salido de la ducha y se había ido a la cama echando en el proceso al crio.


 


Dos horas después había salido del barco obviando el consejo del otro y aprovechando que el mayor estaba dormido se dirigió hacia donde había quedado con Eustass. Esta vez, además, por mucho que quisiese el otro buscarle cuando se despertase, era imposible que les descubriese, ya que nadie en su tripulación sabia a donde se dirigía con el pelirrojo, por lo que, por ahora, estaban a salvo.


 


Pero aun así la duda seguía asaltándole a pesar de todo aquello.


 


¿Qué había pasado aquella noche? ¿Por qué tenía el pintalabios de Eustass en su boca? ¿Por qué se odiaban tanto?


 


 


 

Notas finales:

Puff, nu se, no me acaba de convencer el cap, le falta...algo, pero bueno, todavia me queda desarrollar un poquito más la situacion con estos dos y luego prometo empezar con Doffy y sus versiones en miniatura, que tengo que ver como le hago. 

En fin, espero que os haya gustado, 

Un besillo y grache por leer


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