Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A ti en el pasado. por Cucuxumusu

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno aqui estoy de nuevo, no me puedo creer que este podiendo actualizar tres fics a la vez XD esto es un lio.

Hablando de lios, este cap tambien es un poco caos asik para aclarar nombres y quien es quien os pongo apodos y edades de los que salen hoy:

 

Eustass-24

Kidd-21

Kidd-kun-6

 

Aun asi en este no los usare mucho porque es un poco lio.

En fin, espero que os guste.

 

 

En el enorme barco anclado en el puerto y rodeado de un aire un tanto tétrico gracias a las calaveras y tenebrosas velas que le decoraban, estaba estallando el pánico poco a poco. Su tripulación por lo normal seria y tranquila pero con la apariencia macabra que impedía que los curiosos se acercasen más de la cuenta, daba en aquellos momentos más pena que miedo. Y la causa de eso era simplemente un trió de hombres que charlaban animadamente en el salón del dichoso barco.

 

—¡¡Como mola!!—chilló emocionado el niño dando vueltas alrededor del hombre mayor.

 

—¿Como narices te hiciste eso?—preguntó igual de emocionado un adolescente pero con tono de ligero cabreo bajo la aparente excitación.

 

—¿Y qué te pasó en la cara?¿ Te dolió mucho?— la voz del niño tomo un cariz preocupado mientras tiraba de la chaqueta del adulto pidiendo respuestas.

 

—No me digas que perdiste una pelea, dime que no la perdiste, por que como lo hayas hecho...—continuó sin parar el adolescente de pie enfrente del hombre.

 

El adulto solo miró a los otros dos que le avasallaban a preguntas sin dejarle ni un mínimo minuto para responder. Se estaba empezando a agobiar bastante con todo aquello pese a que por lo general tenía una paciencia bastante grande. Estaba sentado en un cómodo sillón en medio de la habitación con los otros dos dando vueltas o tirándosele encima pidiéndole ansiosos la información.

 

—Pues...—intentó empezar.

 

—¿Y te fabricaste tu el brazo o te lo hizo otro?—siguió el niño incansable.

 

—Por supuesto que se lo hizo él—contestó por él, el adolescente cruzándose de brazos y mandándole una mirada molesta al más pequeño de los tres—no preguntes estupideces enano—

 

—No soy un enano, ya tengo siete años—chilló cabreado el niño rápidamente enfrentándose al adolescente.

 

—Pues lo que yo decía, un E-NA-NO—deletreó el chico metiéndose con el niño con una mirada maligna.

 

—¡Cállate! No lo soy, es-... estúpida zanahoria travesti—contraatacó entonces el niño intentando abalanzarse sobre el mayor y morderle una pierna, brazo o cualquier cosa que pillase. La cosa era hacerle llorar.

 

Los que observaban la escena soltaron una carcajada sin poder evitarlo ante el comentario del crio. Y es que era cierto que su capitán, con aquellas uñas pintadas de negro, su brillante pelo rojo y los labios perfectamente delineados de negro, podía ser confundido con ello. Aunque nadie se había atrevido a mencionarlo nunca y había decidido olvidar la idea nada más pasaba por sus mentes. El temperamento del pelirrojo y su impresionante musculatura disuadían lo suficiente como para hacerlo, y además, apreciaban demasiado su vida como para morir por semejante gilipollez. Asique, cuando al adolescente al que llamaban capitán le empezó a aparecer una vena palpitante en la frente, todos los presentes contuvieron a duras penas la carcajada que volvía a surgir en el pecho ante el original insulto, sabiendo lo que pasaría si no lo hacían. El adolescente sin embargo les fulmino con la mirada diciéndoles sin palabras que ya les destriparía más tarde, y luego, cogiendo al niño de la camiseta, le alzó del suelo antes de que le mordiese, dedicándole confiado su mirada más asesina.

 

Acojonar niños era lo que mejor se le daba después de todo.

 

—¿Que me has llamado pulga microscópica?— su tono de voz aterrorizaría a más de un adulto hecho y derecho, e incluso algunos de sus tripulantes temblaron de miedo, pero el niño solo le sacó la lengua y comenzó a cantar a gritos:

 

—Zanahoria travesti, zanahoria travesti—

 

Esta vez la tripulación no se pudo contener y estalló en carcajadas sonoras causando que la gente que pasaba por el puerto huyese aterrorizada ante el escándalo de ultratumba y las risas macabras que surgían del extraño barco. Por su parte el enfado del adolescente aumento hasta niveles que hacía mucho que no alcanzaban.

 

Muerto. El niño estaba muerto. Lenta y dolorosamente.

 

No le habían humillado de aquella manera nunca, y no iba a permitir que lo hiciesen, sobretodo delante de sus hombres. Sobretodo un niño que no alzaba un palmo del suelo.

 

—Estúpido niño idiota...—comenzó con tono monocorde y mirada de psicópata—...te voy a hacer llorar como el enano que eres, y luego voy a cortarte esa maldita lengua y...¡Haaay! ¡joder! me cago en ti niño del demonio, como te atreves a morderme ¡Aaay! La madre que te...te voy a...—

 

Killer observó a su capitán pelearse con su versión minúscula de siete años con más pasión de lo que una persona normal haría. El pelirrojo su estúpido y descomunal orgullo. Suspiró observando al hombre al que había seguido desde el South Blue todos aquellos años sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando. ¿Qué hacia el Kidd de hace siete años allí? No es que le importase mucho la verdad. Es más, le hacía gracia verlo así, le traía recuerdos de cuando eran pequeños y corría por ahí con su actual capitán, sacando de quicio a todo el mundo con su irreverencia. Justo como estaba pasando ahora.

 

Sonrió por debajo de la máscara.

 

Pero seguía sin entender que había pasado. Observó a al pelirrojo lanzar cosas metálicas al enano que seguía burlándose de él patéticamente con la cancioncilla de las narices y que esquivaba todo lo que le lanzaba con pasmosa agilidad. Fue entonces cuando supo que su aquellos dos no eran los mejores para aclarar su problema. Suspiró otra vez. A veces Kidd era demasiado...En fin. Era su amigo. Era su deber apoyarle y ayudarle, por mucho que a veces le apeteciese sacudirle y zarandearle para que se comportase de una maldita vez como el pirata que era.

 

Observó seguidamente al otro hombre que había aparecido en el salón del barco por arte de magia hacia unas horas. Aquel hombre parecía más maduro, más centrado y tranquilo que los otros dos. Y sobre todo parecía que se podía mantener una conversación civilizada con él. Se acercó dudoso al mayor haciendo al suelo de madera vieja y desgastada chirriar bajo sus pies. Aunque con el jaleo de la habitación al que ahora se había sumado Heat para pillar al enano del demonio, aquello quedo bastante amortiguado. La verdad nunca comprendería por que Kidd había decidido comprar aquel barco. Vale, si, la apariencia pegaba perfectamente con la tripulación y la fama de sádicos que tenían, pero aun así podía haber elegido algo que no se cayese a pedazos.

 

—Disculpa—llamó al hombre una vez que llego a su lado— ¿puedo preguntar quién eres y que haces aquí?—

 

El pelirrojo de mirada dorada y innumerables cicatrices en el cuerpo que se hallaba sentado en el sillón predilecto de su capitán le miró con una cierta mirada melancólica que le hizo fruncir el ceño. Le sonaban aquellos ojos, pero con las innumerables cicatrices y aquel enorme abrigo de piel ocultándole casi por completo no acababa de ubicarlo.

 

—Je ¿qué hay Killer?—comentó el otro con voz grave y con la diversión en sus ojos— ¿Es que no reconoces ya ni a un amigo?¿ni a tu querido capitán con el que has peleado mil veces?—

 

Killer abrió los ojos sorprendido. No podía ser.

 

—¿Kidd?—preguntó dudoso. El otro volvió a sonreírle con aquella sonrisa de tiburón que tanto le caracterizaba.

 

Vale, se había perdido en alguna parte de todo aquello.

 

—Pero si Kidd es...—miró a su capitán que estaba intentando apagar el incendio que había montado Heat en la habitación con la persecución del enano, mientras el niño se descojonaba en el suelo haciendo que el pelirrojo se cabrease aun más si era posible y le chillase histérico.

 

—No intentes entenderlo—comentó el mayor de todos—ni yo lo acabo de captar después de haberlo vivido ya tres veces—su tono era duro y serio, uno que nunca le había oído.

 

—Entonces...—siguió intentando obtener información.

 

—Somos tres versiones de una misma persona, el pasado—señalo al niño—el presente—a su capitán histérico—y el futuro—a sí mismo con una sonrisa irónica.

 

Aquello tenía que ser una broma. Era simplemente imposible que algo así pasara. Pero era cierto que se parecían. Pero seguía sin tener sentido. Abrió la boca para protestar y pedirle una explicación más decente a su futuro capitán cuando el problema cayó sobre él.

 

—Killer—le llamó su capitán adolescente de repente, con una cara de haber perdido la paciencia hacia muuucho rato...y con unas curiosas marcas de ceniza en su cara que habían aparecido por arte de magia. Heat había desaparecido junto con el resto de la entretenida tripulación.

 

Killer supuso que para salvar sus vidas.

 

—Dame al niño para que le destripe vivo, Killer—comento su capitán señalando detrás de sus piernas con un deje molesto y cara de advertencia, pero con una voz dulce como el caramelo.

 

Y entonces Killer se dio cuenta de que tenia al niño escondiéndose detrás del él con el ceño fruncido y mirada dolida, pero aun mirando al adolescente con enfado. ¿Cuando había llegado allí?¿Por qué se escondía allí? El niño entonces salto al escuchar su nombre y le miró con una ligera sorpresa en sus ojos.

 

—¿Killer?¿Eres Killer?¿mi amigo?—

 

El rubio le miró dudoso pero luego le alzo en sus brazos mirándole fijamente. Si, definitivamente era Kidd, con aquella mirada inocente y salvaje que tenía cuando era pequeño, y aquella montaña de suciedad de la que no conseguían desprenderse nunca en su ciudad natal. Mierda otra vez los recuerdos de su desastrosa infancia.

 

—Bien hecho—comentó Kidd acercándosele y mirando al niño con mirada triunfal. Pensando que ya podría torturarle a gusto. Al instante Killer tuvo al niño revolviéndose histérico entre sus brazos intentando soltarse y correr lejos de la mirada violenta del adolescente.

 

Instintivamente se interpuso entre su capitán y el chico, protegiéndole de sí mismo. Vale, aquello era raro. Muy, muy raro. Kidd se paró enfrente suyo sorprendido y luego se irguió en toda su altura con aire intimidante mientras funcia el ceño pidiéndole una explicación.

 

—Dámelo—ordeno brusco, como retándole a desafiarle. Con sus ojos dorados brillando peligrosamente y sus músculos destacando imponentes sin el abrigo que le solían ocultar.

 

—No—respondió calmadamente el rubio de la máscara sin sentirse en lo más mínimo asustado. Era Kidd después de todo, había perdido ya la cuenta de las veces que habían discutido por gilipolleces a lo largo de su vida. Aquella vez no tenía pinta de ser muy diferente a las anteriores y Killer sabia como manejar a un Kidd cabreado. El niño sin embargo aferró su camisa fuertemente como si estuviese esperando violencia y chillidos de dolor de su parte.

 

—Killer adame al enano tocapelotas—

 

—Kidd, lo siento, pero por muy capitán que seas no te puedo dejar matarte a ti mismo—

 

Kidd sonrió macabramente y el niño se encogió ligeramente. Su mirada seguía siendo retadora pero estaba claro que temía al mayor. Era...ligeramente adorable.¿!Que mierda estaba pensando!? Que era el idiota y simple de Kidd joder, ligeramente más pequeño y achuchable, pero Kidd de todas formas.

 

—No le voy a matar—comenzó con voz sonriente el adolescente de pelo de fuego—solo le voy a enseñar que hay gente con la que no debe meterse o sufrirá— intentó argumentar el adolescente todo sonrisas y repentina amabilidad.

 

Killer rodó los ojos y agradeció que la máscara ocultase el gesto o Kidd seguramente se le tiraría al cuello si lo viese. Aun así el adulto en el sillón soltó una carcajada como si supiese lo que acababa de hacer. Le ignoró.

 

—No va a pasar Kidd—anunció volviendo a abrazar al infante firmemente contra su pecho. El niño le abrazo en respuesta y se pegó más a él con aquella mirada asustada peor orgullosa y retadora. Vale, si, definitivamente Kidd de pequeño era adorable. Mierda

 

Pero el Kidd adolescente le miro con ojos llameantes y la amabilidad desaparecida.

 

—Dame al chaval Killer o juro que...—

 

Killer retrocedió con el niño en brazos mientras Kidd avanzaba alargando el brazo para atrapar al menor. El niño escondió la cara en su pecho y soltó un gemido suplicante y Killer se preparó para pelearse de nuevo con su capitán en defensa de…su capitán. Pero antes de que pasase nada, el mayor de los presentes que observaba la escena sin decir nada, se levantó del sofá con aire aburrido y cansado.

 

—Me voy a dar una vuelta—anunció felizmente.

 

La pelea se detuvo al instante como si el hecho de que el mayor hablase fuese el fin del mundo para ellos, y todos se le quedaron mirando mientras caminando arrogantemente, se dirigía a la puerta. Realmente se había vuelto fuerte, pensó Killer observándole satisfecho con un ligero sentimiento de orgullo.

 

—Espera—chilló de repente el niño—me voy contigo—y soltándose entonces de Killer con un movimiento repentino y cayendo al suelo ágilmente, corrió hacia el mayor disparado esquivando fácilmente al adolescente sorprendido. El adulto simplemente le miró aburrido, y sin cuestionarlo, lo tomó en brazos con cuidado sentándole luego sobre sus hombros como haría un padre con su hijo.

 

—¿Cómo te hiciste lo del brazo?—volvió a preguntar incansable el niño. Y el mayor le sonrió divertido mientras el niño le revolvía el pelo pidiendo su atención.

 

—Espera—respondió el adolescente cada vez más desquiciado viendo que el niño se iba a librar del castigo—de aquí no se mueve nadie—su tono pasaba de cabreo.

 

Y como siempre Killer tuvo que intervenir.

 

—Kidd espera—le pidió tomándole del hombro y bajando el tono de voz—creo que es buena idea salir, en Sabondy está el famoso parque de atracciones, podemos llevar al niño allí y dejar que se canse en las atracciones, así luego no tocara tanto las narices—Comentó conspirador.

 

Pero la mirada del otro le decía que aquello no le acababa de convencer. Que el quería sangre y sufrimiento. Killer suspiró por quinta vez en menos de una hora.

 

—Y te podrás vengar de él haciéndole chillar en las montañas rusas—añadió con voz de quien recita lo mismo mil veces.

 

Y la sonrisa satisfecha y conspiradora de Kidd  fue instantánea. Girándose hacia él le miró durante un momento satisfecho. Luego soltó una fuerte carcajada, le pasó un brazo por los hombros y le dio un abrazo amistoso.

 

—Jaja, Killer tío no se qué sería de mi vida sin tu mente maravillosa—Killer sonrió a su amigo sin tomarle mucho en serio. La verdad, el tampoco sabía como Kidd habría podido sobrevivir sin él.

 

.

.

.

 

Law caminó por el pequeño parque entre niños emocionados chillando alegres entre las atracciones con uno de ellos en sus propios brazos. Su versión de siete años miraba todas las atracciones emocionado, tirándole de la sudadera para pedirle montar en una cosa u otra sin descanso. El pequeño niño llevaba además entre sus brazos un peluche casi más grande que él, que el mayor de los tres le había conseguido en una caseta de tiro y del que no se había separado desde entonces, su boca estaba cubierta de chocolate de un gofre que se había comido hacia dos minutos y que le había pringado la sudadera y aun así seguía pidiendo por más.

 

Law no podía más con los otros dos.

 

Llevaba ya un día con el par aquel y estaba llegando a su límite. Aunque el sexo con el mayor a cada hora del día era algo bastante estimulante, su paciencia y fuerzas estaban llegando a su fin. Y es que su tripulación se había vuelto loca con todo aquello. Chillaban de aquí para allá con el niño, mimándole, malcriándole, y jugando con él como si fuese una maldita mascota.

 

Las maratones con el mayor en la cama que no le dejaba en paz ni un momento de paz, le quitaban tiempo para dedicarse a sus libros y experimentos, o para simplemente, centrarse en cómo manejar la situación.

 

Al final había tenido que salir del submarino y llevarse con él al niño para alejarlo de su maldita tripulación. En serio, les iba a destripar vivos un día de estos, sobre todo a Bepo y a Pinguin que no dejaban al niño en paz ni para dormir. Desgraciadamente no había podido deshacerse del mayor de ellos tres que ahora paseaba a su espalda con aquella sonrisa satisfecha en su cara y su penetrante mirada gris pegada a su trasero.

 

Suspiró con un tic nervioso en un ojo.

 

—Law, Law—chilló el niño de nuevo—vamos a la montaña rusa, la montaña— pidió señalando el aparato gigante del demonio.

 

No le apetecía ni para atrás. Estaba demasiado cansado como para desafiar a la gravedad en aquel trasto. Él quería descansar, quería irse a su barco y dormir. Solo. En su cama. Sin nada de lo que preocuparse aparte de encontrar el legendario tesoro del One Piece.

 

El niño volvió a tirarle de la sudadera con ahincó para llamar su atención. Sus enormes ojos grises le miraban suplicantes y totalmente emocionado.

 

Vale, decididamente no podía con el menor, concluyo al fin dirigiéndose a la montañita de las narices.

 

En el fondo sabia que él también le mimaba demasiado, cuando le dejaba jugar en su sagrado quirófano, o le daba todo cuanto le pedía al instante…pero es que cuando le miraba con aquellos ojos...

 

—Venga vamos—le sonrió el mayor, pasándole un brazo por los hombros y animándole en aquella pesadilla.

 

No sabía ni porque se esforzaba en intentar revelarse contra aquellos dos cuando nunca acababa por conseguir nada al final. Aunque en el fondo él también se lo estaba pasando bien con todo aquello. Ver al niño emocionado con cualquier cosa, o al mayor tan sonriente y sin aquella cara de amargado del primer día también le ponía a él de buen humor. Porque sabía que su pasado y su futuro no iban a ser del todo bonitos y se lo merecían.

 

La montaña rusa apareció enfrente suyo grande e imponente, y su tripa se retorció con anticipación. Suspiró mientras el niño se revolvía entre sus brazos instándole a que se diese prisa.

 

—Vaya, vaya, pero mira a quien tenemos aquí— susurró entonces una extrañamente conocida voz a su espalda.

 

Y los tres morenos se giraron a la vez.

 

Y entonces a dos mayores se les paro la respiración.

 

Y uno de ellos apretó fuertemente los puños.

 

Eustass Kidd se encontraba enfrente suyo. Acompañado de otro pelirrojo bastante parecido a él, que llevaba a un pequeño niño sobre los hombros. Exactamente como ellos.

 

Law tragó saliva. Eustass Kidd se había convertido en su obsesión desde lo de la subasta, se había  encontrado pensando en él a cada hora del día, suspirando por él en las noches al imaginarse sus manos recorriéndole el cuerpo deshaciéndole en placer. Eustass Kidd era alguien peligroso, violento, salvaje y jodidamente atractivo. Con aquel pelo rojo brillante que resplandecía al sol igual que la sangre, con aquella mirada dorada como la de las fieras, y aquel marcado cuerpo que juraba que podría tirarse horas lamiendo. Sentía su sangre arder cada mínima vez que pensaba en él.

 

—Buenas tardes Eustass-ya—respondió alegremente como si hubiese esperado encontrárselo allí.

 

Kidd simplemente amplio su sonrisa y se acercó al trió de morenos acompañado de los otros dos. Los dos jóvenes se miraron sonrientes y divertidos observándose mutuamente con una ligera emoción contenida en los ojos. Los mayores en cambio se fulminaron con la mirada, el moreno mirando con odio visceral al pelirrojo, un odio que no solía mostrar normalmente, y el pelirrojo devolviéndole una mirada seria con el ceño fruncido.

 

Los niños en cambios se miraron curiosos, el pelirrojo sonriendo amigablemente y el moreno ligeramente cohibido ante los imponentes hombres que tenía delante ocultándose adorablemente tras el osos de peluche.

 

—Law quiero ir a la atracción—susurró el niño volviéndole a tirar de la chaqueta queriendo alejarse de aquellos extraños hombres cuanto antes.

 

—Espera un poco—susurró el mayor intentando poder hablar un poco más con su enemigo y reciente obsesión.

 

—Hey, Zanahoria yo también quiero ir a la montaña rusa—chilló entonces el niño pelirrojo.

 

Kidd frunció el ceño y se volvió a encarar al niño. Oh si, por supuesto que le iba a subir a la montaña rusa, y luego la iba a retorcer con sus poderes hasta estrellarlo. El mayor de los tres sin embargo le interrumpió antes de llevar a cabo sus planes.

 

—Creo que será mejor que dejemos a los niños subir y que nosotros mantengamos una charla para aclarar un poco esta situación—comentó el del brazo de metal refiriéndose al hecho de que había tres de ellos en aquel momento.

 

Inclinándose bajo al niño de sus hombros y lo dejo en el suelo. Este corrió rápidamente hacia Law y se quedó mirando al moreno impaciente. Law entonces sonriendo dejo a su versión pequeña en el suelo, pero este se escondió detrás de sus piernas rápidamente con el ceño fruncido y el peluche apretado entre sus manitas. Huyendo del enano pelirrojo que frunció también el ceño ante el rechazo directo.

 

—Venga ve con él—le animó el mayor acariciándole la cabeza y animándole a acercarse al otro niño.

 

Pero los dos enanos siguieron escrutándose sin moverse ni un momento. El pelirrojo con cara de cabreo y el moreno con duda y desconfianza en la mirada. Law no se acordaba de ser tan solitario y desconfiado de pequeño pero tampoco podría hacer nada para evitarlo. Era normal con lo que había pasado por aquel entonces.

 

El enano de ojos dorado se acercó al otro y el moreno se apretó aun más contra las piernas del mayor. La mirada del pelirrojo se volvió entonces...dolida y alzando una mano lentamente como si temiese asustar aun más al otro chico, esperó. El menor de los morenos observó la mano enfrente suyo con una ligera curiosidad y sorpresa, nunca había jugado con nadie de su edad. Luego observo al sonriente pelirrojo perdiendo ligeramente el temor ante su brillante sonrisa.

 

—Venga vamos a la montaña Law-chan—dijo el pelirrojo regalándole otra brillante sonrisa al moreno pequeño.

 

Los cuatro mayores alzaron una ceja sarcástica ante el nombre. ¿Law-chan? ¿en serio? Pero el niño de ojos grises solo sonrió en respuesta con los ojos brillantes ante la palabra “montaña rusa” y saliendo de detrás de las piernas del de la sudadera amarilla, se acercó al otro dándole la mano y dejándose guiar. Pero antes de que pudiesen salir corriendo en dirección a su objetivo, el moreno volvió a ser alzado por los aires.

 

—Volvemos al barco—anunció el moreno mayor de mirada de nuevo oscura y fría, dando la espalda a todos y dirigiéndose a la salida del parque.

 

Los presentes se quedaron parpadeando sin entender nada. ¿Qué? ¿Se iban?¿Por que parecía que se había enfado de repente? ¿De verdad pretendía dejar aquello como si nada? ¿Su enemigo se multiplicaba por tres por arte de magia igual de lo que acababa de pasarle a ellos y no hacía nada? ¿no intentaba buscar una solución? ¿Porque parecía estar huyendo?

 

—Eeeeeh, pero yo quiero jugar con Kidd-kun—comentó el menor asomándose por encima del hombro del otro y mirando al pelirrojo menor que tenia de nuevo el ceño fruncido.

 

—No, nos vamos—sin ceder en absolutamente nada. Con una orden irrevocable.

 

—Espera Trafalgar—el pelirrojo mayor del brazo metálico echo a andar rápidamente detrás del otro agarrándole del brazo y deteniéndole antes de perderle de vista—tenemos que hablar—

 

El de ojos grises, se volvió entonces hacia él con el niño protestando aun entre sus brazos. Su mirada demostraba una rabia y furia contenida que hecho a todos los presentes un paso hacia atrás ¿qué narices estaba pasando?

 

—No tengo nada que hablar contigo Eustass—su voz sonaba a veneno en estado liquido y al oírla el niño se calló en su pecho totalmente alerta. —Dejaste todo muy claro la ultima vez—

 

Y soltándose sin dificultad del agarre del otro en su brazo se volvió y comenzó a andar de nuevo. El pelirrojo mayor tensó la mandíbula y apretó los puños ante el comentario.

 

—Trafalgar—le llamó firmemente pero sin moverse— te dije que no...—

 

—Cállate—chilló el otro deteniéndose en su carera— no te atrevas a decir nada Kidd—le tuteo sorpresivamente— no tenemos nada de lo que hablar, somos enemigos, competimos por el One Piece, eso es lo único que debería preocuparte—

 

Y sin más volvió a salir andando en dirección a la salida, con paso firme y sin dudar. Dejando al otro pelirrojo con los puños apretados y mirada oscura y peligrosa Los que presenciaban la escena se quedaron ligeramente atónitos sin entender absolutamente nada de lo que acaba de pasar.

 

El silencio inundó la escena mientras a su alrededor todo eran sonrisas y gritos de niños felices. Entonces el del brazo de hierro se volvió y les miró molesto ante lo que los tres que quedaban se tensaron asustados. Nunca habían visto a nadie así. Luego, de dos zancadas, el pelirrojo se acerco al moreno que quedaba abandonado por los otros dos y agarrándole bruscamente de la sudadera le alzó del suelo y le siseó:

 

—Debería matarte ahora, debería hacerte desaparecer ahora que puedo y evitarme todo los problemas que me vas a causar—

 

Law se encogió ante la presencia del pelirrojo que tenía delante, con aquellas dolorosas cicatrices decorándole su cuerpo macabramente y aquel tono igual de violento que el del Kidd actual pero mucho más controlado. Y más que nada le detuvo la respiracion su mirada. Su mirada tan cargada de emociones que por primera vez en su vida se quedo sin palabras ni nada que decir.

 

—Yo...—

 

—Pero no voy a hacerlo—continuó el otro sin darle tiempo a decir nada— porque en el fondo no me arrepiento de nada— y soltándole se alejó de allí a grandes zancadas como había hecho el oji gris hacia momentos antes.

 

Dejando a Law con el pulso acelerado y mirada sorprendida preguntándose qué pasaba allí.

 

Y a un niño pelirrojo y un adolescente con mirada cabreada pensando en la mejor manera de partirle la cara. ¿Qué narices le pasaba? ¿Cómo se atrevía a decirle eso a Trafalgar Law? ¿la única persona que había conseguido captar la atención de Kidd de aquella forma? Le iba a destrozar vivo, iba a partirle la cara hasta que...

 

—Disculpa—la voz del niño sacó a los dos adolescentes de sus pensamientos. El enano estaba llamando a Law agarrándole del pantalón insistente.—No entiendo mucho lo que pasa pero perdona al tío gigante de cicatrices...—comentó con voz preocupada— normalmente es una buena persona, el no suele...-el niño parecía dudar, como si no supiese que decir, pero no quisiese que Law se enfadase con su versión adulta.

 

Kidd por su parte parpadeó en shock ante las palabras del niño. ¿Qué narices había pasado con el diablo tocapelotas de antes?. Law en cambio sonrió sarcástico al crio y le tomó entre sus brazos cariñosamente, como queriendo asegurarle que a él no le asustaban unos cuantos gritos.

 

—No te preocupes...Kidd-kun—le llamó al final con el nombre que su versión en miniatura le había dado—he pasado por cosas mucho peores como para que algo así me preocupe en lo más mínimo—

 

El adolescente de ojos dorados frunció el ceño. Eso sonaba como que al moreno le importaba una mierda cualquier cosa que dijese. Ofensiva o no. Que le importaba una mierda Eustass Kidd en general. Además la sonrisa forzada y melancólica de Law al decir lo de que había pasado por cosas peores no le gustaba ni un pelo.

 

—¿Entonces te subes conmigo a la montaña rusa?—preguntó el niño mirándole esperanzado.

 

Esta vez Kidd pudo ver que la sonrisa que estaba poniendo Law era de verdad. Y eso curiosamente le tranquilizo un poco y le hizo también sonreír con su típica sonrisa plagada de dientes. Adelantándose un poco se arrebato a sí mismo de los brazos del moreno.

 

—No le molestes enano, no creo que le apetezca montarse contigo en semejante gilipollez—

 

Y el diablo volvió a la vida.

 

—No te estaba haciendo a ti la pregunta zanahoria travesti y ya te he dicho que no soy un enano—comentó intentando soltarse de sus brazos sin mucho éxito.

 

Y con el simple comentario la vena en la frente de Kidd volvió a palpitar en toda su gloria. Pero antes de que pudiese hacerle nada al niño un ligero y musical sonido interrumpió sus planes. Enfrente suyo Law se estaba riendo. Ocultando su sonrisa detrás de su mano pero con la diversión en cada línea de su cara, expulsando la seriedad y sarcasmo que normalmente tenia. Relajado, tranquilo. Los dos pelirrojos se callaron y se le quedaron mirando embobados con la boca abierta.

 

—Jaja, la verdad es que no me importa Eustass-ya—comenzó mirándoles con la sonrisa prendida en sus ojos— he pagado una entrada y no me gustaría tirar el dinero—

 

Asique antes de que Kidd pudiese asimilar la perfección de aquella nueva expresión que había visto en la cara del otro y guardar el recuerdo para sus noches solitarias, Law avanzó, volvió a arrebatarle al niño de los brazos, y comenzó a dirigirse a  la atracción.

 

Y entonces cuando asimiló la situación y parpadeo aturdido lo vio. Al niño del demonio sonriéndole victorioso y enseñándole su dedo corazón elegantemente mientras abrazaba el cuello del otro supernova y le daba un ligero beso en los suaves labios. El moreno entonces sin enterarse de nada le sonrió ligeramente sonrojado y sorprendido pero dulcemente, pensando en que el pelirrojo era un niño inocente y lo habría echo por accidente.

 

Kidd por su parte chirrió los dientes mientras el niño le miraba despectivamente y se reía en silencio de él.

 

—Espera Trafalgar, voy con vosotros—

 

Ni de coña les dejaba solos.

 

.

.

.

Law abrió la puerta de su camarote con cara de cansancio. Al final se había pasado toda la tarde jugando con la versión en miniatura de Kidd y subiéndose a las atracciones y estaba más que muerto. Había sido divertido, el niño era un cielo y además el hecho de Kidd no les dejase quedarse solos en ningún momento solo lo había mejorado más. Como enemigos seguramente el pelirrojo temía que le iba a hacer algo a su versión de siete años y por eso no se separaba de su espalda ni un segundo, no podía haber estado más equivocado, pero en cierto modo había sido bonito. Había empezado a conocer a Kidd no como enemigo sino como persona y se había dado cuenta de que el explosivo pelirrojo era una de las personas más interesantes y entretenidas que había conocido en mucho tiempo. Y además los ligeros roces que se daban de vez en cuando entre ellos, la forma en que se había aferrado a él en la montaña rusa muerto de miedo como el niño de siete años o la cara preocupada con que le había comprado un takoyaki alegándole que estaba demasiado delgado estaban pudiendo con él.

 

Kidd era simplemente increíble.

 

 

Había acordado quedar con aquellos dos pelirrojos el día siguiente y había prometido llevar a Law-chan como ahora apodaba el enano a su yo del pasado.

 

Sonrió de solo pensarlo ansioso por que llegase mañana. Sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos con unos labios contra los suyos nada más cerrar la puerta.

 

Estuvo tentado a rodar los ojos. Cansado correspondió al beso que le estaba dando violentamente el mayor de pelo negro, mientras sus manos se colaban rápidamente por debajo de su sudadera y empezaban a toquetearle sin paciencia. Parecía que el otro le había estado esperando y parecía que quería desahogarse. Su repentina alegría por haberse encontrado con Kidd desapareció al recordar la escena que habían tenido los dos mayores.

 

—Espera—dijo intentando detener al mayor que ahora recorría ansioso su cuello—tenemos que hablar—

 

El mayor se separó de él un momento y le miró con aquella mirada cabreada que parecía ser la que llevaba siempre.

 

—¿Qué narices paso entre tú y Eustass-ya?—

 

Algo oscuro paso entonces por los ojos del mayor pero desapareció tan rápido como vino, aun así el menor pudo percibir la tensión en el cuerpo del otro ante su pregunta.

 

—Nada—respondió el mayor serio abalanzándose de nuevo hacia su boca como queriendo callarle.

 

Law le en respuesta le empujo lejos de si sin mucho esfuerzo y se alejó de la pared rumbo al baño. Necesitaba una ducha larga y relajante.

 

—Mm si no te apetece contármelo a mí tampoco me apetece hacerlo—comentó rebuscando algo en el armario para ponerse después del baño.

 

Unas manos le rodearon desde atrás sin rendirse y la boca del otro se cerro hábilmente sobre el punto débil en su cuello. Odiaba conocer su cuerpo tan bien, ya que a duras penas pudo contener el escalofrió.

 

—Puedo forzarte—anunció el mayor lamiendo la zona lánguidamente con voz baja.

 

—Y a mí me gustaría verte intentándolo—comentó el menor cazando por fin el pantalón de su pijama y soltándose del abrazo del otro como si no pasase nada y el otro no se lo estuviese comiendo con la mirada.

 

—¿De verdad crees que puedes conmigo?—preguntó con un deje divertido el mayor aunque con la tensión del enfado en potencia en su voz, persiguiéndole por la habitación.

 

Law le miró entonces alzando una ceja sarcástico y abriendo la puerta del baño le preguntó.

 

—¿De verdad quieres violarte a ti mismo?— y sin dejarle tiempo a contestar cerró la puerta del baño.

 

Y el mayor se quedo allí, en el centro de la habitación, con la rabia y furia corriendo por sus venas y sin forma ya de liberarla. La había estado conteniendo. Había estado esperando al menor para desahogarse con él en el sexo, Pero ahora solo había conseguido encima una erección bajo el abrigo.

 

Bufando salió de la habitación dando un portazo.

 

 

Notas finales:

Adoro a Kidd de niño, es el tipico niño cabron que no aguanta ni su madre jaja ademas lo de que solo se porte bien con Law me mata XD

En fin, no se si se entiende el fic con tanta persona y tantos nombres, si alguna parte esta confusa decirmelo y lo intentare arreglar.

En fin, un beso, y gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).