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Dulce olvido (Taoris) por KaisooShipperXo

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TAO…

 

No era una persona de mañanas. Nunca lo he sido. No despierto bien. Yo gruño y trato de rodarme queriendo más que nada acurrucarme de nuevo bajo las mantas y volver a dormir. En lugar de eso rodé directo hacia una enorme pared de carne caliente.

 

Espera.

 

« ¿Carne caliente?»

 

Entreabrí un ojo con cautela y vi a la pared de carne caliente. ¿Huh? Él estaba caliente. Malditamente caliente. Al parecer, había hecho una muy buena elección de pareja de cama anoche. Podía sentir mi pene comenzar a llenarse mientras veía los duros rasgos del hombre.

 

El cabello rubio medio largo enmarcaba un rostro bastante fuerte. Su rostro era fuerte y rígido, nariz aguileña, labios gruesos, mandíbula definida y suave frente en su piel oliva.

 

Sus hombros eran tan grandes que ni siquiera podía ver más allá del hombre. Sus musculosos brazos estaban desnudos y sin ninguna marca, a excepción del bíceps izquierdo, que lucía un tatuaje de escorpión, no me hubiera importado lamer ese tatuaje y buscar más.

 

Con

 

 

Lengua

 

Repentinamente tragué saliva, sentía la boca seca. Vívidos ojos marrones estaban abiertos y viendo mi obvia lectura. Entonces, no era el único despierto.

 

«Bueno saberlo».

 

El hombre era imposible de leer. No mostraba ningún signo de emoción en sus ojos. Ni un solo músculo de su rostro se movió. Ni siquiera estaba seguro de si parpadeó. De pronto me sentí muy incómodo cuando el hombre siguió mirándome, su mirada penetrante y evaluadora.

 

Yo sabía que no había hecho nada malo. Encontrar un hombre para follar en un bar no estaba en contra de la ley, no importaba lo mucho que lo quisieran los intolerantes. Ser gay no era ilegal.

 

Y no era como si el hombre se hubiera negado. De hecho, como recordaba lo de anoche, sabía que no sólo había aceptado mi culo, lo había follado hasta que me desmayé, lo que explicaría que acabara en su cama.

 

No era de ir a las casas de los tipos, aunque me follaran. No me gustaban los enredos de la mañana siguiente. Nunca sabía muy bien qué decirle a un chico que no tenía ninguna intención de volver a ver otra vez. Hacía el momento, como este, torpe.

 

-Eres muy hermoso.

 

Cerré los ojos fuerte ante la profunda voz del hombre que retumbó justo abajo de mi cuerpo y se envolvió alrededor de mi pene, que le brindó toda la atención. ¡Oh dios mío!, podría ser capaz de correrme solo con eso.

 

Repentinamente por primera vez desde que podía recordar, quería la mañana después del sexo.

 

Abrí los ojos cuando sentí un dedo acomodar un mechón suelto de mi cabello detrás de mi oreja. No sabía qué decirle al hombre. Quería salir antes de que las cosas se pusieran muy feas, pero también me quería quedar.

 

Nunca quise quedarme. Era un concepto extraño para mí. No hacía relaciones. Demonios, apenas tenía amigos. Involucrarse con una persona no estaba en mis planes, ni pasados ni futuros. Ni siquiera me involucraba con mi familia. No lo había hecho en más de cinco años. El día que cumplí dieciocho años, llené una bolsa y me marché. Y no he vuelto.

 

Cuando sus dedos se deslizaron sensualmente por encima de mi desnudo brazo, sabía que estaba perdido. Quería más, y ni siquiera sabía su nombre. Bueno, en realidad ni siquiera quería saber su nombre. Eso sólo haría todo más difícil para que lo olvidara cuando me fuera.

 

Y me iría. Había aprendido temprano en mi vida que no quería apegarme a la gente. Sólo me defraudaban cuando dependía de ellos. Mi familia había probado eso. Nunca estuvieron ahí cuando los necesité. De hecho, si los problemas llegaban, o me culpaban o me ignoraban, dejándome tratar con ellos solo.

 

No, mi salida fue el mejor curso de acción. No podía apegarme. Dolía demasiado preocuparse por otros. Era mejor estar solo.

 

Pero tal vez podría quedarme un poco más.

 

Una hora como máximo.

 

Infiernos, cinco minutos de caliente y fuerte sexo y lo haría.

 

Sentí sus manos grandes y maravillosas recorrer mi espalda. Me empujé hacia él y dejé que un ronroneo bajo saliera de mis labios. Sus manos se sentían tan condenadamente bien contra mi piel. Pude sentir el comienzo de un fuego arder dentro de mí en cada lugar que tocaba.

 

Cuando sus dedos recorrieron entre mis nalgas y acariciaron mi apretado agujero, gruñí y me moví de nuevo, tratando de empalarme en sus gruesos dedos. Podía sentir mis terminaciones nerviosas cobrar vida y comenzar a palpitar.

 

«¡Malditamente caliente!»

 

Sentí que mi cuerpo estaba preparado sólo para este hombre, despertando con el más ligero toque. Cuando me giró sobre mi espalda y me cubrió con su gran cuerpo lo único que podía hacer era abrir las piernas y envolverlas alrededor de su cintura.

 

Mi cuerpo tenía mente propia. Yo no tenía control sobre él. Un leve gemido escapó de mis labios mientras el hermoso hombre metía su pene en mi culo, me llenaba hasta el borde con un poderoso empuje. Esperaba el dolor, y no hubo ni el más ligero dolor, por lo que supe que mi cuerpo estaba fuera de mi control al aceptar al hombre como si hubiera sido estirado y preparado sólo para él.

 

Todo lo que podía hacer era estar ahí y ver la intensa mirada del hombre mientras se empujaba dentro de mí con un ritmo feroz. Ni siquiera podía moverme cuando él deslizó sus brazos por debajo de mis piernas y levantó mi culo al aire. Me sentí paralizado por el placer que recorría mi cuerpo.

 

Apenas podía respirar.

 

-Córrete.

 

La simple orden me atravesó como un tren de carga. Mi cuerpo se estremecía por el placer que el hombre me estaba dando, explotando con esa simple palabra. Un jadeante grito salió de mis labios, y mi cabeza cayó en la almohada detrás de mí. Sentí que mi esperma salía disparado de mi hipersensible pene y salpicaba mi pecho.

 

Creo que algo cayó en mi mentón.

 

No me importaba.

 

Mi cuerpo ya no era mío, y no me importaba eso. Si ese hombre, ese extraño, podía darle a mi cuerpo tanto placer con una simple palabra, él podía tenerlo.

 

Quizás.

 

Podía sentir mi pecho subir y bajar jadeando mientras mi orgasmo se desvanecía. Me sentía lánguido y perezoso. Me sentía genial. Me sentí incluso mejor cuando oí al hombre repentinamente rugir mientras su cuerpo se tensaba arriba del mío.

 

Y un intenso placer se construyó dentro de mi culo, y por un momento, temí que me estuviera literalmente partiendo en dos con su enorme pene. La presión se construía y se construía. Me aferré a los hombros del hombre, temiendo que mis uñas se hundieran en su piel.

 

Y entonces me vio con esos mismos ojos negros con los que me había visto anoche. ¿Por qué no me había acordado de eso?, dudo que alguna vez lo sepa. Pero ahora lo recordaba.

 

No me acordaba de los colmillos.

 

Abrí la boca para gritar.

 

Y grité, pero no de miedo. Grité porque el hombre de repente se inclinó hacia delante y hundió los afilados colmillos justo en mi cuello. En lugar de sentir un abrumador dolor, porque eso es lo que sientes cuando alguien te muerde, sentí placer, como nada que hubiera sentido, inundando mi cuerpo. Eso fue incluso mejor que el previo orgasmo que el hombre me había dado. Eso era éxtasis sin paralelo a nada que hubiera sentido.

 

Eso era mejor que el chocolate.

 

Sentí chorro tras chorro de semen llenando mi culo mientras el hombre se corría. Eso solo aumentó mi placer. El calor dentro de mí me estaba quemando desde adentro hacia afuera. Y el placer no sólo venía del pene del hombre que palpitaba en mi culo.

 

Cada vez que la boca del hombre tomaba sangre de mi cuerpo, un chorro de semen salía disparado de mi pene. Era como si estuviera chupando directamente sobre mi pene en lugar de en mi cuello. Era glorioso. Solté mis manos de los hombros del hombre y envolví un brazo alrededor de su cuello, jalándolo con fuerza hacia mí. Si el placer era tan bueno, podía chuparme hasta dejarme seco.

 

Cuando el pulso de mi cuerpo lentamente disminuyó, el hombre retiró sus colmillos de mi cuello y lamió la sangre de mi piel. Eso envió un estremecimiento de placer que recorrió mi cuerpo. Yo no entendía mi renuencia a dejarle mi cuerpo, ya sea para su pene o sus colmillos.

 

El tipo me había mordido y bebió mi sangre. Debería estar huyendo de la habitación. Infiernos, de cualquier modo debería de estar huyendo. No tenía sexo la mañana siguiente. Podría cambiar de opinión acerca de eso después de esto. ¿Cuántos orgasmos fantásticos me habría perdido por no quedarme con quien fuera el hombre que encontraba para la noche?

 

-¡Hey!- exclamé cuando de repente me giró y una gran mano cayó en mi culo.

 

Traté de cubrir el abuso de mis nalgas con las manos, pero las tomó y las jaló sobre mi cabeza, otro golpe duro cayó en mi trasero.

 

-No vas a pensar en otros hombres mientras estés en mi cama.

 

«¿Huh?»

 

Dejé de luchar y lo vi sobre mi hombro. El destello de furia en los ojos negros del hombre debería de haberme preocupado, pero tenía mucha curiosidad de cómo pudo saber lo que estaba pasando por mi cabeza.

 

Había pensado eso, ¿no es así?

 

-Sí, lo hiciste.

 

Bueno, eso respondió esa pregunta.

 

-¿Puedes leer mi mente?- le pregunté.

 

-Puedo- dijo el hombre simplemente como si no hubiera entrado en mi mente. -Y es un lugar muy interesante.

 

-¿En serio?- Nadie me había dicho nunca eso. De hecho, la mayoría de la gente simplemente asumía que no tenía una mente.

 

-Tienes una mente maravillosa, elska.- Mis ojos se abrieron cuando me soltó y luego me jaló a su regazo y se deslizaba contra el respaldo. -Me encantaría explorarla más, pero hay algunas cosas que necesitamos arreglar entre nosotros.

 

Fruncí el ceño. -¿Qué cosas?

 

-No vas a pensar en otros hombres. Punto.- La voz del hombre era severa, sin dejar lugar a ninguna protesta. -Si quieres pensar en alguien, piensa en mí, y sólo en mí. Soy el único hombre en el que necesitas pensar.

 

Wow, ¿mucho ego?

 

-No, posesivo- gruñó el hombre. Sí, realmente gruñó. Era un sonido bajo, que venía de lo profundo de su garganta. Y lo sentía deslizarse por mi piel como la caricia de un amante. Dios, estaba tan jodido.

 

-Aun no, pero vamos a tener tiempo para eso más tarde.- Una peculiar sonrisa curvó la comisura de la deliciosa boca del hombre. -Imagino que vas a pasar un tiempo con mi pene en tu culo.

 

Entonces está bien.

 

Eso fue... wow.

 

-Yo no comparto, y necesitas entender eso ahora. Puedo jugar contigo delante de los demás, pero no comparto. Si incluso me entero que estuviste con alguien más o que permitiste que alguien te tocara… Lo mataré y entonces palmearía tu trasero hasta que no puedas sentarte, ¿lo entendiste?

 

No sabía cómo responder a eso. Realmente no sabía. Y estaba reclamándome después de sola una noche, lo admito, de sexo fantástico. Pero aun así, ¿quién infiernos era él para decirme que no podía joder con quien quisiera?

 

Hice una mueca de dolor cuando repentinamente tomó mi cara y la giró hacia él. Tenía todo el derecho de estar nervioso, tomando en cuenta que la mano del hombre cubría mi mandíbula entera, de un lado al otro. Dios, sus manos eran enormes.

 

-Soy tu Amo, tu pareja, tu razón de ser.- Los dedos que sostenían mi mandíbula apretaron solo lo suficiente para darme una pausa seria. -Soy tu mundo.

 

Había tenido sexo con un hombre loco.

 

La repentina y profunda risa que salió de los labios del hombre me sorprendió, sobre todo porque sabía que él podía leer mi mente, y yo no había censurado mis pensamientos.

 

Oops.

 

-Tú, mi hermosa pequeña mascota, eres una real delicia.

 

«¿Mascota?»

 

Comencé a sacudir la cabeza antes siquiera de comenzar a pensar. Oh, Mierda, no. Yo no era la mascota de nadie. Fue una de las razones por las que no hago relaciones. Me negaba a que alguien me dijera qué hacer. No iba a comenzar con el hermoso hombre delante de mí.

 

-Bueno, ciertamente es bueno saber que me encuentras atractivo, pero sí, eres mi mascota y esa es una conclusión inevitable. Me aceptaste y te reclamé. Ahora estamos unidos por la sangre para toda la eternidad.

 

Mis cejas se elevaron. -¿Discúlpame?

 

-Estamos enlazados, hermoso- dijo el hombre soltando mi mandíbula y acariciando con sus dedos un lado de mi cara. -Para un Drakon sólo existe un Sjol Kypher en su vida. Tú eres el mío, y yo no renunciaré a ti.

 

Sabía que tenía que verme ridículo solo quedándome ahí viendo al hombre y parpadeando, pero ¿a quién infiernos le importaba? ¿Estábamos enlazados por la sangre por toda la eternidad? No recordaba haber aceptado eso.

 

Maldita sea, ni siquiera sé el nombre del hombre. ¿Cómo podíamos estar vinculados?

 

-Kris.

 

«¿Huh?»

 

La esquina de la boca del hombre se elevó de nuevo. -Mi nombre es Kris.

 

Ah, claro, toda eso de la lectura de mi mente.

 

Wow, eso era extraño. Todo lo que tenía que hacer era pensar en algo y él podía oírlo, leerlo, lo que sea. -¿Puedo leer tu mente?

 

-Serás capaz de hacerlo con el tiempo- dijo Kris. -Cuanto más tiempo estemos juntos, más fuerte será nuestro lazo.

 

«¿Eh?»

 

-Ven- dijo Kris levantándome en brazos y saliendo de la cama. Estaba un poco aturdido por ser cargado, pero parecía que esa era la menor de mis preocupaciones. Había sido reclamado por alguien que se decía un Drakon, y no parecía que fuera capaz de dejarlo en algún momento pronto.

 

-Nunca te irás de mi lado- dijo Kris. -Cuanto más pronto lo entiendas y aceptes tu posición como mi pareja enlazada, más fácil será para ti.

 

Rodé los ojos. ¿Qué otra cosa podía hacer? Al parecer, no se me permitía tener mis propios pensamientos.

 

-Habrá un momento en que se te permitirá tener tus propios pensamientos, elska, pero aún no tienes la capacidad para hacerlo. Te voy a enseñar cómo proteger tus pensamientos.

 

-¿Harías eso?- Sí, eso me sorprendió.

 

-Lo haré. Preferiría que siempre me permitieras entrar en tu cabeza, pero todo el mundo necesita un espacio de vez en cuando. Tienes una mente fuerte. No creo que te tome mucho tiempo aprender a proteger tus pensamientos.

 

Bueno, eso era mejor que nada.

 

Dejé a mi mente divagar mientras era llevado al más grande maldito cuarto de baño que hubiera visto. No era sólo un cuarto de baño. Era un spa de lujo. La habitación en sí era más grande que mi departamento. Dos lavabos en un mostrador de mármol en un lado del cuarto, un pequeño recinto más allá que asumí escondía el sanitario.

 

Nadie quería ser visto mientras orinaba.

 

En la pared opuesta una gran ducha con puerta de vidrio que tenía seis cabezales de ducha y azulejos travertine en las paredes de la ducha que se veía genial.

 

Cuando fui llevado más dentro del cuarto de baño, mis ojos fueron atraídos hacia el otro extremo de la habitación. Dos pequeños escalones de mármol conducían a una plataforma. Centrado en el medio de esa plataforma estaba lo que estaba bastante seguro era la mayor bañera que hubiera visto nunca.

 

Podría haber sido una piscina.

 

Kris me sentó en el borde de la plataforma y se inclinó para abrir el agua.

 

Movió los dedos bajo el grifo por un momento y luego tomó una botella transparente llena de líquido azul del borde de la bañera.

 

-¿Qué es eso?- pregunté mientras veía a Kris verter un poco en la bañera.

 

-Es un aceite hecho por mi pueblo para mantener nuestra piel suave.- Kris dejó la botella de nuevo en el borde de la bañera y me acercó de nuevo. -También ayuda con el dolor en los músculos - sonrió con picardía -, y los traseros doloridos.

 

No sé por qué lo hice, pero extendí mis brazos alrededor de su cuello.

 

Debería haber estado huyendo gritando de la habitación, pero de alguna manera me sentí tranquilo, sereno. La idea de sumergirme en esa gloriosa bañera me hacía sentirme condescendiente. No podía pensar en algo que quisiera más.

 

Quizás chocolate.

 

Levanté la vista cuando Kris se echó a reír. El sonido retumbó a través de su musculoso pecho hacia mí. -¿Qué?

 

-Si el chocolate es lo que desea mi mascota, entonces chocolate es lo que tendrás.

 

Mi interés se despertó. -¿Chocolate oscuro?

 

-¿Hay algún otro tipo?

 

«Buena respuesta».

 

-Solamente cuando no puedes conseguir chocolate oscuro.

 

-Relájate en la bañera, y voy a ir a buscar tu chocolate.

 

Gemí cuando Kris me sumergió en el agua caliente. Dios, ¿cuándo fue la última vez que sentí algo tan maravilloso? Mi departamento no tenía bañera. Infiernos, no tenía ni una ducha. Tenía que compartirla con los demás en el edificio, y eso era sencillamente asqueroso. Por lo general terminaba limpiándome en el fregadero de la cocina.

 

-Sólo relájate, elska- dijo Kris mientras se ponía de pie. -Regresaré pronto con tu chocolate oscuro.

 

Podía hacer eso.

 

Apoyé la cabeza contra el borde de la bañera y cerré los ojos, dejando que el agua caliente recorriera mi piel. Suspiré de placer. Quizás todo eso del lazo no era algo tan malo. Había algo que decir acerca de grandes tinas, e incluso más grandes chicos calientes.

Ahora, si tan sólo pudiera conseguir mi chocolate.


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