Capítulo 31
“Casi todos se han enamorado”
Los estudiantes seguían murmurando, admitiendo y preocupándose por Kris y Kai. Éste último no había entrado a la mayoría de sus clases y los alumnos que todavía se encargaban de pasar el chisme, estaban estancados. No tenían suficiente indagación para publicar en sus páginas, así como tampoco vídeos o imágenes que pudieran evidenciar los hechos.
Necesitaban saciarse de información para que todo el plantel tuviera un nuevo tema del cual platicar.
En todo caso, los encargados de vagar con las noticias, no se rendirían. Si necesitaban un nuevo chisme, entonces lo tendrían. Kris era importante y si algo tan importante como una pelea con su mano derecha era algo entretenido, entonces lo utilizarían para su beneficio.
Y no sólo era el tema de la “pelea de los integrantes del Cuarteto” Sino que también muchos decían que Kris andaba muy pegado a KyungSoo. Los alumnos comenzaron a comparar a Soo con Tao, escogiendo a uno. La mayoría votaba por Tao, sin embargo, una parte mínima lo hacía por Soo. Tao escuchó muchos rumores y aunque no quería sentirse celoso, algo muy en su interior le decía que todavía no podía confiar en Kris. Joder. Ese rubio era capaz de todo por molestar a las personas y puede que quizá algunas veces se le salía lo bonito, pero eran pocas las ocasiones en las que sucedía tal cosa. Inclusive los oídos de Kai se habían llenado de tan tremenda mierda, pero no decía nada.
El único que por el momento no sabía nada acerca de los “cuernos” que el líder del Cuarteto le ponía a Tao, era éste mismo. Kris no tenía ni puta idea. Era tal vez porque nadie hablaba sobre el tema cuando éste pasaba por los pasillos…
—¿Qué se supone que estás haciendo? —Kris le preguntó a Tao, inmediatamente después de verlo inclinarse en una banca, mirando el suelo y dejando al aire la contorneada figura de su culo. Era la hora de salida y justo Kris pasaría a recogerlo, pero Tao parecía desear tomar aire.
Tao no dijo nada, sólo se quedó así, relajándose. Entonces Kris lo tomó de la cadera, con ambas manos, pegándose a él. Tao sintió el toque y viró al rubio, dirigiendo la cabeza hacia atrás. Kris estaba parado justo detrás de él, pegado de su trasero como si lo estuviera follando.
ZiTao se sonrojó, evitando ver a Kris. Para alejarse de esa escena, rodó los ojos para ver a su alrededor y se encontró con un montón de estudiantes viéndolo fijamente. Entre el alumnado se encontraban sus amigos, y también los de Kris. ¿No podía ser peor? Pensaba que si Kris se lo proponía, entonces sería más que horrible.
Además. ¿Cómo aquel canalla podía preguntarle sobre lo que le pasaba? ¿Que acaso no se acordaba de que justo unas horas antes le había partido el culo? Pues le seguía doliendo y no precisamente necesitaba que la polla de Kris reposara en la hendidura de sus nalgas como si estuviera pidiendo disculpas. Así que se incorporó, tratando de alejar su culo de Kris. Incluso aunque quisiera que estuvieran así, estaba molesto por los rumores que se albergaban en la élite.
No estaba molesto con KyungSoo. No con él, pero sí con Kris… ¿Cómo era posible que se portara muy bien con Soo y con él no? No era para nada justo. Kris nunca era justo y eso a Tao le molestaba.
—¿Será por qué me duele el culo? —Murmuró para que sólo Kris lo escuchara. Y no fue como esperaba. Todos a su alrededor se reían y apuntaban a Tao y a su culo dolorido.
Eso ya no era gracioso.
—Ah… con que te duele —ronroneó, abrazando a Tao por la espalda. El Panda quiso escaparse, pero era imposible cuando las enormes manos de Kris se posaban en su barriga y descendían hasta su pelvis, que por suerte seguía cubierta por la ropa.
Y aunque se sintiera realmente delicioso. Tao debía alejarlo…
—Y todavía te atreves a estar así cuando todos están diciéndome que tengo los cuernos pintados —exclamó, tomando las manos de su agresor y apartándolas de su cuerpo —. Además todavía no puedo creer que les hicieras eso a esos dos estudiantes. Eres un malo, Kris… y si quieres que te deje tocarme entonces discúlpate con ellos.
No fue una simple oración. Tao le había puesto condiciones y nadie que estuviera en su sano juicio le hacía eso a Kris. Nadie.
—Pues por algo dicen que se te ven los cuernos —le espetó, defendiéndose—. Incluso la gente nota que no eres tan bueno como predicas.
Y no fue bueno haber dicho aquello. Tao entornó los ojos, dos veces, confundido. No se imaginaba que Kris le diría eso y menos frente a todos. No lo dijo con un alto tono de voz, pero Tao estaba seguro que muchos habían escuchado las declaraciones.
En primera. ¿Qué se creía Kris para decir que Tao no era lo suficientemente bueno para él? Para nada. Más bien, Kris no era lo suficientemente bueno para Tao…
—Soy mejor de lo que mereces, Kris. Vete a la mierda —dijo, manteniendo la frente en alto—. Vete a la puta mierda.
Los ojos de todos los ahí presentes se abrieron como platos. Pocos sacaron fotografías y los sobrantes guardaron el momento en su cerebro. Entonces Tao se fue, abriéndose paso y buscando perderse en la multitud. No obstante, Kris sonrió y lo siguió, molestándolo como tanto le gustaba.
Tao caminó hasta el estacionamiento, dado a que el líder lo seguía, entonces nada de malo había con volverse a trepar a su bonita camioneta. Era sólo un aventón y además Tao ya había quedado en dormir en casa de Kris por una semana o más. Sonaba descabellado, pero a la vez era divertido.
—¿Entonces? —Kris le preguntó.
—¿Entonces qué?
—¿Te enojas… nada sale como quieres y regresas?
—No es como parece. Digamos que tengo palabra y por la abuela Mei hago esto. Pero no te olvides: que venga a tu vehículo no significa que no quiero que te vayas a la mierda. Eso todavía sigue en pie.
—¿Tanto te gusta mi camioneta? —Preguntó el rubio, guardando un doble pensamiento en su cuestionamiento. Pensamiento que Tao percibió rápidamente.
—También me gustas tú, por si estabas tratando de preguntar —se lo dejó en claro, contestándole a lo que Kris no había preguntado, pero que sí trataba de interrogar.
—Deberías dejar de sentir gusto por mí —repuso el rubio, aclarándose la garganta.
—Sí que debería. Pero no te preocupes, a cómo vamos, es posible que dejes de gustarme —Tao le respondió, lamiéndose los labios.
—Espero a que ese día llegue lo más rápido posible —contó seriamente el otro.
ZiTao se alzó de hombros, luego sonrió con chulería, diciendo:
—Sí, yo también.
Tao abrió la puerta del copiloto, se sentó y se abrochó el cinturón, viendo de re ojo que Kris hacía lo mismo que él. Pero después viró al frente y notó que ahí estaban los dos hombres que habían sido víctimas de Kris. Tao golpeó al rubio en el brazo y lo obligó a mirar hasta donde esos dos estaban.
—Esa es tu oportunidad. Pide disculpas antes de que le diga a la abuela Mei lo que hiciste.
—¿Qué me vas a dar si pido disculpas? —Inquirió, viendo de re ojo al ojeroso.
—Te golpearé en los huevos si no les pides disculpas.
—Estoy hablando con seriedad.
—Entonces ¿Qué es lo que quieres a cambio? —Tao se llevó la mano a la barbilla para pensar.
—Harás lo que yo diga.
—Ya hago eso, Kris
—No te he domesticado como desearía.
Los ojos de Tao se abrieron y cerraron varias veces, meciendo sus pestañas, hasta que logró responderle.
—Siempre y cuando no sea malo. —Aceptó.
El rubio sonrió entre dientes. Pisó el acelerador y sacó la mano.
—Ustedes —Los apuntó—. ¿Qué esperan para venir aquí? —Gritó. Los dos estudiantes pensaron mucho para dirigirse a Kris, pero obedecieron porque si no lo hacían, entonces podía pasar una cosa peor —. Pídanle disculpas a mi novio —musitó. Tao achinó los ojos… claro… se lo tenía que esperar de él.
—No quisimos hacerlo —dijeron ambos, balbuceando y temblando—. Lo sentimos, novio de Kris.
—No es suficiente —masculló Kris.
—Ahora sabemos lo que se siente que te traten de la manera que te tratamos. Por eso…por eso…lo lamentamos. Nunca volverá a pasar.
Los ojos felinos de Kris rodaron para pensar.
—De eso estoy seguro. Bien. Yo también lamento darles un poco de su propio chocolate. No se vuelvan a acercar, y cuidado con hablar sobre esto.
Tao levantó el puño y golpeó la pierna de Kris, dejándolo casi sin aire por el desconsiderado estruendo. El Panda estaba amenazándolo y sus golpes eran tan fuertes que Kris se sintió desesperado.
—Yo también lo siento —Kris murmuró, viendo a los dos chicos y amenazándolos con la mirada para que estos se fueran antes de que Tao se pusiera más loco.
—Lo sentimos de verdad. Perdonen a Kris ¿Sí? Él no quiso hacerlo, es sólo que es un burro que no sabe cómo reaccionar. Yo ya los perdoné. Así que no me tengan miedo, pueden pedirme ayuda cuando tengan problemas con alguna materia ¿Sí? De verdad lo siento, yo no le pedí que les hiciera eso. Yo no les guardo rencor, así que por favor no huyan de mí como si fuera un demente. Si necesitan ayuda no duden en llamarme, mi número está justo en la descripción de mi nombramiento. Lo sentimos de… —Y su voz se hizo poco audible. Kris arrancó para alejarse de ellos, pero Tao alcanzó a gritar —. Lo sentimos de verdad.
—Ya es suficiente. Te ves ridículo cuando te comportas así. Siempre tienes que ser tan estúpido… tan ingenuo. Es por eso que todos se aprovechan de ti, porque nunca piensas en ti y sólo le prestas atención a los demás.
—Yo no soy estúpido —Gritó el pelinegro—. No vuelvas a llamarme así, no te lo permitiré ¿De acuerdo?
—Eres un estúpido que se pone en último lugar. Eso es lo que eres. Un…
Pero antes de que volviera a repetir la palabra. Tao se desabrochó el cinturón de seguridad y abrió la puerta, aprovechando que Kris había hecho un alto. Salió y fue hasta la banqueta, caminando por su cuenta.
Kris bajó de la camioneta también. Fue hasta Tao y lo detuvo, jalándolo del brazo y devolviéndolo hasta el vehículo. ZiTao puso fuerza, alejándose de Kris, pero éste lo cargó en su hombro y dejó que el chiquillo lo golpeara con los puños cerrados en la espalda. Tao era muy fuerte… demasiado fuerte cuando estaba enojado.
—El estúpido eres tú. ¡Bájame ahora mismo!
Pero no luchó más. Pronto sintió un mareo que lo hizo calmarse. Kris sintió el cambio, que en cierto modo, lo asustó. Tao estaba en calma y eso era demasiado desesperante, inclusive fue preocupante para Kris, quien lo bajó lentamente de su hombro.
A Tao no le gustaba jugar muy duro cuando se encontraba enfermo… eso pensó el más alto.
Y no lo desmintió cuando dejó a ZiTao frente a él. Lo inspeccionó y notó que la nariz de éste se encontraba sangrando. No era mucha sangre, pero Kris se alarmó; se suponía que lo cuidaría aunque no se llevaran tan bien. Lo cuidaría porque Tao era su novio falso y si su abuela se enteraba que no cuidaba lo que era de su propiedad, entonces lo odiaría de por vida.
Ninguno dijo nada, Tao se recargó en la camioneta, aprovechando que estaba a un paso de ella, y se llevó la mano a la cara, directamente a la nariz. Se tocó para después mirar la sangre que manchaba sus dedos. Entonces se encogió de hombros, lidiando con la sangre que seguía derramándose.
—Yo no te hice nada —pronunció el rubio, acercándose a Tao para sujetarle la mandíbula y levantarle la cara, pero éste apartó su mano con un golpe rápido y necesario.
—Tú nunca me haces nada, Kris —respondió el otro, con tonito sarcástico y cansado.
—Lo siento ¿Bien? —añadió con un acercamiento más. No quería que lo escucharan y se suponía que Tao debía perdonarlo de inmediato, pero no fue así. Sus suposiciones fueron poco acertadas.
—¿Qué? ¡No te escuché! —Tao alzó la voz, riendo en su interior.
Si Kris quería sexo en la noche, entonces tendría que pedir disculpas…
—Lo he dicho.
—¡No me has dicho nada! Si no me pides disculpas, entonces no haré caso a lo que me digas, así como tampoco…
—¿Tampoco qué?
—Así como tampoco tendremos sexo esta noche —espetó.
Y no estaba seguro de si Kris quería sexo esa noche, pero se le salió y le daba vergüenza…Sólo podía imaginar que Kris se saldría con la suya y lo humillaría en ese momento.
Tao se lamentó con haberlo dicho. Era seguro que Kris se burlaría de él y no pararía de reírse hasta hacerlo llorar. En su caso, las suposiciones de Tao fueron correctas. Kris soltó una carcajada que se escuchó tan malvada que Tao se tapó los oídos con las manos. No había nada más horrible que escuchar las risas burlonas de Kris ¿Acaso no pararía de reír? Y aunque Tao pensó que nunca se detendría, Kris por fin lo hizo.
—Hay muchos para follar, no sólo estás tú, Tao.
Y eso le dolió. Pero eso le pasaba por comenzar a decir cosas estúpidas. Más tonto no se pudo sentir.
—Lo mismo digo —le dijo, contraatacándolo.
No le gustaba portarse como el líder, pero si era necesario hacerlo, lo haría. Con lo dicho, Kris dejó de burlarse.
«Ajá. ¿Ahora quién es el humillado? ¿Quién? ¿Quién, Kris?» Tao se profundizó en burlarse con intimidad.
A Kris ya no le había gustado el cambio de planes y era porque Tao no debía engañarlo. Nadie engañaba al líder y sería demasiado estúpido que un niñato homosexual lo hiciera. Además habían tenido sexo sin condón y eso significaba demasiado. Kris confiaba en que Tao estaba limpio y aunque el otro nunca se preocupó por el estado de salud de Kris, confió en él. Si Tao se acostaba con otros, entonces tendría que usar preservativo y el látex era aburrido a la hora de venirse.
Pero aunque Tao no dijera “Esta noche follaré con otro si no me follas tú”, Kris lo pensó. Y no quería que otros tomaran sexualmente lo que le pertenecía. Quizá cuando su noviazgo falso terminara, entonces Tao podría follar con quien quisiera, pero ahora no. Y aunque Kris no quería ser solamente de Tao en su noviazgo falso, sin pensarlo ya estaba siendo sólo para él.
Tenían relaciones sexuales sin condón.
Se besaban durante el sexo.
Dormían juntos.
Se tomaban de las manos.
Se hacían mimos.
Su relación estaba aprobada por la abuela Mei.
Eso era perfecto para la sociedad, pero Kris era nuevo en eso. Fingía bien, pero no había hecho ese montonal de cosas con alguien más; cuando tenía sexo, era duro y con látex, No besaba durante el sexo y si lo hacía, entonces era solamente de una manera en particular. No dormía con nadie con quien se acostara la noche anterior. No sujetaba la mano de nadie. No era cariñoso aunque fuese algo falso. Y su abuela jamás aceptaba a nadie, sólo a Huang ZiTao.
Estaba jodido. Kris realmente estaba jodido.
—No creo que alguien que esté en sus cinco sentidos quiera follarte y mucho menos con tu cuerpo enfermizo.
—Ah, ya veo. ¿Entonces tú no estabas en tus cinco sentidos anoche? Bien, esta noche quiero que estés en tus grandiosos cinco sentidos, porque mi cuerpo enfermizo no quiere que vuelvas a meter tu polla dentro. Además, mi cuerpo enfermizo se siente adolorido por el asco que tu polla hizo. La tienes grande, Kris, es enorme, te lo juro —bromeó, hablando de la polla de Kris—. Pero no es lo más grandioso del mundo.
Y aunque dijo que Kris no sabía usar bien su polla o que su polla no funcionaba como debería, Tao se sintió mal. El pene de Kris era fabuloso y perfecto, y mentir sobre éste, dolía. Pero Kris tenía la culpa y si su polla era lo más importante y dominante que tenía, entonces lo usaría como arma para molestarlo.
—Esto es gracioso; pensamos casi igual. Tu culo es estrecho, Tao, realmente estrecho, pero tu rostro no es el mejor.
Tao sonrió en grande. Se esperaba ese tipo de comentario. Kris era un cabrón y no se quedaría callado. Y dolía. A Tao le dolía que le dijeran feo, su mamá le decía algunas veces que era muy lindo y especial, y Chen en algunas ocasiones le dijo que era muy tierno, pero Sehun siempre le decía feo. ¿Realmente era feo? Y si lo era ¿Qué? ¿Había algún problema?
Tao se sentía sexy y guapo, así que no dejaría que los comentarios de Kris lo hicieran sentirse feo.
—¿Ser feo tiene algo de malo? ¡Entonces deja de verme, no se te vayan a caer los ojos ni el pene! —Le gritó, imponiendo respeto.
—Y aparte sigues sangrando —agregó el más alto.
—¡Deja de verme! —Gritó exasperado.
Kris alzó una ceja, logrando que con esa señal Tao se buscara un poco de papel higiénico de la mochila y se limpiara la nariz. Cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás para detener el sangrado. Kris miró con atención, pero no pudo ver mucho; Tao nuevamente entró en la camioneta y se abrochó el cinturón de seguridad.
Esa vez Kris condujo hasta la casa sin mirar a Tao en ningún momento. Éste otro hizo lo mismo con Kris. No querían verse y no estaban seguros de cumplir con las amenazas que hicieron. Estaban seguros que después de unas horas acabarían teniendo sexo en cualquier lugar.
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Kai se subió al coche, encendió el motor y arrancó con torpeza. Se sentía muy solo y no quería aceptar que lo estaba. Bueno, Yeol solamente lo ignoró, Suho ni lo miró y Kris no se cruzó por su camino. Bien. Todo estaba en la mierda y eso le dolía. Kris era uno de sus mejores amigos y ahora ya no le hablaba. Eso era deprimente. Incluso KyungSoo lo evitó todo el rato.
Durante la escuela se encontraron muchas veces, pero Soo lo ignoró. Era evidente que estaba molesto y aunque no quisiera disculparse con él, sentía la necesidad de hacerlo. Soo era tan virgen e inocente que no merecía ser llamado puta. KyungSoo no era ninguna puta. Y aunque Kai lo supiera, lo dañó de tal manera.
Así que todavía lamentándose en silencio, siguió conduciendo. Paró en un rojo y viró hacia la derecha cuando una silueta extraña lo hizo estremecer. Era KyungSoo cargando dos bolsas que parecían pesar. Si Kai no se equivocaba, en esas bolsas había harina, canela, azúcar, jugos y algunas cosas que no logró identificar.
Pero, ¿Era un sueño o de verdad estaba viendo a Soo cargar mandado? Supo que era verdad cuando los autos que estaban detrás de él, pitaron para que se apurara ya que el semáforo había cambiado. Soo iba tan concentrado en su mundo mágico, que no notó que Kai tomó un atajo para seguirlo.
No le ofreció subir. Tampoco le habló. Inclusive dejó de seguirlo en coche y lo hizo a pie, lamentando haber dejado su hermoso auto en una colonia que no conocía bien. Pero lo hizo. Dejó su auto y siguió a Soo en silencio.
Luego llegaron a una casa, no muy grande. Soo dejó las bolsas cerca de la puerta y buscó las llaves en su mochila, pero antes de que las encontrara, Kai le habló.
—¿Buscas esto? —Sacó un par de llaves en conjunto con un pequeño llavero en forma de pastel. Era muy chistoso su llavero, pero lo que importaba ahora era que Soo le quitara las llaves y entrara a casa.
—¿Mis llaves? —Soo preguntó con ingenuidad, ladeando la cabeza y fijando la vista en su llaverito en forma de pastel. Demonios. Eran sus llaves y Kai las tenía ¿Cómo? No sabía —. ¿Qué haces con mis llaves?
No quería hablarle, pero Kai tenía algo muy importante, además de vergonzoso.
—Se te cayeron en el camino. Eres tan descuidado que no te percataste de eso —espetó, levantando las llaves y zangoloteándolas —. ¿Las quieres?
¡Por supuesto que Soo quería sus llaves! No tenía una copia y necesitaba hornear un pastel pronto.
—¡Deja de jugar conmigo! —Gritó el más pequeño—. ¡Es molesto cuando juegas de esa forma tan sucia!
—¿Qué es lo que te molesta? Igual te gusta que quiera follarte en cualquier momento —confirmó con una sonrisa inquieta. Soo en verdad se sentía muy sexy cuando Kai hablaba así, y tenía razón, pero la dignidad estaba ante todo —. Estás sonrojado —añadió.
Soo no quería que le dijeran cuando se ponía rojo, pero el imbécil de Kai lo hacía y era tan jodidamente especial, aunque un poco frío a la vez.
—Ya lo dijiste, ¿puedes irte ahora?
La voz de Soo sonó extraña, pero avergonzada.
—Estoy listo para hablar, así que ven por las llaves y abre la puerta. —Meneó el llavero, tentando a Soo y haciéndolo rabiar más.
—¡Hey, estúpido! ¡Dame las malditas llaves y mueve tu asqueroso culo de aquí! ¡YA! —Gritó el crío, quedándose sin aliento en la última palabra. Kai abrió los ojos como platos. ¿Soo en verdad estaba demasiado molesto? Nunca antes había dicho esas palabrotas ni mucho menos había gritado tanto.
—No sé cómo pasó esto… pero me gustas demasiado, KyungSoo.
La declaración de Kai no fue falsa, pero a KyungSoo no le importó. Éste a como pudo le quitó las llaves y abrió la puerta de su casa, a máxima velocidad, dejando a Kai en blanco. Cargó las bolsas del mandado y se metió a casa, cerrando la puerta con llave.
Si Kai mentía se notaría y si decía la verdad, también sus actos hablarían primero. Sólo quedaba esperar.
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—¿Por qué estoy aquí? —Lay preguntó, recordando de nuevo la habitación en donde había estado antes. Era el Pent-house de Suho y no sabía cómo putas había llegado ahí.
—Porque te traje —respondió Suho, dejando la mochila en el sillón más cercano.
—¿Por qué?
—Te desmayaste justo después de pedirte una cita —le contó.
Lay se sentó en el sillón, confundido. Luego recordó. Había pensado que era un sueño, pero no lo fue:
“El jardín de la escuela le trajo recuerdos. Lay caminó hasta la fuente y permaneció ahí, pensando en lo que había pasado antes. En Suho y en sus tonterías. Y justo cuando creyó haberlo olvidado casi por completo, la voz de aquel hombre lo descolocó. Apareció detrás de él y justo sin vaselina ni nada, le dijo:
—Tengamos una cita.
Había sido tan repentina la llegada y la propuesta, que Lay se desmayó”
Entonces el pequeño lo recordó y comprendió por qué estaba ahí. Suho lo llevó a su casa y ahora no podía huir como antes lo hizo.
—Ni siquiera me miraste a los ojos —alegó el chico —. No debo estar aquí.
—Tengamos una cita —murmuró Suho, mirando a Lay. Sus ojos se fusionaron tanto, que Lay se puso pálido. ¿Por qué tenía que ser así? ¿No podía ser romántico?
—No te creo. No tienes tiempo para nada y no quiero salir con hombres demasiado ocupados —arguyó el chiquillo, alzando la cabeza y siendo seguro de sus palabras.
Suho alzó una ceja. ¿Lo había rechazado? Quería que no, aunque al parecer todo daba a entender que sí… Sin embargo, sacó su teléfono celular y seleccionó su agenda. Luego se lo enseñó a Lay, poniéndoselo casi en las narices.
En la pantalla del móvil decía:
Lunes, martes, miércoles y jueves de 12pm a 5 pm: “Tiempo para Lay”
Viernes, sábado y domingo de 4pm a 9pm: “Tiempo para Lay”
Había tiempo para el pequeño y eso era sorprendente. Suho siempre tenía la agenda llena, pero por primera vez estaba dándole tiempo a alguien. Ni siquiera a Kris se lo daba.
—Todos los días quiero verte, y las horas agendadas son antes y después del trabajo. Aunque sería más flexible si vienes a vivir conmigo —soltó, cruzándose de brazos.
El corazón de Lay comenzó a latir muy rápido. Era muy rápido y no sabía por qué Suho hablaba de esa manera. No podía comprenderlo del todo.
—¿Por qué? ¿Por qué me propones este tipo de cosas?
Suho sonrió.
—Porque me perteneces.
Y aunque sabía que era amigo de Kris, no pensaba que fuera casi igual que él. Los del Cuarteto se llevaban bien por eso, porque se apropiaban de las cosas que tocaban y las cuidaban como si fuese un tesoro. Esa era la magia del Cuarteto.
—¿Qué te hace decir eso? —Lay se paró del sillón y enfrentó a su acompañante, parándose frente a él y cruzándose de brazos.
—Eres el único al que le he mostrado mi agenda, sólo te he traído a ti a mi pent-house, y eres el primero y el único al que le he dedicado tiempo y le propongo vivir conmigo. Me encantas, Lay.
Sí, fue de golpe y sin ningún gesto amoroso. Más bien Suho sonó serio. Y ser serio significaba importancia. ¿Acaso Suho estaba diciendo la verdad?
Y justo parecía como una epidemia. ¿Primero Yeol, luego Kai… y ahora Suho? ¿De qué se trataba todo? El Cuarteto estaba interesándose en el amor y eso era sorprendente. El único que faltaba por caer era Kris.
—¿Por qué tan de repente? —Sin podérsela creer, Lay comenzó a interrogarlo.
—Esto no lo pensé desde ayer, lo hice desde que me besaste por primera vez. En ese caso, tú eres el culpable ¿No?
—¿Entonces tú y yo… qué somos ahora? —Le preguntó sin rodeos. Necesitaba saberlo y estar en la realidad.
—Novios —adujo con el rostro más relajado.
Lay parpadeó dos veces, luego cerró la boca.
—Ni siquiera me has preguntado si quería ser tu novio —le dijo, tratando de hacer recuerdo.
Los labios de Suho se curvearon en una sonrisa de medio lado.
—Hacemos cosas de novios, ¿Para qué preguntarlo entonces?
La respuesta de Suho fue demasiado tentadora y cierta. No obstante, Lay necesitaba saber más. Quería que Suho le dijera que lo quería o al menos que le parecía guapo.
—¿Me quieres? —Se decidió a interrogarlo con un asunto importante.
El ambiente se tensó. Suho era muy sexy, pero al fin novato en cosas referentes al amor. Así que se lo pensó por algunos segundos. Tiempo que Lay utilizó para razonar mejor y darse cuenta que Suho estaba dudando.
—¿Entonces por qué hago todo esto, Lay? —Dijo—. Se supone que es porque me gustas y porque te tengo cariño. No estoy preparado para poder saber al 100 si estoy enamorado o no, pero me está pasando esto contigo y es difícil para mí poderlo estructurar y decirte lo que te estoy diciendo ahora. Me gustas mucho y me encariñé contigo ¿Eso cuenta?
Lay sonrió, tanteando la respuesta. Suho estaba frustrado y se miraba muy gracioso cuando se desesperaba. Lay primero disfrutaría verlo ansioso y después le respondería.
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En toda la tarde no hablaron ni se vieron las caras. Tao y Kris estaban muy cabreados. La única situación que hacía la diferencia era que Tao estaba nervioso porque ya eran las 8 de la noche y eso sólo significaba algo. Kris vendría a atacarlo y si eso pasaba, era probable que hicieran el amor nuevamente.
En silencio, Tao entró al baño, cargando una toalla y su ropa para dormir. Cerró la puerta y cuando quiso poner seguro por dentro, Kris la abrió, apareciéndosele de repente. Tao puso cara larga y se dio la media vuelta, buscando cómo lidiar con la situación. Pero… ¿Por qué estaba Kris en el baño junto a él? Ambos sabían que se bañaban por separado, pero ahora todo daba a indicar que se bañarían juntos.
Tao no tendría miedo. Así que comenzó a desvestirse y cuando estuvo desnudo, se metió a la regadera. Estaba muy avergonzado, pero no quedaría como una niña frente a Kris. Si Kris quería guerra, la tendría.
Abrió la llave y el agua tibia comenzó a salir. Luego se metió, mojándose por completo. Cerró los ojos, pero logró abrirlos y espiar a Kris. Éste estaba desnudándose y eso sólo significaba algo: se metería a bañar con él.
Inmediatamente, Tao se dio la media vuelta y agarró el jabón. Hizo espuma con él y trató de cubrir su desnudez con eso. Pero no funcionaba demasiado, así que rápidamente tomó el shampoo y se puso un poco en la mano, llevándoselo después a la cabeza. Y así fue cuando los segundos pasaron volando, mientras Tao se lavaba el cabello y Kris se ponía justo detrás suyo, como esperando algo. Tao lo sentía, pero tenía miedo a voltearse y a encontrárselo muy sensual.
Y era de esperarse. Los dos estaban desnudos y mojados, además de calientes. El pene de Tao reaccionó y comenzó a endurecerse, y eso era lo peor. Si el rubio lo miraba con la polla dura entonces tendría más causas para burlarse de él. Pero Tao necesitaba demostrarle que no le tenía miedo, así que calmó sus nervios y se concentró para calmar su erección. Entonces se dio la media vuelta, teniendo los ojos cerrados para apartarse la espuma que se le escurría por la frente. Se enjuagó el cabello y cuando se sintió listo, abrió los ojos, encontrándose con el frío rostro de su novio.
Kris lo miraba directamente a los ojos, buscando encontrar algo perdido, pero cuando la mirada de Tao entró como luz en sus orbes, viró hacia abajo, notando que Tao poseía una erección, al igual que el pelinegro notaba que Kris también tenía la suya.
No dijeron nada, sólo se miraron, alabando sus cuerpos y sus penes. Sin embargó, Tao sonrió y se dio la media vuelta, dándole la espalda y dándole a entender que no quería nada aunque estuviera muriéndose de ganas. Pero no duró mucho siendo arrogante, Kris lo agarró del brazo y lo volteó a como pudo, acorralándolo en el proceso y quedando a centímetros de su boca. No se besaron, más bien esperaron a que el contrario tomara la iniciativa, pero ninguno la tomó.
Fue tedioso mirarse por tantos segundos, así que Tao volteó la cara, tratando de soltarse del agarre, logrando que Kris lo apretara más fuerte.
—Me estás lastimando —dijo el pelinegro, volteando de nuevo con Kris. Éste seguía viéndolo y no pensaba rendirse —. Si me vas a besar, hazlo de una vez —le propuso.
Kris gesticuló con lujuria y selló los labios de Tao con un beso, en el cual ambos abrieron la boca y degustaron la humedad del contrario. Tao jadeó cuando Kris metió su tibia lengua en el beso. No se lo esperaba tan deprisa, pero era agradable. Lo más impresionante era que horas antes estaban molestos. Se suponía que no tendrían sexo y ahora todo estaba tomando otro rumbo. Quizá Tao estaba siendo muy liviano, o tal vez Kris estaba portándose muy dulce, pero seguía siendo confuso.
Eso solamente dejaba como moraleja que cada vez que discutieran, por la noche se reconciliarían. Y a lo mejor no estaba bien. Pero se deseaban y querían hacerlo muy duro esa noche. Aunque a decir verdad, era bueno que tuvieran más cercanía; eso ayudaría a que su relación fuera más intensa y duradera.
Cuidadosamente, Tao subió las manos hasta el cuello del rubio, terminando por enredarlo con sus brazos. Jadeó en su boca, separándose en el intento por no ahogarse, para luego volver a besar los carnosos labios de su pareja. Éste le correspondió, abrazándolo y apretándolo para tenerlo cerca, y bajando las manos para acariciarle las nalgas. Alzó una mano y agarró el jabón, llevándolo directamente a la espalda del moreno y bajando lentamente hasta pasear el trozo por entre sus nalgas. Lo enjabonó un poco, separándose del chorro de agua para evitar que el jabón desapareciera, después lo dejó en la jabonera. Sumergió la mano en el ano de su acompañante y acarició la hendidura con dos dedos, metiendo uno al instante. Tao se apretó y abrió los ojos de golpe.
Nuevamente se encontró con Kris, viéndolo profundamente. Era demasiado notable que estaban yendo muy lejos. Kris movió el dedo que había penetrado a Tao y al tacto, el pelinegro volvió a cerrar los ojos. Joder, era sólo un dedo, pero se sentía tan bien…
Desesperado, Kris metió un segundo dedo y movió los dos al mismo tiempo, abriéndolos como tijeras en la tierna cavidad.
—Te amo —Tao le susurró al oído, haciendo que los dedos que penetraban su interior fueran más lento —. Te amo demasiado —repitió, pero esta vez sobre sus labios. Kris lo observó y al verlo con los ojos cerrados, detuvo la penetración y dejó los dedos estancados ahí dentro.
La confesión de ZiTao fue sin pensar, el pelinegro lo supo cuando procesó lo que había dicho, pero nada podía hacer, se le había salido y ahora esperaba una respuesta. Si Kris lo rechazaba, entonces saldría del baño rápidamente y lo peor de todo era que había poca probabilidad de que Kris le dijera “te amo” también.