Capítulo 4
“Ser cool: TaoRis, SuLay, KaiSoo, BaekYeol, HunHan”
Los ojos de ChanYeol se abrieron de puro asombro, provocando que Baek babeara por ese acto poco amable. El pequeño Baek –el más marica de todos-, dio un paso hacia el frente. Extendió sus manos y se inclinó, buscando claridad a su ofrecimiento. Chanyeol observó el sobre: era rosa, demasiado gay.
—Por favor, acepta mis sentimientos. —Insistió, golpeando la carta en el pecho de aquel titán con ojos enormes. Chanyeol agarró el papel, luego se lo guardó en el bolsillo, aceptándolo.
—¿Puedes quitarte de mi camino?
El pequeño Baek se quedó helado ¿Lo había rechazado sin haber leído la nota? Diablos… que cool era ChanYeol.
Parándose a su frente, KyungSoo hizo lo mismo que su amigo BaekHyun, estiró la mano y con las mejillas sonrojadas, ofreció su carta. Había tardado dos días en escribirla y aunque sólo pudo narrar pocos párrafos, sintió que fue lo más hermoso que pudo haber escrito antes. Kai tomó la carta, y al igual que su compañero, se la guardó en el bolsillo.
El último –como siempre-, fue Lay. Se acercó a Suho, lo observó por unos segundos, y poco después se inclinó para ofrecer sus sentimientos. Éste último, al igual que sus otros compañeros, agarró el sobre y se lo metió al bolsillo.
Una de las reglas que el Cuarteto tenía, era guardarse los regalos, cartas, notas… o cualesquier cosa que los estudiantes les dieran, sin importar que esos fueran sentimientos reales o no. Ellos no tenían permitido rechazar nada, el único que tenía autoridad para rechazar era Kris.
Kai suspiró, luego se marchó lo antes que pudo; estar frente a esos nacos lo asqueaba…
Los demás siguieron sus pasos, yéndose lejos de esos tres inocentes chicos.
En un arranque de enojo, Lay decidió defenderse:
—¿Qué ha sido eso? ¿Hemos sido rechazados? —Gritó con todo el pulmón, haciendo que su fuerte voz hiciera eco en el abandonado pasillo.
De los salones unos cuantos estudiantes salieron a chismear. Ahora había gente que podía burlarse y evidenciar si habían sido rechazados o no. KyungSoo tragó saliva ruidosamente.
Baek moriría de amor en ese mismo instante, ChanYeol era muy cool, pero… pero estaba a punto de hacerlo llorar en ese instante. Tenía miedo a llorar ahí mismo y frente a todos, sentía que no merecía quedar en ridículo por estar enamorado.
—¿Aceptar sus pequeñas y torpes notas no ha sido suficiente? —Suho se adelantó a espetar. Seguido, Yeol se dio la media vuelta, tratando de enfrentar a esos pequeñísimos chupapollas.
—No, no ha sido suficiente, ¿Saben cuánto tiempo me he preparado mentalmente para escribir lo mejor? ¿Saben cuánto hemos tardado nosotros para poder decorar esas malditas cartas? —Baek se alistó a gritar también. Estaba bastante indignado por la posición altanera de Chanyeol, deseaba dejar en claro que estaba sufriendo, y también que deseaba golpear a todos y llorar en brazos de Chen y Sehun.
—¿Y quién te ha pedido que lo hagas? —Chanyeol protestó. Se metió las manos a los bolsillos y se negó con la cabeza al ver a BaekHyun llorar. Le parecía patético llorar y por un simple rechazo.
—Nosotros de verdad trabajamos mucho en escribirles —KyungSoo terció con voz temblorosa. En cualquier momento lloraría también. Maldito Kai que lo ponía de esa manera…
—Como ya hemos dicho: nosotros no les rogamos para que escribieran sus tonterías y nos las entregaran. Ese ya no es nuestro problema. ¿Por qué aceptamos sus estúpidas cartas? —Kai río desvergonzado, luego prosiguió—. Bien, sé que puede ser confuso, pero las aceptamos por cortesía. De estás —sacó la carta y la zangoloteó al aire libre para que la atención de todos se situara en el sobre—, recibimos más de veinte diarias, así que deberían estar felices ya que recogimos las suyas. No vuelvan a interrumpir en nuestro camino, no nos apetece encontrarnos con personas como ustedes.
Chanyeol se acomodó la gorra, luego buscó de nuevo andar en su camino. Baek estiró los brazos, deseando no ser rechazado…Lay se sentó en el suelo, y KyungSoo se quedó totalmente paralizado. Estaban avergonzados, se encontraban realmente tristes y lo peor de todo era que ya no había marcha atrás.
Todos los estudiantes que habían salido de sus salones para escuchar el chisme, comenzaron a reírse sin parar. Ahora serían la burla de toda la escuela y se sentirían más patéticos de lo que ya eran.
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El rostro de Tao se sonrojó cuando los hermosos ojos de Kris lo miraron de cerca. El rubio trataba de descubrir el por qué ese chico feo estaba queriendo hablar con él y además sin sacar una cita antes, ¿qué acaso no sabía que la agenda de Kris estaba llena y que no podía atender a cualquier persona?
—No debiste secuestrarme, pudimos haber hablado antes, en verdad siempre estuve dispuesto a aceptar tus sentimientos, porque yo…
Tao estaba decidido a contarle todos sus sentimientos, pero cuando estaba a punto de decirlos, Kris lo interrumpió, cambiando de tema y preguntando lo más importante:
—¿Hablar conmigo? ¿De qué? —La boca se le torció al decirlo. Su rostro no estaba en constante movimiento, por lo que hablar con ese Panda le desgastaba la mandíbula y hasta los pómulos.
Algo estaba mal, más que mal… Kris parecía no recordar nada de lo que había pasado el viernes. Tao trató de justificarlo ya que habían pasado dos días después de ese suceso que marcó su amor –y su culo- de por vida.
Aclarándose la voz, Tao sonrió. Luego se acercó un poco más, buscando más cercanía y contacto visual.
—¿No me recuerdas?
Kris sonrió con altanería, se cruzó de brazos y por último, musitó:
—¿Debería de hacerlo?
—Sí —abriendo los ojos con mucha insistencia, le contestó positivamente.
Claro que debía recordarlo… por supuesto que tenía que hacerlo.
—¿Ah sí?
—Sí —asintió con la cabeza al mismo tiempo que daba un paso más al frente. Quizás hacía falta más cercanía…
—¿Y por qué? —Sin recorrerse hacia atrás, le preguntó.
Tao tragó duro. No se esperaba algo así…Kris sólo debía decir que porque antes tuvieron algo, pero no lo dijo. ¡No lo dijo!
—Porque el viernes por la noche hicimos el amor. —Basándose en recordar que su culo había sido alterado y masacrado por la enorme verga que pertenecía al gran Kris, le refrescó la memoria.
—Yo no hago el amor con nadie. —Se lo dejó más que claro cuando enarcó el entrecejo y su rostro se mostró alterado por las afirmaciones del ojeroso.
—Lo hiciste conmigo, hasta me llevaste a mi casa…
—Ah, eres tú. —Se mordió el labio a muestra de recordar ese suceso—. Lo siento, olvido los rostros que no me interesan… Ahora bien, ¿eso es todo? Tengo muchas cosas que hacer, así que…
—¿No me recordabas? ¿Olvidas los rostros que no te interesan? —Sintiendo un hueco enorme en el estómago, se atrevió a preguntarle directamente.
—Sí, ¿algún problema con eso?
Las piernas de Huang Zi Tao temblaron de miedo… y de tristeza también. Se sentía peor que cuando perdía una competencia de artes marciales…
—Hicimos el amor y… y…
—Te he dicho que no hago el amor con nadie. No te hice el amor, te follé.
—Pero nos besamos, nos acariciamos… lo hicimos…
—Sí ¿eso cambia algo? No sé quién demonios eres y la verdad es que poco me interesa saberlo.
—Yo soy el que comparte la clase de matemáticas contigo, el viernes nos vimos y después hicimos el amor… más tarde me llevaste a mi casa.
—No hicimos el amor. —Se lo dejó en claro por enésima vez—. Nunca antes había visto tu cara, así que no estoy seguro de tus aclaraciones.
—Entonces ¿Por qué yo? ¿Por qué me raptaste? ¿Por qué no a alguien más? ¿Acaso era aleatorio?
—No lo pienses demasiado; no eras tú al que yo deseaba secuestrar —ante la declaración, Tao se encogió de hombros—. No eres la persona a la que quería esa noche. Fuiste un error, se equivocaron al traerte, así que no pienses demasiado las cosas. No fuiste nada importante.
La sala de música se sintió más que silenciosa; Kris salió inmediatamente de ahí.
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“Los necesitamos”
Lay le envió ese mensaje a Sehun. Los tres heridos muchachos necesitaban que alguien los defendiera, que alguien los abrazara y claro, Chen y el cara de póquer de Sehun siempre eran la primera salida para sonreír.
Al ver el mensaje, Sehun agarró del brazo a Chen y juntos comenzaron a caminar al punto de reunión: la cafetería de la escuela. No sabían, sólo usaban ese lugar para hablar y contarse chismes.
Con insistencia, Sehun se situó en la puerta del lugar. Olía a papas fritas y a ensalada de atún con mucha mayonesa, cosa que asqueó a Chen. Pero sin importar el olor a comida rápida, entraron a cómo pudieron.
—Fíjate por donde caminas, imbécil —una tierna voz se escuchó. Sehun rodó los ojos para encontrar a la rata inmunda que le había dicho aquello, luego alzó una ceja al detectar que se trataba de la zorra de Luhan: uno de los integrantes del dúo coqueto y marica de la preparatoria.
El rubiecillo se quedó asombrado, apretó la mano de Xiumin y se quedó embelesado con el perfecto perfil de aquel chico que no mostraba ningún gesto. Luhan nunca antes había tenido el privilegio de encontrarse con Sehun, sin embargo, eso no fue el impedimento para que se enamorara a primera vista de él.