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Fantasías compartidas. por YahikoGirl

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Notas del capitulo:

No hay mucho que decir con respecto a esto, solo surgió y bueno, espero que les guste :3 

Volviste a soltar una gran carcajada, hacía tiempo que no reías y si cualquiera de tus subordinados te viera de esta forma, dirían que eres un monstruo y te atacarían por no reconocerte. Caíste a un costado de la puerta, recordaste lo dicho por Hanji y tapaste tu boca, a la vez que volvías a reír. ¿En serio que el titán estaba enamorado de ti?

La borrachera te impedía mantenerte parado, pues era la primer noche en demasiado tiempo, que bebías. La loca de tu compañera, te había invitado a tomar, gracias a que Erwin no se encontraba cerca. Estaba mal que desobedecieran de esa forma, pero gracias a eso, a la boca suelta de Zoe, se le escapó aquel pequeño detalle sobre Eren; una confesión, que según ella, el niñato la había hecho porque confiaba en ella.

Ese castillo en dónde te estabas alojando, se encontraba en completo silencio, a la espera de que el sol saliera por entre las colinas y lo iluminara espléndidamente. Lo que no se esperaba, era que entre esas pacíficas y grandes paredes, tú y tu asignado compañero de habitación, romperían en esa noche, el silencio que habitaba.

*oO*oO*oO*

Subiste la escalera cómo pudiste, casi cayendo por la torpeza de tus movimientos y por no poder coordinarlos. Llegaste hasta lo más alto, y observaste aquella antorcha que iluminaba parte del pasillo. Pudiste ver las tres habitaciones, la última era la tuya y la del adolescente al que tenías que cuidar.

Tus manos bailaban algo raras alrededor de tu cuerpo, tu caminata era graciosa y la tratabas de coordinar con una canción que tarareabas. A llegar a la puerta de tu pieza, oíste algo que te dejó estático:

-Ca… ¡Capitán! –

Reconociste la voz del idiota, la chillona y a la vez masculina voz del idiota, de Eren. Volviste a reír, y te apoyaste en la puerta para no caer. Ese chico, o se estaba masturbando pensando en ti, o estaba teniendo un sueño del que eras parte.

Volviste a escuchar sus gemidos y luego de un rato, la situación no se te hizo tan graciosa. Más bien se te hizo… excitante. El imbécil, tenía una voz ronca y pesada, sus jadeos intensos, lograban llegar hasta tu cerebro y allí generar un impulso nervioso, que te erizaba los cabellos de la nuca.

-Rivaille… - Y te dio una increíble curiosidad, saber que era lo que ese chico estaba haciendo con tu imagen.

Todavía estabas ebrio, por lo que lograste entrar en aquella pieza torpemente. Te apoyaste en la puerta y mordiste tus labios. Eren estaba destapado, removiéndose en la cama, algo sudado y con una erección tan notoria que daba lástima. La camiseta esa que siempre llevaba, impedía que tus ojos viajaran por la inmensidad de su torso. Así que solo te dedicaste a mirar, la tela que tapaba su intimidad.

Balbuceaba cosas que no entendías, por lo que frunciste el seño y acercándote, pudiste verlo mejor. Su rostro, algo enrojecido, dibujaba muecas bastante sensuales, que te hacían creer que eras un bastardo por querer que nunca se terminaran. Él seguía jadeando, de vez en cuando se mordía el labio inferior y levantaba su pelvis, seguramente, reclamando en el sueño, el contacto con tu piel. Su cabello se revolvía al refregarse con la almohada y te imaginaste tironeándolo, mientras él te mostraba su trasero, en una posición digna de una excelente puta.

Traviesamente, cuando levantó su cadera, tu mano sujetó fuerte, el bulto que se alzaba entre sus piernas, logrando que gimiera aún más roncamente. No supiste si era por el efecto del alcohol, pero te gustó mucho sentir en tu mano aquella humedad, por lo que decidiste mover tus dedos y masajear continuamente la zona. El chico volvió a gimotear y se meneó con algo de violencia. Apretaste y el muchacho, abrió sus ojos.

*oO*oO*oO*

Lo observaste expectante, él solo se quedó mirando tu rostro, el cual dibujó una pequeña sonrisa de medio lado, mostrando lo engreído que podías llegar a ser.

Tu boca, viajó hasta cerca de su rostro, dejaste escapar una gran cantidad de tu aliento, el cual apestaba a alcohol. Pero al tonto de tu compañero de escuadrón, le gustó.

Sacó la lengua e incorporándose un poco, dejó un pequeño rastro de baba por sobre tus labios, haciéndote desear probar más. Volvió a jadear, cuando moviste aquella atrevida mano y acariciaste su miembro nuevamente, por sobre la prenda que lo cubría.

-¿Qué quieres, Eren? – Susurraste contra sus labios, rozándolos, haciendo que deseara comer tu boca cómo el monstruo que era. –Dímelo. – Dijiste, algo excitado tú también.

-M- Me gusta. – Habló, volviendo a mover sus caderas hacia arriba, presionándose aún más con tu mano. –U- Usted… Me gusta. – Confesó, logrando agitar tu respiración.

-Mocoso atrevido. – Le reprochaste antes de dar comienzo a un beso muy necesitado.

*oO*oO*oO*

Lo arrastraste contigo en el suelo, habían caído por que fuiste incapaz de mantenerte en pie. El estaba apoyado en sus rodillas y en la palma de sus manos, contigo frente a él, con una de tus piernas, entre las suyas, haciendo un movimiento hacia delante y hacia atrás con su trasero.

-¡Mmmhh! – Te hizo gemir entre el beso, cuando se hizo hacia delante con su rodilla y golpeó tu entrepierna. Nunca tuviste relaciones con otro hombre, y ¿Quién te iba a decir que sería Eren, el primero en romper con esa regla?

-Tóqueme, capitán… - Balbuceó en tu oído, mientras se encargaba de sacar el pañuelo que tapaba tu cuello y lo enrollaba en su mano.

Hipnotizado por el tono utilizado, hiciste caso y alzaste tu rodilla, llegaste hasta su erección y dejaste que él se meneara sobre ella, complaciéndose. Tomaste una de sus manos y la guiaste hasta tu entrepierna, haciendo que comenzara a masajear el lugar y te hiciera jadear su nombre.

Se volvieron a besar, sin dejar de juguetear. Él se encargó de rozar tu boca, y tú, algo ansioso, delineaste con la lengua su labio superior, bajando luego y llegando a tocar levemente sus dientes. Sentiste su cuerpo temblar, entonces tocaste con una mano el brazo que rodeaba tu cuello y notaste la piel erizada. Hiciste que se abrazara a ti, para luego hacer fuerza y levantarlo del suelo.

Sentado en la cama nuevamente, continuaron provocándose. Los gemidos tenían que ser silenciosos, de otra forma todos se enterarían. Se les hacía difícil a ambos. Cada caricia, se encargaba de aumentar las ganas de gritar de ambos.

Agradecías tener en tu boca, ese pedazo de carne que no paraba dar vueltas y lograba acallar tus gimoteos. Eren lo hacía bien, demasiado para un chicuelo al que lo doblabas en edad.

Se subió arriba tuyo, posicionó ambas piernas al costado de tu cadera y se encargó de golpear con su intimidad, dura y palpitante, tu vientre. En ese momento, te diste cuenta que la ropa incomodaba demasiado.

*oO*oO*oO*

Lo notaste rojo, casi cómo un tomate. Tapó su rostro con el antebrazo, al ver cómo tú te baboseabas con su imagen.

La ropa de él quedó tirada a un costado, y la tuya, pronto le haría compañía. No ibas a jugar. Esa noche, el titán aprendería muchas cosas; someterse ante ti, sería una de ellas.

-Desnúdame. – Dijiste en su oído, incitándolo más y más. Entonces, obedeciéndote, llevó sus manos a la camisa que todavía permanecía en tu cuerpo. Con una demora exagerada, desprendió todos los botones. Llevó de nuevo las manos a tus hombros y deslizó la prenda por los mismos, logrando que cayera por tus brazos y terminara su recorrido en las muñecas. Decidiste acabar con el trabajo y te deshiciste por completo de ella.

Ahora quien se baboseaba con tu imagen era él, que se relamió los labios y jadeó bajito.

Todavía no terminaba el trabajo que le ordenaste, así que te paraste al lado de la cama, buscando una posición mucho más cómoda para él. Tambaleaste un poco ya que los efectos del alcohol no desparecían del todo, pero sin prestarle mucha atención a aquellos detalles, te encargaste de observar al chico frente a ti.

-Capitán. – Susurró contra tu ombligo, antes de meter su lengua en el agujerito y comenzar a succionar.

Tiraste la cabeza hacia atrás, tomaste su pelo y recorriste con los dedos lo más que pudiste, la suavidad que te ofrecía aquellos cabellos, mientras él seguía entretenido lamiendo cualquier parte de tu abdomen.

Al rato escuchaste y sentiste cómo desprendía tu cinturón. El muchacho, llevó ambas manos hasta tu trasero y lo acarició con fiereza. Te pareció lo más osado y morboso que te hicieron alguna vez.

Bajaste la mirada, él descendió más con su boca y llegó a tu pene que se alzaba preso entre las telas. Dio un pequeño beso por sobre el pantalón, que casi te hace enloquecer. Sabías lo que tu subordinado iba a hacer y no tenías las mínimas intenciones de detenerlo.

*oO*oO*oO*

Los pantalones y ropa interior, quedaron en tus tobillos. La erección que tenías, era acariciada por el aliento del titán. Ese chico, estaba haciendo realidad los juegos que soñaba cada noche contigo.

Sus ojos verdosos estaban cerrados, las manos de él se colocaban en tus caderas, apretándolas firmemente.

Tu mirada, no le daba tregua y continuaba observándolo, a la espera de aquel deseo que estaba por volverlos locos.

-Rivaille. – Musitó, depositando un nuevo y húmedo beso en la parte baja de tu vientre. No cabía duda que ese chico te admiraba y mucho.

Sin hacerte esperar más, remojó sus labios y bajo tu atento examen, depositó un beso en la punta de tu miembro. Se sintió la mismísima gloria, debías admitirlo.

Jadeaste, cerrando tus puños y estirando tu cuello nuevamente hacia atrás. Eren sacó su lengua y con la punta de la misma, delineó finamente el duro falo. No tardó demasiado, en llevar una de sus manos a tus testículos y atraparlos con sus dedos. Con la mano libre, se encargó de tomarte del tronco, para masturbar una gran parte de la extensión. Sus labios apresaban y liberaban con gula la glande, y la saliva de él, caía de a gotas entre sus dedos, logrando que su intenso trabajo se hiciera cada vez más placentero para ti.

Sentiste cómo algunos líquidos comenzaban a salir, entonces jalaste su cabello con algo de furia, al notar cómo él succionaba angurrientamente.

-Eren… Trágatelo. – Le dijiste, provocando que él te mirara y entonces, con una sensualidad digna de un dios, introdujera en su boca, una gran parte de tu pene, llegando hasta la mitad.

Se sentía cálido, húmedo y sobretodo exquisito. Eren tenía una boca enorme y una lengua privilegiada. Jadeaste una vez más su nombre, haciendo tu cadera hacia delante, a la vez que él hacía lo mismo con su boca, logrando así una perfecta combinación de movimientos.

Lo tomaste con violencia del cabello, estiraste hacia atrás y entonces su boca quedó vacía, él tironeó hacia delante y volvió a llenar su cavidad. Repitieron el movimiento luego, haciéndolo cada vez más rápido y fuerte, formando un ritmo constante. El gritaba y tú también. Con la mano que te quedaba libre, acallabas un poco tu voz. Y ni hace falta decir, porque la de Eren quedaba un poco silenciada.

El chico llevó su mano a su propio miembro y comenzó a moverla con frenesí, tú sentías las piernas flaquear y sabías que pronto vendría aquel enorme orgasmo.

Aflojaste el agarre en su cabeza y sentiste la potente descarga. El titán, muy golosamente, tragó el esperma liberado y siguió succionando, probablemente no quería que quedara ninguna gota.

*oO*oO*oO*

Tratando de recuperarte, caíste sobre el muchacho y lo miraste a los ojos. Te pareció increíble la expresión en su rostro; tan entregado que se encontraba.

-¿Te confieso algo? Jamás lo hice con un hombre. – Le dijiste, sonriéndole por primera vez.

-¿Y? ¿Qué tal? – Te preguntó, sin ningún pudor, devolviéndote el gesto.

-Excelente. – Comentaste, abriéndote paso dentro de su boca.

Él separó sus piernas y enrolló una a tus caderas. Tú no sabías mucho de esas cosas, pero pensando un poco, dirigiste tu mano a la mejilla del muchacho y la acariciaste. Rompiste el beso y antes de que él pudiera decir cualquier cosa, posaste tres dedos frente a sus labios.

-Lámelos. – Ordenaste, estabas acostumbrado a hacerlo.

Siempre disciplinado, el joven metió en su boca las falanges y las lamió cómo si de un caramelo se tratara. Una y otra vez, se encargó de ensalivar casi expertamente.

-Mmm. – Escuchaste que gimoteó, una vez que te decidiste a dejar de pasar el tiempo.

Quisiste advertirle lo mucho que iba a disfrutar lo siguiente, pero no encontraste las palabras para hacérselo saber. Probablemente, en sus sueños, jamás dirías una cosa así.

-Di mi nombre, fuerte. – Hablaste con tono autoritario, ese que tanto te caracterizaba.

-Ri… Rivaille. – Habló él, a la vez que buscabas con ansias aquel virgen agujero y lo encontrabas exitosamente.

-Otra vez. –

-Rivaille. – Gimió, cuando introdujiste sin escrúpulo el primer dedo y empezaste a moverlo de un lado al otro, dilatando para que así pudieran entrar los otros dos. – Ay, Rivaille. – Volvió a decir, moviendo sus caderas, anhelantemente.

Su fantasía se cumplía, su gran y esperada fantasía se cumplía.

-Ca… ¡Capitán! – Chilló algo agudo, al tener que abrirse mucho más para lograr que entre el tercer y último dedo. – Ha… Hágalo ahora, por… favor. – Te rogó, sin ser capaz de aguantar mucho más. Era imposible pensar que un hombre, deseara tanto aquel acto tan carnal con otro.

Fue tu turno de obedecer, así que te colocaste de rodillas y abriste sus piernas rápidamente. Una gota de sudor cayó en su entrepierna y te relamiste los labios ante la imagen.

Se sintió delicioso, sublime aquel interior en el cual te introdujiste lentamente, para no hacerle daño al muchacho.

-E… Eren. – Liberaste, al sentir cómo el aludido enrollaba sus piernas fuertemente a tus caderas.

*oO*oO*oO*

Dejaste la delicadeza de lado, ante las insinuantes súplicas del joven. Cada vez te pedía más rápido y duro, estaba empeñado en arrebatarte la poca cordura que te quedaba en esa noche.

Tenías sus caderas agarradas con fuerza, mientras arremetías cada vez más y más fuerte contra aquel esfínter.

Te dejaste de preocupar por los gritos, no supiste identificar si eran gemidos, o solo tu respiración agitada resonando en tu mente y haciendo un gran eco.

El rostro del chico estaba escondido entre la almohada y no podías distinguirlo bien. Mientras él arqueaba su espalda, tú te encargabas de hacer que por su cuerpo pasara un calor y un placer indescriptible, al golpear con precisión aquel punto en su interior que sabías que existía.

-Eren. – Lo llamaste, sin perder el ritmo constante de las penetraciones. Al mirarte, dibujó una pequeña sonrisa en su rostro y estiró sus brazos hacia atrás, colocándolos sobre su cabeza. Te miraba desde esas pupilas dilatadas y no lo reconociste cómo el monstruo al que muchos le temían. Él era un niño, todavía no conocía la sed de sangre verdadera.

Te agachaste a su altura y besaste su frente. Dejaste de moverte por unos segundos, ya que no podías hacer todo a la vez.

Tomaste su miembro y moviste tu mano por sobre aquella extensión. Disfrutabas de los gemidos acallados por tu boca y que resonaban en tu propia garganta, produciendo una pequeña vibración en ella y en tu cabeza.

En su cuello, depositaste un suave beso, antes de comenzar a moverte en su interior nuevamente. Sintiendo cómo se contraía cada vez más, te diste cuenta que estaba a punto de llegar y se correría en cualquier momento. Te fascinó la idea, por lo que aumentaste el compás de las embestidas. Cuándo él gritó, tú lo observaste expectante y sentiste aquellos pequeños espasmos de su interior, que lograron hacerte llegar al clímax a ti también.

Caíste sobre su pecho y estando agitado, te removiste algo ansioso para salir de dentro de él.

*oO*oO*oO*

-Capitán. - Te dijeron, pero notaste ese llamado muy lejano.

Quisiste levantar el rostro, pero algo te lo impidió. El cuerpo de Eren, aquel pecho sudado y varonil ya no estaba debajo de ti, ¿Cómo era posible?

Abriste los ojos y sentiste la dura y fría madera bajo tu rostro.

-¿Está bien? – Te preguntó la rubia, colocando una mano en tu hombro.

La verdad era que no, no estabas bien. Tu cerebro estallaría en cualquier momento. Te quejaste y llevaste una mano a tu entrepierna; la notaste húmeda y pegajosa. Maldición, estúpido sueño.

Levantaste tu rostro y te encontraste sentado. Recordaste cómo habías llegado allí y entonces si maldijiste a la idiota de Hanji por hacerte beber tanto.

-Creo que es mejor que vaya a descansar un poco. – Te dijo Petra y asentiste por un acto reflejo.

Te dolía la espalda y el cuerpo, lamentablemente no era porque en la noche hiciste lo que se te dio la gana con Eren, cómo hubieses querido.

-Tengo que avisar que ya lo encontramos. – Comentó la muchacha, suspirando aliviada, mientras te encargabas de pararte con bastante dificultad.

-¿Eren dónde está? – Preguntaste, sujetándote del barandal de la escalera para no caer.

-En su habitación, no lo despertamos. – Te informaron, solo para hacerte sonreír suavemente.

-Perfecto. – Susurraste, subiendo los peldaños y llegando al segundo piso del castillo.

Te paraste en la puerta de la habitación y lo oíste, exactamente cómo en el sueño. La diferencia era que ahora no estabas borracho. Aquellas fantasías que compartías con el titán, se harían realidad.

Notas finales:

Gracias por leer :3 

Aprovecho y aclaro que no voy a hacer un nuevo capítulo, puede que haya quedado "incompleto", pero es que no me imagino a Rivaille en una situación romanticona D: xD 

Beso grande! 

♥ 

 


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