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Vidas Perfectas por Mozart

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Cuanto tiempo, no? 

Bueno, ¿recuerdan que en capítulo anterior dije que tenia una sorpresa? ¡Pues es esta! ¡Capítulos especiales! 

Sabiendo de que no puedo contar toda la historia, los cree. Así descubririan más cosas que son nombradas pero no se explican. 

Espero que les guste. 

Saludos~

De acuerdo, hoy será el día. Hoy le diré a Nathaniel que soy gay.

Mi nombre es Matthew Grimm, tengo 15 años. Mi familia es una de las más prestigiosas del país, y por así decirlo, también una de las más odiadas del país. Mi padre y mi tío son gemelos, ellos son todo lo opuesto excepto en los negocios, es por eso que han triunfado tanto, y por eso tienen el odio de tantas empresas.

Iba en camino a la casa de Nath hasta que uno de los nuevos choferes de la semana tomo mi hombro. Qué asco. Un hombre de unos 60 años, ya casi para muerto, arrugado, viejo y con una cara muy poco feliz.

-         ¿A donde crees que vas, niño? – me dijo con su voz rasposa.

Este maldito viejo, no soy un niño. Quite su mano de mi hombro, sin mucha delicadeza.

-         Ah, es cierto, para eso trabajas, ¿no? – dije sin verlo.- Llévame a la casa de Nathaniel- el me vio confundido, yo sonreía para mis adentros, ya era hora de que este saco de carne se fuera de aquí.

-         ¿Y dónde queda “La casa de Nathaniel”, si se puede saber?

-         Mira, si no sabes hacer bien tu trabajo es mejor que llame a papá y le diga que te despida. – dije fingiendo estar molesto, ese viejo se asustó tanto que casi veo como muere en el acto.

Desde pequeño veo como mi padre y mi tío controlan a las personas, desde el punto de vista de otra persona, eso se ve horrible, pero cuando tú lo haces, se siente tan satisfactorio.

-         E-espera, niño.

-         ¡QUE ME LLAMO MATT! – le grite y salí corriendo de la casa.

La verdad, esa era una de las mil maneras de como despedir a tu chofer.  La casa de Nathaniel no queda muy lejos, en realidad, que a la esquina de mi casa…

 

-         ¡Hola Nath! – salude al chico que me abrió la puerta, como de costumbre estaba solo, casi siempre estaba solo.

Cuando conocí a Nath tenía 5 años, en ese entonces, o lo que puedo recordar, él era un niño muy feliz.  La mejor persona que pude haber conocido, él era mi mejor amigo.

A los meses después el volvió un poco más distraído, preocupado, infeliz, era algo muy raro para tener solo 5 años. Luego supe lo de su madre, entonces lo comprendí todo.

-         Hola. – dijo sin muchas ganas.

Pase a la casa y me lance en el sillón, esta era como mi segunda casa, iba a visitar a Nath casi todos los días, porque o sino el no saldría ni para comer algo.

El tomo mi cabeza y la movió un poco para poder sentarse, luego puso mi cabeza en su regazo. Empezó a jugar con mis cabellos rubios, como era costumbre.

-         ¿Volverán a despedir a tu chofer? – pregunto, viéndome a los ojos.

Me encantaban sus ojos verdes, eran tan lindos, pero se notaban tristes.

-         Eso creo. – dije sin mucho interés.

-         Sabes que no deberías hacer eso, no sabes cómo sería la situación económica de todo el mundo.

-         Pues ellos tienen la culpa por haber nacido pobres.

-         Maldito ingrato. – jalo un mechón de mi pelo.

-         Sabes que soy así. – empecé a reírme, él también lo hizo.

Después de hablar de cosas triviales y de reír mucho, en ambiente se volvió serio, o eso creía yo.

-         Nathaniel… - dije un poco apenado. – Tengo que decirte algo. – el volteo confundido.

-         ¿Qué cosa?

-         Yo… yo…. – no podía decirlo.

-         ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? – se acercó a mí, ya preocupado.

-         ¡No! – le dije, alejándolo. – Tengo que decirte algo muy importante… algo que… puede cambiar las cosas entre los dos… q-quiero que me aceptes y… oh Dios, ¡esto es tan patético! – sentía las lágrimas venir.

-         ¡Ve al punto! – dijo ya histérico.

-         Está bien, está bien… Nathaniel yo... – lo vi a los ojos, tan severo como siempre, no pude evitar una sonrisa. – Soy gay.

El primero paso por sorpresa a estar confundido.

-         ¿En serio? – pregunto.

-         Eh, sí.

-         Oh. – mierda, es mejor de lo que pude imaginar. – Significa que… ¿ya has besado hombres?

-         Pues, sí.

-         ¡Increíble!… y ¿Cómo cuantos han sido? – de acuerdo, eso es raro.

-         P-pues no lo sé, tal vez 6 o… 8 – dije un poco nervioso.

-         Ah… y, ¿desde cuando eres gay?

-         ¡Está bien Nathaniel! ¡Si no quieres que te vuelva a hablar no tenías que hacer todo esto! – le grite, levantándome del sillón.

Él también se levantado.

-         Hey, nunca dije que no sería tu amigo solo por eso. – dijo serio. – Solo que…

Oh mi… ¡Dios! ¡Nathaniel esta sonrojado!

-         ¡Te ves tan tierno! – empecé a reír.

-         ¡Cállate! – dijo tan rojo como su cabello.

-         De acuerdo, de acuerdo… ¿decías?

-         Es la primera vez que alguien me ha dicho que es gay… y me sorprende que hayas besado a tantas personas porque… - volvió a sonrojarse.

-         ¿Por qué…?

-         ¡Porque yo no he besado a nadie! ¡¿De acuerdo?!

Se veía tan tierno de esa manera, sonrojado y apenado. Tratare de molestarlo más…

-         ¡Oh! Mi pequeño y hermoso Nath no ha besado a nadie. – dije abrazándolo. - ¿Ni siquiera de pequeño?

-         No. – dijo enterrando su cara en mi pecho.

-         Pues nunca beses a una chica.

-         ¿Por qué? – pregunto mirándome a los ojos.

-         Porque eres demasiado tierno para ellas.

-         ¿Tierno? – dijo separándome de él. - ¡Yo no soy tierno!

-         Por favor Nathaniel, hablas con un profesional. Yo sé de lo que hablo.

-         ¿Entonces que me sugieres? ¿Qué sea gay?

-         Por supuesto, es lo mejor. – dije tratando de sonar serio.

-         ¿Cómo sabes de que me puedan gustar los hombres? ¡No he besado a ninguno! – dijo histérico.

-         ¡Pues hoy comprobaras eso! – dije.

Me acerque a él y tome su rostro. Le sonreí antes de plantar mis labios en los suyos, empecé a moverlos, esperando a que Nathaniel siga el ritmo.

Si lo hizo.

Si este es su primer beso, entonces no debe olvidarlo nunca. Pensé.

Mordí su labio inferior y lo jale para poder separarlo, metí mi lengua buscando la suya. Mis manos sentían el calor de su cara, debería estar igual a un tomate.

Ojala le pudiera tomar una foto.

Nos separamos, Nath estaba jadeando.

-         Imbécil… - decía. – ¡Casi muero asfixiado! – yo solo me limitaba a reírme.

-         Fue un buen beso. – le dije. - ¿Te gusto?

Volvió a sonrojarse. Esta vez estaba preparado y prepare mi cámara. Sonó el <<Clic>> y el pelirrojo se dio cuenta de lo que hacía.

-         ¡La enmarcare! ¡Lo juro! – empecé a correr, porque me quería quitar el teléfono.

Cuando al fin me alcanzo y estaba encima de mí me quito el teléfono y vio la foto.

-         Jamás enmarcaras esto. – y la borro.

-         ¡Oh vamos! Era una buena foto Nath… - dije haciendo un puchero

-         ¡Por supuesto que no! Parezco una…

-         Es por eso que no eres mi tipo.

-         ¿Qué?

-         Nada. – dije quitándomelo de encima. - ¿Y qué dices del beso? – dije poniendo una sonrisa, el me devolvió el teléfono.

-         Digo… que tú tampoco eres mi tipo. – me sonrió.

Empezamos a reír.

-         De acuerdo, dame el teléfono, tengo que llamar a alguien.

-         ¿A quién?

-         A mi chofer, debo decirle que esta despedido.

-         En vez de despedir a tantas personas, ¿Por qué no te compras un auto?

Lo vi, como si estuviera loco, o como que nunca se me hubiera ocurrido eso.

-         Eso… hare. 

Notas finales:

Dejen sus reviews~

Hasta el fin de semana!


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