Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vidas Perfectas por Mozart

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola mis queridos lectores! ¿Cómo les va en la vida? Espero que bien. 

¡Aquí el capítulo esperado de la semana! Espero que les guste :3

 

Nota:

Este capítulo está narrado por Andrew.

Bien… Nathaniel no sabe sobre lo de Matt y yo, así que, no me va a ayudar a menos que le diga la verdad, pero prefiero no hacerlo… Me daría más problemas de los que ya tengo con mi Querido primito…

Iba de camino hacia un bar, pasar un fin de semana en uno no es mala idea… Pero ya tenía más de una hora buscando en el que la pase la última vez, pero estaba tan borracho que ni siquiera recuerdo como había regresado a casa. De un momento a otro ya estaba… No quiero admitirlo… perdido, si, ¡Yo! Andrew Grimm perdido en las inmensas calles de Londres, no entiendo cómo pudo cambiar tanto en tan pocos años. [1]

Ahora que lo noto… ¿Cuándo fue que anocheció tan rápido? ¿Dónde están las personas? ¿¡En dónde me metí!? 

Mire alrededor para poder ubicarme… nada, absolutamente nada. Todo estaba oscuro, las pocas personas que había visto antes ahora se encontraban entre 10.

Empezaron a aparecer edificios, viejos edificios…

Me van a robar, maldita sea…

Personas con suéteres del doble de su tamaño…

Me van a violar…

Que iban en grupos…

Me van a robar, luego me violaran y me torturan hasta matarme…

O eso pasaba por mi cabeza.

-          ¡Mierda! – frene lo más rápido que tuve, no otra vez…

Baje del auto.

No lo mate, no lo mate, no lo mate.

-          ¿Estás bien? – le pregunte.

Sentí un “deja vú” en ese momento, como si ya hubiera pasado por esta situación…

-          Estoy bien, imbécil. – me contesto. - ¿Acaso esta será la única forma en que nos encontremos? – dijo con ironía.

-           Siempre que no te mate, claro. – esta vez no me moleste.

Me sentía, por alguna razón, aliviado.

-          ¿A dónde vas?

-          A mi casa. – se fue hasta mi auto y abrió la puerta de copiloto – Llévame. – y entró.

Yo lo seguí, entre a mi auto y arrancamos.

-          ¿Qué hacías por aquí? – me pregunto.

-          Pues… estaba recorriendo Londres. – dije.

-          ¿En las zonas bajas? ¿Acaso estás loco? Pudieron robarte con facilidad…

-          Y violarme… - seguí.

-          ¿Qué?

-          Nada.

El rio, era la primera vez que escuchaba su risa… Era tan linda que, me recordaba a una persona… Yo también empecé a reír.

Estacione el auto en frente de su casa. Él aun no bajaba. Me miro y pregunto.

-          ¿Quieres entrar?

-          Claro.

Bajamos y entramos.

-          Supongo que para ti será algo humilde… - empezó a decir.

Mire con detenimiento, era cierto, era muy humilde, pero había algo, otra cosa que la llenaba.

-          Me gusta.

-          No tienes por qué mentir, ¿sabes?

-          No… es muy cálido, no he sentido esto desde hace mucho tiempo.

Entonces de la nada apareció una anciana con rasgos asiáticos, tarareando una canción.

-          ¡Elliot! ¿Dónde estabas metido? – pregunto la señora. – Te estaba buscando para que me ayudaras con la cena…

-          Abuela, te dije que iba a salir.

-          ¡Mentira! – grito apuntándole con un dedo – No intentes engañar a tu anciana abuela.

El suspiro, como si esto ya le hubiera ocurrido muchas veces. Yo lo consideraba gracioso.

-          ¡Oh! ¿Quién es usted joven? ¿Un ladrón, tal vez? – dijo la señora viéndome.

Esto ya no es gracioso…

-          Él es un amigo. – respondió Elliot. Ella lo vio sorprendida.

-          ¿Un amigo? – ahora me veía a mí.

-          Me llamo Andrew Grimm, señora. Mucho gusto. – le dije con una sonrisa.

-          ¡Y es educado! – grito de alegría – Richard, ¡Richard, ven a conocer al amigo de Elliot! – y salió corriendo.

Elliot se llevó una de sus manos a la cara.

-          Esta anciana cada día está más loca. 

-          A mí me pareció graciosa. – le dije. – Por cierto, ¿quién es Richard?

-          Él es…

No termino de hablar porque escuchamos unas voces que venían de adentro.

-          ¿Amigo? ¿Cuál amigo? ¿Mujer, estás loca? – era de otro chico.

-          ¡No! Trajo a un amigo, y es muy lindo. – recalcando la última palabra.

-          Abuela, dices eso de todos sus amigos.

-          Sí, pero este es el más lindo.

Reí por lo que dijo.

Llegaron a la sala. Un chico de cabello castaño, ojos negros, y un poco bronceado. Miro a Elliot primero y luego paso su mirada hacia mí.

-          Él es mi hermano.- dijo Elliot.

-          ¿Tu hermano?

-          Si, ¿algún problema? – dijo el mayor serio.

-          N-no… solo que no se parecen mucho. – este tipo me pone nervioso. – Me llamo Andrew, mucho gusto. – levante mi mano, esperando a que la estrechara, pero solo se quedó viéndola.

-          Richard… lo mismo digo. – ignorando mi mano.

La abuela de Elliot me invito a sentarme, era muy amable, es una lástima que yo nunca haya conocido a mi abuela… Ojalá haya sido como ella.

-          Y dime, ¿Cuántos años tienes? – me pregunto.

-          Tengo 20 años.

-          ¡Ah! Mi Elliot tiene 18, pero Richard tiene 27, la verdad es que no sé qué hace aquí, debería buscarse una novia… y casarse. La verdad es que me estorba aquí. – dijo como si nada.

-          ¡Vieja del demonio! – él le grito rojo de la ira.

-          ¿Vez? ¡Me insulta! – ahora ella le grito.

Elliot solo se quedaba callado, pero luego reacciono. 

-          Abuela. – dijo, haciendo que la pelea se terminara. – Creo que se te quema algo.

-          ¡Dios santo! ¡Mi comida! – y salió corriendo.

Esta familia es tan rara. Pensé.

-          Entonces, Andrew… - me habló Richard. – Supongo que estas estudiando algo, ¿no? 

-          Pues… estudiaba Administración de Empresas, pero lo deje. Estudiaré Escritura Creativa. – dije orgulloso.

Me imaginaba siendo un escritor famoso. Que todas las cosas que tuve que sacrificar no hubieran sido en vano…

-          ¿Escritura Creativa? ¿Acaso estás loco? ¡Morirás de hambre! – dijo con su misma expresión de seriedad. – Muy pocos escritores triunfan… Pensé que eras alguien inteligente, pero veo que sigues siendo un niño.

Me sentí ofendido al decirme eso, pero la verdad, no era la primera vez que lo escuchaba.

-          ¡La salve! – llego la abuela con una olla humeante en sus manos. – Ahora; Elliot, ve por los platos especiales.

-          Voy. – dijo levantándose.

-          Richard, tu pon las cosas a la mesa. – él también se levantó.

-          Voy. – le contesto.

-          Y Andrew. – me sobresalte cuando me nombro. – Sígueme.

Ella entro a la cocina, y yo la seguí. Dejo la olla a un lado de la mesa y saco un cucharón.

-          Espero que te guste la sopa.

La odio.

-          Dime, ¿alguna vez has probado Ramen?

-          ¿Ramen? No, nunca.

-          ¡Pues vas a probar el mejor Ramen del mundo! – exclamo de alegría-  Es una sopa japonesa. Yo la preparaba muy seguido cuando apenas era una niña y me salía de maravilla. – decía con nostalgia. – Pero tenía cosas que hacer aquí. – volteo a ver a Elliot que le pasaba un bol. [2].

 

-          Ya está servido. – sonrió. - Ahora, ve a sentarte, shu shu. – hizo un ademán con las manos y me fui a sentar.

-          Le caes bien a la abuela. – dijo Elliot que se sentó a mi lado, poniendo un plato de Ramen enfrente mío. – Eso es muy raro. – también dejo unos palillos.

¿Dónde están los cubiertos?

Se nos unieron a la mesa la abuela y Richard.

Empezaron a comer con los palillos que tenía al lado. Yo trate de hacer lo mismo, pero era muy difícil poder tomar los fideos de esa forma.

Y… ¿qué era eso?

Escuche algunas risas, eran las de Elliot y Richard, sentí sonrojarme un poco de la vergüenza.

-       Andrew, querido, sé que eres británico, pero creo que también es de mala educación jugar con la comida. – dijo la anciana en reproche.

-       L-lo que pasa… - empecé a decir.

-       Andrew no sabe cómo utilizar los palillos, abuela. – ella lo vio sorprendida.

-       Elliot no digas estupideces, por supuesto que debe saber cómo usarlo, ¿no? – me vio.

-       Lo que dice Elliot es cierto… - dije apenado.

-       Oh, vaya… Qué problema… y yo que pensé que sería una buena ocasión… Elliot, puedes ayudarlo, no debe desperdiciarse la comida. – él asintió.

Elliot se acercó a mí y tomo los palillos, yo intente hacer lo mismo pero no funciono.

-       No, es así. – tomo mi mano, haciendo que los sujetara correctamente.

No me había dado cuenta de lo cerca que estábamos Elliot y yo, o la mirada acusadora de su hermano ni tampoco la gran sonrisa que tenía su abuela al vernos. Pero él también lo noto, alejándose bruscamente, directo a su asiento, bajo la mirada, pero note sus mejillas un poco coloradas. Sonreí en mis adentros.

 Esperen, ¿por qué sonrío?

 Terminamos la cena, y esa anciana tenía razón, ¡esa sopa estaba riquísima!

-       Ya es hora de irme. – dije.

-       ¿Ya te vas? ¡No! Tengo que tomarles una foto. – dijo la abuela.

-       ¿Foto? – pregunte extrañado, ella asintió.

Richard se limitaba a mirarme con desprecio, como si hubiera matado a alguien.

-       ¡Richard! ¿Pero qué haces ahí parado? ¡Ve a buscar la cámara! – le reprendió.

Él fue a buscarla con mucha tranquilidad.

Espero que no vuelva.

-       Vieja, ¿para qué quieres una foto? La senilidad ya está empezando a afectar tu cabeza.

-       Niño mal agradecido, ¿pero quién te educo de esa manera? – dijo con expresión de dolor.

-       Fuiste tú.

-       Deberías comportarte ante tú novio, pero que modales…

¿Acaso escuche bien?

-       Abuela, espera… ¿Qué dijiste? ¿Novio? – dijo con los ojos muy abiertos.

-       Hijo mío, seré vieja pero no ciega. ¿Acaso crees que me tragaré el cuento de “amigos”? ¡Já! – dijo triunfante.

-       ¡Maldita vieja loca! – grito antes de lanzarse contra su abuela, pero se detuvo al ver a Richard parado al frente de ellos.

Con expresión ensombrecida, que daba temor acercársele.

-       Toma la cámara, abuela. – dijo fulminándome con su mirada, regresando a su habitación, no creo que vaya a regresar…

Estoy muerto.

-       Ahora Richard está enojado contigo. – le dijo con voz cantarina y soltó una carcajada, detuve a Elliot antes de que cometiera algo de lo que se podría arrepentir. – Gracias, Andrew, tu si tienes compasión por una débil anciana.- dijo noblemente, asentí.

Elliot estaba molesto, no solo con su abuela, sino, que también conmigo.

-       Tengo que tomar la foto, pónganse juntos. – hicimos lo que dijo. - ¡Vamos! Muestren más cariño, pueden confiar en mí. – lo dijo de una manera tan descarada. No puede evitar reírme.

Elliot y yo… Su hermano me mataría…

Elliot tomo mi brazo, sonrojándose.

Sentí el flash en mi cara, y parpadee varias veces para poder volver a ver con normalidad.

-       ¡Pero que linda foto! Le enmarcare. – dijo sonriendo y salió corriendo, pero regreso. – Regresa cuando quieras Andrew, siempre serás bienvenido. – me dijo con gentileza y volvió a salir.

-       Gracias… supongo. – conteste.

Pase mi mirada hacia Elliot, él era como 7 centímetros más bajo que yo. Su cara aun con un leve sonrojo, no queriendo alzar la vista, avergonzado, indefenso… realmente tierno.

-       Tengo que irme. – dije viendo la hora. – Ya es tarde. – él asintió y me acompaño hasta la puerta.

-       Pudiste notar que mi familia no es muy normal. – me dijo. – Y lo que dijo la abuela – su cara volvió a sonrojarse y desvió la vista. – Solo no le prestes atención. – sonreí al ver su reacción tan infantil.

Tome su rostro y lo alce, haciendo que me viera. Su piel era tan suave, lisa, hermosa.

Andrew, compórtate. Sabes muy bien lo que paso la última vez…

-       Tu abuela es muy buena. – le sonreí. – Yo nunca conocí a la mía… Pero tú tienes suerte. – él sonrió.

-       Pues entonces, vuelve cuando quieras. Por cierto, ¿Cuál es tu número? – arquee una ceja.

-       Parece que intentaras ligar conmigo, Elliot. – él se sonrojo.

-       ¡N-no es eso! – chilló. Le di mi teléfono.

-       Anota el tuyo. – él lo hizo.

-       ¿Me llamaras? – preguntó, devolviéndome el teléfono.

-       ¿En serio no intentas ligar conmigo? Pues lo estás haciendo muy bien. – dije, sorprendiéndome por su acción repentina.

Tomo mi rostro muy rápido y me dio un casto beso en los labios. Sonreí gustoso por eso.

-       Trata de que no te violen en él camino. – dijo, ahora sin una pizca de vergüenza.

Me cerró la puerta en la cara.

Ya me preguntaba donde había quedado ese Elliot que casi atropello en la carretera.

Fui hasta mi auto, sentándome en el asiento de piloto. Pase mi dedo pulgar en mi labio inferior. Reí por lo que acababa de pasar, tan extraño y tan… ¿bueno? ¿Pero en que estoy pensando?

Voltee a ver la puerta de su casa.

Tal vez… Si me arriesgaría por él.

Encendí el auto y salí de ese lugar.

 

Llegué a casa, entre y no escuche a nadie.

-       Mierda.

Subí lo más rápido que pude hasta la habitación de Matt. Vacía.

-       ¿¡Es que acaso tengo que ponerle cadenas para que no salga!?

Escuche la puerta abrirse y baje a ver. Matt, me vio sorprendido, esperando a que le gritara. Pero no lo hice, ya no tiene sentido.

-       Pensé que no regresarías. – dijo, subiendo las escaleras.

-       Tenía pensado hacer eso, pero regrese. – lo seguí.

-       Eso lo note.

-       ¿Te molesta? – él se detuvo al frente de su puerta, sin verme.

-       Sí. – pude notar que su voz no era la normal. – No me molestes más.

Cerró su puerta, suspire resignado.

Eres un desgraciado Andrew.

Notas finales:

[1] Esto me recordó que mi madre después de 6 años de su último viaje, se sentía perdida.

[2] Son recipientes redondos.


¿Les gustó? Espero sus lindos reviews :3 

¡Hasta la proxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).