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Vidas Perfectas por Mozart

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Eran más de las 6 cuando me di cuenta, y no tuve más opción que llamar a Frank, mi mayordomo, un hombre alto y esbelto de unos 45 años, le tengo aprecio, pero a veces puede llegar a ser un poco molestoso.

Marque su número grabado en mi teléfono… sonaron 2 tonos y contesto.

-         ¿Dónde estás? – escuche su voz monótona. Él no era muy expresivo.

-         En el colegio… - silencio.

-         De acuerdo. – colgó.

Creo que entendió porque me quede hasta tarde.

El entiende todas mis expresiones, una vez le dije “No es necesario que me sigas cuidando, yo puedo estar bien solo” Ese fue el único día en que lo vi cambiar de expresión a una de enojo “No voy a dejarte solo porque me lo pidas, quieras o no” Ese día me sentí… querido por alguien.

Vi el auto acercarse y se estaciono al frente mío. Abrí la puerta y me senté en el puesto del copiloto.

-         Hey, Frank – le salude, saque mi teléfono seguido de los audífonos.

-         ¿Por qué tan tarde esta vez? – Me puse lo audífonos y empecé a buscar una canción cualquiera.

-         Por un castigo. – Dije sin interés, el dejo de hacerme preguntas.

“Smells Like Teen Spirit” de Nirvana. Movía los dedos al ritmo de la música, tarareando la canción.

 Load up on guns and

Bring your friends

It's fun to lose

And to pretend…

Sin nada más que hacer, mire por la ventana en todo el camino. Siempre pasábamos por un viejo parque.

 

She's over bored

And self assured

Oh no, I know       

A dirty Word.

Viendo a los padres tomando de la mano a sus hijos dando paseos, ancianos sentados en la bancas viendo a los niños correr. Pero cuando veía a esos niños tan felices una nostalgia profunda me invadía, todos esos recuerdos que siempre trate de olvidar, recobraban vida, deje de venir a este tipo de lugares, no era lo suficientemente fuerte como para contener las lágrimas que salían por si solas de mis ojos.

Odiaba admitirlo pero… extraño esos momentos.

I'm worse at what I do best

And for this gift I feel blessed

Our little group has always been

And always will until the end…

-         Regresaron…

Hablo Frank, sacándome de mis pensamientos…

-         ¿Regresaron?... – tarde unos minutos en procesar esa frase… - ¿Eh? ¿Tan pronto?

-         La junta en Alemania tardo menos de lo que pensaron y también llego Lya de sus vacaciones.

-         ¿Para qué? Ellos odian esa casa

-         No lo sé, pero tu padre tiene noticias dijo que tenía que hablar contigo.

No dije nada más. Me tenía algo que decir… nunca me dice nada a mi… ¿qué quiere esta vez?

-         Por cierto - volvió a hablar-  No están muy felices.

-         Si… me lo imaginaba.

Llegamos a la casa o mansión como quieran decirle, llevo el auto al frente de la entrada, me baje y antes de cerrar la puerta.

-         Suerte. – me dijo.

-         Si - cerré y se fue a aparcar el auto en el garaje.

Abrí la puerta y estaban todos ahí, como hace casi 12 años atrás, George sentado en el sofá sin expresión alguna, Luke con el ceño fruncido y Lya muy poco interesada en lo que ocurra. Mire a papá

-         Hola papá – seguí con la mirada a los rostros de mis hermanos – Hola.

-         Hola hijo. - dijo papá, levantándose de su asiento - ¿porque tardaste tanto? Son las casi las 7, pensé que llegabas más temprano.

-         Tenía cosas que hacer y… tarde más de lo esperado. – Fue lo mejor que se me ocurrió en ese momento.

-         Fue castigado – Escuche la voz de Frank, maldición ¿es que no se pudo quedar callado?

-         ¿El primer día? No me sorprende de ti. – Dijo Luke con cierto aire de superioridad.

 Solo porque es el mayor y el heredero se cree el mejor de todos… aunque, de todas formas quedo mal con eso, seguiré siendo el hijo problema de todas formas.

-         Si… Lo siento.

-         De acuerdo, ya no importa ¿por qué no cenamos todos juntos? Tenemos mucho tiempo sin pasar tiempo juntos ¿no? – Sonrió George al decir esto último.

Fue extraño ese cambio repentino de tema, tengo un mal presentimiento sobre esto. La llegada de todos ellos también era algo extraño, ¿qué demonios pasa?

-         Si, espera un momento, ya vuelvo.

Subí a mi habitación, busque ropa decente en el armario y me vestí rápido. Quería saber rápido de que quería hablar.

Baje rápido las escaleras tratando de no caerme en uno de los escalones, todos ya estaban sentados en la gran mesa que casi siempre estaba vacía.

-         Perdón por la tardanza. – me disculpe.

-         No te preocupes, ya estamos acostumbrados. – Esta vez fue Lya la que hablo, abriendo por primera vez su boca.

Pues en toda la cena fue silenciosa, no fue hasta que termináramos que George hablo, pero justamente a mí. Empezó con su usual tono “Nathaniel tengo que hablar contigo”, nos dirigio a todos a la “gran sala” como yo le digo y después hace una introducción de cada charla y llegando al punto.

-         Lya se va a casar.

Esperen… ¿Lya? ¿Lya la insoportable hermana? ¿Lya la infantil? ¿Lya? ¡¿Estamos hablando de la misma Lya que conocemos todos?! ¡¿Se casara?! Pobre hombre… no sabe lo que le espera.

Tarde unos momentos en pensar en una respuesta que no ofendiera a mi padre o a alguna otra persona.

-         ¿Quién es? – fue lo único que se me ocurrió.

-          Christopher Wright, es el hijo único y heredero de las empresas de su padre, que por cierto, el mismo planeo la boda de Lya y su hijo.

Ahora todo tiene más sentido, no es por ofender, pero Lya jamás encontraría a un hombre que la pueda soportar. Es una niña en el cuerpo de una adulta.

-         Oh, bien. Felicidades. – dije moviendo la cabeza hacia Lya.

-         Gracias.

-         Pero no ha llegado a la mejor parte, ¿cierto papá? – dijo Luke.

-         ¿La mejor parte? – por alguna razón eso no debe ser bueno.

-         Cierto… - parecía dudar si decírmelo o no.

-         Venderemos esta casa. – Luke, la persona que siempre era seria, estaba tan feliz que no lo podía creer.

El siempre odio esta casa y no solo el, también Lya y George siempre les obedecía en todo lo que ellos decían. Pero, porque de todas las cosas ¿tenían que tocar esta casa?

-         Oh vamos Nathaniel, esta casa ya está muy vieja, además, no nos sirve de nada. No te preocupes.

No, no dejare que la vendan por nada en el mundo, es mi casa, no la de ellos.

-         No la venderán.

-         Esa no es decisión tuya. – me levante del sillón y me acerque a Luke.

-         Esta tampoco es tu casa, pero tomaste la decisión. – me miro con esos ojos amarillos. Me odiaba, eso era obvio.

-         No fue decisión mía, fue la de papá.

-         Por favor, todos sabemos que papá haría todo lo que tú le dijeras. – Quería golpearme, lo sé. Pero George hablo.

-         ¡Nathaniel! Deja de pelear con tu hermano. Ve a tu cuarto, no quiero verte por ahora. - “Nathaniel” El culpable de todo.

-         Por favor, George. Tu ni siquiera me vez, ¿y te hartas de mí tan rápido?. – Ahora él era el que quería golpearme. Levanto su brazo, se detuvo.

-         Ve a tu cuarto, ahora. – me dijo con enojo.

 

Me fui de ese  lugar. Subi las escaleras a tropezones, cai en uno de ellos, mis manos salvaron de romperme la nariz. Empece a llorar.

 

Fui al ático, en ese pequeño y oscuro espacio de la casa estaba mi salida, llena un poco de polvo pero aún muy cuidada, el piano. Fue el primero que toque, era de mi madre y ella me enseño con ese, cuando ella murió dejo varias cosas, como una caja llena de discos y toda una buena colección de música. También las pinturas que hacía y… Su diario, hacia un tiempo lo encontré dentro del piano, pero no lo he podido leer, tiene llave y aun no la he encontrado. Por alguna razón debió esconderlo hay, aunque no recuerde mucho de ella, sé que es algo importante como para esconderlo. Trate de romper la cerradura pero si lo hago el diario se rompería.

En los lugares más recónditos de la casa no hay nada. Tampoco dentro de las cajas, mucho menos en los cuartos. Nunca fui bueno encontrando cosas… ¿Por qué encontraría una pequeña llave en una casa 100 veces más grande que ella?

Me senté en el taburete del piano, me voltee un poco y apoye mi codo en algunas teclas haciéndolas sonar, puse mi cara apoyándose de mi mano, mire la puerta del balcón que estaba al frente mío. Me levante y la abrí, lo primero que puse notar fue la fuerte brisa que chocaba con mi rostro. Me fui acercando a la barandilla, la sujete con mis manos y me fui acercando para ver el suelo.

-         ¿Una persona podría sobrevivir con una caída de 5 metros? – dije a la nada.

-         Pues yo creo que no. – Escuche esa voz. Voltee.

-         ¿Tu otra vez?


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