Chinjao reveló su identidad, Lucy era en realidad Luffy, por pura pena, reacciono de manera violenta y diciendo mentiras. El, Cavendish capitán de los Piratas Hermosos apodado como "El Caballo Blanco”, "El Príncipe Pirata", en realidad no odiaba a Monkey D. Luffy, todo lo contrario, se había enamorado al verlo pelear por salvar a su hermano.
En cuanto la pelea del Bloque C termino y Luffy salió vencedor, Cavendish estaba escondido, para verlo, pero Bartolomeo llegó a usurpar su lugar y termino frente a él de nuevo, en medio de toda la pelea que se desató, tomó la mano del chico de goma y corriendo, lo llevó hasta una habitación solitaria.
-¡Hey! ¿Por qué me traes aquí? ¿Vas a intentar matarme? –Luffy acomodó su sombrero mientras miraba al hermoso hombre frente a él.
-Yo no quiero matarte… -arrincono a Luffy contra la pared, poniendo sus brazos a los lado de la cabeza pelinegra, acercándose peligrosamente a su cara. –La verdad no te odio…
Fue callado por un dulce beso.
-Ya lo sé. Shishishishishishi… Me di cuenta cuando Chinjao me descubrió. –Cavendish no se lo podía creer, ¿tan obvio había sido? – ¡Eres lindo! –el rubio se sonrojó, nunca pensó que Luffy le diría algo así. –Entonces… ¿Por qué me trajiste aquí?
-Pronto lo sabrás Luffy…
Una vez más unieron sus labios, solo que esta vez el mayor llevaba el ritmo por completo, y era uno salvaje, necesitado, sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo del menor que solo podía estremecerse ante el tacto del otro, pronto las armaduras y la ropa comenzaron a desaparecer de los cuerpos para aparecer en el suelo.
Los suspiros y gemidos también comenzaron a llenar la habitación, las lenguas peleaban dentro de la boca ajena y por momentos fuera de ambas, aunque pronto la boca de Luffy se vio inundada por tres dedos que fueron rápidamente lubricados.
-Vaya, parece que sabes que hacer… -Cavendish dirigió sus dedos a la entra del chico que estaba abrazado a él, enredando sus brazos en su cuello y su piernas en su cadera. -¿Has hecho esto antes? –preguntó algo molesto.
-Ah…n...no… -Luffy gemía esperando a que esos dedos dejaran de jugar fuera he hicieran su trabajo. –Yo…mire como…ngh…Zoro y Torao…
-Ohh, que Primer Oficial tan pervertido tienes…
En ese momento sus tres dedos ya estimulaban la próstata que encontraron hábilmente, haciendo imposible que el pequeño capitán formara una frase coherente. Cavendish entró de una sola embestida cuando sintió el aliento de Luffy en su cuello antes de que este lo mordiera, seguramente dejándole una marca.
Como castigo no espero mucho tiempo para comenzar a moverse en un ritmo cada vez más rápido y desenfrenado hasta que ambos hombres llegaron a la cúspide del placer. Jadeando, el rubio salió lentamente de su amante, en completo silencio comenzaron a vestirse y justo cuando estaba por salir, una mano lo detuvo.
-¡Esa marca demuestra que eres mío! –Luffy señalaba infantilmente al cuello marcado del contrario.
-Jeje… me pregunto de donde lo habrás aprendido. –Cavendish sonrió antes de inclinarse un poco y besar suavemente los labios que asemejan los pétalos de rosa. –Tú también recuérdalo Mugiwara no Luffy, tú también me perteneces pequeño…