-con esto terminamos. – dijo el traumatólogo al culminar el vendaje funcional en el tobillo. -¿Cómo lo sientes?- le preguntó a su paciente.
-mucho mejor, ya me había cansado de llevar el yeso.- respondió JiYong. Después de casi mes y medio por fin pudo ver su pie, lucía bastante pálido. Aunque sólo fue por unos minutos ya que luego el galeno tuvo que ponerle un vendaje por que aun no estaba completamente recuperado.
-desde mañana podrás iniciar la rehabilitación con los terapeutas.
-¡eso es buenísimo!- exclamó emocionado.
-¿Qué es buenísimo? – interrogó la madre del paciente al entrar al consultorio. Había salido para contestar la llamada del padre de su hijo, quien le preguntó si estaban en el centro médico.
-desde mañana iniciaré la rehabilitación y me sanaré. –explicó sonriéndole.
-¿Eso es verdad? –inquirió la señora.
-su hijo tiene razón…- vio como ambos se entusiasmaron, por lo que habló rápido. –, pero deberá tener paciencia. No debes sobre exigirte si no terminaras peor.- le advirtió.
-obedeceré todo lo que me digan.- respondió sonriéndole.
-eso sería todo conmigo. Los enviaré a rehabilitación y si está de acuerdo mañana mismo puede empezar.- hizo unos apuntes en unas hojas y se lo entregó a la señora kwon.
-muchas gracias por todo doctor.- en su rostro se plasmaba la tranquilidad de saber que por fin su hijo volvería a andar como lo hacía antes.
-no es de nada. Siempre es un gusto ver como mis pacientes se recuperan.
-muchas gracias doctor. – dijo JiYong, tomando sus muletas para levantarse de la camilla.
-cuídate JiYong. – respondió el traumatólogo.
-Eso haré.
-nos vemos.
-adiós. – dijeron madre e hijo saliendo del consultorio.
-Chicos vengan a recoger sus trabajos.- dijo la profesora de biología.
Cada alumno fue hasta el pupitre de la profesora y recogieron sus trabajos, cuando un pelinegro alto llegó la mujer lo miró y sonrió.
-buen trabajo Seung hyun. – comentó ella. El joven curioso por sus palabras abrió la monografía y en la hoja resaltaba un diecinueve como nota.
-gr…acias. – tartamudeó sorprendido. Era la primera vez que obtenía aquella nota en ese curso, más bien en todos los cursos. Se dio la vuelta dispuesto a regresar a su lugar cuando se halló frente a frente con el delgado, pero éste lo ignoró y siguió su camino al pupitre de la maestra.
-excelente trabajo MinHo. – dijo la profesora.
-gracias.- tomó las hojas y volvió a su asiento en silencio.
De reojo el pelinegro observó al delegado, quien parecía haber trasnochado. Supuso que era porque tuvo que hacer dos trabajos de biología. Sonrió al saber que lo tenía bajo su poder, sin embargo una pequeñísima sensación de remordimiento se asomó.
-por primera vez lo tengo en mis manos, así que nada del buen Seung hyun por ahora. – dijo para sí mismo, quitó la vista del delegado y prestó atención a lo que decía la profesora.
“Ding, Dong”
-hola MinHo- saludó la señora kwon al abrir la puerta de su hogar.
-buenas tardes.- contestó ingresando a la casa.
-¿Te encuentras bien?- preguntó al ver las ojeras bajo sus ojos.
-sí, es solo que no dormí bien anoche. – dijo con media sonrisa, y es que no tenía el ánimo para siquiera fingir estar bien.
-entonces debiste quedarte en casa y descansar, ¿Cómo vas a estar así?, te puedes enfermar. – su lado maternal salió a flote.
-prometí ayudar a JiYong, no puedo faltar a mi palabra.
-no, no, no.- negó repetidas veces.- quiero que te cuides. Ve a tu casa y recupera todas las energías que has perdido. Te lo pido yo como madre, ¿puedes hacerlo por favor?- lo miró con súplica.
El delegado exhaló y asintió.-agradezco su preocupación, la escucharé.- ella sonrió.
-verás que te sentirás mejor cuando hayas dormido, y no olvides alimentarte.- le aconsejó.
-haré lo que me dice y por favor discúlpeme con JiYong.
-de eso no te preocupes.
-adiós.- realizó una venia de despedida y salió de la casa.
-chicos vuelvan a sus posiciones, es la ultima practica. – dijo el profesor de baile.
Los jóvenes se formaron en una línea recta y cuando la música volvió a sonar, se desprendieron y empezaron el baile. El profesor los evaluó en silencio; observando el desempeño de cada uno, haciendo anotaciones en una hoja, corrigiendo ciertas posturas mal hechas, etc. Al terminar la canción todos se detuvieron sincronizadamente. El hombre los aplaudió por el trabajo que hicieron.
-buen trabajo, vayan a ducharse.
El profesor salió con su maletín de la sala de baile y caminó hasta llegar al ascensor, presionó el botón del piso más alto y dejó que las puertas se cerraran. Al llegar, caminó hasta la única puerta que había en el lugar, tocó tres veces e ingresó.
-buenas noches, señor Yang. – saludó educadamente a su jefe máximo.
-profesor buenas noches. – Dijo el dueño de YG, desde su asiento.- ¿Qué lo trae por aquí?- cerró el folder con los documentos que leía y con una seña le indicó al otro hombre que se sentara.
-he hecho lo que usted me ha pedido.- de su maleta sacó un folder azul y se lo entregó.
Yang revisó con detenimiento cada hoja, mientras pasaba asentía y hacía ciertos gestos con la cara. Llegando a la hoja final miró al profesor y le preguntó.
-¿Está seguro que solamente ellos?
-sí, ellos son los mejores.
-bien, - cerró el folder y lo guardó en el cajón de su escritorio.- usted se encargará de decirles, pero espere hasta el viernes.
-como usted diga, estoy seguro que se sentirán muy felices cuando lo sepan. – esbozó una sonrisa.
-también lo creo. – sonrió.
-no le quito más tiempo, me despido.
-cuídese profesor, adiós.
JiYong estaba disfrutando de un rico emparedado mientras veía una película en la televisión. En realidad, no estaba prestando atención a la película sólo la puso para no sentirse solo en la oscuridad de su habitación. Y es que era extraño, pero desde hace dos días, contando con ese, no había visto a ninguno de los pelinegros. Omitiendo lo que le había contado su madre de MinHo, eso de que parecía un poco enfermo. Bueno no le importaba mucho de todos modos. Lo que sí le parecía curioso era que Seung hyun tampoco se había asomado por su casa en ese tiempo y eso definitivamente le preocupaba bastante. Ni siquiera una mísera llamada había recibido. Se sentía abandonado. No tenía con quien compartir la emoción de haber dejado el yeso y estar a poco tiempo de volver a caminar.
-¡Qué aburrido!- chilló como niño de cinco años y dejó su emparedado a un lado de la cama a medio comer. Exhaló con los brazos cruzados y la frente arrugada. -¿Cómo pueden desaparecer así nada más? ¿Y yo? – se preguntaba indignado por el comportamiento de los mayores. Viró su cabeza a la mesita de noche donde reposaba su celular. -¿Si llamo? – mordió su labio inferior por la disyuntiva, pero agitó la cabeza desechando la idea. – yo no los necesito, sólo ellos a mí. – dijo con una sonrisa de orgullo. Fuera como sea lo que se estaba creando entre los tres, su ego era el que más se satisfacía ya que era por él que los mayores se peleaban, y eso de alguna forma lo hacía sentir deseado.
“tin,tin,tin…tin,tin,tin…”
La melodía de su móvil alejó sus pensamientos narcisista. Lo tomó con calma, pero al ver quien lo llamaba su corazón palpitó alocado. Una sonrisa apareció y cierta tranquilidad se instaló en su cuerpo. Respiró y borró la sonrisa que tenía, colocando una seria en su lugar y se apresuró a contestar.
-¿Qué quieres? – preguntó con cero cortesía.
-“oh… Seung hyun, buenas noches, ¿Cómo estás?” No estaría mal que aprendieras un poco de modales, ¿no?- contestó Seung desde el otro lado con algo de ironía.
-tengo modeles, pero sé con quién usarlos… y con quién NO. – recalcó lo ultimo con satisfacción.
-ah… parece que llamé en un mal momento. – concluyó al sentir la aspereza del menor. – descansa, yo haré lo mismo. Ad…- fue interrumpido.
-espera, espera no cortes. – dijo rápidamente. Sólo quería fingir ser prepotente con el mayor para que supiera que no lo podía manipular a su gusto, pero ese bingu, como le decía secretamente, lo malinterpretó todo y estaba por dejarlo sólo y aburrido nuevamente. -¿Necesitas algo?- preguntó con una voz más amable, dejando de lado su corta actuación de engreído sin éxito.
-uhm… ¿a qué se debe el cambio? – inquirió. A pesar que Ji no lo podía ver sabía, por el tono de voz, que el pelinegro debía tener una sonrisa de satisfacción en el rostro.
-estoy aburrido, así que quiero que me entretengas un rato. – sonrió ampliamente al decirlo.
-¿Me crees payaso? – cuestionó con mofa. – si alguien debe de entretener a alguien ese eres tú, y es a mí.
-aish… siempre creyéndote el todopoderoso, hastías. – su entrecejo se arrugó por la molestia de no poder conseguir nada del mayor. Nunca podía salirse con la suya.
-pero así me amas.-contraatacó vilmente.
-¡¿QUÉ?!- gritó a todo pulmón. Su cara se descuadró totalmente al oír aquellas palabras. ¿Cómo? ¿Cómo se atrevía a decirle algo así? -¡¿Estás loco?! – cuestionó enojado.
-¿Por qué te enojas tanto? O ¿Acaso… no es verdad?
-¡Claro que no es verdad! ¡Eres una detestable y odiosa persona! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡¡¡TE ODIO!!!- siguió gritando. Jamás permitiría que su orgullo fuese subestimado por nadie, nunca lo permitiría.
-te amo. – murmuró vagamente.
-¿Qué?
CONTINÚA…