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¿Brazaletes imantados? por yuljiyongie

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaa

Lo sé han pasado como tres o cuatro meses creo, lamento haberl@s abandonado, pero este año ha iniciado de una manera distinta. Ha habido cambios en mi vida y me estuve acostumbrando a ello. Ahora creo que ya estoy mejor, añádanle a eso que me quedé sin pc. Sí, hace poco que tengo una y por ello he vuelto a escribir.  Pero aparte de eso, creo que me ha servido darme un respiro. Escribir cansa de verdad, es más complicado de lo que parece, espero recuperar su apoyo y ahora sí a seguirla, porque este año sí o sí, culminó mis fics. 

El joven castaño usaba toda su experiencia para dejar sin aliento al más alto. Prácticamente  le estaba comiendo la boca y el otro no se quedaba atrás. Que no sintiera una atracción por él, no significaba que despreciara  la agilidad que tenía esa boca. La falta de oxígeno comenzó a hacerles falta, y fue el pelinegro quien se apartó.

 

-vaya… - soltó MinHo, con la respiración acelerada y una sonrisa enmarcada. - ¿Por qué… el beso? – preguntó mirando los ojos cafés.

 

-ahm… fue un…  impulso. – respondió con nerviosismo. Quitó sus manos del cuello del delegado y se apartó, alejando con ese movimiento los brazos que envolvían su cintura. –supongo… que  por la emoción de estar aquí de nuevo.

 

-¿sólo eso?- indagó. En su mirada se podía notar un brillo de esperanza.  

 

-s…sí, lo siento. – agachó la cabeza, apenado.

 

-uhm… - asintió y viró su rostro al pasadizo vacío. El menor lo miró y vio en la misma dirección, tragando pesadamente.

 

-¿Qué… qué miras?  

 

-mientras nos besábamos… me pareció ver a Seung. – sus palabras denotaban duda al igual que su expresión.

 

-¿Seung? –preguntó con una sonrisa inestable. - ¡Claro que no! No lo vi. No estaba. Debió ser imaginación tuya… ehm… ¿quieres ir a la cafetería?, tengo un poco de hambre. Vamos. – rápidamente, tomó el brazo del mayor y lo sacó del lugar.

 

 

 

 

 

 

Después de haber presenciado la escena  entre sus compañeros decidió hacer una caminata sin rumbo. Sus pies lo llevaron a la cancha de futbol dentro de la institución. No se metió en ella, pero se acomodó debajo de un árbol próximo. Recogió varias ramitas y las fue deshojando. 

 

-me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…- en la ramita quedaba una pequeña hojita verde. El pelinegro la cogió con cuidado y la sacó.- me quiere. – murmuró alicaído. –es un tontería. Encima falla. – botó  la rama vacía, uniéndola al pequeño ramillete que tenía bajo sus pies.  Todas le habían dado el mismo resultado; ellas decían que el menor lo quería, pero para él eso era falso.

 

Se recostó en el tronco con los brazos cruzados y los ojos cerrados.  La vitalidad  se había esfumado de su ser  desde que JiYong le dijo que amaba al delegado. No quiso creer completamente sus palabras, pero con lo visto hace poco ya no estaba seguro de dudar. Quizá todas sus acciones habían logrado que el castaño se desenamorara de él y comenzara a amar a MinHo. Darse cuenta de ello lo enardecía. Ni lo hubiese pensado antes, pero deseaba la presencia del castaño de nuevo en su vida. Quería ser molestado, insultado,  incluso golpeado. Esas peleas que tenían  casi a diario, a pesar de todo eran divertidas;  la voz chillona de su compañero  ahora era una melodía extinta.

 

-estoy delirando.- murmuró   vagamente. 

 

La campana del fin del receso sonó  terminando con  su desvarío mental. Vio a los estudiantes correr para llegar a sus respectivos salones. Él también debía volver. Con pesadez se levantó y fue a su aula. Aunque no quisiera ver a la parejita, ya comenzaba a resignarse. Al ingresar a su salón vio al par sentados en la misma carpeta riendo de quien sabe qué. Todo había empezado tan repentinamente y terminaba de la misma manera para ellos. Una aventura pasajera.

 

 

 

 

 

-¿Ji Yong quieres que te acompañe a tu casa?- preguntó MinHo mientras caminaban rumbo a la puerta de salida del colegio.

 

-no es necesario hyung. Voy a caminar un poco. Quiero respirar aire fresco luego de estar tanto tiempo encerrado en mi casa.    

 

-está bien. Dejaré que tengas un momento con tu interior. – sonrió  burlonamente.

 

-¡Yah! No te rías de mí. – se quejó frunciendo los labios.

 

-jajaja lo siento. Entonces, te dejo. Me llamas si necesitas algo. -  Ji asintió. MinHo no pudo resistirse y dejó un  escurridizo beso sobre los labios del castaño para después darle la espalda e irse caminando con una sonrisa, dejando al menor conflictuado.

 

-pobre MinHo por mi culpa ahora está obsesionado conmigo. – movió su cabeza a ambos lados.  Exhaló y su expresión se volvió seria.-lo lamento hyung, pero no eres la persona que me gusta. –Susurró viendo la espalda del mayor alejarse hasta desaparecer.-mi corazón solo late por un idiota, al cual extraño mucho. ¡Aish!  Ni si quiera le interesó que haya vuelto a caminar, es un bingu.- su expresión molesta fue cambiando por una tímida pero orgullosa sonrisa.- pero es mi bingu.

 

Ji Yong salió de su colegio  y cruzó la calle para entrar a una bodega, donde  se puso a ver algunos productos. Discretamente por el rabillo de su ojo observó como el pelinegro que esperaba salía por la misma puerta y caminaba en otra dirección.  El castaño abrió su mochila  y sacó una gorra con pompones, unos lentes  y un periódico.  Con sigilo empezó a seguir a su compañero de clase, manteniendo una distancia prudente.  De vez en vez bajaba el enorme periódico y a  través de los lentes  oscuros observaba al joven quien parecía ido y no notaba su presencia ni la de los demás.

 

-¿En que estará pensando? – se preguntaba mientras lo seguía.   

 

Estaban caminando por un parque donde había muchas personas descansando y jugando tranquilamente. Ji Yong no supo exactamente cómo fue que sucedieron los hechos, pero de la nada se escuchó el motor de una motocicleta  aproximándose  a alta velocidad en  dirección  a ellos. Todo sucedió en un instante.  Sus ojos intercalaron entre la moto conducida por un loco y su compañero que caminaba  mirando la berma. El periódico se resbaló de sus manos y su voz salió en un grito ignorado.

 

-¡Cuidado!

 

-¡Auch!- chilló  el pelinegro cuando fue derribado  al césped. – ¿pero qué…?-detuvo su pregunta al reconocer  quien lo había empujado.  El castaño estaba tirado a un costado suyo, con los ojos cerrados y una expresión de dolor en el rostro. -¿Te encuentras bien?- cuestionó tocándole el hombro.

 

-mi pie. – murmuró  despacio, sin moverse ni un centímetro.

 

Seung Hyun se recompuso y  posó sus ojos en los pies de su compañero. Una neurona se conectó en su cerebro y abrió los ojos por la preocupación.  Tomó al menor de la cintura y lo ayudó a levantarse.  Cerca de ellos había una banca y el pelinegro no dudó  en guiarlo hasta ella. Se arrodilló, alzó el pantalón escolar  y comenzó a revisar el tobillo del menor.

 

-ngh… -  Ji Yong intentó impedir que su quejido saliera, pero fue imposible tras sentir el apretón que dio  Seung sobre su pie lastimado.

 

-¿Eres tonto o qué? ¿Por qué te tiras si aún estas enfermo?- su voz molesta relució al hablar.  Ji escuchó sorprendido lo que dijo su compañero.

 

-¿Cómo preguntas eso? ¡Te he salvado de un posible atropello! – gritó enojado.

 

-¡No necesitaba que me salvaras de nada! ¿Crees que no prestó atención cuando camino? Sé que una moto se acercaba y me iba a hacer a un lado cuando me empujaste abruptamente.- respondió, mirándolo fijamente.

 

-Pu…ues – tartamudeó tras la respuesta ajena. -¡Lucías muy distraído!  ¡¿Cómo voy a saber que pensabas moverte si no quistaste los ojos del piso desde que saliste del colegio?! – el silencio se apoderó del espacio entre ellos luego del descargo del menor.

 

Seung  soltó un jadeo mezclado con una sonrisa mientras apoyaba las manos  a cada lado de las piernas del joven y negaba con la cabeza gacha. Ji Yong frunció los labios y la frente al verlo reírse solo, no entendía porque lo hacía. Carraspeó la garganta para llamar la atención del otro, consiguiéndolo.

 

-¿De qué te ríes? – preguntó cuándo los ojos negros  encontraron los suyos.

 

-así que…mis instintos no fallaron al sentir la presencia de alguien siguiéndome. – afirmó con una sonrisa arrogante.

 

-¡claro que no fallaron! – espetó molesto, pero rápidamente cubrió su boca con ambas manos.

 

-¡Aja! ¡Me estabas siguiendo!- lo señaló con su dedo índice.

 

-¡No es verdad!- se defendió, sintiendo su rostro enrojecerse poco a poco por la vergüenza de ser descubierto.- yo… caminaba por aquí solo para distraerme.- declaró volteando su rostro para no enfrentar a Seung.

 

-sí claro. Caminabas disfrazado  con esos lentes y esa ridícula gorra.

 

-¡No es ridícula  es un regalo de mi mama!- ni bien terminó de hablar quiso  huir del parque. En vez de negar que lo estuviera siguiendo, se puso a defender el gorro. Se sentía avergonzado frente al pelinegro, quien sonreía encantadoramente ante sus reveladoras respuestas.

 

-Está bien. Digamos que te creo. – Seung se sentó al costado de Ji Yong, quien encogió los hombros para evitar tocarse. – entonces, ahora que ya aclaramos que NO me estabas siguiendo. Dime, ¿Qué haces paseando en un parque tan lejos de tu casa?

 

-bueno… - Ji tragó disimuladamente y contestó. –pues los parques son de todos y yo quise pasear aquí porque es muy bonito, y tengo todo el derecho de visitarlo si así lo quiero.

 

-claro, te entiendo. Tienes toda la razón.  Discúlpame por haber interrumpido tu memorable paseo. – dijo irónicamente y sacudió el cabello del otro. Se levantó y cargó su mochila en su hombro causando que el castaño mire con curiosidad sus acciones. –casi se me olvida, gracias por haberme “salvado”. No sé qué sería de mí si no hubieses estado ahí. Seguramente hubiera salido en los noticieros de las diez como una estadística más de los atropellos diarios en nuestra ciudad. Gracias Ji Yong, apareciste  justo en el momento indicado. Debo llegar a mi casa y decirle a mi madre el hecho inédito sucedido hoy. Nos vemos. – movió su mano en señal de despedida y se volteó para comenzar a irse.

 

-¡Seung Hyun, espera!- exclamó Ji Yong.

 

El nombrado giró lentamente, con las manos en los bolsillos y una sonrisa de lado.

 

-¿Qué? – soltó  con simpleza.

 

-ehm… yo… - tragó saliva y de paso su orgullo, y soltó la verdad.- ¡SI ESTABA SIGUEINDOTE! ¿Contento?

 

-ah… fíjate que ni cuenta me di. Adiós. – volvió a voltearse ignorando  lo dicho recientemente.

 

-¡Seung Hyun! – llamó nuevamente.

 

-¿Qué quieres? – inquirió fastidiado.

 

-¿no me vas a decir nada?

 

-Por si no lo recuerdas, me dijiste que te dejara en paz y es lo que estoy haciendo. Te recomiendo hacer lo mismo, de paso que contentas a tu noviecito.

 

-¡Pues es lo que voy a hacer! –respondió dolido, aunque obviamente no lo exteriorizó.

 

-bien.

 

-bien.

 

Sin decir más, el pelinegro retomó su camino dejando al menor con ganas de verlo unos minutos extras. Ji Yong se levantó de la banca y  con dificultad caminó hasta donde estaba su mochila, guardó en ella su gorra y sus lentes. Su tobillo le dolía un poco, al parecer realizó mal la caída y se lastimó nuevamente. Miró sus manos y había un par de rasguños por la caída. Suspiró pesadamente y emprendió su camino   a casa. Daba pequeños pasos  para no lastimar más su pie, prácticamente lo estaba arrastrando. Cuando llegara a su hogar su madre seguramente se molestaría, ella le advirtió claramente que lo dejaría  volver al colegio si se cuidaba, pero ni eso pudo hacer bien.

 

-aish… siempre terminas siendo una carga más para mí.

 

No  tardó ni un segundo en reconocer esa voz, y lo confirmó cuando el dueño de esta se paró delante suyo. El chico tenía los labios fruncidos y los brazos cruzados en señal de molestia. A pesar de las palabras dichas, un sentimiento cálido se albergó en el corazón de Ji Yong cuando el pelinegro se agachó  de espaldas a él.

 

-¿Qué esperas? ¡Súbete! –ordenó.

 

El castaño mordió su labio inferior intentando lo inevitable, sonreír  completamente emocionado. Con cuidado se acercó y recostó su cuerpo sobre el de su compañero. Pasó sus brazos por el cuello de Seung Hyun  y este cogió sus piernas, levantándolo.

 

-ten. Carga mi mochila, no puedo con todo. –  Seung le tendió su mochila. Ji  lo recibió sin chistar, la alegría de ser cargado de esa manera por el pelinegro lo tenía enceguecido. –no quiero que hables mientras vamos a tu casa, así que guarda silencio o te dejo por ahí. – sentenció.

 

-no quiero ir a mi casa. – dijo Ji Yong.

 

-¿Qué? ¿Entonces a dónde vas a ir?- volvió su rostro hacia  atrás para mirar al chico. 

 

-vamos a tu casa. – Respondió con seguridad -por favor.

 

CONTINÚA…

Notas finales:

Espero aunque sea ver un comentario en cada  uno de mis fics actualizados. Sé que no estoy para pedir, pero eso siempre ayuda :P , y muchas gracias a todos aquellos que comentaron por última vez los capítulos anteriores. Gracias por todo y les entregó mis más sinceras disculpas. 

 

*Ahora estoy escribiendo "El dolor nunca es eterno", cuando lo acabe lo subire.*


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