Luego de un cansador día de una práctica que parecía interminable, Jongup encontró la suavidad de su cama de hotel reconfortante. Cerró sus ojos y sus rodillas subieron hasta la altura de su pecho, con ambos brazos cerrados alrededor de la almohada, dormitando bajo el sonido de la ducha que Zelo estaba usando por su cuenta.
Después de un momento, Jongup sonrió aun relajado en su casi sueño. Junhong estaba cantando en la ducha una canción de un grupo de chicas que había salido hace poco: la recordaba porque él junto al menor miraban la televisión mientras cenaban con en el preciso canal puesto donde el grupo de chicas salían al escenario con vestidos y corazones de fondo para hacer aún más adorable y ligeramente romántico el ambiente.
La voz de Junhong al cantar no era poderosa como la de Daehyun cuando llegaba a los altos, no era suave y emotiva como la de Youngjae cuando cantaba al hacer lo quehaceres y se dejaba llevar. No era grave como la de Himchan o Yongguk; al cantar, era más como su propia: una voz pequeña y algo tímida, pero que a momentos tomaba fuerza para marcar presencia. Aunque, en su caso, su voz servía como un acompañamiento de otras voces que destacaban más.
El sonido de la ducha se detuvo, pero no así el canto del magnae. Jongup casi podía imaginar a Junhong bailando como aquel grupo al compás de su voz. Sonrió ante la imagen mental.
La voz de Zelo era resistente ante los movimientos del baile. Sus pulmones estaban entrenados para que pudiera rapear en vivo mientras mantenía los pasos de baile, podía aguantar bien los cambios de ritmos y aunque el menor le había dicho una vez que para él cantar era más difícil que el rap, Jongup sabía que Junhong se esforzaba en ambas cosas.
Al momento en que la puerta se abrió, Jongup reguló su respiración y se congeló para que Junhong no dejase de cantar. El menor se silenció por un rato, pero luego de corroborar que el mayor estaba durmiendo, siguió con la melodía mientras se cambiaba de ropas.
El canto de Junhong era tímido. Si no era pedido o necesitado el chico no cantaba. En las pocas veces que había mostrado a sus fans su voz, Jongup había visto al menor bastante preocupado de arruinarlo, aunque disimulándolo bien frente a Yongguk o los otros porque a Zelo no le gusta causar más problemas de los que los mayores ya tienen y se guarda sus preocupaciones para sí mismo hasta que alguien le pregunte o le encuentre llorando en silencio.
Jongup apreciaba escuchar al menor cantar, como si de un privilegio se tratase.
Sintió a Zelo sentándose en su cama para dos, puesto que las habitaciones con camas dobles eran más baratas que una habitación con dos camas separadas y la incomodidad de compartir cama con un extraño —otro chico— había desaparecido hace muchísimo tiempo. Los dedos de Junhong, largos y delgados, tocaron un mechón de sus cabellos y Jongup sintió su corazón acelerarse imposiblemente cuando esa pequeña pero cálida voz se escuchaba casi en sus oídos, como la mejor nana que había tenido la oportunidad de recibir.
La canción era diferente ahora, estaba en inglés y la buena pronunciación de Zelo hacía que todo se sintiera aún más mágico. Jongup no conocía la canción y estaba seguro que no estaba en el Ipod de Junhong pues las oportunidades en que habían compartido música, no la había escuchado, pero apostaba a que el tempo era más rápido y quizás más agresivo de la versión que estaba escuchando.
El pulgar del menor acarició su mejilla y Jongup no pudo evitar sonreír, habiendo olvidado que se suponía que estaba durmiendo.
Junhong dejó de cantar y se apartó un poco, incómodo al descubrir que su amigo no estaba durmiendo como él creía y haberle dado esa demostración de afecto tan directa.
“Creí que dormías...”, murmuró el menor.
Jongup abrió sus ojos, sintiéndolos más descansados que hace una hora. El rostro del otro chico estaba levemente sonrojado y notó como sus constantes pestañeos por sus nervios se hacían presentes.
No quiso decir nada, solo sonrió de vuelta y se removió lentamente hacia el lado donde estaba Zelo y con un brazo le rodeo suavemente la cintura.
“Me gusta cuando cantas, Junhong-ah”, confesó el mayor.
No podía observar el rostro de Zelo desde su posición, pero podía apostar a que el mismo debía estar avergonzado.
“No se suponía que escucharas...”, musitó con voz pequeña.
En ese tipo de situaciones Jongup se sentía más grande que Junhong. En ese momento el chico a su lado era el niñito de diecisiete años que suavizaba su voz hablando de sus padres o se queda callado cuando le regañaban, y no ese rapero potente y sobresaliente, que modificaba sus voz haciéndola más grave para sonar mayor en frente de los adultos y que lo trataran como uno más.
En ese tipo de situaciones, Jongup sentía su corazón agitarse, gritando que Junhong era el chico más interesante y precioso que llegaría a conocer.
Jongup se levantó sobre sus brazos y se acomodó sobre el cuerpo del menor. Junhong le devolvió la vista inocentemente cuando llevó su mano hacia la mejilla del menor y le acarició amablemente antes de conectar sus labios con los que se veían deliciosamente rosas luego de la ducha.
Una de las manos de Junhong llegó al instante a su cuello y sus dedos rozaron ligeramente su nuca mientras respondía el beso tímidamente. Jongup suspiró al apartarse, pero los ojos del menor ya le miraban de manera distinta.
“Hyung”, comenzó, volviendo a unir sus labios en un beso corto, “por favor”.
Y Jongup sabía a qué se refería. No hace mucho tiempo la misma situación se había repetido; el estrés de la fama y la falta de sueño afectaban, pero no tanto como la falta de cariño, de alguien a quien abrazar y tocar cuando te plazca. Era una necesidad que Jongup sabía Junhong tenía, y no podía hablarlo con nadie porque no quería que nadie supiera.
Sin embargo, sin decirlo con esa voz, Jongup lo sabía.
Las ropas que Junhong había escogido para dormir hace un par de minutos habían sido despojadas de su delgado cuerpo, descansando en el piso. Cada prenda caída era un detonante de esa voz para comenzar a pedir más y de una forma más pasional.
Zelo separaba sus piernas y Jongup obedecía, escuchando como aquella voz que servía para darle un sello a sus canciones subía octavas y se convertía en la voz principal, tarareando un par de veces la misma palabra y le ofrecía una balada de gemidos pasionales que lo tenían a sí mismo en una situación difícil.
Jongup no podía pensar que le hacía un favor a Junhong cuando el mismo usaba sus dedos para dilatarse y dejarle entrar, ya que un favor es lo que haces por otro sin esperar nada a cambio. Esa situación era completamente mutua, y si alguien fuera a hacer un favor al otro, era Zelo quien agraciadamente le decía que estaba listo, que lo necesitaba, sin sonar como si fuera barato o vulgar.
Era precioso. Los gestos en el rostro del menor cuando recostó al otro y el mismo se situó sobre Jongup, sintiendo como el mismo se abría paso en su cuerpo. Simplemente excitante como ubicaba sus largas piernas a los costados de su caderas para mover las propias al quedar sentado sobre el mayor, sus manos en su pecho para sujetarse a algo que lo devolviera a su realidad.
Jongup no sabía cómo se estaría viendo él, pero no le preocupaba del todo. Él era simplemente un acompañante del personaje principal que era Junhong. Un sub-vocal para la voz principal, que luego de un largo y fuerte gemido, él se encargaba de responder con uno propio porque, siendo serios, él tampoco podía resistirse a hacer un dueto con tal angélica voz.
Cuando una de las manos de Jongup decidió estimular aún más al menor sacó un fuerte sonido desde su garganta, pero su mano fue apartada mientras Junhong negaba con la cabeza sin perder el ritmo de sus caderas.
“No, no, no, no...”, musitó perdido en su éxtasis. Junhong se movió hacia adelante, apresando el cuello de Jongup con sus brazos y descansando su cabeza entre el hombro y el cuello ajeno, dejándole el trabajo de las embestidas al mayor, “quiero venirme, así... solo sintiéndote dentro—”, murmuró a su oído antes de sentir como el ritmo cambiaba a uno un poco más brusco debido a sus palabras y comenzar con un nuevo mantra de placer.
Las manos del mayor reposaban en el trasero del otro, separandolo para tener mejor acceso, más profundo y así darle todo lo que tenía al chico sobre él.
Junhong le ayudaba encontrando sus caderas con un movimiento hacia abajo y rítmico, hasta que Jongup sintió que estaba llegando a su límite.
Se separó del menor, levantándolo de sí mismo para salir de él y acomodarlo boca abajo mientras él iba encima. Junhong le miró desde abajo más que complacido por el cambio y la actitud dominante del chico, incitándole a volver a entrar en él. Jongup volvió a entrar sin mucho rodeo luego de escupir saliva a su propio miembro. Esta vez el ritmo fue rápido desde el principio, y no duró mucho hasta que Jongup le advirtió que iba a terminar y Junhong le rogó que lo hiciera dentro.
Al darse aquel momento, escuchó como el menor soltaba un fuerte grito a pesar de estar concentrado en su propio placer. Siguió el movimiento de vaivén en un reflejo de inercia hasta que Junhong alcanzó su punto máximo y ensució las sabanas.
Jongup se movió lo más sutilmente posible hacia un lado y rodeo al menor entre sus brazos y repartir pequeños besitos en todo su hombro y cuello. Escuchaba como Junhong aun recobrara su aliento, pero una de sus manos se entrelazó con la suya para demostrar que estaba consciente de su de sus gestos.
Estuvo un largo rato esperando a que el menor se calmase y bajara de su nube, al parecer su orgasmo había sido intenso, por lo que él solo se limitó a trazar formas en la blanca y suave piel, esperando pacientemente.
Junhong se volteó hasta quedar mirando al techo y giró su cabeza para sonreirle.
“Me gusta tu voz también, Jonguppie-hyung”, le dijo con voz apagada pero satisfecha.
Jongup sonrió de vuelta.
“¿Cómo se llama la canción de antes?”.
Junhong solo sonrió.