All my life
I was never there
Just a ghost
Running scared
Here our dreams are made
The one
La canción que provocaba una mirada cómplice en ellos pertenece a una banda estadounidense de apenas tres integrantes, donde dos de ellos eran hermanos y el otro tenía un apellido lo bastante llamativo que ellos apenas si podían pronunciar.
Cada vez que aquella canción se interponía en la playlist de alguno de ellos, el indicado buscaba al otro con la mirada, y el que era buscado sentía los ojos oscuros y penetrantes en su cuello y se giraba de inmediato, sonriendo de una manera que le hacía sentir al indicado que aquella canción era su promesa de amor.
Y, era extraño pero aquella canción parecía una promesa de amor para ambos.
Pero era algo más que amor, esa canción les hacía soñar de una manera tan real, tan gráfica y vivida en tan solo cinco minutos y cinco segundos que apenas se acababa, la magia se perdía y ellos tenían por obligación, acercarse al otro y entrelazar sus manos cariñosamente, sin cruzar mirada, solo el cálido contacto de sus pieles.
Eso ocurrió en ese momento, donde la canción resonó en la habitación de MinHo y él, distraído en su trabajo de editar los videos que había tomado hacia algún tiempo no la captó al primer momento. JinKi pasaba de casualidad por la habitación y escuchó aquella voz que simplemente lo enamoraba de forma totalmente platónica. Se puso alerta y olvidando su natural forma de portarse ante la privacidad de sus miembros, entró abruptamente en la habitación y esto sí, sin haberlo planeado tampoco, se acercó al menor y enrollo sus brazos en el cuello del mismo.
MinHo se estremeció por completo, perdiéndose en el suave y delicioso aroma que emanaba su líder, alzando sus manos para posarlas en sus muñecas, cerrando sus ojos. Un profundo suspiro se hice presente en ambos al mismo tiempo y aquella sonrisa boba que no abandonaba sus labios les hacía saber que el otro estaba ligeramente avergonzado por la sincronía del suspiro.
La canción les envolvía en una suave marea de tranquilidad, de sueños y fantasías.
—Angels…
—I’m in home.
La canción empezó a apagarse, lentamente, con la voz del vocalista apenas susurrando, provocando miles de sensaciones en ambos cuerpos. Y terminó.
Se quedaron en aquella posición por unos momentos más, reproduciendo la cadencia casi sensual del final de la canción en sus cabezas. Al final, JinKi fue el primero en moverse, incorporándose lentamente pero las manos grandes de MinHo le detuvieron, apretándose más en sus muñecas blancas. La expresión de JinKi se tornó confusa, como la canción que ahora se reproducía, llena de golpeteos de batería y bajos en toda su expresión.
—Hyung, espera.
Su voz salió ahogada y carraspeó. Deshizo el nudo en su cuello y se giró en la silla, sin soltar las extremidades de su mayor, observando esos ojos rasgados pero aun así, grandes y expresivos, mirarle con tanta curiosidad. Estiró sus labios delgados en una suave sonrisa provocando que de inmediato el otro sonriera a su vez, devolviendo el gesto. Lo atrajo hacia sí, haciéndole sentar sobre sus piernas. La risa contagiosa y llamativa de su Hyung no se hizo esperar mientras se acomodaba en su nuevo puesto.
—¿Si?
—¿Crees….? ¿Crees que alguna vez iremos a la Ciudad de Ángeles?
La expresión de JinKi se suavizó y asintió. A pesar que aún no tenía en libertad sus muñecas, alzó una de sus manos para acariciar con tranquilidad los rasgos del más joven.
City of Angels era su ciudad soñada, donde todo donde lo que soñaron alguna vez estaba allí.
—MinHo… Yo ya estoy en mi ciudad soñada.
El suave susurro de su Hyung le hizo buscar con desesperación su rostro, encontrándose con la más hermosa de las sonrisas y ojos increíblemente brillantes.
—Oh.
Fue apenas lo que pudo decir ya aquella sonrisa se pegó a sus labios, obstruyendo el paso para que él sonriera a su vez.
JinKi le besó con tal suavidad, con tal ternura que los ojos de MinHo se llenaron de lágrimas.
—I’m in home.
MinHo se escondió en el pecho de su Hyung mientras este le estrechaba con cariño.
—Estoy en casa.