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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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Notas del capitulo:

¡Perdón por la demora! Tuve muchos exámenes esta semana, a parte de que fui de viaje de estudios a Málaga durante dos días... ¡lo siento mucho! 

Pero por fín traje el capítulo 10, espero que os guste.

 Entré en el comedor, era la hora de la cena. Mi camisa abrochada de forma coja, tenía un zapato de distinto par, y mi cinturón estaba sin abrochar. Corrí por toda la sala. Muchas alumnas estaban allí, comiendo, pero se detuvieron a verme. Tanto ellas como los profesores que estaban en otra mesa me miraban desconcertados. No estaba Miller.

-¡Rui!-Le puse una mano en el hombro, muy tenso.-¿Sabes dónde está Miller?

-E..eh… No…-Dijo extrañada por mi comportamiento, me miró de arriba abajo.-No ha venido a cenar.

-Ni si quiera vino a su habitación.-Contestó otra chica.

-¿Nadie la ha visto?-Todas se miraron entre sí, preocupadas. Nadie sabía nada sobre él, ni le vieron, ¡nada! Es como si se lo hubiese tragado la tierra.

 

Salí de allí, para dirigirme a otros lugares en los cuales puede estar: En la piscina no estaba, tampoco en los alrededores del instituto. También fui al lugar dónde se hicieron las prácticas de la actuación, pero no había nadie.

Terminé en el jardín de flores, dónde también le busqué, pero no estaba.

-Miller…-Mis fuerzas flaqueaban, bajé la cabeza, mirando al suelo. No estaba, le había perdido con la estupidez de que Vicent volvió a mi vida. Fui un tremendo idiota. Ya eran altas horas de la noche, la luna estaba en el cielo, observando cómo me lamentaba por cómo me comporté hace unas horas con Vicent.

Escuché un leve sollozo.

De inmediato, levanté mi vista, en busca de dónde provenía el gimoteo.

-¿Miller?-Pregunté. Me adentré aún más en el jardín, llegando más allá de él. Encontré a Miller, sentado en el suelo abrazándose las piernas y ocultando su cara en ellas. Su vestido de Blancanieves estaba revoleado en el suelo, manchado y aparentemente roto. Solo llevaba puesto una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos. No tenía ni los zapatos. Al acercarme, pude apreciar la cantidad de cicatrices que tenía en los pies. No me había dado cuenta el día en el que estábamos en la piscina.

Su cabello estaba revuelto, se había deshecho el perfecto peinado que tenía. Tenía los brazos lleno de manchurrones negros y rojos.

¿Maquillaje?

-Honneko.-Le llamé, dio un pequeño bote al escucharme, pero nada más que eso.-Miller.-Me acerqué a él, estando a su lado. Sólo se abrazó a sus piernas con más fuerza.-Yo te quiero a ti.- Levantó la cabeza, mirándome mientras lloraba. Tenía todo el maquillaje corrido, el pintalabios hecho un asco, y completamente despeinado.

-Mentiroso. No te creo, ya no. Pensé que me querías a mí.-se tapó la cara con las manos mientras lloraba de nuevo.-No me engañes con pollos.-Tuve un leve deja vu que ignoré.-Yo esperé diez años, ¡diez largos años! Me prometiste que si después de diez años aún quería casarme contigo, nos casaríamos. Me lo prometiste. Desde que me marché de la guardería pensé en ti todos los días. Esperé y esperé. Soporté el no poder verte durante todo este tiempo.-Lloró con más fuerza.-Aún guardo mi anillo de compromiso.-me tiró a la cara un palo, no, una piruleta sin terminar de comer, guardada en su envoltorio.- ¡Pero me mentiste!

-Mill.-Susurré. Empecé a recordar aquél niño molesto, que insistía constantemente en casarse conmigo hace diez años.-No te recordaba.-Solté sin pensar, algo que pareció hacerle llorar más aún.

-¡Idiota!-Me golpeó en el pecho suavemente, parecía no dar a razones.- ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! –Me gritaba con toda su potencia. -¡Odio que quieras a ese pollo! ¡Odio cómo le miras con deseo! ¡Odio a Vicent! ¡Le odio! ¡Él no tuvo que esperar diez años para tenerte!-Se calló, para continuar llorando en mi pecho.

-Le he rechazado.-Su llanto cesó, y me miró con lo que parecía ser esperanza. Dudó unos momentos sobre lo que iba a decir.

-No te creo.-Dijo molesto. Pretendía apartarse de mí, pero no le dejé.-Suéltame.-Le abracé fuertemente.-¡Qué me sueltes!

-No. Miller, yo te quiero a ti. No a Vicent. Ahora me gustas tú.

-No te creo.-Repitió con voz rota. Le tomé de la cara suavemente.

-Créeme ahora.-Le besé en los labios con suavidad mientras cerraba los ojos. Este era el primer beso que yo le daría a él. Al principio, quería apartarse, romper el beso, pero no se lo permití. Al cabo de unos segundos cedió, correspondiéndome, moviendo sus labios contra los míos, abrazándome tan fuerte como yo a él. Después de unos segundos nos separamos. Estábamos solos, con la única presencia de la luna en el cielo. La única que pudo contemplar nuestro beso.-Te amo. –Sus ojos brillaban, sus labios temblaban tratando de decir un mudo: “ Yo también te amo”.-Jamás volveré a alejarme de ti, nunca. –Le acaricié el pelo, echando su flequillo hacia atrás y quitándole el pelo de la cara.

-Espera.-Me dijo callándome.-Tengo que coger algo.-Se levantó, tropezando varias veces mientras se fue detrás de un matorral de flores. Al volver, trajo consigo una amapola. Se arrodilló frente a mí.-Dame tu mano.-Hice lo que me pidió. En uno de los dedos de la mano derecha, me puso la amapola roja en forma de anillo.- Tu anillo de compromiso, yo no te di uno.-Le miré, pude notar como me sonrojaba levemente, a lo que él rió.-No volveré a besarte nunca más.

-¡¿Qué?!-Estaba alertado. No entendía por qué me decía eso de repente.-¡¿Por qué no?!

-¡Siempre te beso yo! ¡No me gusta eso! Quiero que seas tú el que siempre me bese.

-P…pero… No me parece justo.

-Es lo que hay.-Colocó su cabeza en mi hombro, estando sentado a mi lado. Al menos comenzó a sonreír.

-Miller… sé que no es el mejor momento, pero… -Miré sus pies, con gran cantidad de cicatrices.-¿Qué te pasó en  los pies?

Noté como se puso tenso, y como su sonrisa desaparecía.

-Hacía ballet, de pequeño. Poco después de irme de la guardería.-Levantó la cabeza.-¿Quieres que te lo cuente todo? Si lo hago, no podrás volverme a sacar el tema, ¿entendido?-Me pareció bien, por lo que asentí con la cabeza.-Cuando era pequeño tenía más privilegios y libertad que mi hermana Bennet. Ella hacía ballet y natación, tenía mucho futuro por delante, incluso más que yo. Pero no me importaba. Ella tenia una cierta obsesi… manía.-Se corrigió.- Le encantaba que nos vistiésemos igual, que nadie pudiese diferenciarnos. Si ella se caía y se hacía un moratón el la pierna, ella me lo hacía a mí, para que nadie pudiese todavía diferenciarnos. Me ataba los pies para que fuesen pequeños y no creciesen, me estrangulaba para que mi voz no pudiese volverse más grave. Incluso trató de cortarme mi intimidad.-Tragué saliva, todo eso me pareció desagradable.-Pero no pudo. A lo que iba: un día, ella quiso cambiar de roles conmigo. Que yo fuese a ballet y que ella saliese a la calle. Pero un hombre… la forzó a tener relaciones sexuales, y le contagió el SIDA.-Se quedó callado unos momentos, como pensando que iba a decir.-Mis padres me echaron la culpa, ya que si no la hubiera dejado cambiarse conmigo, no le habría pasado eso. Desde entonces estuvo en el hospital encerrada, y yo tuve que hacerme pasar por ella. Yo he ido a ballet en su lugar, he ido al instituto en su lugar. Todos los estudios que estoy haciendo, será como si lo hubiese hecho ella, no yo. Yo sólo estoy sustituyéndola hasta que se cure. Todos los títulos serán para ella.

-¡Pero tú no tendrás ninguno!

-Lo sé.-Dijo con una sonrisa amarga.- Pero es el castigo que me pusieron mis padres por lo que le hice a mi hermana. También fui el encargado de bañarla una vez… y casi se ahoga por mi culpa, desde entonces tuvo fobia al agua. Por mi culpa. Casi la mato.

 

<<FLASH BACK>>

 

-¡Tráeme un pastel de chocolate!-Me exigió. No comprendía por qué mi hermana quería de repente un pastel. La estaba bañando en la bañera especial de nuestra casa, que era una piscina en la cual había tres metros de profundidad.-Quiero comer pastel mientras me limpias.

-No puedo, tengo que lavarte primero. Quizás te ahogas y…

-¡Ve por el pastel o le diré a papá que intentaste dejarme sola en la calle de nuevo!-Me gritó enfadada.

-…Vale… ten cuidado, vaya a ser que te resbales del borde. La bañera es muy…

-¡Qué vayas!-Me gritó de nuevo. Fui a por el pastel. Tenía once años. Escuché el chapoteo del agua de la bañera en la cocina. Cuando volví con el pastel, mi hermana estaba bajo agua.

-Bennet.-Le dije.-Sal, tengo el pastel.-Dejé el pastel a un lado, tirando de su mano, no respondía.-¿Bennet?

 

Esa tarde vino la ambulancia, se había atragantado con agua y casi se ahogaba. Se había desmayado dentro de la piscina. Mis padres se enfadaron conmigo, preguntándome como se me ocurría dejar a mi hermana sola.

 

<<FIN DEL FLASH BACK>>

 

Me quedé callado, observando su expresión de tristeza al recordar tales cosas.

 

-Lo siento.-Me dijo.-Sigo: Mis cicatrices son de ir a ballet en su lugar. A ella le gusta que baile ballet cuando voy a verla al hospital, así que aún sigo practicando.

-Cuando fui al hospital llevaba una placa con tu nombre, no el suyo.

-Eso es porque hace como si yo fuese el enfermo, y no ella, para poder llevarse los títulos.

-Pero aquí todos te llaman por tu nombre.

-Mi padre soborna al instituto para poder darle los títulos a mi hermana. Aquí todos saben que no soy yo el que se llevará el título, pero no saben el por qué.-Hizo una pausa.- Supongo que eso es todo. Por favor, no se lo digas a nadie, eres el primero que lo sabe.-Me besó en la mejilla con suavidad.-Te quiero, Eunices.


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