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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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 Había intentado solucionar el malentendido con la boda de Bennet, pero su padre se había ido sin dejar rastro en su limusina impecablemente negra y lujosa. Ni me dio tiempo a despedirme en condiciones. Me sentía impotente por no poder hacer nada.

 

¡Pensaba que Miller se casaría conmigo! ¡No Bennet!

 

Fui un idiota al creer que su padre querría que me casase con su hijo. Era obvio a simple vista que prefería a Bennet, y claro, como yo supuestamente tengo dinero querría casarla conmigo.

 

Pasé todo el fin de semana preocupado, corrigiendo exámenes, ejercicios y trabajos realmente tenso. No quería casarme con Bennet. Con esa loca no, por favor.

 

Entré en mi cuarto del instituto, a dejar ropa nueva para la nueva semana. La persiana estaba bajada, haciendo que toda luz no pudiese entrar en ese lugar. Estaba realmente oscuro, encendí la luz por miedo a tropezarme en el camino a coger mis llaves. Me encontré con un Vicent furioso y con el puño en alto.

 

Me golpeó tan fuerte que estuve unos segundos tirado en el suelo tratando de asimilar el dolor.

 

-¡Gilipollas!- Intentó levantar la pierna para darme una patada en toda la cara, pero en acto reflejo le agarré del pie, tirando de él. Se cayó al suelo dándose la cara contra el armario.

-¿¡Pero qué haces!? ¿¡Qué te he hecho yo!? ¡Ni se te ocurra volver a…!-Comencé a decir enfadado, intentando levantarme. Pero mis palabras fueron acalladas por un rodillazo en las cosquillas que me dejó sin aliento.

-¡Eso por quitarme mi novia!-Me empujó al suelo, tumbándome en él forzadamente. Se quedó encima de mí, sujetándome los brazos.

-¡Yo no te quité ninguna novia! ¡¡Suéltame!!-Le grité tan fuerte como pude intentando reincorporarme. Se quedó callado, mirándome con el mismo odio con el que miraba a Miller.

 

Espera, espera… ¿Dijo novia? La única mujer con la que tengo “posibilidades” de casarme era Bennet. No me lo puedo creer.

 

Noté como acercaba demasiado su cara a la mía, echando humo por las orejas de la ira.

 

-¡No te hagas el tonto! ¡Quieres quitarme a mi mujer! ¡Mi novia! ¡Mi chica! ¿A ti que se te pasa por la cabeza? ¿Eh? ¡Pidiéndole permiso a su padre para casarte con ella, aún cuando eres un gay de mierd…!-Le di un cabezazo en la frente aprovechando la cercanía.-¡Arg…!-Se echó a un lado llevándose las manos a la frente. Me levanté notando un líquido caliente caer por mi frente.

-Sabía que mentías, que todo el rollito ese de que me querías era todo falso, que solo buscabas algo, ¡estabas enamorado de Bennet!-Las piezas empezaron a  cuadrar de algún modo en mi cabeza, ese increíble odio irracional hacía Miller, el que supiese que era anoréxico…

 

No, algo no terminaba de cuadrar del todo, ¿cómo pudo tener alguna relación con Bennet? ¿Por qué, si tenía pareja, había vuelto a por mí rogando que saliese con él? No lo entendía.

 

-Ugh…-Se levantó con un chichón en la frente junto con algo de sangre.-Sí, Bennet es mi novia, ¿en serio pensaste que estaba enamorado de ti?-Mostró una sonrisa algo cínica y cruel, como burlándose de mí. No le soporto, ya no.- Eres penoso. Yo nunca sería maricón como tú.-Dijo escupiéndome las palabras. Tragué saliva.

-¿Y entonces a que vino el numerito de “estoy enamorado de ti, Eunices”? ¿Por qué lo hiciste? No creo que a Bennet le pudiese hacer gracia con lo posesiva que es…

-Ella misma me lo pidió.-Di un paso hacia atrás de la impresión, ¿llevaba hasta tal punto su obsesión por Miller que le pidió a su novio que me separase de él? Es tan extraña que no me parece imposible en ella.- Pero ya no merece la pena que te oculte nada.-Chasqueó la lengua con molestia.

-No lo entiendo, ¿tan obsesionada está con Miller que tiene que monopolizarlo hasta en el instituto? ¿En serio?-Arqueé una ceja.

-No.-Suspiró, mucho más tranquilo que antes. Se sentó en la cama entrelazando sus dedos y apoyando los codos en sus rodillas, mirando al suelo.- Sabes que ella tiene el SIDA, ¿no?

-Sí.-Respondí de inmediato, sin moverme del sitio. No sé a dónde quería llegar diciéndome aquello.

-Yo se lo contagié cuando ella tenía diez años.-Mi cara de descuadró, sin saber como reaccionar ni como tomarme aquello.

-¿Eres pederasta?-Me llevé las manos a la cabeza. Ese no era el Vicent del que me había enamorado hace años.-¡Eres pederasta! ¡Violas a niños!-Casi grité. Me lanzó un libro a la cara.

-¡No soy ningún pederasta! ¡No lo soy!

-¡Forzaste a una niña de diez años a mantener relaciones sexuales! ¡y encima teniendo el SIDA! ¡¿Cómo se te ocurre depravado mental?! –Se quedó callado, sin decir palabra ante lo que dije.

-Fue ella la que me incitó a hacerlo.

-¡Mentira!-Jamás creería semejante mentira: ¿una niña de diez años queriendo tener sexo con un adulto? ¡venga ya!

-¿Crees que la utilizo como a ti? Yo a ella la quiero.-Fue diciendo con suavidad y con un tono dulce que no escuchaba desde hace bastante tiempo.- A ti no.-Dijo con dureza y rapidez.-A ti te odio.

-Eso ya lo sé.-Me llevé una mano a la frente al notarla demasiado húmeda. Me la limpié, al mirar la manga estaba empapada en sangre. A Vicent no le pareció importarle lo más mínimo que chorrease sangre.

-Como te decía… Yo le contagié el SIDA.-Posó su barbilla en sus manos, que volvieron anteriormente a entrelazarse.- Yo la amaba con locura. Era una niña fascinante, me enamoré de ella en el mismo instante en que la vi.-Volvió a guardar silencio. Sonrió de forma verdaderamente dulce, sonrojándose muy levemente.- Era fantástica. –Su expresión se volvió ruda de golpe.- Pero yo no era consciente de que tenía el SIDA en ese momento. A pesar de que lo tuve desde que nací, no lo supe hasta poco después. La contagié. Sin quererlo lo hice. –Ocultó sus ojos tras las manos.- Y lo peor de todo es que yo me recuperé del SIDA rápidamente, pero ella no. Ella aún no se recuperó. Soy horrible.

-Espera, ¿qué tiene que ver esto con…?

-Solo escúchame.-Me interrumpió.- ¿Sabes que hice varias carreras a la vez? Una de ellas era médico. Soy profesor de lengua y de biología, también tengo los títulos suficientes para ser médico. Lo soy. Aunque no quiero presumir de eso. Quiero decir que desde el momento en que supe que ella tenía SIDA investigué para buscarle cura, ya que la mayoría de sus medidas de control son incompatibles con Bennet. Pero el problema es que para investigar se necesita dinero, y eso es lo que me falta y su padre se niega a ofrecerme. Y aquí es dónde entras tú: Bennet me convenció de utilizarte para quitarte  dinero.

-¿Qué? ¿Cómo?

- Pensábamos en contagiarte el SIDA para que fueses el culpable de habérselo contagiado a Bennet, de modo que ella te denunciaría por violación de hace unos años. Te sacaría el dinero con el cual realizaría la investigación. Pero ahora que te vas a casar con ella…- Se levantó de nuevo enfurecido.- ¡todo se ha ido a la puta mierda!-Al saber sus intenciones de querer lanzarme algo cogí la silla del escritorio en acto reflejo, protegiéndome de la oleada de libros y otros objetos que me lanzaba.- ¡Para qué mierda le dices nada a su padre! ¡Joder! ¡Ya le tenía en el bote!

-¿¡Y por qué no te casas tú con Bennet!? ¿¡Por qué no lo has hecho tú antes!?-Se detenió, mirándome con los ojos vidriosos.

-Porque él me odia. No quiere ni verme.

-Normal, ¡eres un hijo de puta! ¡no solo tú! ¡Sino tú y Bennet! ¡Y su padre está como una cabra! ¡Fue él quién me propuso que me casase con Bennet!-Me llevé la mano a la frente, sintiéndome mareado. La sangre no paraba de brotar.-Yo solo acepté porque pensaba que me hablaba de Miller.


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