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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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 Caminé hasta llegar a mi clase, con unas vendas en la cabeza para parar en vano la hemorragia. Era una fuente de sangre. En cambio Vicent solo tuvo un chichón que se le bajó a los pocos minutos. Este hombre tenía la cabeza dura como una piedra. Al pasar por la puerta todas las chicas me miraron, quedándose calladas. Incluido Miller que se mostraba preocupado, trató de acercarse a mí pero las demás muchachas se le adelantaron, dejándole atrás.

 

-¿Está bien profesor?

-¿Qué le ocurrió en la cabeza?

-¡Todavía está sangrado!

 

Millones de frases de preocupación me acribillaron por cada segundo que pasaba. Miller me miraba intranquilo. No se atrevía a hablarme, y yo no estaba muy dispuesto a hablar en ese momento con nadie en especial. Me sentía mal y mareado.

 

-Estoy bien.-Interrumpí a todas cortante.-Me di contra la puerta de mi habitación y…-Las vendas estaban muy húmedas, demasiado, ¿por qué no dejaba de sangrar? ¡Apreté las vendas tanto como pude!

 

Sentía como el suelo se movía bajo mis pies, que todo se balanceaba de un lado a otro. Una de de las chicas más robustas de la clase (la que iba a hacer de príncipe ya que parecía más hombre que yo) me sujetó antes de caerme, sentándome en una silla.

 

-Debería ir a la enfermería, está perdiendo mucha sangre… ¿profesor? ¡Profesor!-Me zarandeó. Me sentía tan horriblemente fatigado que no pude evitar cerrar los ojos. Tenía sueño.

-¡Eunices!-Escuché decir a Miller antes de dormirme por completo.

 

 

-Hey.-Me dieron varias palmaditas en la cara.- Hey Eunices, despierta.-Abrí los ojos encontrándome a Ethan a mi lado. Yo estaba tumbado en el suelo, todo mi cabello estaba echado hacia atrás y mi frente estaba cubierta de vendas nuevas, perfectamente colocadas. Analicé la situación:

 

Todas las chicas me miraban asustadas y con preocupación, Ethan estaba de cuclillas a mi lado, apoyando sus brazos sobre sus piernas. Miller estaba detrás de él, con una mano en la boca horrorizado.

 

-Ugh…-Me puse derecho con la frente dolorida.

-¡Con cuidado! Puedes marearte si te incorporas tan rápido…-Me advirtió Ethan poniendo una de sus manos en mi hombro.-¿Te encuentras mejor?-Miré al suelo.

-Sí.-Toqué mi frente con la punta de los dedos. Tenía una gasa en la herida y varios vendajes. Ni rastro de sangre.-¿Quién me ha…?

-¡Yo!-Dijo con orgullo Ethan. Levanté la cara, sonriéndole.-Gracias a algunos libros de medicina de mi hermano que leí, supe como tratar tu herida.

-Gracias.-Tuve la intención de darle una palmada en la espalda, pero mi mano se desplazó a agarrar su ropa.- ¿Se puede saber qué haces aquí? ¡Esto es un instituto para chicas! ¡Y no puedes utilizar la excusa de que vienes a ver a tu hermano porque te dejó claro que no volvieses!-Le grité enfadado.

-B... bueno…-Miró hacia otro lado, sonrojado.- Vine a ver a Ai.-Sonrió tontamente.- Me he enamorado, ¡esto es amor! ¡y del bueno!

-¡Aún así no tienes permiso para venir! ¿Quién te dejó entrar? Esto está vigilado con cámaras en la entrada y…

-Fue ella.-Señaló a una muchacha despeinada con ojeras en los ojos que reía nerviosamente en la puerta. Arthury.-Es simpática, me habla de gnomos.-Me levanté del suelo con un suave indisposición todavía presente en mí.

-¡Arthury! ¡Vuelve a tu clase! ¡Ahora!- Le cerré la puerta en toda la cara.-Y tu vete, sino quieres meterte en problemas.

-¡Pero vine a ver a Ai! ¡Aún no la he visto…!-Oí un casi inaudible llanto en la clase. Miller.

-¡H-Honne!-Todas las chicas fueron a consolarla (como siempre).-¿Qué te pasa?-Él lloraba tapándose la boca en un intento de no ser escuchado.

-Estaba… tan preocupada…-Intentaba decir entre gimoteos.- Pensé que moriría. De verdad lo pensé.- Se destapó la cara, mirándome.-Lo siento.- Se limpió las lágrimas con la manga de la ropa. Todas le abrazaron apenadas, algunas llorando con él.

 

Las aparté todas de mi camino y le abracé sin pudor alguno contra mi pecho.

 

-No tienes por qué pedir disculpas, fue mi culpa.-Me correspondió el abrazo. Por un momento solo estuvimos yo y él, no había nada más. No importaba nada más que nosotros dos. Tomé su cara con suavidad con la fuerte tentación de besarle para acallar su llanto. Tenía toda la cara roja de llorar.

-Eunices…

-¡Yaoi! ¡Yaoi!-Gritó Ai desde la puerta de la clase con Arthury de la mano, que lloraba.- ¡Qué monos! ¡Hacéis una buena pareja!-Sonreía ampliamente. Me separé de Miller avergonzado y ruborizado.

-Ai.-Susurró Ethan.

-Ethan.-Le susurró ella a él.

-¡Ai!-La abrazó haciendo que Arthury se apartase de ella.-¡Te estuve buscando por todas las clases!

Qué bonita pareja…

 

No pude evitar pensar, pero, ¿en todas las clases? ¡¿En todas?!

 

-¡Ahí está!-Gritó la directora desde el pasillo.- ¡Atrápenle! ¡Ese es el niño que entró sin autorización ninguna!-Otros profesores, específicamente los de religión y filosofía, trataron de atraparle. El primer nombrado era alto, delgado y debilucho, con una reluciente calva en su cabeza, el otro era bajito y gordito, pero también carecía de pelo.

-¡Jamás me atraparéis!-Ethan se vio forzado a separarse de Ai, entrando en la clase.

-¡Tírate por la ventana! ¡Los gnomos te cogerán!-Gritó Arthury.

-¿¡Qué dices loca!?-Le grité yo a ella.- ¡No lo hag…!-Ya era demasiado tarde. Ni si quiera pasó por la ventana que estaba ya abierta, pasó por una cerrada con doble cristal, rompiéndola en añicos.

-¡Esa ventana valía 200€!-Decía lamentándose la directora, cayendo al suelo del disgusto por la ruptura.

-¡¿Tanto?!

 

Después de clases fui al comedor, dónde al coger una manzana para postre mi mano se chocó con una blanca y delgada. Observé el dueño de la mano, increíble delgadez y piel tan blanca y lisa como el mármol. En su bandeja llevaba un pequeño plato con sopa de verduras y agua. Era la primera vez que lo veía aquí.

 

-Vas a comer.-Una sonrisa se me formó en el rostro.

-Sí.-Intentó darme la misma sonrisa que yo a él, pero se mostraba algo triste.- No quiero dejar lo nuestro.- Me susurró al oído. Se reunió con las chicas para comer, las cuales parecieron felices de que Miller estuviese allí. Me senté en una mesa algo alejada, sólo.

-Buaj.-Escuché a mis espaldas.- ¿por qué siempre comes eso? Tantas cosas verdes en tu plato me repugna.- Vicent se sentó a mi lado.

-¿Qué quieres?-Mi expresión se endureció.

-¿Yo? Nada, acompañar a mi amigo durante la comida.-Miré a todos lados, pero no había nadie más que nosotros, ¿se refería a mí?

-No soy tu amigo.

-¿Ah, no?-Preguntó sorprendido.- Pensé que si no éramos “novios” seríamos amigos al menos.-Tenía una pizza en su plato. Maldita sea, ¿cómo puede estar así de ejercitado comiendo tanta comida basura y sin hacer nada durante el día?

-Yo no soy nada tuyo.-Empecé a comer mi comida tratando de ignorarle.

- Qué pena.-Tomó un trozo de su pizza casi deborándolo.

-Por cierto, tu hermano ha venido hoy para ver a una chica de la que se ha enamorado.-La Fanta que bebía la terminó escupiendo por toda mi ensalada.-¡Qué asco! ¡Escupe para otro lado joder!

-¿Qué mi hermano qué? ¡A ese se le sube demasiado el amor a la cabeza!-Se levantó tirando su comida apenas consumida a la basura.-¡Iré a buscar a ese idiota!

-Déjalo estar.-Tuve que conformarme a comer la crema de calabacín que había cogido a parte.- Si dices que te enamoraste de Bennet y que no se podía evitar tener sexo con ella deberías dejar a tu hermano enamorarse. Él no la violará como lo harías tú con una niña de 11 años.

-¡Qué no soy pederasta!

-No lo he dicho.-Chasqueó la lengua molesto.

-Por cierto… toma.-Me dio un papel de mala gana, marchándose.

 

Este miércoles en el hospital, en mi habitación. La nº103. Necesito hablar contigo Eunices.

Atentamente, Bennet.


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