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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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Miré a la puerta que era blanca y más grande que yo. Llevaba ahí unos quince minutos, dudando sobre si entrar o no, pensando en las consecuencias que me traería hablar con Bennet…

 

¡Quizás me esperaba ahí detrás con unas horripilantes tijeras o bisturís listos para clavármelos en la yugular!

Acaricié el helado pomo de metal cromado, me  reflejaba en él. Pude ver lo pálido que estaba a causa del miedo que tenía de entrar. Esa chica estaba más loca que una regadera. Ahí dentro puede pasarme de todo.

 

Al girar el pomo rogué a quién sea que estuviese ahí arriba que a Bennet no le diese un ataque psicótico que pudiese matarme.

 

Lo primero que vi fue una claridad excesiva que me cegaba. Tuve que taparme los ojos y esperar unos segundos a que mis ojos se acostumbrasen a la luz. Asomé un ojo entre mis dedos, viendo lo clara que era la habitación. Retiré la mano de mi cara, viendo a la perfección la habtación.

 

Era un lugar tan cálido y apetecible que no me importaría estar enfermo y quedarme en ese sitio para siempre. Un jarrón blanco con flores, específicamente claveles blancos y rosas rojas entremezcladas entre sí, se hallaba en la mesita que estaba en la cama. Todo era blanco, todo. Las cortinas, el suelo, las paredes, la cama, sus sábanas… Lo único que tenía color eran las flores.

 

También la chica que se encontraba encima de la cama y me miraba con una reluciente sonrisa, Bennet. Tenía una trenza al lado y unas vendas en las muñecas (vaya, como yo en la cabeza… ), en otra muñeca estaba conectada a un suero. A decir verdad, lucía más delgada y con menos color. Observé la otra mesita que se encontraba al otro lado de la cama, había una rosa roja descolorida.

 

Marchitada.

 

Me miraba sin decir nada, esperando a que yo hiciese algo.

 

-¿Qué querías de mí?

-Por favor no me temas, tengo algo que decirte muy importante.-Me dio un escalofrío. Había notado que estaba algo asustado a pesar de lo sereno que pensaba estar.-Escúchame, por favor.-La cara de loca psicópata que vi por última vez hace unos meses en ella no estaba. No había ni rastro de ella.-¿Sabes que tengo el SIDA verdad?

-Sí, me lo han dicho Miller y Vicent.

-Lo supuse… -Bajó la mirada, jugando con sus dedos.- Lo siento. No quise comportarme de ese modo.

-¿No quisiste contagiarme el SIDA para sacarme dinero diciendo que yo te violé cuando eras pequeña? No te creo.-Se mordió el labio. Era raro. No parecía ser la misma persona que siempre. Por un momento la descripción que me dio Miller sobre su hermana, en la que la describía como una chica dulce, amable y angelical pareció cuadrar por un momento. Sacudí la cabeza. Eso no era así. Ella era malévola y psicópata.

-Déjame explicártelo, por favor… no solo padezco SIDA, sino también doble personalidad desde pequeña.

-Como si fuese a creérmelo.-Me senté tenso en el sillón más lejano de ella. No me fiaba ni un pelo.

-Es verdad.-Dijo desesperada.-Me estoy muriendo y no aguantaré mucho tiempo en este estado. Soy débil. No gastaría mis últimos momentos de vida en hablar contigo. Solo escúchame, te lo ruego.-Me pidió suplicante. Me resigné a escucharla. No perdía nada haciéndolo mientras no me clavase un bisturí en la espalda.

-Te escucho.-Coloqué una pierna encima de la otra agarrando mis manos.

-Te contaré todo lo ocurrido desde que nacimos. No tenemos los mismos padres, solo compartimos la misma madre. El padre de Miller murió por un accidente de tráfico unos meses después de haber nacido él, por lo que mi madre se volvió a casar. Cuando cumplimos los seis y siete años, mi madre murió porque se fracturó el cuello al caerse por las escaleras, mientras llevaba a Miller en brazos. Dio su vida a cambio de protegerle. Mi padre le culpó de su muerte, comenzó a ser más agresivo… y bastante violento.

 

 

<<1ºFLASH BACK>>

 

Miré a Miller mientras dibujaba una cebra de color roja y rosa en el papel. Me puse de pie en la silla para poder ver su dibujo. El cabello de mi hermano era rojo como las rallas de mi cebra que tenía una corona de oro y estaba riendo.

 

-¿Qué dibujas?-Le pregunté.-¡Enséñamelo!

-¡N...no!-Tapó su dibujo con sus brazos regordetes, en apenas uno o dos años había cogido mucho peso porque decía que se sentía muy vacío sin mamá, y que por eso necesitaba comer para llenar su vacío.-¡Aún no lo terminé!-Papá entró por la puerta con dos platos de comida. Estaba sudado, muy despeinado y con ojeras. Solo salía de su habitación para darnos de comer.

-Es la hora de la comida.-Apartó con brusquedad nuestros dibujos de la mesa, colocando en su lugar el almuerzo. Con la cuchara jugué con la comida un rato. Era un puré verde y con manchas moradas que no sabía que era. Me daba asco y olía muy mal. Miller y yo solo le dábamos vueltas.

-Es una pena que no esté vuestra madre con nosotros.- Comenzó a decir mientras hacía y deshacía un nudo de tela casi obsesivamente.-Ella sabe cocinar mejor que yo.-No dijimos nada, solo mirábamos la comida. Me pareció ver una pata de algún animal que desconocía.-¡¡Comed joder!!-Dio un fuerte golpe en la mesa que nos asustó a ambos. Empezamos a comer casi atragantándonos. Mi padre gritó, tirando el plato de Miller a un lado.-¡Tú no! ¡Tú estas demasiado gordo!-Le agarró del cabello, echándolo a un lado.- Necesitas ponerte a dieta.-Le arrastró por el pelo hasta el cuartillo que había debajo de la escalera. Mi hermano gritaba y lloraba pidiéndome ayuda. Yo tenía demasiado miedo como para hacer algo.-¡¡Come!!-Me gritó mirándome furioso antes de encerrar a Miller.

 

Mi plato de comida sabía a lágrimas, porque lloraba tanto que no podía evitar que la mayoría de estas cayesen al plato, volviéndolo más salado.

 

<<1ºFIN FLASH BACK>>

 

Me quedé mudo tras escuchar aquello. Eso podría explicar por qué Miller padecía anorexia. Era por culpa de su padre, no de su hermana como suponía.

 

-Mi padre apenas le daba de comer a mi hermano. Él incluso se acostumbró, pero se le cerró el estómago, por lo que ahora le cuesta muchísimo comer.

-Eso no explica tu supuesta doble personalidad.

-A eso iba… Mi padre me apuntó a ballet y natación. Yo era su preferida de los dos, pero no por eso me salvaba de que me pegase. Nos pegaba a ambos, por cada error que cometiésemos por mínimo que fuese recibíamos un latigazo de su cinturón. Yo no podía soportarlo, no podía. Por lo que desarrollé doble personalidad para protegerme.-Se quedó callada.- No sé mucho más, solo que mi otro yo está obsesionado con Miller. Lo siento.-Su voz rota se hizo notar, llorando a borbotones.- Todo es mi culpa, si hubiese tenido el suficiente valor para interponerme entre mi padre y Miller… él ahora no…

-¿Y qué pasó con Vicent?-Pregunté ya de paso. Me miró confusa.

-¿Quién es Vicent?

 

Tuve un horrible presentimiento.

 

La puerta se abrió de repente. Era su padre. Me quedé congelado en el sillón, sin poder decir nada.

 

-¡Por favor! ¡Déme una oportunidad!-Esa voz era de Vicent, se le escuchaba desesperado.

-He dicho que no.-Entró sn importarle lo más mínimo que estuviese allí.-Buenas, señor Jones.

-Ho-hola…-Dije tartamudeando. Tras Vicent pasó Miller, que me miró sorpresivo. Era el único que no me esperaba allí.

-¿Eunices…?-Se agarró con fuerza la falda.-¿Qué haces tú aquí?-Miró a su padre.-Papá, ¿por qué está aquí? ¿lo has traído tú?

-Por supuesto, será el futuro marido de Bennet, ¿no es fantástico?-El labio de Miller tembló, sin poder articular palabra.

-¡Por supuesto que no! ¡Claro que no!-Gritó enfadado Vicent.- Soy médico, tengo el triple de carreras que Eunices, y su hija está enamorada de mí. Y lo más importante para usted: Tengo dinero. Más que Eunices, ¿por qué se niega a entregarme su mano? ¡No lo entiendo! ¡Ella me quiere!... ¿verdad, Bennet?-Le preguntó a la chica con más suavidad, mirándola con una sonrisa triste. Ella se estremeció.

-…¿Quién eres?

-¿C…cómo que quién soy?-La cara de Vicent mostraba que no podía asimilar lo que había escuchado.- Soy tu novio, desde que tenías once años, desde que nos encontramos en ese pasillo de este hospital, ¿no lo recuerdas?

Notas finales:

¡Ya nos estamos acercando al final! ¡Un capítulo o dos más y terminamos!


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