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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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<<FLASH BACK>>

 

-¡Perdón!-Me choqué contra una niña de unos diez u once años. Estaba en las prácticas en el hospital para ser médico. Si todo salía bien, lo sería un año después.

-¡Ten más cuidado!-Le dije molesto. Me había tirado toda la caja de instrumentos médicos que debía de llevar a revisar. Los comencé a recoger.

-Lo siento.-Se detuvo y me ayudó a meterlo todo en la caja de nuevo.

-Gracias.-Levanté la vista, viendo a una niña de cabello rubio albino, de ojos azules.

 

Era increíblemente hermosa.

 

-De nada señor médico. Adiós.-Se despidió con su pequeña mano, alejándose en el largo pasillo blanco. No pude evitar no mirarla hasta que giró una esquina.

 

Llevé la caja a su respectivo lugar. No dejaba de pensar en esa chica, por lo que fui al registro, donde en realidad no se me tenía permitido entrar, para buscar información sobre esa chiquilla.

 

Frustrado de no encontrar nada, finalmente conseguí una carpeta con su información.

 

Miller Honneko

9 nov

11 años

EN TRATAMIENTO.

Habitación nº130

 

Caminé hasta esa habitación, pero no había nadie. Me dirigí a recepción, donde estaba mi compañera de prácticas aprendiendo a utilizar los programas básicos del hospital.

 

-Catherine.-Le dije para llamar su atención. La chica de cabello rojo fuego con lentes verdes y ojos de igual color me miró. Me acerqué a su cara para susurrarle.-¿puedes buscar a un paciente? Necesito saber algo sobre él.

-¿Quieres que me echen mi primer día?

-Por favor, no te cuesta nada hacerlo. Solo quiero saber por qué está en el hospital, que enfermedad padece.-Ella suspiró, tomando el ratón con el que abrió una ventana en la pantalla del ordenador.

-¿Sabes cómo se llama como mínimo?
-Miller Honneko.-Tecleó su nombre, a lo que salió una especie de ficha, la que yo anteriormente ya había visto junto con otros datos.

-Es una niña.-Me miró desconcertada, para luego observar de nuevo a la pantalla.- Solo dice que necesita tratamiento psicológico, no especifica la enfermedad. Debe de tener un médico privado.

 

Aquello no terminaba de resolver mis dudas, por lo que yo mismo fui a investigar qué enfermedad tenía. No me interesaba en nadie en tanto tiempo. De repente el recuerdo de Eunices vino a mi mente, viniendo a mi mente todos esos momentos en los que él intentaba declarar su amor por mí muy torpemente, pero que siempre fracasaba desde los quince años por una razón u otra. El muy tonto no sabía que yo ya me había dado cuenta. Lo peor es que en mi época yo también estuve enamorado de él, pero yo me deshice de esos sentimientos, pensando que no sería correspondido. Para cuando supe que él me quería ya era demasiado tarde: yo ya le había olvidado por completo.

 

Al entrar a la habitación vi como la chica solitaria que había visto comía torpemente con una cuchara de plástico. Ella pensó que era su médico, por lo que me pidió ayuda para comer tras saludarme con una calurosa sonrisa al reconocerme.

 

-Me cuesta moverme por los pinchazos. Por favor ayúdeme.

 

Así es como comenzó todo: miradas, cosas que nos empezaron a gustar entre nosotros. Sonrisas, gestos, muecas, caricias a escondidas, todas esas cosas al cabo de unos meses de visitarla seguido. Desde unas semanas después de conocernos ella se percató de que yo no era su médico, pero no le dio importancia, quería verme.

 

Me pedía que la visitase todos los días sin falta, ya que se sentía sola.

 

Comenzó a contarme todo sobre su vida: que tenía un hermano, que en realidad se llamaba Bennet y lo que le había hecho su padre. Me lo dijo todo. Poco a poco, muy lentamente, me enamoré de aquella niña de ojos azules y cabello albino.

 

Un año después, algo cambió. Al visitarla se me hizo demasiado tarde, pero llegué sin falta a su habitación. Era un día antes de su cumpleaños, según me había contado.

 

-Todavía no me ha bajado la regla.-Me comentó de repente. Yo estaba sentado en el sillón de su habitación. Me sorprendió que me sacase ese tema. Su mirada era distinta, era casi salvaje.-Quiero que me des mi regalo.

-Mañana te lo traeré sin falta, Bennet.

-No.-Se levantó de la cama, sentándose sobre mis piernas.-Lo quiero ahora.-Apoyó sus rodillas sobre mis piernas, alcanzando mi cara para besarla. Hice un intento de apartarla de mí, en vano. Deslizó su rodilla a mi entrepierna.

 

Dudé unos segundos, pero cerré la puerta con pestillo mientras la tomaba de la cintura, devolviéndole el beso.

 

Esa misma tarde, recibí una llamada de mi madre, diciendo que ella tenía el SIDA, por lo que yo también lo tendría. Me comentó que no lo supo hasta hace unas semanas.

 

 

<<FIN FLASH BACK>>

 

Noté cómo Vicent volvía a la realidad de repente. Se había quedado callado un rato, como recordando algo que nadie sabía que era. Ahí seguíamos los cinco: Miller terriblemente tenso, Bennet confusa por la situación en la que se encontraba, el padre de ellos dos manteniéndose impasible ante todo, Vicent pálido como un muerto, y yo, que estaba deseando irme de allí.

 

-No hay nada más de lo que hablar.-Fue diciendo lentamente el padre de Bennet y Miller, como si quisiese que Vicent entendiese esas palabras.- Eunices, te casarás con Bennet.

-¡Me niego!-Contemplé como Vicent estaba por desfallecer en cualquier momento.- ¡No lo haré! ¡Nunca! Pensé que hablaba de casarme con Miller, no con Bennet. Yo quiero a Miller. Solo le amo a él.

-¿Eres gay?-Se sorprendió.

-¡Sí! ¿Q-qué problema hay con eso? ¡lo soy! ¡Y estoy orgulloso de serlo!-Soltó una leve carcajada.

-Por eso mismo, por favor déjeme que yo sea el marido de Bennet. La amo, ella es lo más importante para mí. Daría mi vida por ella… ¡de verdad la quie…!

-Sé que el que le contagió el SIDA fuiste tú, ¿pensaste que no lo sabría?-No me esperaba eso, pero Vicent y Bennet menos.-Te aprovechaste de su otra personalidad, la violaste y…

-¡¡Eso no fue así!! ¡La quiero! ¡Puedo explicarlo!-Parecía realmente desesperado por salvar su relación con Bennet, yo y Miller guardábamos silencio, sin decir palabra.

-No tienes nada qué explicar. No habrá boda. Me voy a comprar un café. Tanta palabrería me estresa.-Salió de la habitación, dejando a Vicent con la palabra en la boca. Miller se acercó a Bennet preocupado.

-¿Estás bien?-Le tomó de la mano. Vicent la miró, se puso a su lado apartando a Miller.

-¿Por qué no me recuerdas?-Cuando dijo aquello, me percaté de algo: él no sabía de la doble personalidad de Bennet.

 

¿Su otro “yo” le había utilizado tratando que él moviese cielo y tierra para curarla del SIDA?

 

-Todo…- Susurró Bennet, agachando la cabeza posando su frente sobre el pecho de Vicent. Deslizó su mano libre por un lado de su cadera, me pareció que lo intentaba abrazar.-¡Todo se fue a la puta mierda!-Cogió un bisturí de la mesita que se encontraba detrás de Vicent, que por acto reflejo esquivó su ataque. La mesita con todos los intrumentos médicos cayeron al suelo, desparramándose en él.-¡Eres un inútil! ¡Y tú…!-Se levantó de la cama para agarrar del cabello a Miller.-¡No sirves para nada! ¡Ni si quiera Bennet sirve para nada! ¡Solo traéis problemas!

-¡Suéltale!-Le grité con la intención de aproximarme a ellos dos. Vicent estaba en un rincón de la habitación sin poderse creer lo que veía. Bennet (o su otra personalidad) puso el bisturí en su cuello, clavándole la punta. Empezó a brotar sangre de la herida.

-Si te acercas le rebano la cabeza.-Al intentar retroceder ella se chocó contra la ventana alejando el arma del cuello de Miller, distrayéndose por un segundo. Tiré de Miller, echándolo a un lado. Bennet intentó escapar quedándose indefensa al caérsele el bisturí. Le agarré de la trenza antes de que pudiese salir por la puerta.

 

Rápidamente cogió unas tijeras que habían caído de la mesita, cortándose la trenza. Se resbaló en el suelo, cayéndose. Me puse de pie encima suya, sobre su espalda, sin soltar su trenza cortada.

 

-¡Déjame! ¡Apártate!-Le puse un pie sobre la mano que sostenía las tijeras, para que no pudiese atacarme con ellas.

-¿Quién eres ahora?-Paró de moverse por un momento, sin responderme.

-Bennet.-Miller lloraba mientras la miraba.-¡Eunices suéltala! ¡No sabe lo que hace!

-Por eso la retengo, no permitiré que te vuelva a tocar de nuevo. Ha intentado matarte, ¿no te das cuenta? ¡Su otra personalidad es agresiva!

-¿Qué ha pasado?-Preguntó Bennet debajo de mí.-¿Qué haces?

 

¿Ha vuelto en sí?

 

Me quité de encima, se levantó con cuidado, tocándose el pelo.

 

-M… mi pelo…-Observó a Miller horrorizada.- ¿¡Qué te ha pasado!?-Se acercó a él preocupada, pero el retrocedió asustado. Pareció saber ya por sí misma todo. Soltó las tijeras.-He sido yo.

-No.-Dijo de inmediato Miller.- No ha sido tu culpa.

-¡No mientas!-Se llevó las manos a la cabeza, llorando.-¡Siempre he sido yo! ¿verdad? ¡No solo era papá! ¡también era yo! ¡Todas esas cicatrices también te las hice yo!-Gritó.-

-¡No eras tú! ¡No eras consciente de lo que hacías!

-Solo te hago daño. A ti, a papá, a Eunices.-Fue susurrando.- Y a ese hombre.-Vicent pareció afectarle bastante que no supiese su nombre. Bennet abrió la ventana.-Solo hay un modo de solucionar esto. Me estoy muriendo, y no quiero que mis últimos segundos de vida los obtenga mi otra personalidad, utilizándolos para poder haceros la vida imposible.-Sonrió a Vicent.-Pareces buena persona, me hubiera gustado conocerte.

 

A continuación, se tiró por la ventana. Vicent trató de detenerla, pero ya estaba en el suelo sangrando para cuando él se asomó por la ventana.

 

-Bennet.-El sonido de un plástico caer sonó justo en ese momento. Me giré a ver de donde provenía: era el padre de Miller, miraba la ventana por donde su hija se había lanzado suicidándose. Miró mi mano, la cual aún sostenía su trenza. El suelo estaba empapado de café, cubierto de instrumentos médicos y cabello albino, junto con gotas de sangre de Miller.

 

Mierda.

 

-¡Te voy a matar! ¡Vas a acabar en la cárcel malnacido!

-¡Papá! ¡¡N…!!-Le dio un tortazo a Miller.

-¡Aparta!-Corrió hacia a mí con el puño en alto, Miller le empujó contra la cama.

-¡¡Eunices corre!!-Corrí hacia a fuera, buscando la salida, chocándome con camillas y enfermeros. Me detuve al recordar que había dejado atrás a Miller.

-¡¡Mill..!!-Al momento estaba ahí, corriendo hacía a mi con gran velocidad.

-¡No pares!- Para estar tan supuestamente desnutrido era demasiado fuerte y veloz. Su padre nos seguía a lo lejos. Corrimos hasta llegar a la salida de la mano, donde nada más cruzar la carretera un camión cubrió toda mi vista junto la de Miller.

Entonces me di cuenta en el momento en el que el camión chocó contra una gasolinera atropeyando a dos personas que se amaban, provocando una explosión y sus muertes casi inmediatas, que todo lo bueno se acaba.

 

 

 

Notas finales:

Ejem, ejem... Antes de todo, quería pedir a mis lectores/as que no se desesperen, ¡habrá un capítulo más! No subí más porque ya se acercaba a las 1.800 palabras, y aún me quedaba por escribir. Pero solo un capítulo más. Esto se acaba en breve amigos.


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