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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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Dos personas, un adolescente y un hombre adulto, han muerto al salir del hospital y cruzar la carretera. Una camión que transportaba muebles no pudo evitar el accidente al tener los frenos en mal estado, por lo que acabó estrellándose contra la gasolinera causando una explosión con los nombrados fallecidos. Todo esto según fuentes del Centro de Gestión de Tráfico, del Consorcio Provincial de Bomberos y del Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU).

El suceso ha tenido lugar sobre las 19.40 horas.

Al parecer, a causa de que los cadáveres fueron completamente calcinados y quemados el padre del presunto fallecido adolescente tuvo que identificarlos en persona. También ocurrió ese mismo día veinte minutos antes el suicidio de su hija mejor

Una unidad del SAMU solamente ha podido confirmar el fallecimiento de las dos personas.

-Vaya.-Dije tirando el periódico a un lado de la cama. Me impresiona que tal noticia de otros país haya llegado hasta Italia. Me dirigí al servicio, lavándome la cara y viéndome en el espejo: pelo negro azabache, ojos verdes con toques dorados y piel morena. Tenía una camisa blanca abierta y unos pantalones algo anchos vaqueros oscuros.

 

Cogí el móvil marcando un número.

 

-¿Hola?

-Buenas, Ethan.-Le respondí.-Solo llamaba para decirte que todo ha salido muy bien, sino fuera por ti ya estaría en la cárcel.

-Oh, bien, me alegro.

-¿Cómo está tu hermano? –Le pregunté preocupado por él.

-Está en terapia, le cuesta superar lo de Bennet. Pero está mejorando.-Soltó una suave risa cálida que hasta a mí me sacó una sonrisa.

-Menos mal.

-¿Cómo te va con Mi…? No, ¿Con Mabel?

-Realmente bien. No te imaginas el cambio que ha dado desde que se cortó el pelo. Ahora verdaderamente parece un hombre.-Caminé hasta llegar al balcón, sentándome sobre la barandilla. Desde ahí había vista directamente al mar. Estaba en una casa que se encontraba en un barranco. Peligroso pero estupendo de contemplar.-Ya no se lo tiñe, vuelve a tenerlo rojo. Le sienta mucho mejor. Por cierto… ¿Qué hay de Ai? No te he oído de hablar de ella en bastante tiempo.

-Estamos saliendo. Sus padres me dejan salir con ella. Creo que les caigo bien.

-Se ve muy enamorada de ti desde el primer momento en que os visteis.

-¿T…tú crees?...¿y cómo sobrevivisteis a la explosión?

-Simplemente cruzamos justo antes de que el camión nos atropellase gracias a Miller. A decir verdad el camión nos rozó. Pudimos pasar la gasolinera segundos antes de la explosión, y entonces fue cuando te llamé. Las dos personas que murieron que parecíamos ser nosotros fue pura casualidad.-Me detuve al hablar.-Una cosa: ¿no pudiste buscarme un nombre falso mejor? Louis me parece un nombre de muy mal gusto.

-A mi me agrada.-Me giré levantándome de la barandilla, para contemplar mejor el amanecer en el mar.-Mabel Carrington y Louis Brandsford. No me parecen malos nombres, pero tampoco me diste mucho tiempo para pensarlo. Crear identidades falsas es complicado y lleva mucho tiempo hacerlas, por muy buen superdotado que sea.- Sí, Ethan era superdotado. Con diez años de edad supo resolver un problema de esquetriometría realmente complicado, sin conocer los conceptos básicos de esta. Jamás me ha contado como puede crear identidades falsas, carnets falsos, transportes falsos y cosas así. Preferí no meterme en ello. Escuché cómo un bostezo irrumpía en el silencio de la habitación.

-Como sea, Mabel ya se ha despertado. Me voy a darle los buenos días. Adiós.-Me despidió también y me colgó. Antes de que pudiese entrar en la habitación unos brazos me rodearon la cintura.

-Buenos días, Eunices.-Me tomó de la cara, besándome. Era Miller. No, ahora se llamaba Mabel.-¿Con quién hablabas?

-Con Ethan. Debes llamarme Louis, vete acostumbrando si no quieres que nos descubran.

-Um… Lo intentaré, ¿sabes qué es lo que llevo queriendo desde hace mucho tiempo?-Acarició mi torso con las yemas de sus dedos, helados, provocándome un escalofrío.

-Mmm…-Hice como si me lo pensase unos segundos.-¿Un helado?

-No, mucho más que eso.-Acarició mi pecho, deslizando su mano por debajo de la camisa, con intención de quitármela.

-¿El carrito entero?-Pregunté gracioso, aún con el tema de los helados. Al llegar a Italia lo primero que hizo fue atiborrarse de helado de vainilla. Volteé a verle la cara.

-Tampoco.-Descubrió mi hombro, besándolo.-Quiero algo que solo tú me puedes dar.

-¿Y qué sería eso?-Posé sus manos sobre su cintura, adentrándonos en la habitación. Estábamos uno muy cerca del otro.

-Quiero hacerlo.-Me besó. Sentí como su lengua se adentraba en mi boca explorándola casi con hambre mientras movía sus labios contra los míos. Se separó justo cuando comencé a corresponderle.-No dejo de pensar en eso desde hace meses.

-Entiendo…-Me hice parecer serio en el asunto.-Entonces habrá que remediar eso.-Lo recosté sobre la cama acariciando su sexo. Se estremeció. Observé como un fuerte rubor se hacía presente en sus mejillas.

-S..sí.-Sujeté sus piernas aún con ropa pasándolas alrededor de mi cintura.

-¿Solo me dirás eso?-Comencé a picarlo.-Pensé que estabas dispuesto a arrancarme la camisa hace unos momentos…-Sonreí pícaro.

-¡No seas idiota Eunices!-Movió las piernas bruscamente molesto por mi comentario. Me coloqué encima suya impidiéndole algún movimiento.

-¿Sabes?-Le pregunté retóricamente en su oído en un susurro.-Esto aquí molesta.-Le desabrochaba la camisa con lentitud, besando y lamiendo su cuello dejando alguna que otra marca.

-E..Eunices…-Echó el cuello hacía atrás como si me pidiese más. Noté como trataba de contener cualquier sonido que pudiese salir de su boca, y cómo un bulto se hacía notar en sus pantalones. Froté de nuevo su entrepierna.

-¿Ya excitado?-Continué los besos en su cuello.-¿Qué te dije del nombre?

- Yo quiero llamarte Eunices. Es tu nombre.

-Solo aquí.-Le ordené. Me deshice de la molesta camisa echándola a un lado, bajando los besos desde su cuello. Me deleité con cada parte que me encontraba por el camino. Cogió una almohada tapándose la cara con fuerza. De inmediato se la quité.-¿No querías verme?-Me quité la camisa. Le provoqué frotando de nuevo su entrepierna, pero en vez de hacerlo con la mano, con la entrepierna.

-No me hagas esperar más.-Dijo después de soltar un profundo suspiro lleno de excitación. Me ocupé de deshacerme también de su pantalón mientras lamía sus pezones. Él se tapó la boca. Introduje una mano por debajo del pantalón, acariciando el bulto.

-Quítamelo.-Me rogó.-Quítamelo Eunices, me duele.-Tardé unos segundos en darme cuenta de que hablaba del pantalón. Se lo quité como me pedía, y también me deshice del mío. Le besé de nuevo el abdomen. Presionó su rodilla contra mi entrepierna.-Si vas tan lento sufro, profe tonto.

-No te haré sufrir más.-Le quité salvajemente las prendas que le quedaban antes de hacernos uno por primera vez.

Notas finales:

Lo siento, pero no fui capaz de escribir la escena erótica u.u no pude. Hice mi mayor esfuerzo para ello, pero hasta aquí me quedé.

ME gustaría añadir que mañana tendré lista otra historia (por si les interesa...)

Gracias por leer, aquí se acaba todo.


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