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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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Ya habían pasado dos meses desde aquél incidente en el hospital, con la supuesta “angelical, dulce, perfecta…” hermana de Miller. No volví a hablar directamente con Miller, al menos no con su lado masculino, si es que se puede decir así cuando se comporta diferente a como en público. En público actúa como una chica, cosa que no es.

 

El recordar la placa de plástico en el que ponía “Honneko Miller” solo me confundía.

 

¿Por qué Bennet, la hermana de Miller, tenía el nombre de su hermano? En la placa debería estar el suyo, no el de él.

 

¿Y si lo he visto mal? ¿Quizás lo habré imaginado?

 

Además, esa horrible y espantosa posesividad que tenía hacia su hermano solo me causaba más dudas.

 

¿A qué se debía el que ella fuese tan posesiva? ¿Sentiría un amor más que fraternal hacia él?

 

Sacudí la cabeza. Nunca he sido un gran fan del incesto, por lo que me desagradó un poco imaginármelo.

 

Al llegar a la clase de Miller, vi como todas las chicas hablaban entre sí con más entusiasmo que de costumbre, mirando a Miller el cual tenía un sonrojo y una sonrisa tímida en los labios. No puede evitar pensar que era una expresión terriblemente linda. Coloqué mis cosas en su lugar: mi chaqueta en la silla, el maletín al lado de la mesa. Dos muchachas se me acercaron.

 

-Profesor, ¿sabe que todos los años se hace un teatro no?- La idea no me desagradó tanto como la del incesto entre Bennet y Miller, pero aún así no me gustaba. Jamás me gustaron los teatros, nunca. Me parecían aburridos y sin sentido.

 

-En absoluto.-Se miraron las dos, algo confusas.

 

-¿No sabe quién es el profesor encargado del de este año?

 

-No.

 

-La directora dijo que usted.-No me lo podía creer, ni si quiera me lo había informado.

 

-No puede ser. Hablaré con ella en cuanto tenga tiempo…

 

-Profesor, hemos pensado en la obra que realizaríamos este año, ¡ya lo hemos decidido!

 

-¡Queremos hacer Blancanieves!

 

-¡Y que Blancanieves sea Honneko! ¡Ella es muy linda y muy buena! ¡Le va de perlas el personaje!

 

-Pero yo no quiero serlo, seguro que vosotras os gustaría ser Blancanieves también.-Se adelantó en decir Miller. –No me importa ser un actor secundario, ¡o ni si quiera aparecer en la historia! Lo que cuenta es que vosotras os lo paséis bien. Yo estaré alegre mientras vosotras lo estéis, todas sois amigas muy importantes para mí.-Dijo con una sonrisa deslumbrante. Debo de admitir que aunque fuese actuada aquella actitud, me hacía perder el control. Noté como me sonrojaba cada vez más.

 

-Honneko eres demasiado buena, ¡tienes que pensar en ti! ¡no puedes ir así de santa por la vida!

 

-¡Eres tan mona!-Todas la abrazaban como podían. Estuve algo celoso, no de Miller, sino de ellas, que la abrazaban y yo no. Por una vez quería ser yo el que lo estrechase entre mis brazos y…

 

<< No, no, yo no pienso así.>>

 

Borré esos pensamientos de mi mente.

 

-Aún no es seguro que sea yo el que dirija el teatro de este año.

 

-Sí lo es.-Se abrió la puerta de golpe, era la directora con su mirada fulminante.- Tú serás el encargado. Lo he decidido.

 

-¿Pero por qué? Yo no quiero serlo, ¡solo soy un profesor de matemáticas! ¡ni si quiera soy tutor de esta clase!

 

-Estás obligado. Me da igual lo que pienses, ¡todavía puedo despedirte! Así que si no quieres que te eche cállate y cumple con tus responsabilidades.-Chasqueó la lengua y se marchó.

 

-Me odia…-Susurré para mí mismo.-Me tiene tanto asco.

 

-No diga eso profesor.-Me decía dulcemente Miller poniéndome una mano en un hombro.-Solo te tiene manía.-Me susurró en el oído con una voz grave y burlona.-¡Confío en usted profesor! ¡Seguro que hará un gran trabajo ayudándonos en la obra!

 

Cada vez me sorprendía más como pasaba de rápido de una personalidad a otra.

 

Me sorprendió con que velocidad se terminaron las clases, siendo ya de noche. Entré en mi habitación, sin siquiera encender la luz, me desvestí, quedándome en ropa interior y me metí en la cama.

 

Al notar un frío y delgado cuerpo me asusté dando un bote, a punto de gritar.

 

-Soy Honneko.-Estuve por encender la lamparita de noche que estaba a menos de medio metro de mí, pero él me agarró la muñeca.-No la enciendas.

 

-¿Se puede saber que haces aquí? ¡Vete a tu cuarto! ¡Déjame por lo menos dormir tranquilo!-Estaba molesto, odiaba como entraba en mi cuarto con esa facilidad, pero lo que más me molestaba era que ni si quiera podía verle. El no recibir respuesta me puso nervioso.-Honneko.-Le dije, tratando de que me respondiese, cosa que no hizo.-¿Miller?-Le llamé por su nombre. Intenté encender la luz, pero su mano me seguía agarrando la muñeca.

 

-Te dije que no.-Me contestó al fín en lo que pareció en un lamento. Por un momento sentí pena, pero como siempre, estaría actuando.

 

-Deja de actuar y déjame encender la luz.-Me soltó la mano, pero me rodeó la cintura apoyando su cabeza en mi pecho. Algo húmedo me empapaba.-¿Estás llorando?

 

-No.-Eso era un sí. Me resigné a encender la luz.

 

-¿Qué pasa?

 

-Estoy mal.-Me abrazó fuerte, demasiado fuerte. La respiración se me cortó y sentí como mis huesos crujían.-¿Soy mala persona?

 

-¿A…a qué viene preguntar eso?-Pregunté como pude, con el poco aire que llegaba a mis pulmones.

 

-Contéstame.

 

-Todas las chicas de la clase te adoran, eso debería demostrarte que no eres mala persona.

 

-No, eso no vale. Finjo ser alguien alegre y amable en clase. Eso no me vale, Eunices.-Su llanto cesó por un momento. Me percaté de que él llevaba tanta ropa como yo, es decir, únicamente unos boxers. Muy bien, ese deseo de querer abrazarle y tenerle entre mis brazos se había cumplido, pero no deseaba que fuese así.-Me reiría de que se te puso dura, pero no estoy de humor para eso.

 

-¡¿Qué qué?!-Me llevé la mano a la entrepierna, dándome cuenta de que Miller tenía razón. Mi cara ardía completamente, gracias a la oscuridad él no pudo ver como estaba de rojo.

 

-No me importa.-Me abrazó más suavemente, pegándose más a mí.-Solo tú sabes como soy en realidad, ¿soy una mala persona?-No supe que decir. Durante todo el tiempo que le he conocido, le he considerado alguien insoportable y pesado, con las únicas intenciones de querer reírse de mí.-Me iré sin rechistar si me lo dices.-Tragué saliva.

 

¿Qué debía de hacer?

 

-En ese caso no te lo diré.-Le correspondí el abrazo, con la voz temblorosa.-quédate conmigo esta noche, Miller.-Escuché como de su boca solo salían tartamudeos sordos, y como en el silencio reinaba el sonido de su corazón latir tan ferozmente como el mío.

 

-¡E-eso es hacer trampa! ¡Eres un profe malo!-Intentó separarse de mí, pero no me dejé hacerlo. Sabiendo que su fuerza es mayor a la mía, sé que él se dejó de nuevo abrazar por que deseaba estar conmigo tanto como yo quería estarlo con él. Sino, me hubiera empujado hacia un lado con su fuerza descomunal.

 

-¿Es trampa decir que te quiero a mi lado esta noche?

 

-¡P…Pero…!

 

-¿Quieres irte?-Le aparté de mí.

 

-¡No!

 

-¿Entonces?

 

-E…es…solo que… em… -Me abrazó de nuevo.-Profe tonto.-Decía a lo bajo.

 

Cogí la manta tapándonos a los dos. Esa noche había triunfado yo, y no él. A pesar de que no hicimos nada, fue una noche maravillosa en la que estuve alegre de tenerle a mi lado.


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