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Más allá del jardín de rosas descoloridas por Sweet Honne

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Notas del capitulo:

Por favor, no os riáis de la alumna poco estable(si queréis sí, yo me reí) cuando lo leáis, ya que esa alumna existió, pero era un chico. Lo he escrito exactamente como me contó mi profesora que le ocurrió, añadiendo a Ai Mizuki, que es el personaje de una buena amiga mía. 

Cuando me lo contó, francamente no pude evitar reirme durante dos horas, pero luego me serené. Era un chico esquizofrénico, admitamos que hace gracia aunque no debamos reirnos. 

Si lees esto chico esquizofrénico, lo siento, pero tenía que ponerlo en este capítulo.

 Era jueves por la noche.  Deseaba acabar de una vez esta semana tan extraña. Honneko parece que solo busca el modo burlarse de mí. Lo presiento, pero desde el día de la piscina no hemos hablado directamente.

 

Esta mañana recogí los ejercicios que mandé hace unos días. Hoy iba a corregirlos, pero el único que no quería ni mirar era el del muchacho. Al menos, iba a tener un fin de semana largo para poder reflexionar sobre lo sucedido.

 

Mañana empezaría a recoger mis cosas, metiéndolas en una maleta. Todos los sábados por la mañana, serían los días en que todos deben de irse a sus respectivas casas, hasta que llegase el lunes.

 

Miré la hora en el reloj que tenía en la muñeca. Faltaban escasos minutos para que llegase la hora de la cena, el tiempo justo para ir hacia el comedor.

 

Pero lo último que quería era ver a ese chico travestido. Lo que más me fastidiaba era que fingía ser una dulce y delicada chica, cuando es en realidad un muchacho endemoniado que le gustaba burlarse de mí. Tampoco es que tuviese mucha hambre, no me moriría por no cenar un día.

 

Comencé a corregir los ejercicios, dejando el de Honneko apartado a un lado, quizás ni lo miraría, poniéndole un “bien” directamente. No deseaba encontrarme notitas inesperadas.

 

Ya llevaba corregidas diez de veinticinco, pero a mitad de empezar a corregir otra, llamaron a mi puerta.

 

Me dispuse a abrirla, pero me detuve al pensar que era Honneko. Desgraciadamente, las puertas no tenían mirilla, por lo que me conformé con preguntar.

 

-¿Quién es?-Pregunté con el temor de que fuese él.

 

-Soy uno de los profesores, ábreme.-Escuché decir a una voz muy grave y tenue, se me hacía familiar, pero no le di demasiada importancia. Suspiré aliviado. Aquél muchacho no podía acosarme hasta tal punto, ¿verdad? Abrí la puerta con una media sonrisa.

 

-Lo siento me siento algo indispuesto como para cen…-Mis ojos se quedaron fijos observando a lo que se está empezando a convertir en mi acosador,

 

-Hola.-Decía sonriente el muchacho de cabello similar a las rosas descoloridas. Traté de cerrar la puerta de inmediato, pero puso un pie de por medio.-¿Qué pasa? Déjame pasar.-Su voz era demasiado aguda como para que fuese el hombre de antes.

 

-¿Qué quieres?-Dije molesto. Honneko empujaba la puerta para abrirla, a pesar de que trataba de oponer su fuerza, terminó abriéndola de golpe.

 

Me está empezando a dar miedo su fuerza descomunal.

 

-Le traje la cena, señor profesor.-Me acercó el plato con una sola mano. Un momento, ¿abrió tan bruscamente la puerta con un solo brazo? Ya tengo razones para temerle.

 

-Supongo que gracias.

 

Finalmente, no sé como acabé cenando teniendo al lado al chico en mi cama. Me miraba de una manera que aún sabiendo que es hombre, podría decir que parece una chica delicada incapaz de haber hecho lo de antes. Es decir, abrir la puerta con un solo brazo tan violentamente.

 

-¿Cuándo te irás?-Le pregunté sin mirarlo directamente mientras comía las albóndigas a la boloñesa

 

-¿Debería de irme?

 

-¿Saben los profesores que estás aquí?

 

-Creen que estoy en mi cuarto.-Se llevó una mano a la boca, pensativo.-Cenando.-Al procesar lo que me dijo, paré de comer.

 

-¿Esta es tu cena?

 

-Era mi cena.-Me contestó con un aire angelical. Resoplé con fastidio.

 

-¿Por qué no me lo has dicho? Debes de comértela tú, no yo.-Dejé el plato en la mesita de noche.

 

-Pensé que eso haría que no estuvieses tan molesto conmigo.-Cuando apoyó su cabeza sobre mis piernas, me arrepentí de haber dejado el plato en la mesita.-Desde ese día parece que me odias. Me evitas… Me haces sufrir con eso, ¿sabes?-Contemplé como empezaban a salir lágrimas de sus ojos.

 

-Lo siento.-Me disculpé apenado. Comencé a pensar que quizás, y solo quizás, no se burlaba de mí, y que iba en serio.

 

-Era broma.-Soltó una leve risilla.-Eres fácil de engañar, profe.-Se levantó de la cama. A veces me saca de mis casillas este muchacho.

 

-Quiero que te marches de mi habitación ahora.-No podía evitar estar tan molesto. Se ríe de mí.

 

-¿Por qué? ¿Te enfadaste otra vez?-Me tomó de la cara, aparentemente triste por lo que acababa de hacer. Ya no me lo creo. Le aparté las manos de mí.

 

-Para.-Me levanté también de la cama, agarrándole las muñecas y acorralándolo contra la pared.

 

-¿Q-qué haces? ¡Suéltame!-Él estaba verdaderamente rojo y nervioso.-¡Qué me sueltes!

 

-No, parece que llevas buscando que te haga esto desde aquél  día.-Sus fuerzas flaqueaban, era mi oportunidad. Sujetándolo con una única mano, me quité la corbata lentamente, para luego lanzarla a un lado. Le desataba el lazo poco a poco, hasta que se lo puse en los ojos.-No quiero que veas.

 

-N…no….Eunices…

 

Abrí la puerta y lo eché de una patada.

 

-No vuelvas a molestarme.-Cerré la puerta con pestillo, escuchaba como golpeaba la puerta una y otra vez Honneko.

 

-¡Maldita sea! ¡Eunices! ¡Te odio! ¡Abre la maldita puerta!

 

Durante un largo rato, le escuché decir numerosos tacos al aire en vano, ya que ni por asomo le abriría de nuevo la puerta.

 

Viernes, ¡Aleluya! Me desperté un minuto antes de que empezase a sonar el despertador, el cual apagué. Hoy por fin era el último día de la semana que vería a Honneko. De sentí extrañamente triste al pensar en ello.

 

Ya se me pasará.

 

Me dirigí al aula 1BTO A, donde dejé la maleta en la mesa. Saqué el listado de alumnas.

 

-Voy a pasar lista, silencio.-De inmediato todas se callaron.-¿Ai Mizuki?

 

-¡Presente, profe! -Dijo levantando la mano felizmente.

 

-¿Arthury Jones?

 

-¡Aquí aquí aquí!-Levantó la mano también, pero más enérgicamente. La muchacha temblaba.

 

Estuve dando clase de matemáticas tras pasar lista, obviamente. Cuando quedaban apenas diez minutos para acabar la hora, escuché un estruendo detrás de mí mientras escribía fórmulas en la pizarra. Me giré algo alarmado.

 

-¡Complemento directo!-Era Arthury Jones, se tiraba de los pelos a sí misma.

 

-¿J…Jones?-dije algo asustado por como se comportaba. Cogió su silla y la tiró por la ventana, con intenciones de tirarse por ella sino fuera por las rejas. Todas las alumnas se levantaron de sus asientos tan asustadas como yo. Nadie me informó que tenía una alumna “poco estable” en mi clase. Ai la miraba algo confundida pero le seguía  el juego. Gritando lo mismo.

 

-¡Complemento directo!-Se acercó a la chica- ¿Por qué te tiras de los pelos? Peinada estás más guapa, mujer! 

 

-¿Qué se supone que hace usted, Mizuki?-Muy bien, no tenía a una chica poco estable, sino dos. Arthury comenzó a gritar, golpeando la puerta de la clase, hasta que se detuvo y la abrió. Salió del aula corriendo..

 

 

-¿Yo? Nada, profesor no se preocupe, Athury vendrá dentro de poco -Se sentó en su  sitio tranquilamente, como si el comportamiento de esa chica fuera lo más normal de mundo. Seguí a la “poco estable” completamente acojonado. Perdonen mi vocabulario, pero es como estaba: acojonado

 

Vi como se lanzaba hacia las escaleras, e increíblemente, daba una voltereta torpe, ya que al aterrizar terminó rodando por las escaleras.

 

Tuve que ir a buscar a Arthury tras unos minutos, ella estaba encerrada en el cuarto de limpieza.

 

-¡El complemento directo nos matará a todos!-Se golpeaba a sí misma con la escoba. Me daba más miedo que Honneko cuando se ponía violento.


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