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El novio perfecto por LadyScriptois

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Notas del fanfic:

Disclaimer: los personajes de reconocimiento publico son ajenos a mi pertenencia, contrario a esto, la historia y los personajes originales si son lo son. Esta obra no posee fines lucrativos.

Notas del capitulo:

16/02/2014

Hola,

No tengo mucho sueño y esto, antes de darme cuenta, simplemente salió (creo que tardé más haciendo el banner que escribiendo el one)

Hace un tiempo que no escribía algo tan ligero.

Me encantan las cosas ligeras, sin mucho rollo, simplemente pasa lo que se cuenta y ya.Me relajó mucho escribir esto, y creó que liberé muchas cargas acumuladas.

Es muy cortito y espero que les guste.

El novio perfecto

Tom se ajustó la capucha de su chaqueta cuando entró a la farmacia que quedaba en el transcurso de la universidad a su apartamento. Buscó el pasillo donde se encontraba lo que necesitaba y, al observa la gran variedad, se sintió aturdido.

Con alas, sin alas, flexibles, nocturnas, flujo normal, flujo abundante, según la ropa interior, perfúmanos, equilibradoras de pH, tampones.

¡¿Qué mierda?!

—Buenas noches. – sonrió forzado cuando una señora tomó uno de los paquetes de toallas sanitarias y le miró con curiosidad.

—Buenas noches. – le devolvió la sonrisa y se compadeció de la cara de súplica del trenzado. — ¿Necesitas ayuda? – Tom no dudó en asentir. —Oh, querido. – le sonrió con dulzura. —Te ayudaré. Dime que necesitas. Como ves, aun me viene el periodo, se mucho de esto. – le aseguró y Tom evitó poner su cara de asco ante la imagen mental de esas señora cincuentona sangrando por su vagina de cinco décadas. — ¿Tampones, quizás?

Tom negó.

Le dijo que no le gustaban los tampones, ya que le incomodaban y es que ese canal suyo, era un poco más pequeño  y complejo que el de la mayoría de las mujeres.

—Toallas. – respondió.

— ¿Algo en específico?

—Nada de aromatizadas. Algo como que de normal, ultra finas... O y otras nocturnas. La marca es algo por ¿Al...

—Oh, ya se cuáles. – acertó la señora y le tendió dos paquetes a Tom.

El mayor asintió recordando haber visto algunos de esos paquetes en su baño. Y tomó ocho paquetes de cada presentación –flujo normal y nocturnas – para no tener que volver durante un tiempo.

—Muchas gracias, señora. – dijo con una sonrisa y la mujer apretó las mejillas de Tom.

—De nada jovencito. Que suerte tiene tu noviecita. – se despidió palmeando la mejilla antes apretada y Tom mantuvo la sonrisa, hasta que la mujer desapareció de su vista.

« ¿Noviecita? Ja » pensó, mientras se dirigía a la caja registradora.

Tom siempre había tenido un problema con las mujeres, o simplemente no había tenido suerte.

Demasiado superficiales, otras irritablemente inocentes, aquellas de mundo rosa y esas demasiado frías. Carácter insoportable, algunas dulces como la miel. Tono de voz demasiado chillón y otras le asustaban al hablar.

En general, había intentado con todo de tipo de mujeres, a él le encantaba todo lo que tuviese un par de tetas y un agujero, pero la convivencia jodía todo. Sencillamente, se dispuso a ser un casanova, simplemente probar con las mujeres y cuando le estorbaran: chao contigo.

Tom una vez concluyó que una novia era más como una mascota: exigían demasiado tiempo y dinero. Él no quería hacer tanta inversión.

Tenía veinte, sí, pero era un hombre, un macho, tenía las bolas bien puestas y no necesitaba de otra mujer más que las de su familia.

Y luego dudó de su sexualidad.

Era blanco como la nieve, dulce como la azúcar, hermoso como algo inexistente, parecía frágil pero era persistente, divertido, menudito, inteligente. Perfecto.

Y era un chico.

¡Un jodido chico!

Todo era tan sencillo con él.  Tom podía pasar todo los días a su lado, su voz era suave y tersa, siempre tenía un mismo hilo, no habían reclamos, provocaba protegerlo, el sexo era sorprendente... ¡Dios! Tom era feliz.

El trenzado se declaró bisexual cuando le propuso que establecieran una relación como pareja.

¡Tenía un novio! Un chico genial y nada se podría joder porque Bill no era una jodida chica con cambios hormonales de mierda, ni le reclamaría por estupideces para luego llorar mientras le pedía que la follara.

Pero....  Luego se enteró de que Bill tenía una condición especial.

En ese delgado cuerpo con cabellera negra, estaba lo mejor y peor de ambos mundos.

:::

— ¿Por qué tardaste tanto? – le preguntó Bill enojado, sentándose en el copiloto y cerrando con demasiada fuerza la puerta del auto.

Tom observó el reloj; solo se demoró cinco minutos. Luego observó a Bill, quien le miraba con ojos matadores.

—Oh, estoy tan cansado. – se quejó. — Pudiste llegar más temprano. Ahora encontraremos tráfico. ¡Dios! Tengo mucho que hacer para la universidad, Tom. Pero claro, tú no serás quien se quede despierto toda la noche.

—No seas tan dramático. Aún estamos a tiempo.  – comentó, Bill puso sus ojos en blanco y se acomodó en el asiento cruzado de brazos y arrugando el ceño.

—Tú siempre eres tan tranquilo. – dijo entre diente y Tom le miró.

¿Qué mierda le pasaba a Bill?

:::

— ¡No puede ser! Los compré hace unas semanas. – se quejó ante el espejo el de largos cabellos negros.

— ¿Qué sucede? – le cuestionó el trenzado, rodeándole su cintura desnuda y buscando, en el reflejo del espejo, que es lo que le incomodaba a su novio.

—Me quedan apretados, Tomi. Creo que engordé.  ¡Soy una pelota! – dijo con voz pequeña señalando sus pantalones.

— ¿Engordaste? – le preguntó divertido. —Eso es imposible, cariño. – aseguró besando su cuello, y es que la grasa no se pegaba a esa carne ni por que la tragará directamente.

El pantalón le parecía pintado, y seguramente Tom podría deslizar sus dedos dentro sin mucho problema.

—Supongo que tendré que hacer abdominales. A partir de mañana iré contigo al gimnasio.  Me siento como un globo. – gimió haciendo un puchero y Tom le besó para borrarlo. —Préstame esa chaqueta que nunca usas. Toda mi ropa me  hace ver gordo. – le aseguró soltándose de Tom luego de darle un beso en la mejilla. —Le diré a Natalie que me pase su dieta. Al menos cuatro kilos menos o tendrás que ayudarme a renovar mi armario. – le informó.

Tom suspiró.

—No sé qué hice la chaqueta. – comentó.

— ¿Es en serio? – preguntó asombrado. —Tom, ¿Ahora que me pondré?  ... ¡Ashhh! – gritó  frustrado. —Ve a esa cena tú solo, no seré la burla de tus estúpidos amigos deportistas. No vas a llegar con una vaca.

—No me importaría tener una vaquita a mi lado. – fue a abrazarlo para tranquilizarlo y le dio un beso de esquimal antes de besarle en los labios, haciendo que Bill se derritiera entre sus brazos.

— ¿No? Ni porque sea gordo gooooordo y rompa la cama. – preguntó con voz pequeñita.

—Ni porque sea más rápido saltarte que darte la vuelta. – le aseguró y Bill rio besando a su novio.

:::

—Tom... – murmuró Bill, siendo víctima de las manos inquietas del trenzado en su cuerpo, mientras ese mismo hombre le recostaba en la cama. —Oh... Tom... – suspiró cuando el mayor rozó por sobre la camisa sus tetillas. Sus pezones estaban muy sensibles, casi dolorosamente. —No sé si... – intentó decir pero Tom le besó con ganas.

—Sé que estás cansado, esto te relajará. – le aseguró y desprendió los jeans del menor, para luego colarse entre sus piernas desnudas.

Bill suspiró tembloroso y permitió que el mayor besara sus muslos y mordisqueara suavemente en ellos antes de volver a su cuello.

Otras veces, Bill ya estuviese sintiendo la humedad entre sus piernas y al menos una pequeña erección, pero nada. Sencillamente hoy no.

Sentía la caliente y dura erección de Tom enfundada en sus pantalones y Bill sabía que esa noche no podría con eso.

Tom desprendió la camiseta de Bill y besó sus duros y sensibles pezones, provocando un poco de dolor.

—Tom... – gimió bajito y empujó los hombros del trenzado para que se alejara. —Lo siento. – se disculpó con las mejillas rosas. —Hoy no. – le dijo y buscó su camiseta para colocársela.

— ¿Qué sucede? – le preguntó confundido.

—No quiero, solo eso. – se justificó y Tom se tiró de espaldas a su lado.

— ¿Tendré que encargarme solo de esto, no? – señaló su entrepierna.

—Es que me duele la cabeza. – mintió y Tom bufó.

—Está bien.  – aseguró y besó la nariz de Bill antes de desvestirse y acostarse a su lado, rezando porque esa erección se bajara y pudiese dormir.

:::

—Tomi, lo siento. – fue lo que escuchó apenas despertó, de un Bill que se apegaba a su costado.

— ¿Qué... uhm? – preguntó, enfocando a su novio y mirándole interrogante.

—Anoche no te complací, lo siento. – dijo bajando la mirada.

—Amor, no te preocupes por eso. – le aseguró con  voz profunda, reveladora de que iba a despertando, y le envolvió entre sus brazos.

—Sé que tú querías y yo... – sollozó. — ¿Me dejaras por alguien que si te complazca cuando quieras?

—Bibi, ¿De qué hablas? – le preguntó secando sus lágrimas y le besó castamente. —Sabes que puedo estar hasta una semana en abstinencia. – le recordó y Bill sonrió tímidamente, mientras se sonrojaba.  —Y si es necesario, no me importaría tener que cortarme la polla con tal de estar siempre a tu lado. – Bill rio y Tom terminó de secar sus lágrimas.

—Te amo, Tomi. – le aseguró y Tom le susurró al oído un: yo también.

:::

“¡IBUPROFENOOOOOO!”

Tom leyó el mensaje de Bill.

El trenzado repasó cada letra entendiendo porque la actitud de Bill en los últimos días.

La irritabilidad, la sensibilidad y los cambios de humor.

Se desvió de su rumbo y aparcó en  la farmacia más cercana.

:::

Todas las luces estaban apagadas cuando llegó al apartamento. Cosa rara, ya que usualmente Bill llegaba antes que él y cuando Tom volvía el menor tenia música puesta y todas las luces encendidas.

Dejó sus cosas en la sala y fue por un vaso de agua antes de dirigirse a la habitación que compartía con Bill. Las luces allí también estaban apagadas y solo una lamparilla alumbraba al pequeño bultito, encogido en sí mismo, que se mostraba sobre la cama.

— ¿Billi? – le llamó sentándose a su lado. —Te traje las pastillas. – le informó y el menor salió de su escondite.

Bill estaba despeinado, con su pijama infantil en tonos pasteles y sus ojos se mostraban cansados.

—Gracias, Tomi. – dijo y tomó las pastillas que le tendían.

— ¿Te duele mucho? – le preguntó tomando el vaso que le devolvía Bill y dejándolo en la mesita veladora.

—Mucho. – admitió con voz pequeña acurrucándose al lado del mayor.

—Espérame. Ya vuelvo. – le pidió besando su frente.

Tom fue al baño y volvió con una bandeja con agua caliente y una toalla de mediano tamaño. Dejó lo traído en el piso y se dirigió a Bill.

—Estuve buscando en internet el mes pasado y leí que las toallitas calientes funcionan para los dolores menstruales. Intentémoslo mientras hace efecto la pastilla. – le pidió y Bill asintió descubriéndose y acostándose boca arriba.

Tom levantó la camiseta de Bill y besó castamente su vientre y abdomen plano, haciéndole sonreír ligeramente, antes de colocar la toallita caliente.

—Dime si no funciona y podemos intentar otra cosa. – el mayor se recostó al lado de su pequeño acariciando sus cabellos y Bill casi ronroneó, el dolor se volvía menos insoportable cuando el trenzado le mimaba.

Bill se quedó dormido casi media hora y varios pañitos calientes después,  bajo las dulces atenciones de Tom.

El mayor besó castamente sus labios al verlo dormir tan tranquilo.

Suspiró pensando que, aunque Bill fuese una bomba de tiempo antes de esos cinco días al mes, en los cuales estaría en obligatoria abstinencia, no le importaba. Algunos sacrificios mensuales se reducían a nada ante esa felicidad que recibía todo el año al lado de Bill.

Y aunque Bill tuviese características no propias de hombres y algunas de las jodidas chicas...

Era simplemente el novio perfecto.

 

 

Notas finales:

¿Alguien se imagina a Bill pasando por esos días?

Jjajaja!

Yo quiero un Tom que me cuide. 

Creo que a todas nos pasa. Yo me siento como un globo ante de esos días y en el caso de mi prima siente las bubis como si estuviese embaraza,  ella dice que le pesan tanto que duele.  A mi también me pasa eso, pero creo que lo normal.  

En fin.  Todo sería más llevadero con un Tom. Que sin duda si es el novio perfecto,  porque no cualquiera aguanta a una mujer antes y durante el periodo. 

Un dato: ejercitarse antes y durante el período, ayuda mucho a que disminuyan los dolores. Fuente: expereincia propia xD

Espero y hayan disfrutado esa escritura pequeñita.

Ask/EilW


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