La puerta del gremio se abrió violentamente provocando que todos pusiéramos atención a nuestro querido pelirrosa que en su rostro tenía, como siempre, una gran sonrisa.
-¡Tenemos una nueva maga aquí en Fairy Tail! – gritó entusiasmado.
-Encantada de conocerlos. Mi nombre es Lucy.
Todos quedamos encantados con la nueva chica. Es una rubia alta bastante bella de ojos marrones y de pechos grandes, lo que provoco que la mayoría de los presentes corrieran a presentarse, verla más de cerca y a atacarla con una serie de preguntas. Yo también tenía deseos de correr y hacerme su amiga pero la rodeaban muchos magos, ya no podía ni verla entonces me quede sentada volviendo a mi lectura acompañada de un rico y frio vaso de jugo de naranja.
-Hola – me saludo una dulce voz que hasta ahora desconocía. Miré a la persona.
-Hola – respondí alegre – Lucy ¿verdad? Soy Levy Mcgarden.
Comenzó a preguntarme sobre el libro que leía, continuo con mi tipo de magia y terminé por describirle a la mayoría de nuestros compañeros magos. Realmente fue poco el tiempo que pasé con ella pero pude darme cuenta de lo agradable y dulce que es pero sobre todo, concuerdo con los demás, es más hermosa de cerca. Me gustaría acercarme un poco más a ella y ser buenas amigas.
Al día siguiente, cuando apenas entraba al gremio pude escuchar la voz de Lucy gritar mi nombre bastante animada. Me alegré de verla tan feliz y le sonreí, corrió a abrazarme fuertemente, su cuerpo era tan suave, en especial sus pechos que, si fuera más bajita, me quedarían junto en la cara, pero afortunadamente eso no es así. Al abrazarme tan cariñosamente no puede evitar pensar que seguramente le agrade mucho, apenas medio día de conocernos y ya me demostraba cuánto me quería o ¿era así con todos? No lo creo… más bien, eso quiero pensar. Pero no podía pensar, la comodidad de su cuerpo me obligó a mantenerla más cerca de mí.
Cuando me soltó, me miro y tomándome las manos dijo “vamos por algo de beber”. Me llevó, aun de la mano, hasta donde Mira-chan nos atendió. A pesar de estar sentadas no soltaba mi pequeña mano y pensé que simplemente hoy, por estar con ella, no podía tomar ningún trabajo.
Mientras esperábamos nuestras bebidas, Lucy recargo su cabeza en mi hombro y ahora acariciaba mi mano. Eso me sorprendió, me puse nerviosa pero no quería decir nada al respecto, decidí ya no darle más importancia, seguramente era muy cariñosa con todos entonces no tenía que buscar otro significado más profundo para su actitud.
-Parecen muy unidas. – Mirajane puso en la mesa los vasos.
Como no sabía que responder solo reí y sonreí, Lucy hizo lo mismo.
Un grito de la hermosa Strauss mientras se cubría hizo que volteara y viera como una silla venía volando hacia nosotras debido a una pelea entre Gray y Natsu. En una acción rápida, jalé a Lucy para evitar que la golpeara pero utilicé tanta fuerza que ambas caímos al suelo.
-Lucy ¿estás bien? – la miré preocupada.
-Sí, gracias Levy – se levanto y me ayudo a hacer lo mismo.
-¡Oigan ustedes dos, deténganse ahora mismo! ¡Pudieron lastimar a Lucy!
La pelea no se detuvo, estaba tan enojada que deseaba ir a golpearlos pero mi nueva amiga me detuvo diciendo que no tenía caso, que se encontraba bien y no tenía por qué molestarme tanto. Sonrió cálidamente lo que me tranquilizo, eso era suficiente para alegrarme la mañana pero para ella no era suficiente, acaricio mis cabellos azules y besó mi frente. Sentí como mi cara se ponía tan roja como el cabello de Erza, lo que me obligo a esconderme entre sus pechos y acorralándola con mis brazos fuertemente hasta que volviera a mi color normal. No entiendo porqué me tiene que tratar así, ¿qué no sabe que alguien como ella puede enamorar a cualquiera?
Día tras día era lo mismo, o peor, y con lo mismo me refiero al amor que Lucy me da, a mis reacciones infantiles y pensamientos de un amor que posiblemente mi mente crea para divertirse un rato conmigo e hizo un trato con ella para atormentarme. Caricias en el cabello y caminar agarradas de las manos, sonrisas y gestos tiernos, abrazos fuertes y suaves acompañados de un “Te quiero Levy” y por último, y los que más me hace sufrir, besos en mi frente y mejillas. Todo eso hizo que me diera cuenta de que me iba enamorando lentamente e inevitablemente de ella. Pero no es correcto, debo encontrar la manera de que esto pare lo más rápido posible.
La única forma que se me ocurría era alejándome un poco, pues no quería pedirle que parara (aun que era la manera más sencilla) pues temía que lo tomara a mal y no quería que eso pasara. Será difícil pero debo resistir o los sentimientos irán empeorando.
La mañana llegó, no me sentía con los ánimos de levantarme de la cama pues sabía lo que haría. Luego de un gran rato en silencio sin pensar pude juntar las fuerzas para levantarme pensando en que tenía que ir al gremio….gremio…. ¡maldición! como pude olvidarlo, hoy vuelve Gajeel de un largo trabajo. Recobré las ganas de salir cuando lo recordé, no puedo faltar a la llegada de un gran amigo para mí. Ya era tarde y no tenía tiempo de bañarme así que me arregle lo mejor posible y salí corriendo con mi sonrisa llena de alegría.
-¡Levy! Oye, espérame.
Miré hacia atrás. La persona con la que menos quería toparme se me aproximaba….
-¡Lucy! – Los nervios me invadían, tenía que evitarla- ¡Perdón, tengo prisa! ¡Espero verte en el gremio!
Volví la mirada al frente y corrí lo más veloz que pude, tenía miedo de volver a voltear pero a la vez deseaba hacerlo, necesitaba ver su rostro… No me odies, por favor.
Por fin llegué. Y ahí estaba mi querido amigo, olvide lo demás y no dude en ir a abrazarlo, él sonrió y me alejó ya que no era su estilo recibir amor y el mío tampoco dárselo pero aun así se notaba que estaba alegre de regresar a su casa. Conversamos un poco acerca de su viaje, parece que fue muy duro, me cambió el tema cuando ya no había más comentarios, preguntó por Lucy, al parecer ya le habían informado de la nueva maga, justo cuando iba a hablar de ella, apareció en la entrada del gremio.
-¿Es ella?
-S-sí.
Que no venga para acá, que no venga para acá…. Pensaba y desafortunadamente ocurrió lo contrario. Observó al Dragon Slayer, se presentó y comenzó a interesarse por él. Me sentía incomoda estando ahí, pues en cualquier momento podría empezar de cariñosa.
-Levy…
-¡¿eh?! – o no, me habló justo cuando estaba perdida en mis pensamientos.
-¿Es por él que tenías prisa hace un momento?
-Sí, hace mucho que no lo veía y estaba emocionada.
No sé qué clase de cara puse pues Lucy se sonrojo un poco y sonriendo abrió los brazos para intentar abrazarme lo cual no logró, la evadí al aventar sus manos con cierta fuerza y retrocedí.
-Lucy…no te acerques demasiado. Perdón, tengo… algo importante que hacer. Disculpen.
No pude verla a los ojos, me sentía mal de haberla rechazado, caminé cabizbaja rápida pero pesadamente. Logré escuchar a Gajeel que se disculpo con ella y ahora se aproximaba a mí, no me detuvo solo me siguió hasta lograr salir del gremio.
-¿Qué te ocurre enana? – me alzo la barbilla para mirarme.
-Me siento mal. – apreté los puño para evitar que viera que quería llorar y que la voz estaba a punto de quebrarse. – No es que quiera hacerlo…
Me tomo de la cabeza y suspiró, apenas, con las lágrimas nublándome la vista, pude lograr ver su forma que trataba de abrazarme pero que al final se detuvo, pensó un rato y sentí su mano sobre mi espalda empujándola en señal de que comenzara a caminar, seguí sus ordenes tratando de contener la tristeza que tenía en ese momento. Una vez lejos de donde alguien pudiera vernos me dijo:
-Si quieres llorar, hazlo.
Negué con la cabeza, no quería hacerlo, no quería que viera mi debilidad y mis actos infantiles contra el amor que estaba segura de ahora sentir.
-Haz lo que quieras enana.
Lo miré aceptando esta vez su propuesta, me recargué en su hombro y miré hacia el horizonte para que poco después cerrara mis ojos dejando escapar un par de lágrimas que me recorrieron las mejillas rosadas y terminaron por caer de mi barbilla. Necesitaba pensar, fui cruel pero no tanto, entonces hay una pequeña posibilidad de que me pudiera perdonar, de remediar las cosas… deseo hacerlo pero mi corazón aun no está preparado.
-Solo obedece tus impulsos, no pienses tanto.
-Sí…- dije abriendo los ojos para luego volver a cerrarlos pero ahora sonreía, un consejo simple y la calidez de un buen amigo era lo que me hacía falta.
Un día nuevo, una yo nueva. Estaba preparada para pedir perdón y quizá con el tiempo decirle lo que sentía pero tenía que hacerlo por pasos. Llegué al gremio, un gran desastre como de costumbre, no veía a Lucy por ningún lado. Una gran cantidad de magos estaban cerca de Mirajane, probablemente ella sabía dónde se encontraba, pero no hubo necesidad de preguntar pues estaba cerca de allí con Cana, bebiendo cerveza, muy animadas y la castaña le acariciaba la mano… No pude evitar celos, me acerque rápidamente a interrumpir esa horrible escena.
-Lucy, quiero hablar contigo.
-No puedo, estoy con ella. –sonrió y la miro cariñosamente.
No supe que decir, estaba en todo su derecho de actuar de esa forma después de lo que le hice pero eso me destrozó, salí de su vista y de la de cualquier mago presente. Estaba triste pero no desanimada, volvería a intentarlo, en algún momento se encontraría sola y entonces aparecería yo sin dejarle otra salida.
Pasaron dos semanas y mi pensamiento fue erróneo, día tras día me evitaba, buscaba trabajos difíciles y lejos para no encontrarse conmigo y su tiempo que pasaba en el gremio siempre estaba acompañada de alguna mujer. Me habían roto el corazón, ahora comprendo a las personas que pasan por esto. Trataba de sonreír pero no podía, decidí dejar de insistir, al menos un tiempo. Cada que caminaba creía verla a lo lejos pero al acercarme era alguien más, cada instante recordaba lo cruel que era conmigo pero que era por mi causa, y ahora los buenos momentos de un principio me atormentaban. Mi enojo ya no solo era conmigo, no podía mantener una charla con alguien sin gritarle y quejarme por todo, el único que podría comprender a esta Levy sensible era Gajeel pero me había dejado un tiempo más, deseaba pronto su regreso pues me hacía tanta falta; Creo que me alejaré un tiempo, no quiero estar sola pero tampoco puedo estar con alguien. Debo superarlo, debo levantarme y volver a caminar con o sin amor, o eso creo que me diría él y de no ser así seguiré mis propios pensamientos, creo que son los correctos.
Desde entonces mis días fueron como antes de su llegada. Asistía al gremio cuando ella no estaba y si por algún motivo me la encontraba, estaba suficientemente ocupada para notar más allá de su presencia. Las cosas iban mejor de lo que esperaba, olvidar no es tan difícil cuando te lo propones.
Desperté a causa del frío, no podía evitar temblar y envolverme de pies a cabeza con las cobijas realmente suaves y calientes pero el recuerdo del (de nuevo) regresó de Gajeel hizo que me levantará en un segundo. Me abrigué muy bien y salí. Tengo tantas cosas que contarle que no puedo perder el tiempo.
Se encontraban ya bastantes magos reunidos, unos por trabajo y los demás que al igual que yo esperaban al Dragon Slayer. Caminaba hacia Mira para preguntarle si sabía noticias de él y fue entonces que Lucy pasó a mi lado, sonriente como siempre y pude escuchar claramente sus palabras: “Te quiero” causando que parara, me faltaba un poco la respiración y volvía a temblar pero no era de frío, era algo distinto, era la esperanza que volvía a mí. Me giré para verla y allí estaba, abrazando a Cana repitiendo las mismas palabras pero un poco más alto para que yo la escuchara. Sentí dolor, desprecio y tristeza a la vez. Me dolían también mis manos de tan fuerte que apretaba mis puños para evitar que salieran las frías lágrimas que me escurrían por ambas mejillas. No pude más.
-¡PERDON! ¡TODO FUE CULPA MÍA! Lucy…. ¡TE QUIERO! – grité llorando.
El silencio de todo Fairy Tail era incomodo hasta que se rompió con los pasos apresurados de Lucy.
-Levy…- se le quebraba la voz – no llores…
Sin importar cuantos magos hubiera, tomó mi rostro y me besó con sus rosados labios. Por fin los tenía junto a los míos. No duró tanto como hubiese querido pero ocurrió algo mejor… tomo mi mano tan fuerte como pudo y salimos corriendo.
Llegamos a su habitación, me invitó a recostarme en la cómoda cama con sabanas blancas. Ella estaba a lado mío y nos unían nuestras manos que en ningún momento se soltaron. Cerré por un momento mis ojos y volví a abrirlos nerviosa al sentir un cosquilleo en mi cuello, antes de poder hablar, sus suaves labios lo impidieron. Se alejó un poco de mí, acariciaba mi azulado cabello mientras me miraba de manera tierna y sonreía.
-Eres tan bonita… me dan ganas de violarte.
Ante tales palabras mi corazón se agitó más que nunca, no sabía qué hacer o decir, tan solo fui sincera.
-Te quiero Lucy.
Me abrazó y su boca buscó mi cuello, yo no quería que siguiera pero no podía impedírselo. Con su mano acariciaba mi pierna, las cosas se iban calentando pero paró al escuchar un pequeño gemino mío.
-¡Te amo Levy! – levantó mi barbilla y me besó apasionadamente mientras yo correspondía de la misma forma.
No recuerdo cuando fue el momento en el que me quede dormida, cuando desperté confirme que no era un sueño lo que había vivido con Lucy, ella estaba a mi lado aferrándose a mi cuerpo aun durmiendo. Podía sentir su calor que era tan cálido como su sonrisa.
Jamás debí de haber dudado de lo que sentía pero es molesto enamorarse de una chica tan bella y cariñosa con todo el mundo, es por eso que todos la aman y es por eso que será difícil soportar que además de mi, más gente la ame pero no importa porque sé que ella no me dejará, no tan fácil… lucharé contra todos aquellos que traten de quitármela.