Capítulo 10: color de hormiga.
Misaki se había despertado temprano, sin embargo Usagi había salido al menos dos horas antes que el del departamento, se había despedido cariñosamente y le había dicho que tenía una importante junta con el detective encargado de buscar a Hiroki.
Tomo desayuno en soledad y se dio el tiempo de lavar los trastos y repasar unos minutos la materia de su examen, por primera vez se sentía preparado, algo le hacía pensar que este examen lo aprobaría con honores, y todo gracias a su querida pareja, aunque claro las clases no le habían salido del todo gratis, lamentablemente para Misaki, dinero no era precisamente algo que le faltase a Akihiko, por lo que el pago fue saldado en otros términos.
Un escalofrió recorrió su cuerpo al rememorar cuantas veces se había corrido en la misma noche, aunque finalmente ya nada importaba, se sentía feliz de estar bien preparado para su examen, tomo sus libros y su bolso y partió rumbo a la Universidad con su rostro radiante, los cabellos peinados y sus verdes ojos brillantes de emoción.
Al ingresar en su Universidad fue directo hasta su salón de clases, se instaló en un buen puesto y espero con paciencia a su profesor, observando con quietud como varios de sus compañeros ingresaban en el lugar.
El profesor llego elegantemente tarde, no dio tiempo a saludos y entrego las pruebas apresurados, cada estudiante miraba el examen con complejidad y no se sentían totalmente capaces de realizarlo, pero a Misaki le pareció tan solo un reto más a sus estudios.
Los minutos pasaron y así dos horas de las que correspondía su examen se vieron completas, entrego el papel lleno de respuestas y conocimiento y rezo a los cielos que su examen fuera acertado.
Ijuuin, uno de sus compañeros un año mayor, pero con quien compartía aquella clase le saludo al salir del salón se le acerco con cordialidad, y ambos mantuvieron una simpática charla, luego unos compañeros del mayor se acercaron a este, todos se saludaron entretenidos.
-Bueno Misaki ¿Tienes clases ahora?- Pregunto alzando una de sus cejas negras con interrogación.
-No, solo tenía que dar este examen y estoy libre hasta la tarde, pues debo juntarme con unos compañeros para terminar el informe de lengua- Explico con calma soltando de vez en cuando unas carcajadas.
-Oh ¿No te molestaría entonces ir con nosotros a comer algo?-Dijo el otro apuntando al grupo de jóvenes que se le habían adelantado en el camino- Iremos al centro comercial, compraremos algo en la comida rápida.
Misaki se lo pensó un rato, la verdad es que desde que vivía con Usami no había comido nada que no fuera hecho por sus propias manos y quizás una deliciosa hamburguesa no le caería nada mal.
-Está bien, acepto- Dijo Misaki, encaminándose junto al mayor.
En el departamento Usami…
Unos hombres esperaban en un auto último modelo color gris, sus vidrios estaban polarizados, pero habían elegido un color claro para no llamar tanto la atención.
-¿No debería de haber llegado ya?- Pregunto uno de los hombre dentro del auto.
-Se supone que el mocoso solo tenía una clase hoy, ya debe estar por aparecer- Indico el otro con tono hastiado.
-Eso espero- Apunto su compañero con el mismo tono.
Los minutos pasaban pero el muchacho de la fotografía aun no hacia acto de presencia, el trabajo era bastante simple, coger al crio y llevarlo a una residencia que les habían indicado a las afueras de la ciudad…
Nowaki & Hiroki.
El castaño había sido llevado a la habitación luego de su último ataque y Nowaki le había recostado en la pequeña cama, dándole masajes tranquilizadores, susurrando palabras de aliento a su amado ángel.
Hiroki había caído en el que al parecer era un profundo sueño, Nowaki con algo de temor había salido de la habitación, estaba decidido a hablar con los padres de Hiroki, ellos no podrían con todo eso solos, pero a la vez temía dejar a Hiroki en el departamento sin ninguna vigilancia, menos en el estado en que se encontraba.
El pelinegro daba vueltas y giros por toda la extensión de su sala, de vez en cuando despeinaba sus cabellos en un acto puro de desesperación y mordia sus labios con frecuencia, planteándose cada una de las posibilidades al hacer o no hacer algo, pero simplemente el riesgo era mucho para todos los casos.
No podía salir y dejar a Hiroki solo en aquel estado, temía que le subiera la fiebre o que el mismo Hiroki se escapara durante su falta, el castaño no tendría la misma suerte dos veces, y nadie le recogería en el camino sin malas intenciones y además de eso estaba el inminente hecho de que se cumpliera una nueva predicción de Hiroki, las cuales jamás habían fallado.
-No le puedo dejar solo- Se susurró a si mismo dando una nueva vuelta en la habitación.
Pero, si no dejaba a Hiroki solo no podría hablar con los padres de este, y ellos eran los únicos a los que podía pedir ayuda, no solo por ser los progenitores del castaño, sino también porque eran los únicos que realmente creerían en él, estando en tan compleja situación.
-Nowaki…- Escucho que le llamaban desde el cuarto, aquel que parecía ser un profundo sueño, al parecer ya no lo era, y Hiroki se removía inquieto sobre las sabanas clamando el nombre de su amado con sufrimiento.
-¿Qué sucede Hiro-san?- Susurro acercándose apresurado al joven tendido ahora inerte sobre las pulcras sabanas de una cama deshecha- Estoy aquí Hiro-san, reacciona- Rogo al borde de sus nervios.
Hiroki abrió sus ojos febriles y brillantes, observo durante unos segundos la figura de Nowaki aterrado frente a él y estiro sus delicadas manos, las cuales Nowaki tomo entre la suyas.
-No sé qué pensar de todo esto Nowaki pero él está asustado.
-¿Quién está asustado?- Pregunto con un tono preocupado y lastimero, mientras apretaba con fuerzas las pequeñas manos de su amado.
-Un joven, él está involucrado en todo esto…Y él me dice que tiene miedo, está pidiendo ayuda, le cuesta respirar- Musito cerrando sus ojos un lentitud de terror.
-No te duermas Hiroki- Nowaki le movía con insistencia pero Hiroki respiraba pesado y sus ojos no querían mostrarse abiertos.
Unos segundos pasaron antes de que Hiroki saltara en la cama con los ojos abiertos agarrando las manos de Nowaki con temor.
-Le van a atrapar Nowaki, ellos quieren hacerle daño- Murmuro con sus ojos perdidos en la blanca muralla frente así, como observando algo que solo el mismo podía ver…- Van abrir la puerta….
Miyagi& Shinobu.
El rubio observaba los pies moviéndose sobre las baldosas con insistencia, su respiración se hacía cada vez más errática y el enceguecedor reflejo de las cerámicas se le tornaba a ratos borroso.
Apretó su mano contra su pecho en un vago intento de aminorar el dolor y su sufrimiento, cerró los ojos una vez más y se concentró como pudo en controlar su respiración para que no fuera esta oída por sus perseguidores, al mismo tiempo rogaba por ayuda, la imagen de Miyagi se la hacía cada vez as cercana y solo deseaba que fuera una realidad, para dejarse caer en los brazos de su amado y sentirse al fin a salvo bajo su protección.
Miyagi por su parte recorría ansioso las calles de la ciudad, necesitaba encontrar a Shinobu antes de que otras personas le hallasen y le hicieran daño a su travieso niño…
Jamás pensó sentirse así, luego de su gran decepción amorosa con su difunta profesora, jamás había vuelto a sentir su corazón palpitar con fuerza por otra persona, incluso había sido capaz de casarse con una mujer que nunca amor, por la cual nunca sintió un nudo en la garganta, un vuelco en el estómago un terremoto en el pecho, jamás había sentido por su hermana, lo que sentía por Shinobu, y ahora estaba más claro que nunca, deseaba estar con Shinobu hasta hacerse más viejo de lo que ya era, y proteger a su niño de cabellos dorados hasta que las flama de la vida se apagase en su cuerpo.
Una vez más sintió el corazón oprimido al pensar que ninguno de sus deseos pudiera hacerse realidad, y cada paso le hacía sentirse más aterrado…
“Corre a la izquierda”
Una voz delicada y suave se incorporó en lo más profundo de su mente y sin saber si era instinto o pura casualidad siguió aquella guía al pie de la letra, con frecuencia aquella voz le decía a donde debía dirigir su siguiente paso y antes de cruzar una calle su celular sonó con insistencia…
“Te necesito, baños públicos calle #5 suroeste”
Leyó el mensaje con rapidez y levanto su vista impresionado, la dirección que le había entregado Shinobu era justo el lugar donde se encontraba, solo hacía falta cruzar aquella calle y estaría junto a su amado rubio.
Sin importarle la indicación en rojo, se pasó cada uno de los autos, recibió más de un insulto y muchas personas le miraron impresionados.
Al estar frente al baño no tenía un plan claro, pero sabía que debía hacer algo, bajo sus gafas de sol y peino su cabello, intentando parecer una persona común y corriente ingresando en un baño público.
Abrió la puerta topándose con tres hombres todos ellos vestían de un solo color, uno de negro, otro de gris y el ultimo en marrón, eran buenas tácticas, evitaban de esa forma las miradas curiosas de los transeúntes.
-¿Están ocupados todos los baños?-consulto Miyagi, como quien ve mucha gente en un baño público y cree que estos están copados.
Los hombres se miraron entre ellos agobiados.
-No señor, varios ya están desocupados.
-¿estaban en una obra de teatro?- Pregunto entonces Miyagi, sol para hacer presión en ellos y obligarlos a salir.
-¿Qué dice?-pregunto otro de ellos un tanto confundido.
-Jajajaja, pensé que estaban ustedes en una obra de teatro, como todos visten pulcramente de un solo color, me pareció algo extraño- Comento como cualquier hombre adulto y poco preocupado por su tiempo, que se da el lujo de perderlo en un baño público con conversaciones idiotas.
-No señor, es solo coincidencia.
-¿Bueno entraran al baño o solo están aquí para mirar?- Menciono uno de los cubículos, ellos estaban allí desde antes por lo que debía se cortes y dejarles su turno en el baño.
-No señor, nosotros ya nos retiramos- Los tres hombres salieron del lugar lentamente, echando un último vistazo a cada uno de los cubículos, la rata rubia no podría esconderse todo el día allí, así que lo esperarían el tiempo que fuera suficiente.
Por otro lado Shinobu sintió su corazón saltar de alegría en cuando había oído la voz de su Miyagi rebotar en las paredes del baño, con felicidad apretó su pecho, esperando que con toda aquella tonta platica sacara a los perseguidores del lugar.
Al escuchar que se iban espero unos segundos y salió del cubículo en el cual se encontraba encerrado con paso lento y cansado.
-No digas nada- Le silencio Miyagi con amor, observo una de las ventanas que daban a la otra calle, un pequeño y oscuro pasaje, no había tiempo para ser exquisitos.
Abrió con cuidado aquella ventana procurando no hacer ruido, y paso a Shinobu por ella con cuidad, por supuesto el rubio también colaboro lo suyo, y se puso a salvo entre bolsas de basura del otro lado.
-Quédate allí, yo iré por ti- Susurro Miyagi, quien para no levantar sospechas saldría por la misma puerta que había entrado.
Shinobu asintió y Miyagi entonces le dejo allí.
-Hasta luego señor, que tengan un buena día- Dijo Miyagi al ver como los mismo hombres seguían de pie fuera del baño.
Camino a paso lento y dichoso hasta el final de la calle, y luego comenzó una nueva carrera para llegar al otro lado y sacar a Shinobu de su refugio improvisado.
Akihiko Usami…
El joven escritor había quedado perplejo sentando en un silla cuando el hombre a quien había contratado le dejo sin previo aviso ni disculpas de por medio.
-Esto no puede seguir así- Se dijo a si mismo con tono tajante, ahora su padre tendría que oírlo, no seguiría escapando ni esperando a que ese hombre hiciera de las suyas con todo lo que el apreciaba.
Se levantó de su asiento con decisión y camino hasta la puerta con paso firme, tomo las llaves de su auto y en este condujo hasta llegar a la casa de su padre.
-Akihiko-sama que gusto ver…- Las palabras del mayordomo se vieron interrumpidas por el corte tajante de Akihiko.
-La cosa no es contigo- Le paso de largo.
La hora de la verdad se acerca…