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Stupid youth. por LynValo

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Notas del capitulo:

Yisus, chicos, gracias por seguirme todavía en ésta historia. :’) En serio me hacen feliz y por ello acá el capítulo 32 tan pronto.

Advertencias: Es re-quete-cursi. Y está totalmente centrando sólo en Tony y Steve.

Luego de un viaje de lo más tranquilo, conversando sólo tonterías o situaciones relevantes que escucharon en el noticiario ese día por la mañana, Steve y Tony llegaban a casa del primero cuando ya había anochecido. El auto fue guardado en la cochera, ya que habían ido en el Camaro de Tony después de que éste insistiera en que era mejor que irse los dos en la motocicleta de Rogers. Bajaron sus cosas y antes de entrar por completo a la casa Tony apenas pensaba bien en que seguro se metió en una situación que no le agradaría mucho. ¡Y es que estaría conviviendo con niños! Pero ya qué, ya se encontraba ahí y Steve confiaba en él.

Entraron por la puertita de la cochera que da al interior de la casa, apenas un par de pasos dentro y se escucharon unos gritos eufóricos y pies corriendo como locos. Steve estuvo rodeado por sus primos que le abrazaban, se le colgaban y decían un montón de cosas que él no entendía.

 

-Niños, déjenlo al menos entrar. – Pidió Emma, entretenida al ver la reacción de sus hijos.

-Sí. ¡Mira, mira! Estábamos viendo Frozen. Ya me la sé pero no me gusta. – Comenzó a narrarle Hannah, tomándole de la mano a Steve para conducirlo hasta el living. Genial, lo que le falta a Tony, con que no se pusieran a cantar Do you want to build a snowman? O que Steve cantase Let it go.

-… Buenas noches. – Saludó Tony cuando quedó solo de frente a las dos mujeres, pues Steve y ya había sido arrastrado por los niños a ver la película.  

-Hola, Tony. Pasa. – Le dijo alegremente Sarah. – Deja tus cosas si quieres en esa silla. ¿Quieres algo de beber o comer?

-No, muchas gracias.

 

Les siguió hasta el living, donde encontraron a los niños sentados en la alfombra, todavía hablándole de incontables cosas a Steve, quien trataba de escuchar a cada uno. Seguro le habían extrañado mucho, y mezclado con la euforia porque les llevaría a divertirse. En la mesita de centro había un tazón de popcorn, pero éstas estaban regadas por todas partes, también había un cartón de jugo de frutas y vasitos a medio llenar puestos descuidadamente por todos lados. Qué desastre, pensaba Tony, pero era el precio de tener niños cerca.

 

-¿Y él? – El más pequeño ahora señalaba a Tony, por lo que el castaño dejó de prestar atención  a lo que él considero como desastre, para mirar al niño.

-Es Tony, ¿no se acuerdan de él? – Les dijo Steve y los tres niñitos le asintieron. – Nos acompañará al parque. – Los tres parecieron emocionarse.

-¿Y Bucky también? – Preguntó Tyler.

-No, él no.

-¿Por qué?

-Estará con su novia. – Explicó.

-¿Y tú no tienes novia? – Preguntó Hannah, jugando con las mejillas de Steve.

-No. – Se limitó a contestar, prestando más atención a como su prima le apretaba las mejillas para que hiciera muecas graciosas. Stark sonrió ladinamente por la inmadurez del rubio al no querer tratar el tema de su novia con la familia y prefería negarla.

-¿Tony es tu novio? – Ahora le preguntaba David, muy inocentemente. Con ello Tony borró la sonrisa de hace un momento.

-No, tampoco. – Sin embargo Steve trataba de responder de la misma forma desinteresada. Mientras que Sarah haya soltado una risita como pareciéndole imposible y absurda esa posibilidad.

-¿Tú tienes novia, Tony? – Se giró Hannah a preguntarle. Tony sabía que con la mínima provocación los niños comenzaban a indagar en algo que era incómodo para los mayores. Bastó con la mención de novia cuando se habló de Bucky y nadie les podía paraba su curiosidad.

-Ahmm… – Estaba pensando cómo responder, más cuando Steve giró el rostro para mirarle espantado. Tony casi pudo leer claramente en esas pupilas “¡No digas que es hombre!” – Sí, tengo novia. Y es muy bonita. – Terminó respondiendo eso. Hannah se llevó ambas manos al rostro con vergüenza. Mocosos…

-¿Cómo se llama?

-Ya, niños. No molesten a Tony. – Intervino Emma. – Y mejor váyanse preparando para dormir.

-Nooo…

-Sino no irán mañana al parque de diversiones. – Les advirtió su madre. Como rayó los tres se pusieron a levantar su desorden, llevando los trastos a la cocina y yendo escaleras arriba, no sin antes gritar un “bunas noches”. – ¿Seguro que podrás llevarte a los tres, Steve?

-Sí, no habrá ningún problema. – Aseguró, por fin sentándose en uno de los sofás. – Además ya me he llevado a los tres a otros lugares, puedo cuidarlos.

-Pero no a un parque así. – Insistió Emma.

-Estaremos bien.

-Bueno. Al menos te servirá de práctica para cuando tengas a tus hijos. – Bromeó su tía.

-Sí, se está entrenando. – Secundó Sarah, muy sonriente.

-Ni siquiera sé si tendré hijos. – Les dijo Steve.

-Pero sí quieres, ¿no? – Le cuestionó su madre.

-Sí, serías buen padre. – Animó Tony, apoyando a las mujeres pero sólo para molestar a Steve.

-¿Qué? – Comenzaba a aturdirse.

-Ya verás que cuando encuentres a la mujer indicada tendrán todo un jardín de niños. – Stark remató con eso, compartiendo una sonrisa con la señora Sarah que estaba de acuerdo con él.

-Mejor algún otro día planean mi vida, por ahora me iré a dormir también. – Se levantó dispuesto a irse, sin notarse molesto.

 

Tomó su mochila y se dirigió también a las escaleras. Era temprano, pero no quería hablar para nada de eso. ¡Le frustraba! Le hacía sentir hasta presionado, qué tontería. Entró a su habitación y cuando iba a azotar la puerta Tony la retuvo. Genial, le había seguido para continuar molestándole. Le dejó entrar sin decirle nada, tumbó la mochila a la cama y luego él se acostó ahí. Tony había cerrado la puerta con calma y dejaba su mochila tranquilamente en el suelo para luego mirarle.

 

-Perdón. – Le dijo y Steve le miró más atento. No se esperaba eso. – No quería incomodarte. Yo…, bueno, creo que es obvio que no te gusta tocar ese tema. – Tony de verdad lucía como un tonto arrepentido. Steve no podía enfadarse con él, maldita sea.

-No le vuelvas a dar cuerda a mi madre con ese tema, por favor. – Suplicó sonriéndole débilmente. Se sentó en la cama para hacerle un espacio.

-No volverá a pasar. – Aseguró modosamente cuando ya estuvo sentado a su lado. – Es que no sabía que te afectaba así.

-Antes no mucho. – Suspiró. – Pero desde hace unos meses me he puesto a pensar que esa posibilidad de los hijos y la esposa es cada vez menor.

-¿Por qué?

-No sé. Cualquier cosa podría pasar. Quizá mañana termino con Peggy y en seguida encuentro al amor de mi vida que resulta ser un chico, o puede que duré muchos años con ella y cuando quiera formar una familia ella no va a querer. No lo sé… cualquier cosa.

-¿Por eso también le ocultas que tienes novia?

-No. – Se relajó más. – Eso es porque no siento que la relación vaya tan seria como para darla a conocer a la familia. Imagínate, si cuando piensan que ni novia tengo planean mi vida, si saben que sí tengo será peor. No estoy para esas cosas.

-¿Qué escenario te imaginas más; con una linda esposa o con un guapo esposo?

-Ambas. Porque las dos son grandes posibilidades. – Sonrió imaginando. – Sólo espero estar enamorado hasta los huesos y ya.

-Qué cursi. – Se le escapó una risa, Steve continuó sonriendo. – En serio que cada día me sorprendes más.

-¿Para bien o para mal? – Indagó.

-Para mal, obviamente. – Le dijo como si fuese verdad, aunque el tono de juego era muy notorio. – Yo te creía para siempre salvaje.

-Claro que soy salvaje, para quien no conozco ni me conoce. – Le miró más fijamente. – Pero ya me estás conociendo como realmente soy…, y tú tampoco eres precisamente como creía. Antes me odiabas y míranos ahora: ¡mejores amigos!

-Me repites la lista de cómo creías que era. – Pidió inocentemente.

-No. – Definitivamente no quería decir todas las pestes y ofensas que creía que era Stark, no quería ofenderle de nuevo. – Tú dime cómo me defines ahora.

-No. – Le negó de la misma forma. Ambos sonriendo como tontos, ignorando lo cerca que estaban sus rostros.  

-¿Por?

-Sonaré igual de cursi que tú. – Se mofó.

-Me gustaría verte actuar cursi.

-Tal vez algún día. – Steve notó cómo el rostro de Anthony se tornó un poco ruborizado. Y cómo no lo iba a notar si sigues casi pegados uno al otro. – … Algún día que me enamoré hasta los huesos como tú.

-¿Ya no deshechas la posibilidad? – Se sorprendió un poco, pero no dejó de sonreír. ¿Por qué ninguno de los dos dejaba de sonreír como tarado?

-No. Quizá tarde en encontrar una persona que de la que me enamore y me haga decir cosas cursis y quiera estar con ella mucho tiempo…, pero creo que llegará. A todos ustedes les está pasando, supongo que ahora es más fácil creer en ello.

-Wow, no creía que tú llegarás a pensar así.

-No tiene mucho que pienso en esa posibilidad. Puedes agregarlo a tu lista de cosas que ahora sabes de mí.

-¿Por eso me lo cuentas? – Rió levemente.

-¿Qué no era la hora de confesiones? – Bromeó y también soltó una leve risa.  Poco a poco se separaron pero siguieron sin prestar atención en ello.

-Hay que ponernos el pijama. – Steve propuso.

-Es muy temprano para dormir.

-Para estar cómodos.

-De acuerdo. – Tony aceptó y se agachó a tomar su mochila para sacar de ahí las prendas que usaba de pijama. Sin más comenzó a quitarse la playera.

-Si quieres yo me cambio en el baño o espero afuera mientras tu terminas. – Le dijo Steve al verlo.

-Ya me has visto desnudo muchas veces, Steve, y en posiciones muy comprometedoras, así que no le veo caso. – Se encogió de hombros con una sonrisita y continuó con lo suyo. – Pero si ahora quieres actuar como virgen ve a cambiarte al baño. – Le molestó y guiñó un ojo al final.

-Chistosito. – Se quejó. En seguida comenzó a cambiarse también ahí.

-¿Y ahora? – Preguntó cuando estuvo listo y con un salto se dejaba caer plácidamente en la cama.

-Podemos seguir conversando, o vemos una película, podemos jugar algún videojuego, o escuchar música. – También se acostó a su lado cuando tuvo puestas las prendas cómodas. Tony iba a responder cuando uno toquecitos a la puerta les interrumpieron. A prisa, Steve fue a abrir, encontrándose con su madre. 

-Ya está listo el sofá. Déjale la cama a Tony, corazón, tú te vas al sofá por hoy. – Le dijo con toda naturalidad.

 

¿Que qué, qué? Tony trató de ocultar su cara de imbécil y esperó a que Steve dijese algo, pero luego de varios segundos de silencio el rubio sólo asentía y le decía que todavía no dormirían pero que sí, que él tomaría el sofá. Luego le dieron ganas de reír. La madre de Steve sí que era rara, ni dejarlo compartir cama con un hombre quería. No se quería arriesgar…, sólo de imaginarlo comenzó a reír, lo bueno es que Sarah ya se había retirado, pero trató de callarse porque sabía que no era precisamente gracioso para Steve.

Para que la situación no fuese incómoda, Tony propuso que viesen la película en el living, ya que ahora estaba vacío y ahí se encontraba la “cama” de Steve. Pusieron una película de terror, como si de verdad les diese algún espanto. La miraron con más aburrimiento que interés, por lo que cuando terminó ellos ya tenían sueño. Así que Tony regresó a la habitación y Steve obedeciendo a su madre se quedó en el sofá para dormir.

Stark se había quedado dormido quién sabe por cuánto tiempo, pero después el movimiento de la cama le despertó. Desconcertado había volteado para ver qué pasaba y se encontró con que era Steve todo adormilado al igual que él.

 

-Hazte para allá. – Steve le empujó un poco para que le diera un espacio en la cama. Sin pelear, Tony hizo caso. Se acomodó y volvió a darle la espalda para continuar durmiendo. Pero antes de caer en el sueño, sintió el calor del cuerpo de Steve cuando éste le abrazó.

 

--------------

 

Despertó antes de que la alarma sonara, todavía no abría los párpados pero se podía distinguir la luz del día y ningún ruido dentro de la casa, sólo el de afuera; algún auto, los pájaros… También sentía un calorcito a su lado y su brazo estrujaba algo con delicadeza. Cuando abrió los ojos se topó de lleno con la carita durmiente de Tony, estaba pegadísimo a él y su brazo atraía ese cuerpo al suyo. Pero antes de alarmarse, Steve le contempló otros segundos más, mientras la caliente respiración de Tony por la mañana chocaba con su rostro. ¿Pero por qué debería de alarmarse? Pues porque había despertado con una maldita erección, y en lugar de que se moviera antes de que Tony despertase y lo notara se estaba quedando mirándolo con detenimiento, tocando todavía la cintura ajena bajo la playera; o sea, sintiendo la caliente y suavecita piel de Tony. Paseo su nariz con cuidado del cuello al hombro un par de veces antes de levantarse para ir a la ducha y llevarse más inspiración para arreglar el problemita manifestante entre sus piernas.

No era que Tony le excitara todavía, ¿cierto? ¿Cómo podía pensar en alguien más al tocarse si se supone que tiene novia? No está bien. Pero no pensaba en Tony. No, no. Es común que se despierte así. Estaba reprendiéndose mentalmente a sí mismo mientras se masturbaba bajo la ducha en lugar de pensar en algo más cachondo. Unas buenas bubis, un extraordinario trasero, linda cintura, linda sonrisa… una boquita deliciosa…, una lengua juguetona… Tony montándolo mientras le besaba. ¡Carajo!  

Mientras tanto, Tony  también había despertado al escuchar el ruido de la ducha, miró el reloj y ya casi era la hora en que habían puesto la alarma, así que la desactivó. Se estiró un poco en la cama, hizo las sábanas a un lado y miró la puerta del baño. Ojalá Steve no saliera pronto porque a Tony también le estaban dando ganas de toquetearse. ¡Qué tenía de malo! Había despertado con una cosquillita agradable en su entrepierna porque ni siquiera recordaba qué había  soñado, pero le quedaba la sensación de que le habían tocado sensualmente desde su espalda, cintura, espalda baja y luego una cosquillita en sus labios y en el cuello. Nada más de recordarlo se le erizaba la piel. Sueños locos que ni recuerda. Ya iba a meter la mano bajó su bóxer cuando el sonido del agua al caer cesó y Steve no tardó en salir del baño. Así que cambio de planes; mejor se duchaba con agua fría.

 

-¿Te duchaste con agua caliente? – Le preguntó Tony todavía desde la cama. Mientras Steve (quien sólo portaba una toalla enredada en su cadera) se secaba el cabello con una pequeña toalla y la mano libre la usaba para abrir uno de los cajones del buró.

-Normal. ¿Por?

-Estás algo rojito. – Le señaló Tony, algo ingenuo. Ups, con esa observación Steve se tornó más rojito.

-Tú también. – Atacó.

-Tengo calor. – Le respondió encogiéndose de hombros.

 

Sentándose en la cama se quitó toda la ropa y ya estando desnudo fue su turno de dirigirse a la ducha a paso muy lento. Cuando la puerta se cerró, Steve exhaló aturdido. Tony no tenía vergüenza alguna, y ya lo sabía, sólo que ahora más que gustarle le estaba asustando.

 

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Para cuando Tony salió de la ducha, Steve ya no se encontraba en la habitación. Se vistió y peinó con tranquilidad, a pesar de que pasado un momento haya escuchado las vocecitas de los niños haciéndose obvio que ya habían despertado, también se escuchó la voz de Sarah. La familia estaba despierta, así que mejor buscaba a Steve.
Salió de la habitación esperando no toparse con nadie todavía y bajó a prisa las escaleras. En la cocina ya había ruido también y se comenzó a crear un aroma dulce, East se paseaba contento por la casa, las risas de los niños continuaban y la voz maternal de Sarah hablándoles… Se sentía extraño, diferente…, se sentía bien. Muy hogareño. El aroma, el ambiente, la vista, todo expresaba familia. Se asomó por una de las ventanas, mirando el día soleado, los pequeños jardines de los vecinos; un vecindario tradicional. Todo eso le iba muy bien a Steve.

 

-¡Waffles! – Exclamó Tony en cuanto entró a la cocina y observó lo que estaba preparando el rubio.

-Y malteada de chocolate. – Completó Steve al momento en que iba hacia la licuadora. – O si quieres también hay café y té.

-Se me antoja el chocolate.

-¿Cómo amanecieron, hijos? – Llegó Sarah, saludándoles animadamente.

-Bien, gracias. – Respondió educadamente Tony, sonriéndole un poco.

-Bien, mami. – ¿Steve había dicho mami? Tony apretó la mandíbula para no reír.

-Qué bueno. Emma ya se fue a trabajar y ya arreglé a los niños. – Avisó mientras tomaba una taza para servirse del café que ya había preparado Steve. Dando el primer sorbo se escuchó como los tres bajaban corriendo las escaleras y entraban también a la cocina. – No corran en la cocina. – Les recordó. Los tres frenaron en seco.

-¡Buenos días! – Exclamaron muy felices. – ¡Waffles!

 

El desayuno estuvo lleno de… desastre. ¿Por qué los niños tenían que hacer de todo un desorden? La mesa a cada segundo quedaba más sucia pero ellos sonreían más. Se manchaban las mejillas con el chocolate y era como si no pasara nada. A mitad del desayuno la señora Sarah se había retirado porque también iría a trabajar, así que quedó sólo con Steve quien no les llamaba mucha la atención cuando hablaban con la boca llena de waffle o se molestaban entre ellos. ¡Los consentía! De acuerdo, los mocoso de pronto sacaban algún chistecito tan inocente que le pareció tierno. No eran tan malos.

La hora de ir a divertirse llegó, Steve limpió rápidamente la cocina, llenó el tazón de comida y el de agua de East, llenó una mochila con los sweaters de sus primos y cualquier otra cosa que una madre traería en el bolso. Todos subieron al auto de Sarah, el que se llevarían al parque; los niños atrás, Steve conduciendo y Tony en el asiento del copiloto.
Durante todo el trayecto los niños no dejaron de exclamar lo emocionados que estaban por ir al parque de diversiones, ni de nombrar a todos los juegos a los que se subirían y demás cosas que hacían sonreír a Steve mientras miraba como Tony trataba de conservar la calma.

Cuando llegaron fue euforia absoluta. Los tres pequeños querían echarse a correr por todo el lugar, no se decidían a qué juego subir primero y saltaban de felicidad. A Steve le encantaba esa alegría desbordante en sus primos, por eso cuando podía los llevaba a diferentes lugares. Quería crearles lindos recuerdos como los que él mismo tenía de su infancia.

“Vamos allá” “Ahora a ese” “De nuevo” Eran oraciones que su emoción les permitía expresar. Llevaban unos cuantos juegos y Rogers reconocía que hasta ahora todo marchaba bien, con los niños y con Tony. Que aunque todavía no se mostraba mucho que el castaño lo disfrutaba, al menos continuaba paciente entre los juegos menos espectaculares y ayudándole a cuidar que ninguno de los niños se les escapase.

 

-Ven. A ese sí nos podemos subir todos. – Le señaló para que también comenzara su diversión.

 

Era como una pequeña montaña rusa, porque no era tan alta como una ni las vueltas eran tan escandalosas, pero niños y no tan niños podían subirse. Vio que Tony lo dudó un poco, haciendo una mueca aburrida, pero al final le había acompañado. Luego de ese siguieron a los más “familiares” para continuar disfrutando todos a la vez. Subieron a unos que parecían grandes tazones, donde cupieron perfectamente los cinco, el escenario giraba pero ellos mismos podían hacer girar también su gigantesco tazón. Tony se animó a hacerlo girar más, sin darle miedo que los niños vomitasen, pues al verlos tan enteros después de la mini montaña rusa supo que no había ningún peligro. Y así fue, en lugar de lloriqueos o asquerosidades, comenzaron a gritar emocionados y a reírse a pesar de la velocidad con la que giraban. Luego de un par de juegos más fue tiempo de comprar tonterías y basuritas. David obtuvo una gorra de Cars y una figura de Lightning McQueen, Hannah tuvo una corona de princesa, alas de mariposa y una barita de hada, mientras que Tyler eligió una molesta pistola de agua…, menos mal que sólo la estaba usando contra sus hermanos.

Hubo más juegos, más gritos, muchas risas y también muchas idas al sanitario. Y después encontraron un maravilloso taller donde los niños podían moldear en plastilina, pintar un cuadro, colorear un lienzo y demás actividades manuales. ¿Pero qué era lo maravilloso? Que era una actividad sólo para los niños, así que los “inscribían” y en una hora y media los papis regresaban por ellos. Había a lado un área de descanso, con un bar pero sin bebidas alcohólicas, donde los adultos esperaban a sus hijos. Pero después de que los primitos de Steve por voluntad propia habían querido ir a ensuciarse con pintura y plastilina, ni Tony ni Rogers se metieron al área de descanso, sino que corrieron igual que infantes a subirse ahora a los juegos que ellos querían y no habían podido hacerlo.

 

-Vamos a una montaña rusa de verdad. – Había exclamado Tony mientras corrían sin soltarse de la mano.

-¿Seguro que alcanzas la estatura mínima para un juego así? – Steve se burló, recibiendo como respuesta un pellizco en su mano sostenida.

-Cállate y corre más rápido que no tenemos mucho tiempo.

 

Hace mucho tiempo que ninguno de los dos disfrutaba de la adrenalina que juegos mecánicos de tal magnitud ofrecen, ni gritaban tan ridículamente, ni se les entumían las mejillas de tanto sonreír como idiotas. Porque vaya que estaban disfrutando del tiempo sin niños, yendo a otros juegos más donde se les revolvían las tripas, los ponían de cabeza, los mandaban a volar y los regresaban a la tierra abruptamente.

En el espacio de calma que dan antes de una caída o de un horrendo giro, ambos se volteaban a ver o aprovechaban para decirse algo estúpido como: “no vayas a morir” “no vomites” “no vuelvas a gritar como niña” “tu cara de imbécil”, y más idioteces.

 

-Las piernas me tiemblan. – Confesó Tony riendo cuando bajaron del último antes de ir por los niños. 

-No te voy a cargar. – Steve se adelantó un par de pasos sólo para fastidiar a Tony que caminaba lentamente por temor a caer.

-No te lo estoy pidiendo. Sólo es porque corrimos mucho, y luego con tantas vueltas mi sangre aún no regresa a su flujo normal… y ¡ya cárgame! – Se lanzó a la espalda de Steve, que intentó correr pero Tony ya se había abrazado a él.

-Es un pretexto, si puedes caminar. – Se quejó, correspondiendo al abrazo pero rehusándose a cargarlo.

-Sí, pero no quiero.

-Consentido…

-Te gusta consentir, ¿no? – Hizo su mueca inocente. Steve fingía estar serio, pero al final le sonrió levemente.

-Ok, ya. Te llevo en la espalda. – Se rindió. Tony no tardó en ser cargado.

-¡Corre como el viento, tiro al banco! – Exclamó Stark, y en un segundo caía de nalgas al suelo. – ¡Auch! Ya me rompí el trasero por tu culpa.

-¿Cómo te vas a romper el trasero si tienes como caer en blandito? – Una sonrisita traviesa se le escapó ante el comentario, Tony no pudo evitarlo y correspondió la sonrisa de misma forma.

-Pues te recuerdo que antes ya me lo has partido. – Le dijo cuando se puso de pie, con la sonrisita traviesa y una mirada pícara, pero de pronto ambos quitaron esas expresiones. ¡Terreno peligroso, alerta! Entre amigos  los comentarios sexuales incómodos siempre van a existir, pero si tu amigo ya tiene pareja (y lo respetas) evita los comentarios sexuales que ustedes comparten. – Ya es tarde, tenemos que ir por tus niños.

-Corre. – Y ni modo, Tony corrió con sus piernas temblorosas.

 

Afortunadamente en el taller se tomaban unos minutos más para lavarse y así pudieron alcanzarlos antes que saliesen. Los niños les mostraron los dibujos pintados y un pequeño kit de colores y plumones que les obsequiaron. También pidieron ir a comer algo, fue por ello que llegaron  al sitio de comida, deteniéndose en los hot-dogs. Tomaron una de las mesas con sombrilla y antes de sentarse Steve decidía que iría al baño.

 

-No me dejes solo con ellos. – Pidió temeroso Tony, procurando que los niños no le escuchasen.

-Tengo que orinar, y el baño está ahí, no te espantes. – Le dijo, señalando que el baño no estaba muy lejos, aunque había una larga fila esperando.

-No, Steve. – No le soltaba del brazo como niño pequeño.

-Tony, por favor. – Trataba de zafarse. – No harán nada, están comiendo.

-De acuerdo. – Cedió sin más opción, algo molesto. – Pero no te tardes demasiado que voy a extrañarte.

-Sólo no llores. – Le siguió el juego.

-Antes de eso me consigo a otra persona mejor.

-Qué insensible. – Ambos sonrieron más relajados. – Ahora vuelvo. – Steve se alejó rápido, y Tony regresó su atención a los niños.

-¿A dónde va Steve? – Cuestionó Hannah.

 

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Maldita espera eterna, malditos sanitarios llenos de personas, maldita vejiga, maldito Tony chillón. Quizá si Tony no fuese tan preocupón con ese asunto de los niños, Steve no se sentiría ansioso de regresar y ver si todo iba bien. Bueno, confiaba en Tony…, pero los niños podrían oler el miedo en él y comérselo vivo… No, ¿qué piensa? Los niños son adorables y más sus primos. Quizá hasta ellos cuidaban a Tony en lugar de ser a la inversa. Ojalá Strk no hiciera una tontería. Rayos. De poder orina por doquier no se habría alejado para no preocuparse, pero malditas cámaras de seguridad.

Ok, por fin salía del bendito sanitario para regresar sin una preocupación menos (que su vejiga explotase) para ir a donde dejó a sus niños, esperando encontrar a Tony al borde de la histeria. Sin embargo todo estaba en orden. El único plato que continuaba ahí era el suyo con su hot-dog intacto, Tony estaba sentado dibujando al reverso de uno de los dibujos de los niños, y sus primos estaban de rodillas en la banca inclinados a ver lo que Stark hacía. Estaban muy entretenidos, tanto que ni lo voltearon a ver cuando llegó.

 

-Listo, ¿les gusta? – Les preguntaba Tony mostrándoles el dibujo que hizo terminado. ¿Qué era eso…? ¿Un robot?

-¡Sí!

-¿Qué colores le ponemos?

-Rosa. – Había respondido de inmediato Hannah.

-Hum…, sólo tenemos éste rosa muy pálido y no se verá bien, ¿no? – Les mostraba el pequeño plumón. – ¿Qué tal rojo? – Los tres le asintieron en total acuerdo.

-Y con éste. – Tyler le tendía otro plumón dorado.

-Para que brille. – Opinó emocionada Hannah.

-Tienen buen gusto. – Les halagaba Tony, a lo que ellos sonrieron. Steve seguía sin poder ver bien qué hacía. – ¡Está terminado!

-Es genial. – Opinó Tyler.

-¡Mira, Steve! Un hombre de hierro. – Señaló David.

-Bien. ¿Cómo se les ocurrió? – Preguntó curioso cuando observó el dibujo.

-Tyler dijo que quería un robot para navidad, pero no como el transformer que coloreó en el taller. – Comenzó a explicar Hannah

-Se lo describí a Tony y dijo que se llaman androides, pero que sería más genial un traje donde tú te pudieras meter para manejarlo con un montón de cosas geniales. – Le decía emocionado. – Y lo dibujó.

-No dibujas tan mal, Tony.

-Ah, sólo eso. Ya sabes, antes de construir algo tengo que hacer los planos que son calificados también. Sólo sé dibujar máquinas, no como tú.

-Steve dibuja muy bonito. – Recordó Hannah.

-Y ustedes colorean muy bonito, también. – Les dijo Steve con una sonrisa muy tierna.

 

Steve comió su hot-dog mientras Tony dibujaba otros hombres de hierro para David y Hannah y luego éstos lo coloreaban a su gusto. Y el castaño tan preocupado que estaba de quedarse solo con ellos, si no le harían nada. Además parecía que a sus primos les agradaba Tony, y ahora más que les compartía ese dibujo, y más importante aún; Steve quería creer que a Tony también le agradaban esos tres pequeños. Se miraba muy tierno tratándoles.

-¿Podemos ir a otros juegos? – No dudaron en preguntar cuando se movieron de la mesa.

-No. Acaban de comer, y además ya es tarde. – Les explicó Steve.

-Aww. – Exclamaron tristes.

-Un último. – Había dicho Tony, ganándose la atención de los cuatro. – Pero es más un paseo.

-¿El paseo por el río? – Preguntó Steve.

-Sí.

 

Los niños igual se emocionaron sin saber bien qué era. Pero ese no era propiamente un juego, era una entretención de agua; simulaba un río y te daba un paseo en un curioso barquito, sí, había curvas y leves subidas y bajadas, pero nada alocado. Era más para relajarse después de tanta adrenalina. De hecho, David quedó dormido a medio recorrido.

 

-Hay que volver un día sólo nosotros. – Propuso Tony a Steve, en un tono bajito para que los niños no le escuchasen. – Digo…, con los demás bobos.

-Es buena idea. – También le susurraba. – ¿Te divertiste? ¿O al menos no la pasaste tan mal?

-Fue divertido después de todo. – Le sonrió para que viese que era sincero. – También estoy cansado. – Dijo viendo al dormido David que abrazaba Steve.

-Pero tú no te duermas que no podré cargar a los dos.

-Eres capaz de dejarme aquí. – Rió bajito.

-Tal vez. – Recibió un pequeño golpe en el hombro. – Mira, la rueda de la fortuna. ¿No quisiste subir ahí? – Le señaló cuando apareció en su visión a lo lejos.

-Claro que no. Es más para parejas y es aburrido.

-Cierto. Pero de noche me gustaría verlo todo desde haya arriba, sin el sol quemante, mejor con una brisa fresca y viendo las luces de colores que llenan todo aquí.

-Cursi.

-Eso no tiene nada cursi. – Se defendió, al momento el móvil de Tony comenzó a llamar.

-Sólo quiero molestar. – Aceptó mostrándole la lengua infantil, ya después respondió la llamada.

 

Por la forma en que contestó y por cómo hablaba, Steve supo de inmediato que se traba de Alfred. Seguro le había preguntado a Tony dónde se encontraba o algo así, porque el castaño había dado la excusa de que estaba con unos amigos. También había dicho un “no puedo”, “estoy bien” y un muy claro “yo también te quiero” antes de colgar. Steve sonrió y no supo bien por qué, tal vez por el gusto que le daba que Tony llevase una buena relación, o quizá porque por un breve segundo se imaginó recibir un “te quiero” de aquella forma de labios de Tony.

 

-¿Tu futuro esposo? – Bromeó. Ambos se mantenían aun susurrando.

-Ay, no. Cállate. – Respondió escandalizado. Steve se echó a reír.

-¿No que ya no te asusta enamorarte?

-Pero me sigue aterrando el compromiso. – Aclaró. – Además no estoy enamorado de él aún.

-Pero si ya vivirán juntos. – Recordó.

-Claro que no. Eso son sólo cosas de Alfie. Yo… agh…, no sé ni qué carajo. – Suspiró.

-¿Entonces cómo está eso?

-Te cuento de regreso a tu casa.

-De acuerdo. – Ya no le preguntó más, pero quedó complacido al distinguir que en verdad Tony pretendía hablarle de ello. Le dejaba la sensación agradable de saber que su amistad iba excelente y ahora había confianza entre ellos. Conocerse resultaba placentero.

 

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De regreso a casa habían pasado primero a dejar a los niños en su respectiva casa, Emma les había entretenido un poco platicando cómo había estado todo y preocupada de si sus hijos se habían portado bien. Luego de eso ahora sí siguieron hasta casa de Steve, donde también platicaron un momento con Sarah.

Estaba el atardecer, ellos permanecieron sentados bebiendo un vaso de limonada porque estaban algo cansados. Como siempre Tony pensó en irse en cuanto regresaron, pero ésta vez su flojera era más que no dudó en tomarle la palabra a la Sra. Rogers cuando le dijo que mejor mañana se regresaran a la escuela.

 

-… ¿Entonces de verdad, tú y Alfred planean vivir juntos? – Reanudó Steve la charla que dejaron inconclusa en el parque.

-Espera. Ahorita te hablo de eso. – Le dijo Tony mirando a todos lados.

-Mi mamá fue a su habitación. – Le aclaró. Obvio esperó a que se alejara para preguntar aquello.

-Ah. – Se relajó. – Vamos a la tuya. – Steve le hizo caso, y ambos fuero a encerrarse a su habitación. – Se me antoja una ducha.

-Si no me quieres contar no importa. – Optó por decirle, pues sintió que Tony le estaba dando largas con el tema.

-Te quiero contar, pero también quiero otra ducha. – Aseguró, viendo que Steve no estaba muy convencido. – Métete conmigo y te platico todo allí.

-¿Meterme contigo? – Ahora se extrañó.

-Ajá, dúchate conmigo. – Le respondió de la forma más obvia.

-No me quieres contar, ¿ves? – De verdad no le molestaba si Tony no quería contarle, sólo que le dijera la verdad y no sacara cosas como esas para crear el misterio. Ahora Tony pareció el confundido.

-No, es en serio. ¿Qué tiene de malo?

-Mejor espero a que termines.

 

Tony sólo se encogió de hombros y comenzó a desnudarse de nuevo. Cuando fue al interior del sanitario, Steve se decidió a seguirle, pero él quedó recargado en el lavamanos mientras Tony se metió a la ducha. La puertita que dividía la ducha era traslúcida y luego se opacaba con el vapor, pero Tony ya había comenzado a dejar caer el agua y tal perece que ocupó más agua fría porque no llegaba el vapor.

 

-Tiene como tres días que sacó el tema, ¿sabes? Tampoco es como si ya lo venimos planeando de tiempo atrás. – Comenzó a narrarle Tony, mientras Steve se concentraba más en sólo escuchar y no mirar.

-Ajá.

-Me dijo que cuando terminará su trabajo aquí se regresaría a continuar en su país. Me contó de sus planes, me dijo que le iría muy bien  y entonces ¡boom!, me propuso ir con él. Me dijo: ¿Te irías conmigo? Pides el cambio en tu escuela y no hay problema.

-¿Qué le dijiste?

-Quería decirle: ¡No mames! ¿Estás loco? Pero sólo se me salió decirle: lo tengo que pensar. Me dijo que estaba bien, pero continuó narrándome todo lo que haría allá, como diciéndome que allá tenía futuro y que estaba más estable. Y lo entiendo, después de todo es su tierra, ¿no?

-Por supuesto.

-¿Pero yo qué pinto allá? Es lo que pienso. Además es muy pronto para vivir con él, y luego en otro país. O sea, yo no pensaba ni a putazos en eso y él parece planearlo bien.

-Pero no les has dado una negativa, ¿verdad?

-…No, pero tampoco le he dicho que sí.

-¿Será que sí lo estás pensando, Tony?

-No, no, no. Lo único que pienso es cómo decirle que ni loco me voy, sin que se moleste. –  Se escuchó un suspiro. – Cuando lo conocí le conté que antes había querido ir a estudiar allá, en el intercambio de la escuela, pero que después ya no quise, que en realidad me gusta aquí. Pero míralo, parece que se le olvidó, o cree que me gusta tanto su pene como para seguirlo. – Steve soltó una risita.

-A todo esto, ¿para cuándo se regresaría?

-Aún le quedan mínimo dos meses aquí, no recuerdo bien cuándo termina su contrato.

-Si todo sigue bien entre ustedes para esa fecha, ¿te irás?

-No creo. ¿Cuál el tiempo mínimo de relación entes de considerar vivir juntos?

-¿No recuerdas a Loki? Dijo que no hay un manual. – Ambos rieron.

-Y aunque lo hubiera, no creo que diría que de un mes a tres. – El agua dejó de caer.

-¿Entonces te quedas?

-Me quedo. – Respondió al abrir la puertita, por instinto Steve volteó y lo miró de nuevo desnudo. – Olvidé tomar una toalla, ¿me pasas una?

-¿Y si sigues con él? ¿Terminarán cuando se regrese? – Cuestionó al pasarle la toalla.

-Supongo. – Lo decía todo tan tranquilo.

-¿Pero si ya lo amas para ese entonces?

-Lo dudo.

-Ay, Tony. – Rodó los ojos.

-¿Qué? – Frunció un poco el ceño poniéndose frente a él con las manos en la cadera que ya envolvía la toalla. – A ver, ¿tú ya amas a Margaret?

-No.

-¿La amarás dentro de dos meses?

-No lo sé.

-¿Ves? No se puede saber. – Le señaló obvio. – Apenas ayer me dijiste que no sabías si terminarían pronto o quizá duraban años. Todo puede pasar.

-Está bien, entiendo.

 

-----------

También se había duchado, pero él con toda la privacidad. Después del ajetreo de la tarde una ducha no caía nada mal, era por ello que también la había tomado, y ahora sólo le daban ganas de tumbarse en la cama a relajarse. Tal como se encontró a Tony cuando salió del baño. El castaño leyendo uno de sus libros acostado de pecho al colchón, vistiendo sólo su ropa interior.
¿Acaso Dios o un ente maligno le estaba poniendo a prueba? Porque primero Tony paseándose desnudo, luego comentarios traviesos, después la invitación a tomar la ducha juntos y ahora esa vista.

Mordiéndose los labios, más en un puchero, fue a uno de sus cajones para sacar algunas prendas pero luego de pensarlo un par de segundos mejor imitaría a Tony. Steve sólo se colocó un bóxer y fue hasta la cama donde Tony seguía en el mismo libro.

 

-¿Qué lees? – Se acostó a un lado de él, justo de costado para mirarle. Cuestionándole aquello porque no podía ver la portada.

-Poemas.

-¿En cuál vas?

-Piedra de horno.

-De Nicolás Guillén.

-Ajá. – Por fin le regresaba la mirada con una pequeña sonrisa. – ¿Te lo sabes?

-Sí. – Se le escapó una leve risita al reconocerlo. Se acomodó mejor para comenzar a declamarlo sin dejar de mirar los ojos miel. – ……

……
La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.
Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegan tus manos en su órbita
de aguardiente de caña;
tus pies de lento azúcar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible y tu cintura
de abierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando –no sé, me lo imagino-, gimiendo
-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende de tu pelo,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.
Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fría de lluvia y de silencio.

 

-Declamas muy bien. – Le reconoció Tony, en una voz suave. Steve le sonrió y él hizo el libro a un lado para colocarse igual de costado que el rubio y continuar mirándose cara a cara. – ¿Puedo… contarte otra cosa?

-Claro.

-¿Tú crees que yo…, bueno… soy muy apasionado a la hora del sexo? – Le cuestionó algo inseguro. Steve no se esperaba una pregunta así, pero no se quería mostrar muy sorprendido. – Como si grito mucho, me emocionó demasiado, rasguño o muerdo…

-¿Por qué? – Miró como Tony desvió la mirada por un segundo.

-Cuando estoy con Alfie…, lo siento muy suave. – Confesó, se notaba sincero. – Yo intento, ya sabes, jalarle el cabello o una mordidita en medio del beso para encender más el momento pero no funciona. Y he pensado que quizá soy yo el que actúa diferente a como es el sexo común.

-Eres apasionado Tony, todo tú eres una granada de mano  punto de explotar. – Le fue honesto, pero antes de que Tony agachase la mirada de nuevo, continuó. – Pero eso es genial. A todos les calientan cosas diferentes, pero supongo que también cuenta si se quieren y pueden buscar algo intermedio para acoplarse.

-No lo sé. Él es muy “normal” en ese momento. – Soltó un suspiro resignado.

-¿No te gusta?

-Sí, digo; no está mal. Pero mira, para que veas a lo que me refiero. – Se hincó en la cama  y giró lentamente. – ¿Ves? Ni una marca. ¿Eso te dice algo?

-No entiendo a ese sujeto. – Le sonrió cuando Tony estuvo de nuevo acostado a su lado. – A mí me gustaba estar contigo. – Y en el pecho de Stark algo vibró.

-Tú me dejabas rasguñarte, morderte y hasta pegar, ¿te acuerdas? Y tú hacías lo mismo conmigo y todo increíble, ¿no es así? – Steve le asintió, inquieto de a dónde se dirigía la conversación. – ¿Estamos locos? – Preguntó con un aire de ingenuidad.

-Para nada, es normal. Además hubo veces en que lo hicimos con más calma.

-Pero igual era más apasionado…

-¿Extrañas tener sexo conmigo? – Steve fue directo porque ya no podría soportar más incertidumbre. Ante su pregunta Tony ni se inmutó.

-No te emociones, Steve. – Le sonrió un poquito. – Tienes novia y lo respeto…, somos amigos. Sólo quería desahogar ese asunto con Alfie. No se lo había contado a nadie.

-Estaba bromeando. – Tony le sonrió de vuelta.

-Aunque…, un beso no hace mal a nadie, ¿no? – El nerviosismo en Steve se disparó ante las palabras de Tony, y más al ver que éste lo había dicho sin bromear.

-Tony…

-Es sólo un beso Steve, no significa nada. – Ambos se pegaron más. – Tú besas tan rico y eso sí lo extraño.

-¿Hablas en serio?

-Sí. No significa nada… – Sus labios ya casi estaban pegados, los ojos entrecerrados, el aliento mezclándose. Un roce…

-No puedo. – Se detuvo Steve, antes de pegarse por completo. Apretó los párpados, la mandíbula y los puños por unos segundos. Después se dejó caer de lado para quedar acostado sobre su espalda, miraba al techo y su respiración estaba algo irregular. Es que en verdad no podía hacerlo, no, no y no. Porque si lo besaba no se iba a resistir, y sabía que querría continuar hasta tomarlo por completo. ¿Por qué?

-Está bien. – Apenas pudo decir Tony, incrédulo todavía. Su corazón latía extraño y de pronto sintió una enorme vergüenza. ¡Qué imbécil! ¡Qué estúpido! Ahora se veía como el perro que anda buscando que le jueguen al infiel con él. No había querido eso, pero ahí iba de nuevo esa imagen que seguramente tendría Steve de él, una vez más.  –Lo siento.

 

Se giró, ahora para darle la espalda. Continuó reprendiéndose mentalmente, queriendo ignorar la sensación incómoda en el pecho al ver que pese a sus intentos no había conseguido nada de Steve. Era obvio, Rogers quería a Peggy, era verdad sus intenciones de llevar una buena relación con ella. Steve ya no quería absolutamente nada con él. ¿Y Tony en verdad sólo había estado buscando un beso?

 

-Tony… – Le llamó luego de un momento, le sacudió con un brazo para que girase. Cuando el castaño así lo hizo, Steve se permitió pegarse un poco más, abrazándole suavemente. – Es que no soy de piedra, Tony. Si comenzábamos no iba a poder parar. ¿Me entiendes?

-Sí. – Intentó tranquilizar sus emociones al ver que era preferible continuar bien entre ellos. – Creí por un momento que podía ser como antes, que aunque mis amigos tuviesen pareja permitirse un ratito de desliz. Pero ya no se puede, entiendo. En serio, voy a respetar tu relación.

-Y yo la tuya. Aunque Alfred no me agrade mucho y no te trate como mereces. – Ambos se sonrieron. – Todo bien, ¿ok?

-Por supuesto.

-¿Nos ponemos algo más de ropa?

-Creo que será lo mejor.

 

Con los pijamas puestos la luz fue apagada y ambos se metieron a la cama. En realidad el ambiente no continuó tenso, porque aunque los dos se sentían un poco extraños era más reconfortante mantener en calma su amistad.

Steve todavía se permitió abrazar de nuevo a Tony por la espalda, y éste le correspondió pegándose más a su pecho y poniendo su mano sobre la del rubio cuándo le rodeó por la cintura.
Se sentía un ambiente íntimo sin haber nada sexual de por medio y eso era nuevo para ambos, sin embargo era una sensación agradable. Rogers recargó suavemente su barbilla sobre el hombro de Tony, pensando todavía mientras notaba como el cuerpo ajeno se iba relajando cada vez más hasta quedar completamente dormido. Pero Steve continuó despierto, disfrutando de la oscuridad, el silencio, el calor de los cuerpos juntos, la respiración tranquila del castaño. No estaba molesto con Tony, lo único que lo mantenía inquieto era el haber reconocido que aún le deseaba…, o bueno, en realidad que ambos se deseaban todavía. Y quedaba demostrado que se guiaban por algo más ahora que simple deseo, por sentimientos… Suspiró detrás de la oreja del menor y se preguntó si de haber conocido desde un principio a Tony de ésta forma ambos serían una pareja en lugar de estar con diferentes personas. Si en lugar de todas aquellas idioteces pasadas hubiese habido un poco de madurez y ganas de conocerse, él se habría enamorado de Tony. Tal parece que las cosas no debían de ser así, y en lugar de haberlo ganado como novio, le tocaba tenerlo como amigo.

¿Estaría satisfecho con eso por más tiempo?

 

 

 

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado. Si estuvo muy cursi discúlpenme jaja, pero es que no está mal mucha dulzura de vez en cuando.

Estaré pendiente de sus críticas y comentarios que me motivan pa’ seguirle :3

Bueno, hace mucho que no le hago promoción a mi página de FB por aquí xD Se las dejo para que chequen y si gustan darle un like o tienen dudas más amplias, etc.
https://www.facebook.com/pages/Lyn-Valo-STONY/151173265075658?ref=hl

 

 


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