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Stupid youth. por LynValo

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Notas del capitulo:

Capítulo lleno de feelings…, y también de fondue~

La noche siguió transcurriendo divertidamente y sin ningún percance. Tony ya parecía cansado, porque desde que se subió a la silla para lo del ramo ya no se había vuelto a poner los zapatos. El pub comenzaba a llenarse cada vez más haciéndolos sentir sofocados por sus ropas y ya no querían seguir bebiendo porque no querían estar ebrios. Así que con efusividad y agradeciendo a todos por los tragos y el buen rato salieron de ahí.

Ya iban arriba del auto, con música sonando a gran volumen porque venían un poco enfiestados todavía. Steve había olvidado el saco en el Pub y ahora ya se había sacado el chaleco. Conducía con intenciones de regresar a la casa de Tony.

 

—Todavía no quiero regresar. Es temprano — dijo Tony. Steve miró el reloj y miró que era poco más de la una de la madrugada.

—¿Quieres ir a otra fiesta?

—No, ya me cansé y no quiero seguir bebiendo. Vamos a un buen hotel, descansamos y pedimos room-service. — sonrió adorablemente — Ya me gustó que me consintieran.

—No creo que ahí nos den cortesías — señaló, aunque también le haya agradado la idea, porque si llegaban directo a la casa los demás les estarían esperando para preguntarles un montón de cosas.

—Han de tener algo para los recién casados. Además lo pagaré yo, ya sé que no será de a gratis, tonto.

—¿Seguro?

—Sí, vamos. ¿O tú no quieres?

 

Como respuesta Steve le preguntó a cuál quería ir para que lo guiara. Tony le decía por donde debía de ir mientras llamaba de su celular a Loki para avisarle que llegarían mucho después y así no estuviesen molestándolos.

A los pocos minutos llegaron a un Hotel de cinco estrellas, dejaron una vez más el auto en manos de los del valet-parking y se adentraron a la recepción. Steve miraba a su alrededor cuestionándose si Stark pagaría tanto sólo para estar un rato y que le atendieran. Cuando estuvieron frente a la mujer de recepción ésta les sonrió abiertamente y los felicitó. De inmediato les ofreció las suites y las promociones para parejas. Steve estaba por pedirle una habitación cualquiera, pero Tony le dijo que querían una linda suite para una noche tan importante.

Ya teniendo las llaves en las manos iban por el ascensor hasta el último piso donde supuestamente tenían las mejores suites. Entraron y Tony volvió a quitarse los zapatos que se colocó al bajar del auto. Era muy amplia con la moqueta que simulaba ser de madera, las paredes de un tenue color beige, los muebles de color negro y dorado. La cama con sábanas blancas y cafés estando del lado derecho al entrar, sobre una base circular, un par de sillones negros a los lados, más retirado un escritorio pegado a una pared y a la de lado opuesto un jacuzzi en el centro, del lado izquierdo unos sillones largos, una mesilla de centro y de frente un mueble con una televisión enorme, a un lado un mini-bar y a la pared opuesta una puerta que al parecer era el baño.

Tony caminó hasta la cama y se dejó caer boca abajo. Steve le siguió y se sentó a un lado. Le pasó el teléfono que descansaba sobre la cómoda a un lado de la cama y el castaño comenzó a ordenar por el servicio que tanto quería. Pidió de comer lo que se le antojó, que en realidad fueron unos postres y Steve estuvo de acuerdo.

No tardaron mucho en llevarles el carrito con los postres pedidos y finos platos y cubiertos para que los comieran, les dejaron una botella de Champagne cortesía del hotel por su casamiento.

 

—Ya me quiero quitar esto. Se lamentó.

—Ponte una bata — Steve le sugirió.

—Primero comeré, tengo hambre — ambos comenzaron por probar un pastel de chocolate con fresas que curiosamente tenía forma de corazón.

—No estuvo tan mal, ¿verdad? — le preguntó Steve respecto a la noche en el Pub.

—Debo de reconocer que al final sí fue divertido — aceptó sonriente.

 

Probaron de los demás postres que les habían llevado hasta que se sintieron satisfechos. Rogers abrió la botella de champagne y bebió un poco, mientras que Tony no quiso volver a beber por ahora. Luego los empleados volvieron por el carrito y cuando salieron Tony le dijo a Steve que ya pusiera la señal de No molestar para que él se pudiera quitar todo eso sin tener que ocultarse por si algún otro empleado aparecía.

Se quedó en el baño con la puerta abierta, frente al tocador buscando alguna crema que le ayudase para quitarse el maquillaje. Se quitó la peluca y al deshacerse del maquillaje se inclinó para echarse agua en el rostro, y cuando volvió a incorporarse notó que Steve estaba recargado en el marco de la puerta del baño mirándole extrañamente. Stark tomó una de las pequeñas toallas blancas y se secó en rostro para luego volverse a mirar en el espejo.

 

—Ya soy yo de nuevo. Excepto por ésta ropa — se dijo a sí mismo divertido. Steve le sonrió. Tony tomó una de las batas que ofrecían allí, primero observando si le quedaría, cuando se decidió por una trató de quitarse el vestido, pero no alcanzaba a abrir lo del corsé que estaba en la espalda. Así que con algo de pena se giró a Steve que le seguía observando — ¿Me ayudas?

—Sí. Ven — le hizo señas para que volvieran a la cama. Estando cerca de ésta fue que se giró al menor y le atajo de la cintura para quedar pegados. Lo giró sin soltarle y lo sentó en la cama ante los ojos expectantes de Tony — Te ayudaré a quitarte esto a mí manera — le dijo casi en un susurro cerca de sus labios.

 

Tony iba a renegar, pero no consiguió hacerlo. Se dejó besar por Rogers que le cargó para ponerlo más al centro de la cama y así él también pudiese subirse. Colocó la cabeza entre las almohadas doradas y blancas mientras correspondía al beso de Steve sobre él. Tony abrió las piernas para permitirle acomodarse mejor, en ese momento Steve bajó los besos hasta el cuello mientras iba subiendo la falda del vestido para acomodarse. Así Tony recordó que traía las vergonzosas medias y la bochornosa liga en su muslo derecho. Se removió queriendo llevar sus manos hasta sus piernas para quitarlas, pero Steve le sujetó ambas muñecas y las juntó para dejarlas arriba de su cabeza y así no pudiese moverlas. Tony sólo se quejó por medio de un gemido.

Steve dejó en paz las muñecas de Tony, volviéndole a dar movilidad. Continuó descendiendo hasta que su rostro era el que estaba entre las piernas de Stark que ya respiraba desacompasadamente. Steve le tomó de las rodillas sólo para separarle un poco más las piernas, alzó más la falda hasta que quedó al descubierto el boxer blanco y ajustado que llevaba puesto el otro. Dio un pequeño beso a cada muslo donde estaba el borde de la media, tomó entre sus dientes la liga de encaje y la fue deslizado de esa forma con suavidad hasta sacarla por completo de la pierna. Tony se quedó ocupado en sólo mirarlo atentamente, cada uno de sus movimientos. Después, Steve tomó le la misma forma el borde de las medias y así las fue bajando también, ayudado de vez en cuando por sus dedos, hasta que ambas salieron y las piernas de Tony quedaron desnudas.

Regresó a besarle en los labios, haciendo el beso más húmedo por la presencia insistente de ambas lenguas. Cuando el beso una vez más terminó, ahora Steve giró con delicadeza el cuerpo de Stark hasta que estuvo boca abajo. Así se dedicó a ir desabrochando el corsé mientras daba insinuantes besos en la nuca expuesta y detrás de cada oreja que se permitía morder delicadamente. El corsé cedió y ahora el vestido fue deslizado hasta también quedar desprendido del cuerpo de Tony, que con rapidez se deshizo del bra, arrojándolo lejos.

Steve se sentó sobre el trasero del menor para irse quitando también sus prendas, empezando a desabotonar la camisa para después quitársela junto con la corbata y quedar con el torso desnudo. También se quitó el cinturón y sólo se desabrochó el pantalón antes de inclinarse de nueva cuenta para repartir los pequeños besos por toda la espalda ya libre. Junto con sutiles caricias con la punta de los dedos iba dejando pausados besitos por cada parte de piel.

Tony se abrazaba a una de las suaves almohadas mientras dejaba escapar suspiros por dejarse consentir también de ese modo, estremeciéndose después cuando Steve llegó con sus labios al borde de su ropa interior y ahora las manos la iban bajando lentamente. Ya se encontraba totalmente expuesto y se sentía tan bien. La punta de los dedos de ambas manos volvían a recorrer su espalda, para llegar a la cintura y seguir hasta el trasero y pasar a las piernas. Volvió a suspirar. Steve sabía cómo tratarlo. Se estremeció cuando los pequeños besos reanudaron sobre sus nalgas, siendo depositados con la misma delicadeza que le estremecía. Y fueron bajando hasta los muslos. Sintió el aliento del otro chocar de nueva cuenta detrás de su oreja izquierda.

 

—Te deseo tanto — le susurró Steve y de tan sólo escucharlo latió más de prisa su corazón. Y en consecuencia por las mismas palabras gimió cuando ahora sintió la punta de la lengua pasear por su cuello y nuca. Y cómo no sabía que responder a eso decentemente optó por girarse y jalarlo de la nuca para besarle hambrientamente con un y yo a ti implícito.

 

Sintió las manos de Tony bajar hasta sus pantalones y tratar de tironear de ellos para bajarlos, sin separarse del beso. Steve terminó por quitárselos completamente dejándolos caer en cualquier lado, para después volver a besar el cuerpo del castaño. Bajó una vez más hasta el pecho donde jugueteo con los pezones que ya estaban duros y luego continuar hasta el abdomen mientras una de sus manos ya envolvía la erección que había comenzado a formarse en Tony. Lo masturbó suavemente hasta que estuvo por completo duro y prosiguió a cubrirlo con su boca.

Stark jadeo entrecortado cuando el rubio ya besaba y daba succiones a su miembro, a un ritmo que le parecía más que acertado. De vez en cuando la cálida boca se desviaba de su erección para besar la cara interna de sus muslos hasta llegar a las rodillas y de nuevo volver a engullir su miembro con más ganas. Suspiros, jadeos y gemidos se le escapaban sin detenerlos, porque Steve estaba siendo tan delicado que le extasiaba. No quería detenerlo, pero tampoco quería terminar tan pronto así. Entonces se fue sentando poco a poco hasta que Steve separó su rostro de entre sus piernas, todavía pasándose el pulgar por las comisuras de sus labios. Tony quedó sentado con las piernas levemente flexionadas, jaló a Steve para que se quedase hincado entre ellas y así quedó de frente a la entrepierna del mayor.

Bajó la ropa interior y quedó libre la erección frente a su rostro. Al mismo tiempo que la tomó entre sus manos acercó sus labios para comenzar a mimarla. Envolvió la punta con su boca y dio la primera succión algo fuerte haciendo temblar y gemir a Steve. Continuó moviendo su mano lentamente por toda la extensión, estaba tan duro y caliente que le hacía poner igual.

La boca de Tony lo fue recibiendo con suavidad exquisita que Steve se permitió cerrar los ojos para concentrarse en las sensaciones tan agradables. Había dejado una mano posada en la nuca del menor, pero sin imponer presión, y con la otra se sostenía del cabecero. Cuando volvió a abrir los párpados y bajó la vista, la suave lengua recorría su miembro con entrega, quedándose en momentos en el glande para chuparlo y lamerlo como si fuese una delicia de paleta, y después ir metiendo toda su erección en la boca con calma y suavidad que ahora no le desesperaba, al contrario, le fascinaba. Tony lo tragaba lentamente y de la misma forma lo sacaba, una y otra vez, hasta que esa boca pasó a los testículos para ofrecerles igual un buen trato. Después el castaño fue subiendo por el abdomen con húmedos besos, hasta donde podía por la posición, y los ojos miel le miraban profundamente desde abajo para segundos después volver a centrar su atención y boca a la erección. Steve se sentía bien con la suavidad que empleaba Tony, y quería seguir sintiéndola, pero no quería terminar así. Deseaba poseer a Stark y terminar dentro de él con su cuerpo agitado.

Se separó con lentitud para volver a sentarse en el colchón y se miraron por un segundo para volver a besarse con más hambre. Steve volvió a girar el cuerpo de Tony para dejarlo boca abajo, teniéndolo así posó ambas manos en las nalgas y las separó un poco con delicadeza. La delicada entrada quedó completamente expuesta y el sólo estar consciente de ello puso la respiración más irregular en Stark. Y mucho más cuando los húmedos y carnosos labios repartían insinuantes besos por las turgentes nalgas acercándose cada vez más al pequeño agujero. Las piernas le temblaron con el primer lametón recibido porque se sentía tan caliente. Gimió sin pudor cuando más lametones le siguieron, al igual que los besos y los dedos haciendo presión. Después de un momento Steve ya chupaba con más fuerza hasta que Tony se revolvía en la cama y apretaba las sábanas entre sus dedos y con los dientes. Se sentía tan bien. Tanto que a cada húmedo beso se contraía deseando más. Rogers ya se masturbaba con una de sus manos mientras la otra seguía apretando una de las nalgas y su boca continuaba chupando.

Retiró su rostro sin aguantar más, tenía que penetrarlo antes de que explotara de deseo. Un gemido disconforme escapó de la garganta de Tony y él estaba dispuesto a prepararlo con sus dedos, pero excitado observó que la pequeña entrada ya estaba algo dilatada por la pura excitación y con ayuda de su saliva. Se arrodillo pegado al cuerpo de Tony y comenzó a restregar su miembro entre la fisura.

 

—Tony… ¿puedo hacerlo ya? — preguntó con la voz llena de deseo, posando sus manos en la cadera del menor, apretando ansioso.

 

Stark le asintió con un que le salió como un suspiro. No lo había preparado muy bien, pero él mismo se sentía tan excitado que estaba al tanto de cómo su cuerpo reaccionaba y sentía como si su interior estaba listo para recibirlo. Rogers lo fue penetrando lentamente y Tony sintió que lo apretaba mucho, pero estaba tan ansioso que ni dolor se manifestaba, sólo quería que el otro siguiera empujando duro contra él. Hasta le pidió que comenzara a moverse de inmediato y sin contemplaciones. Muévete, muévete. ¡Sí, así, Steve! ¡Sigue, por favor!, le gritaba extasiado y no le importaba si estaba siendo escandaloso o a parecer de Steve muy vulgar. No, no le importaba porque se sentía tan bien. Tampoco le molestaba el chirrido de la cama, ni le avergonzaba el sonido de cada embestida ni los gemidos que parecían gruñidos de Steve.

Las nalgas rebotaban por la fuerza con la que su cuerpo era sacudido, la cama se movía a su ritmo y la habitación se inundaba con el sonido de jadeos y gemidos escandalosos. Había, en medio del placer, aquella sensación extraña que habían sentido las últimas veces, pero ahora más profunda pero menos incómoda. La sensación extraña aumentó cuando Steve giró al castaño para que le diese la cara y así poder mirarse. Colocó una de las piernas sobre su hombro y así continuó moviéndose para arremeter contra el cuerpo del otro. Tony apretaba las sábanas o sino tomaba con fuerza los antebrazos de Rogers que le tomaba por la cintura para aferrarlo más a él. Se miraban a los ojos como no lo habían hecho antes, porque ahora era la mirada insistente que expresaba tanto pero al parecer todavía no podían descifrar nada.

 

———————————

 

—No sé a ustedes, pero a mí ya me están preocupando — decía Bruce, después de estar unos minutos entre Loki y Natasha en el living, esperando porque Tony y Steve volviesen y estar seguros de que todo había salido bien.

—¿Vamos a buscarlos? — propuso Natasha, porque a ella también ya le parecía extraño que eran las tres de la madrugada y no llegaban del simple jueguito que habían quedado llevar a cabo. Aunque a Loki le hayan avisado que se quedarían un tiempo más, pero insistía, ya era mucho tiempo.

—Primero les llamaré para saber más — ofreció Loki.

 

Tomó su móvil y llamó al número de Tony. Dio varios timbrazos pero no contestó, así comenzaría a preocuparse en serio. Entonces Natasha ahora llamaba de su móvil a Rogers y éste tampoco contestaba. La chica se puso de pie y corrió escaleras arriba hacia las habitaciones, seguida de Loki y Bruce, llamó a Bucky y éste salió adormilado preguntando qué pasaba.

 

—Vamos a buscar a Tony y a Steve, no llegan y tampoco responden las llamadas.

—Ok — Bucky asintió — Me vestiré y vamos.

 

Bucky sólo había entrado de nuevo a la habitación para colocarse unos pantalones y unos zapatos. Bruce también pensaba a despertar a Clint, y mientras tanto Loki volvió a tomar el móvil para llamar una vez más a Stark. Al tercer timbrazo la llamada fue aceptada, deteniéndose en el momento, haciéndole señales a Tasha y a Bruce de que le había respondido.

 

—¿Tony? — habló enseguida. Del otro lado de la línea se escuchaban leves ruidos.

—¿Qué… pasa? — le respondía la voz de Stark, aunque sonaba extraño.

—¿Estás bien? — preguntó al haberle escuchado así, porque hasta por la bocina se colaba la respiración pesada del otro.

Sí.

—¿Y Steve?

Conmigo.

—¿Dónde están? ¿Ya vienen?

Volveremos mañana… dormiremos en un hotel cerca de la casa — respondió con dificultad. Cada palabra la decía sílaba por sílaba. Loki permaneció desconcertado por otros segundos, pero luego ligó todo; la forma de hablar de Tony, la palabra hotel y ahora esos curiosos jadeos que se colaban por la bocina.

—Ok — y antes de que el cortara la llamada, Tony ya lo había hecho. Miró a los demás que estaban esperando saber algo.

 

—————————————

 

Observó a Tony por fin cortar la llamada, dejando caer el móvil en el colchón, volviéndose a concentrar en él. No sabía quién había llamado, pero era claro que alguno de sus amigos, tampoco sabía cómo es que Tony quiso responder la llamada sin siquiera dejar de moverse sobre él. Pero ahí estaban, de nuevo a ser sólo ellos dos en su placer.

Tony sobre su cadera y Steve ahora recostado en el suave colchón y parte de la espalda sobre las esponjosas almohadas. Rogers lo estaba disfrutando todo enormemente, no quería que terminara pronto. En realidad, con Tony nunca quería terminar, cuando con las demás personas con las que había estado era lo primero que quería. Y ahora se preguntaba cómo le haría para aguantar más mientras Tony lo cabalgaba a galope prendido de su cuello y le gemía sobre los labios.

Fuerte el choque de las nalgas de Tony contra sus piernas, el agarre en su cuello igual, y él, Steve, abrazándole por la espalda y con una mano libre le masturba. De vez en cuando desviaba el rostro para besarle el cuello y pecho. Tony apenas podía respirar y mantener los ojos abiertos, era demasiado placer para él. Y mientras rebotaba sobre el cuerpo de Rogers para sentarse cada vez más fuerte sobre la erección, sentía también una especie de nudo en la garganta, como si quisiera gritarle algo a parte de esos gemidos. Se inclinó al rostro frente a él y lo besó, ansiosamente mientras tomaba otro ritmo de sus movimientos, ya no rebotando, sino moviendo su cadera de atrás hacia adelante, como acomodando el miembro dentro de él. Rozaba su próstata y además Steve le masturbaba perfectamente. Cerró sus párpados, mantuvo sus frentes pegadas, continuó moviéndose así y comenzó a correrse en aquella mano que acariciaba su erección. Apretó a Steve, quien le gimió más fuertemente al sentir la presión en su sexo y a los pocos segundos él también se corría en su interior.

Se detuvo y abrió los párpados de nuevo, notando como Rogers le miraba atentamente con unos ojos entrecerrados, rostro sonrojado y labios separados. No sabía qué pasaba, pero sintió la necesidad de abrazarse más al rubio. Y Steve lo sintió igual, por ello correspondió al abrazó, ambos hundiendo sus rostros en el cuello ajeno, respirando dificultosamente todavía, con el cuerpo caliente y tembloroso.

 

—Te amo… — había susurrado Steve.

 

El pecho de Tony se estrujó, su rostro se tornó más cálido y sintió miedo. No respondió nada, sólo se quedó más tiempo aferrado al cuerpo de Steve. Era confuso, porque ahora quería llorar. Sentía sus ojos humedecerse y no comprendía qué ocurría y por qué le hacía sentirse así. Trató de calmarse y así fue separando sus rostros y rompiendo el abrazo. Se miraron directamente nuevamente y el castaño se permitió sonreírle.

 

—Voy a… — Stark comenzó a decirle, titubeante. Se incorporó, rompiendo toda unión de ambos cuerpos — Voy por un pañuelo — apenas se colocó las pantuflas y caminó hasta el baño donde se encerró.

 

Steve por unos momentos se acostó pesadamente en la cama, también sintiendo su pecho estrujarse. No había esperado una respuesta luego de su boba confesión con un “te amo”, pero ya lo había dicho y podía asegurar que Stark sabía el significado correcto de ello. Se sentó al borde de la cama, tomando pañuelos desechables de la cajita que reposaba en la cómoda, limpió su mano y también su miembro que parecía querer más mimos. Miró la puerta tras la que estaba Tony, arrojó los pañuelos sucios al pequeño cesto que estaba cerca y volvió a tumbarse en la cama, sin molestarse en ponerse algo de ropa o cubrirse con una sábana.

Se sentía tan tonto. Todo el día se sintió así. Porque entre el jueguito ridículo que había hecho con Tony, en momentos se ponía a pensar si hubiese sido real. Obviamente no a Tony con un vestido de novia, ni con maquillaje y peluca. Sino, su casamiento, la fiesta, la noche de bodas, que todo haya sido real. Tan real como le había hecho el amor hace unos minutos. Sí, era un bobo. Se puso en pie y caminó descalzo hasta donde había quedado el champangne para volver a servirse un poco en una de las lindas copas. Fue en su segundo sorbo cuando Tony salió del sanitario en mismas condiciones que él, sólo que el castaño si traía unas pantuflas puestas.

 

—¿Seguirás bebiendo? — preguntó mientras caminaba para ponerse la bata que había quedado tumbada a un lado de la cama.

—No — dejó la copa en la barra del mini bar, caminando de vuelta a la cama — ¿Para qué te la pones? — le dio una media sonrisa, señalando la bata que ya cerraba Tony.

—Porque no tengo nada más que ponerme.

—Quiero decir que para qué te la pones si aún no terminamos — le sonrió más ampliamente, con esa sonrisa coqueta que ya sólo le dirigía a él. Se colocó frente a Tony con intenciones de despojarlo de la bata.

—¿Quieres… más?

—¿Tú no?

—Sí...

 

Stark se dejó desnudar una vez más, se volvieron a besar mientras se acariciaban constantemente. Fueron acostándose en la cama donde se repartieron caricias más íntimas. Steve estaba sobre Tony, besando cada parte de piel que podía, comenzando a frotar sus cuerpos para aumentar como antes la temperatura y la sangre se acumulara más en sus sexos. Tony también se escabullía y repartía juguetones besos por el pecho y abdomen del rubio, hasta que rodaron un poco y así invirtió posiciones. Atacó el cuello de Rogers, para volver a los labios un momento, y luego dejar un reguero de besos otra vez sobre el pecho y el abdomen mientras masturbaba la nueva erección en el cuerpo ajeno. Steve se dejaba hacer porque ya sabía lo que quería Tony, lo supo desde que insistió en dejarlo contra la cama, así que le hizo un espacio entre sus piernas para que el castaño se acomodase mejor.

Después de otros cariñitos más a todo el cuerpo, Tony lubricó con su propia saliva tres dedos que luego fueron a parar uno por uno a la entrada de Rogers, quien gemía quedamente mientras el otro se hacía cargo. Cuando estuvo preparado, según a consideración de ambos, el mismo Steve tomó una de las suaves almohadas y la colocó bajo su cadera, así Tony separó un poco más los muslos y dándole un suave beso lo fue penetrando lentamente. Steve se masturbaba para ignorar el tenue dolor que dejaba el paso de la penetración, y que poco a poco iba desapareciendo a cada estocada más certera.

Tony abrazaba sus piernas así dándose el impulso para arremeter contra él, Steve continuaba masturbándose y con la otra mano llamaba al castaño para que se acercase. Hasta que lo tuvo cerca le jaló de la nuca y comenzaron a besarse profundamente, intercalando mordidas y succiones entre sus labios. Tony posó ambas manos a cada lado de la cabeza del rubio y comenzó a embestirle más rápido, ocasionando en ambos gemidos más fuertes.

Observaba como Steve apretaba con una mano las sábanas, porque con la otra continuaba presionando su nuca para tenerle cerca. Stark gemía sobre sus labios, escaneando cada expresión del rostro frente a él; las espesas pestañas del rubio que en momentos caían por completo, o los dientes apretados a ratos. Se volvieron a besar torpemente por la falta de aire al estar tan agitados.

Rogers sentía cada embestida más fuerte que la anterior y lo estaba disfrutando, pero como no estaban totalmente repuestos del último orgasmo sentía que no durarían demasiado. Se notaba en la ansiedad de Tony, en cómo le tomaba de las piernas para darse más impulso, y en él mismo, que se retorcía y continuaba rasguñando las sábanas. Con la respiración cada vez más entrecortada, una mano masturbándole y los gemidos ahogados, fue que ambos fueron llegando al clímax. Ésta vez, Steve sintiendo el calor de Tony en su interior.

Extrañamente – para ellos – de nuevo permanecieron en un abrazo flojo por largos segundos. Para después darse un casto beso y separarse. Tony estaba cansado ahora, por lo que consideró dormir acomodándose debajo de las sábanas mientras miraba como Steve era quien ahora se dirigía al cuarto de baño. Para cuando Rogers estaba de vuelta en la cama, el castaño ya estaba dormido. Menos mal, así ya no habría que comentar nada más fuera de lugar, nada con respecto a lo extraños que se sentían ambos.

 

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Comenzó a removerse en la cama incómodo, producto del calor que sintió. Tony abrió los párpados y se encontró con la oscuridad, miró al reloj digital que mostraba la hora en luces levemente neon para ser distinguidas y supo que sólo había dormido un par de horas. Un peso se distinguía sobre su vientre y luego notó que era un brazo de Steve que dormía profundamente a su lado. Suspiró inconscientemente y lo hizo a un lado para quitarse también las sábanas de encima, pero ni así se fue el calor que sentía. Terminó por levantarse y caminar hasta la ducha.

Sólo con la ducha fría que tomó se sintió más fresco. Con las pantuflas y la bata puestas de nuevo caminó hasta uno de los sillones y se tumbó ahí, acostándose. “Tú sabes que te prefiero a ti antes que a cualquier mujer u otro hombre”, “Te amo”, recordaba esas frases dichas de la voz de Steve, en un tono y semblante que parecía una confesión amorosa antes que cualquier tontería dicha. Y él, Tony, ¿qué había dicho? Nada, porque todo siempre se lo guardaba, hacía que las palabras parecidas a eso se atragantaran en su garganta. Era horrible. Mierda que sí lo era. Sentía por un lado que eso es lo que quería, pero por el otro aún seguían también en su cabeza todo ese temor y desconfianza hacia poder mantener una relación, y más con Steve. Porque todo lo habían mantenido como un juego, porque aunque se conocían mejor y ya había pasado mucho tiempo desde que eran crueles el uno con el otro, estaba consciente de que quizá Steve le seguía viendo como que no valía mucho la pena para una relación. Es decir, eran amigos, amigos que follaban sin ningún compromiso. ¿Qué podían esperar el uno del otro? No mucho, ¿cierto?

¡Mierda!Ni cuenta se dio de cuando comenzó a llorar, ahí acostado en el sillón a oscuras. Qué complicado. ¿Por qué tenía que sentir cosas extrañas por Steve Rogers? ¿Y por qué Steve por él? Aunque en realidad le costaba creer que Steve le quisiera… Quizás habían sido alucinaciones suyas, porque Steve no es así… No con él. Mejor se secó las lágrimas y se acomodó en el sillón para dormir y ya mañana seguro que sería un día normal y pronto se le olvidarían las estupideces en que pensaba.

 

—————————————

 

Steve se despertó y levantó por la necesidad de orinar. Ya pronto amanecería, pero todo seguía siendo oscuro. Cuando regresaba del sanitario apenas notó que Tony no se encontraba en la cama y sintió de pronto un golpe en el pecho, pero encendió una de las lámparas sobre la cómoda y entonces lo distinguió durmiendo en uno de los sillones cerca del mini-bar. Pero eso no hizo que se sintiera mejor, ¿por qué Tony no quería compartir la cama con él?

Terminó regresando al baño para ahora él tomar una ducha, igual fría. Para cuando salió ya comenzaba a colarse la tenue luz del amanecer. Igual llevaba una de las batas blancas del hotel y una pequeña toalla con la que secaba su cabello. Ya no tenía ganas de dormir a pesar que fue muy poco lo que haya descansando, se acercó a Tony así notó el cabello castaño también húmedo. Le parecía que Tony estaría incómodo durmiendo así, por lo cual se decidió a cargarlo con la intensión de devolverlo a la cama, pero en el proceso los ojos miel se abrieron.

 

—¿Qué… pasa? — Tony le preguntó adormilado, queriendo cerrar los párpados de nuevo.

—Te llevo a la cama, para que duermas mejor.

 

Stark se dejó cargar, Steve le dejó en la cama, pero antes de incorporarse se acercó hasta el rostro del menor y le plantó un tierno beso en los labios. Tony no lo pudo controlar y abrió de nuevo los ojos por completo mirándole con asombro. Podía parecer una acción de los más normal, pero no entre ellos, no un besito tierno mientras alguien dormía y además le acariciaba las mejillas como si fuese algo precioso. Tan cálido se sentía que le hacía marearse al ser tan ajeno a algo así. Con brusquedad, Stark frenó en contacto y se giró para dar la espalda y fingir que dormía, porque después de eso ya se había esfumado el sueño. Quería golpearse, quería de nuevo llorar, porque aceptaba que quería abrazarse a Steve y que éste le diese más besos tiernos y suaves caricias, y tal vez otro te amo. Maldita sea, qué complicada es la verdad.

De acuerdo, Steve haría como que ese claro rechazo no había ocurrido, en ambas partes; es decir, que él no lo había dado ni que Tony lo había rechazado. ¿Qué pasaba? Sabía que gustaba de Tony, que lo quería…, lo aceptaba, pero… Pero no es cómodo desearlo de ese modo, no es sano, y se lo repite, pero también recuerda lo mucho que le gusta que no sea sano. Y eso le hace sonreír casi con amargura. Le gusta que sea insano y complicado estar con Tony, pero tampoco puede estar para siempre entre el rechazo de Tony al recibir su cariño. Él era quien estaba por desistir por esa vez cuando el castaño de nuevo se gira, mirándole, como si hubiese escuchado todo el caos dentro de sus pensamientos.

 

—¿Ya no puedes dormir? — sin embargo, fue lo que Steve se limita a decir. Mientras tanto Tony se sienta en la cama y le niega con la cabeza. Tony extiende una mano llamándolo, invitándole a que se siente delante de él, Steve así lo hace pero de cualquier forma se toman de la mano. Parece como si Tony quisiera decirle algo, pero el castaño también se limita a una cosa, a acercase para besarle con lentitud, pausadamente mientras sus labios se acarician y sienten el aliento de cada uno.

—También te amo — Tony le dice, costándole un trabajo enorme porque las palabras se atoraban en su garganta. Pero era hora de arrojar los dados a la suerte. Regresó a recargarse en el cabecero, pero sus manos siguen unidas. Steve le sonrío.

—No sé bien cómo decirlo — comienza Rogers, con una boba sonrisa en el rostro y jugueteando nerviosamente con el enlace de sus manos — Quiero que me entiendas, te quiero enserio, Tony. No es un juego, quiero tenerte siempre. ¿Te gustaría estar junto a mí…, sólo junto a mí? Novio, pareja o amante, con el nombre que quieras darle — era lo más cursi que se le había podido ocurrir, pero esperaba que haya sonado sincero. El corazón latía a galope y sentía nerviosismo que jamás había sentido.

—Pero, Steve… — Tony le miraba entre confundido y sorprendido — ¿Vas a decirme que tengo derecho a que me ames?

—Tony…, no te quiero injustificadamente — le mirada con tanta profundidad, como nunca antes — Todo lo que he conocido de ti me hace quererte.

 

Otro nudo en la garganta dejaba mudo a Tony, pero eso no le importaba a Steve, porque los ojos miel de Stark siempre fueron tan expresivos que muchas veces no necesitaba de palabras para poder anunciar algo, otras veces incluso delataban y echaban de cabeza las mentiras que salían de los labios del castaño. Y ahora esa mirada tan profunda entre cristalina – por las lágrimas, también atoradas – le decía todo.

 

—Steve… — le tomó tiempo aclarar la voz y regular su semblante, pero Tony ya estaba listo para hablar — No me quieres. – Le miró directo, y hasta se atrevió a sonreírle un poco. Una sonrisa igual de triste que su mirada.

—¿Por qué lo dices? — una mueca de angustia se instalaba ahora en su rostro.

—Es simple de saber que no me quieres porque soy yo. Nadie me quiere de esa forma, y tú… tú sabes bien por qué — pero la voz se le había quebrado y la sonrisa se transformó en una mueca lamentable. Y en contra de todo lo que quería, también las lágrimas comenzaron a caer, porque hablar de eso era difícil. Hablar de lo que él es para Steve…

 

Rogers no entendió bien a qué se refería exactamente Tony, pero al segundo lo supo, y al mismo tiempo estuvo enterado de todo lo que le dolía a Tony ser considerado así, como se suponía que era él. Descubre uno cantidad de cosas detrás de una mirada de tristeza. Miedos, deseos, sueños, sentimientos. Algo en su pecho se estrujó al ver las lágrimas caer y la cara de vergüenza de Tony por ese hecho, pero le tomó rápidamente por las majillas para demostrarle que no tenía que ocultarse más. No había visto a Tony llorar, seguramente porque siempre se tragaba esas amargas lágrimas.

 

—Perdóname. Perdóname, Tony — rogó, a punto de acompañarle en su llanto. Nunca le pidió perdón por sus discusiones del pasado, por todas esas palabras hirientes que alguna vez se dijeron, y ahora mismo volvían esas memorias, porque no podía dejarlo. De verdad quería su perdón.

—Tú perdóname también — pidió Stark, sin querer mirarle — Perdóname para que podamos ser buenos amigos.

—Te perdono — dijo con enorme seguridad, casi angustiado — Pero no quiero ser tu amigo.

—… Ya sabía que esta amistad no podía durar — las lágrimas de Tony no ceden, pero su sonrisa amarga se forma de nuevo al decirle eso.

—No, no entiendes. No me crees… — y Steve seguía con sus manos fijas en el rostro del castaño — Con un carajo, Tony, ¡te quiero! ¡Estoy enamorado de ti quizá desde hace mucho tiempo! – Dice ya exasperado. Escucha un gemido de frustración en Stark.

—No, Steve… No… — ya no veía por las lágrimas, la vergüenza le importaba poco, su voz ahogada tampoco importaba. Se sentía terrible y a la vez tan conmovido por la confesión, pero el llanto seguía siendo por la complicada mezcla de sentimientos que se instalaba en el pecho, en su garganta y al parecer ya se había esparcido por todo su cuerpo. No eran lágrimas conmovidas. Steve se quebró igual. Ahora de los ojos azules salían calientes lágrimas, lentas y amargas. Separó sus manos y suspiró cuando ambos agacharon la mirada, quedando en silencio por pesados minutos, sólo escuchándose el jadeo doloroso del llanto de Tony.

—Sólo dímelo bien — Steve pidió completamente resignado — Dime que es porque no me amas. Es todo lo que tienes que decir.

—-Jódete, Steve — y ahora eso sí dolía — Te amo… Pero, déjalo así.

—¿Cómo?

—Tú y yo no estamos hechos para ser exclusivos de alguien. – Señaló con amargura y frialdad, ya comenzando a atenuar su llanto, mirándole. Y lo dijo, aunque sabía que él ya tenía mucho tiempo siendo sólo de Steve y no sabía que éste también ya era exclusivo de él desde hace tiempo, pero aunque lo supiera tampoco se abría detenido de decirle eso, porque tiene miedo — Somos amigos que follamos, sólo eso. Sabes que cualquier día será fácil irme a la cama con alguien más, y yo sé que pasará lo mismo contigo.

—Tienes razón — ambos ya habían secado sus lágrimas. Steve suspiró al decirlo — A cada momento que pensaba en ti, que contemplaba esa posibilidad me decía lo mismo. Pero también una parte de mí insistía en que contigo, sólo contigo puede ser posible. Porque es sólo contigo con quien me he imaginado así, en una relación. Lo he deseado — sinceró, sintiéndose triste, porque al final podía resultar que Tony no era para él.  

—Eres bueno. Eres increíble, Steve — comentó casi con admiración, pero la tristeza no se iba — Y porque ahora te quiero…, no puedo dejar que esto pase y se arruine. Simplemente no podemos.

—Y porque yo también te quiero, está bien — no tuvieron el valor de mirarse.

 

El ambiente era tenso estando ya en silencio y sin moverse. La luz natural anaranjada del amanecer ya cubría casi toda la habitación, por lo que sus rostros sonrojados y los ojos rojos ya no se pudieron ocultar. Fue por ello que Tony se puso de pie y caminó de nuevo al cuarto de baño, con intención de enjuagarse el rostro y recobrar la compostura después de tantas y dolorosas verdades. Él entró, dejando la puerta abierta, luego de un par de segundos Steve también se incorporó casi perezosamente, yendo al mismo sitio para enjuagar de igual forma su rostro caliente.

Rogers entró, se encontró con Tony ya con el rostro mojado, pero éste permanecía con ambas manos apoyadas en el lavamanos y con la cabeza gacha, claramente todavía pensando. Pero tenían tres lavamanos unidos, por lo que el castaño no se molestó en moverse, así Steve pudo usar uno. Enjuagó su rostro y volteo para tomar una nueva toallita del mueble que guardaba las toallas y batas. Cuando ya tenía su rostro seco fue cuando Tony también estaba frente a él de espaldas haciendo lo mismo. Por esa necesidad de sentirlo siempre cerca, ahora más que nunca, Steve se acercó suavemente hasta quedar pegado a esa espalda, rodeándole por la cintura con sus brazos.

Tony despegó la toallita de su rostro, botándola en alguna parte. Cerró los párpados cuando sintió los primeros roces de los labios de Steve contra su cuello y nuca. Roces, porque no llegaban a ser besos. También posó sus manos sobre las que le abrazaban, dejándose hacer, porque sentía la misma necesidad inagotable de Steve. Por fin un suave beso se tatuó en su nuca, y así ladeo su cabeza recargándola en un hombro del rubio para que éste continuara por su cuello. Ambos suspiraban, se acariciaban tiernamente, se sentían. Stark separó su cabeza del cuerpo del otro y la echó para enfrente, recargando su frente en el mismo mueble alto, posando sus manos ahí como soporte cuando Steve comenzó a tocarle sobre la bata con más necesidad.

Sus manos recorrían la cintura de Tony, el abdomen, las piernas y entre ellas, mientras su cuerpo presionaba contra su espalda y su trasero. Steve le suspiraba todavía detrás de la oreja, y así escuchaba la respiración acelerada del castaño. Tan exquisito. Deshizo el nudo de la bata ajena, colando sus manos para tocar directo en la suave piel, envolvió con una mano la semi-erección que encontró y comenzó a acariciarla. No tardó mucho en subir el largo de esa bata hasta la cintura y así quedara expuesto frente a él aquel trasero que le embelesaba. Mientras le preparaba con dos dedos previamente lubricados con su sola saliva, le continuaba masturbando, escuchando ya los suaves gemidos de Tony.

Ahora tenía a tres dedos preparándole y él, Tony, se aferraba cada vez más fuerte al mueble. En unos segundos ya sintió que Steve le tomaba por completo. Se cortó su respiración en ese momento, y escuchó el largo jadeo del rubio. Luego las manos volvieron a su cadera y las embestidas aparecieron sin detenerse. Eran suaves pero constantes, para no perder el control, para seguir sintiéndose. Más profundo, más duro, cada roce, cada gemido, cada sonido húmedo, el dolor, el placer, el vacío. Ahora no había súplicas, ni reclamos, ninguna palabra, sólo las agitadas respiraciones que en momentos se convertían en jadeos.

Giró su cuerpo, Steve le cargó, él se colgó de su cuello, hundiendo sus dedos en el cabello corto. El otro movía a voluntad su cuerpo de arriba a abajo, se miraban y era como si se gritaran. Dejó de sostenerle con una mano y así se obligó a rodear la cintura de Rogers con sus piernas para no caer, pero esa mano ahora le masturbaba. Y cuando lo sintió próximo, ocultó su rostro entre el hombro del rubio, así, abrazándole con brazos y piernas. Terminó entre aquella mano y los abdómenes. Después sintió cuando Steve también terminaba, sintiéndolo extraño, como una señal de pertenencia. Lo mismo que cuando él se lo hacía a Rogers, sintiéndolo como suyo y de nadie más.

Sus pies volvieron al suelo, el abrazo se deshizo, sintió un beso dulce sobre su frente y no se atrevió a mirarlo en seguida. Traía la bata muy desacomodada, pero todavía no se movía. Steve ya estaba por tomar del papel higiénico para limpiar su mano, pero antes de eso se llevó a la boca un dedo con su semilla y así lo limpió, con sus labios, con su saliva. Tony seguía sin saber qué hacer, obviamente él también tenía que asearse, y lo tuvo más presente cuando el semen en su interior comenzó a escurrir ya por sus muslos. Se estremeció y alcanzo a ver una tenue sonrisa que se había formado en el rostro ajeno.

 

—Debí de haber terminado por fuera. Lo sé. Lo siento — fue lo que dijo Steve, como si fuese un día normal, un encuentro normal. Bueno, eso habían decidido que fuese, ¿entonces porque Tony se sintió incapaz de regresarle esa sonrisa normal?

 

*~~*~~*~~*~~*

 

Faltaban pocos minutos para ser las nueve de la mañana. De nuevo luciendo fresco, Steve ya estaba vestido con las prendas del día anterior, mientras Tony continuaba en bata, mirando la televisión sin interés, sólo esperando a que Bruce llegase con la ropa que le pidió que le llevara.
Entre ellos no habían vuelto a hablar, el ambiente se sentía melancólico, y más que incómodo, eso era triste. Como Tony no encontraba nada interesante en la programación cedió el control remoto a Rogers, que sin más lo tomó e hizo lo mismo; sólo cambiaba cada tres segundos de canal.
En un par de minutos la puerta fue tocada y sus nombres gritados y luego unas risas. Fue el castaño quien abrió la puerta sin inmutarse porque ya se notaba que eran sus amigos.

 

—¿Qué tal los novios? — preguntó alegre Clint, con una gran sonrisa.

—Bruce, ¿mi ropa? — ignoró Tony el cuestionamiento de Barton y las sonrisas traviesas de los demás. Bruce lo miró fijamente un segundo para luego mirar en dirección a Steve que no se había inmutado por su presencia, borró su tenue sonrisa y sin decir nada le tendió la pequeña mochila donde había llevado la ropa de su amigo — Gracias, voy a vestirme — y se encerró en el baño.

—Steve, también te trajimos algo a ti — comentó Bucky, acercándose lo suficiente al sofá donde estaba el rubio y le arrojó en la cara la otra mochilita que llevaban para él.

—¿Mmn? Gracias — también se limitó a decir. Para ese punto ya todos los demás se miraban unos a otros sin entender. Rogers se puso de pie y caminó al mismo baño para meterse y cambiarse de igual forma que Tony.

-¿Qué pasó? — cuestionó extrañada Maria. Todos se encogieron de hombros.

 

Esperaron sentados en la cama, otros en el sofá, moviendo el estéreo, la televisión, abriendo el frigo-bar para tomar algo, esculcando las gavetas del mini-bar, hasta que salieron del baño ya listos. Tony sólo dijo que tenía hambre y que iría al bufete, obviamente todos se apuntaron después de que las chicas hayan guardado el vestido para salir de allí.

 

—¿Y el velo y el ramo, Tony? — cuestionó Natasha cuando ya caminaban rumbo al ascensor. 

—Los arrojé en la fiesta.

—¿El velo también? Eso no se hace — reclamó infantilmente, al entrar ya al ascensor.

—Te lo pagaré.

—También falta el saco del traje de Steve — susurró Darcy.

—Lo perdí — contestó Steve que había alcanzado a escuchar — También lo pagaré.

—No importa — dijo luego Natasha, extrañada por el ambiente tan tenso que les rodeaba.

 

Llegaron hasta el bufete, tomaron la mesa más larga que estaba desocupada y poco a poco fueron sirviéndose en sus platos. Sólo hasta que ya estaban todos sentados fue que volvieron a conversar, queriendo quitar ese ambiente pesado que había.

 

—Y… ¿cómo les fue? — preguntó Loki.

—Bien — una respuesta seca, que tanto Tony como Steve dieron al unísono.

—Cuéntenos qué tal — pidió Darcy, despreocupada por los problemas que claramente tenían ese par.

—Lo que notaron, chicos. Cuando llegamos, nos dieron algunas cortesías, se nos acercaban mucho a decirnos felicidades y esas cosas. Después, cuando ustedes se fueron, bailamos, bebimos más, arrojé el ramo y cosas de boda — Tony relató sin interés.

—Estuvo bien — terminó Steve.

—Creí que había estado más divertido, con eso que decidieron quedarse mucho más tiempo.

—Sí fue divertido. Deberían intentarlo todos ustedes — les dijo Steve, por fin con una leve sonrisa mirándoles para molestarlos. Ya sabía que ellos no se atrevían a hacer el ridículo que de aquella forma. Cobardes.

—No, no, no — rápidamente negó Bruce. En consecuencia algunos soltaron leves risitas.

—¿Qué dijeron de ti, Tony? — preguntó Thor — ¿Comentarios a tu vestido, tu peinado, tu cabello? Siempre halagan a la novia.

—Pues dijeron muchas cosas del vestido. Les gustó. Dijeron que me veía bien.

—Dijeron que yo tenía mucha suerte — Steve se atrevió a comentar, mirando un breve instante directo a Tony — Mucha suerte por tan hermosa novia — terminó de decir mirando su comida, llevándose un bocado a la boca. Los chicos sonrieron complacidos al notar la esencia de Steve al decir eso; como añorante, y Tony sorprendido por la confesión.

—¿Nadie te dijo a ti algo como “qué galán tu novio” o “qué suerte”? — preguntó Clint mirando a Tony, sonriéndole malicioso. El castaño simplemente le negó con la cabeza — Ya sabía, porque Steve está horrible — y soltó una leve risa.

—Nos dijeron que hacíamos bonita pareja. Muchas veces — volvieron a compartir otra mirada que no pasaba desapercibida por nadie.

—Qué bonito — comentó soñada Darcy.

—No fue tan difícil, ¿verdad? — les preguntó Sif.

—Claro que sí — respondió de inmediato Tony, interrumpiendo a Steve que iba a negar. Pero lo dejaron hablar porque ya se notaba de nuevo efusivo, y no decaído como hace unos instantes — Para empezar los malditos tacones no duraron puestos ni una hora, anduve descalzo, cansan horrible. Luego no sabía a qué baño entrar, y cuando deduje que tenía que entrar con las chicas no sabía cómo orinar. Todas me decías que me acompañaban, y cuando me libraba de ellas de cualquier modo siempre había un montón dentro, que podían ver de seguro si me quedaba de pie y de frente, me esperaba a que se vaciara un poco para que no lo notaran, Otras más me decían “¿te ayudo con el vestido?”, me espantaban, sonaba a propuesta indecorosa. También tenía que hablar bajo, caminar contoneándome, cerrar las piernas, agh. Y lo peor fue que luego me arrastraron al baño y me pidieron que les enseñara la liga. Hubo dos que me preguntaron que qué tenía planeado de especial para la noche de bodas. Oh, Dios, son unas pervertidas — se escandalizó, ya todos reían mirándole con gracia, incluso Steve que recordaba la expresión avergonzada de Tony cada que padecía de una de esas cosas e iba y le contaba discretamente, horrorizado.

—A mí me suena a que fue divertido — dijo Natasha.

—Lo fue — sentenció Steve.

—¿Entonces quieren volverlo a hacer?

—Jamás.

 

Notas finales:

Ahora sí, los capítulos restantes estarán llenos de feelings (¡muchos!) y dramita. El camino complicado hacia el final feliz. 


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