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Stupid youth. por LynValo

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Notas del capitulo:

Steve y Tony se sientan juntos en la oscuridad, a solas.

 

Howard toma su rol de padre.

 

Se mencionan un par de canciones:

https://www.youtube.com/watch?v=AYmlVPp_4TI

https://www.youtube.com/watch?v=QhWTREgDAxc

Pueden reproducirlas cuando lleguen a esa parte, ustedes lo notarán.

 

 

 

Los días volvían a ser un tanto difíciles de sobrellevar y Steve se sentía tan estúpido por ello, vulnerable e infantil, pues sólo podía sentirse tranquilo cundo estaba en compañía de alguien que le distrajera de sus pensamientos en torno a Tony. Era claro que no todo el tiempo podía estar acompañado, y tampoco podía evitar siempre a Stark; a veces se cruzaba por su camino y con la sola mirada podría jurar que le seguían temblando las rodillas. Sólo actuaba como un niño asustadizo.

Había vuelto a unirse al taller de Artes Plásticas, eligiendo la pintura ahora ya no como hobbie, sino como escape. Además de los diferentes amigos, le relajaba y animaba trabajar con los colores; irlos dejando por su lienzo para darle más belleza a su trabajo. Y si se encontraba fuera del taller y con pensamientos que podrían doler, tomaba su libreta y comenzaba a dibujar cualquier cosa.

Esta noche, además, había probado algo diferente. Luego de encontrarse solo por varios minutos en el dormitorio, había decidido a continuar con uno de sus dibujos, pero también decidió a que lo haría afuera. La noche era especialmente fresca, un clima demasiado agradable. Ya se encontraban encendidas las luces que iluminaban los jardines y muy pocos chicos eran los que todavía se encontraban vagando por ahí. Steve optó por alejarse más, donde no hubiese nadie, y estuviera en silencio. De hecho, tomó la decisión de apagar su teléfono móvil.

Mientras caminaba, adentrándose a uno de los jardines para tener más privacidad, fue abriendo la libreta, quedando en el dibujo que quería terminar esa noche. Suspiró en cuanto vio su avance. Al principio sólo eran unos ojos, queriéndolo dejar así, convenciéndose de que eran unos ojos cualquiera y sólo los había dibujado por impulso, pero no, en realidad tenían dueño. Después fue contorneando el rostro, agregándole más fracciones y ya era claro de quién se trataba, sin embargo, no estaba terminado. Se detuvo para suspirar de nuevo, preguntándose si era buena idea continuar.

En cuanto despegó la vista del cuaderno para ver si ya estaba en el sitio propicio para sentarse y al percibir bien su alrededor, logró escuchar una voz que cantaba suavemente. Si se quedaba ahí tendría compañía, pero curiosamente no le molestó. Pues el canto era suave y se escuchaba bien…, le gustó.

We were close, never close enough.
Where are we now?
‘Cause if it’s torn we can stich it up.
Don’t rule it out.

Le escuchó con atención, recargó su espalda en el tronco del árbol que tenía más cerca, sólo concentrado en el canto de esa voz que de pronto comenzaba a serle familiar.

—I’ll come around…
if you ever want to be in love.
I’m not waiting,
but I’m willing if you call me up.
If you ever want to be in love…
I’ll come around.

Esa parte de la canción le hizo sonreír suavemente. Ojalá fuese así de fácil. Mientras continuaba escuchándole fue acercándose más al origen de la voz. Iba con cautela, no quería incomodar a la persona, pero sentía cada vez más una atracción que le impulsaba a acercarse. ¿Dos almas perdidas bien podrían hacerse compañía?

Distinguió la figura de la persona que cantaba, sentada en el pasto, con la espalda recargada en un árbol, la cabeza echada un poco hacia atrás para que también tocase la superficie del tronco. Entre más cerca estuvo, distinguió que tenía los auriculares puestos y los ojos cerrados, por eso no le había escuchado ni visto acercarse. Steve sintió el vuelco en el corazón cuando fue clara la imagen de la persona. Era Tony.

Quedó de pie, justo frente a él como a tres metros de distancia. Inconscientemente apretó la libreta entre la mano que la sostenía al ver al dueño de los ojos que tenía plasmados en una hoja. Suspiró. No quería irse, quería seguir escuchándolo cantar, quería sentarse cerca de él. No había nadie alrededor. Tal vez podrían.

Tony tuvo que haber sentido la presencia de alguien, porque después abrió los párpados y miró de lleno a Steve, parado frente a él y observándole con profundidad. La sorpresa se distinguió en sus facciones y Steve temió que huyera, sin embrago Tony no se movió, sólo desvió la mirada y continuó cantando.

—We were young, we were side by side.
Don’t know when we started losing touch.
If you want we could walk around,
maybe that would be enough.

Se sentó de la misma forma que Tony, en el árbol que tenía a su espalda para seguir manteniendo la distancia de tres metros pero pudiendo mirarle a la perfección. Estuvo mucho más al pendiente ahora de lo que cantaba, pues decía algo que no le era indiferente.

Used to talk drinking to the night.
I would wake up on the front room floor.
All along you’d be in my bed.
Make me crazy, make me want you more.

Una sonrisa se escapó de sus labios. Era obvio para Steve que Tony no le estaba cantando, pues apenas le había visto, pero no podía ocultar que aquello se acopló muy bien a ellos, de una forma agridulce. Aunque…, tal vez desde antes Tony cantaba con él en su pensamiento. Steve estaba consciente de que quizá se engañaba a su conveniencia, pero ahora mismo no le importaba, porque no estaba sintiendo el vacío en el pecho.

Tony volvió a recargar su cabeza en el tronco del árbol y a cerrar los párpados. Soltó un suspiro y Steve distinguió que comenzaría otra canción. Le esperó ansioso a que continuara, quería escuchar más de la característica voz de Tony al cantar. Mientras tanto él se animó a abrir su libreta para continuar con su dibujo.

—Home now…, end of the night.
And it’s colder… to turn on your side.
And I know you… are up in two hours.
But we didn’t get tonight,
we don’t have tomorrow.
So don’t ruin now.

Steve estuvo bien en despegar sus ojos de Tony cuando tuvo que hacer trazos en la hoja, pues de alguna forma le seguía viendo más nítidamente a cada detalle que agregaba. Pero por un momento detuvo los trazos y sintió el estrujamiento en el pecho al escuchar lo que siguió de la canción…

—How we gonna move together… come closer.
If we don’t move together, just come closer.
How we gonna breathe?
And how we gonna be together?
Just keeping te peace… beteween the sheets.

Quiso controlar el nudo en la garganta que se le estaba formando, y también quiso resistirse a mirar a Tony, pero no pudo. Tony apretó más los párpados y Steve estuvo seguro que sus labios temblaron levemente y ya no continuó cantando. En un breve momento le vio abrir le nuevo los ojos y se miraron sin decir nada una vez más. Quizá las palabras no eran necesarias, o no serían suficientes para expresar todo con lo que las miradas se transmitían en ese momento.

Lentamente, Tony se levantó, le miró un momento más y se alejó a paso lento. Steve volvía a quedar estático mientras el estrujamiento en el pecho persistía.

 

—————————————

 

Hasta que supo que estuvo seguro al estar lejos de donde Steve había quedado, Tony soltó ese suspiro que había sentido atascado en su pecho. Se quitó los auriculares y caminó hacia su edificio, rogando porque esas lágrimas que se habían acumulado en sus ojos no escurrieran por su rostro.

Cuando ya estaba en el pasillo correspondiente a su dormitorio, observó a Maria caminar a su dirección, aunque ella no lo había visto aún. Hill se paraba a preguntar algo a algunos chicos, por lo que no había mirado directamente a él, así que Tony pensó en irse de ahí, evitar ese pasillo en lo que la chica pasaba de largo. Pero entonces los ojos intensamente azules se posaron en él, así que no le quedo más que continuar como si nada. Aunque realmente desde que Maria y Steve son pareja nada ha sido como si nada entre ellos, ambos quieren hacerse creer que no afectó nada, que siguen tan amigos como siempre, pero saben que mucho se quebró. No hay culpables de nada, pero ya no es lo mismo. Fue por ello que no se esforzó en sonreír, menos al recordar que hace un instante se encontró con Steve. Pero Maria sí le sonrió, no como antes, pero como lo hacía desde lo ocurrido, con una especie de vergüenza.

Y como ya estaban más cerca fue que Tony alcanzó a escuchar lo que la chica se detenía a preguntar a casi todos en ese momento: ¿Has visto a Steve? Tony apresuró el paso para no tener que ser interrogado por la misma pregunta, pero Hill le dio alcance.

 

—Tony…, disculpa — y eso también había cambiado, la confianza con que se hablaban, no sólo las sonrisas y miradas. Antes se habían insultado en cuanto se miraban, o dicho algo halagador. Pero ahora le hablaba como a un desconocido, con cautela y distancia — ¿Has visto a Bucky? — ¿Bucky?, ahora hasta evitaban hablarle del otro. Así como Tony tampoco tendría el valor de preguntarle a Maria algo referente a Darcy…

—No — quería irse apenas respondió porque el ambiente era extraño, pero sería una actitud molesta, y él no estaba molesto con Hill, sólo que todo era extraño — Quizás esté con Natasha — Pero entonces, por el pasillo apareció Bucky junto con Sam, ambos voltearon a verlos y entonces ellos se acercaron.

—Bucky, ¿podrías entregarle éste libro a Steve? No lo encuentro y según recuerdo tiene ésta clase a primera hora mañana y el muy tarado lo había dejado en mi habitación — explicó María, y Tony lo alcanzó a escuchar, aunque ya había estado siguiendo avanzando a su habitación.

 

Extrañaba a la antigua Hill, él se extrañaba a sí mismo a como antiguamente se comportaba con ella. Puras sonrisas antes y ahora como apenas unos conocidos, compañeros de colegio. No poder mirarla por mucho tiempo directamente a los ojos, tal y como a Steve. Suspiró y abrió la puerta de su habitación y para continuar con la incertidumbre de ese día ahí se encontraba Darcy.

 

—Hola — Lewis le saludó en seguida, incorporándose de la cama donde hace unos segundos estaba acostada mirando el techo. Le sonrió ampliamente, haciendo un tono efusivo de su voz, como normalmente sería ella, pero ya tampoco se lo creía. Todo era forzado, los ojos la delataban, como a todos — No cerraste la puerta, chico listo — le dijo sonriendo, un poco más y tal vez su sonrisa y toda su actitud de todo sigue igual era convincente.

—Me siento mal — le confesó. No se molestó en aparentar de nuevo. En él no había una sonrisa aunque sea torcida, no miradas neutrales, no una pose reconfortante. Él si expresaba enterante que se sentía una mierda.

—¿Qué pasa? — cuestionó Darcy, ya sin la máscara. Y ella entendía a qué se refería Tony, claro que sí, pues ella estaba igual.

—No tengo ganas de hablar — y realmente no era necesario.

—No quieres ni salir por un café, ¿cierto?

—…Lo siento, honey, pero no quiero — suspiró — Me encontré con Steve, luego con Maria…, todo sigue extraño. Sólo quiero quedarme a lamentarme — Darcy le sonrió ladinamente.

—Ok. Entonces me voy — caminó lentamente hasta la puerta — Yo me lamentaré en la cafetería a dónde fuimos hace unos días. Adiós.

 

Tony también le dirigió una sonrisa suave antes de que ella haya salido por completo del dormitorio. Cuando estuvo solo se tumbó boca abajo en su cama y así permaneció por varios minutos, sólo pensando, pensando, pensando… En Steve, en Maria, en Darcy… En todos los demás que ya ni siquiera parecían amigos.

 

————————————

 

Rogers tenía un par de minutos que había llegado a su dormitorio, al igual estando en su cama, pero con la espalda al colchón y los brazos bajo su cabeza, con sus pensamientos gritándole dentro del cráneo. Pero Bucky llegó y rompió su ambiente tenso. James venía comiendo un muffin que lucía delicioso, por lo que no detuvo su masticar para decirle algo, sólo le lanzó directamente uno de sus libros de clase. Cuando la miró supo que era la que había estado buscando.

 

—Maria me pidió que te lo diera — le aclaró Bucky cuando más o menos se dignó a separar su boca del muffin — Dijo algo de que eras un tarado…, o algo así — dijo divertido, con los labios llenos de dulce.

—¿Gracias?

—De nada, amigo — terminó de comerse el pastelillo y así prestó más atención a Steve, que aparentemente se ponía a leer algo del libro — ¿Ahora qué pasó?  — preguntó de pronto y algo seco.

—¿Qué? — Steve se desconcertó. Elevó la cabeza para mirarle interrogante.

—Te conozco — fue su respuesta. Steve suspiró resignado.

—¿Qué va a pasar? — dijo irónico — Lo mismo de siempre.

— ¿Lo mismo de siempre? Ya no eras como siempre solías ser. A veces parece que te quitan las pilas o el alma, yo que sé. No luces bien, como ahora.

—Estoy bien. Fue un día cansado, eso es todo.

—Steve…, ya tampoco hablas conmigo acerca de…

—No tiene nada que ver — le interrumpió un poco brusco — Si no te hablo ya de él, es porque ya nada tiene que ver.

—Sólo quiero que estés bien.

—Estoy bien, Buck.

 

*~~*~~*~~*~~*

 

—Pide lo que quieras, yo invito — decía Darcy a Jane, con quien había terminado yendo a la cafetería luego de encontrarse por las escaleras del edificio. Ambas tomaron los menús que les dio una agradable chica con el delantal verde del local y les dio su tiempo de elegir yendo a otras mesas a atender — Me falta por probar algunos, pero los que he tomado son riquísimos.

—¿Tantas veces has venido?

—Sí, he venido algunas con Tony, ya sabes luego de la embriagues a tomar un café bien cargado —  soltó una risita al decirle, pero Jane no le siguió, sólo le miró de forma extraña por un segundo.

—¿Y ahora porque no viniste con él?

—Al parecer no tenía ganas de nada — se encogió de hombros.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Tú cómo te sientes?

—Normal.

 

Darcy sabía qué rumbo quería agarrar Jane, por ello le contestaba de lo más relajada, aunque su amiga siempre haya sido muy persuasiva y sabe que no le cree nada. Sin embargo, la chica del delantal ya vienía a recoger sus órdenes, dándole algo tiempo para cambiar el tema. Y así lo hacen, mientras esperan sus capuccinos hablan de cosas banales, como cualquier día. Sólo Jane no parece tan entusiasmada como cualquier día.

Cuando ya están tomando de su bebida caliente hablan menos, y en ese tiempo Jane lleva mirando a Darcy de vez en cuando con ojos severos, como cuando se molestaba con ella. Una mirada de madre próxima a regañar. Darcy sólo espera que el regaño no llegue sea cuál sea. Pero entonces Jane deja la linda taza sobre el platito y la mira directamente.

 

—Darcy.

—¿Humm?

—Siempre te he tenido que llamar la atención por varias cosas. Sé que no soy tu madre ni pretendo serlo, pero algunas ocasiones parece que te falla el sentido común. Hasta hace unos meses todos esos regaños habían sido más que nada divertidos, ¿no? Por las situaciones curiosas. Cosas como “Darcy no insultes a los profesores”, o “no te pelees con esa chica”, “no te afeites la cabeza sólo por un impulso”. Cosas banales, ¿sí? Donde nadie resultaba herido, ni siquiera tú. Pero ahora hiciste la mayor estupidez. Y te lo tengo que decir, o recordártelo, porque estoy segura de que ya te lo he mencionado antes.

-Sí. Y realmente no sé a qué se refieran. Todo está perfectamente en mi vida — soltó arrogante, dejando de igual forma su taza en la mesa, cruzándose de brazos y mirándola sin interés.

—¿Perfectamente bien habiendo lastimado a tus amigos? — le cuestionó con una ceja enarcada — ¿Sabes? Quizá te creería porque puedes llegar a ser muy egoísta. Sí, jodes a tus amigos pero a ti no te afecta y vas por la vida feliz. Pero ahora hasta tú misma te lastimaste a la vez que a Maria y Steve.

—Yo no hice nada malo

—¿Y si no era nada malo por qué las cosas están mal entre ustedes?

—¡No lo sé! — más que enojada comenzaba a lucir triste — Ella de pronto ya estaba con Steve y… y ya.

—Y te dolió verla con él — dijo sutilmente. Darcy desvió la mirada, sin decir más palabra — Quisiste pagarle con la misma moneda en lugar de ir con ella y disculparte.

—Daba lo mismo. Ellos ya estaban muy juntos

—Tú querías a María. Ella te quería a ti. Tony quiere a Steve. Él lo quiere… ¿Por qué tuvieron que complicar todo? — Darcy suspiró resignada.

—Jane, ya es diferente. Steve y Maria se quieren, punto — le sonrió ladinamente — Estoy actuando lo más civilizada posible sin interrumpir en su relación. Incuso Tony hace lo mismo. No hay ningún problema ahora. No sé por qué me regañas.

—No es regaño. Es sólo que en realidad no estás bien. Todavía la quieres, he notado cómo la sigues mirando.

—¿Y qué se le puede hacer? — se encogió de hombros — Darle tiempo al tiempo, ¿no? — ahora fue turno de Jane de suspira pesadamente. Darcy al parecer desde el principio estaba resignada a perder a amigos con todo eso.

 

*~~*~~*~~*~~*

 

Casi dos semanas enteras, Tony estuvo evitando a Darcy. No es que ya no quisiera hablarle y no la quería cerca, sólo que también quería que su relación con ella volviera a ser la misma; una amistad divertida, sin sonrisas forzadas, besos falsos, ni sexo vacío. No sabía cómo decírselo sin lastimarla de alguna forma. No es como si creyera que Darcy realmente estaba enamorada de él o si lo quisiera como algo más que un amigo, pero sabía que él era como un apoyo para el propio caos emocional de Lewis. Así que ese día, cuando Darcy le propuso verse para hacer algo, Tony por fin aceptó, pero le dijo que no tenía muchos ánimos de salir y que era mejor beber unas cuántas cervezas en su dormitorio. Cuando la chica estuvo de acuerdo, Tony pensó que podría ser la oportunidad para hablar con ella de lo que sentía que era mejor para ambos.

Al atardecer tomó su auto y condujo para ir por las cervezas que le había prometido a Darcy. No fue al minimarket más cercano, tampoco se alejó demasiado, sólo quería perder un poco más de tiempo. También por ello caminaba por la tienda con toda calma, yendo hasta el fondo con la canastilla en mano a donde ya sabía que siempre se encontraban las neveras con las bebidas. Tomó dos six-pack, no planeaba si quiera beber demasiado, y si Darcy lo deseaba, él tenía un par de botellas en su dormitorio, una de whiskey y otra de vodka. Se giró para pensar en qué más llevar, caramelos o frituras…, seguía perdiendo el tiempo.

Había pocas personas haciendo también sus compras, por un momento les miró sólo como distracción y por un momento pensó si es que lucía como un tonto o drogado al ir tan lento y ahora al haberse quedado de pie en el pasillo de los guisantes mientras miraba a su alrededor. No importaba. Desvió su mirada cuando distinguió que alguien recién entraba al minimarket y con ello su corazón volvió a dar señales ante el golpeteó duro que le provocó ver a Maria ahí.

La vio entrar y por el impulso infantil quedó aguardando en el mismo pasillo haciéndose chiquito para no ser visto por encima de los pequeños anaqueles, pero lo suficiente para que él pudiese ver a María y así esquivarla. Vio que tomó una de las canastitas de compras y primero fue a los anaqueles de la entrada donde él sabía que estaban los snaks, luego avanzó pero no fue hasta el fondo a dónde él estaba. En el pasillito donde se quedó Maria ésta le dio la espalda. Tony no sabía qué había en aquellos anaqueles donde ahora Hill se estaba quedando mucho tiempo, desidiosa en tomar alguna de las cajitas que ahí había. A él sólo le faltaban las botanas, pero tenía que esperar a que Hill se saliera porque no quería hablarle, sabía que era incómodo y doloroso. Pero ahí estaba ella, agarrando entre una y otra cosa (porque Tony no tenía idea de qué había en ese pasillo). Hasta donde él estaba ella se notaba nerviosa, así que cuando Maria por fin tomó algo de aquel anaquel y fue directo a pagar para salir de ahí, Tony metichemente fue a asomarse a ese pasillo. Era el pasillo de farmacia, con píldoras, ungüentos, banditas para las heridas, condones y en la sección donde se había quedado Maria eran las pruebas de embarazo...

Tony apretó su canastilla, apretó los párpados y respiró tratando de relajarse, porque no sabía bien qué había sido esa sensación que le invadió al enterarse de que posiblemente Maria estaba embarazada de Steve. Sintió como sus ojos comenzaban a arder por evitar que lágrimas imbéciles salieran de ellos.

Pagó lo suyo y como rayo voló a de vuelta a la escuela. Quería contárselo a alguien, quería quejarse, quería desahogarse.  Pero no podía permitirse llegar a ese punto. Eran asuntos personales entre Maria y Steve, ¿y cómo iba a quedar él si se daban cuenta de que había espiado a Maria? Lo mejor por el momento era irse a encerrar a su habitación a tratar de tranquilizarse.

Pero desde hace algún tiempo la suerte no le sonríe al pobre Tony, por lo que tuvo que encontrarse con la escena de las dos personas que menos quería ver en ese momento. Los vio conversar muy de cerca a un costado de los aseos de las chicas, luego de un pequeño beso, Steve dejaba que Maria entrara al sanitario cuando se escondió la prueba de embarazo entre la blusa. Rogers quedó esperando afuera con una expresión de preocupación, muy parecida a la que la misma Hill había tenido.

Cuando Tony tuvo que pasar junto a él sus miradas chocaron por un segundo, pero ambos las desviaron al mismo tiempo. Sintió el nudo en la garganta que se le formó.

Fue con Darcy, para llevarla hasta su dormitorio y comenzaron a beber como lo habían planeado. Decían tonterías, se quedaban escuchando sólo la música y luego de mucho beber Tony ya no lo soportó y de la nada comenzó a llorar dejándose caer boca abajo en la cama.

 

—¿Tony…? — escuchó la voz desconcertada de Darcy, y luego una caricia por su espalda — ¿Qué te pasa, tontito? ¿Ya estás borracho?

—Maria está embarazada — tuvo la urgencia de decirle, pero lo hizo sin levantar el rostro de la almohada, por lo que Lewis no le entendió nada.

—¿Qué dices? — entonces decidió incorporarse un poco, y con los ojos rojos y el rostro empapado la miró.

—Maria está embarazada — la expresión de Darcy se distorsionó en una mueca igual de dolida que la suya.

—…No…

—La vi comprando una prueba de embarazo y cuando venía contigo vi a los dos…

—¿Estás seguro? — ahí Darcy ya tenía las primeras lágrimas escurriendo de sus ojos.

—No lo sé, pero… ¿y si sí? — y sólo se escucharon los sollozos como respuesta.

 

Lo que le siguió fue que con más prisa se terminaron de beber todas las bebidas alcohólicas que tenían, incluida una de las botellas de Tony, provocando que apenas comenzara a anochecer ellos ya estaban ebrios. Darcy corrió al sanitario con intenciones de vomitar y Tony aprovechó eso para escapar.

———————————

 

En el auto de vez en cuando todavía se escuchaba que sorbía por la nariz, pero ya había logrado detener las lágrimas. Ahora quería estar solo y calmarse. Cuando avanzó lo suficiente se detuvo y momentos después comenzó a fumar un poco de marihuana. El pensamiento de todo eso estaba constante en su cabeza; su enemistad con Steve, cuando se hicieron amigos, los besos que compartieron, la primera vez que se acostó con él, los momentos cursis que después mantuvieron, los celos, el momento de la declaración que de inmediato rechazó y su arrepentimiento. Al término de su cigarrillo se quedó dormido porque no sentía energías de nada.

No supo cuánto durmió en esa posición incómoda dentro del auto, ya que no miró la hora cuando el sueño le venció, pero ahora que despertaba eran casi las tres de la madrugada. Se sentía mareado, asqueado y jodidamente triste. Tenía ganas de hablar con Steve, pedirle perdón y rogarle por un beso. Y quizá lo haría…, lo haría si no supiera que tendría un hijo con Maria. “Steve no soporta ni verte”, una vocecilla le murmuró en su cabeza. Era seguro que ahora con el bebé era mejor alejarse uno del otro en definitiva; no tener nada que ver. Así que reanudó a conducir. Tenía que ir a un lugar, pero primero haría una parada en uno de los minimarkets benditos de 24hrs.

Varios minutos después llegó a la casita hogareña donde muchas veces fue bien recibido como un amigo más de Steve, y dónde West había sido recibido también. Dejó el auto a unas tres casas de distancia. Mientras se acercaba hasta el patio trasero fue abriendo los paquetes de jamón y salchichas que pasó a comprar al minimarket. Tratando de hacer menos ruido posible escaló la cerca que rodeaba el patio trasero donde ya sabía que estaban ambas casitas de los dos perritos, pero como era de esperarse ambos canes despertaron cuando todavía no bajaba por completo del otro lado.

 

—Ssshh, East, soy Tony — le habló bajito al bulldog quién fue el primero en soltar un ladrido, porque al parecer West lo reconoció más rápido dejando de ladrar y sólo dando saltitos — Buen chico — le dijo cuándo también se alegró de verle dejando de hacer ruido. Le lanzó las primeras rebanas de jamón a lo lejos para que fuese tras de ellas — No, West, mira…, yo te tengo más aquí — le señaló a su perrito para que éste se acercara a él.

 

Cargó a West dejándole una salchicha a su alcance, mientras le arrojó más jamón y salchichas a East para seguirlo manteniendo lejos y distraído. Entonces escapó silenciosamente hacia el auto con West en sus brazos. Ahora condujo por el camino que le llevaría hasta casa de su padre. Pero en algún punto las lágrimas volvieron, sólo que se estaba resistiendo a soltarlas así cómo así, mejor apretó la mandíbula para resistir. Se sentía tan idiota, seguía pensando que Steve también era un imbécil. Se dio cuenta de que estaba enamorado hasta el punto en que duele.  Y lo jodió. Maldito orgullo que no le hizo aceptar que se arrepentía.

Las lágrimas le nublaban la vista hace mucho, se escuchaba el sollozo en el auto y el constante acelere del auto. De pronto un aullido de dolor de West hizo a Tony reaccionar…, se dio cuenta de que el velocímetro estaba en 180 y que West había caído del asiento. Detuvo el auto, recogió a West pidiéndole perdón con el rostro empapado en lágrimas todavía, lo abrazó y se quedó llorando unos minutos más.

Llegó a casa pasado de las cuatro de la madrugada y llevó a West hasta su habitación, donde se tiró en el suelo junto a él. El perrito se quedó dormido a su lado, y Tony sólo le miraba con esos ojos rojos y aguados que demostraban todo lo que lloró, junto con su nariz también enrojecida y los labios temblorosos. No esperó que a esas horas a Howard le diera por levantarse a verlo, pero ahora ahí estaba su padre en pijama mirándole incrédulo. Lo que sí quedó esperando fueron los regaños, las muecas de fastidio, y los gritos por tener a un perro ahí. Sin embargo, su padre se agachó a abrazarle. Le estaba abrazando… Howard jamás le había abrazado y menos así; tan sobreprotectoramente. Seguro que Tony lucía echo una mierda para provocar aquello.

 

—Estoy contigo, hijo — le dijo queriendo calmarle. Se separó del abrazo, mirándole preocupado.

—No sabes lo que me pasa — odió lo temblorosa que le salió la voz.

—Dime qué es.

—No quieres saberlo, Howard — y no pudo aguantar más lágrimas ahora que también intervenía el hecho de que su padre no aceptaba todo de él. Sabía que Howard no estaba con él si lo que le afectaba era estar enamorado de un chico.

—Mira cómo vienes, Tony. ¿Cómo no voy a querer saberlo? ¿Y ese perro?

—Lo robé — se tapó el rostro con las manos — Soy un roba-perros.

—Hijo…, dime qué te pasa, por favor.

—…Tengo el jodido corazón roto.  ¿De acuerdo? — le miró furioso sin justificación — ¿Lo ves? Es algo patético, cosas de niños. No te interesa.

—Ya no eres un niño —Howard se mantenía tranquilo — ¿No quieres hablarlo conmigo?

—Tantas veces quise hacerlo, papá. Créeme que infinidad de veces necesitaba hablar contigo — Lloraba y no le importaba lo débil que pudiera verse — Pero es del tema que no se toca. Así que sólo déjame solo. A la mañana ya no me verás, te lo prometo.

—¿Por qué?

—No quiero seguir causándote vergüenzas. Es la verdad — intentó relajarse — Es lo que soy y no quiero tener problemas contigo — comenzó a secarse las lágrimas con las manos. Escuchó un suspiro de parte de su padre quien luego se sentó bien a un lado suyo, recargando la cabeza en la pared.

—Tony, he sido injusto contigo. Voy a contarte una historia y después tú me contarás la tuya, ¿de acuerdo? — aunque Tony le negó con la cabeza, Howard prosiguió a contarle — La relación de tu madre conmigo no era aceptada por nuestros padres, ¿sabías? Conocí a Maria también en mi época universitaria, ella no era estudiante pero la mayoría de los días estaba ahí vendiendo pastelitos que ella hacía y otras cosas para ayudar en casa. Le compraba algo cada que la veía sólo para que pudiese regalarme una sonrisa, aunque yo ni la palabra le dirigía. Yo era un patán, en realidad, pero ella lo hacía por educación.  Tiempo después me animé a hablarle, comencé por saludarla, luego conversábamos cuando tenía tiempo y finalmente un día, después de un tiempo que me pareció eterno, la invité a salir. Las primeras citas fueron cortas y cerca de la escuela, y cuando la confianza creció llevé mi auto para ir más lejos y a mejores lugares. Ella se espantó al ver que yo tenía dinero y que mi familia tenía una posición acomodada, pero a mí jamás me importó que ella no viniera de una familia como la mía. La convencí de que todo estaba bien, pero tiempo después nos dimos cuenta de que no era así. Cuando nuestro noviazgo era formal mis padres me interceptaron para decirme un montón de cosas estúpidas que supuestamente justificaban el que no era correcto que yo estuviese con “una muchacha como ella”, desconfiaban y pensaban que ella sólo estaba conmigo por el dinero. A Maria, sus padres también le pidieron que dejase de verme porque no querían problemas y porque creían que yo jugaba con ella. También tuve una época alocada, hijo, no tiene caso que lo niegue, pero con tu madre…, fue cuando cambiaron las cosas. Estaba enamorado de ella y ella de mí. Las amenazas y chantajes de mi familia nos siguieron por un largo tiempo, pero no nos importaba. Eran nuestras vidas, no la de ellos. Así que hicimos una locura para que nos dejasen en paz y por la mala aceptaran la relación. Entonces naciste. Nuestro plan inicial era esperar a que yo terminase de estudiar, trabajara y ya sabes, hacerme de lo mío para poder casarme con ella, irnos lejos y tener un bebé. Tuvimos que acelerar las cosas, decidimos tenerte antes. Si Maria quedaba embarazada forzosamente me obligarían a casarme con ella para evitar la “vergüenza”, nuestra familia era muy tradicional. Así fue como nos salimos con la nuestra. Y desde entonces no me he arrepentido ni un segundo de no haberle hecho caso a mis padres, porque no siempre tienen la razón en todo. 

—Sin embargo, también me prohibiste cosas a mí respecto a mi vida sentimental.

—Fue un error, hijo. Eres lo único que me importa y quiero que sepas que así tal cuál eres estoy orgulloso de ti.

—¿Seguro que estás listo para oírlo?

—Muy seguro.

—Estoy enamorado de un chico. Y por mis idioteces no puedo estar con él, arruiné amistades, otra relación, él tendrá un bebé… y seguro tendrá esa vida de ensueño que no puede tener con alguien como yo. Y robé un perro.

—¿Desde cuándo pasó esto? — se sorprendió Howard.

—No lo sé. Ni siquiera sé el momento en que me enamoré de él, simplemente pasó — agachó la mirada — Es una verdadera estupidez, ¿sabes, papá?

—No digas eso, Tony.

—No, lo digo en serio — soltó una risa amarga — Es una historia de lo más absurda. Él me coqueteaba cuando no éramos ni amigos todavía, me gustaba pero nunca le hice caso porque lo consideraba un idiota. Luego fuimos amigos, comenzamos a… acostarnos. ¡No te molestes! Seguí conociéndolo y, maldita sea, me agradó. Me la pasaba bien con él, me hacía reír, me daba mucha confianza. Lo consideré de mis mejores amigos sólo porque seguía negándome a mí mismo que me gustaba más en otra forma íntima. Cuando él tenía sus parejas y yo las mías me invadían los celos, ahí supe que estaba jodido. Tuvo que pasar mucho tiempo para que ambos aceptáramos que estábamos enamorados, y cuando nos lo confesamos decidimos que lo mejor era terminar lo que sea que habíamos tenido. En realidad él me pidió estar junto a él y yo le convencí de que eso no era lo correcto. Es lo más estúpido que he hecho. Luego él se hizo novio de una de nuestras amigas, y yo de la exnovia de esa chica. Un desastre, lo sé. El caso es que Darcy y yo lo hicimos para joderlos, pero los jodidos fuimos nosotros porque ellos iban en serio. ¡Y ahora Maria está embarazada! ¡Y Steve tendrá la familia que siempre quiso!

—Tony…

—Me embriagué, dejé a Darcy vomitando el baño y me salí para ir a robar éste perrito de casa de la madre de Steve — acarició suavemente al can — Es mío, pero como no me dejas tener mascotas en la casa, la madre de Steve aceptó darle asilo. Entre bromas pasadas, Steve y yo dijimos que eran nuestros hijos, porque él tiene otro, y porque su madre lo quiere casado y con hijos…, cosa que sólo puede con una chica.

—Es un idiota — soltó Howard. Tony le miró sorprendido — Si sólo está con esa chica porque su madre así lo quiere es un idiota.

—No, no está con ella por eso. Una vez me dijo que enfrentaría a su madre si llegaba a enamorarse de un chico en realidad, y no de una mujer — sonrió débilmente — Ahora que Steve está con Maria hasta la presentó a su madre, cosa que no había hecho con ninguna novia; eso quiere decir que sí la quiere. Ahora tendrán un bebé, por lo que comenzarán a formar su familia y ya sólo queda esperar el momento de la boda — suspiró pesadamente — No llegará mi invitación…

—Si soy sincero contigo, Tony, debo decirte que noté que te gustaba ese chico. Era obvio que se traían algo.

—Seguro alguna vez nuestros gemidos se escucharon por la casa cuando nos quedábamos aquí —jugó.

—Ambos se miraban con ternura — aclaró sonriente — Ustedes no lo notaban, pero todos a su alrededor sí. Sé que tu amor es sincero, pero cometiste el error imperdonable de dejarlo ir.

—Lo sé. Fui un idiota — aceptó sintiéndose mal. – Cuando me dijo que me quería y todas esas cosas, entré en pánico. Nunca había manejado una relación en serio. Es decir, yo también quería a Steve y me dio mucho miedo al pensar que si lo aceptaba como pareja nada iba a funcionar. Mi intención era continuar con él como amigo, acostarnos de vez en cuando, besarnos mucho, pero sólo amigos… Y no se pudo. Luego nos fuimos alejando y es tan horrible.

—¿Cómo es qué llegaron a ese desastre?

—Darcy es igual de idiota que yo — comenzó, soltando una risita apagada — Me llevo muy bien con ella y en una fiesta yo estaba triste y molesto por esto respecto a Steve, y entre juegos y en serio Darcy me dijo que ella me iba a consolar. No le vi nada de malo, yo estaba solo y ella en realidad no estaba “en serio” con Maria. Pero para nuestra mala suerte, Maria y Steve llegaron en el momento justo en que ella y yo nos besábamos. Maria se fue a prisa con una expresión dolida y Steve me miró de una forma muy parecida a eso. Darcy quiso buscar a Maria, así que eso hicimos, y cuando la hayamos ella ahora se besaba con Steve. Desde ese momento ellos comenzaron a salir. Tiempo después supimos que Maria había llegado donde nosotros estábamos porque buscaba a Darcy para confesarle que la quería de verdad y para proponerle una relación en serio. Lo que no supe es si Steve iba conmigo o ya iba tras de María. Cuando eso pasó, Darcy reconoció que también amaba a María. Como sea, nosotros provocamos esa relación. Entre todos éramos amigos, pero entre los cuatro no soportamos estar juntos, así que los demás comenzaron a dividirse entre los que apoyaban más a Steve y Maria, y los que estaban con Darcy y conmigo. Al final nosotros nos distanciamos. Como ves, eso provocó mucho.

—¿Ya no hay nada qué hacer?

—Si de verdad tienen un bebé… yo… yo no puedo interferir, papá.

—¿Entonces aún no estás seguro de que serán padres?

—Vi a María comprar una prueba de embarazo, y después vi cómo platicaba con Steve con eso en la mano. Así que no puedo estar seguro al cien.

—¿Y si no hay bebé? ¿Te arriesgarás, tomarías el coraje suficiente para ir con Steve y volvértelo a ganar?

—Lo haría.

—Entonces esperemos hasta la mañana, consigue que algún amigo te de la notica certera y sabrás lo que tienes que hacer — sonrió — Por ahora tienes qué descansar.

—Lo intentaré. Buenas noches.

—Buenas noches, hijo.

———————————

 

Logró quedarse dormido por el cansancio y lo que le llevó a despertarse por la mañana fue West que rascaba la puerta de la habitación buscando salir. Perezosamente se levantó sólo para abrir la puerta y se volvió a tumbar en la cama. Cuando estaba consiguiendo reanudar su sueño el sonido del teléfono de la casa llegó a sus oídos por haber dejado la puerta abierta. Y como era muy temprano sin muchos ruidos, alcanzó a escuchar cuando Jarvis contestaba y seguidamente decía: “Disculpe, pero el joven Anthony sigue indispuesto. Con gusto le pasaré su recado si tanto le urge”. No se imaginaba quién podría ser. Nadie le llamaba a la casa, siempre al móvil, aunque desde ayer lo tenía apagado. Seguramente era Bruce que ya se estaba preocupando por él como buen amigo que de repente es. Volvió a quedar dormido y volvieron a despertarle, pero ahora moviéndole un poco. Era su padre.

 

—Tony, no quería despertarte, pero es la cuarta vez que te hablan — le explico mientras el castaño se sentaba en la cama tallándose los ojos — Es Steve.

—¿Qué? No, no. No quiero hablar con él. ¿Para qué me despiertas? — se quejó berrinchudo.

—Jarvis decidió hacérmelo saber porque dice que se escucha acelerado y ha dicho que necesita hablarte con urgencia, por eso vine — le tendió el teléfono y estaba dispuesto a salir para darle privacidad, pero Tony se lo impidió, invitándole a sentarse a un lado de él.

—¿Hola? — respondió cuando puso el altavoz para que ambos escuchasen. Se sentía débil y tonto como para poder hacer cualquier cosa solo, por ello quería sentirse acompañado por su padre.

—¡Tony! Soy Steve en efecto, se escuchaba acelerado.

—Dime… — Howard notó lo nervioso que se puso Tony.

—No sé cómo explicártelo, perdóname. Escucha…, esta mañana mi madre se levantó y cuando fue a ver a East y West, West ya no estaba. Se lo robaron, Tony. Perdóname padre e hijo se miraron. Ambos conocían al ladrón — Mi mamá y yo ya estamos pegando carteles para encontrarlo. Incluso pidió permiso para llegar más tarde al trabajo y yo vine a casa en cuanto me avisó. Está muy apenada contigo… ¿Tony?

—Lo entiendo, Steve. No te preocupes. Yo solo me dedicaré a buscarlo. Gracias por avisarme. Adiós.

—¡Espera!

—¿Qué sucede?

—Te ayudaremos.

—Gracias, Rogers. Pero es mi perrito. Ya no quiero darte más molestias. ¿Está tu madre ahí contigo?

—Sí.

—¿Puedes comunicármela? — sólo esperó un par de segundos para que escuchara la voz de Sarah.

—Tony, hijo, discúlpame en verdad.

—Hola, señora Rogers.  No se preocupe, yo sé que no es culpa suya. No le hablo para que me dé explicaciones — aclaró apacible — le decía a su hijo que yo me encargaré de buscar a West, no quiero que interfiera en sus planes. Muchas gracias por avisarme. Y gracias por haberlo cuidado este tiempo, sé que es mucha responsabilidad, así que cuando lo encuentre ya se quedará conmigo.

—Ay, hijo, si en verdad tienes dónde tenerlo. Sino en serio que yo seguiré dándole un lugarcito.

—Sí, no se preocupe. En agradecimiento por todo lo que hizo por West le mandaré un obsequio.

—No es necesario, Tony. No te estoy pidiendo nada.

—Ya le dije; es por agradecimiento. Ahora tengo que irme para comenzar la búsqueda de West. Adiós.

 

Ya no le dio tiempo de contestarle o de que le pasara la comunicación de vuelta a Steve, porque cortó la llamada. Decidió encender su móvil y se encontró con un montón de mensajes de parte de Steve queriéndose comunicar con él, otros mensajes mal escritos de Darcy la noche anterior reclamándole por dejarle sola.

 

—¿Cuándo les dirás que ya lo encontraste?

—En un par de horas.

—¿Y qué harás hoy?

—Quedarme aquí — volvió a acostarse en la cama — No tengo fuerzas, siento frío y mucho sueño todavía.

—Estás deprimido — atinó — Bueno…, yo no iré a trabajar, me quedaré aquí contigo por si necesitas algo. Pero mañana espero vuelvas a tus actividades. Tampoco puedes estar así.

—Ya lo sé, pero de verdad me siento fatal hoy — se cubrió con las sábanas y miró inocentemente a Howard — ¿Puede West quedarse?

—¿Así se llama? — señaló al perrito que estaba al borde de la cama. Tony le asintió — ¿Y por qué ese nombre?

—Pff…, porque el perrito de Steve se llama East…, y quisimos que los nombres se llevaran — se cubrió el rostro con vergüenza. Howard sonrió de ternura y con algo de burla — No sé qué me pasaba. ¡Qué marica!

—Ah, Tony, inconscientemente demuestras ese lado meloso y cursi que reniegas. Pero ya ves; florece con la persona correcta.

—Steve no es la persona correcta.

—Ya se verá.

—¿Y entonces West sí puede quedarse?

—Ya que. Pero mientras estés aquí te harás cargo de él — advirtió — Es más, ya levántate que tienes que ir a comprarle las cosas necesarias. ¡Ni su alimento teníamos! Una de las muchachas tuvo que ir rápido por una bolsa. Necesitamos, así que no estés de flojo.

—Agh! Pero acompáñame — se puso más infantil, pero Howard seguía sonriendo. Tenía tanto tiempo que Tony no pedía ser acompañado, ni que él sintiera las ganas de compartir aunque sea un momento simple con su hijo.

—De acuerdo. Vamos.

 

Se dio una ducha rápida y tomaron el almuerzo antes de salir. Fueron a una gran plaza para entrar a todas las tiendas para mascotas. Compraron las enormes bolsas de alimento, collares, todo para el aseo, los tazones, un camita, juguetes, le hicieron una nueva placa, pero no encontró una casita que le gustase. Dieron varios recorridos, pero Tony no se convencía con ninguna, les dijo a los empleados cómo era la que buscaba pero no tenían disponible ningún modelo así hasta un par de semanas después.

 

—Comprar cualquier otra, o ya hay que pedirla por internet — le dijo Howard.

—No, es que esa era perfecta. Por eso aquella vez no dudé en comprársela.

—Entonces ve por ella a casa de Steve. Y tendrá que ser hoy.

—Sólo si también me acompañas — una vez más, Howard no pudo negarse — Entonces de una vez le llevaré algo a la señora Rogers.

—¿Ya pensaste en algo?

—Creo que sí.

 

*~~*~~*~~*~~*

 

Permaneció en casa por si alguien llamaba para darle informes acerca de West, pero también porque por ahora no quería estar en la escuela cerca de sus amigos. Estaba solo en la casa, su madre sí se había ido a trabajar, y el quedaba en silencio; no prendió la TV, ni puso la radio, nada. El día anterior con una preocupación y un montón de pensamientos en torno a su situación con Maria y para que ésta mañana despertase con la noticia de que alguien se robó a West. No lo pensó mucho cuando corrió a tomar su motocicleta para venir a ayudar a su madre. No le avisó a nadie, ni siquiera despertó a Bucky, además Maria también quería estar sola y tranquila por el momento. Ahorita sólo esperaba que West estuviese bien. Porque estaba seguro que alguien lo había tomado, de haber huido, probablemente East también habría salido a vagar por la noche, pero ambos regresarían.

 

—¿Qué le pasó, East? — preguntó al can que estaba a un lado de él en el living, echados en uno de los sillones. East sólo se acurrucó más a él — No dejan de suceder cosas jodidas… Me siento triste… — confesó en un susurro.

 

Sabía que East lo notaba, por ello estaba mucho más pegado a él y casi sentía que le miraba con lástima. Todo lo que pasó los días anteriores, apenas lo sucedido ayer, lo de hoy…, se sentía muy jodido, tanto que tenía ganas de llorar sólo para desahogarse un poco. ¿Cómo estaría Maria? ¿Cómo estaría Tony?

Se la pasó la mayor parte del tiempo tumbado en el sillón, aún en silencio. Ya en dos ocasiones su madre le había llamado para preguntarle si había alguna noticia acerca del paradero de West, por ello ahora que volvía a llamar el teléfono de la casa, creyó que era con el mismo fin, pero no fue así. Su madre le dijo que Tony ya se había comunicado con ella para decirle que ya lo había encontrado, y que además pasaría a la casa para recoger la casita de West.  Se sintió un poco más tranquilo y ahora quedó esperando a que Tony pasara.

Fue hasta el atardecer que escuchó claramente como alguien estacionaba un auto afuera de la casa, y más estuvo seguro cuando East corrió a ladrar. En seguida se asomó y notó que era una camioneta, de la cual bajaba Tony junto con su padre. Cuando East también lo notó dejó de ladrar.
Steve abrió la puerta antes de que ellos tocaran el timbre. Miró directo a Tony, aunque éste traía unas gafas de sol puestas.

 

—¿Está tu madre? — fue la pregunta directa de Tony, sin mirarle, ya que se agachó un poco a acariciar a East luego de que el can le haya prestado mucha atención.

—Aún no llega del trabajo — le dijo algo desconcertado. Incluso el señor Howard no le había dado ni el saludo, y si le llegaba a mirarlo lo hacía serio — Lamento lo que le pasó a West. ¿Está bien?

—Perfectamente — fue la respuesta de Tony — Bueno, esperaremos a tu madre — le dijo dando media vuelta y ambos Stark yendo de vuelta al auto.

—Pueden esperarla dentro de la casa — se apresuró a decirles.

—Está bien, la esperaremos en la camioneta — respondió Howard.

 

Creyó que no había ningún problema, según eso había dicho Tony, pero tal parece sí estaba molesto. Aunque en realidad…, esa es la actitud que ya tienen entre ellos desde hace mucho tiempo. ¿Pero ni para querer entrara a su casa? Bueno, él habría actuado igual, pero todavía apenas ayer, hoy ya no. Pero Tony no sabía nada, y ¿cómo decírselo? ¿Con qué propósito?

Volvió a encerrarse con East, pero era débil y se asomaba discretamente de vez en cuando por la venta para mirar hacia donde estaban el par Stark, así descubrió que West venía con ellos. Qué bueno. Miró el reloj; a su madre ya se le estaba haciendo un poco tarde, seguro ellos planearon llegar cuando ella  ya estuviese. Afortunadamente ya no tardó más, y luego de guardar el coche en la cochera, ella salió para recibirlos, y fue con Tony al patio trasero mientras Howard esperaba y cuidaba de West. Dejó pasar a Tony al jardín para tomar la casita mientras ella se metió para ir con él.

 

—¿Por qué no los pasaste? — le reclamó en seguida algo molesta.

—Ellos no quisieron — con su respuesta honesta, su madre le miró asombrada.

—¿Por qué?

—No lo sé…

—Ve a ayudar a Tony.

 

Le hizo caso. Se dirigió al jardincito trasero encontrándose con Tony intentando levantar la casita. Era pesada y no había una forma cómoda de cargarla ni de salir limpio al hacerlo. Seguro por ello le costaba más trabajo al no querer ensuciar sus ropas.

 

—Te ayudo — le dijo, provocando que el castaño se girara a verle, o eso creía, ya que esas gafas de sol continuaban en aquel rostro.

—No, gracias — y antes de permitir que Steve se acercase más, Tony tomó como pudo la casa y comenzó a caminar. Sin embargo, Steve le siguió hasta el auto. Howard abrió la parte trasera donde se colocó la casita y volvió al volante.

—¿No dejarás que East lo vea por última vez?

—No. Las despedidas son muy tristes — cerró la parte trasera con fuerza, y sin volver a girarse a él  caminó hasta Sarah que estaba a pie de la puerta mirándoles. Steve volvió a seguirle.

—Tony… — comenzaba a hablarle la mujer, sin embargo Tony le interrumpió.

—Muchas gracias, señora Rogers. Por todo — sacó un sobre de uno de sus bolsillos y se lo tendió — Aquí tiene, y por favor no lo rechace.

—Gracias.

—Adiós — se echó a caminar rápido para la camioneta para irse tan rápido como quería. Escuchó un <hasta luego> que le dijo Sarah, y claramente sabía que no habría un hasta luego.

 

Después de eso, Steve sintió un estrujamiento más en su pecho. Las palabras distantes de Tony dolían más que el no hacerse el mínimo caso, y ahora ni ese vínculo que mantenía West entre ellos lo iba a tener. Volvió dentro de la casa, pues ya tenía rato que su madre se había metido y él quedó como imbécil mirando por dónde la camioneta se había ido. Se encontró con su madre en la cocina, ella abría el sobre que le había dado Tony y miraba el interior, luego de leerlo sonreía.

 

—Boletos para el Spa — le comentó emocionada — Seguro son carísimos. Qué pena con Tony — se lamentó de inmediato.

—Te los mereces. Pensó bien en tu obsequio, ¿no? — le animó Steve, sentándose frente a ella.

—Son dos — se los mostró.

—Para que vayas dos días.

—No quiero ir sola.

—Ve con una amiga.

—No lo creo — lo pensó mirándolos — Ya sé. ¿Por qué no le dices a María y vamos las dos? — y ahí Steve perdió la sonrisa que con tanto trabajo había logrado. Había olvidado que tendría que contarle lo sucedido a su madre, y no podía esperar mucho en decirle — ¿Qué pasa?

—María y yo terminamos.

 

 

Notas finales:

Cada capítulo les recuerdo que esto cerca de terminarse, para que así ustedes recuerdes que ya pronto volverán a currar sus corazoncitos.

 

Ahorita le tocó a Howard y Tony hablar las cosas con claridad. Sigue Steve hablar las cosas con Sarah.


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