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Stupid youth. por LynValo

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Notas del capitulo:

Aquí está el capi :D

-¡Bucky! – Ya era casi medio día cuando habían despertado por completo y ahora Thor y Loki se encontraban caminando por el campus y fue cuando el rubio visualizó al James. No sabían bien qué es lo que había pasado, pero seguro era nada bueno. Bucky se giró ante el llamado de Thor. – ¿Qué carajos pasó con Anthony?

-Nada fue mi culpa. – De inmediato se defendió ante la expresión amenazante de la pareja. – Fue del idiota de Steve que de nuevo lo molestó. – Dijo fastidiado.

-¿Qué le hizo? – Preguntó Loki.

-Se burló de que Tony se refirió a mi como su novio y ya saben, él me insinuó que Tony era una persona fácil, que no me fiara. Prácticamente dijo que me compadecía. – Seguía expresando de mala gana, pues todo había sido molesto para él también. – Me lo dijo delante de él por eso Tony se molestó.

-¿Y tú que dijiste? – cuestionó el pelinegro.

-¿Qué iba a decir si Steve no me dio tiempo de nada? – Volvió a la defensiva. – ¿A dónde fue Tony?

-A casa de su padre.

-Creo que Steve ya no se mide para molestar a Stark. – Comentó Thor.

-¿Qué pasa? – Clint junto con Bruce se les unían después de haberlos visto a lo lejos, y como vio que estaba Bucky se acercó más para molestar respecto a su cita con Stark.

-Genial, hasta que desocupas la habitación. No he podido dormir. – Manifestó Bucky agotado.

-Oh, con qué Stark no te dejó ni dormir, eh~. – Comentaba juguetón.

-Cállate, Braton. – Expresó fastidiado James.

-No te ves muy contento ¿Qué no te gustó lo que te mostró? – Seguía queriendo fastidiarlo. Loki suspiró pesadamente y rodó los ojos, Bruce hizo una mueca desaprobatoria por los comentarios de Clint y optó por irse de ahí. Loki al verlo comenzar a caminar le hizo una señal a Thor de que se iría con Bruce. – ¿Ahora qué?

-Yo me voy a dormir. – Bucky también comenzó a caminar hacia los dormitorios, dejando a Barton y Thor en el mismo sitio.

 

 

**~~*~~*~~*~~*

 

 

Bucky iba subiendo las escaleras cuando de frente se topó con Steve, quien venía demasiado sonriente, bajando trotando por los escalones mientras él sacaba la poca energía que le quedaba para poder subir. Quiso ignorarle pero el rubio se detuvo delante de él impidiéndole el paso, mirándole con esa sonrisa.

 

-¿Por qué esa cara, amigo? – Como respuesta recibió un empujón cansado de Bucky, en un ademan de que le dejase pasar. – Oye, oye, tranquilo. Qué malhumorado estás. – Comentó en un tono burlón sin cederle aún el paso, a donde pretendía moverse el otro le seguía.

-Steve, sólo déjame pasar, ¿sí?

-Qué no te fue tan bien como a mí. – La sonrisa burlona de nuevo y Bucky estaba aguantando el enfado.

-Me fue perfectamente con Tony. – Sólo contestó.

-¿Ah sí? ¿Y dónde lo dejaste? ¿Ya te aburriste de él o él de ti?

-Se fue.

-Algo le hiciste. – Dijo muy convencido y fingiendo desaprobación.

-¡Fue tú maldita culpa, Steve! – Le gritó y le enfrentó.

-Oh, cálmate. – Dijo relajado. – ¿Yo qué tengo que ver entre sus asuntos?

-Lo que dijiste sobre él.

-No es nada que no haya dicho y que no fuese obvio. – Se encogió de hombros. - ¿No me digas que ahora sí le ofendió? – Expresó socarrón. – ¿Y tú también? Vamos, Bucky.

-No tenías porqué meterte. – Le dijo serio. – Para mí no era un juego salir con Tony, así que no me causa ninguna gracia que lo veas así, menos que lo ofendas de esa forma. Tal vez no me creas, pero tu concepto acerca de él está equivocado.

-Lo que entiendo es que quieres ir enserio con él. – Le dijo de la misma forma seria, dejando las sonrisas burlonas y los comentarios socarrones.

-Eso quería, ahora ya no sé si pueda ser porque se fue muy molesto. – Le dijo con reproche.

-¿A dónde se fue?

-No te incumbe. – Ya completamente fastidiado hizo a un lado al rubio que no opuso resistencia ésta vez y continuó subiendo las escaleras.

 

 

*~~*~~*~~*~~*

 

 

-Jarvis, en cuanto llegue mi papá puedes avisarle que estoy aquí pero no quiero que me moleste, ¿de acuerdo?

-Lo que diga.

 

Ya tenía un par de horas que Tony había llegado a su hogar, Jarvis, su mayordomo, le había informado que su padre Howard había salido muy temprano a una cita de negocios pero que llegaría probablemente al atardecer. También se tomó la libertad de preguntar por la repentina visita, ya que en verdad era extraño cuando llegaba a estar en la casa. Como respuesta, Tony sólo de dijo que había estado con ánimos que visitarlos.

Corrió a encerrarse a su habitación, puso música de AC/DC a gran volumen y preparó la bañera para tomar un largo baño de agua caliente y burbujas. Agradecía que pese a que no estaba tan seguido allí siguieran manteniendo su espacio tan pulcro como el resto de la casa. A los pocos minutos el baño estaba listo y se hundió en la bañera dispuesto a relajarse para olvidar algunas cosas y pensar en otras. Primero olvidar que casi llora por las palabras de Rogers. Claro, eso era lo más importante, olvidar eso y asegurarse de que no vuelva a pasar un momento así de debilidad. Segundo, olvidar que Bucky no hizo ni el intento de defenderle antes o de animarlo después. No era como para que ya diera la cara por él si él mismo tuvo que haberse defendido. Tercero, pensar en Bucky pero de la forma agradable, es decir; seguir con el propósito de salir con él y con alguien más. ¿Qué tenía si así era él y todos estaban más que conscientes? Cuarto, pensar en qué joderá a Rogers. ¿Qué podría ser? ¿Bajarle a sus ligues? ¿Darle alas y después no? ¿O al contrario, recordarle cada que pueda que a pesar de que lo ve como todo una zorra con él ni pagado se le acerca? Todo le parece que pueda funcionar, pero sobre todo suena divertido. Quinto, pensar que le importa poco lo que le haya dicho y lo que le diga en un futuro, hacerle saber que lo tiene sin cuidado a pesar de que él también quiere joderlo y planea respecto eso. Es más hasta se acercará más a él sólo para que quede claro que no le afectan sus comentarios y que pueda sentir de cerca su desprecio.

Mucho más tranquilo y animado terminó su baño. Permaneció en su bata sin intenciones de vestirse y así se fue a la cama después de haber apagado el reproductor de música. Sólo quería dormir de nuevo tras la relajante ducha. Lo que le despertó pasadas unas horas fueron los insistentes toques a su puerta. Refunfuñando se dispuso a abrir suponiendo que era su padre. Nadie más se daba la libertad de molestarlo así en su casa.

 

-¿Dormido a éstas horas? – Fue lo primero que le dijo Howard al abrirle la puerta. Tony bostezando y estirándose mientras su padre le miraba con una ceja enarcada.

-No dormí en toda la noche y la mañana. – Le dijo.

-Por estar de fiestero, seguramente. – Observó el señor Stark.

-Algo así.

-¿Algo así? Pero si todavía traes la cara de resaca, no creo que sea por tanto estudiar, ¿verdad? – Se expresaba serio como siempre, sin embargo no parecía molesto y por ello Tony no se ponía a la defensiva y respondía con tranquilidad.

-Ayer fue viernes. – Dijo con obviedad.

-¿Y todos los fines de semana tienes que ponerte así? – Continuó con su regaño.

-Sí, es como recompensa a tanto estudio. – Dijo alivianado, fingiendo un poco de ingenuidad.

 

Ante todo Howard sonrió levemente, porque en ámbito de estudios no tenía nada que reprocharle a Anthony, era cumplido y dedicado a los estudios, además de que se le facilitaban diversas materias debido a su sobresaliente inteligencia. Aunque eso no era más lo sobresaliente del joven, sino que era su comportamiento altanero, los problemas en los que se metía y parecía que con gran gusto buscaba. Actitud de delincuente, le habían dicho incluso algunos histéricos profesores desde que Tony cursaba la secundaria. Respondón, displicente, peleonero, coqueto (pero en un buen sentido), indiferente, arrogante, etc, etc, etc. Así seguía la lista que según antiguos y actuales profesores, vecinos y padres de sus antiguos compañero que decían eran las características de Tony Stark. Recurrentes quejas directas de la secundaria, de los vecinos, incluso de desconocidos. Iban desde simples quejas de niño respondón a insultos y golpes o cuando recibió la llamada desde una estación de policía porque Tony había chocado su primer auto por ir en exceso de velocidad aparentemente compitiendo con otro auto y había quedado detenido un par de días. Era su dolor de cabeza, pero era todo lo que tenía. Se le había ido casi toda su infancia entre regaños, igual que la adolescencia entre castigos hasta que entro a la Universidad, pero ni así terminaban del todo los problemas. Sí María, su esposa, hubiese seguido con vida todo ese tiempo seguramente habría sido más fácil educar a ese rebelde niño que se le parecía mucho a él. Sólo le quedaba esperanzarse a que la inesperada visita de su hijo no fuese por un nuevo problema.

 

-¿Estás bien? – Preguntó para averiguar cuál era el problema.

-Sí.

-¿El auto está bien?

-Perfecto.

-¿Asuntos de la escuela?

-Muy bien. – Respondió finalmente con una sonrisa. ¿Entonces ahora no había problemas? Extraño pero gratificante.

-Vayamos a comer, es hora.

 

Llegaron al amplio comedor donde la comida ya estaba siendo servida. Comieron entre cortas charlas sólo para informar lo suficiente; asuntos de la escuela de parte de Tony, y asuntos de su trabajo de parte de Howard. Después de la comida Tony se dirigió hasta la gran televisión del enorme living y la encendió buscando una programación no tan aburrida como para entretenerle un momento. Su padre se había ido a duchar así que mejor aprovecharía a poner la consola de videojuegos en esa televisión antes de que saliera a prohibirle hacerlo. A veces lo seguía tratando como un mocoso, era lo que pensaba.

 

-¡Jarvis! – Gritó caminando hacia el comedor donde lo había visto por última vez.

-¿Qué pasa, joven? – Respondió cortes el hombre de mayor edad.

-Dime por favor que mi padre no se ha deshecho de mis consolas y videojuegos. – Pidió como niño pequeño. El mayordomo le sonrió.

-No se preocupe, la mayoría están en su habitación. – Respondió y al momento Tony sonrió esperanzado aunque no las había visto cuando entró. – Incluso hay una en el living, a un costado de la televisión.

-¿En serio? – Preguntó sorprendido, tampoco la había visto. Jarvis pareció notarlo porque comenzó a caminar hasta el living con Tony detrás, entonces le mostró donde se encontraba. – ¿Y por qué éste está aquí?

-En ocasiones el señor Stark desea jugar. – Informó y Tony casi se echa a reír porque su padre siempre había detestado esos juegos, o eso era lo que le decía y siempre tuvo que hacer unos berrinches enormes por conseguirlos. Ahora resulta que hasta él los jugaba a sus costillas.

-Gracias, Jarvis.

 

Tony quedó de nuevo solo en el living y colocó todo para comenzar a jugar para matar el tiempo. Tenía de nuevo puesto a gran volumen la televisión escuchándose solamente los efectos del videojuego pero que igual eran escandalosos, se había quedado en la alfombra como cualquier niño en lugar de sentarse en un sillón. Habría pasado cerca de una hora quizá y él se encontraba tan entretenido que no reparo en la presencia de Howard haciéndole compañía de nuevo. El mayor permaneció en silencio, sentándose en uno de los largos sillones, observando a su hijo que aunque estuviese cerca de cumplir 20 años le seguía pareciendo como un niño de 10 años por sus actitudes de pronto tan infantiles. Tal vez sería más fácil para él ser padre si Tony no cambiase constantemente de parecer tener 10 años a tener 16, 30, incluso 6. Todo un caso su hijo, pero qué podría haber esperado si él fue así también. ¿Era algo en los genes Stark?
Lo escuchó exclamar una maldición seguida de una obscenidad y seguidamente abandonar el juego, fue ahí cuando reparó en su presencia, así que se animó a hablarle.

 

-Tony, no falta mucho para tu cumpleaños y he estado pensando en qué te gustaría para celebrar. – El menor le miró con curiosidad, es decir, siempre celebrara su cumpleaños y Howard se lucía con sus obsequios, pero ahora le había parecido escucharlo muy paternal. – Una gran fiesta, un viaje, ¿qué se te ocurre?

-¿Qué te parece una gran fiesta en París? – Dijo emocionado, pero sólo para ver la reacción de su padre.

-¿Quieres ambas cosas? – Miró la cara de terror de Howard y quiso seguir con el juego.

-Estaría genial.

-No puedo pagar el viaje de todos tus amigos. – Le respondió indignado. Tony soltó una risita.

-Bromeaba, además no tengo amigos.

-¿Por qué siempre dices eso?

-Porque es la verdad.

-¿Entonces todos a los que siempre invitas a las fiestas qué son?

-Bueno, de mis fiestas de cumpleaños desde que tengo memoria hasta los 14 años fueron tus invitados, tú los elegiste por mí. – Recordó. – Después han sido puros “delincuentes” los que he invitado y siempre te andas infartando. – Le dijo con gracia, recordando como le llamaban a él mismo y a sus amigos. También recordando las expresiones de Howard al verlos.

-Pero bueno, ¿son tus amigos o no?

-Hummm, no. Me gusta mezclarme entre ellos, convivir con ellos, pero nada más.

-Sólo te gusta causar desastres. – Recriminó.

-Lo admito.

-Entonces olvidémonos del viaje. – Señaló Howard. – No quiero que te metas en problemas en otro país. ¿Qué dices de la fiesta?

 

 

*~~*~~*~~*~~*

 

 

Steve seguía dando vueltas por el Campus, se había pasado la tarde entre conversaciones con diversas chicas y algunos amigos, haciendo citas y pasando el rato solamente. Como cada día de todo fin de semana había una fiesta a la cual nunca faltaba, sólo por causas de fuerza mayor como si se encontraba en casa o en una cita fuera de ahí. Ya había quedado con una chica de verse en la fiesta y sólo regresaría por el momento a su dormitorio para matar el tiempo que faltaba. Antes de entrar al edificio se encontró con Clint que ahora no parecía de muy buen humor como siempre solía estar, a pesar de eso, cuando le saludo el otro le correspondió.

 

-¿Qué te pasa? – Se animó Steve a preguntarle.

-Estoy jodidamente molesto. – Respondió Clint sin ocultarlo.

-¿Por?

-Resulta que Bruce ya ni el intento quiere hacer. – Soltó algo indignado.

-¿Por qué?

-Porque según él no soy el tipo de persona que creía. Resulta que soy del tipo que él detesta. Hasta me dijo que ya por nada le hablara. ¿Puedes creerlo?

-¿Pero por qué de pronto dijo eso?

-Estaba molestando a Bucky, insinuándole cosas respecto a que se acostó con Stark, desde ahí se molestó y se fue, cuando le busqué de nuevo me dijo eso. – Seguía en su tono molesto.

-Lo ven, por querer comportarse como enamorados sólo quedan como idiotas. – Comentó muy sabiondo Steve. – Ni ellos ni nosotros estamos hechos para ponernos serios con alguien. Tenemos aún muchos años para divertirnos. – Aconsejó. Al perecer no había perdido a Clint.

-Ésta vez tienes toda la maldita razón, Steve. – Reconoció.

 

Se dirigieron un par de palabras antes de volver a caminar cada quien por su lado. Steve entró al edificio y Clint caminó hacia afuera de éste.
En uno de los pasillos se encontró de nuevo con un par de amigos con los que también permaneció conversando cerca de las escales. Estaban riendo escandalosamente cuando vio que Bruce se acercaba, pero sólo dirigiéndose hacia las escaleras, los miró un segundo para de inmediato desviar la mirada y pasar junto a ellos ignorándolos. Steve se extrañó, el siempre lindo Bruce aunque estuviese enojado con Clint le saludaría a él sin ningún problema.

 

-Hey! – Le gritó cuando Bruce les pasó de largo bajando por las escaleras, pero éste le volvió a ignorar. – Luego los veo. – Dijo por último a sus amigos antes de disponerse a seguir a Banner.

-¿No puedes estar un momento sin estar de perro? – Comentó uno de sus amigos, divertido por la actitud de Steve.

 

Steve bajó de prisa las escaleras para darle alcance a Bruce, cuando ya lo tuvo cerca se posó a su lado siguiendo el mismo ritmo que el otro.

 

-Hola, Bruce. – Saludó simpático, como si nada.

-¿Qué quieres? – Respondió tajante y agresivo, sorprendiendo a Steve, sin embargo éste sonrió. ¿Qué pasaba con el lindo Bruce?

-Al parecer todos están de mal humor. – Comentó con fingida ingenuidad. Bruce siguió su camino sin hacerle caso. – ¿Acaso yo te hice algo? ¿O también tengo que pagar por el idiota de Clint?

-El problema no es contigo. – Respondió de la misma forma seca.

-¿Entonces porque actúas molesto conmigo? – Al parecer acertó para que le ingenuidad de Bruce volviese a flote, porque éste le miró deteniéndose cuando llegaron al final de las escaleras. Steve le sonrió a su mejor mueca de niño-bueno.

-Lo siento. – Sin embargo fue lo único que se limitó a decirle.

-Te perdono si aceptas que te invite algo de beber. ¿Qué te gusta, un café, una malteada, una cerveza…? – Bruce le miró con desconfianza.

-No quiero que hables por Clint. – Le dijo, suponiendo que todo era porque Clint lo había mandado o porque Steve quería hacerse el buen amigo y arreglar las cosas por él, pero no era por ninguna de esas razones.

-El que Barton lo haya arruinado no es mi problema. – Manifestó. – Pero he de suponer que entonces estás libre, ¿cierto? – Una sonrisa por demás coqueta se dibujó en el rostro del rubio y Bruce no sabía si ofenderse o echarse a reír por el descaro de Steve.

-¿Me estás coqueteando? – Cuestionó suspicaz. – Lo siento Steve, pero si ya no quise nada con Clint mucho menos contigo. – Le dijo algo ofendido, dándose vuelta para comenzar a caminar alejándose de él. Era el colmo esa actitud de Steve, ya entendía mejor a Tony.

 

 

*~~*~~*~~*~~*

 

 

Ya era de noche, quizá las ocho de la noche cuando Tony iba por su tercera cerveza y su segundo cigarrillo de yerba. Se encontraba en la terraza de la casa, había tomado a escondidas cuatro cervezas de las que tenía Howard en su frigobar, se vistió porque había permanecido en su bata y subió también en compañía de una bolsita de marihuana y sus papelillos que había traído consigo desde el campus. Sabía que Howard no le iba a permitir salir a divertirse si se metería en problemas porque no tenía la mayoría de edad para entrar a cualquier club o bar, o si se le ocurría de nuevo conducir borracho. Así que optó por estar en la terraza como en los viejos tiempos, como cuando tenía 11 o 12 años y subía cuando estaba enojado para arrojarle toda clase de objetos a las casas de sus vecinos o directamente a alguno de ellos si tenía el infortunio de cruzar por la calle o salir, o cuando tenía 13 y se subía para fumar a escondidas los cigarrillos que alcanzaba a tomar de las cajetillas de Howard, y ya a los 14 y 15 donde subía con todo y algunos amigos a beber y fumar, pero ahora marihuana. Siempre a escondidas, aunque la mayoría de las veces Howard se enteraba por las quejas de los vecinos. “Su hijo me aventó tal cosa” “Su hijo rompió tantas ventanas de mis casa.” “Su hijo me gritó vulgaridades.” “Su hijo estaba haciendo cosas indebidas”. Claro, todos de soplones y él terminaba castigado por semanas, aunque Howard algunas veces llegaba tan tarde del trabajo que él aprovechaba para deshacer su castigo hasta que llegara, teniendo como cómplice al siempre leal Jarvis. Más cuando Howard tenía que irse unos días por viajes de negocios y así el castigo se suspendía, incluso se eliminaba y Jarvis le aseguraba que el niño se había portado perfectamente.
Siempre estuvo consciente de que Howard hacía lo que podía en su rol de padre, su trabajo le absorbía mucho (ser vicepresidente de una famosa compañía tecnológica no era sencillo), a él le correspondía sobre todo los viajes de negocios y estar al pendiente de cada uno de los movimientos. Algunas veces lo llevó a sus viajes, cuando eran en las vacaciones de verano y así no había escuela que descuidar, y cuando estaban en casa se tomaba su tiempo para saber de él. Creía que el problema de ser un-malcriado era él mismo, le gustaban las cosas que a los demás no, o de plano las cosas que los demás veían mal. La música por ejemplo, Howard siempre se negaba a comprarle los discos que él quería, hasta que Tony juntaba de su mesada para comprarse los que él quisiera y ya cuando los escuchaba en su habitación aparecía su padre para regañarlo por comprar esas porquerías, aunque al final terminara diciéndole que ya sabrá él en qué gasta su dinero. También los vecinos se quejaban del volumen tan alto a lo que los escuchaba, además que según ellos era horrible esa música. Una cosa tan sencilla para él, que de cualquier modo provocaba a los demás estarlo jodiendo.

Se puso de pie, tomó una de las botellas de vidrio vacías de la cerveza, se acercó a la orilla y – también por recuerdo a los viejos tiempos – la arrojó con fuerza a la casa frente a la suya. Quiso apuntar a una de las ventanas pero la botella se estrelló cerca de una, aun así hizo algo de ruido. Tomó la segunda botella y la arrojó de nuevo, atinando en la puerta y haciendo más ruido. Tomó la tercera dándole un último trago para vaciarla y estar lista para arrojarla a otra víctima que había salido de esa misma casa como queriendo averiguar qué ocurría. Vio a la persona primero observar los añicos de las botellas cerca y después girar la cabeza para observar al alrededor de la calle. Estaba tomando puntería aguantando la risa por los recuerdos. “¿Y si le sacas un ojo?”, le dijo una vez a los 13 años un amigo, temeroso por las ideas de Tony al ponerse como loco a arrojar cosas. “Qué importa”, era su respuesta, claro, eran niños y a los niños todo les parece fácil, nada les importa.
Consideró mejor el ya no arrojar nada cuando vio salir detrás de la misma persona a una chica, una linda chica. Simplemente se quedó observando, no eran los mismos vecinos. Dejó la botella en la terraza, se escondió entre sus bolsillos la poca yerba que le quedaba y bajo con la cerveza que le quedaba en la mano para después regresarla al frigobar. Buscó a Jarvis y preguntó sobre los nuevos vecinos.

 

-Tienen un par de semanas que se mudaron. – Le informó. – Una familia; los padres y la hija.

-¿Cuántos años tiene la hija?

-No lo sé, joven. Pero parece más chica que usted.

-Saldré un momento.

-Su padre dijo que nada de ir a fiestas. – Recordó.

-Sólo iré a presentarme. – Comentó juguetón. Jarvis sonrió.

 

Pasó rápido a su habitación, se metió al cuarto de baño para cepillarse los dientes y usar el enjuague bucal para eliminar cualquier indicio de aliento a cerveza, y para deshacerse del olor a marihuana que pudo quedar en sus ropas se colocó un poco de colonia. Salió de la casa y sólo cruzó la calle. Con toda confianza tocó el timbre de esa casa, si apenas llevaban un par de semanas viviendo ahí era probable que nadie le haya corrido chismes sobre él, sobre todo si prácticamente ya no vivía allí. Al parecer el papá fue quien le abrió, Tony se presentó educadamente, como el niño-de-familia-bien que era (a veces sacaba provecho de eso). El señor le sonrió y se presentó de igual forma y lo hizo pasar. Dentro de la enorme casa – no tanto como la suya – estaban la señora y la niña. Se presentó de nueva cuenta siendo educadísimo y dijo que no había podido hacerlo porque estaba en la universidad y éste fin de semana había decidido venir para ver a su padre. La niña se llamaba Maya y tenía un cabello castaño largo y ondulado enmarcando su carita de castidad. Hablaron de cosas formales por cortos minutos y después estaba por despedirse, pero primero tenía que soltar el anzuelo.

 

-Será mejor que me retiré. – Sonrió cordial levantándose del sillón. Los padres encantadores también se pusieron de pie dispuestos a despedir al amable muchacho. – Me hubiese encantado acompañar a Maya a conocer la zona. – Soltó de la misma forma cautivadora.

-Ni tiempo hemos tenido de eso por la mudanza. – Dijo la mamá, Tony sonrió más. Entonces había oportunidad, además Maya le había estado mirando con una vergüenza muy convincente.

-Bueno, si ella quiere yo puedo acompañarla. – Le sonrió. – Estaré aquí un par de días, porque ahora ya es algo tarde y no quiero importunarlos.

-No hay problema. En realidad no es muy tarde y sólo estarán por aquí cerca, ¿no? – Dijo ésta vez el padre. Tan fácil le habían creído a un Stark.

-Por supuesto. – Afirmó seguro. – ¿Qué te parece, Maya?

-Está bien. – Se puso de pie para ir con él.

 

Tony dio las buenas noches a los padres y les afirmó que traería pronto de regreso a su encantadora hija. Maya se colocó una chamarra y salió en compañía del castaño. Al salir lo primero que observó eran los trozos de las botellas arrojadas.

 

-¿Puedes creer que alguien nos arrojó estás botellas? – Comentó indignada. – ¿Qué tal si lastimaban a alguien?

-Qué imprudencia. – Dijo con su mejor cara de persona correcta. – Puedo recogerlas si quieres, para que nadie se lastime al caminar por aquí. – En su interior estaba que se reía con burla.

-No, mamá dijo que cuando se desocupara la muchacha la mandaría a levantar esto. Gracias. – Le sonrió. – ¿Entonces vives ahí? – Señaló la casa justo frente a la suya.

-Sí, bueno, vivo más en la escuela, pero ahí viví desde los nueve años hasta hace ya casi un año, que es cuando entré a la universidad. Algunas veces vengo. – Le dijo y cuando iba a comenzar a guiarla para el tour tuvo una idea. – ¿No quieres que vayamos en mi auto? – Maya abrió los ojos sorprendida, ¿ella con un extraño en su auto? Bueno, no era un extraño, era su vecino. Un lindo vecino.

-Bueno. – Respondió tímida.

 

Siguió a Tony hasta el garage de su casa y cuándo éste lo abrió observó tres autos, dos eran de Howard. La invitó a subirse y cuando estaban por sacar al auto del garage Howard apareció, llegando por la puerta que daba al interior de la casa. En cuanto escuchó el ruido del motor fue a detener a Tony, estando seguro de que escaparía a alguna fiesta, pero lo vio ahí con la hija de sus nuevos vecinos, los Hansen.

 

-Buenas noches, señor Stark. – Saludó amable y tierna la castaña, desde el asiento del copiloto, bajando la ventanilla.

-Buenas noches. – Respondió y miró interrogante a su hijo.

-Vuelvo pronto, sólo le daré un recorrido por la zona. – Avisó Tony, vio a su padre asentir dirigiéndole esa mirada de advertencia que él tan bien conocía. Finalmente salieron de ahí.

 

Comenzó su aburrido recorrido, mostrándole los parques cercanos, los clubes ostentosos que les rodeaban y cuando pasó por un par de escuelas se recordó que no sabía dónde estudiaba Maya, bueno, eso no era lo importante, lo que le interesaba era la edad porque la chica lucía muy inocente.

 

-¿Qué edad tienes? – Le preguntó después de varios minutos.

-Diecisiete años. – Ops, si pensaba jugársela con ella se metería en problemas, no tenía ni los dieciocho cumplidos. Pero siempre podría intentarlo. – ¿Quieres ir a otro lado?

 

Y de nuevo los ojos marrones de Maya se abrieron sorprendidos, incluso con algo de temor. Y ahí, Tony lo supo, esa niña no era de las suyas porque su vergüenza no había sido fingida. A él le gustaban las personas cínicas, revoltosas, sinvergüenzas, los inadaptados, los incorrectos como él mismo. ¿Quién dijo esa mierda de los opuestos se atraen? Él siempre buscaba a alguien parecido.

Jodida mierda, se había comportado como estúpido por nada.

Notas finales:

._.?
Espero les haya agradado y gracias a quienes siguen apoyando la historia :D


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