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El amor que solo soñé por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, pues por aqui dejando el siguiente capitulo, volvere el jueves con el siguiente. Garcias a las que han leido y comentado, es un placer leer sus mensajes. Gracias por leer y las espero por aqui.

 

 

 

Nota:

Comenten, no les quita mucho tiempo y a mi me da animo para seguir escribiendo.

 

Aquel infernal día parecía que nunca iba a terminar. Primero la discusión con su hermano. No conseguiría hacerlo entender sus razones y lo peor era que lo atacaba con el pedido de su madre ¿Como iba a negarse a eso?

 

Nowaki no había tenido salida. En un principio había aceptado por cumplir el deseo de su madre. Luego habían llegado las solicitudes de todos los reinos aledaños. Príncipes,  princesa, y todos los hijos e hijas de diferentes nobles, fueron ofrecidos por sus padres. Las cartas parecían no parar de llegar. El reino de Iama era conocido por su fuerza bélica, los guerreros de su padre eran letales y su ubicación bien fortificada entre portentosas montañas lo hacia inescrutable. Se podría decir que Iama era el reino entre reinos, rico en tesoros y en belleza natural, prospero y feliz.

 

Una unión con un príncipe de Iama era algo que muchos otros pueblos codiciaban. Bien era sabido que los poderosos de otras naciones anhelaban el compromiso de uno de sus hijos con Miyagi pues al ser el primer hijo, era el primero en la línea de sucesión al trono de su padre. Pero Miyagi toda su vida había sido fuerte y moderado, sus padres no lo apurarían a un compromiso forzado, pues estaban seguros que su corazón elegiría a la persona correcta en el momento justo.

 

¿Por qué no había tenido él esa misma suerte?

 

Bien, su comportamiento  jamás  había sido el mas sensato. Miyagi había pasado muchos problemas sacándolo de los líos en los que se metía. Nowaki había roto muchos corazones y muchas reglas también. Cuando su madre se sintió enferma y pensó que su vida llegaba a su fin, solo quiso que se le concediera un deseo. Y por ese deseo estaba allí, en ese palacio. Por ese deseo contraería nupcias con la princesa del segundo reino más poderoso de la región.

 

Cuando mas molesto estaba por la reciente discusión con su hermano. Un sirviente había ido a buscarle para avisarle que el desayuno ya estaba servido. Nowaki salio esperanzado de que cuando menos podría ver a su hermoso príncipe en aquella comida. Pero nada estuvo mas lejos de la realidad y contrario a sus deseos tuvo que pasar un largo rato con su hermosa pero muy superficial prometida.

 

La comida fue por demás incomoda, los reyes parecían estar molestos. Su prometida hacia todo por ignorar la actitud de sus padres y se concentraba en llamar su atención con preguntas que el apenas captó.

 

—¿El príncipe Hiroki no nos acompañará en el desayuno?

 

Preguntó, no pudiendo evitar la curiosidad.

 

El rey había puesto cara de enfado y fue la reina la que con una dulce expresión contestó la pregunta.

 

—Mi hijo, su Alteza, es una persona muy madrugadora. De seguro ya habrá desayunado y se encontrará en el pueblo haciendo sus labores de ayuda.

 

—A mi hermano le gusta mezclarse con la plebe.

 

Expresó Yayoi con un dejo de desden.

 

Desde ese momento comenzó a comprender Nowaki que su novia era únicamente hermosa.

 

—¿No le gustan las labores sociales?

 

Preguntó interesado en su respuesta, con ello podría definir si estaba cometiendo el peor error de su vida.

 

—Mi hija es una princesa. La primera en la línea de sucesión. Participa conmigo en la redacción de mandatos y me hace sugerencias en cuanto a las necesidades del pueblo. Su lugar esta aquí en el palacio donde es protegida y cuidada.

 

Respondió el rey, sin dejar que su hija contestara una pregunta que le pareció irrespetuosa.

 

Nowaki estaba acostumbrado a tratar con personas arrogantes. Su padre podría llevarse el premio al mayor egocéntrico, así que no lo amilanó en ningún momento la actitud prepotente del rey.

 

—Para saber las necesidades del pueblo hay que estar en contacto con él ¿No cree, Majestad?

 

Los hombres se miraron unos segundos en un silencioso duelo, hasta que la reina intervino conciliadora.

 

—Nuestra región es muy fértil. En las afueras del pueblo hay pequeños caseríos de granjeros y mineros. También somos conocidos por nuestra artesanía, las mujeres hacen maravillas con las manos, alfombras, tapetes, manteles, cortinas. Tenemos fabulosos orfebres que tallan con sus manos las mas divinas joyas con las piedras preciosas que se consiguen en nuestras montañas. Créame, Alteza, mi esposo conoce bien las necesidades de nuestro  pueblo y las atiende. Por eso nuestros ciudadanos pueden trabajar en todas las cosas que le relaté y disfrutar de beneficios. Yayoi podría mas tarde mostrarle algunas de las cosas que se hacen aquí.

 

—Me encantaría. —Respondió Nowaki complacido, pensando que Hiroki tenía mucho de su madre.

 

Las horas siguientes las pasó mirando las cosas de las que la reina le había hablado. Yayoi ciertamente tenía una exquisita educación, unos muy finos modales y un comportamiento digno de su titulo. Pero a Nowaki no dejaba de parecerle fría y elitista.

 

Había agradecido por mucho, cuando la joven lo dejó para que descansara un rato antes del almuerzo. Su único consuelo en la espera fue pensar que quizás si lo vería en la comida, pero nuevamente el joven príncipe no apareció. Así transcurrió la tarde,  los prometidos dieron un paseo por los impresionantes jardines del palacio, en el cual Nowaki apenas escuchó lo que la joven princesa le relataba.

 

—Es usted muy callado, Alteza. —Le había dicho la muchacha.

 

Y el tuvo que hacer un esfuerzo para prestarle atención y no bostezar de aburrimiento. Tomaron el té en un intimo salón. Supuso Nowaki que todo aquello preparado para que ambos se conocieran y se compenetraran. Después de todo en un mes serian marido y mujer y apenas se conocían.

 

Pero aquello solo sirvió para decepcionarlo más. Aquella mujer y él no tenían nada en común. Su espíritu libre y aventurero jamás encajaría con aquella hermosura de encaje y finas joyas a la que no le gustaba ni ensuciarse los zapatos.  Cuando volvió a su habitación estaba agotado tanto física como mentalmente y entonces pensó que estaba tan ensimismado en su tormento que no noto la ausencia de su hermano.

 

Miyagi llevaba ya todo el día fuera y eso que solo había ido a agradecer a quienes le atendieron en el hospital. Se dio una baño, se cambió de ropa y salió a caminar un poco para serenarse antes de la cena, donde tendría que volver a enfrentar a su futura esposa.

 

Cuando salía hacia los jardines, vio a Akihiko que entraba con su caballo a los establos. Caminó hacia el lugar y lo encontró desensillando al animal.

 

—¿Akihiko, donde está Miyagi? ¿Viniste solo?

 

Akihiko lo miró con cansancio, estaba hastiado y molesto, pero sobre todo preocupado por haber dejado a Miyagi solo en aquel lugar.

 

—Alteza, el príncipe se negó a venir conmigo, decidió quedarse en el alberge y me pidió que regresara para avisarle que volvería con el príncipe Hiroki mas tarde.

 

 "Que volvería con el príncipe Hiroki mas tarde"

 

Fueron esas ocho palabras las que removieron su mente. Nowaki sintió que su cuerpo se llenaba de una furiosa ira ¿Como era que su hermano estaba con Hiroki? ¿Acaso habían pasado todo el día juntos?

 

—¿Que hace mi hermano con el príncipe Hiroki?

 

Le preguntó entre dientes a Akihiko, que no entendió la repentina furia que veía en el rostro de Nowaki.

 

—Esta mañana lo acompañé al albergue porque quería agradecerles por haberlo atendido...

 

Nowaki escuchó todo el relato. Estaba indignado. En efecto Miyagi había pasado todo el día con Hiroki, mientras él estaba allí encerrado deseando verlo, deseando compartir con él. Ni siquiera se despidió de Akihiko, caminó de nuevo al palacio y se metió en una de las estancias que estaban en la entrada principal, por las grandes ventanas veía perfectamente el enorme portón que protegía al palacio, su hermano tendría que entrar por allí y entonces el iría a recibirlo. Miyagi tendría mucho que explicarle.

 

 

*****

 

Cuando Hiroki vio el rostro de Nowaki sintió una terrible opresión en su pecho. Miro a Miyagi con aprensión y dio unos pasos alejándose de él. Dirigió de nuevo su mirada hacia Nowaki, este parecía verdaderamente molesto, pero estaba también increíblemente apuesto. Se dijo que si no salía de allí inmediatamente  perdería la compostura.

 

—Alteza... Yo...yo...Buenas noches. —

 

Miyagi y Nowaki  lo observaron escapar casi en carrera y desaparecer por las puertas del palacio.

 

Nowaki volteó a mirar a su hermano, impresionado e indignado.

 

—Aquí no. —Le espetó Miyagi con tranquilidad intuyendo lo que le esperaba.

 

Cuando estuvieron en la intimidad de sus habitaciones,  Nowaki dio rienda suelta a su furia.

 

—¿Que demonios te traes entre manos? ¿Eres capaz de enamorarlo para que yo no tenga una oportunidad con el?

 

Nowaki no cabía en sí de ira.

 

—¿Acaso te gusta? ¿Es eso? Por eso todo ese discurso para que yo no cancele el maldito compromiso y me quede con quien en realidad quiero.

 

Tocaron la puerta. Cuando Miyagi iba a contestar, Nowaki caminó con violencia hacia ella y al abrirla le gritó al sirviente que había ido a avisarle que la cena estaba servida.

 

—¡Vete al infierno!

 

El hombre palideció, pero no por el grito de Nowaki, sino por la reacción de su hermano, que tomándolo por un brazo y sacudiéndolo como si fuera un niño, lo arrastró hasta la cama sentándolo de un solo empujón y gritándole con una absoluta autoridad.

 

—¡Suficiente!

 

Nowaki no se esperó jamás que su comedido hermano tuviera tanta fuerza. Miyagi se encaminó de nuevo a la puerta y le habló con serenidad al sirviente anonadado.

 

—Bajaremos en diez minutos, muchas gracias.

 

El sirviente se retiró. Miyagi sin cerrar la puerta se dirigió a su hermano.

 

—Ve al baño, lávate la cara, acomoda tu ropa y te veré en diez minutos en el comedor.

 

Nowaki iba a protestar, pero Miyagi lo miró con furia.

 

—Di una cosa mas y yo te daré la tunda que mi padre tuvo el error de no darte.

 

El príncipe salió de la habitación dando un portazo y Nowaki todavía tuvo que dejar pasar unos minutos para asimilar lo que había pasado.

 

******

 

—Nana no quiero... no quiero bajar al comedor.

 

Yukiko lidiaba con su mimado príncipe, mientras lo ayudaba a bañarse restregándolo suavemente con la esponja.

 

—Tienes que bajar, tu padre esta que echa chispas, si no bajas es capaz de venir el mismo a buscarte.

 

Hiroki gimoteaba cuando Yukiko le echaba agua para quitar el jabón. Escucharon la puerta de la habitación abrirse y ambos sintieron pánico. Cuando la puerta del baño se abrió y por ella entró la reina ambos se relajaron.

 

—Mamá no quiero...

 

La mujer no lo dejó terminar.

 

—Yukiko yo termino aquí, prepárale la ropa.

 

Hiroki iba a protestar pero su mamá lo sacó de la bañera mirándolo con preocupación.

 

—Si quieres seguir atendiendo el albergue te dejarás de malcriadeces y bajarás al comedor. Tu padre esta furioso, llevas todo el día afuera Hiroki. Yo no puedo ayudarte si tu no lo haces hijo.

 

Hiroki estuvo listo en cinco minutos. Resignado bajó con su madre y entró en el gran comedor donde ya Yayoi y su padre esperaban, junto con Miyagi y un muy malhumorado Nowaki.

 

—Vaya hermanito, por fin nos honras con tu presencia.

 

—Yayoi no seas impertinente. —La regañó su madre, intentado que la joven no echara mas leña al fuego, pero muy conciente de que eso era lo que su hija quería. Pues ella parecía adorar que su padre reprendiera a Hiroki por todo.

 

—Mi hija no esta diciendo sino la verdad, parece que a mi hijo le importa mas estar con las vacas y los borregos que atender a sus invitados.

 

El rey destilaba desprecio y rabia, pero para sorpresa de todos fue Miyagi el que defendió a Hiroki.

 

—Me temo, Majestad, que la culpa de la ausencia del príncipe fue mía, pues yo insistí en acompañarlo en todas sus actividades y creo que nos excedimos un poco.

 

Hiroki le dirigió una tímida sonrisa a Miyagi, agradecido y avergonzado por su ayuda. Pero sus ojos evitaron a Nowaki en todo momento. La reina también sonrió complacida y agradecida por la intervención de Miyagi.

 

—Oh, Alteza, que maravilloso ¿Conoció usted las instalaciones del albergue?

 

—No creo que el príncipe quiera hablar de eso querida.

 

Intervino el rey incomodo.

 

—Al contrario, Majestad. —Dijo Miyagi sonriéndole a la reina que ya se sentaba al lado de su marido. —Me encantó todo lo que conocí el día de hoy. Su hijo hace una hermosa labor en ese lugar con los niños y los enfermos. Él y el doctor Katsuro trabajan muy duro. Además tuve el placer de conocer a Misaki y Shinobu.

 

 

—Esos jóvenes son un amor. Son hijos del conde Takahashi y son casi como hermanos de Hiroki.

 

Miyagi sonrió ante el entusiasmo de la reina, se notaba que los amigos de Hiroki eran muy apreciados en el palacio y las palabras siguientes del rey se lo confirmaron.

 

—El Conde Takahashi es mi mano derecha, sus hijos son jóvenes bien educados. De hecho el mayor ya esta comprometido con un noble de la región.

 

Miyagi vio como Hiroki apretaba la servilleta con tensión. La mano de la reina se posó sobre la de su hijo, con ternura.

 

—¿Cariño y que paso con el misterioso paciente, pudieron descubrir quien era?

 

Hiroki quiso desaparecer. Su madre lo hundió aun más, cuando se dirigió a Miyagi con una dulce sonrisa.

 

—Mi hijo vino ayer muy preocupado por un joven que encontraron herido en el lago. Pensó que seria alguien de su comitiva.

 

Le sonrió a su hijo, sin entender la mirada de suplica de este.

 

—Mi pequeño estaba muy angustiado, tal parece que este joven le causo una gran impresión.

 

Hiroki se puso tan blanco como la servilleta que apretaba con violencia.

 

—Querida, lo dices como si a nuestro hijo le hubiese gustado de alguna manera romántica ese hombre. Por favor, que van a pensar nuestros invitados.

 

Hiroki quería morirse en ese instante. El mundo se había confabulado para exponerlo delante del que menos quería estar expuesto.

 

 La reina ignoró el tono de molestia de su marido y se dirigió de nuevo a Miyagi.

 

—¿Podría se alguno de los nobles que vino en su comitiva?

 

Hiroki por primera vez buscó la mirada de Nowaki. Sus ojos suplicantes y brillantes por las lágrimas, le rogaron en silencio que protegiera su secreto.

 

—No, su majestad. —Respondió Nowaki atendiendo el silencioso pedido de ayuda— .Nuestros acompañantes están completos y se retiraron esta mañana para informar a mi padre que el compromiso estaba hecho.

 

Miyagi asintió, corroborando cómplicemente la mentira, por el bien del príncipe y de su hermano.

 

—Tienen unas hermosas tierras en el reino majestad...

 

Miyagi comenzó otra conversación en la que se involucraron todos, menos Hiroki y Nowaki que permanecieron mirándose unos segundos. El uno agradecido y el otro emocionado por poder ver aquellos ojos que tanto le gustaban.

 

Hiroki pensó que todo terminaría con la cena. Podía sentir la mirada de Nowaki en él y deseaba correr. Pero la tortura apenas comenzaba. Pasaron a un pequeño salón para tomar té. Miyagi y el rey se tomaban una copa de brandy mientras hablaban de cosas del reino. La reina, Nowaki y Yayoi, platicaban de detalles de la boda. Hiroki estaba ausente mirando por un enorme ventanal.

 

La noche vestía los inmensos jardines y a lo lejos las montañas relucían con sus blancas coronas de nubes y nieve.

 

—¿Te gusta la noche?

 

Hiroki volteo su mirada asustado buscando a su madre y a su hermana.

 

—Fueron a buscar las muestras de tela para la decoración de la boda.

 

Nowaki le hablaba bajo y suave. Aquella voz lo envolvía como una delicada y perturbadora caricia. Hiroki volteó de nuevo su rostro, pero ya no miraba nada, estaba lleno de la presencia de Nowaki.

 

—No me has respondido la pregunta.

 

Hiroki no lo miró, pero decidió responderle para ver si así lograba que se marchara.

 

—Sí, me gusta. Es como un secreto, como una fantasía.

 

Nowaki sonrió. —¿Has estado en esas montañas?

 

Hiroki se relajó un poco, al parecer Nowaki no mencionaría nada de su primer encuentro.

 

—Sí. —Le respondió sonriendo sin mirarle. —Solía ir mucho. Una vez llegamos hasta la cima de la más pequeña. La nieve es hermosa y cuando es primavera las laderas de la montaña se llenan de flores.

 

Hiroki se había entusiasmado y sin saber lo que decía, señaló un camino.

 

—Por allí se llega a la montaña de las cenizas y allí hay un camino hacia el lago donde...

 

Muy tarde comprendió su error, el tema que no quería tocar, él mismo lo había sacado a la luz.

 

—Donde me encontraste.

 

Terminó Nowaki por él.

 

Hiroki no pudo evitar mirarlo, y que sus sentimientos traspasaran la armadura que se había impuesto, dejándolo íntimamente desnudo frente a Nowaki. Pero este no pudo decir nada, pues su prometida y la reina entraron en ese instante al salón. Hiroki se perdió nuevamente en su mente sentando en uno de los sillones. Miyagi y el rey se unieron a la conversación de Nowaki y Yayoi. Un rato después todo el mundo se despidió para dirigirse a sus habitaciones. Miyagi , el rey, la reina y Yayoi iban adelante conversando. Nowaki esperó que ellos salieran del salón y jaló a Hiroki antes de que este saliera, escondiéndose con él tras la puerta. Lo beso con inusitada pasión, y rápidamente lo soltó.

 

—¿Tu cuarto, donde está?

 

Hiroki lo miró perplejo.

 

—No tenemos tiempo. — Le dijo Nowaki,  mirando a los que se alejaban.

 

—En el ala norte, la única puerta a la derecha.

 

Se encontró Hiroki respondiendo sin pensarlo. Nowaki le robó otro beso y caminó rápidamente hasta alcanzar a los otros que no notaron su ausencia. Hiroki se quedó tras la puerta del salón, sonrojado, confuso y de alguna forma feliz. Sus dedos acariciaban los labios que hasta hace poco habían tenido la dicha de ser besados por un perfecto príncipe.

 

Cuando la noche avanzó un nervioso príncipe, caminaba ansioso por la habitación. Casi había corrido a su nana cuando esta vino a desearle buenas noches. Cada ruido lo hacia saltar y miraba la puerta a cada segundo. Era una locura, lo sabía, ni siquiera tenia la certeza de si vendría.

 

Su corazón se sobresaltó al escuchar un ligero toque en su puerta. Corrió hacia ella y la abrió nervioso. De inmediato Nowaki entró, y a Hiroki le pareció que nunca había visto nada más hermoso. El príncipe envuelto en una capa negra cubría con una capucha su hermoso cabello, en su rostro varonil había una radiante sonrisa. No pudo mas que quedarse mirándolo extasiado y feliz.

 

Nowaki cerró la puerta y lo tomó entre sus brazos besándolo con inusitada ternura. Como si aquello fuera lo mas natural del mundo.

 

—Soñaba con hacer esto. —Le susurró entre besos.

 

Hiroki con sus labios entreabiertos, sus ojos cerrados y su rostro cubierto de un ligero rubor, murmuró sin aliento. —Es una locura.

 

Nowaki lo llevó a sentarse en un gran mueble que había en la mitad de la estancia. Tomó sus manos mirándolo emocionado.

 

—Dime que no sientes lo que yo estoy sintiendo. Me iré si así lo quieres.

 

Hiroki no supo, no pudo pedirle que se fuera. Le sonrió y acarició el rostro que no había podido apartar de sus pensamientos. Nowaki tomó la mano fina y delicada que lo acariciaba y la beso dulcemente.

 

—Eres hermoso. —Le dijo con emoción.

 

Hiroki sonrió, no era la primera vez que se lo decían, pero esa vez era diferente.

 

Se besaron de nuevo, pero esta vez con suavidad, con deseo, con pasión. Descubriéndose, dando rienda suelta a sus emociones.

 

El sentimiento fue tan profundo que causo un dolor inusitado en el corazón de Hiroki. Lo que mas había temido estaba sucediendo y el había sido el culpable, le había abierto las puertas a su desgracia, había acogido gustoso en su corazón el fin de todos sus sueños. Se separó de Nowaki con tristeza , poniéndose de pie caminó hacia el ventanal de su habitación.

 

Nowaki lo siguió abrazando su espalda y besando sus cabellos.

 

—Esto no puede ser.

 

Nowaki le dio la vuelta para encontrarse con sus ojos llenos de lágrimas.

 

—Mi hermana es tu prometida, la boda será en pocos días ¿Qué estamos haciendo?

 

Nowaki entendió sus temores, y quiso alejarlos de su mente.

 

—El compromiso fue un error, todo ha sido un gran error. No puedo casarme con alguien que no amo, solo por cumplir un mandato.

 

—Pero...

 

Nowaki lo beso, acallando sus miedos.

 

—Hablaré con mis padres, arreglaré las cosas. Tu hermana encontrará alguien que la ame. Yo solo te quiero a ti.

 

Hiroki le sonrió. —Apenas me conoces, apenas te conozco.

 

—Pero sientes lo mismo que yo, lo sé. —Le dijo Nowaki besando sus manos.

 

—Es una locura.

 

Nowaki lo abrazó con fuerza. —Entonces hagamos algo con mi locura y tu cordura. Olvidemos todo por hoy, déjame conocerte. Aunque yo sé lo que siento y nada me hará cambiar de opinión.

 

Pasaron gran parte de la noche sentados en el sofá. Hiroki envuelto en los brazos de Nowaki. Susurrándose sus historias, construyendo con recuerdos el álbum de sus vidas. Cuando Nowaki dejo de percibir su voz, notó que estaba profundamente dormido y solo la lealtad que le debía a su familia le impidió tomarlo en sus brazos y llevárselo lejos. Con cuidado lo llevó hasta su cama arropándolo dulcemente. Besó sus labios susurrándole amorosamente.

 

—Hasta mañana mi hermoso príncipe. Me llevo tu cordura y te dejo mi locura, para que así sientas un poco como yo y para así poder hacer las cosas como tú las quieres. Pero una cosa te prometo, nada me separara de ti, jamás.

 

 

******

 

—Sal de mi habitación.

 

Nowaki se lo esperaba, pero no esperaba ver la determinación en el rostro de su hermano cuando entró a su cuarto y lo encontró esperándole.

 

Miyagi no se inmutó por el tono de advertencia.

 

—Escribiré a mi padre para que adelante el viaje, haré todo lo que sea necesario para hacerte entrar en razón. No permitiré que le hagas daño a mi madre, ni a ese joven que solo será una víctima de tu insensatez.

 

Nowaki estaba lívido. Miyagi estaba llegando muy lejos con sus amenazas.

 

— ¿Tanto te cuesta creer que lo amo?

 

Miyagi cerró los ojos, frunciendo el ceño con pesadez.

 

—¿No amaste acaso a la princesa, a la marquesa, al joven duque? ¿No amaste quizás al paje del rey de…?

 

 

—Basta. —Cortó Nowaki las palabras hirientes de su hermano. —Hiroki es diferente, él es dulce, inocente, espontáneo, altruista.

 

Miyagi se puso de pie y caminó hacia la puerta, sin mirarle le dijo amenazante.

 

—Desiste Nowaki o tomaré medidas y esta vez no habrá nadie que te ayude, porque esta vez no estoy de acuerdo contigo.

 

Nowaki golpeó la pared violentamente cuando su hermano salió. Sus errores del pasado le estaban pasando factura y Miyagi no sería su cómplice. Solo le quedaba hablar con su madre, demostrarle que era sincero, ella sería la única que podría ayudarlo.

 

******

 

Hiroki despertó muy temprano como siempre. Miró a su alrededor y sonrió recordando lo que había pasado, los besos, las dulces palabras. Nowaki era como él había soñado, su príncipe era perfecto.

 

“¿Mi príncipe?”

 

—¿Qué hiciste Hiroki? ¿Qué hiciste?

 

Molesto consigo mismo se dio un baño rápido y se vistió para salir. Iría a ver a Misaki y luego al albergue. Lo que había pasado esa noche no debía volver a pasar. Tenía que pensar con la cabeza, no con el corazón, nunca más con el corazón. Aprovechó que nadie se había despertado aún y corrió por los pasillos hasta las caballerizas. Pero su sorpresa fue mayúscula al ver a Nowaki con toda su gloriosa masculinidad, subido en su imponente caballo.

 

—Lo estaba esperando, Alteza.

 

Hiroki miró a todos lados, preocupado de que alguien los  viera.

 

—Nowaki... que…que hace.

 

Él, se bajó del caballo y con un ágil movimiento lo tomó de la cintura subiéndolo para no darle tiempo de negarse. Se subió tras él y agito las riendas.

 

—Hoy seré yo quien conozca las cosas que haces fuera del palacio.

 

Murmuró Nowaki a su oído, mientras el caballo atravesaba a toda velocidad el enorme portón del  palacio. Hiroki sonrió complacido recostado en el tibio regazo y envuelto en los poderosos brazos. Olvidó sus miedos y decidió robarle aunque fuera un día  a la vida que no podía tener.

 

Miyagi salió segundos después, llegó a las caballerizas pero ya era demasiado tarde. Entró de nuevo al palacio y desde la biblioteca mandó a un sirviente a buscar a Akihiko.

 

—Alteza ¿qué ocurre? —Preguntó preocupado Akihiko, cuando entró a la estancia

 

—Tu hermano es un imbécil, eso es lo que ocurre.

 

Miyagi se paseaba de un lado a otro, Akihiko se quedó de piedra al oir las palabras de Miyagi. Nunca mencionaban aquel secreto, nunca. Algo grave debía estar pasando para que Miyagi estuviera tan fuera de sí.

 

—Alteza si…

 

—No te comportes como un imbécil tú también, con un hermano idiota tengo suficiente.

 

Le gritó Miyagi harto de su actitud. Akihiko, persuadido por su tono y por su furia decidió cambiar de actitud.

 

—Miyagi, por favor serénate y dime que es lo que pasa.

 

Miyagi se sentó, respirando profundo respondió derrotado.

 

—Nowaki decidió romper el compromiso, se enamoró del príncipe Hiroki y estoy seguro que pasará por encima de quien sea por lograr quedarse con él.

 

Akihiko palideció. —Pero… no puede. Mamá… ella, ella se lo pidió.

 

Miyagi miró a su hermano con asombro y ternura, era la primera vez que lo oía referirse a su madre de aquella forma. Pero decidió no hacérselo notar. Akihiko era muy voluble con aquel tema y ahora tenía otros problemas que enfrentar.

 

—¿Entiendes mi preocupación ahora?

 

Akihiko cambio su expresión de preocupación a una de ira. —¿Dónde está ese testarudo ahora? Así sea a golpes lo haré entrar en razón. No puede… no puede hacerle esto a nuestra madre. No ahora que…

 

 

—Akihiko, ahora eres tú el que tiene que calmarse. —Habló Miyagi conciliador— .De igual forma Nowaki no responde a la violencia, tenemos que pensar en una forma más sensata de que entienda que está cometiendo un error.

 

Miyagi suspiró mirando al vacío pensativo. —Me preocupa que esta vez sea verdad, Akihiko. No lo vi nunca tan decidido, con un poco de presión siempre cedía. Fue fácil para él dejar a esas personas que no amaba realmente. Pero no sé, creo que esta vez será distinto y escogió el peor momento para enamorarse realmente.

 

*****

 

—Nowaki este no es el camino al albergue.

 

Hiroki había estado tan ensimismado en el calor de Nowaki que no se dio cuenta que este había desviado el camino.

 

—Lo sé. —Respondió Nowaki con picardía—. Te llevaré más tarde para allá, ahora quiero ver el camino del que me hablaste, el de la montaña de la ceniza que va al lago.

 

Hiroki sonrió negando con la cabeza. Nowaki siempre conseguía sorprenderlo. Le fue señalando el camino hasta que finalmente llegaron a su destino. Nowaki se maravilló con la belleza del lugar, tomó la mano de Hiroki y caminó con el explorando los alrededores.

 

—Este lugar es magnífico.

 

No había nada más magnifico que aquel rostro cargado de emoción. Pensó Hiroki entusiasmado.

 

—Siempre me ha gustado conocer lugares así. A veces pienso que si no hubiese nacido como un príncipe, me habría encantado ser un viajero errante. Un nómada en busca de su hogar.

 

Nowaki hablaba soñador, sosteniendo a su amor entre sus brazos, sentados bajo el tibio sol, sobre la alfombra de grama.

 

—Pero eso fue hasta que te conocí y encontré mi hogar en ti.

 

Besó los labios cálidos de su hermoso príncipe con suavidad, diciéndole entre besos.

 

—Cuando seas totalmente mío, construiré un palacio para ti en cada rincón del mundo y viajaremos juntos.

 

Hiroki se dejó llevar por la fantasía, comentando con ternura. —¿Y los bebés? ¿Que pasará cuando tengamos hijos? No podremos andar de allá para acá.

 

Nowaki lo miró perplejo y luego soltó una carcajada emocionado.

 

—Tú… ¿tú puedes?

 

Hiroki asintió. —Muchos hombres en mi reino pueden tener hijos, dicen que es una leyenda, que una diosa nos bendijo.

 

Hiroki entonces sintió una pequeña angustia. —¿No te molesta verdad? Yo pensé que lo sabias, todos en la región lo saben.

 

De nuevo unos suaves labios cubrieron los suyos con apasionados besos.

 

—Adoro la idea de ver crecer en tu vientre a nuestros hijos y estoy seguro que serán pequeños aventureros como tú y yo.

 

La mirada de Hiroki se tornó turbia  y sin esperanza. —Nowaki no me hagas creer en este sueño. No lo hagas por favor. Dolerá mucho cuando tenga que despertar y la realidad sea otra.

 

Nowaki lo abrazó con fuerza. —No es un sueño, tú ya me perteneces y para hacer realidad nuestros planes pasaré por encima del que sea. Nada me detendrá Hiroki, así tenga que raptarte, no dejaré que nadie te aparte de mi lado.

 

 

Fue allí, entre la  voz de la cordura y la  voz de la locura, que el amor que comenzaba a nacer perdió el camino. Lagrimas habrían de derramarse, pues en lo  irracional de las promesas de un loco, floreció la esperanza de un cuerdo, que creyó sin temor,  en la felicidad que se pintaba de arcoíris en un cielo azul cimentado en una mentira.


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