Salir. Salir y correr eso tenía que hacer, pero el miedo que sentía no lo dejaba.Ya se había instalado en cada poro de su piel, helándolo desde dentro hacia afuera. La adrenalina corría por sus venas, alertándole del peligro en el que estaba.
Su respiración, errática y forzosa, le mareaba y hacía que su garganta se secara, obligándolo a tragar saliva a cada momento y, ni siquiera eso servía para disminuir el escozor que sentía en toda su boca.
El corazón le latía tan fuertemente, que temía que alguien le pudiera escuchar retumbar desde su pecho, y que al fin le atrapasen.
Sabía que tenía que huir, irse de esa pesadilla, pero no podía abandonar a los otros, aunque ya fuera demaciado tarde y no se encontrasen a su lado.
En un principio pensó que era un mal sueño, o una broma pesada de mal gusto, esperaba el momento en que las personas saltaran diciendo "¡sorpresa!" y qu las cámaras y sus amigos aparecieran junto al MC de ese mal programa, riéndose de su desgracia y por lo asustado que estaba e imitando con burla todos sus gestos de horror al momento de vivir aquello. Pero ahí estaba, en su pequeño escondite, en donde todo era oscuridad, tratando de escuchar el más mínimo ruido que ocurriese fuera, pidiendo a todos los dioses por haber, que no le encontrasen y que acabase todo de una vez.
¿Miedo? No. Terror era lo que sentía. No quería morir, tenía muchas cosas por hacer, personas que quería volver a ver, lugares a que visitar, sentimientos que sentir, metas y sueños que cumplir, y si tenía que terminar así, por lo menos quería despedirse de sus seres queridos, decirles lo mucho que los quería y disculparse por haberles fallado tantas veces, hacerles saber que nunca los olvidó.
Cerrando los ojos y tratando de tranquilizar un poco su respiración y su cuerpo, comenzó a recordar como es que todo es infierno había empezado, la época en la que eran felices todos juntos y sentían que nadie les iba a separar, el largo y difícil camino que tuvieron que recorrer para llegar hasta ahí y todo lo que les faltaba por seguir. Quería volver a abrazar a sus amigos, sentir el cariño y el calor de aquellas personas que llegó a considerar como su familia, como hermanos.
Al abrir sus ojos de vuelta, las lágrimas que tanto trató de evitar que salgan, fluyeron al fin como ríos por sus mejillas, dejando escapar en ellas toda la tristeza e impotencia que poseía, Sentía como se le iba la vida cada vez que salían de sus ojos.
Hasta que al fin sucedió. Esa puerta que le separaba del mundo exterior, aislándole y conteniéndole se había abierto, cegándole por la repentina luz que dio de lleno con sus ojos llorosos. Y en ese momento lo supo, le habían encontrado, ese sería en verdad su fin, ya no más existir. Su corazón se disparó por los aires ante tal pensamiento.
Sin dejar de llorar, poco a poco fue abriendo los ojos, acostumbrándose a la iluminación repentina del lugar,hasta que al fin dieran con la figura de su verdugo postarda delante suyo, sosteniendo con una mano la herramienta de su perdición.
Alzó más la vista hasta dar con la suya, vacía y carente de vida, mirándole penetrantemente, decidiendo el momento para acabar todo eso. Con temor de su boca salieron las única palabras que pudo decir.
-¿Por qué?-
El otro al escucharlas solo sonrió con sorna, estiró su mano vacía para agarrarle fuertemente los cabellos, impidiendo así, alguna manera de huir de su presa y, afirmando al agarre de su mano subre la herramienta, le dijo sus últimas palabras que no eran de él.
-Para la próxima, elije mejor tus últimas palabras-
Y pudo ver a través de sus húmedos ojos, como en cámarta lenta, levantaba la mano en alto, y en un rápido movimiento, le incrusta aquella cosa en el pecho, llenándole de dolor, sintiendo su filo enterrarse en su cuerpo y como al salir un líquido rojo y caliente salía de la herida, llevándose la vida con él.
-¡NO!- abrió sus ojos rápidamente, descubriendo el lugar en el que estaba. Su corazón latía fuertemente y respiraba con dificultad. Podía sentir su cuerpo frío y temblando, y como las gotas de sudor caían por su frente.El terror, todavía inundaba todo su ser, arrastrándolo a la locura.
Al final, la desesperación hizo que unas cuantas lágrimas se asomaran por sus ojos, y que unos pequeños sollozos ahogados salieran de su boca. Llevó una de sus manos hacia ella tratando en vano de acallarlos, para no despertar de vuelta a su compañero de habitación.
De pronto, sintió como se hundía la parte derecha de su cama y sin necesidad de abrir sus ojos, se aferró a esa persona con todas sus fuerzas, ocultando su demacrado rostro en el pecho del otro, mojándole la camisa que llevaba con sus gruesas y lastimosas lágrimas.
El más alto solo atinó a envolver en un abrazo al cuerpo del más bajo, y mientras le acariciaba con una de sus manos la fina cabellera, comenzó a mecerse arruyándolo con una voz apasible para que pudiera tranquilizarse.
-Shh... solo fue una pesadilla, estás aquí, yo estoy aquí, no fue real-
-Pero, pero yo, él... él...-
-No, no lo fue, ya pasó, ahora estas bien- Su voz dulce y pausada, lo tranquilizaban poco a poco, haciéndolo olvidar lo que sintió,concentrándose solo en el abrazo y el palpitar lento pero fuerte del corazón de su amigo, para finalmente dejarse llevar por las atenciones de este.
Sin que ninguno se diera cuenta, la puerta de la habitación se fué abriendo lentamente, como si el responsable de abrirla temiera lo que encontraría del otro lado. Al siguiente momento la luz inundó todo el lugar, revelando la angustiosa escena de los integrantes de aquella habitación.
Después de varios minutos de contemplar la trite imagen de aquellos dos se dirigió tranquilo a uno de los presentes pero con un deje de preocupación en sus ojos, ya que sabía que el más chico no necesitaba más alteraciones de las que tenía.
-¿Otra vez?-
-Sí hyung, ya son más seguidas y creo que peores- le respondió con angustia su compañero, ya que él no podía hablar aún.
Sin embargo, sintió como la otra voz dulce (que ya habiá reconocido al escucharla) se iva acercando, diciéndole palabras tranquilizadoras, para al fin poder calmarse.
-No tienes nada que temer, todos estamos aquí para apoyarnos y contenernos mutuamente, todos juntos estamos para ayudarnos y ayudarte, nunca mos vamos a separar ni dejarte solo, puedes confiar en que te protejeremos, así como tú a nosotros Donghae-
Al terminar de escucharlo, alzó la vista hasta encontrarse con la tierna sonrisa que le regalaba su querido líder. Cerró un momento los ojos, meditando sus palabras, dejando que se adentren en lo más profundo de su ser, permitiéndoles que hagan su magia, para que le lleven a un momento de alivio.
Minutos después de tanta espera, su corazón empezaba a desacelerarse, sus músculos se destensaban haciéndolo dejar de temblar, y su repiración se volvía pausada y profunda.
Cuando pudo relajarse completamente, observó nuevamente al mayor con los ojos rojos y llorosos pero con una leve sonrisa adornando su rostro,y solo atinó a decir:
-Gracias, Leeteuk hyung-
MYSTERY...