CANSADO (ReitaxRuki)
The Gazette One-shot
Por Sakua-chan
-¿Papiroflexia…?
Una rosa con todos sus pétalos, perfectamente doblada y hecha con papel rojo y un tallo color verde, era lo que le daba la bienvenida aquella mañana al llegar estudio.
Hacía ya unos meses que se había acostumbrado a ser el primero en llegar al trabajo. Y eso “él” lo sabía.
Cerró los ojos y soltó un suspiro con pesadez… un largo suspiro. Cada vez se sentía más convencido de que había cometido un error al haber tomado esa decisión, una decisión que cada vez le apretaba más y más la tráquea hasta hacerlo sentir asfixiado.
Tomó la rosa de papel, debajo de ella aparecía una nota que decía una sarta de cosas cursis con la inconfundible caligrafía de “él”.
“Por casi cuatro años lo he arruinado, pero esta vez pienso que de verdad estoy haciendo que valga la pena, Taka. Te amo.
Akira…”
¿Amarlo? Eso era TAN sorprendente, pensaba con excesivo sarcasmo. De repente, hacia algunas semanas, que al bajista le era tan sencillo decirle que le amaba, según esto, porque esos habían sido desde siempre sus sentimientos hacia él, los cuales nunca había podido exteriorizar sino hasta ahora.
Francamente no era eso lo que recordaba…
“-Mooo… Aki… - canturreaba jalándole de la chaqueta – yo siempre te lo digo… ¿Qué te cuesta decirlo solo una vez? Solo una… -pedía levantando su índice derecho – solo una y me callo ¿Vale?
Le amaba. Debía de amarlo… pese a haberle engañado hacia un año. Debía de amarlo, sino… ¿Para qué habría vuelto a pedirle perdón luego de solo un mes de haber terminado con él? Había dejado a la tal Mika-san para volver a su lado.
Kai insistía en que le dejara, que aunque Akira perteneciese a la banda y fuese uno de sus mejores amigos, pues… debía de reconocer que como pareja era toda una calamidad. Aoi solo se aferraba a decir “Ruu, si ya te fue infiel una vez va a ocurrir de nuevo, otra y otra y otra vez… y a saber si antes de Mika-san no te engañó también”. Uruha no decía nada… eso dolía más puesto que… solo le sonreía con tristeza…
-¿Me lo vas a decir o que, Akira? –insistió sin soltarse de la ropa del otro que iban caminando con prisas casi llevándolo a rastras.
-¿El qué?- le observó por encima del hombro con notorio fastidio.
Le chocaba que se hiciera el tonto. En aquella ocasión le había pedido perdón de todos los modos posibles por cerca de un mes. Rosas, cenas, cartas, sake, citas, palabras bonitas… solo un mes y él había caído a sus pies prácticamente ahorcando su dignidad para “olvidar” lo ocurrido.
Luego de todo aquello el romance duró otros dos meses en la relación y finalmente… Aki había regresado a ser el mismo renegón y desinteresado de siempre con él.
Pareciera que nada de lo que hacía le agradaba. Que si era encimoso, que si no tenía mejores cosas que hacer que estarle mensajeando al celular y regalándole cosas, que él tenía más amistades con quienes compartir su tiempo a diferencia de él que tanto se empeñaba en pegársele, que si se encontraba muy cansado como para ir al cine o cenar, que si aquella botella de sake que le había regalado estaba horrenda, que si esa revista de música él mismo ya la había comprado y no necesitaba que se la regalaran de nuevo, que si su corte que le habían hecho ahora era horrible y que prefería que no los vieran juntos, que porque demonios había comprado ese calzado que se veía tan poco práctico… Que porque demonios no podía dejarlo en paz…
-¡Ah, Suzuki! Que me digas que también me amas… - gimió desesperado. Sin darse cuenta jaloneó de más la manga de la que iba prendido – A veces pareciera que me haces un favor al estar saliendo conmi…
Se vio interrumpido al ver la expresión de enojo del otro y le soltó.
-Sabes que me carga que me jales la ropa, Takanori… -gruñó con fastidio. Siguió caminando sin importarle que el más bajito se quedase atrás.
Aquello solo podía significar una cosa…
Ya lo había vivido antes, justo un año atrás…
-Estás viéndote con otra persona ¿Verdad? – atinó a preguntar cuando su novio se alejó apenas un par de metros. -¡¿Verdad?!
Y dicen que el que calla otorga… Akira aparte de no saber mentir, se quedó mirándole en silencio, con una seriedad que dolía.”
La semana pasada le había obsequiado un nuevo anillo de plata, que al parecer era la pareja de uno que Reita usaba desde hacía tiempo. Le llevó incluso a un restaurante italiano a comer espaguetis para poder entregarle aquel obsequio. Y ahora cada mañana se encontraba con detalles como lo era esa rosa…
Malditas decisiones mal tomadas… ¿En qué momento se le había ocurrido darle una nueva oportunidad? Si él sabía perfectamente que ya nada sería igual… Estaba cansado física y mentalmente, ya no podía seguir. Y ahora le parecía ridícula su situación… después de todo ¿Quién podía cansarse de recibir amor?
-Llegaste temprano de nuevo… - Mierda… Y de todos, en esta ocasión tenía que ser Reita quien se presentase primero a esas horas de la mañana al ensayo. Con ansiedad observaba por encima de su hombro, igual y se encontraba con que alguien venía detrás y no se vería en la penosa situación de estar a solas con él.
¿Qué si alguien podía cansarse de sentir amor? No lo sabía, pero él se había cansado de darlo y no recibir nada a cambio. Porque eso de que el amor era un sentimiento desinteresado era una maldita falacia… ¡Claro que se buscaba algo! Y ese algo era que los jodidos sentimientos fueran mutuos… Y solo por mencionar algo: La hipocresía y desesperación mal fingida de Aki no eran recíprocos. Ya no lo amaba, ni mucho menos deseaba seguir formando parte de ese juego de “Intentémoslo”.
El solo hecho de que le abrazará le provocaba rechazo, el que quisiera besarlo le daba repulsión e inevitablemente le dedicaba severas miradas al mayor.
-Lo siento, sé que dijiste que querías que todo marchara de a poco, pero no puedo evitarlo, Taka. Es que…
-Me cansé, Aki…
Ahí estaban. Las tres palabras que tanto había postergado decir por fin salían de su boca y le resultaba tan increíblemente liberador… Tanto que quiso repetirlas con mayor seguridad todavía.
-Me cansé de ti, Akira…
Ante los atónitos ojos del mas alto dejaba la rosa de papel en las manos contrarias para darse la media vuelta. Era el momento perfecto para dar la vuelta a la hoja… Justo ahora se preguntaba ¿Por qué diablos había evitado tanto un tiempo a solas con el bajista? Si a final de cuentas era lo único que requería para poder romper con esas ataduras sentimentaloides…
Qué curioso… Un minuto su alma se sentía cansada y nada más salir y cerrar la puerta detrás de él y… Se sentía con la energía y fuerza suficiente para hacer de todo.
Volvía a sentirse vivo.