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El Secuestrador por Ninchi Sushari

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Notas del capitulo:

Disfrutenlo

CAPITULO 04:

Fin De Semana En La Noche

-¡Mierda! Verde ¿Dónde estás? - pensó entretanto mordía su labio inferior. Tan empeñado estaba en perderlo de vista que no intuyó el camino que daba. La ceguera produjo que su pie izquierdo tropezara con una piedra. Y cayó. Una risa grave llegó a sus oídos lo que originó el pánico de Vio. Se puso en pie lo rápido posible y corrió. Árboles, árboles y árboles. ¿Dónde rayos estaba? éste lugar no era la Ciudadela. Estuvo tan concentrado en esquivarlo que terminó en la Meseta Beele. Tropezó con otra piedra y cayó, su rodilla comenzó a sangrar.

-¿Por qué huyes de mí, pequeña? - Vio clavó su mirada en aquél hombre que la miraba con obsenidad.

-¡Aléjate De Mí! - bramó el rubio. El miedo lo cegó por un momento que creyó que aquél hombre era ese tal Vaati que oía en boca de sus tres yo. No, no podría ser él, lo describieron joven y bello. Éste era lo contrario. Se atrevió en vano a ponerse de pie y el pastizal volvió a recibir su caída.

-¡Cómo me voy a divertir contigo! - rió lujurioso aquél hombre. Aprisionó las muñecas de Vio, el pequeño comenzó a patalear. Empero, se ha vuelto tan frágil y débil que sus patadas eran cosquilla ante aquella bestia. Quería gritar pero no podía, su voz pareció abandonarlo en ese momento - ¿Qué tenemos aquí? - El mayor pasó su mano debajo del sostén y comenzó a masajear el pecho izquierdo del pequeño. La manera de masajear y pellizcar le dolía al rubio. Forcejeó con toda la fuerza inhumana con tal de librarse - ¡Quédate Quieta, Zorra! - le dio una fuerte bofetada. Para terminar rápido con su trabajo y satisfacer su deseo carnal separó las piernas de Vio.

Vio llevó sus manos hacia su mejilla golpeada, no le dolía, más bien ardía. Sus ojitos del mar se llenaron de lágrimas. Su acosador corrió la ropa interior de Vio, descubriendo así, su matriz. Y bajó su pantalón junto con su ropa interior. Vio cerró su ojos con fuerzas, se preparó para el dolor que vendría ahora.

Una mano se apoyó en el hombro del mayor, éste giró su cabeza. Y recibió un fuerte puñetazo en la cara. Fue tan fuerte el golpe que terminó cayendo hacia el lado izquierdo. El rubio cerró sus piernas rápidamente. Su corazón se alivió al ver a "Christofer" a su rescate. Inundado en ira, Vaati tiró de la remera del mayor - ¿Cómo te atreves? - le atizó uno que otro puñetazo en la cara sin permitir un minuto de defensa en el mayor - ¡Maldita Bestia! - lo tiró al suelo - ¡Te Largas De Mi Vista! - le dio una patada en el estómago - Vuelvo a verte por aquí y juro que te mato ¡Vete! - bramó. El acosador se puso en pie, le dedicó una mirada furiosa a Vaati por unos largos segundos, amagó atacar al brujo. Notando que éste no se iba, el brujo levantó su mano en dirección hacia un árbol de donde un luminoso hilo de rayo salió - Dije que te fueras - sonrió malicioso - No querrás ser electrocutado ¿O si? - lleno de horror, huyó del lugar. Vaati no le despegó la mirada hasta que sus oído captaron unos sollozos. Se acercó al rubio preocupado - ¿Estás bien, Violeta? - levantó su delicada barbilla con su mano. Vio no podía contener las lágrimas. Vaati llevó la cabeza del pequeño a su pecho para encerrarlo en sus brazos - ya... ya... tranquila... estás a salvo conmigo - le habló de manera dulcificada que Vio ha oído en su vida. Vio se aferró fuerte al mayor.

Verde buscó a Vio por toda la Ciudadela. Sólo encontró a Rojo y a Azul, quienes al enterarse de la situación dejaron su plan de lado para buscar a Vio. Link osó por ir a su casa, rogó que estuviera allí. En cuanto llegó, encontró a Vaati saliendo de su casa.

-¡Tú! ¿¡Cómo Puedes Dejar A Tu Hermana Salir Sola A Éstas Horas!? ¡Estuvo A Punto De Ser Violada, Idiota! - Link se impresionó al oír eso. Con un hilillo de voz dejó escapar un "¿Qué?" - ¡Eres Su Hermano Mayor! ¡Cuídala! ¿Así cuidarás a tu esposa?.

-No me digas qué hacer - Link frunció el cejo.

-En serio, idiota, cuídala - habló sereno el brujo - A pesar que la conozco muy poco, significa mucho para mí... no sé qué haría si algo le pasara - murmuró. Sin una palabras más, emprendió su camino hacia la Ciudadela. Link entró a su casa, no dudó ni un segundo en caminar hacia su habitación. Vio permanecía sentado en su cama, sollozando.

-Lo siento, Vio - se acercó al violeta para abrazarlo. El mencionado se aferró a él. Y rompió en llanto.

El sol se asomaba por las copas de los árboles cuando Link despertó. Observó a Vio; todavía dormía, tenía los ojos hinchados de tanto llorar. No pudo evitar sentirse culpable. Mejor sería dejarlo dormir. Salió de su habitación. Lo primero que vio al salir fue a Azul sentado en el sofá, sostenía una hoja de papel y de ella leía.

-¿Qué lees? - preguntó curioso.

-Una carta de Sirope - respondió el gruñón - Es sobre lo que Vio podría ser una mujer completa en cuanto más tiempo se encuentre así - dobló la hoja de papel y lo guardó en su bolsillo - Iré a comprar el desayuno y el almuerzo - se levantó de su asiento.

-Sí... - asintió Verde.


Terminaron de almorzar cuando Vaati decidió visitarlos. Vio se encontraba en su habitación, no tenía ganas de leer un libro el día de hoy. Rojo terminó de levantar la mesa cuando corrió a atender. Con una sonrisa le dio la bienvenida y la típica pregunta sobre el motivo de ir a su casa.

-Sólo quiero ver si está bien; estuve preocupado por ella - sonrió el brujo.

-Mmm... Ahorita la llamo - Rojo corrió hacia la habitación de Vio; mientras Vaati esperaba en la puerta de entrada, Link preparaba su mochila.

-De no haber sido por ti, Vio no se habría recuperado - bajó la cabeza apenado.

-¿Vio? - preguntó perplejo Vaati.

-Un apodo - respondió Link.

-Oooh...

-Pero... ¿Puedo preguntar qué hacías por ahí a esas horas? - inquirió el rubio; clavó sus ojos zafiros en los de Vaati como si en ello tratara de descubrir la verdad.

-Acababa de visitar a mi abuelo - mintió el brujo entretanto esbozaba una sonrisa y encogía sus hombros. Link perduró unos largos segundos clavando sus ojos en él. Meneó la cabeza.

-Ya veo... - Movió la cabeza para mirar a Azul, quien se encontraba en el sofá leyendo un libro. Sí, leyendo un libro de chistes que encontró tirado en La Ciudadela en su regreso de la panadería de Sal Y Pimienta. Una sonrisa se dibujaba en él por cada párrafo leído - Azul... iré a visitar a la Princesa Zelda

-¿O a darse besitos? - preguntó burlón el gruñón, lo cual, causó el color carmesí en el pellejo rubio de Link. Y una risa de Vaati.

-Cállate, volveré a las siete - avisó antes de salir de su casa.

-¿Dijo que iría a visitar a la Princesa Zelda? ¿Son amigos? - inquirió absorto el brujo. Azul asintió a sus preguntas - Vaya... digo... no cualquiera tiene la suerte de ser su amigo - murmuró. Vio salió de su habitación. Apenas vio a Vaati, esbozó una sonrisa - Hola... - el brujo se acercó al rubio y rodeó al pequeño con sus brazos.

-Hola Christofer... - Vio correspondió el abrazo, apoyó su cabeza en el pecho del mayor de una manera que podía ver a Azul hacerle muecas de burlas.

-¿Te sientes bien? - preguntó el mayor.

-Como para ver a mi hermano leyendo un libro, creo que no - respondió perplejo Vio.

-Oh Come On! ¿Tanto les asombra que lea un libro? - bufó el gruñón. Dejó el libro sobre la mesa y se puso de pie - Voy al jardín trasero.

-Te acompaño - Rojo corrió tras él. Los chicos púrpuras se emanciparon del abrazo.

-Gracias por lo de ayer, Chris... - el mencionado negó con la cabeza lentamente; sin borrar su sonrisa - no sé cómo agradecerte...

-No es nada... me importa tu bienestar

-... - Vio miró para todos lados, cada rincón de su casa antes de llevar a cabo su acción. Se puso de puntillas y acercó su rostro a Christofer, para depositarle unos tres pequeños besos en la mejilla como una mamá a su bebé. Las mejillas del brujo se tornaron rojas, hicieron juegos con sus ojos al sentir los suaves labios del rubio. Vio le dedicó una tierna sonrisa a la vez que sus talones volvían a pisar la superficie.

-N-no me lo espe-esperaba - tartamudeó. Vio rió bajo.

-Vio ¿Qué pasó con la hamaca? - Azul entró perplejo junto a Rojo.

-No sé, quizá le cayó un rayo por la tormenta del viernes o del sábado de hace dos semanas - respondió sereno Vio - igual, hace varios días que no veo la hamaca en el árbol... pensé que lo habían robado... - agregó.

-Poof - bufó el gruñón, caminó hacia el sótano - ven, Rojo,vamos a hacer otra hamaca.

-Sííííí - Rojo corrió hacia el sótano. Vio y Vaati se clavaron las miradas y rieron, recordando la caída de la rama y de la hamaca. Azul y Rojo entraron al sótano, prendieron tres velas y comenzaron su búsqueda de sogas y una pequeña madera rectangular - Mira Azul, aquí está la hamaca ya armada... - agarró las sogas ya unidas a una tabla de madera.

-Ah... entonces no lo robaron, se habrá caído y Verde la habrá traído aquí - dedujo Azul. Con un soplo apagó las velas. Subieron las escaleras. En su camino hacia la puerta de entrada, divisó a Vio y Vaati sentados en el sofá, hablando y sonriendo - Parejitas... - dijo en tono burlón. Vio le dedicó una mirada asesina; Azul agarró la mano de Rojo y corrieron hacia el jardín trasero entre risas burlonas. Eligieron un árbol cuyas ramas fuera perfecta para sostener mucho peso. Encontraron uno a sólo unos pasos detrás de su casa. - Tendré que pararme sobre tus hombros para atar las sogas.

-¿¡QUÉ!? Pero... Azul... Eres pesado... - Rojo hizo puchero.

-Claro que no, pesamos y medimos igual, será sólo por un ratito. - Rojo vaciló por unos segundos, se acluquilló; Azul tomó asiento sobre sus hombros y Rojo se levantó con esfuerzo, Azul era pesado para él. Retrocedía unos pasos lo que producía que Azul perdiera el equilibrio - ¡Quédate Quieto, Rojo!.

-Eso... Intento... - dijo el pequeño. Azul se agarró de la rama.

-Para colmo, ésta rama está alta - Ató un extremo lo más fuerte que pudo y a unos centímetros ató el otro. Se bajó de Rojo para luego tomar asiento en el columpio.

-¿Por qué tú primero? - Infló los cachetes el de vestimenta rubí en señal de molestia.

-Porque yo lo até por lo tanto merezco columpiarme primero - Rojo se hizo a un lado cuando Azul comenzó a columpiarse - cinco minutos cada uno... ¿Te parece bien?.

-Está bien - suspiró el pequeño, se cruzó de brazos y se limitó a observar. Azul comenzó a columpiarse, cada vez más alto, quería practicar para participar en el juego de los columpios que se realizará la semana siguiente, Rojo y Vio también quisieron participar. Mas, las sogas no estaban bien atadas. Por el peso de Azul, se desataron y cayeron al suelo junto con el gruñón. Rojo al ver la escena, no pudo evitar lanzar la carcajada más fuerte de su vida.

-¡Ya Cállate! ¡Me caí por tu culpa!

-Jajajajaja ¿Por qué ajjaajjaja por qué mía? - se sobó la panza - ¡Ay, mi jajajaja pancita! jajajaja.

-¡Porque eres tan débil que tuve que atarlo rápido y mal! ¡Por eso! - respondió el enojón, pero Rojo seguía riéndose de su caída que no lo escuchó. Azul se levantó y se dirigió hacia su casa,los rezongos lo acompañaban.

-Jajajaja Azul perdóname jajaja pero es que fue épica esa caída jajajaja - se disculpó mientras seguía sus pasos.

-Mira - Vio le señaló su pequeño estante de libros. Libros pequeños, gordos, tapas duras y blandas, de todo tipo.

-Wow... ¡Cuántos libros! - comentó Vaati mirando de abajo hacia arriba - ¿Te los leíste todos?

-No... tengo veinticinco libros pero llevo leyendo seis aún - sonrió. Agarró el libro cuyo título era "El Psicoanalista" - ahora mismo estoy leyendo éste - Vaati agarró aquél libro que sostenía aquellas delicadas manos. Disparó una ojeada en todas las páginas.

-¿Cuánto te salió éste? Es el que quiero conseguir.

-Sesenta rupias - respondió el rubio. - Pero ya me falta poco para terminarlo... cuando lo termine, te lo presto.

-Gracias - sonrió el brujo mientras se detenía donde un bookmark marcaba la última página leída. - Ya ansío leerlo.

-¿Qué hacen, parejitas? - Azul entró a la habitación de Vio con una sonrisa traviesa en la cara.

-Azul, basta - masculló el rubio violeta, le dedicó una sonrisa forzada al gruñón. Vaati leyó unas palabras del capítulo por donde Vio había quedado. Pero cerró el libro rápidamente cuando una pequeña cucaracha salió debajo del bookmark.

-Ya ansío leerlo - sonrió y le entregó el libro a Violeta, quien le enseñaba la lengua a Azul de manera molesta.

-¿Mostrándole libros, Violeta? - Azul se acercó a Vaati y agarró un libro gordo llamado "Mar de Fuego" - Mira, Christofer... esta es la descripción gráfica de la reacción de Violeta cuando consigue un nuevo libro - aclaró su garganta - ¡Aaaaaaaahhh! ¡Miren el hermoso libro que conseguí! - comenzó a dar vueltas con el libro en manos - ¡Miren lo gordo que es! - acarició la tapa de dicho libro; luego, abrió el objeto por la mitad - Sientan ese aroma... ¡Qué deliciosa! - puso el libro junto a las demás colecciones y los observó con cariño mientras juntaba sus palmas - Luce tan lindo junto a mis otras colecciones - volvió a agarrarlo - ¡Es el libro de mis sueños! - suspiró. Vaati lanzó una risa por cada acción que Azul realizaba describiendo a Vio - Así es ella aunque no lo creas - rió.

-No es cierto - Vio se cruzó de brazos e infló sus cachetes.

-Claro que sí, ¿no es cierto, Rojo? - el pequeño asentía mientras reía.

-¿Te ríes de mí, Rojo?

-No jajajajaja me río jajaja de Azul jajajaja su caída jajajajaja - corrió hacia la cocina ya que comenzaba a agarrarle hipo de tanto reír.

-No fue gracioso - frunció el cejo el gruñón. - Cómo sea... Violeta ¿Puedes comprar las galletas con chips de chocolate? - le entregó unas rupias.

-¿Y yo qué soy, tu sirviente o qué? - se molestó el violeta, Azul y Vaati le clavaron la mirada, perplejas - digo... ¿Yo qué soy? ¿Tu sirvienta o qué?.

-Yo prepararé el chocolate, ¿Quieres chocolate caliente, Christofer?.

-Sí, gracias, de paso... quiero comprarme las galletas llamadas Brujitas, son mis favoritas - cogió de la mano de Vio- ¿vamos, Violeta?- sonrió.

-¡Yay! ¡Yo también quiero chocolate caliente! - Rojo entró saltando a la habitación. Azul entrecerró sus ojos, no se despegaron de Vaati. La ausencia de Verde le daba el permiso a él de cuidar bien de Vio por más que Christofer no tenga relación alguna con los secuestros.

-Entonces... los acompañaré... -

-Decídete - bufó Vio.

-Yo también quiero acompañarlos - Rojo levantó los bracitos de manera infantil.

-Bien... entonces, vamos... - Azul salió de su casa junto a Rojo, seguido del par púrpura. Caminaron lentamente por el pastizal; sentir la calidez del sol en invierno era una sensación placentera para éstos chicos que les dieron ganas de realizar un picnic en el jardín de su casa. Llegaron a la panadería de Sal Y Pimienta con palabras y risas. Compraron dichas galletas preferidas para los Links y Vaati. Y salieron hablando sobre el famoso parque de diversiones hallada delante de La Montaña De La Muerte, estaban ansiosos para que llegue ese día - ¿Quieres venir con nosotros, Christofer?.

-¿A dónde?

-"Al Parque De Diversiones Arboleda" Hay que pagar tres mil rupias la entrada y puedes subirte a todos los juegos - respondió Azul.

-¿Tres mil rupias? ¿tanto? - arqueó las cejas Vaati.

-Tres mil rupias porque pagas todos los juegos donde te subirás, sumando las comidas y las habitaciones por una semana. Cada juego tienen premios - respondió Vio.

-¡Ya Quiero Ir! ¡Vamos A Pasarla Genial! - decía Rojo eufóricamente.

-¿Quieres venir, Christofer? - Vio le apretó la mano del mencionado y le dedicó una tierna sonrisa - será divertido, iremos con Link y con la princesa Zelda también.

-Está bien - asintió el brujo.

-Si es que puedes, no es obligación - dijo Rojo.

-Sí puedo, en caso de que me surga un problema, avisaré.

-¡Genial! -exclamaron los tres Links. Una vez llegado a casa, Azul y Vio se encargaron de los chocolates mientras Rojo y Vaati acomodaban el jardín para merendar. Pasaron una linda tarde conversando, jugando, y riendo y a veces discutiendo debido a los coscorrones que Rojo recibía de Azul. Por un momento, Vaati pensó que se había metido con una familia anormal pero a la vez le agradaba estos chicos.

Link ya había llegado a casa cuando Vaati se despedía de Violeta, los púrpuras se encontraban en la puerta de entrada hablando. Admitió sentirse celoso por un momento y entró a su casa un tanto molesto.

-Hermanos - río Vio - yo también me puse celosa cuando Link comenzó a salir con Zelda.

-Es normal - rió también el brujo. - En fin... ya me voy, se me hace tarde.

-Sí, gracias por preocuparte y visitarme, me hizo bien - Vio se acercó hacia el brujo para abrazarlo por debajo de sus brazos, apoyó su cabeza en el pecho del brujo.

-De nada - correspondió el abrazo.

-Ojalá puedas ir al parque de diversiones, te esperaremos en la Ciudadela el viernes a las tres de la tarde - emanciparon el abrazo.

-Ahí estaré.

-Adiós - se despidió Vio y entró a su casa. Y Vaati emprendió el camino hacia su palacio. Link se encontraba tomando té, sentado en la sala de estar. Vio se sirvió té y le hizo compañía a su hermano, como sabía que Link no estaría mucho tiempo, agarró el libro"El Psicoanalista" para leerlo por un rato. - ¿Cómo te fue con Zelda, Verde? - apoyó la taza de té y el libro en la mesa.

-Muy Bien - sonrió el agresivo - Cada día más linda - dio un sorbo a su té. - ¿Y a ti, cómo te fue con Christofer? - Vio se levantó y se dirigió a la cocina, luego volvió con una pequeña bolsa de galletas en la mano.

-Muy bien, también, al menos me animó un poco el día... creo... - agarró una galleta para luego mojarla en el té y comerla.

-Mañana nos contaremos todo... Zelda me deja agotado - se levantó y llevó su taza a la cocina.

-Claro - Vio agarró el libro, abrió la página marcada con el bookmark; en cuanto lo vio, su expresión serena se transformó en una de asco - ¡diuuugh! - Una cucaracha aplastada adornaba el libro. Vio cerró el libro y dejó la taza y las galletas de lado - creo que perdí el apetito.

El círculo blanco se hallaba en lo alto del manto obscuro; un pequeño brillo rodeaba la circunferencia de la luna. Unas pocas estrellas le hacían compañía esa noche. La luna les brindaba una luz a Hyrule que los faroles encendidos sólo eran un estorbo - podría ahorrar velas leyendo si la luna sigue alumbrando de éste modo, esbozó una sonrisa el violeta - daba vueltas en la cama, no encontraba la posición perfecta. O la misma rabia que sentía por aquél acosador impedía el abrazo de Morfeo. Al menos, no podría dormir hasta vengarse. Tomó asiento sobre su cama; como anteriormente dicho, no era necesario prender ni una vela para vestirse perfectamente. Salió de su habitación de puntillas, abrió la puerta sin hacer el mínimo ruido para luego cerrarla tras de sí. Se maldijo así mismo; entró a su habitación y salió con su espada y escudo en manos. Entró sigilosamente a la habitación de Azul y Rojo; se acercó de puntillas hacia Rojo y le zamarreó el brazo sutilmente.

-¿Qué sucede, Vio? - el pequeño se refregó los ojos.

-Shh... ven a la sala de estar - le respondió casi sin voz para luego salir de la habitación con cautela. Rojo tomó asiento en su cama, estiró sus brazos y salió de su habitación.

-¿Qué sucede, Vio? - repitió la pregunta el más pequeño.

-Mira, no puedo dormir pensando en ese idiota que quiso violarme ayer - respondió el violeta.

-¿Ajam?

-Quiero atraparlo.

-Pero Christofer lo amenazó con matarlo si lo volvería a ver... ¿No es así?

-Sí, pero no estoy seguro... de seguro ese hombre querrá vengarse y estará esperando la oportunidad de encontrarme solo y desprevenido; tú y yo corremos riesgo. Como dijo Azul, todos te confunden con una niña así que es muy probable que pueda atacarte a ti también.

-Mmm...

-Desde que me convertí en mujer soy mucho más débil, no tengo las mismas fuerzas que antes - entró por segunda vez a su habitación, volvió a maldecirse con eso. Lo que menos quería hacer era despertar a Link. Salió con el vestido rosa con la que vistieron a Rojo el día anterior; junto a él, maquillajes también. El corset no podía faltar. - Por el bien de Hyrule, Rojo - el pequeño asintió.

Vistió, peinó y maquilló a Rojo hasta obtener el aspecto de una dulce y hermosa niña. Ambos salieron de su casa. Vio ordenó a Rojo de pasear por la Ciudadela tal como lo hizo él el día anterior mientras se escabullía entre los arbustos. Rojo caminaba mientras tarareaba una música celta. Fingía caminar como si diera un paseo nocturno sin tener en cuenta los peligros que podía correr. Vio preparó su espada al ver a un joven acercarse a Rojo. Lo examinó cuidadosamente: joven, cabello corto y castaño, piel pálida, barbas mañaneras, vestía de una playera blanca mangas largas debajo de una túnica marrón. En la parte inferior, un pantalón verde finalizando con un par de botas marrones. Lo que capturó la atención de Vio, fue el antifaz que cubría la mitad del rostro de éste joven.

-¿Está perdida, señorita? - preguntó el joven mientras sus pasos le permitían acercarse; el pequeño dio media vuelta absorto. Pero luego, sonrió.

-No, sólo estoy paseando - respondió.

-¿Vienes de la fiesta de disfraces que se está realizando en el Este de la pradera? - Rojo permaneció perplejo por unos segundos, no obstante optó por asentir.

-Sí, salí de la fiesta y me perdí, soy nueva aquí -lanzó una risilla.

-¿Desea que la acompañe?.

-Si es muy amable. Gracias.

-¿Cómo se llama, pequeña?

-...Rosalinda - mintió Rojo.

-Rosalinda... tal como eres, vistes de rosa y eres linda - el rubio volvió a lanzar otra risilla - venga, pequeña, la llevaré a la fiesta - Rojo fue el primero en dar el primer paso. El joven detrás de él, sacó una pequeña botella de cloroformo de su bolsillo junto a un paño blanco; enjugó el paño. Rápido y brutal, las fosas nasales de rojo se vio embriagado ante el aroma. Sus párpados cayeron, entró en un profundo sueño. Su cuerpo se desplomó al suelo. El oji azul cargó aquél cuerpo como una princesa. Vio salió de entre los arbustos.

-¡Hey! - sobresaltó. Sin dar media vuelta, comenzó a correr lo más rápido posible. Vio sacó su espada, y también, comenzó a correr - ¡Vuelve Aquí! - tropezando con alguna piedras, raíces, esquivando plantas y arbustos no detenían sus pasos. El castaño levantó su brazo derecho mientras corría, la compañera de atrás le era una molestia. Por arte de magia, cinco Octorocks color rojo aparecieron. Vio no le hubiera dado importancia a no ser que uno de los Octorocks le disparara una roca en la pierna. Y cayó. Su espada se emancipó de su mano y patinó sobre el pastizal a un metro del rubio. Cuatro lianas salieron de cada árbol, para cumplir con el trabajo de aprisionar las muñecas y tobillos de Vio - ¡Suéltenme! - ordenó en vano. Sus ojos se abrieron como platos al ver a los octorocks acercarse a él; su cuerpo no resistirá tanto a las rocas. Azul tomó asiento en su cama. Después de un largo bostezo, optó por ponerse de pie para luego caminar hacia la cocina. Abrió la nevera, bebió leche de una botella. Caminó a pasos apagados hacia su habitación. Disparó una mirada hacia la cama de Rojo. No le tomó mucha importancia no verlo; de todos modos, optó por verificar si se encontraba en el baño. Nadie. Podría estar durmiendo con Verde o Vio, quién sabe, quizás tuvo una pesadilla. Los nervios despertaron al no encontrarlo en la habitación de Verde. No sólo Rojo, Vio tampoco estaba. Por un segundo, pensó que ambos podrían estar durmiendo en la habitación de su padre. De puntillas, se trasladó hacia dicha habitación.

-¿Rojo? ¿Vio? - llamó, ahora sí, preocupado. Recorrió cada rincón de su casa en busca de los mencionados - ¿Dónde rayos podrían estar? - interpelarse a sí mismo no haría más que perder tiempo. Entró a la habitación de Verde, puede que él sepa algo. Le zamarreó el brazo.

-¿Mmmm? - preguntó amodorrado.

-¿Has visto a Vio y a Rojo? - farfulló Azul.

-¿Qué? - inquirió Link. Las palabras de Azul no llegaban a discernirse en los oídos de Link.

-¿Has visto a Vio y a Rojo?.

-¿Qué?

-¿¡Has Visto A Vio y A Rojo!?- comenzaba a enojarse.

-¿¡Qué!?

-¿¡Has Visto A Vio Y A Rojo!?

-¿¡Qué!?

-¡Oh! ¡Andá a cagar! ¡Voy Solo! - Agarró la espada de Link hallada dentro del armario. Lo cual fue una pista no ver el vestido rosa para disfrazar a Rojo. Tuvo la idea de que no podrían estar lejos.

Dejó sutilmente a Rojo dormir sobre el pastizal, tomó asiento a su lado. Respiraba agitadamente. Le clavó la mirada al rubio y sonrió. Con las yemas de sus dedos comenzó a recorrer la mejilla del pequeño. Pero descubrió algo extraño.

Vio agonizaba por cada roca chocar en su cuerpo; los octorocks le disparaban sin piedad. Por más que Vio suplicara ayuda, nadie estaría ahí para acudirlo. No temía los moretones que puedan adornarle el cuerpo sino se horrorizaba con el sólo pensar lo que ese joven podría estar haciéndole a Rojo. Por un momento pensó que un ángel fue a advertirle a Azul sobre la situación por la que Rojo y Vio estaban pasando. Respondió a sus gritos de manera quebrada. Azul siguió la voz femenina de Vio; al llegar no dudó en extinguir la existencia de los octorocks. Cortó las lianas con la espada.

-¿¡Estás bien!? - apoyó la palma de su mano sobre el hombro del violeta.

-Algo... - musitó.

-¿Y Rojo?

-No lo sé...

-¿Cómo que no lo sabes...? ¿¡Cómo Que No Lo Sabes!? - se exaltó.

-No sé, un muchacho lo durmió y se lo llevó, le seguí... traté de detenerlo pero me detuvo con los octorocks y con las lianas.

-Un momento... - murmuró desconcertado. Apoyó sus manos sobre el pecho del rubio - Ésta chica... O es muy plana o aún no se ha desarrollado - pensó. Intentó correr de su ropa unos centímetros para verificar. En ese instante, Rojo salió de la modorra. Al caer en cuenta en la situación en la que se encontraba, lanzó un fuerte grito - No grites - el joven pareció haberse asustado. Azul corrió a toda velocidad, siguiendo el grito.

-¡Rojo! - el castaño al oír la voz de Azul, huyó del lugar y se agazapó en un hueco hallado en un árbol cercano. - ¡Rojo! - una vez llegado al lugar, abrazó a Rojo, quien lloraba del susto - Ya... Rojo... ya... todo está bien - habló sutilmente mientras acariciaba los dorados cabellos.

-¿Rojo? Ya me parecía familiar... pero ¿Qué rayos hacía vestido de una niña? - se cuestionaba el castaño mientras observaba la escena. Sus ojos se agrandaron y su corazón palpitó al ver a Violeta llegar. Cojeada. Herida. - Violeta...

-Vio ¿Se puede saber qué rayos hacían ustedes dos aquí? No hagas nada sin autorización de Verde y mía - bramó - no olvides que ahora eres una chica, y corres doble peligro - le recalcó en voz baja. Un volumen que Vaati no pudo llegar a oír. Vio balbuceó unas palabras.

-Lo sé - masculló Vio bajo - Sólo quería vengarme de aquél idiota que quiso violarme ayer- Azul suspiró cansino, luego ayudó a Rojo a ponerlo de pie, sostuvo de los brazos de Vio para ayudarlo a avanzar. Vaati golpeó su cabeza con su mano, luego, escondió su rostro entre sus antebrazos, apenado.

-¿Cómo he podido lastimar a Violeta? ¿Cómo no pude fijarme que era ella? - mordió su labio inferior.

Notas finales:

~o~FIN DEL CAPITULO 04~o~


Adoro escribir este fanfic por más que sea aburrido xD


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