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El Secuestrador por Ninchi Sushari

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Notas del capitulo:

Hola, vengo de vuelta con el segundo capítulo de éste hermoso y aburrido fic xD; sí, algunos fanfics me suenan aburridos pero lo escribo porque me inspiro. XD disfrutenlo! . Me acordé de que olvidé advertirles una cosa: éste fanfic es muy cursi desde mi punto de vista.

CAPITULO 02:

Cita

Vio se reflejaba en el espejo, no podía creer lo que estaba hecho ahora. Maldijo unas cien veces a Azul y se prometió que la próxima vez que éste le ofrezca chocolate caliente no lo beberá. Pero esa vez, no quiso matarlo como cuando le dijeron que le consiguieron una cita con Christofer; de no ser por Rojo, Azul estaría bajo tumba. Miró los maquillajes hallados en el modular cerca de su cama. No quería maquillarse, se sentía incómodo. Se limitó a arreglar su ropaje: su típica túnica violácea sobre una calza y playera de mangas largas; escuchó las voces de sus hermanos inundar por la sala de estar, se acercó a escuchar.

—La única desventaja es que no nos dijeron las características de éste tal Vaati— murmuró Verde tomando asiento en el sofá.

—Así se nos haría una tarea muy fácil— Rojo se tumbó en el sofá al lado del líder.

—¿Dices, tú, Azul, que puede ser él?— Link cruzó brazos y piernas.

—No lo sé...— respondió el enojón. Se apoyó en la puerya de su habitación — estuve a punto de decirle que no... Pero, entonces, pensé que Vaati puede ser cualquiera... Vayan ustedes a saber si Vaati no se hace pasar por otra persona.

—Hiciste bien— sonrió Link.

—Esto cada día me impacta más — murmuró Vio saliendo de su habitación — de verdad, que no los conozco. No sé por qué me asusta verlos idear un plan sin mí.

—¿No vas a maquillarte? — sonrió un inocente Rojo.

—No... Me siento raro... Como si tuviera la cara pesada — respondió el Link violáceo — ugh... — se tumbó en el sofá al lado de Rojo — no veo la hora de que éste día acabe.

—¿Ansioso por la llegada de tu novio, Vio? — Azul soltó una risilla traviesa.

—Cállate — bufó Vio.

—Eres perfecto para esto, Vio — sonrió apenado Verde. Vio permaneció pensativo por unos segundos.

—Oigan... ¿Cómo vuelvo a la normalidad? — preguntó. Rojo y Verde dirigieron las miradas hacia Azul. Tres golpes en la puerta hicieron saltar del susto a los Links. Vio miró a Verde haciendo puchero. Rojo rió divertido.

—Será sólo por un rato, Vio — le alentó Verde.

—Pásala bien... — Rojo le dedicó una tierna sonrisa. Vio se levantó de su asiento; respiró hondo y atendió. Tal como se lo esperaba: era "Christofer".

—Hola Christofer – atendió junto a una sonrisa forzosa.

—¿Violeta? — Vaati observó absorto de pies a cabeza a Vio.

—Sí; soy yo— asintió.

—Wow… sin ofenderte, pero luces más bella sin maquillaje — Vio rodó los ojos.

—Me alegro de que lo dijeras; no me gusta el maquillaje — cerró la puerta de su casa — ¿vamos? — sonrió. Vaati le brindó su mano. El rubio bajó la cabeza para mirar la mano, perplejo — ¡Cinco! — chocó su mano con la de Vaati.

—Pff… Jajajaja ¡Eres graciosa! – rió el brujo. Cogió su mano y comenzaron a caminar rumbo hacia la Ciudadela. Link los observó a través de la ventana, apenas había corrido la cortina para que no se dieran cuenta; Azul estaba detrás de él, intentando espiar en vano, la curiosidad le carcomía por dentro.

—¿Qué hacen? ¿Qué hacen? – farfullaba.

—Ya se fueron— respondió Link. Cerró el poco espacio de la ventana que la cortina no llegó a cubrir; clavó sus ojos en los de Azul – Azul, ¿Cómo se rompe el hechizo?.

—…— Azul trató de recordar el día en que fue a la tienda de la bruja Sirope en Lago Hylia; recordaba todo excepto cómo romper el hechizo —Creo que no le ha preguntado eso— murmuró —Iré a averiguar.

—Te acompaño — Rojo sonrió infantil.

… … … …

—Creo que pediré un remo — Vio cerró el menú.

—Por favor, no te mates haciendo dieta —sonrió compasivo el brujo.

—Lo sé, pero hace una hora acabé de almorzar. Por eso no siento hambre.

—Aah… entiendo… — Vaati cerró el menú y bajó la cabeza— debiste habérmelo dicho antes.

—No importa, lo tomaré como si fuera postre — Vio apoyó su espalda hacia atrás. El brujo levantó la cabeza y se sonrieron el uno a otro, dejó el menú de lado.

—También pediré un remo; la verdad, no se me antoja comer chucherías —Vio levantó una ceja — Jejeje, de verdad, luces muy bonita sin maquillaje – apoyó sus codos sobre la mesa de madera del bar.

—… Gracias… —arqueó las cejas y desvió la mirada como si hubiera cometido un papelón —Esto me resulta un poco incómodo —pensó.

… … … …

Azul acompañado de Rojo, caminaron hasta llegar al Lago Hylia. Azul y Rojo no recordaban dónde quedaba la tienda de la Bruja Sirope, cruzaron unos árboles, tropezaron con algunas piedras y discutieron sobre las direcciones. Jugaron piedra, papel o tijera. Ganó Rojo, Azul siguió sus pasos y terminaron en el Bosque Minish.

—Creí que era por aquí — Rojo se rascó la nuca.

—¿Lo ves, Idiota? La próxima hazme caso — Azul se volvió hacia el Lago Hylia.

—No te enojes — infló sus cachetes — tú también te equivocas.

—No tanto como tú — siguiendo los pasos del gruñón encontraron la tienda de Sirope — ¿Lo ves? Te dije que era por aquí — entró lentamente — ¿Hola? — preguntó; en lugar de Sirope se encontraron con una bruja más joven, Azul la contempló perplejo por un rato. Ella removía una y otra vez un palo de madera dentro de su caldero. Tarareando una canción y concentrada en el líquido rosado dentro del caldero no se había percatado de Azul y Rojo – Eeem… ¿Bruja Sirope? — La joven se sobresaltó y alzó la mirada hacia Azul.

—¿Perdón?

—¿Sirope?

—No… — negó lentamente — Sirope es mi abuela; Yo soy Maple, pero estoy aquí para reemplazarla — soltó el palo de madera — ¿Qué necesitas?

—Bueno… — Azul y Rojo se acercaron hacia el mostrador — hace cuatro días he comprado una poción para cambiar de sexo a mi hermano… pero… me olvidé de preguntarle a tu abuela cómo se rompe el hechizo — La bruja desvió la mirada hacia la nada. Como si estuviera tratando de recordar. Rojo, por su parte, curioseaba con la mirada las paredes y las estanterías donde se hallaba libros de magia negra, predicciones, espiritismo, velas, ouija, y muchos frascos pequeños con un líquido espeso dentro, de diferentes colores. Le llamó la atención aquellos líquidos, comenzó a preguntarse para qué servirían y cuales serían sus efectos.

—Con un beso… — murmuró bajo la bruja.

—¿Sólo un beso?— arqueó las cejas Azul.

—Con un beso de la persona que ama bajo la luna llena — respondió. Azul y Rojo se clavaron las miradas.

Hemos condenado la vida de Vio — pensaron los pequeños.

—¿De qué género es tu hermano, ahora?

—Mujer — respondió Azul.

—Si se mantiene así por meses es posible que pueda actuar y sentir como una mujer —sonrió Maple — hasta que el hechizo se rompa.

—Oh vaya… — Azul planeaba no decirle nada de esto al Link violáceo, podía imaginarse dentro de una tumba en tan sólo unos días.

… … … …

—Veo que le tienes mucho amor a los libros — comentó Vaati mientras acercaba el vaso de vidrio a su boca para dar unos sorbos de su remo — de seguro, debes escribir mucho — supuso.

—Sí

—¿Has publicado libros?

—No, aún no. Pero me gustaría, algún día ver un libro escrito por mí en las librerías.

—¿Qué te lo impide?

—Soy menor de edad aún.

—¿Cuántos años tienes, pequeña?

—Dieciséis

—Dieciocho

—Dos años de diferencia.

—Así es…—Vaati agarró la cucharita y volvió a remover el remo— No sé tú… pero ¿no sientes algo amargo el remo?

—¿Le pusiste azúcar?

—¡Ah! ¡No! ¡Qué tarado soy! — agarró los saquitos de azúcar.

—Cabecita de novio jajaja — rió Vio ruborizando las mejillas del brujo.

—¡N-No es cierto! ¡No soy tan distraído!

—Sí… lo que digas juejuejue — rió mal-llevadamente que contagió la risa a Vaati.

… … … …

Rojo y Azul salieron de la tienda de Sirope algo preocupados, pensando en cómo decirle a Vio acerca del hechizo.

—¡Ya sé! Le diremos que el hechizo se romperá si… si besa a un sapo — sonrió nervioso Azul.

—¡Sí, suena bien! — sonrió nervioso Rojo.

—Entonces, listo… un problema menos… ¿verdad? Jejejejajaja —comenzó a reír como loco, Rojo le miró raro y decidió calmarlo un poco.

—Azul… ¿Puedo comprarme unos peluches?.

—Si tienes dinero — se encogió de hombros.

—Sí, Sí tengo — lo tiró del brazo y lo llevó arrastrando hacia una juguetería cerca.

—¡Ay! ¡Rojo, Espera! ¡No hay prisa! — Llegaron a la juguetería, los ojitos de Rojo brillaron y su sonrisa se agrandó.

—Ah… ¡Qué Lindoooooos! — exclamó corriendo hacia la sección de peluches.

—¡Auch! — se quejó Azul mientras se sobaba la cabeza — es peor que Zelda cuando entra aquí… — se puso de pie — ¡Rojo! ¡Oye, No te me pierdas! — se dirigió hacia la sección de peluches.

… … … …

Vio y Vaati viajaron en tren para dirigirse al pueblo Kakariko. Las mujeres conversaban alegres, los niños jugaban alegres y uno que otro cucco merodeaban por ahí.

—¡Qué pueblo tan pacífico! — exclamó Vio.

—Ujum… por allá hay una biblioteca — señaló hacia una dirección — ¿Quieres ir?

—Sí — asintió juguetón el rubio. Caminaron lentamente atravesando el pueblo hasta llegar a la biblioteca —Wow… — exclamó al entrar, asombrado — ¡Cuántos libros! — corrió hacia la sección fantasía — y encima no traje mucho dinero — comenzó a leer los títulos, todos capturaban su atención — sólo me alcanza para uno — se mordió el labio inferior.

—¿Comprarás libros? — Vaati se acercó hacia el rubio serenamente.

—Sí, uno… pero no me decido cuál — agarró cinco libros — todos suenan interesantes… no sé si elegirme éste sobre magos… o éste de vampiros o éste de dragones… — acto seguido, Vio se encontraba llorando sobre el hombro de Vaati — ¡Snif! ¡Maldita pobreza! ¡Snif!.

—Nos pasa a todos, Violeta — Vaati dejó escapar una sonrisa traviesa entretanto le sobaba la espalda. Levantó la cabeza por azar — Uh… ¿Estaba anunciado tormenta para hoy?.

—Sí — Vio levantó la cabeza para mirar el cielo; tan sólo faltaba un poco de espacio para que las nubes pudieran cubrir el cielo celestino — Eeem… mejor volvamos… — apresuraron paso hacia la parada del tren.

—Veamos… el tren que nos deja en La Ciudadela es el que llegará dentro de una hora — murmuró el brujo.

—¿Qué hora es?

—Son las seis — respondió el brujo — si mis cálculos son correctos… a la siete y media llegaremos —sonrió nervioso.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo que tu hermano me había dicho que a las siete y punto ya debes estar en casa.

—Por media hora no creo que pase nada — se encogió de hombros el rubio. Dio media vuelta y se encaminó hacia una banca para tomar asiento y esperar al tren — mientras esperamos… hablemos, ¿Si? — el brujo asintió y tomó asiento a su lado; Vio, al no saber sobre qué tema hablarle comenzó a formular preguntas con la intención de no aburrirlo aparte de conocerlo mejor; Vaati, con gusto, respondía, inventando mentiras y contando chistes para hacer reír al pequeño — Me caes bien.

—Me alegra oír eso — sonrió.

… … … …

El reloj ya había dado las seis y cincuenta de la tarde; Rojo y Azul llegaron a su casa, Rojo fue el primero en entrar. Así como entro se dirigió a su habitación tarareando una canción. Se encerró en su cuarto y comenzó a acomodar los peluches recién comprados — ¡Uf! ¡Al fin llegamos! — Azul se tumbó en el sofá y cerró sus ojos; sintió una mirada molesta clavarse en él — ¿Por qué me miras así, Verde? —preguntó sin dirigirle la mirada.

—Vendré temprano dijiste, yo limpiaré la cocina dijiste — Azul rió malicioso.

—No me di cuenta… o quizás sí y esa fue mi intención jejeje

—Hylian malvado de las tinieblas — entrecerró los ojos Link — Oye… ¿Vio te dijo a qué hora llegaría? — preocupado.

—No, pero le dije a Christofer que a las siete y punto debe estar en casa, si no es puntual se la verá conmigo.

… … … …

El tren llegó. Los pasajeros subieron, entre ellos Vio y Vaati, Vio tomó asiento al lado de la ventana y Vaati a su lado.

—Te gané — sonrió travieso el rubio dejando apoyar su cabeza sobre la ventana del tren, como respuesta Vaati hizo puchero — Jajajaja

—¿La pasaste bien?

—Sí. A veces las primeras citas no salen bien — respondió.

—¿Cuántas citas has tenido, Violeta?

—Ésta es la primera — asombró al minish con su respuesta — a veces debes ponerte en la cabeza que será una salida de amigos, sólo así sale bien las citas — aconsejó.

—Fácil decirlo pero cuando estás con alguien que te gusta es inevitable actuar como un estúpido.

—¿Mmm? — Vio movió su cabeza para mirar a Vaati — ¿Ya te gusto? —inquirió asombrado.

—Bueno… me pareces muy bonita — sonrió apenado — He visto muchas mujeres hermosas pero nunca tuve la necesidad de pedir una cita como me pasó contigo.

—¡Aaaw eso es lindo! — Vio apoyó una de sus mano sobre una mano de Vaati — pero mira que a veces, nosotras necesitamos más tiempo para conocer a esa persona — el brujo asintió. Vio levantó su hombro y movió su cabeza — ¡Ush! ¡Qué frío! — la ventana anterior estaba abierta brindando la entrada de una brisa fresca. A Vio se le puso la piel de gallina — El tiempo está bipolar, hace calor y a los siguientes minutos refresca — Vaati le pasó un brazo por el hombro.

—Yo sé cómo hacerte entrar en calor — susurró.

—… ¿Cómo? — preguntó nervioso el pequeño.

—Con un abrazo — respondió Vaati.

—Ah… jejejeje — Vio rió nervioso y correspondió el abrazo — Desde que leí los relatos eróticos malpienso mucho —pensó.

—Eeh… Violeta ¿Qué tren tomamos? — inquirió para asegurarse.

—El quince ¿Por qué?

—Porque ese no es el recorrido hacia la Ciudadela — se preocupó Vaati. Vio miró por la ventana, era verdad, aquellos recorridos no sonaban familiares para Vio.

—Queridos pasajeros, hemos llegado a Termina —Dicho eso, Vaati y Vio se clavaron las miradas perplejos, se levantaron de su asiento y caminaron hasta llegar al maquinista.

—Disculpe… ¿Éste tren no nos dejaba en La Ciudadela? — preguntó Vaati.

—¿Qué? No, ese es el número Quince.

—¿Y éste tren cuál es?

—El doce

—Uhh…— Vaati le clavó la mirada a Vio con un mohín preocupante — ¿Y ahora qué hacemos? — bajó la mirada. El maquinista lanzó una fuerte carcajada.

—Esperen a mi compañero, llegará dentro de media hora y los llevará de vuelta al pueblo Kakariko. Allí pueden tomar el Quince — recomendó el mayor mientras salía del tren.

—Está bien — sonrió sereno Vio, Vaati miró el reloj.

—Uh… son las ocho — comenzó a calcular — ocho y media… nueve y media… si mis cálculos son correctos… a las diez estarás en tu casa — se mordió el labio inferior.

—Ven… tomemos asiento en la banca de allá afuera — Vio dibujó una sonrisa compasiva — no te pongas nervioso — le dijo al notarlo preocupado.

—Lo siento, Violeta, fui un descuidado al no fijarme bien el tren que subimos — se disculpó el brujo.

—Fue culpa de ambos. No te sientas mal, todos pasamos por esto.

Han pasado media hora, el maquinista llegó y llevó a sus pasajeros al pueblo Kakariko; durante el viaje, los púrpuras no entablaron ni una conversación. Azul, Rojo y Verde esperaban a Vio fuera de su casa, cada minuto pasado les hacía perder la paciencia.

—Menos mal que le dije a ese idiota que a las siete y punto debería estar en casa — masculló Azul.

—¿Por qué piensan regañar a Christofer? — preguntó inocente Rojo.

—Bueno… pues, debemos fingir que tenemos una hermana — comenzó a explicar Verde — y a las mujeres se las cuidan mucho.

—Es muy común, Rojo. Lo mismo pasaría si el rey le da un horario a Verde cuando quiera salir con Zelda — Azul sonrió picarón.

—¡Hey! — las mejillas de Link se ruborizaron ante lo oído.

—Si Verde no la lleva de vuelta a su casa a tiempo, el rey le regañará — completó Azul.

—Entiendo… — murmuró Rojo.

—De todos modos, aunque por dentro sea hombre, hay que protegerlo bastante — susurró Azul.

… … … …

Llegaron al pueblo Kakariko, tuvieron que esperar media hora más para tomar el tren devuelta a la Ciudadela. El reloj ya dio las diez y media cuando llegaron a la Ciudadela, se encontraba vacía; desde que brujo Vaati comenzó a secuestrar chicas la noche se ha convertido peligrosa y ausente de almas. Para cualquier mujer, la Ciudadela daba escalofríos. Para mala suerte de los dos, las nubes desataron un fuerte chubasco; tuvieron la idea de refugiarse en el bar pero estaba cerrado, la brisa se convirtió en una fuerte ráfaga. Vio se abrazó a sí mismo, se veía patético, lo sabía, pero era su deber actuar como una chica.

—Me enfermaré después de esto — Vaati pensó en aparecer un paraguas mágicamente. Pero, sin embargo, su idea no sería muy efectiva debido a que por el viento, terminaría llevándose el paragua consigo. Agarró la mano de Vio e hizo aparecer una especie de escudo invisible sobre sus cabezas. Vio lo miró con asombro — ¿Tú hiciste eso? — Vaati asintió — ¿Eres una especie de mago o algo así? — Vaati volvió a asentir — Vaya… ¡Eres Genial!

—Eh jejejeje —se abochornó; aún así, el brujo se entristeció un poco: de varias citas que ha tenido con otras chicas, ésta no estuvo bien. Empezaron a caminar rumbo hacia la casa de Vio — Violeta… — el mencionado accedió — Perdón por ésta cita, no salió como lo esperaba — se lamentó mientras apretaba la mano del rubio.

—Está bien, por algo te he dicho que las primeras citas no salen bien.

Verde, Rojo y Azul jugaban a las cartas mientras esperaban que la lluvia cesara. Verde se sobaba el estómago, le dolía a causa de los nervios. Se preguntaba una y otra vez si Vio estaría bien. Intentaba calmarse como podía mas ver que los minutos avanzaban y Vio no daba señal le hacía perder la paciencia.

—Creo que ya paró de llover — habló Rojo mirando la ventana.

—No quiero jugar más — Verde dejó las cartas sobre la mesa, se puso de pie y salió de casa a esperar a Vio.

—¿Vamos con él? — Rojo asintió ante la pregunta de Azul y salieron a esperar a Vio también — ¿Por qué se tardan tanto? — se cruzó de brazos. Verde fijaba su vista hacia la dirección por donde Vio vendría, estaba seguro de que vendría por ahí. Los nervios le carcomían por dentro, estaba al tanto de cualquier pequeño ruido y se mordía las uñas. Rojo notó lo nervioso que estaba su hermano.

—Tranquilo, Verde, ya vendrá — intentó calmarlo en vano.

—Allá vienen — dijo Azul, Link disparó la mirada hacia la dirección por donde su calmado hermano venía.

—¡TÚ! — a pasos rápidos se acercó hacia donde los púrpuras, estaba molesto — ¿¡Qué te hemos dicho!? ¡A las siete y punto tendrías que traerla a casa, no a la hora que se te antoja! — le regañó al brujo. Azul se acercó a Verde, notó que el ropaje de Vio estaba cubierta de barro.

—¿Qué te pasó, Violeta? — preguntó Azul. Verde se percató del ropaje de Vio y volvió su mirada furiosa hacia Vaati.

—¿¡Qué rayos le hiciste!? — bramó.

—Nada, se resbaló y cayó — respondió Vaati tranquilo.

—Es la última vez que la traes a éstas horas, ¿Tienes idea de lo peligroso que se pone el bosque por la noche? — Vaati lanzó un suspiro mientras bajaba la cabeza — agradece que mi padre está durmiendo — dio media vuelta — vamos, Violeta — caminó hacia su casa seguido de Azul y Rojo. Vaati perdió la cuenta de los suspiros que llevaba lanzando.

—Lo siento, Violeta, quise que fuera especial tu primera cita

—Está bien, no te sientas mal — Vio le acarició la mano — así todo, me divertí. Hay que admitir que fue gracioso equivocarnos de tren jajaja — rió.

—Sí… quizás jejejeje — el rubio aclaró su garganta.

—Nuestra segunda salida será mejor, estoy segura — le guiñó un ojo. Vaati le disparó una mirada asombrada al pequeño.

—¿Te gustaría volver a salir conmigo? —una sonrisa se dibujó en el rostro del brujo cuando Vio asintió — ¡Genial! Entonces… luego organizamos

—No… directamente, ven a mi casa el sábado que viene

—Como usted desee, preciosa — le depositó un beso en la mano de Vio — nos vemos — susurró.

—Igualmente — Vaati dio media vuelta y comenzó a caminar — ¡Ten cuidado! — agregó el pequeño antes de entrar a su casa.

Insisto que no salió como esperaba — pensó el brujo mientras se tele transportaba hacia su palacio.

Notas finales:

Fin Del Capitulo 02

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