- Buen peregrino, no reproches tanto a tu mano un fervor tan verdadero: si juntan manos, peregrino y santo, palma con palma es beso de palmero.
- ¿Ni santos ni palmeros tienen boca?
- Sí, peregrino: para la oración.
- Entonces, santa, mi oración te invoca: suplico un beso por mi salvación.
- Los santos están quietos cuando acceden.
- Pues, quieta, y tomaré lo que conceden…
- Llegamos joven, debe levantarse…
- ¿Disculpe? – me sentí un poco desorientado - ¡Oh! ¿Hemos llegado?
- Eso acabo de decirte – me dijo aquella linda señora con una sonrisa – es hora de descender.
- Muchas gracias por avisarme – sonreí en respuesta mientras tomaba mis cosas, dispuesto a bajar.
Era extraño volver luego de tanto tiempo. Si bien todo estaba aparentemente igual, era imposible asegurar que lo fuese. Vivir con mi padre no era uno de mis sueños, pero mi madre mantiene esa loca idea de que debo pasar más tiempo con él, y heme aquí.
Y no. No lo odio… Es mi padre, solo no tenemos esa hermosa relación de la cual la mayoría de los adolescentes se jactan. A mis dieciocho años he aprendido lo que es el trabajo duro, la responsabilidad y el deber. Mi madre siempre ha sembrado esa idea en mí, por lo cual le estoy muy agradecido.
Ella es Italiana, y por cosas de la vida se caso con mi padre quien es Surcoreano, una mezcla extraña de la cual resulté yo… Más extraño aún. Si bien la gente considera que tengo unos rasgos realmente asiáticos, mi forma de hablar es tan “Bambina” que difiere totalmente. Manejo el Coreano claro, pero no de la forma normal en la cual debería hacerlo. Todo, gracias a que la “señora de la casa” me obliga a usarlo para que pueda seguir manteniendo contacto con el “señor de la casa”.
Ellos se amaban; y se amaban mucho, según lo que me cuenta mi madre, pero las cosas se pusieron cada vez más difíciles, así que sin ningún tipo de resentimiento decidieron romper cualquier tipo de lazo que los uniera, con el fin de llevar una vida en paz, como los buenos amigos que un día fueron. Luego de eso mi padre regreso a su tierra natal sin nosotros, porque si… Yo también soy italiano.
La vida nos ha tratado bien en general, mi madre es una maestra de renombre, amada por todos en Verona y si, la verdad la ciudad parece perfecta para desarrollar un romance como todos dicen… Pero, tal vez yo solo soy muy extraño como para hacerlo.
Se suponía que terminara mi paso por la escuela este año, junto a mis amigos, como todos alguna vez soñamos. Pero ahora me encuentro en un taxi, hacia una dirección que no logro aún reconocer, a mitad de año (cuando todos ya tienen sus amigos), a punto de terminar mis estudios rodeado de gente que no conozco y dispuesto a culminar una carrera universitaria en dicho lugar. Vaya locura de vida que se volvió la mía.
Y como si fuera poco, a veces me siento como psicópata… No miento, he vivido toda mi vida obsesionado con alguien del cual solo sueño. Sé que su cabello es castaño, su piel blanca como la porcelana… De ojos encantadores, pero solo eso. Nada más de aquella persona. Nada que pueda calmar mis locas ansias de saber de qué se trata aquel sueño que me atormenta pero a la vez me da felicidad desde que era niño. Lo más extraño de todo, es que siempre parece darme una pista sobre algo… Un mensaje oculto que nunca llego a entender pero que se que tiene un significado que podría cambiar mi vida porque la conexión que siento con esa persona es… Sorprendente.
¿Mi vida pasada tal vez? Realmente no lo sé, pero solo Dios sabe como anhelo resolver ese misterio que me consume día a día.
- ¡Hijo! ¡Es una alegría tenerte en casa!
- ¿Cómo estas padre? – me solté de ese incomodo abrazo y entre las maletas a la casa, no sabía ni en qué momento había llegado.
- Muy bien gracias, y tu estas muy guapo hijo… Has crecido mucho.
- Eso es más que obvio, hace un año no nos vemos… - rodé los ojos mientras admiraba el que sería mi nuevo hogar.
- Te mostraré tu cuarto… - hablo tomando una de mis maletas mientras subía por las escaleras para romper esa fría atmosfera que se había formado gracias a mí. Dios, no sé que vaya a ser de mi vida.
- ¿Y tú esposa?
- Esta con Jinki, comprando la cena… Yo quería esperarte, por eso no fui…
- Hum…
Lee Jinki, mi medio hermano… Aparentemente una gran persona, no lo conozco bien pero parece que tendremos tiempo de sobra para hacerlo, está cursando su primer año en la universidad, supe que se graduó del colegio con honores y ahora estudia Administración de empresas, Mi madrastra, ella es un amor… No lo puedo negar. Es casi más sobreprotectora que mi madre con su hijo y ahora conmigo. Eso fue lo que mi madre le pidió.
- ¿Te gusta?
- Si, es muy agradable, muchas gracias – la habitación era muy sobria justo como me gustaban las cosas, entonces si me conocía un poco mi padre… Punto a su favor.
- Te daré tu espacio, si necesitas algo solo avísame… Te llamaré cuando lleguen ellos – sonrió y cerró la puerta de mi nueva y muy cómoda guarida.
Ahora nada mas quedaba, debía aceptar mi cruda realidad y acostumbrarme a vivir en este lugar, que debía aprender a amar… Desempaque mis cosas, que en realidad no eran muchas, y me dispuse a recorrer el lugar. En el momento en que baje las escaleras Jinki y su madre entraban por la puerta principal. Mi madrastra corrió a abrazarme mientras mi medio hermano me sonreía con sus increíbles ojos rasgados como dos líneas en su cara, se veía muy tierno a pesar de ser mayor.
Nos dimos un cálido abrazo, mentiría si dijese que no mantenemos algún tipo de contacto, porque lo cierto es que muchas veces hablamos por chat e inexplicablemente nos hicimos una especie de amigos virtuales. Si, dije que no lo conocía mucho… Pero no significa que no lo conozca de nada.
Cenamos en tranquilidad para ser la primera noche, y la verdad inesperadamente me sentí muy bien, acogido… En familia. Mi padre me dio un bonito celular para llamar a mi madre y eso me dejo un poco más tranquilo. Después de hablar con ella, me acosté, había sido un largo viaje y por lo que había escuchado tenia esta semana para adaptarme, ya que para la otra debía empezar a asistir a clase, eso lo agradecí infinitamente y sin ningún otro tipo de pensamiento más que levantarme temprano a explorar la gran Seoul con ayuda de Jinki... Dormí plácidamente.