-Ah, ¿qué tal esta? ¿A cuánto está?
-Quinientos dólares por día, señor.
-¡¿Quinientos?! ¡¿Por qué?! ¿Está hecha de oro o algo por el estilo?
-No, señor, pero cuenta con jacuzzi, terraza con una bella vista, alrededores copados de hermosa flora y fauna, una enfermería incluida, el servicio de despacho de COEX y supermercados afiliados, estacionamiento gratis y...
-Ok, ya entendí, tiene muchas cosas…Pero yo quiero algo más simple, mucho más simple, ¿entiende?
-Aaah...
-Algo pequeño, humilde, modesto, agradable, totalmente cálido y acogedor, pero pequeño y barato. No es que no tenga esos quinientos dólares, claro, es sólo que quiero algo sumamente simple, ahí está la verdadera belleza y disfrute, ¿no lo cree así?
-Sí, por supuesto…Mire.
-¡Oh! ¡Es muy linda!
-¡Sí! Y no cuesta mucho. Es de una pareja de ancianos, muy agradables y humildes. No es la más barata, ya que las de menor precio no cumplen con todos sus requisitos. El día cuesta doscientos dólares, pero si habla con los viejitos es muy probable que le hagan una rebaja. Siempre le hacen un descuento a quienes les caen bien. Ah, y le han llamado 'The House by the Lake', aunque debería ser 'in' en vez de 'by', ya que está dentro de un lago bastante grande, justo en el medio, y no se le ve desde las orillas. El lago no es apto para el baño, así que no tendrás intrusos merodeando por ahí. Es bastante simple, con suerte tiene baño dentro, haha.
-Oh, Dios; es perfecta…La quiero, por el mes entero. Le pago a la pareja de ancianos cuando llegue allí, ¿no es así?
-Ahá.
-Bien, gracias…Mi nombre es Kim Kibum, tengo 22 años, soy originario de Daegu pero vivo ahora mismo en Seúl… ¿Son esas todas las preguntas? Ah, ya veo. Pues trabajo de editor y escritor en una editorial… Amahara se llama; y de vez en cuando pinto cuadros y tomo fotografías, y las vendo. No, no tengo antecedentes…Aquí están mis certificados, el de nacimiento también.
-Muy bien, todo en orden. El taxi pasará a buscarle a las cinco de la tarde y estaría llegando cerca de las diez a la casa de los señores Park, los dueños de la casa, olvidé mencionarlo; y ellos le llevarán en bote a ella, aquí dice que el viaje toma unos cuarenta minutos.
-Entiendo, lo recordaré todo, haha. ¡Muchas gracias!
-¡No es nada! Vuelva pronto.
Así es como empieza esta tierna historia de amor, con el joven Kim Kibum buscando una salida a todo el estrés que sentía por su duro cotidiano vivir.
Era una persona muy talentosa, tan así que logró posicionarse como uno de los mejores escritores y editores de su país, obteniendo un puesto de trabajo en la Editorial Amahara, ubicada entre el top 5 de editoriales.
Nunca había sido poco detallista, ni simple, ni humilde ni modesto; siempre había sido todo lo contrario, sobre todo con su manera de vestir. Sin embargo, su odio por la monotonía y gusto por el constante cambio le hicieron aburrirse de aquella manera de ser, además de ciertos problemas que iba teniendo. Era alguien de ciclos –cambios, los cambios son buenos- y este era el ciclo de la simpleza. Súbitamente se había percatado de que siendo simple la vida era más simple –claro-, menos complicada, más satisfactoria y menos agotadora. Eso era lo que iba necesitando últimamente; en los últimos días había sufrido -y la gente a su alrededor- varios ataques de ira que habían resultado en insultos, lanzamiento y azotamiento de objetos, y hasta en golpes. Su jefe y amigo se dio cuenta de su mala situación, y le obligó a tomarse dos meses de vacaciones. Kibum, molesto como nunca antes, gritó y se resistió, pero aceptó y acordó con Woohyun, su amigo-jefe, el tomarse un mes.
Él mismo había sido quien le recomendó aquella agencia que se dedicaba a casos como el suyo, así que sin dudarlo se acercó a ella, teniendo buenos resultados que le habían dejado con una grata sonrisa.
El cambio había empezado hacía unos pocos días atrás, cuando Woohyun le había ordenado el darse vacaciones. Y no se arrepentía, para nada; es más, ahora mismo podía comenzar a sentir el bienestar de no tener nada que hacer; nada de responsabilidades ni compromisos, ni manuscritos ni portadas, ni corrección ni revisión, ni ortografía ni redacción. Ahora mismo todo comenzaba a ser perfecto, y vaya que no sabía hasta qué grado de perfección llegaría todo esto.