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Sutil, pero luego no por golddie

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Notas del fanfic:

No puedo creer que haya escrito tanto y aun así esté incompleto. No puedo creer que alguien quiera leer esto.

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

[!] Tag de 'angst' por pequeñas partes (al menos en esta mitad).
[!] Menos porn de lo que quería.
[!] 2Jae (Jaebum/Youngjae explícto, pero—)
[!] Malos intentos de humor de mi parte, perdon.



La primera vez que Youngjae intentó tener sexo fue con su novio Jaebum, a los diecisiete años. Ese año salían de la secundaria y por qué no hacer una fiesta con todos sus compañeros como los nuevos adultos que serían al graduarse. 

Youngjae se encargó que las personas claves (Himchan, un superior que era uno de sus mejores amigos, y Peniel) supieran sus planes con Jaebum, para que se encargaran de que nadie los interrumpiera cuando llegara el momento. 

La fiesta se armó rápido. Luego de salir del enorme teatro de la secundaria, compartir un almuerzo con los padres orgullosos, cada muchacho se fue a su casa para prepararse. El evento tomaría lugar en la casa de Youngjae (que era lo suficientemente espaciosa para todos los alumnos y uno que otro invitado sorpresa), así que con la ayuda de Himchan, Peniel y Jihoon compraron las cosas necesarias, mientras la madre de Youngjae era gentilmente escoltada fuera de la casa. 

Luego de unas horas, la fiesta estaba llena de cuerpos bailando y bebiendo. Himchan estaba perdido hace un par de horas, Peniel estaba enrolado con unos juegos de beber con Jihoon, pero eso poco le importaba a Youngjae por estar muy concentrado en la suavidad de los labios de Jaebum. Sintiéndose ligero de cabeza y más libre de inhibiciones por el alcohol, se habían comenzado a besar apasionadamente en el sillón donde las luces no llegaban. 

Fue cuando una de sus manos se posó en la entrepierna de Jaebum es que supo que era el momento. Su novio le miró a los ojos y él sonrió. 

“¿Estas seguro?”, preguntó. 

Youngjae asintió y se puso de pie. Llevó a Jaebum de la mano por su propia casa, buscando a Himchan. 

Al encontrarlo rodeado de unas chicas, lo apartó sutilmente y le susurró: 

“La fiesta terminó, sacalos a todos, Jaebum y yo vamos a mi habitación”. 

Himchan levantó el dedo pulgar y le guiñó un ojo en gesto de entendimiento. Youngjae confiaba en que el mayor vaciaría la casa pronto para poder tener su intimidad con su novio. 

Al llegar al cuarto, se continuaron besando y tocando sensualmente. Youngjae notaba cómo Jaebum estaba quizás más ebrio de lo que hubiera preferido, pero decidió que no le importaba: este era el momento y no podía obligarse a esperar por un detalle menor. 

(Por que era un detalle menor, ¿no?) 

Cayeron juntos en la cama entre risas. Jaebum le besó el cuello, Youngjae sonrió eufórico por que al fin estaba pasando. Decidió hacerse más participe y se inclinó para besar a Jaebum también, sus labios, su cuello, sus hombros (¿cuando se había quitado la camisa?) hasta que el otro muchacho bajó besando su estómago quedando lejos de su alcance. Youngjae cerró los ojos, intentando centrarse en solo sentir la deliciosa lengua de su novio sobre su ombligo y camino feliz. 

Pronto, Jaebum desabotonó sus pantalones y los de Youngjae, volviendo a estar al mismo nivel. Youngjae recordó vagamente que el lubricante estaba en el mueble junto con un condón, pero la situación fue tan intensa cuando Jaebum tomó su miembro entre sus manos que no podía estirarse a tomarlos o decirle a su novio que se detuviera. Saliva funcionaría también. 

Jaebum volvió a besarlo, una de sus manos trabajándolos a ambos y la otra de soporte en la cama al lado de su cuello, besando su rostro como si no hubiera un mañana. Youngjae llevó ambas manos al cabello del otro, jalando un poco cuando el placer era muy intenso y acariciando cuando oh si Bummie no te detengas, pero sobretodo intentaba no perder la cordura y terminar antes, porque realmente lo mejor estaría por venir luego. 

O no. 

Youngjae abrió sus ojos sorprendido cuando Jaebum gimió especialmente fuerte en su oído y sintió el semen de su novio en su propio estómago. Pestañeó confundido por unos segundos, sin entender bien qué pasaba. Jaebum suspiró antes de moverse de encima y caer a su lado, dando besos en su mejilla con los ojos cerrados. 

Comenzando a entender la situación, Youngjae miró a su novio ahora profundamente dormido. Entendió que no había razón para enfadarse ni reaccionar de alguna forma (realmente solo no sabía cómo reaccionar), así que se quedó ahí tirado con los pantalones abajo —ya que ni habían alcanzado a caerse por completo de sus piernas—, esperando a que todo ruido de la sala desapareciera para ir al baño y limpiarse. 

Lo único que quería era dormir y llorar en sus sueños.

 

 

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente, Youngjae despertó con suaves besos en su cuello y sonrió. Abrazó el cuerpo de su novio a su lado, acomodándose mejor para recibir esos dulces besos. 

“Buenos días, amor”, susurró Jaebum con voz ronca directamente en su oído y entonces Youngjae recordó lo que había pasado la noche anterior. Su cuerpo se tensó involuntariamente. Jaebum lo notó. 

Se observaron a los ojos un momento. Hasta que por fin su novio habló. 

“¿Hicimos algo anoche...?”, preguntó confundido, alejándose un poco del otro. 

Youngjae pestañeó, indeciso. ¿Estaría dentro de las leyes de ser un buen novio decirle que lo decepcionó en la cama? ¿debería decirle lo que hizo o hacer como que nada pasó y preservar el orgullo del chico?... 

Fuera de todas sus dudas; la sinceridad era la mejor forma de llevar una relación. Y la comunicación. 

“No exactamente...”, murmuró Youngjae, incómodo por la situación, “tú... terminaste antes...”, explicó sin resistirlo más y desviando la mirada. 

Jaebum suspiró aliviado, ante lo cual el otro frunció el ceño confundido. 

“Menos mal, porque no recuerdo...”, dijo Jaebum, mirando a Youngjae con una sonrisa, la cual desapareció cuando notó la expresión enojada del pequeño rubio a su lado. Jaebum tardó en darse cuenta, “oh. Tú querías...”, musitó suavemente, y al instante Youngjae asintió con la cabeza pareciendo algo ofendido. 

Jaebum no supo qué decir, así que se quedó callado un momento, al igual que el otro muchacho. 

“No te preocupes”, soltó Youngjae después de un momento. Se volteó hasta quedar casi sobre su novio, sonriendole de una forma extraña, “aún podemos...”, murmuró, bajando hasta que sus labios tocaron los de su novio y éste no tardó en responder con aún más pasión. 

Las manos de Jaebum subieron por los hombros del otro mientras la mano ajena bajaba por su formado estómago hasta tocar su entrepierna. Youngjae tomó los suspiros de su novio en su boca, al mismo momento que le gustaba cómo la intimidad de Jaebum se endurecía en su mano por sus tratamientos. 

No podía negar que él estaba en la misma situación, sin ser tocado. 

Sin embargo, justo cuando Youngjae iba a meter su mano en los boxers de su novio, el mismo hizo un sonido extraño y con presunta fuerza le alejó de inmediato. Youngjae le miró en pánico cuando el muchacho saltó de la cama para rápidamente pasar por la puerta. No tuvo tiempo de preguntarle qué había ocurrido cuando sonidos de arcadas se escucharon por la puerta. 

Youngjae no podía creer su mala suerte. Negando con la cabeza y suspirando derrotado, se tiró en la cama unos minutos antes de ir al baño y verificar si Jaebum estaba bien. 

Después de la eventualidad ambos llegaron a la cocina, dispuestos a desayunar (algo ligero para Jaebum). Eran cerca de las once de la mañana, así que el sol pegaba suavemente por la ventana del costado. 

Jaebum estaba afirmado contra un mueble contenedor en la cocina, vigilando cómo Youngjae se movía por la cocina, poniendo rodajas de pan en la tostadora y buscando aceite y huevos para ponerse a cocinar. La máquina de café ya estaba andando y él a su lado tenía una taza con una bolsita de té. Decir que Jaebum se sentía mal novio era poco, pues él comprendía lo que Youngjae sentía y sería una mentira si dijera que él no quería lo mismo (sobretodo con su novio de toda la vida), pero una voz en su interior le decía que no era el momento. 

Era algo que sentía como hombre, como amante tal vez. Pero al mismo tiempo, ver a su novio descontento y sexualmente frustrado le hacía sentirse mal consigo mismo, puesto que nadie más que él era responsable de esa irritabilidad. 

Tal vez ignorar esa voz en su cabeza (que le hizo actuar de esa forma la noche pasada) sería lo mejor y debería tomar a Youngjae de una vez, dejándolo contento y que así volviera su dulce novio. 

Youngjae miró al otro chico sobre el estante, dándose cuenta lo profundo que estaba en pensamientos. 

“Está bien, Jaebum...” murmuró el chico, desconcentrando al otro de su voz interna, “está bien”, repitió más para sí mismo que para el otro. 

“No está bien, ya he matado el humor dos veces”, soltó con expresión preocupada. 

El otro negó con la cabeza. 

“No te preocupes”, dijo amable. Tal amabilidad hizo a Jaebum sentirse aún peor. Observó al muchacho prender la estufa y poner un poco de aceite sobre un sartén, esparciéndolo lo más uniformemente que podía. Lo vió tomar un par de huevos, antes que su mirada cayera en su figura nuevamente, “¿quieres huevos revueltos?”, preguntó. Los ojos de Jaebum no podían dejar de mirar los labios de su novio al momento en que dijo eso. 

Jaebum se bajó del contenedor, negando la cabeza. Caminó hasta donde estaba Youngjae y con manos fuertes lo volteó hasta que quedaron frente a frente. Youngjae se sorprendió por la actitud del otro: Jaebum apagó la estufa con una mano, mientras que con la otra se sostenía fuertemente de la cintura. 

Ambas manos cayeron en sus caderas, y lo sentaron sobre el contenedor donde estaban los huevos, moviendo los mismos hacia atrás y por algún milagro no se rompieron. 

“Te quiero a tí”, soltó Jaebum, antes de besarlo con fuerza. 

Youngjae gimió ante la actitud del otro, complacido por la rudeza y a la vez por la iniciativa. Ambas manos se fueron a la espalda de su novio a la vez que se sentía sonrojar por la suavidad de la lengua de Jaebum contra la suya. 

Las manos de Jaebum estaban en todas partes, en sus piernas, sus muslos, su estómago, su espalda, su cuello y hombros. Pronto sus labios besaron su cuello y Youngjae sentía que todo comenzaba a tener sentido cuando sus brazos se alzaron para quitarle su playera para dormir. Gimió cuando los labios de Jaebum tomaron sus pechos de hombre, lamiendo y mordiendo justo al punto de hacerle abrir las piernas para darle más espacio en su cuerpo. Sus propias manos se encargaron de la playera de Jaebum, quitándola en medio segundo. 

Sus besos continuaron hasta que pronto Jaebum estaba de rodillas frente al contenedor dónde Youngjae estaba sentado, apartando sus piernas para poder besar el miembro de Youngjae lentamente. 

Youngjae no quería que su primera vez fuera en su cocina, pero nuevamente no tenía forma de quejarse cuando Jaebum por fin había tomado la iniciativa. 

Cuando Jaebum subió para besarle de nuevo, sus manos tomaron su ropa interior, jalándola hacia abajo. Youngjae no cabía en su emoción, casi podía sentir ya el placer de Jaebum dentro de él, hasta que la puerta de enfrente se abrió y cerró. 

Ambos se separaron como si se tratasen de fuego. La madre de Youngjae pronto apareció en la cocina, observando a ambos chicos. Jaebum miró hacia otro lado, ruborizado, mientras que Youngjae estaba casi estupefacto mirando a nada en específico. 

Entonces la mujer notó cierta cosa en común de los dos chicos. Se llevó una mano a su boca, musitando un lo siento, pero Youngjae ya había caido en sí. 

“¡Mierda!”, gritó en frustración, bajándose del contenedor y partiendo al baño, pasandole por al lado a su madre. Jaebum se quedó ahí parado, esperando a que la mujer entendiera y se fuera de la cocina. Cosa que no sucedió. 

“Sal de aquí”, soltó la mujer, y Jaebum se movió en dos segundos hasta la habitación de su novio.

 

 

 

 

 

Youngjae realmente nunca le había hablado a ninguno de sus padres sobre su sexualidad. Él consideraba que no era relevante, pues era un asunto que solo le involucraba a él. Equivocado estaba cuando su madre —quien nunca le había dado una charla de nada— le reprimió por no haberle dicho y haberla puesto en una situación tan embarazosa. Youngjae estuvo tentado a responderle con que él, y sobretodo él, había estado en una posición peor, pero se contuvo. Suficiente pelea tuvo con haber tenido que conversar el tema con Jaebum la próxima vez que se juntaron. 

Ese verano Jaebum estuvo raro. Youngjae no quería pensar que había sido por lo que había pasado (o, no había pasado, más bien) luego de la graduación, sin embargo habían diferentes patrones de conducta de parte de su novio que solo le dejaban a deducir que, efectivamente, era por eso. Cada vez que se besaban en la cama de alguno de los dos, Jaebum mantenía las caricias sobre la ropa, sus manos no bajaban de su cintura y sus ojos ya no se llenaban de ese brillo especial cuando se sentía sonrojar. 

Fue al rededor de Julio (luego del 12 de Julio) que Jaebum habló con él seriamente. Le confesó que después de lo que había pasado se sentía raro cuando estaban juntos. 

Jaebum le había pedido un tiempo, pero Youngjae sabía que era la forma amable de terminar con él. 

Ese día Youngjae lloró hasta descargarse totalmente, después llamó a Himchan y lloró un poco más entre los brazos del mayor. Vieron una película y comieron helado (por muy cliché que fuera). 

Himchan no quería que Youngjae se deprimiera, sobretodo cuando estaba por entrar a su primer año de Fotografía, así que se esforzó ese tiempo que les quedaba de vacaciones para salir juntos de compras, salir a comer y presentarle más personas. 

Por fuera, Youngjae sonreía y actuaba como si no le afectara el rompimiento, como si hubiera sido algo eventual; algo así como que un chicle se te pegue en el zapato (algo molesto, aunque se supera luego de un rato). Pero por dentro, estaba desarrollando una idea errónea de la situación: Jaebum no quiso estar con él por encontrarlo poco atractivo, y así es como Youngjae se iba convirtiendo, poco a poco, en una persona insegura de sí misma. 

Era casi gracioso como antes de lo ocurrido, si Youngjae lo hubiera pensado lógicamente, le hubiera parecido una ridiculez que alguien (cualquier persona) se deprimiera de esa forma por un rompimiento; en especial él, pues nunca dependió de Jaebum, al menos no de una forma en que no pudiera pensar salir a cualquier lado sin él, así que, ahora, no comprendía por qué se sentía así. Tal vez le afectaba el hecho que el único chico que le mostró interés le dejara por haberlo presionado, tal vez era que su confianza se encontraba junto al alma de ese joven que le decía todos los días que era hermoso y, ahora, al estar solo frente al espejo, no podía consentir cómo alguien podía pensar que fuese atractivo, o interesante, o que valiera la pena. 

Quien sabe, hasta puede ser que sus propios amigos estuvieran con él solo por la diversión del dinero. 

Cómo podía estar seguro de lo que fuera.

 

 

 

 

 

 

Youngjae conoció a Daehyun a la mitad del segundo semestre. En ese entonces, había vuelto a su cabello negro, sus ropas le quedaban más sueltas que antes y su mirada ya no era brillante de ninguna forma. 

Su profesor les había dado un proyecto de fotografía de temática libre como última nota de esa materia, así que en lugar de salir por toda la ciudad al igual que la gran mayoría de sus compañeros en busca de una buena foto, Youngjae se redujo al propio campus de su universidad. 

Sus pasos inconscientes lo llevaron al campo donde se practicaba soccer. Youngjae tomó un asiento en las gradas más cercanas al campo, mirando las fotografías que había tomado en todo su recorrido mientras la práctica del equipo parecía seguir en pie. A su neutral opinión, tenía cerca de dos fotos que valieran la pena y había estado casi dos horas dando vueltas. Se suponía que el proyecto incluiría una exposición sobre qué le inspiró la foto, y hasta ahora un ave emprendiendo vuelo desde el techo del edificio de ciencias era bueno, pero Youngjae no quería ponerse cursi. A demás, estaba algo movida (mal momento para darse cuenta de su fobia a las aves).

Escuchaba el silbato del entrenado, guiando a los jugadores y gritándoles sus observaciones, pero solo fue medianamente consciente de que alguien se había sentado a su lado (a casi dos personas de distancia, pero aún así a su lado). Frunció el ceño y maldijo ante la desesperación de su ineludible cero en ese proyecto, gesto que al parecer fue divertido a su acompañante, porque escuchó una risa masculina. 

Giró un poco su rostro, observando por el rabillo del ojo a su acompañante. Lo primero que notó fue esos fuertes muslos que estaban cubiertos por un short deportivo de color blanco. 

“Es una genial cámara la que tienes”, dijo el muchacho de los muslos. 

Youngjae tuvo que mirar su cámara para entender que le hablaba a él. Volvió a girar su rostro un poco más, mirando más detenidamente al muchacho. Notó los fornidos brazos y el cabello castaño, ojos que brillaban de felicidad, nariz recta, y labios que invitaban a besarlos envolvían una sonrisa despreocupada. 

Todo lo de ese muchacho le hizo daño. 

Youngjae asintió con la cabeza, volviendo a su cámara. De pronto sentía ganas de irse. 

El muchacho no pareció conforme con su respuesta, por lo que se acercó un poco. 

“¿Te molesta si la miro?”, preguntó algo tímido. Youngjae lo miró completamente esta vez, una expresión desconfiada en su rostro. El muchacho sonrió ante eso, “no te la voy a robar... es solo que tengo planeado comprar una y quiero verla de cerca”. 

Youngjae cedió, mirando al campo de jugadores que ahora descansaban. Algunos parecían mirar a su dirección, pero no les prestó demasiada atención. 

“No veas las fotos, están horrendas”, murmuró Youngjae, solo para el otro chico escuchara. 

El mismo asintió con la cabeza. 

“Si, apestan un poco...”, respondió. 

Youngjae se volvió a girar para mirarlo en sorpresa. ¿Ese chico iba en serio? Ni siquiera sabía su nombre y ya estaba criticando su trabajo... 

Ante la mirada del otro, el muchacho rió suavemente. 

“Estoy bromeando contigo”, soltó más calmado, “tienes muy buenas fotos... Youngjae”, le llamó, observando el nombre escrito en la funda de la cámara. 

“Crees que son buenas porque no sabes nada de fotografía”, musitó el nombrado sin molestarse en preguntarle el nombre al otro. 

“Por el contrario”, dijo su acompañante, pausando en una foto en específica, “creo que no hay forma de que algo sea horrendo, solo tienes que verles desde una perspectiva más positiva, como ésta”, Youngjae miró la fotografía que le señalaba el muchacho. Era exactamente la misma foto del ave que él pensaba presentar si no conseguía algo mejor, “se puede ver el atardecer sobre el techo, la golondrina pasa justo por un rayo de luz, mira cómo se ven sus plumas... está algo movida pero nada que un filtro no pueda arreglar, ¿no?”, terminó con voz divertida, devolviendole la cámara. 

Youngjae la recibió, pensándose mejor la fotografía. ¿Cómo era que él no había notado esos aspectos positivos de su propio trabajo?, él se consideraba a sí mismo como alguien objetivo en ese aspecto, por eso eso excepcionalmente raro que hubiera pasado por alto esos bellos detalles. 

El chico a su lado rió de nuevo. 

“¿Estudias fotografía?”, preguntó. Youngjae asintió, pero sintió extraño solo dejar la conversación ahí, por lo que preguntó lo mismo de vuelta, “no, yo estudio biología, pero siempre me ha gustado el arte... la fotografía entre ellas”. 

“A mí siempre me ha gustado la biología...” dijo Youngjae esta vez con una suave sonrisa. 

Daehyun pareció complacido, por lo que asintió. 

“¿Esas fotos son para una tarea o algo?”, preguntó calmadamente, Youngjae asintió, de repente emocionado por la conversación, “tienes muy buen material ahí, creo que—”, pero antes que pudiera seguir hablando, un grito del entrenador lo distrajo. 

“¡Jung Daehyun! ¡trae tu trasero aquí y vete a las duchas!”, exclamó el hombre, mirándole severamente desde la bajada que llevaba a las duchas. 

Daehyun gruñó, pero se puso de pie. 

“Me tengo que ir, ehmm, suerte en tu proyecto”, soltó antes de bajar por las gradas y llegar hasta el campo, tomar su bolso abandonado en los asientos y bajar por el mismo camino traer el hombre de antes. 

Youngjae no quería pensar que hablar con el muchacho había sido agradable.

 

 

 

 

 

 

Cinco días después estaba feliz con su aceptable siete como nota en su proyecto. Ese Jung Daehyun había tenido mucha razón sobre el filtro y de ver las cosas por el lado positivo. De hecho, había usado esa misma lógica para fundamentar que la foto estaba movida por ese mismo motivo: las cosas malas pasan y apesta, pero si tienes una mente positiva y buscar lo bueno de cada situación, encontrarás todos los puntos buenos. El profesor le había dado puntos por la explicación, pero aún así le restó puntos por el hecho de que estuviera movida (el hombre no quería no corregir tal aspecto, porque luego alumnos usarían esa psicología con él cuando trajeran una foto mal enfocada o con demasiada luz, así que tenía que ser justo). 

Youngjae volvió al campo de entrenamiento ese Lunes, sin ninguna intención de toparse con ese Jung Daehyun y darle las gracias, no, no, solo estaba ahí para hacer un poco de papeleo y la biblioteca estaba demasiado lejos para su nivel de cansancio.

Pronto su papeleo fe olvidado a un lado cuando encontró con la mirada al muchacho, sonrió suavemente. A comparación del día anterior que había estado ahí, habían más personas en las gradas, la mayoría eran chicas y alguno que otro chico solo pasando el rato. Youngjae frunció el ceño al pensar que —probablemente— lo tomarían a él como un admirador más (cosa que no era así). Dándose cuenta de eso, intentó volver a su papeleo, subiendo hasta los peldaños de más arriba, para que pareciera como que no miraba el juego (y en realidad no lo hacía) y solo estaba ahí para trabajar. 

El día comenzaba a cesar y la práctica seguía en pie. 

Youngjae era el único en la gradas a demás de un par de chicas que sí tenían un abrigo para los últimos días de Otoño. Finalmente se rindió y se fue. 

(No era tan importante decirle gracias de todos modos.)

 

 

 

 

 

No fue hasta dentro de una semana (larga semana) que Youngjae se volvió a encontrar con Daehyun —que sin el uniforme de soccer se veía igual de atractivo, a su humilde opinión—. Estaba leyendo en un pasillo de su facultad (cosa rara porque según recordaba el chico estaba estudiando biología y su facultad estaba atravesando el campo de soccer, hacia el lado opuesto de la suya) y se sintió como un acosador mirándolo desde el segundo piso por las barandas de la escalera. Se sentó en el peldaño que estaba, tomó su celular para no parecer que estaba ahí sentado como retraído mientras otros alumnos le pasaban por el lado preocupándose de sus propios asuntos al momento en que él estaba absorto en cómo poder hablarle sin parecer extraño. Vale, que no eran amigos y ni siquiera alcanzaban para conocidos porque, vamos, hablaron solo una vez en su vida. 

(Aunque Youngjae pensaba que sabía todo de Daehyun.) 

Después de lo que parecieron horas, Youngjae decidió solo pasar por su lado. Muy lentamente, a ver si el otro chico lo notaba y, milagrosamente, entablaba conversación con él. 

Sin embargo, antes de que pudiera bajar un solo peldaño, Daehyun se levantó y comenzó a caminar hasta donde estaba él. Sintió su corazón latir y su cuerpo se congeló por la sorpresa (Youngjae odiaba las sorpresas) porque en un pestañeo Daehyun subía las escaleras y prácticamente estaban frente a frente. Youngjae intentó hablarle, pero el muchacho pasó deprisa sin siquiera mirar hacia donde estaba él. 

Algo extraño sintió en su pecho. Tenía ganas de llorar. 

Se volteó para ver hacia donde se dirigía, solo para encontrarse con que el chico se volteaba ligeramente cuando ya estaba en el segundo piso propiamente tal. 

Se miraron un momento, hasta que el otro muchacho frunció el ceño. 

“Tú... eres... el de la fotografía del ave, ¿no?”, preguntó, y fue todo lo que hizo falta a Youngjae para sonreír de manera sincera en mucho tiempo. 

Fue irrelevante lo que hablaron y la actitud incómoda que adoptó Youngjae, el punto ahora es que ambos sabían sus nombres y Youngjae frecuentaba más el campo de soccer. 

Los compañeros de Youngjae habían hablado con él sobre Daehyun, y él comprendió la reputación que tenía. Al parecer este era su segundo año de biología y no había perdido el tiempo. Había tenido muchos novias no-oficiales durante ese período, y ninguna había durado mucho tiempo. Era decir poco que se sintiera extraño por el hecho que Daehyun se le acercara a él pues no sabía si al muchacho le atraían los hombres o si tenía algunas intenciones con él, si quiera. 

Había decidido que lo mejor era no pensar mucho en el asunto. 

Hasta que Daehyun le besó en la enfermería. 

Fueron a parar ahí porque un compañero del equipo de Daehyun no dirigió bien la pelota, y en lugar de terminar en la portería haciendo un gol excelente que todos celebrarían hasta que lo recordaran, terminó en la cabeza de Youngjae quien estaba pacíficamente estudiando en las gradas como ya era hábito. 

Daehyun junto con otros dos chicos lo habían cargado hasta la enfermería, pues no era solo el golpe, sino la caída que tuvo. La enfermera lo había examinado y asegurado que a pesar de que estaba inconsciente, no había señales de nada alarmante, por lo que los tres chicos podían volver a la práctica. 

Cuando Youngjae despertó, se encontró solo en esa pequeña habitación de enfermería. Él había estado en la enfermería de la facultad, pero nunca en las habitaciones porque esas eran solo para pacientes que necesitan recostarse, usualmente él iba por una píldora para el dolor de cabeza o para matar el tiempo (la enfermera era agradable, bueno). 

Se quedó recostado, pensando en por qué estaba ahí hasta que la anciana enfermera entró a su habitación. Ella le explicó lo sucedido y Youngjae no tenía la energía para enojarse. 

Su cabeza no le dolía (mala oportunidad de darse cuenta que tenía un cráneo anormalmente duro), pero su espalda le dolía. La enfermera le dijo que lo más probable era por la caída, así que le vendó las heridas que tenía y le dijo que esperara a que la crema se secara antes de vestirse de vuelta. 

La mujer desapareció para atender a otro alumno, así que se encontró solo en esa claustrofóbica habitación. Esperó al rededor de dos minutos hasta que un golpe en esa excusa de puerta le atrajo su atención. 

A su sorpresa, era Daehyun. El chico tenía el cabello húmedo, probablemente había salido recién de las duchas, vestido con su ropa usual, pero mostraba una sonrisa extraña. 

“¿Cómo estas?”, preguntó el muchacho, sentándose en la cama que Youngjae estaba recostado de lado, de espalda contra la pared esperando que se secara la crema y cubierto hasta el pecho por la —única— sábana. “Eunkwang dice que te va a comprar chocolates y que lo siente profundamente”, comentó el muchacho casi riendo por lo dicho. 

(No se atrevía a reír en una situación así.) 

Youngjae asintió. 

“Mi cabeza no duele tanto, la enfermera dijo que me dio una píldora antes de caer inconsciente, pero mi espalda duele”, musitó calmado. 

Daehyun se movió hacia atrás para echar un vistazo a su espalda. Youngjae se sintió expuesto. 

“Te hiciste heridas”, Daehyun señaló lo obvio. 

“Ya sé”, respondió sin ánimos de ser sarcástico. 

Se quedaron en silencio un rato, hasta que el mayor habló. 

“Me siento terrible, te voy a llevar a casa, ¿está bien?”. 

Buen momento para que Daehyun tuviera auto. 

“¿Por qué te sientes culpable? No hiciste nada...”, dijo Youngjae, ahora incorporándose en la cama sin soltar la sábana que cubría su pecho. 

“Aún así...”, murmuró Daehyun, acercando su mano hasta tomar el lado derecho del rostro de Youngjae y dar una pequeña caricia, “lastimaron a mi princesa...” comentó. 

El aludido sintió su rostro sonrojar porque nunca nadie lo había llamado princesa, y el hecho de que Daehyun —quien, recordemos, aún no sabía las intenciones que tenía con él— le dijera así, lo hacía sentirse raro. 

Tomando raro como enamorado. 

Apartó su rostro del tacto ajeno, y rió como si fuese un chiste (lo cual era, suponía). 

“Ni aunque esté en dolor dejas de molestar”, dijo calmadamente. 

“No es por molestar”, respondió el mayor, moviéndose sutilmente más hacia su izquierda y estar al nivel de contacto visual más directo con el otro. “Te abrazaría si tu espalda no te doliera”, terminó. 

Youngjae sonrió suavemente, aún sin mirar a Daehyun sentía la cercanía. Era un momento íntimo, que quería aprovechar para despejar sus dudas. Él no era una persona que le gustara ir de rodeos, así que decidió solo preguntar. 

No podía perder nada, nada que no hubiera perdido ya. 

“¿Puedo preguntar algo sin comprometerte a nada?”, susurró aun sin mirarlo a los ojos. Escuchó a Daehyun removerse en su lugar. 

“Creo que sé lo que vas a preguntar...”, murmuró, haciendo que Youngjae le mirara sorprendido, “pero, adelante”. 

Pestañeó antes de pensar bien sus palabras. 

“¿Por qué estas aquí?”, Daehyun le miró extrañado, pero pareció comprender a qué apuntaba la pregunta, por lo que aclaró su garganta pareciendo avergonzado.

“Por que estoy buscando un momento para poder acercame, pero no sé cómo vas a reaccionar”, confesó, ahora siendo él quien eludía la mirada del otro. 

Youngjae no demostró emoción en su rostro y su cerebro parecía trabajar solo. 

“Solo lo sabrás hasta que me preguntes”, contestó el chico. 

Daehyun le miró ahora si a los ojos, como si buscara confianza en aquellos orbes chocolate. Después de un largo rato, por fin se decidió a hablar. 

“¿Puedo...?”, soltó, con voz temblorosa. Youngjae pensó que era adorable lo nervioso que estaba, “... ¿puedo—?” 

“—Daehyun”, le llamó, el aludido se calló en seco, “solo hazlo”. 

Lo vio suspirar, antes de inclinarse hacia adelante. Youngjae cerró los ojos y se inclinó también, sintiendo cómo su corazón se agitaba por la espera. Los labios de Daehyun encajaron con los suyos como si llevaran años besándose. El sentimiento de cariño por los pequeños besos que recibía hicieron que sus mejillas se encendieran, y sus manos antes perdidas bajo las sábanas, subieron hasta enredarse en el aún húmedo cabello de Daehyun. 

Le escuchó suspirar contra sus labios. Algo sensual despertó en su interior ante el sonido, haciéndole separar sus labios para jugar con los de Daehyun igualmente. Le gustó el pequeño quejido del mayor cuando le mordió suavemente, pero sin mayores intenciones de pasar a más, se separó. 

No le miró a los ojos de inmediato. Pasó su lengua sobre sus labios, resintiendo la pérdida de calor pero se sentía completo, feliz, y satisfecho. Por fin había besado al muchacho que le gustaba y su corazón no dejaba de latir a una velocidad impresionante. 

Los ojos de Daehyun reflejaban calor y emoción, brillantes y en forma de lunas crecientes por la sonrisa de tonto que adornaban esos labios. Supuso que él sonreía de igual forma, y que probablemente estaba igual de sonrojado. 

“¿Seguro que no me comprometí a nada por mi respuesta” preguntó, ante lo que Youngjae rió solo por estar inmensamente feliz. Las bromas de Daehyun apestaban, como siempre.

Notas finales:

ésto posiblemente tenga segunda parte (no aseguro nada), tenía pensada otras cosas para este fic (agregar más porn, más drama, por ejemplo), pero como se me hicieron 13 páginas de Word decidí solo cortalo ahí porque realmente no sé qué loco hace un one-shot de 20 páginas de Word.

(O quien leería algo así, sería cansador, supongo.)
(si el final es malo, tranquilos, he hecho peores)

Así que, si quieren la segunda parte (que aún no me pongo a escribir, subo esto a práctimente minutos de haber terminado de escribirlo), dependerá de si hay alguien (ustedes, lectores) dispuestos a leer la segunda parte. No sé bien cómo saldrá pero esa es la gracia. Pueden agregar el fic a favoritos o dejarme reviews para saber que les gustó, en el peor de los casos producto de aburrimiento terminaré escribiendolo igual, quien sabe.

oops, ya llené las notas, lo siento. 


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