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Moonlight por GogoMatoki

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Notas del fanfic:

Es un oneshot, angustia del TaePyo
TaeIl x P.O - Block B
Recomiendo leerlo escuchando Moonlight de Beethoven.

En una de las tantas noches de julio un joven pelirrojo se encontraba sobre el muelle, al frente de un mar negro y profundo. Las olas eran calmadas, la marea normal, el tiempo en la playa parecía transcurrir con frescura y tranquilidad. Los pies de JiHoon se balanceaban como un péndulo en el aire, mientras seguía son su mirada pérdida en el mar (. . .) La brisa soplaba fuertemente meneando un poco sus cabellos y haciendo que su piel se estremeciera del frío, aunque en realidad se estremecía aun mas su mente por los numerosos recuerdos que sostenía al ver aquel mar, negro y profundo. Era una noche de julio, como aquella fecha en la que lloró hasta quedar casi seco, frente a este mismo mar.

La mano del menor rosó el fino rostro del mayor que era sutilmente iluminado por la luz de la luna. Sus ojos miraron fijamente los labios de su pequeño hyung y unas ganas de estampar un beso sobre ellos lo aprisionaron, pero este lo evadió al estar casi a milímetros de consolidar el beso. La expresión en el rostro de TaeIl era fría y distante, como si no quisiera estar en esos momentos con el aparente amor de su vida. JiHoon retrocedió, para preguntar que pasaba, al momento de hablar la voz del pelinegro se entrecorto dejando al menor atónito y lleno de curiosidad; esta vez TaeIl intento volver a pronunciar palabra pero lo único que pudo entender claramente fue ‘’Secreto’’ la palabra mágica que estaba empezando a arruinar la corta velada.

–Debo decirte algo y no puedo guardármelo más. Dijo el mayor con un hilo de voz al mismo tiempo en que intentaba contener las lágrimas.
–Tú y tus secretos llenos de dolor… Cuéntalo, intentaré también ser fuerte esta vez.

Las lagrimas recorrían el rostro de Pyo JiHoon, una tras otra… Incluso rebosando sus mejillas y llegando a perderse en el negro mar. Bajo la luz de la luna el pequeño pelirrojo recordaba cada palabra dicha por su hyung, cada palabra que había roto su corazón; miro su mano y en el dedo anular estaba ese anillo de plata que le había regalado minutos previos antes de echarse a llorar como nunca, lo observado detalladamente y veía en este el reflejo de la luna, el reflejo de la sonrisa y vida TaeIl, una que jamás hubiera deseado apagarse (. . . ) Se puso en pie y con ganas de tirar el anillo a las aguas gritó iracundo –Maldigo el día en que me abandonaste Lee Taeil, pero más me maldigo a mí. Soy un maldito, mil veces maldito– La última palabra fue emitida casi en un grito ahogado, dejando todas sus fuerzas en ella; cayó al piso de rodillas
haciendo estremecer al viejo y débil muelle (. . .) Su mirada se concentro en las olas y en las últimas palabras del mayor hacía él.

–Hoy es el día de tu cumpleaños, perdonare por contarte esto un día como hoy… Pero no podía guardármelo mas, en cualquier momento me puedo ir y si es así no quiero que llegaras a saberlo por terceros y luego me tildes de mentiroso, también perdóname por no darte un regalo apropiado para este día; prometo darte uno pronto…

–¡Cállate! Y no digas nada… ¿Por qué me dices todo esto con tanta frialdad? ¿Acaso ya no hay otras alternativas?

–JiHoon cálmate. No te enojes y deja las lágrimas a un lado, es algo que ya no tiene solución, por favor no llores y tampoco grites así… Perdóname por querer alejarme en la cumbre de nuestra relación.

El pelinegro abrazo al menor y este dejo caer su barbilla en su hombro, siendo consolado por su hyung, sus manos acariciaban su cabello rojo y masajeaban su cabeza. Parte del hombro de su chaleco que llevaba puesto estaba humedecido en el lado izquierdo P.O no paraba de llorar la situación lo había sensibilizado (. . .) Su miedo, su tristeza y sentimiento de soledad se convirtió en un momento de rabia por aquel joven de baja estatura por él quien tenia fuertes sentimientos. Se había enamorado era la primera vez en que estaba tan seguro de que era así, pero encontró en unas palabras la destrucción de sus sueños, un mundo idealizado solo para él y su pequeño hyung.

Su mirada se concentro en un punto fijo en el mar, había intentando lanzar el anillo al haberse visto poseído por la misma rabia de esa noche de julio, pero todo terminó en un fallido intento, como sus múltiples razones inventadas para odiar a Lee Taeil. Dejo de balancear sus piernas, miro nuevamente la mano en la cual sostenía el anillo, recordó que esa era la representación hecha en plata del regalo apropiado que algún día le daría. Se levantó y con furia lo lanzó al mar, cayó y gritó.

–No necesito regalos, solo te necesito a ti. ¿Por qué hiciste todo esto Taeil?, ¿Por qué hiciste de nuestra relación un melodrama?, ¿Por qué no me dejaste morir y estar contigo?

Al principio miro dónde había caído la representación de plata, pero luego olvido el lugar y se sentó nuevamente ahora esta vez con una actitud de derrotado, casi posando sus manos y hombros en el suelo, observo las frías y oscuras olas que solo podrían compararse con el corazón impenetrable y la mirada de hielo que transmitía el pelinegro mientras contaba la cruda realidad.
–Te odiaré toda mi vida si me dices que abandonaras las terapias… Te odiare así mueras ante mis ojos…
–No digas eso, que me duele aun mas, ¿Acaso crees que para mi es fácil?

Giro, dándole la espalda al mayor. Mirando a la luna e intentando que el brillo de esta lo ayudara a calmar sus ansias de tirarse a las aguas que tenía en frente; las palabras seguían saliendo de los labios de TaeIl, haciéndose cada vez mas crueles… ‘’La realidad casi siempre es cruel y duele. No puedes intentar idealizar un mundo y hacer que escapas de lo real’’ En su mente en veces infantil Pyo creía tenerlo todo, nunca antes había experimentado que era llorar por amor, su corazón nunca lo habían roto antes, sus sentimientos eran intactos y puros como los de un niño. TaeIl pese a su apariencia aniñada, pero mente madura siempre intentaba hacerlo caer en cuenta de muchas cosas y como su hyung lo guiaba, Y Ahora lo hacía descubrir como era el dolor de ‘’adiós’’ de un verdadero hasta luego.

Las semanas pasaron y aunque evitaba verlo, visitarlo y saber que tanto avanzaba su enfermedad; su orgullo podía más y se alejaba impidiendo ver a quien aun amaba. Un niño herido… Es como un corazón descompuesto por un largo tiempo. TaeIl seguía con la rutina, cantando… Afinando su voz lo más que podía, pero teniendo en cuenta el punto de la degeneración como una etapa crucial y casi última de la tan avanzada enfermedad, este dejo de alcanzar notas altas y poco a poco fue perdiendo su afinación; lo que mas amaba luego dese que tenía memoria era cantar y ahora esto se había ido. Su capacidad vocal ya no era la misma, y ahora solo hablaba muy poco comunicándose con una que otra palabra. Evadía el gran problema huyendo de los demás, encerrándose en su apartamento sin contestar ninguna llamada, viendo como el fracaso se apoderaba de su vida. Muchas lágrimas caían de sus ojos, envolviéndose en un llanto incontrolable, lloraba queriendo morir en ese mismo momento… Dando golpes al piso, partiendo alguno que otro objeto. No era violento, pero la desesperación lo tenía en su límite. Al partir un reloj de mármol tomó lo que estaba a su lado, un portaretrato con la foto del pelirrojo que había decidido alejarse al ver su secreto revelado, mas lágrimas aparecieron y ahogándose entre sollozos cerró sus ojos intentando dormir, buscando en el sueño un corto escape.

–Hyung, si pudieras pedir algo ¿Qué sería eso?
–Pediría cantar para toda mi vida, también pediría una vida larga para poder alcanzar la tan anhelada felicidad, quiero lograr uno que otro sueño que tengo.
– ¿Por qué no me incluyes? – Habló el menor a manera de protesta, este se rió y lo tomó de su mano para luego con la otra desordenar un poco a esos cabellos rojos. Ambos sonrieron, pero la alegría del menor junto a su curiosidad no podía dejar de insistir.
–¿Cuál crees que sea el mejor regalo para alguien que amas mucho?
–Algo que necesite con urgencia…
–¿Si pudieras dar tu vida la darías?

En una actitud confusa, Taeil retrocedió y miro a Pyo, ladeo su cabeza y contesto que no lo sabia. El menor de manera inesperada dijo algo que sorprendió un poco al mayor, pero debido a la edad y comienzos de la relación pensó en no tenerlo en cuenta.

–Yo daría mi vida por ti, en serio la daría ¿Acaso no me crees?
–Deja de hablar por hablar, más bien vamonos de aquí.

Era su primera su cita y ya escuchaba palabras muy comprometedoras departe de P.O, ahora solo en su habitación se cuestionaba dónde habían quedado esas palabras del pasado, ¿será que el se acoraba de lo ocurrido y dicho por él?

Los días transcurrían con similitud a 36 horas en vez de 24, las ojeras en el rostro de JiHoon eran exuberantes. Había caminado todos los hospitales de la ciudad incluso los aledaños a esta, pregunto a algún medico una cura, una esperanza de vida. Todos parecían haberse puesto de acuerdo en tomar a la eutanasia como la mejor forma de acabar con el sufrimiento de su compañero, pero pese a las negativas su mundo idealizado no caería tan fácil. El pequeño pese a su corta edad comprendía perfectamente la situación sabia de que la enfermedad podía caer a un punto degenerativo y ya no sentía miedo, si no un dolor profundo que le desgarraba el alma. Las lágrimas aparecían como sus fieles amigas cayendo unas tras otra. Se desahogaba un poco en medio del llanto y luego intentaba recobrar las fuerzas. No quería ver a Taeil, verlo significaría hacer de esto algo mas doloroso, así que solo seguía evitándolo aunque al día siguiente se paro al frente de su casa, queriendo tocar la puerta, pero algo interno a él le impedía hacerlo.

Se había prometido así mismo volver cuando tuviera una razón, una esperanza de vida y aun no la tenía. Se volteó e intento caminar, cruzar la calle, pero el ruido de la puerta al abrirse lo hizo girar (. . .) Estaba ahí, parado sosteniéndose con unas muletas, llevaba sus peculiares lentes, su cabello aun estaba intacto significaba que no había buscado alternativas por el mismo. Se devolvió hacía el pelinegro quedando frente a frente con este. Lo miro con rabia; ya su movilidad no era la misma.

–¿A dónde vas? – Preguntó el pelirrojo mirando detalladamente el estado del mayor.

–¿Me ayudarías a bajar? – Iba a buscarte. El menor se acerco a su hyung para que se apoyaren sus hombros. Pyo intentaba contener los sollozos, nunca pensó tener que ser tan fuerte… Ayudo a Taeil a bajar los cuatro escalones y ahora se disponían a cruzar la calle.

–¿Para que querías verme?
–Por las mismas razones en que llegaste a mi puerta y no te atreviste a tocar.
–¿Cómo puedes salir en tu estado? Apenas te mueves…
–JiHoon… Te amo. Por favor no lo olvides, no sientas odio hacía a mi.
–Yo no te odio, sabes que nunca podría hacerlo, he estado averiguando y…
–Y nada… No hay nada, ya te había dicho que no había nada.

La terquedad que lo caracterizaba irrumpieron el momento, aun así los dos caminaban juntos al mismo paso, el mayor sosteniéndose en su dongsaeng. Caminaron unos minutos mas sin rumbo o destino alguno, caminar solo por caminar… El mayor miro su reloj y preocupado pensó en que debía estar en su casa, así sea para estar solo, pero era mejor a seguir exponiéndose a la vista de los demás y que alguna de esas personas pudiera llevarse aquel recuerdo de él. Un TaeIl caído y consumido en una enfermedad terminal. Juntos doblaron una manzana para cruzar una nueva calle. Un convertible rojo se aproximó a gran velocidad, la pareja de enamorados pasaba apenas faltando la otra mitad para cruzar, JiHoon estaba tan distraído comentándole cosas que hicieran reír y despejar la mente del mayor que no se dio cuenta del verdugo conductor que se acercaba. Los lentes de Taeil cayeron al piso y con estos comprendió el sonido del convertible que se ubicaba a menos de 10 metros. Sacó fuerzas de dónde no las tenía impulsándose en sus muletas y empujando con sus cortos brazos al menor, alejándolo del peligro… Cayó así como segundos antes lo habían hecho sus lentes. Cayó en la carretera al mismo tiempo en que su cuerpo sufrió el impacto del convertible al colisionar con él. Cayó herido, hecho añicos y con la frente ensangrentada, sus muletas estaban en medio de la calle, sus lentes destrozados por las llantas del vehículo. El conductor había salido a ver que ocurría, Pyo estaba desconcertado todo había pasado tan rápido. No comprendía de dónde había sacando tanta fuerza para balancearse sobre sus muletas y empujarlo. …l pelirrojo miraba la escena incrédulo y desmotivado con ganas de ser atropellado por otro convertible, la multitud se acerco y rápidamente llamó a una ambulancia, la cual llegó cinco minutos después (. . .) TaeIl aun seguía con vida, su pulso era débil y estaba inconsciente.
–Vive, vive, por favor vive… Cuando dije que te odiaría así mueras ante mis ojos no era cierto, vive por favor vive, ¡TÚ DEBES VIVIR!

Su último grito fue desgarrador, acaparando solo tres palabras que eran su único deseo, ‘’un poco mas de vida’’ Sus manos estaban entrelazadas y el mayor aun no abría los ojos, el camino al hospital se convertía en una odisea y sus pulsaciones bajaban… Entre sollozos el menor seguía rogando que viviera pero ya no con tanta intensidad. Los ojos del pelinegro se abrieron y mirando por vez primera a un JiHoon aferrado a su mano como un niño, rogando y pidiendo perdón. El mayor movió levemente su mano para que este supiera que ya había despertado.

–Una vez me preguntaste… Cual era el mejor regalo para alguien que amaras mucho…
–Taeil por favor no hables, te lo ruego no hables ya llegaremos al hospital y te salvaras.
–Tarde o temprano moriré. Soy feliz por haberte salvado… Creo que este es mi regalo ¿no? la vida es el mejor regalo para dar…

En un hilo de voz, volvió a repetirlo ‘’La vida el mejor regalo’’ Comprendió que TaeIl ansiaba ese regalo hace un tiempo y si el podía darlo se sentía muy afortunado ya que su vida en cualquier momento podía acabar. Cerró sus ojos y respiraba con dificultad… En cuestión de instantes el pulso se perdió. Un grito desgarrador abordado con el nombre de ‘’Lee Taeil’’ se escucho en medio de una ambulancia rumbo en la calle 22. Al minuto esta había llegado al hospital, pero no había nada que hacer, el cuerpo de TaeIl estaba sin signos vitales. Había muerto antes de llegar a la clínica.

Mirando a la fría y oscura agua salada se aferro al recuerdo de un Lee Taeil fuerte y sumergido en la potencia de su voz, el brillo de la luna lo cautivo e hizo que terminara imaginándose todo a su alrededor en blanco, cuando en realidad estaba recostado sobre la madera rustica del muelle mirando fijamente a la luna. Memorizo cada palabra de aliento dicha por su hyung, al menos había revelado un gran regalo, nunca nadie daría ese regalo… Significaba que lo amaba tanto como él. Cerró sus ojos y dejándose llevar por el sonido de las olas al colisionar con las rocas; por los colores que proyectaba el cielo con el amanecer, se durmió a la orilla de la playa sobre el muelle, durmió dirigiéndose a un sueño profundo, largo y duradero, recordando al brillo de una luna que ya no estaba, al mar oscuro que se había aclarado, a la sonrisa de Lee TaeIl que ahora lo acompañaría por siempre.


FIN

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