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Lágrimas de cristal por AquaDreams

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Notas del fanfic:

Intento de drama :c no soy buena en ello !! Lamento si se decepcionas. 

-Pedido- 

Notas del capitulo:

Lamento si te decepciono amiga!!

No soy buena cuando se trata de drama, si es que no muere alguien xD, pero bueno... espero sea lo suficiente como para que te guste. 

Besos!!

Lágrimas de cristal.

El castaño observaba las gotas caer por la ventana, el cielo levemente nublado, y el sol escondido detrás de esas grisáceas nubes. Su cama estaba contra la pared, en la cual estaba aquella ventana, la cual siempre aportaba en su estado de ánimo. No iba a decir que era una persona feliz, siempre estaba nublado dónde vivía y por ende él siempre se sentía de esa manera. Intentaba sonreír, algo que era en vano para el mismo, haciéndole sentir más miserable de lo que se sentía. Intentaba ignorar aquellas gotas que no eran de la lluvia sino de sus propios pesares, aún que siempre una le recordaba todo lo que él era; alguien insignificante e inservible, él se veía así y nadie podía quitarle esa forma de pensar y cada que alguien intentaba él siempre tenía la respuesta exacta para auto denigrarse.

Sus parpados se encontraban levemente morados, no podía dormir, incluso tenía horrorosas bolsas que manchaban su lechosa piel, sus ojos enrojecidos daban la impresión de que había estado llorando, y no era mentira.

Su salud siempre había sido delicada y por ende nunca pudo salir fuera de aquellas cuatro paredes, se sentía asfixiado pero no podía hacer nada por ello, aún que quisiera salir, sus piernas eran demasiado débiles para soportar su peso, tenía un problema en los huesos, y no por nada cuando era pequeño vivía en su cama, como ahora, siempre en la cama, detrás de esas fúnebres paredes, teñidas de humedad y moho. Su vista se nublaba cuando permanecía sentado por mucho tiempo, por lo que, de igual manera, debía estar acostado, sin poder sentir la mayor parte de sus extremidades, de la cintura para abajo.

Sus labios estaban resecos. No podía entender en que momento su vida había sido trazada con esa monotonía tan sufrida, no aguantaba un momento más. ¿Porque él tenía que sufrir tanto? ¿No había sido suficiente perder a sus padres a temprana edad?

 Desde que tenía uso de razón estaba en esa habitación sin conocer a nadie, ni siquiera sabía cómo esa comida llegaba a sus manos, porque cuando el despertaba, lo mismo de siempre, estaba posado sobre una mesa,  con desgana comía, a veces no dormía intentando conocer a la persona que estaba detrás de su comida. Sabía que estaba en un hospital o algo similar, escuchaba los sonidos de habitaciones siguientes a las suyas, murmuro o personas que lloraban detrás de esa puerta, la cual parecía ser un mundo diferente, lleno de emociones y, algunas de felicidad, y el, ahí estaba, en un mundo donde la felicidad parecía no caber y por ende vivía en un lugar de sombras y tristeza, la cual inundaba cada centímetro del lugar.

Suspiró levemente, llevando, como podía, su mano a su rostro, sus huesudos dedos, y largas uñas, acariciaban levemente su mejilla, sus parpados y sus labios, deseando estar en una utopía dónde alguien más le diera esa calorcito que tanto anhelaba, unos cálidos brazos abrazándole y susurrándole un:

Todo va a estar bien, saldrás adelante.

Sus ojos se cerraron contra su voluntad, su respiración escaseaba, en un momento creyó que estaba en su fin, pero luego de tener esos ataque seguidos dejo de darle importancia, porque siempre sucedía eso, luego despertaba con sondas instaladas en él y a maquinas.

Se deslizó al sueño, porque si lo necesitaba, estaba tan cansado y eso que no se había movido en todo el día, o eso veía el, porque si no fuera porque la ventana estaba levemente abierta él no tendría ni la más mínima idea de la hora que fuera.

 

Despertó cuando sintió muchos sonidos cerca de él, abrió sus ojos lentamente, una luz muy fuerte daba en ellos y cuando se acostumbró lo vio. Cabello pelirrojo, sus ojos obscuros observándole, y unas sondas en su nariz. Le observaba tal cual él lo hacía, sin despegar su mirada, ambos parecían sufrir. La mujer que acompañaba al muchacho acomodaba la máquina, y lo hacía recostar en una cama a unos dos metros de la suya, hacía la derecha, cubierta por un biombo.

Y eso había sido el cambio radical, ese día vio a una persona, no, vio dos personas, pero su vista solo se enfocaba en ese pelirrojo de mirada triste.

— Soy Jason ¿y tú? — Con dolor en el cuello, volteo su vista hasta la diestra, la cual se vio obstruida por esa pared de papel.

¿Debería contestar? No conocía su propia voz, nunca le había sido útil, no quería hablar solo, por lo que no la usaba en nada, quizá se había desgastado.

— Y…y-yo… s-oy M-in…min-k… Min…ki— Su voz sonó desgastada, como un susurró desgarrador, su garganta dolió pero se acostumbró a aquello.

— Interesante… ¿Por qué estás aquí?

— No sé…— Musitó, sintiéndose raro al escuchar su propia voz, era tan extraño, sonaba tan lejana— siempre estuve aquí…. Nunca me dijeron nada, solo sé que… mis huesos son débiles ante mi peso corporal. — Su voz se había acostumbrado un poco más, pudo mantener una conversación, jadeante pero aun así lo hizo.

— Ya veo.

— ¿Y tú? — Preguntó el castaño.  

— Problemas en la respiración, no es nada grave comparado con lo tuyo… pero de vez en cuando me dan ataques de asma, si no tengo mi inhalador.

 

 

Sus días se vieron iluminados poco a poco, días después ese biombo ya no existía, se veían cada vez que hablaban y aunque el castaño no mejorara se sentía mejor al tener compañía.

— Tranquilo, todo estará bien — Musito el mayor sonriéndole abrazadoramente.

— Estoy nervioso ¿y si alguien nos encuentra? — Preguntó mientras cubría sus delgadas piernas con una manta.

— Tranquilo, si lo hacen les diremos que necesitas salir al sol, estas tan blanco… — Musito acariciando levemente la mejilla del castaño. El mayor llevaba cautelosamente al muchacho en una silla de ruedas por los corredores del centro de salud, este era muy grande. Cuando salieron, pasearon por los senderos de asfalto que guiaban hasta las canaletas detrás del centro, estás traían una rampa no muy pronunciada.

El menor veía todo anonadado, nunca había visto más allá de su ventana, que era todo un predio de césped y a lo lejos se divisaban luces, lo que él siempre pensó que eran autos, pero ahora se daba cuenta que era la ciudad más cercana a donde estaban, en un pequeño pueblito a las afueras de Busan.

— Esto es magnífico — Dijo mientras observaba el agua que pasaba pacíficamente por los canales, algunos pececitos se dedicaban a mirarlo curiosamente y el solo sonreía ante esas criaturas tan tiernas. — 18 años, perdí 18 años de mi vida encerrado allí.

— Todo ocurre por una razón Ren— ese era el apodo dado por el pelirrojo— Si tu hubieras explorado antes quizás… no nos conoceríamos ¿No crees en esa posibilidad? El futuro depende de las decisiones que tomamos en el presente, por ende, si tu hubieras salido no estaríamos aquí… disfrutando de lo maravilloso que es el exterior, lo más importante que estamos juntos— Dijo sincero sin despegar su vista de la del menor.

— Creo que tiene lógica — Sonrió apenado, su rostro se sonrojo levemente, y el mayor sonrió enternecido acariciándole el cabello.

— En china, no tenía la posibilidad de salir mucho por lo que creo entenderte Ren… pero aun así, me siento tan lejano a lo que paso contigo.

— No te preocupes, no me importa si puedes o no entenderme, con tal de que estemos juntos, seamos amigos por siempre.

Jason sonrió y tomo la mano del menor. Era hora de volver, veía como el cielo tenía ese tono dorado, pronto anochecería y no quería que nada ocurriera con el pequeño.

Una vez en la habitación subió al más delgado a la cama, no era difícil, ya que este era peso pluma.

 

— Buenas noches hyung— Menciono y sus ojos no tardaron en cerrarse en un maravilloso sueño dónde él era capaz de correr con felicidad, sentía la sensibilidad en sus pies y como el césped los acariciaba levemente.

 

Estaba tan feliz, de poder compartir todo aquello con Jason, de tener a alguien especial con quien sentirse bien y no estar triste todo el tiempo, se sentía, por lo menos una vez en su vida, como una persona genial sin sentirse insignificante ante nadie.

 

Sus ojos se abrieron ante la incomodidad de la luz del sol que se filtraba por las persianas levemente abiertas. Su corazón dio un salto cuando recordó lo que sucedió la tarde de ayer, sabía que lo que sentía por el mayor no era normal, pero no quería asustarlo.

Sintió la puerta abrirse y entro una mujer de cabello castaño, alta y con un buen porte. Dejo su rostro volteado hacía la ventana, no quería incomodar o sentirse incómodo.

— Jason, ¿Cómo has estado cariño? — Dijo la mujer en un tono meloso.

— Bien Lía — Dijo el con su voz somnolienta.

— ¿Cuándo te darán de alta?

— Muy pronto, según los resultados poder salir pronto.

— Oh, ehmm Jason cariño ¿Quién es…— Dijo dudando del género de la persona recostada.

— Él es Minki.

La mujer puso un rostro de inconformidad.

— Tranquila amor, es solo un simple e insignificante invalido — Rio irónico.

Insignificante invalido.

¿Había oído bien? No tenía el valor suficiente para plantearle algo. Sentía como su corazón se quebraba lentamente, como si fuese cristal, y luego de tiempo de sentirse tan  despreciable, y las palabras de Jason realmente le habían dolido. Su rostro fue bañado por sus lágrimas, tratando de no hipar, cerrando sus ojos fuertemente, mordiendo su labio para no soltar algún sollozo.

— De acuerdo, recuerda que…— Hizo una pausa— Que cuando salgas tenemos nuestra boda, así que no te olvides de avisarme así organizamos todo ¿Bien?

— Está bien mi amor, ahora ve no debe tardar en despertarse.

— Bueno, adiós

Solo escuchó cuando el sonido de unos labios se unía en un rápido beso.

Unos sonidos de tacones disminuían y la puerta era abierta para luego ser cerrada en un abrir y cerrar de ojos.

No supo en que momento había cerrado los ojos para quedarse dormido.

 

 

— ¿Qué sucede Ren? — Susurró el pelirrojo notando el extraño actuar de su compañero.

— No es nada Jason, últimamente me siento tan inservible— Dijo tirando una indirecta que paso desapercibida por el otro.

— No digas esas cosas, eres alguien que vale mucho. No vuelvas a decir eso, no mientras yo esté aquí.

Usando tu imagen de chico bueno, me engañaste Jason. Gracias por ilusionarme y luego desilusionarme rápidamente.

El castaño hizo un sonido de disconformidad y como pudo posó su vista en la ventana.

— Mañana me darán de alta ¿estarás bien?

— Puedo parecer inútil, pero… estuve 18 años aquí solo— ¿Te crees muy importante solo por estar conmigo un mes? Quiso decir aquello pero no pudo.

— Bien, entonces iré a la ducha. — Dijo mientras tomaba otro uniforme y se iba a duchar.

 

Nunca el tiempo había pasado tan rápido para él, siempre era lento y torturante pero en ese momento, solo veía como el pelirrojo desaparecía por la puerta, y él no se despidió simplemente se hizo el dormido.

Se sentía ansioso, su corazón estaba bombeando, veía como el mayor salía del centro solo para despedirse de las canaletas, donde habían pasado la mayoría de sus días, compartiendo buenos momentos.

No supo como pero se montó en esa sillas de ruedas y fue a toda velocidad, sus lágrimas se desbordaban de sus ojos, salió del centro y con el corazón en la boca se dirigió hasta la cima de las canaletas, no lo veía en ninguna parte, no estaba y sentía desmoronarse.

Quería hacer muchas cosas y una de ellas era poder correr, ir con Jason y decirle todo lo que sentía, todo los sentimientos buenos como malos que se había guardado por ser un maldito cobarde y un inválido.

Golpeo fuertemente el posa brazos de la silla, tan fuerte que la silla perdió el equilibrio que requería para no deslizarse por la rampa que dirigía a la canaleta, y para mal, no tenía barras de seguridad, no pudo evitar caer de ahí, sin que nadie le ayudara, el canal no era hondo, pero con sus piernas completamente desactivadas, porque no podía moverlas aunque quisiera, y el peso de su silla, no podía flotar para salir. Chapoteaba, pero nadie se encontraba cerca, ahogándose tras los segundos corrían.

 

 

El pelirrojo estaba poniendo sus maletas en la cajuela de su auto.

Cuando de pronto, unos enfermeros corrían con una camilla fuera del centro. Su corazón se achicó cuando peso lo peor. Corrió lo más rápido que pudo, sin importar chocar con alguien o haber dejado la puerta de su carro abierta, llegó hasta aquella habitación y

No podía ser cierto.

Ren no estaba ahí.

 

Cuando salió de la habitación vio la camilla pasar a su lado, el castaño estaba ahí, húmedo, con su rostro un poco morado y sangre escurriendo de su nariz. Se desesperó.

— ¿Qué le paso? — Gritó mientras seguía la camilla intentando ir a donde entraban los enfermeros y el doctor.

— Tranquilícese— Menciono el hombre de bata con lentes gruesos— Al parecer se deslizó de la cuesta hacía los canales y ya sabrá lo demás.

— ¿Qué?

 

 

 

Su cabeza daba vueltas, su mente estaba en blanco y no sabía dónde estaba, no estaba en su habitación, era un lugar completamente extraño, la pared con papel tapiz color verde agua, el techo de color blanco y una luz leve en el centro, unos cuadros y su cuerpo estaba cubierto por una manta azul marino con líneas verticales y horizontales en dorado y rojo. Quiso sentarse, pero un peso en su pecho lo impidió.

Reconoció la cabellera pelirroja.

— Es solo un simple e insignificante inválido

Esa oración se reproducía como un maldito eco en su mente, como si estuviera diciéndolo en vivo y en directo.

Se dijo mentalmente que no lloraría pero no fue posible, recordarlo le dolía y no podía desvanecer el maldito recuerdo de su mente.

Cerró los ojos intentando disminuir las lágrimas pero sintió una cálida mano en su mejilla, suave, delicada y acariciándole el rostro. Abrió sus ojos lentamente, mientras veía un poco borroso ante las lágrimas acumuladas.

— ¿Qué pasa Ren? — Pregunto Jason.

— ¿D-donde es-estoy? — Pregunto ignorando lo que el mayor había dicho.

— En mi casa.

— ¿Qué hago aquí?

— Ese hospital es tan irresponsable Ren, si el jardinero no estuviera regando el parque tú te hubieras ahogado — Musitó el mayor mientras intentaba no llorar.

— Pero… ¿Y eso a ti qué? Después de todo... solo soy un insignificante inválido.

Los ojos de Jason se encogieron recordando lo que sucedió hace una semana, y comprendía por qué el menor actuaba así.

— Yo… lo siento mucho Ren — Dijo el mayor mientras le veía arrepentido.

— ¿Lo lamentas? — Musitó mientras su barbilla temblaba — ¿Qué lamentas Jason?

— Decirlo de esa forma… yo no sabía que estabas oyendo.

— Ósea que sino oía está todo bien ¿verdad?

— No es así, déjame explicarte.

— No me interesa, déjame ir, llévame al centro.

— No Ren, no puedo… déjame serte sincero.

— Te escucho.

— Esa mujer, no es nada para mí, lo que le dije era para que no te lastimara porque… ella es de temer cuando cree que alguien se mete con lo que supuestamente le pertenece, ella cree que soy de su propiedad. Lo lamento, me gustas mucho Ren… — Dijo Jason mientras dejaba un casto beso en los resecos labios de Ren.

— Yo…

— No importa si correspondes o no, desde ahora te quedarás conmigo Ren, para siempre juntos. No creía en el amor a primera vista, pero… te conocí y eh me aquí — Dijo mientras limpiaba las lágrimas de los ojos contrarios.

Una última lágrima rodó por los ojos de Ren mientras susurraba un:

Te quiero. De sus resecos labios.

 

Notas finales:

¿Me dejan un rw? :D Ren se los pide (?)

Bien~ Adiós. 

 


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