Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rainy Love, Wild Paradise ~ Spring (Wild Lovers) por JHS_LCFR

[Reviews - 226]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Parku ohhh, me salvas de todo /o/ (?

Muchísimas gracias~

Spring 4

 

¿Estás feliz, Sehun?. Me acurruqué más, tapándome hasta la nariz con la colcha y respirando hondamente, cerré los ojos en cuanto el Sol logró iluminar directamente mi rostro, colándose por entre las cortinas y atravesando su fina tela. Felicitaciones…lo mataste. Ahora Kai sólo existirá en tu mente. No quería llorar, ya no tenía ni ganas ni fuerzas. Parpadeando lenta y desganadamente, suspiré y un gemido roncó escapó. Todo mi cuerpo seguía dormido y hundido contra el colchón. Te reto a que te levantes e intentes vivir, pretende que todo sigue igual de normal y bien, vamos.

Detestaba torturarme, detestaba seguir con esa tendencia a burlarme de mí mismo y no ayudarme nunca. De hacerme sufrir siempre: sí, sabía que el problema lo tenía yo. Si había salido de casa y besado a otro tipo, eso significaba que ahora podía dejar a Kai apartado en algún rincón de mi mente. Pero no, en mí seguía picando esa necesidad de hacerme volver. Quizás por miedo a reconocer que había perdido demasiado tiempo…que había malgastado años y años en algo que claramente nunca iba a suceder.

De alguna forma, logré caer al piso y arrastrarme hasta el baño, donde tardé una eternidad en levantarme, sintiendo cómo el mundo me daba vueltas a medida que me aferraba a los helados y resbaladizos azulejos de la ducha.

 

 

¿Por qué me desplomo tan fácilmente?

La noche anterior, el reencuentro con Luhan, los besos…el incidente de la bufanda. Todo había barrido conmigo, en serio. Había dormido demasiado y muy profundamente, estaba hecho añicos cuando abrí los ojos: los muslos tiraban, la espalda dolía y sentía una roca descansar sobre mi cuerpo. Era un estado de cansancio absoluto, incluso de pie en la ducha me mareaba a pesar de tener el agua tibia. Enjuagué mi pelo con cuidado y procuré no cerrar los ojos, de lo contrario, me caería, me desplomaría. Estaba seguro.

¿Por qué me desplomo tan fácilmente?

Bajé mis manos por el cuello y seguí por el pecho, intentando barrer con esa inquietud, intentando tranquilizarme. ¿Por qué no te resignas y buscas otro final para ti? Un final feliz, por ejemplo. Seguí con los dedos hasta llegar a mi estómago y me incliné levemente para bordear la cara interna de mis muslos, el agua corría pero el temblor seguía ahí latente, vivo. No te cuesta nada alejarte de Luhan y buscar por otro lado, un lado que no tenga relación con Jongin ni con Kyungsoo. Subí las manos por los costados y pasé mi cadera hacia mi cintura abrazándome solo y mirándome los pies, el agua goteando de mi mentón y mi nariz.

Mentira. No puedes alejarte de Luhan, te cuesta horrores y eso que sólo lo viste dos veces y besaste…miles, tanto en la vida real como en tu mente. Cerré los ojos y tensé la mandíbula, pensante. A lo mejor es tu última oportunidad de poder estar con alguien… ¿Y vas a dejarlo ir, así como así? Por más que quiera a otro tipo…inténtalo, dale una chance.

Cerré el grifo.

No lo hagas por Kyungsoo.

Corrí la cortina y salí, mojando el piso.

No lo hagas por Jongin.

Tomando una toalla rosada y desteñida, comencé a secarme el pelo mientras miraba las gotas caer por el espejo, revelando mi reflejo poco a poco, segundo a segundo.

Hazlo por ti. Mímate un poco, quiérete de vez en cuando.

 

 

Quizás no fue una buena idea darle mi dirección.

Esperaba en la vereda de enfrente, sentado sobre el cordón y jugando con sus pies, haciendo trompas con su boca y soltando ruidos raros, parecidos a los graznidos de un pato. Su gorro era diferente: era de lana, rayado con colores pasteles y un gran pompón al final, medio caído. Por algún motivo, llevaba anteojos oscuros con los bordes en diseño animal print, semejante a un leopardo, chita o lo que fuese. Vestía un fino buzo tejido de color celeste y jeans oscuros con zapatillas azules. Sus manos tenían los nudillos resecos y rojos, debía tener frío, más allá del calor que empezaba a picarme en la nuca y el estómago.

-Hey—llamé, acercándome y llamando su atención; le tendí la mano para que la tomase y lo levanté; estaba levemente feliz, su voz era ronca—. Gracias por venir, ¿Te perdiste en el camino?

-No, vengo de por aquí…cerca—señaló con la mano y dibujando un círculo en el aire, arqueé una ceja—. Estaba en lo de un amigo—carraspeó, tapándose la boca—. Ah, creo que estoy por resfriarme—rió—, ¿Para qué querías verme?

En el momento en que se rascó la nuca y tiró del cuello para abajo, las vi. Marcas, marcas ovaladas y redondas de color rosado, algunas tirando a un rojizo más oscuro que sólo tenían una explicación. Sentí un retorcijón en el estómago y tosí, obligándome a mirar hacia otro lado: de pronto la ropa le quedaba chica y su voz rasposa comenzaba a cuadrar con mis asquerosas hipótesis. No dije nada.

-Quería verte, nada más—me sinceré, tragando con fuerza y mirando mis pies—. Lo siento, no sabía que estabas con alguien—¿No era que no voy a decir nada?—. Tal vez…mejor te dejo libre y nos juntamos otro día—. Levanté la vista para mirarlo a los ojos y recordé que tenía los anteojos, ni siquiera pude ver su reacción, porque seguía en silencio—. Sí, mejor nos vemos luego—asentí, dándome vuelta y sacando la tarjeta para entrar de vuelta al barrio.

-Fue un error—soltó, frenándome al instante. Su voz graznaba con culpa, con vergüenza—. Intenté tener una conversación decente con él por mensaje, sentí que debía hacerlo después de lo que hicimos—Sus manos tiraron de mi camiseta, una repentina ráfaga fría entró por debajo para helarme la piel—. Y terminé enojándome, así que fui hasta su casa para verlo y…discutimos. Discutimos hasta que me dijo que lo dejara en paz.

-¿Y qué significa eso?—murmuré lamiéndome los labios y sopesando, pensando si debía guardar la tarjeta o no.

-…Le propuse dejarlo en paz con una condición—sus brazos entonces fueron rodeándome por detrás, su respiración golpeó contra mi nuca, luego entre mis omóplatos—. Siempre le propongo lo mismo.

Acaricié sus dedos con cuidado: no podía acotar ni reclamar nada. Yo había hecho prácticamente lo mismo.

-¿Esa ropa es suya?—indagué; asintió contra mi espalda como respuesta—. ¿Es más pequeño que tú?—negó, fruncí el ceño—¿Es mayor que tú y es así de pequeño? Las mangas no te llegan ni a las muñecas—al oírlo reír, torcí la boca en una media sonrisa y respiré hondo—. Lo importante es cómo te sientes ahora, qué piensas hacer con él y con sus cosas.

Mírate, dando consejos como si estuvieras en posición de hacerlo…estúpido.

-Quiero romperla—gimió, sin alejar el rostro de mi espalda—. Quiero quemarla, tirarla a un río y no verla nunca más. Siento que si la guardo, sólo será peor. Y no quiero seguir gris…triste.

-Créeme, no sabes lo que es estar triste—tosí, intentando sonar gracioso.

Seguimos así durante unos minutos hasta que su abrazo perdió fuerzas, entonces me giré para quitarle los lentes y ver las ojeras que arruinaban su rostro. Sus párpados estaban hinchados y rojos, sentí que nunca lo conocería sin que hubiese llorado, estaba arruinado y sus pupilas estaban dilatadas, lo hacían ver como un animal dejado a un lado, completamente ignorado.

-No me mires—susurró, sonrojado—. Estoy feo.

Acomodé unos cabellos rebeldes bajo el borde del gorro y enganché los anteojos en el cuello de su buzo para tomarle de las mejillas y juntar nuestras frentes, cerrando los ojos.

-Nada que ver. Estás igual de lindo que siempre—Otra risita, junté coraje para besarle la nariz y luego los labios, pero de vuelta no sentí nada. Nada real, nada dirigido sinceramente a mí—. Tengo este presentimiento de que no quieres estar aquí conmigo—solté, mirándolo con preocupación. A ver, ¿Cómo lograba hacer que se me agitara el pecho, cómo hacía para que terminase consternado por su situación?

-…Tienes razón—titubeó, triste y mirando a un costado—. Yo…no debería estar aquí, no te mereces esto, perdón—y se alejó, frotándose los ojos—. En serio, lo siento. Mañana…mañana estaré mejor. Vendré con una sonrisa y traeré una propuesta, algo para hacer juntos. Sólo…sólo déjame descansar hoy, anoche hice algo muy, muy estúpido.

-¿Por enésima vez?—bromeé, a lo que sorprendentemente respondió con un codazo.

-Eres un imbécil.

-Hey, yo sólo pregunté—y levanté las manos en señal de defensa. Sus pasos hacia atrás lo fueron alejando, por algún motivo no terminaba de girarse.

-Mañana—sonrió—. Lo prometo. Y lo haré bien—se acomodó el gorro, aún sonrojado—. Prometo proponerte algo divertido—ya a unos metros de distancia, levantó el brazo y saludó, disperso.

-¡Procura no mandar ningún mensaje!

Pero la tranquilidad que pretendía manejar con mis chistes se desvaneció al instante y quedé solo, mirando a la calle por la que se iba, si animarme a alcanzarlo, a acompañarlo. A nada, porque mis pies pesaban y en mi mente sólo molestaba una cosa.

Frunciendo el ceño, caminé a paso corto e intenté recordar el camino que habíamos tomado la primera vez: debes moverte, Sehun. Debes moverte y hacer las cosas tú mismo si quieres que esto funcione.

 

 

La reconocí al instante. No por la fachada, no por el letrero enorme ni por el olor a café y a pan horneado que salía de adentro, sino porque Kyungsoo estaba bajando de su bicicleta, sacándose la campera mientras giraba y entraba. Retrocedió sobre sus pasos para volver a la calle y verme, acercándome peligrosamente a él y tratando de no atestarle en la cara un buen golpe.

-Buenos días—intenté sonar amable.

-Ah…emh…

-Tranquilo, no vengo a matarte—Aunque en mi cabeza haya más de setecientas maneras de hacerlo—. Antes que nada, vine aquí para agradecerte, Luhan es bastante simpático a pesar de no estar pasándola bien—una débil sonrisa se formó en sus labios cuando interrumpí todo intento de conversación—. Y segundo, necesito que me digas cuándo puedo encontrar aquí a un tal Minseok—ahí fue cuando sus ojos se quedaron en blanco.

-¿Cómo?

-Necesito preguntarle algo, más bien decirle…y para decírselo, necesito ayuda. Cuento contigo.

-Ah, lo siento…yo…no creo poder hacer eso. No quiero causar problemas y quedar en el medio.

-No lo harás porque nadie sabrá que me ayudaste. Ahora, dime si está ahí dentro y cómo se ve.

-Sehun, creo que será mejor que te vayas.

-¿Vas a obligarme a entrar y hacer un escándalo?—amenacé, entornando los ojos y sacando las manos de los bolsillos del piloto. Sopesar la idea de caminar y arriesgar mi reputación había terminado en, antes de todo, volver a casa y abrigarme mejor—. Lo único que necesito es que me des una mesa ahí dentro, que logres que él me atienda y listo. Del resto me encargo yo y prometo no molestarte más, lo juro.

Pero siguió negando en silencio, por lo que resoplé y me armé de valor como para hacerlo a un lado y observar detenidamente el local desde adentro. Parecía recién abierto, no había nadie y un muchacho estaba corriendo las ventanas que daban para el patio del fondo. Sonriendo, crucé la tienda y bajé el escalón que separaba la zona de panadería de la de repostería y cafetería.

-Disculpa—llamé, tuve que inclinarme y tocarle el hombro para que notara mi presencia—Estoy buscando a un tal Minseok—ladeé la cabeza, utilizando el tono de voz más cordial. Pude escuchar el grito ahogado de Kyungsoo detrás mío: Ya no importa, lo peor que puede pasar es que llame a Jongin para que te eche y listo. No te acobardes—. Ese Minseok…¿Eres tú?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Nuevo shortfic, 

3063 (Don't Try To Change Me)!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).