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Rainy Love, Wild Paradise ~ Spring (Wild Lovers) por JHS_LCFR

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Notas del fanfic:

Continuación de Winter (We Were In Love) :) por supuesto que se encuentran en total libertad de leerlo o no n_n

Notas del capitulo:

Ohohooo!!!!!!!!! HE VUELTO CARAJO ;A;

Miren, yo prometo, Y PROMETO EN SERIO, ponerme las pilas con este HunHan (porque mis HunHanes son un desastre), pero ustedes le van a dar mucho amor al fic a cambio, sí? ;*;

Spring (Wil Lovers) 1

 

Sólo un poco, sólo por hoy.

-¿Puedes fingir que me quieres?—pedir eso es de estúpidos, Sehun.

Y sus brazos me rodearon al instante, besándome el pelo y arrullándome sin cortar mi llanto.

 

 

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No era lo mismo. Nada estaba bien. No había sido como me lo había imaginado y no había terminado como hubiese querido. Incluso el frío de su piel al tocarlo se había ido con los primeros días de la primavera, el estúpido calor me estaba borrando sus marcas heladas del cuerpo, cada pellizco, cada golpe y cada caricia…todo se estaba yendo con la necesidad de usar ropa menos abrigada. Pero me rehusaba, quería conservarlo aún. En mi piel, en mi cabeza, en el alma.

Su perfume en los abrigos, las prendas que me había prestado y que nunca les devolvería, jamás. Porque lo necesitaba. No podía dejarlo ir, no podía volver el tiempo atrás y pretender que juntos, como amigos, estaría todo bien. No podía volver a guardarme todo lo que sentía, no podía callarme y aguantarme todas esas cosas que explotaban en mi piel y me hacían…

…mierda.

Podría salir, podría dejar que el Sol me diese un poco en la cara. No, mentira. Estaba condenado a morir en esa pieza, abrazando mis rodillas y mirando el suelo, con los ojos entornados e hinchados, con el pecho encogido y el cuerpo hecho pedazos. No me molestaría quedarme así hasta el final…lástima que el final no está tan cerca como quisiera.

Tampoco quería matarme, cuidado con eso. Sólo quería…dormir, dormir y dormir por siempre. Sin despertar, sin que nadie me despertase. Sumido en un mundo irreal, donde quizás lo que yo quería sí era posible. Después de todo, no pedía mucho: lo quería a él, solamente a él. Quería sus ojos, sus manos, sus besos, su pelo. Sus piernas, su cintura y su voz suspirando en mi oído, bufando a cada segundo. Sus dedos hundiéndose más en mi cadera, su ser conectándose conmigo. Quería que fuéramos uno otra vez. Otra vez y para siempre.

Basta, deja de pensar.

Nunca lo llevé al cine en una cita, nunca lo saqué a comer ni pagué yo, nunca bailamos juntos a una canción que me encanta, nunca nos acurrucamos para ver el amanecer, nunca nos miramos a los ojos y nos dijimos “te quiero”.

Basta.

Nunca habíamos hecho nada de eso.

Basta.

Quizás era mi culpa. Quizás ese enfermo bajito sí lo hacía y por eso lo quería más a él. Quizás él lo hacía sentir más hombre, quizás él era más pobre y le generaba esa sensación a gloria que respiraba en el barrio y que había perdido, porque yo lo sabía todo: que no pensaba volver, que los odiaba, que no soportaba que le hubieran mentido…no quería saber nada de sus padres, la Señora Kim me había llamado hacía tiempo gritándome que había desaparecido, que lo estaba buscando desesperado.

Y nunca lo encontramos. Ella por temor a verlo a los ojos y saber que ya no la necesitaba. Yo…por temor a salir de mi pieza. Si me ponía a buscar bien, lo encontraría, estaba seguro; fuera del bar, en el parque, en la casa de Kyungsoo, de camino al colegio. Conocía todos sus movimientos, lo había seguido lo suficiente antes de esfumarme completamente. Pero si iba y golpeaba la puerta, me abriría Kyungsoo, lleno de marcas como debía estar, sin camisa y con la bragueta baja. Porque en mis sueños así era, él me abría la puerta y se notaba a leguas que ocupaba y ocuparía por siempre mi lugar.

Mí lugar.

En mis sueños más salvajes, podía sentir en mi piel a Kai, recordaba la forma en que me mordía, la manera en que me llenaba y acunaba entre sus brazos antes de la explosión. En mis sueños más salvajes transpiraba, sudaba sin vergüenza y me despertaba con un problema entre las piernas y una aplastante sensación de mentira, de vacío. En mis sueños más oscuros, caminaba hasta la casa de Kyungsoo y los oía desde fuera, los oía bufar, gemir y suspirar. Se nombraban con frenesí, con amor y delicia. Se nombraban como lo mejor que tenían, mientras yo no tenía nada.

En mis sueños más oscuros, caía de la cama, me acurrucaba en la madera apolillada del suelo y me echaba a llorar. No había retorno, llegué a pensar que mi depresión no tendría cura. Todo por un estúpido chico, ese estúpido moreno. Aquel que en el último invierno me había pertenecido, aquel al que le había jurado sin palabras que lo amaría hasta el cansancio, hasta el dolor.

En los primeros días de primavera seguía cumpliendo mi promesa: quemaba, cansaba, dolía.

 

 

Es decir, sabía que las cosas iban a terminar pronto. Pero no sabía que iban a terminar así de pronto, mucho menos por mi culpa. Aquella tarde en el parque, la frustración había sido tal…pero tal…que no pude soportarlo. La situación, la conversación, cómo se esforzaba para no mirarme a los ojos, todo. No era justo, yo le había dado mi vida, le había entregado todo y más de lo que podía entregar un simple ser humano, había llegado al punto de doler todo aquello que me venía guardando y él, él sólo la había utilizado para llenar otro vacío.

Agradecía a Taemin y a su relación con Minho, pero la inmadurez de Jongin era tal que pensaba que yo podría copiarlo y reemplazarlo, como un Taemin mejorado. Como un estúpido robot.

Yo no quería eso, quería que se sintiese del mismo modo, que necesitara verme todos los días, a cada rato. Que amase despertar juntos en la misma cama y que ansiase esos besos fuertes y bruscos por todo el cuerpo. Que buscase el mismo grado de atención, porque para eso y cualquier otra petición que tuviese…yo estaba deseoso, podía hacerlo y cumplir. Ser el mejor en todo: el mejor consuelo, el mejor amante, el mejor amigo. Podía, podía y estaba dispuesto a morir con tal de lograr mi propósito.

Luego cayó ese infeliz de Kyungsoo. Yo estuve años, años fingiendo ser el fuerte de los dos, desperdicié años abrazando a Jongin que lloraba contra mi pecho por Taemin y por cómo lo trataban los otros, desperdicié años parándome como su mejor amigo… ¿Por qué? Porque un imbécil que tartamudeaba y lloraba a cada rato al parecer era mejor. Mucho mejor.

¿Y saben qué es lo peor? Que si yo hubiera empezado a actuar igual, Jongin me habría ignorado. Me había encasillado como su estúpido psicólogo, como su reserva de carne cuando estaba caliente y no sabía qué hacer: las primeras veces me gustó, luego intenté convencerme de que sería feliz con ello…luego noté que yo me merecía más, que todo lo que había soportado acallando mis sentimientos debía ser remunerado con un amor infinito.

Pero no, Jongin siempre había sido arbitrario, injusto. Adoraba más que nunca a Taemin cuando le veía besarse conmigo; cuando tuvo a Kyungsoo en sus brazos, imaginé que empezarían los problemas porque ya no tenía con quién entretenerse. Y así sucedió. Lo más triste es que no sé por qué decidí ayudar al pobre enano, simplemente no lo sé: quizás una parte de mí no quería verlo terminar como yo, porque yo (en parte) pude aguantar el rechazo por un tiempo…Kyungsoo se veía extremadamente frágil, quebrantable con nada más que un suspiro.

E increíblemente, otra vez estoy hablando de lo mismo.

Otra duda que me quedó fue por qué Jongin me atendió cuando lo llamé las últimas veces: podía percibir su deseo de no verme nunca más y, sin embargo, había caído a mi casa.

Esa fue una mala jugada mía: pensé que entraría, que me golpearía y me tocaría de nuevo. Pensaba robarle un último beso si lo hacía y, si se entregaba, tenía planeado tirarlo en el colchón, enredarlo con las sábanas y amarlo. Amarlo hasta quedarme sin aire, amarlo hasta el llanto.

Pero no; se fue y me quedé solo, encerrado en el cuarto hasta mediados de Febrero, ese infeliz día de los enamorados.

Supuse que si salía y lo encontraba solo, podría ayudarlo, animarlo y de paso envolverlo con mis redes, con mis hilos de asfixiante cariño. Sí, estaba y estoy al tanto de lo posesivo que puedo llegar a hacer…y no me arrepiento de eso, sólo lo reconozco.

Como hacía frío, quizás se quedarían en lo de Kyungsoo o irían al cine. Caí demasiado tarde como para darme cuenta y terminé en el medio de la plaza solo, rodeado de jóvenes tomados de la mano o besándose detrás de un árbol con pasión: Me sentía absurdo, patético. Echando un vistazo, deshice mi última ilusión y volví sobre mis pasos cuando me lo choqué, prácticamente me lo llevé puesto y caímos ambos al suelo.

Era alto, delgado y tenía el pelo de color caramelo, más o menos ondulado debido a la humedad. Lloraba (sus ojos no podían estar tan rojos por algún otro motivo) y temblaba, como llevaba sólo una camisa sin mangas debía estar muriéndose de frío.

-Lo siento—su voz salió prácticamente como un graznido: sí, ha estado llorando—Perdón.

-No hay problema—se levantó de pronto, casi a punto de correr fuera del parque y lejos de mí—¿No tienes frío? Está cayendo nieve—sorprendido, se quedó pensando y luego asintió, llorando con más fuerza y hundiendo el rostro entre las manos—¡Perdón, no sabía que no podías comprarte abrigo!—esta plebe, debe llorar miseria en estas épocas del año. Me saqué la bufanda y el saco tejido por mi madre y se lo tendí; al verlos, negó con las manos—Tómalo—asentí—Debajo de este buzo, tengo otro.

Moqueando (imagen horrorosa y lamentable), se inclinó agradecido y se vistió. Su rostro se relajó con un rojo de vergüenza y un suspiro de placer, ahora sí debía sentirse calentito.

-En cinco minutos te los devuelvo—asintió, bajándose la bufanda para dejar su boca descubierta.

-No pasa nada, quédatelos—La abuela decía que la plebe no tiene la culpa de no tener dinero, que nosotros tenemos que ser adinerados y aparte, amables—Tengo de sobra.

-No, en serio—tomándome de las manos, se me acercó—Te los regreso ahora, yo tengo que irme.

-Te propongo algo—susurré incómodo y retrocediendo dos pasos—Mañana a las cuatro, debajo de ese tobogán rojo—lo señalé, con todo el dolor del mundo—Déjalos ahí abajo, yo vendré a buscarlos.

-Pero, ¿Y si alguien más los ve y los roba?

-No va a pasar, escóndelos bien. Aparte, es un juego para niños. Los niños no se lo quedarán, mucho menos si se lo llevan a sus madres—convencido, apretó los labios y miró el tobogán.

-Mañana a las cuatro…

-Y me dirás por qué estás llorando—bromeé, codeándolo. Algo me dijo que debía hacerlo, no sé exactamente qué, pero me miró con los ojos como platos—¿Qué, no puedo saber?—sonreí; hirvió al rojo más vivo.

-Para eso tendría que dejarte una carta o algo… - Ok, se lo tomó en serio.

-Estaba brom…

-Será larga, te tomará mínimo una tarde leerla.

-No era en…

-Si no podría contarte todo yo mismo—inclinó la cabeza, más hablando solo que otra cosa; dándose vuelta, emprendió camino, arreglando el orden cronológico de todo lo que me iba a contar.

Arqueando una ceja, retrocedí hasta la esquina sin darme vuelta: el chico no parecía normal, a saber con qué saltaba luego. Capaz que venía corriendo a dejarme todo y se iba de nuevo, capaz se arrepentía de todo o capaz…capaz que me pedía que lo acompañase a algún lado.

Al trote, crucé la plaza y agarré la avenida en dirección a casa: la abuela en ningún momento me dijo que me amigara con la plebe. Ahora entiendo por qué.

 

 

Continuará.

Notas finales:

Por cierto, ¿Alguien leyó ya Fake? ^^


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