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Mi nueva familia. por lirionegro

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Notas del capitulo:

Hola, aqui esta un nuevo capi. NO esta completamente editado, al menos eso creo. Espero que le guste.

Mi nuevo hermano.

 

Murata agarró a Yuuri de los hombros, alejándose ambos de los chicos rubios – que obviamente serian extranjeros (Su japonés era bastante bueno) – librándose de lo que solo podía terminar como un desastre. La chica – Elizabeth, se recordó Yuuri – detuvo todo intento del rubio de acercarse a ambos japonés. A una distancia prudencial Yuuri observó cómo Elizabeth acariciaba levemente la mejilla que él había golpeado con anterioridad.

Tenía un bonito sonroso, pensó Yuuri, sino fuera porque se debía estrictamente a un golpe… ¿Cómo sería con otra clase de sonrojo? ¡¿Qué diablos?! Antes de que pudiera cuestionarse a sí mismo por esa clase de pensamientos, la voz de Murata le distrajo:

–        Shibuya… ¿estás bien? – Ah, ahora se preocupaba. Yuuri quiso decirle que todo aquello había sido su culpa.

Pero ponerse a discutir en los pasillos de las bebidas, con dos rubios hermosos a pocos metros de distancia – y uno de ellos conteniendo sus ganas de devolver el favor al debilucho pelinegro – no era la mejor de sus ideas. No sabía si sería por la falta de sueño, o porque el rubiecito había terminado por sacarle de sus casillas, el dolor de cabeza de Yuuri aumentó, así como sus deseos de encontrar una cama y reposar.

–        Será mejor que te calmes, Wolfram nii-sama – Finalmente tenía un nombre, Yuuri miró al chico, quien al parecer se llamaba Wolfram. Su rostro estaba por completo rojo (seguramente rabia) y parecía estar discutiendo entre susurros consigo mismo. No parecía tomarle mucha importancia a lo que Elizabeth le decía.

–        Vámonos – Murata susurró a su oído, pero Yuuri no estaba seguro de hacerle caso. Tenía que disculparse primero, su pequeño arrebato había sido por un arranque de ira que, sumado a su malhumor mañanero, había desembocado en agredir a una persona.

A Yuuri no le gustaba ser agresivo, aunque esa persona podía merecerse ese golpe viese quien lo viese. Aun así, Yuuri no tenía por qué arreglar las cosas discutiendo o en golpes, no era lo correcto. Se debía disculpar con el rubio y luego, tal vez… podían hablar como gente civilizada. Él error de Murata por ser un casanova que no media sus palabras no tenía por qué pesar en ambos. Mucho menos en él.

Tal vez podrían conocerse un poco más después. Aunque aquellos momentos no fueron lo más idóneos para que Yuuri se cuestionara porque quería conocer a más a fondo a ese tal Wolfram.

Con una meta en claro, se armó de valor para enfrentarse al Bishounen, pedir disculpas no tenía por qué ser difícil, siempre sería la mejor política. Grande fue su sorpresa al descubrir que los dos rubios ya no estaban más en el pasillo.

–        ¿Q-qué?

–        Ya se fueron – Yuuri observó a Murata Ken,  parecía estar jugando con su celular, al notar que Yuuri le miraba confundido, continuó diciendo: – Al parecer estabas tan metido en tus pensamientos, Shibuya, que no notaste que los dos se acercaron y el chico rubio te pidió disculpas. Eso fue un poco sorprendente, dado que fuiste tú quién lo golpeó.

–        ¿C-cómo?

–        En serio, Shibuya, no sé qué es tan difícil de entender.  Vino, se disculpó, tú te quedaste sin decir nada así como lelo, y como parecía que Wolfram en cualquier momento iba a estallar otra vez, acepte las disculpas por ti. De nada, ha sido un placer.

–        ¿A dónde se fueron?

–        ¿Cómo? – la sorpresa parecía estar pintada ésta vez en Murata. Yuuri ignoró ese detalle.

–        Tengo que disculparme con él… puede que sea un arrogante e impertinente. Un idiota, pues sí. Pero yo no debí golpearlo tampoco. Arhg, Murata, ¡¿Dónde se fueron?!

–        Pues creo que se dirigían a la salida, Shibuya. Pero… ¡O-oye…!

Yuuri salió corriendo sin haberlo escuchado, casi choca con una mujer con sus niños, se disculpó rápidamente, inclinando su cabeza varias veces mientras seguía corriendo. Llegó al estacionamiento pero ambos rubios no parecían estar cerca. Siguió buscando por los alrededores pero no consiguió dar con ellos. Maldijo para sí mismo, al final  el único como un idiota maleducado seria él. Y tampoco quería que fuera así. Sabía que no volvería a verlo nunca más.

Se acercó a la pared del supermercado y se dejó caer, arrastrándose al suelo y quedando hincado. Enfurruñado decidió que era mejor esperar a Murata hasta que saliera. Tenían que llegar a casa rápido, antes que la novia de su padre y su familia llegaran para la cena.

Estaba agotado, mentalmente, para todo.

 

 

 

 

Shori había traído una botella de vino, para Yuuri no podía importarle si era de importación o de que año. Su padre y Shori estaban arreglando los últimos detalles en la cocina, mientras que él ponía la mesa. Finalmente se decidieron por un bistec, una ensalada cesar y pan recién horneado. Yuuri había trabajado en la cena, pues su padre no era muy bueno en la cocina. Es más, desde la muerte de su madre, habían comido solo alimentos precocinados hasta que Yuuri se había animado a aprender a cocinar.

Le gustó, y ahora había aprendido que la cocina le relajaba.

Justo como en aquellos momentos.

No había postre, su padre decía que su novia traería un pastel para compartir con los tres hombres. Yuuri no puso objeción en ello. La mesa estuvo lista y llamó a su padre y  a su hermano.

Shori, su hermano mayor, se ajustó los lentes mientras observaba cada rincón de la mesa con ojo crítico. El pequeño brilló entre sus ojos y anteojos a Yuuri le recordó a Murata, mas no quería pensar en ello. Al final pareció estar satisfecho en lo que veía, sonriendo animado y palpando su cabeza repetida veces.

–        Buen trabajo, Yuu-chan. Oni-chan está complacido – Yuuri gruñó.

–        No lo hice para que te sintieras complacido, Shori

–        Es Oni-chan, Yuu-chan – Ignoró a su hermano mayor, mirando en este caso a su padre que parecía resplandecer en aquellos momentos.

–        Gracias, chicos – la sonrisa de su padre fue el suficiente regalo para él, valía la pena si su padre podía volver a sonreír de esa manera.

–        No te preocupes, pá. Nos encargamos de hacerte quedar bien.

–        Jajaja, bien, bien, los dejo en sus manos en ese caso, Shori.

Yuuri chasqueó la lengua ante la actitud sabelotodo de Shori. Desde que trabajaba en la compañía de Bob-san, un multimillonario excéntrico, parecía que Shori tenía una alta estima de sí mismo. No era malo, claro, pero a veces era un poco molesto.

El sonido del timbre llamó la atención de los tres hombres.

La mirada de Shori cambió a la de un hombre profesional que está a punto de hacer el negocio de sus sueños pero que no quería parecer ansioso, pero sabía que el momento había llegado, era ahora o nunca. Su padre, Shoma Shibuya, estaba más feliz que nunca, su sonrisa creció y rápidamente fue el primero en moverse hasta la puerta. Yuuri… Yuuri solo sonrió resignado, recordándose a sí mismo que todo aquello valía la pena, y muy en el fondo intrigado. Se moría de curiosidad por conocer al fin a la novia de su padre.

Podía considerarse ridículo, pero en seis meses nunca se había tomado la molestia de conocerla a pesar de que Shori ya la había visto al menos cinco veces – también poco ayudaba que vivieran en diferentes ciudades, aunque eso cambiaria pronto –. Tal vez por ello se sentía un poco reacio al principio. Al final era un poco culpa suya, nada más.

Respiró y se enfrentó, junto a su hermano, al gran momento.

 

 

Su nombre era Cecillie von Spitzweg, al ser la primera vez que Yuuri la veía no pudo evitar quedarse congelado y estático en su sitio, a unos metros de su padre y la que – al parecer – era su novia, muy pronto a ser esposa. Lo veía y no lo creía. Sin lugar a dudas, Cecillie von Spitzweg le daba fuerza a su nombre, no podías escuchar ese nombre y no relacionarlo con la nobleza, y la mujer que tenía enfrente sin duda tendría que ser de la nobleza. No era por desacreditar a su padre… pero ¿Cómo es que Shoma Shibuya había podido conquistar a una mujer como aquella?

 

Cecillie era rubia – al parecer era el día de los rubios para Yuuri – su cabello era muy largo pero en aquellos momentos lo llevaba en una cola alta que dejaba ver su largo y blanco cuello, llevaba un vestido azul corto hasta sobre las rodillas, de falda plegada y suelta, dejando ver sus curvas. La mujer era en si una belleza exótica y voluptuosa. Y aparentemente, dado a como se apegaba a su padre, estaba encantada con Shoma.

¿Cómo una mujer como aquella salía con papá?

No es que denigrara los atributos de su padre, no, Shoma Shibuya era un gran hombre, amable y responsable, un poco soso a veces, pero sí, Yuuri podía considerarlo guapo. Tomando en cuenta que lo decía de su propio padre. Pero Cecillie era otro cuento. Uno muy lejos del estereotipo natural al que se acostumbra uno a lo que es una mujer japonesa ordinaria.

A Yuuri le gustaba decir que su madre fue hermosa, una nipona nacida en Estados Unidos, y muy lejos también de ese estereotipo de la mujer japonesa normal. Sin embargo Cecillie volaba muy lejos, hasta la estratósfera, de  esa clase de mujeres que no está ni en años luz al alcance de un hombre viudo con dos hijos crecidos y con un empleo normal de banquero.

Pues la mujer no solo era hermosa, también era rica.

–        Yuuri, hijo, ven a saludar – El chico japonés avanzó hasta estar frente a frente a Cecillie, quien le miraba con esos enormes ojos verdes, curiosa y anhelante. Ojos verdes... – Cecillie, te presentó a mi hijo menor, Shibuya Yuuri. Yuuri, ella es Cecillie Spitzweg. Ya te he hablado de ella.

Yuuri asintió, aun cohibido ante la presencia avasalladora de la esta mujer hermosa: –  Hola, es un placer conocerla – una reverencia, y un segundo después se vio siendo aplastado en un abrazo de oso por Cecillie.

–        Ay, eres un chico encantador – La voz de Cecillie era cariñosa y suave. Yuuri entró en pánico, de reojo vio a su padre quién no parecía alterado  y su hermano que, al igual que él no parecía cómodo con la situación.

Aunque tampoco parecía sorprendido, de seguro por haber conocido de antes ya a Cecillie. Yuuri maldijo a su hermano en silencio, si la mujer era efusiva Shori debió haberle advertido con anticipación.

–        H-hola – cuidadosamente se separó de Cecillie, no queriendo parecer maleducado. Cecillie no pareció notar el grado de incomodidad del más joven de los Shibuya, pues rápidamente le plantó un beso en la mejilla que acaloró y avergonzó a ambos hermanos por diferentes razones.

–        Eres un chico muy guapo, estoy segura que Wolf y tú se llevaran muy bien...

–        ¿Eh? - Yuuri aún no se recuperaba del asalto anterior. Shori golpeó su espalda, las mejillas de su hermano al igual que las de Yuuri estaban sonrojadas. Parecía decirle, ya te acostumbraras, y Yuuri sabía que tendría que hacerlo.

Después de todo, en dos semanas serian finalmente una familia viviendo bajo el mismo techo.

–        Cariño, ven aquí. No te quedes rezagado en la entrada.

Yuuri reacciono en aquel momento. Cecillie parecía estar llamando a alguien. Miró a su hermano quien parecía más tranquilo al igual que él, pero quien mantenía un ceño fruncido como de molestia. Intrigado, regresó su vista a su padre y a Cecillie, al mismo tiempo en que la persona que Cecillie llamaba daba su entrada.

El gritó de sorpresa y pánico quedo rezagado en la garganta de Yuuri, sus ojos se abrieron igualmente, como si no creyera real a la persona que tenía frente así.

Pues ahí estaba el rubio bonito a quien había conocido esta mañana, quién había insultado a su madre, y por último y no menos importante, a quién Yuuri había golpeado en un momento de ira desbordada. Wolfram. Sí, así era como se llamaba.

Pero, ¿Qué diablos hacía en su casa?

Wolfram parecía también sorprendido, pues observaba a Yuuri con esos enormes ojos verdes al máximo de su extensión. Ojos verdes. Oh, Diablos, como no lo vio. Si este chico parecía una calca de su madre, mismo color de cabello, mismo color de ojos, las delicadas y hermosas facciones. Era lo mismo, solo que en hombre.

– Wolf, ya conoces a Shoma, y a Shori. Él es Yuuri, el hijo menor de Shoma. Es un año mayor que tú, así que espero que se lleven bien. Yuuri, él es mi hijo Wolfram von Bielefed.

Ambos se miraron a los ojos, y para Yuuri fue clara la molestia que Wolfram sentía con toda aquella situación. Yuuri no podía culparlo, era casi ridículo que el chico que tenía había golpeado hace pocas horas, ahora se te presentaba como tu... hermanastro. O algo parecido.

Simplemente, esto tenía que ser el Karma.

Armándose de valor para no hacer una escena frente a su padre y hermano, y también frente a Cecillie quien parecía estar extasiada por el gran momento, se presentó ante el rubio.

–        Hola, es un placer conocerte. Soy Shibuya Yuuri – Nuevamente, una pequeña reverencia. Y Yuuri espero.

Esperaría por lo peor, pues Wolfram no parecía muy entusiasmado por seguirle la corriente, el rubio simplemente le miraba con esos ojos verdes que parecían decir Te destruiré y no me sentiré mal al respecto. Casi lo venía a ver, el golpe que sin duda se merecía, al menos para quedar a mano, aunque a Yuuri esa idea le revolvía el estómago. Afortunadamente, Wolfram entró en razón, pues, tras lo que pareció una eternidad, imitó a Yuuri, y habló:

–        Wolfram von Bielefed. – y extendió su mano. Yuuri tardó varios segundos en entenderlo, pero asió la mano de Wolfram.

En el momento en que sus manos se tocaron, Yuuri tuvo que contener un gemido de dolor. Wolfram había apretado su mano hasta hacerle crujir sus dedos, en una clara señal de no olvidar lo que paso hace unas horas. Aparentarían estar bien frente a sus padres – ingenuos del pequeño enfrentamiento de sus hijos pequeños respectivos – pero eso no cambiaba la verdadera situación.

Wolfram lo detestaba, y Yuuri tendría que andarse con cuidado.

Sería una larga cena.

 

 

 

Opuesto a lo que Yuuri hubiese creído, la cena transcurrió tranquila y entretenida. Su padre y Cecillie – Llámame Cherie – habían tomado la batuta desde el principio, seguido por Shori. Había descubierto entonces que Cherie y su padre, por fuera de lo común que fuese su relación – uno los ve juntos y no puede evitar pensar “Hay algo que no encaja” –, tenían una buena relación y Cherie era una mujer muy atenta que siempre hacia sonreír a su padre. Puntos para ella.

Habían empezado a comer y habían alagado las dotes culinarias de Yuuri: Serás un buen esposo en el futuro. Yuuri se sonrojo, pero segundos después se quedó cabizbajo y suspiró. Nadie lo notó, y no tenían por qué, era problema de Yuuri… un mal momento para hablar sobre relaciones a futuro.

Para suerte para Yuuri, la plática se dirigió a otros asuntos. Resultaba entonces que Cherie tenía mucho que compartir con su hermano. Al parecer Bob y Cherie tenían negocios en común. A Yuuri le sorprendió enterarse que había sido de esa manera como su padre y Cherie se habían conocido.

Se sintió mal. Su padre siempre había volcado su energía – desde la muerte de su esposa – en sus hijos, y no había sido sino hasta hace seis meses que Yuuri había notado un cambio positivo en su actitud. Pero como normalmente ocurre con los adolescentes, no cuestionó el porqué, y siguió con lo suyo… que no estaba para nada bien como había pensado en un principio.

Fue alrededor de un par de meses después que su padre les llegó con la noticia que estaba saliendo con alguien. Ahora que recordaba Shori no pareció del todo sorprendido – lo que cual era obvio, tomando en cuenta que el romance había nacido justo en su territorio –, y ahora resultaba que él único que no tenía idea de lo que pasaba era él, recordaba que se había sorprendido pero le había deseado la mayor de sus bendiciones, así que Yuuri acabó con eso en ese momento.

Tenía una cita.

No estuvo muy al tanto de cómo se fue formando su relación después de eso, Shori la conocía, se habían visto y hablado algunas veces, y aunque Cherie era una mujer ocupada que siempre estaba viajando, Yuuri sentía que no era excusa para haberse despreocupado tanto sobre la vida amorosa de su padre. No fue hasta que ésta vino a perturbar la suya que realmente le puso atención. Dos semanas antes, Yuuri descubrió la inusual sorpresa que su padre estaba planeando mudarse a Tokio.

Definitivamente, los golpes vienen cuando menos te lo esperas.

Hubo muchos alegatos, del porqué, y para qué. Y “¡¿cómo puedes tomar decisiones como esas sin consultarlo primero y no pedirnos nuestra opinión?!”

Había sido tan insensato en ese momento.

Costó que hubiese aceptado, más cuando salió a la luz de que en realidad se irían a vivir con la novia de su padre, pues su relación había avanzado al punto de querer convivir bajo el mismo techo, para ver cómo les iba. Yuuri sospecho que tras esas palabras venían también, en letra pequeña, una posible boda. Terminó aceptando porque su padre había dicho que no sería un cambio inmediato, que esperaría a que conociera a Cherie y esperarían que se adaptara a la idea.

Adaptarse a la idea, simplificado como era, no significaba estrictamente que después se pondría a discutir que convenía hacer a continuación. Era un hecho que iba a pasar, y lo mejor para Yuuri era que lo tuviese en mente. Después de todo, con el tiempo se iría adaptando.

Yuuri descubrió en poco tiempo que la idea no era tan horrible como pensaba. No solo estaría perfecto para él mudarse a Tokio, cuando tendría que hacerlo tarde o temprano para cuando fuera a la Universidad de M., sin embargo, lo que realmente había motivado a Yuuri era su reciente desengaño amoroso.

La distancia cura las heridas, bien decían por ahí. Y si su padre era feliz con tener a su familia conviviendo con su novia y familia… pues Yuuri no presentaría más objeciones.

Viendo ahora a Cherie y a su padre, Yuuri sabía que había tomado la decisión correcta. Extrañaría a sus amigos, pero era lo mejor para su papá, y también para él.

Hubo comentarios divertidos entre todos, información adicional sobre Cherie que en ese momento Yuuri memorizó en su cabeza. Como que su familia había venido desde Alemania – donde tenían la mayoría de sus negocios – para expandir, por decirlo de una forma, su imperio en Japón. Ahora la familia residía en Tokio desde hace pocos meses, para que Wolf, quien pronto cursaría su último año de preparatorio, se adaptara a su nueva vida.

En ese momento Yuuri volvió a ver a Wolfram, quien se abstenía de participar activamente en la cena, pero lo hacía de una forma tan sutil que nadie lo notaria. Yuuri lo notó. Callaba la mayor parte del tiempo, hacia un comentario o dos que iniciaba grandes platicas a las cuales su participación era pasiva, o comía. A decir verdad, si Yuuri lo hubiese conocido por primera vez en aquella cena, hubiese creído que el Bishounen era tímido. Muy lejos de la realidad, el pelinegro sabía muy bien que Wolfram no tenía ningún problema en declarar su opinión y punto de vista.

Había estado ignorando a Yuuri, a pesar que éste no podía pasar desapercibida su presencia, además de unas miradas de resentimiento – a las que Yuuri comprendía el por qué –, había sido ignorado completamente. Eso le entristecía, pues realmente quería disculparse por el golpe (cachetada) que le había propinado, mayormente porque el chico bonito se había disculpado y él… pues, mm, ni siquiera sabía cómo justificarse.

Si tuviera una oportunidad lo haría, pero tampoco era tan tonto como para poner sobre la mesa – frente a su padre y Cherie – que había conocido a Wolf esta tarde, y por razones que están más allá de su propio racionamiento, había terminado golpeándolo. Sí, sin duda esa no era una buena forma para empezar como familia. Aunque, aun si estuviesen al tanto o no, ya había comenzado de esa forma, al menos para el conocimiento de Wolfram y de él.

Tendría que encontrar el momento correcto para poder hablar con Wolfram sin que los adultos aquí presentes sospecharan nada.

Pero Wolfram no parecía querer ayudarle. Yuuri simplemente lo miraba y lo miraba, y no podía evitar pensar que si sonriera más a menudo le quedaría perfecto. Es más, hubo un momento en que un comentario de su madre, había puesto avergonzado a Wolfram. Había sido un lindo sonrojo, un sonrojo real, de vergüenza, pero uno natural. Se ve muy lindo sonrojado, y Yuuri se vio sorprendido con esa clases de pensamientos. ¿Qué diablos había sido eso?

Acaba de pensar que un chico era lindo, y por un segundo, esa idea le atrajo bastante.

Como si alguien de allá arriba se hubiese apiadado de él y de sus perturbadores pensamientos, su padre decidió en aquel momento tomar el té y el postre en la sala, para más comodidad. Para no tener que enfrentarse al rubio y aclarar su mente, Yuuri tomó la iniciativa en preparar el té.

Sin embargo, al parecer la buena voluntad de los dioses no favorece dos veces a la misma persona. Al menos no el mismo día.

–        Wolfy, cariño, ¿Por qué no ayudas a Yuuri-chan con el té y el pastel?

–        ¡¿Ah?! – Para alivió de Yuuri, él no había sido el único en gritar.

Wolfram parecía no estar de acuerdo con su madre, y Yuuri casi rogó para que se saliera con la suya, aun cuando debía buscar una forma de disculparse con Wolfram, en aquellos momentos Yuuri no estaba seguro como actuaria estando tan cerca del rubio. Ya se sonrojaba con el solo pensamiento.

Es un chico, ¡¿Por qué diablos me sonrojo?!

–        Madre…

–        No, no, no. – Cecillie negó repetidamente cualquier intento de excusa de su hijo. Miró a Yuuri – Yuuri-chan no obsequió una espléndida cena, es justo que le ayudes. Además sería bueno que empezaran a conocerse mejor, ¿no crees?

No, ambos parecían no estar muy de acuerdo en ello, especialmente Wolfram que parecía estar matándolo con la mirada.

–        Cherie-san, no es necesario que lo haga – Shori habló para todos, pero parecía estar más atento en Wolfram. Yuuri frunció el ceño – Usted y su hijo son invitado en esta casa, yo ayudare a Yuu-chan, no se preocupe.

–        No, no, no – estaba vez fue el turno de Shori para la negación total, y Cecillie se pegó a su costado – Ahora seremos familia, es mejor que dejemos tanta formalidad atrás, ¿No lo creen así?

Bien sea que no lo notó, o simplemente hizo caso omiso a ello, Cecillie tomó a su padre y hermano de ambos brazos, conduciéndolos – como si aquella fuera su propia casa – hasta la sala, dejando a los más jóvenes en el comedor, para que se las arreglaran entre ellos. Una manera muy sutil para obtener lo que quería.

Wolfram y él se miraron a los ojos, por un tiempo que pareció más largo y mucho más incómodo. Yuuri no podía apartar la mirada de aquellos hermosos ojos verdes, pero al mismo tiempo quería alejarla de sí. Comparada con aquel rubio Bishounen, Yuuri se sentía simple, podía decirse que era atractivo, pero Wolfram… Wolfram era deslumbrante, en el buen y en el mal sentido.

–        Y bien, ¿Te quedarás ahí parado como idiota, o me enseñaras donde esta la cocina, debilucho?

–        O-oi, no me llames debilucho – a pesar que quería gritar, su voz salió en susurró consciente que en la habitación contigua su padre y Cecillie podrían escucharlos s gritaban. – Me llamó Yuuri, Wolfram.

–        Como sea… Terminemos con esto de una vez. Hum. – Wolfram parecía haber regresado a su actitud prepotente como lo había conocido en el supermercado, y Yuuri vio más difícil poder hablar con él.

–        Sígueme.

Sin nada que decir, Wolfram le siguió. En aquellos momentos ambos eran conscientes de la situación. Yuuri sabía que tenía que disculparse, pero Wolfram no tenía ninguna intención de hacérselo fácil. Suspiró y tendió el pastel a Wolfram.

Era un pastel de manzana, cubierto con merengue de limón, el cual Yuuri sin necesidad de probarlo sabía que estaría delicioso. Bastaba el olor para saberlo.

Ambos en ese momento decidieron ignorarse, uno cortaba el pastel y lo ponía en los platos. El otro ponía el agua a calentar. Y se vieron a los ojos. Verde contra negro.

Yuuri decidió hablar, no podía vivir con aquello en su consciencia. Menos ahora que sabían que su convivencia seria obligatoria de ahora en adelante.

–        Wolfram, yo…

–        Si quieres disculparte, estás perdiendo tu tiempo. No quiero escuchar nada de un debilucho como tú.

–        Oye, solo quiero hacer lo correcto, sé que te disculpaste conmigo, y yo bueno…  – Sin saber que más agregar, Yuuri siguió hablando – Ambos tuvimos la culpa, ¿ok? Nos atacamos entre nosotros, y aunque yo te golpeé, y sé que no debí hacerlo…me siento mal por lo que hice. Aunque no me negarás que tú también no ayudaste tampoco, no parabas de gritar y estabas actuando muy majadero…

–        ¡Si esa es tu manera de disculparte, debilucho, no quiero escucharlo!

–        ¡Está bien, está bien! Lo siento, caray…Y- y no soy un debilucho. ¡Soy Yuuri!

–        Cállate, no grites. – Susurró Wolfram, ambos permanecieron en silencio, pero nadie vino así que nadie escuchó su discusión. Suspiraron. Se vieron, y apartaron la mirada.

–        Eres un mocoso, Wolfram, no entiendo porque no aceptas mis disculpas.

–        Porque da el hecho, debilucho, que no te disculpaste, solo hablas y hablas, y no llegas a ningún punto.

–        Me disculpe, dije lo siento.

–        Pues no vale – siseó Wolfram, y señaló a Yuuri con el dedo, ambos a pocos centímetros entre sus cuerpos – Este golpe no te lo perdono. Jamás.

Y sus palabras fueron tan fuertes, al menos en los sentimientos que Yuuri vio reflejado en los ojos de Wolfram, que solo se quedó callado. Por alguna razón, no fue consciente del porqué, deseó abrazar a Wolfram y reconfortarlo.

Se golpeó mentalmente por ello.

Wolfram no parecía el tipo de persona que le gustaría que un completo desconocido le abrazase, mucho menos él, a quien le tenía mucha aversión. Y sin embargo, aquellos ojos verdes… aquellos ojos verdes le atraían como la abeja a la miel. Y sin darse cuenta, fue acortando la distancia entre ellos.

Wolfram, desde la perspectiva de Yuuri, abrió los ojos al máximo, se puso pálido, y tembló un poco, sin embargo no se movió. Yuuri no pensó en lo que hacía o porque lo hacía, tan solo se siguió acercando hasta llegar a sentir el cálido aliento de Wolfram en sus labios. Eran solo cinco centímetros más alto que el otro.

Cuando Yuuri agarró a Wolfram de los brazos, para estrecharlo a su cuerpo, Wolfram reaccionó. Y lo golpeó.

Fue como un pequeño puño que se estrella en tu rostro por equivocación, y por la cara que puso Wolfram segundos después, Yuuri supuso que no había sido su intención golpearlo. Alejarlo, sí, pero no golpearlo. Había sido un accidente debido al movimiento brusco y la cercanía.

Y Yuuri agradeció el golpe, pues lo despertó y se dio cuenta de lo que había estado a punto de hacer. Pero, ¿Qué diablos iba a hacer?

Sorprendido, mucho más que Wolfram, se alejó del rubio, como si de repente su cercanía le quemara. Como si Wolfram hubiera tenido la culpa desde el principio. Algo que tenía que tener ese rubio, pensó Yuuri. No había forma de que Yuuri hubiese intentado lo que había intentado hacer. No, no, no. ¡No!

¡ÉL NO HABIA INTENTADO BESAR A WOLFRAM! ¡No a quien muy pronto iba a ser como un hermano, al menos en la práctica! ¡No a un chico!

Ambos respiraban con fuerza, olvidado ya el pastel y el té. El agua estaba lista, un silbido de la tetera se escuchaba en la cocina. Pero Yuuri solo podía ver a Wolfram, y éste solo lo veía. Yuuri estaba entrando en pánico, y Wolfram parecía realmente asustado.

Yuuri rompió el silencio.

–        Y-yo…  – O eso intento, pues el sonido de su celular los devolvió a la realidad.

Les recordó donde estaban, y como si alguien pudiese descubrir con solo verlos lo que había estado a punto de pasar, Yuuri corrió hacia su celular, estaba en la barra, y Wolfram apagó el fuego. Cuando Yuuri tuvo el celular en sus manos, miró nuevamente a Wolfram, quien le daba la espalda.

Y así se quedaron hasta que Yuuri recordó su celular, y Wolfram pareció despertarse de su pequeño letargo. Sus ojos verdes le vieron, y Yuuri huyó. Así, salió corriendo fuera de la cocina, sin importar que tuviese que pasar por la sala, y tanto su padre, Shori y Cecillie lo viesen extrañados. Sin importar que su padre le preguntara que pasaba.

Solo salió corriendo hasta su cuarto y una vez cerrada la puerta, se dejó caer en el suelo, con el celular aun en sus manos. Recordó entonces porque lo tenía en sus manos, y lo vio. Un mensaje. De Belinda.

–        Maldición.

Sus problemas recién empezaban.

 

Notas finales:

Y aqui esta. 

Hagamos una cosa, en el transcurso de la semana prometo revisarlo para ver si hay algun error que me comí, Quise terminarlo pronto y subirlo ya pues no se si la proxima semana actualice. Tengo examen, asi que he de estudiar XD.

 

Cualquier cosa.

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