Era de noche. Pero no era una noche cualquiera, esta era una noche especial. En el cielo azabache, la luna lucía dorada y más cercana de lo normal, reflejándose así en el enorme lago, ahora negro e impenetrable. El vienta sopla, pues nos encontramos en época fría. Sin embargo, ni los numerosos árboles ni las aguas del lago responden a su contacto, todos expectantes de lo que ocurrirá esta noche, fría, hermosa, mágica.
Un chico era arrastrado a lo largo del bosque. Apenas sabía donde se encontraba, sus lágrimas, continuas y abundantes, no le permitían ver demasiado a su alrededor. Su cuerpo le dolía, sentía temor e impotencia al verse incapaz de librarse del fuerte de ese hombre. No sabía cómo había llegado a esto, él solo salía del instituto cuando lo atacó y lo llevó hasta allí a la fuerza.
Conocía a ese chico. Hace unos meses lo empezó a ver en el instituto, siempre andaba solo, inclusive en los descansos y en la cafetería no tenía compañía alguna. Así que un día, decidió hablar con él, y se fueron conociendo.
Hasta ahí todo era normal, pero en cierto punto las cosas se volvieron un tanto extrañas. Empezó a recibir cartas sin remitente, todas ellas de amor, aunque no unas cartas de amor normales, el sentimiento que reflejaban las cartas era de obsesión por él, de un deseo ilógico. Además de esto, veía a ese chico por donde iba.
Por entonces, prefirió pensar que era mera casualidad, y dejó de lado el tema de las cartas. Poco después, el chico se le declaró y confesó que era el autor de las cartas.
Esto realmente lo asustó, así que, con la excusa de que necesitaba tiempo solo para pensarlo, se fue alejando de él, pues creía que así el otro se olvidaría de él. No solo no se cumplió su pronóstico, sino que además le había secuestrado hacía unas horas. Nunca hubiera pensado que ese chico callado y amable pudiera llegar a hacer algo como aquello. Aún más temía lo que fuera a hacer con él ahora, mientras lo llevaba casi arrastrando por aquel lugar solitario, de noche, donde nadie podría encontrarlos.
- Un poco más, casi llegamos -le miró con una sonrisa en su rostro, una que le pareció escalofriante al pelirrojo.
Unos minutos más caminando y se encontraban frente a una pequeña cueva en medio del bosque.
- Pasa, princesa -le ordenó tirando de él hasta adentrarlo en el lugar- te gusta? -preguntó aun sin soltarle haciendo un gesto con la otra mano.
- Qué … quieres de mí? Por qué haces esto? -le miró con los ojos hinchados de llorar.
- Ya te lo dije, porque te quiero -apretó más su mano alrededor del brazo del más bajo.
- Pero … yo no siento lo mismo -vio como su raptor perdía por un segundo la sonrisa- lo ...siento …
- Sabes qué? No me importa. Aunque digas eso ahora, sé que solo te haces el difícil, yo sé que me quieres
-Eso no … eso no es verd-
-Sí, sí que lo es! Desde el día en que te vi, tú te me has estado insinuando, provocándome cada vez más! Hasta el punto de volverme loco por ti, por tu cuerpo! -lo empujó hasta acorralado contra una de las rugosas paredes de la cueva.
- Ahh, me estás haciendo daño! -intentaba zafarse del agarre del moreno, pero era imposible. El otro cada vez se acercaba más a su cuerpo, las lágrimas volvieron a salir enloquecidas.
- No, mi niño, no llores -susurró limpiando sus lágrimas- no te preocupes, te haré sentir más placer del que has sentido jamás -inmediatamente después, besó con fuerza sus gruesos labios, hinchados y enrojecidos a causa del frío del lugar. Sentía como el menor se removía en sus brazos. “Pronto dejará de resistirse” pensó seguro, “después de todo me ama, cuando nos unamos al fin será todo mío”. Dejó de besarle, para contemplar a esa bella criatura …
- Noo … por f-favor … -la mirada del moreno reflejaba puro deseo, le taladraba el cuerpo llena de lujuria. Entonces comprendió, él no le iba a dejar ir, haría lo que quisiera con él, y desgraciadamente ni él ni nadie podía impedirlo.
El moreno empezó a lamer y morder su cuello con rudeza y desesperación, haciendo daño al pequeño, haciendo su mejor esfuerzo para marcar como suya esa nívea piel. Seguidamente, metió su mano por debajo del sweater que llevaba, acariciándole el plano estómago y subiendo suavemente … “pronto empezarás a gemir mi nombre...” -pensó para sí mismo- Taemin …
- Noo … -inútilmente intentaba que parara, rogaba a dios que el chico se apiadara de él y le dejara escapar, pero pareciera que todo fuera en contra del pelirrojo. Desvió la mirada a un lado, y entonces pudo distinguir la hermosa luna dorada que se asomaba por un pequeño boquete en la cueva. Por un segundo sintió una extraña sensación recorrer su cuerpo, como si de repente se hubiera llenado de energía … y de paz. Cómo podía sentir aquello en una situación como esa? “Ojalá ...alguien me encontrase” pensó sin poder despegar su mirada de la hermosa luna mientras lágrimas cristalinas resbalaban por sus mejillas.
- Parece que al fin te dejaste de resistir, mi amor -le acarició el rostro mojado mientras con la otra mano le cogía de la cintura y le atraía más hacia él. Taemin sólo seguía observando ese cuerpo celeste- prepárate que ahora viene lo bueno -entonces lo levantó fácilmente y tumbó en el húmedo suelo del lugar, quedando el moreno encima de él.
Y así, el más alto se dispuso a atacar de nuevo su cuello mientras frenéticamente se movía de arriba abajo sobre las caderas del pequeño, haciendo que su a ardiente miembro rozara con el del pelirrojo, causando que se aprisionara aún más. Empezaba a sentir molesta esa estúpida prenda, así que empezó a desabrochar sus pantalones …
Sentía terror, ya había llegado el momento que tanto había temido durante la noche. Hubiera preferido morir a perder lo más valioso sin haber conocido aún el amor, deseó nunca haber dirigido la palabra a ese sujeto que seguía encima de él. Sólo pudo cerrar los ojos esperando al menos ocultar de su vista lo que pronto vendría …
- Ahh!!
Escuchó el grito de su agresor y de un segundo a otro el peso que tenía encima había desaparecido. Pensó si no había sido todo un sueño, y abrió los ojos despacio.
Aún seguía en la cueva, y pudo ver como el moreno se encontraba en el piso a unos metros de él, siendo atacado por ...un lobo? El animal le enseñaba los colmillos al otro mientras le rodeaba. Al parecer le había mordido, pues pudo distinguir cómo el chico se mantenía con una mano fuertemente sobre su pierna. Sin esperarlo, de pronto el lobo se encontraba a su lado.
“Veo que ha llegado mi hora ...” cerró fuertemente sus párpados, esperando un punzante dolor que acabara con él... pero lo que sintió fue el cálido contacto con la piel del animal, abrió los ojos y ahí estaba, pegado a él acariciando la cara del chico con su hocico. Podía sentir la respiración del animal en su rostro “No me va a hacer nada?”. Entonces el mamífero dio unos pasos atrás haciendo ademán de voltearse, aún mirando con sus enormes ojos al pelirrojo. El chico comprendió, se levantó y salió del lugar seguido por el lobo, quien volvía a enseñar sus dientes al otro para que no se atreviera a moverse de allí.
Así, fue guiado por el canino hasta un pequeño claro en el bosque, desde el cual la luna se veía aún mayor y su luz llegaba dorada y brillante. Se dirigió hacia un árbol y se sentó bajo él, seguido por el lobo, que se acurrucó a sus pies y le miró con esos profundos, grandes y oscuros ojos.
- Eres precioso, lo sabías? -lo acarició, recibiendo una lamida de parte el otro- muchas gracias … -una lágrima bajó por su mejilla, el animal le miró apenado, para luego levantarse y empezar a dar vueltas y saltar, haciendo reír al pelirrojo- parece como si me entendieras ...como si nos conociéramos … -se acurrucó en el césped abrazado al mamífero- me gustaría... -bostezó- ojalá fueras humano … -y cerró sus ojos cayendo en brazos de Morfeo.
El joven lobo de igual modo se sentía cansado, sin saber por qué había sentido que debía ir a ese lugar y entonces vio lo que el humano moreno hacía al pelirrojo. Simplemente decidió que era algo malo y debía ayudarlo. Nunca antes se había sentido de esa manera, la manera en que comprendía lo que quería decir, le dolía que ese niño de rostro angelical mostrara tristeza o sufrimiento … realmente se sentía unido a ese humano, y esa noche, mirando el astro sobre su cabeza, deseó poder estar con él por siempre ...