Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Toxic glass por Aomame

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Toxic glass

Caer

Deberías tener una señal de advertencia ¿sabes?

No esperaba verte de nuevo, al menos no tan pronto. Desear verte, sin embargo, es otra cosa. Pero, repito, no esperaba que sucediera. Y es que verte, y verte sonreí de esa manera tan cínica y a la vez tan tranquila, como si no pasara nada malo a tu alrededor o a mi alrededor, me pone los nervios de punta.

Apenas tengo recuerdo de lo que pasó en ese momento. Sólo sé que estaba demasiado molesto, demasiado cansado. Entré en uno de esos periodos extraños en los que no soy yo y a la vez soy exactamente lo que soy. La gente le llama locura, tú le llamaste “verdadera cara”.

No puedo creer que fuera tan vulnerable, no puedo creer que me dejara llevar tan fácilmente por tus manos. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿En que maldito momento caí de esa forma entre tus brazos? Fuiste viento y yo una hoja seca dirigiéndose a dónde tu capricho designara. Perdí el control de la situación, sobre mí mismo; estiré las manos y te entregue todo lo que soy en un instante al abrazarte. Habrás notado que no es mucho, así que pregunto una vez más:

—¿Qué haces aquí, Mann?  

—Pensé que quería verte.

¿Pensaste qué…? ¿Qué clase de respuesta es esa? Juegas con el cenicero sobre mi escritorio, lo haces girar sobre su eje con uno de tus largos y varoniles dedos. No me miras (a pesar de decir que es lo que querías), miras lo que haces con aquel objeto inanimado. Y yo, de pronto, no sé qué me molesta: si el que estés aquí, o el qué no me prestes atención.

—Olli está aquí abajo ¿lo sabes, cierto?

—Lo sé — levantas el rostro y me miras con una sonrisa. Y es que, puedo ver, no te importa.

—Aún es tu esposo ¿recuerdas?

Olli, aún puedo ver como su rostro palideció cuando nos encontró en tal situación. Recuerdo la vergüenza que sentí al darme cuenta de lo agitado que estaba, de lo caliente que se sentía mi piel justo debajo de tus dedos. Tú y yo en el sillón, unidos de una manera que minutos antes resultaba inimaginable. Jamás pensé involucrarme así contigo, es más, con nadie de tu mismo género.

—Lo recuerdo —respondes con calma; incluso siento que te diviertes y eso me enfada.

—¿Qué carajos quieres?

Ríes, es sólo una suave y simple risa, incluso en un volumen bajo. —Verte —dices.

¡Maldita sea! ¿Por qué tengo que soportarlo? ¿Por qué estás aquí?

—¿Acaso quieres torturarme?

—¿Te gustaría?

No, no, no te levantes de tu asiento. No te acerques, no. Pero incluso si quiero decir eso, la verdad es que no lo siento. Estás de pie a mi costado, y yo finjo que no estás ahí, sigo viendo al frente. Pero tu cuerpo es como un maldito imán.

—Deja de joderme —te digo sin voltear hacia ti.

—Sólo quería ir a algún lugar —dices, y por fin dejas de tomarme el pelo. —Quería despejar mi mente, calmarme. Deseaba ir lejos a dónde nadie supiera de mí —te miró, ahora, con toda mi atención. Tienes la cabeza gacha, tus ojos siguen distraídos en algún punto lejano.

—Yo no te conozco —digo, y no sé porque.

Sonríes y al hacerlo nuestros ojos se encuentran.

—No tuve que ir muy lejos —afirmas con cierto deje de triunfo, y te acuclillas a mi lado. Ahora estamos a la misma altura. Tu mano toma la mía, apenas soy capaz de dar un respingo cuando siento tu toque. Y entonces, juegas con mis dedos como hicieras antes con el cenicero. Maldito bastardo…

 —¿Qué crees que soy tu juguete? — decir lo que piensas en voz alta, sin pensar, definitivamente no es una buena idea. Me miras, sonríes…

—¿Te gustaría serlo?

De nuevo, ahí está. Vuelves a tomarme el pelo, me enfadas, me vuelves terriblemente loco.

—¡Cállate! — me suelto de tu toque, es más, me  pongo de pie precipitadamente. Te miró con toda la furia hirviendo en mi sangre, deseo imprimirla en mis pupilas para que puedas leerla. —¿Quién te crees que eres? ¡No eres nadie! ¡Yo soy el conde von Lahnstein!

—¿Y eso qué? —repelas, porque no puedes quedarte callado. Porque te gusta discutir y pelear. Los puños siempre fueron lo tuyo, ahora no puedes boxear, pero eso no impide que ames pelear.

—¿Eso qué, preguntas? No me sorprende ¿Qué puede saber un leñadorcillo como tú?

Levantas las cejas y te pones de pie.

—¿No te ha gustado, verdad? Pero no puedes objetar. Es lo que eres, un chico de campo, un salvaje, un domador de bestias, una bestia en sí misma. No podrías entenderme, no tienes idea de lo que es ser yo. No tienes idea de lo que…

Apenas puedo respirar. Has empujado mi silla lejos, y ésta era la única barrera entre tú y yo; una de tus manos se ha cerrado entorno a mi cuello, me empujas contra la pared, todo el aire escapa de mis pulmones. Me miras, y yo a ti. Cuán azules son tus ojos, apenas puedo creerlo.

—Te entiendo —dices, tu mano me sujeta firmemente, no me haces daño en realidad, pero me doy cuenta que me gustaría que apretaras un poco más. Me estoy asustando de  mí mismo. —Esto se trata de dolor.

¿Dolor? Quiero preguntar, pero no explicarás nada más. Ahora son tus labios sobre los míos. La presión que ejerces me hace abrirlos, recibirte con ellos. Aplastas tu cadera contra la mía. Me siento mareado, excitado de varias maneras. No quiero que me sueltes, sujétame más fuerte, muérdeme hasta hacerme sangrar, pienso, y el sentimiento de terror vuelve por un momento.

He caído de nuevo. Tus labios son tóxicos, tu piel, tú por completo.

Me doy cuenta…

…seré arrastrado a dónde tú quieras,

y de la forma en que tú me quieras, me tendrás. 

Notas finales:

Wola! Espero que haya gustado. Me tomé la libertad de hacer una continuación. Espero que no cause problemas :P

 Evidentemente, esto sigue. 

La canción de está vez es Toxic by Britney Spears

Gracias especiales a mi querida amiga Siana. 

Saludos!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).