Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reminiscencia por Ms Aria

[Reviews - 237]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Vuelvo a traeros un capítulo más. Como de costumbre, espero que os guste, y los comentarios os los dejo al final ^^

Las cicatrices poseen el poder de recordarnos que nuestro pasado fue real alguna vez.

Reminiscencia


Parte Primera – Capítulo 10

—¿Cómo se os ha ocurrido hacer algo así? ¿Cómo? ¿Es que no os dais cuenta de lo que podía haber pasado?

A Baekhyun le hubiera gustado poder justificarse, pero todo lo que pudo hacer fue asentir en silencio, con los labios curvados hacia abajo en una mueca culpable y los puños apretados sobre las rodillas.

Como era de esperar, Luhan había dado la alerta tan pronto como Chanyeol y él habían entrado en el radio de alcance de sus poderes y, tan pronto como habían llegado al hotel, Kyungsoo, que estaba aguardando en la puerta con cara de bastantes pocos amigos, los había guiado ante Suho en el Salón de Cristal.

Baekhyun había esperado gritos, amenazas, prohibiciones. Había estado dispuesto a asumir cualquier castigo, pero no había estado preaparado para la decepción en los ojos de su líder, ni para el modo en el que Chanyeol lo había seguido, en silencio y con la vista clavada en el suelo, durante todo el camino de vuelta a casa.

—Yo sólo quería ayudar —acabó murmurando, sabiendo de sobra que aquella respuesta no valía nada, y observando al otro chico por el rabillo del ojo. Los dos habían acabado sentados en uno de los sofás de la habitación, el uno al lado del otro, pero Chanyeol seguía sin mirarlo. Parecía muy niño así, con los párpados entornados y restos de sangre seca y ceniza en la mejilla, y a Baekhyun le habría gustado limpiarle las manchas de la piel con el pulgar, rogarle que lo perdonara por haberlo metido en todo aquello, pero aquel no era el momento ni el lugar.

—¿A quién querías ayudar? ¿A nosotros o a ellos? —intervino Kyungsoo, y Baekhyun se mordió el labio, dolido como si acabaran de abofetearlo.

—¡Yo no quería que pasara esto! —protestó, pero otra voz lo interrumpió en tono monótono.

—No seas injusto, Kyungsoo. A Baekhyun lo han traicionado tanto como al resto de nosotros. Tú no estabas allí; no has visto cómo ha sido.

El interpelado frunció el ceño.

—Por dios, Chanyeol.

Era la primera vez que éste hablaba, y lo último que había esperado Baekhyun fuera que lo hiciese para defenderlo, pero el otro Reminiscente bajó la cabeza tan pronto como pronunció la última de sus palabras y Baekhyun se encontró mirando su perfil recortado contra los ventanales tras él, con una garra invisible de culpa atenazándole la garganta.

—El que os hayan traicionado o no es irrelevante —Suho, de pie ante ellos, cruzó los brazos sobre el pecho, perforándolos con aquellos ojos suyos que parecían mucho más ancianos que el resto de su cuerpo—. Baekhyun, te dije claramente que no quería que salieras de aquí sin habernos dado parte y sin escolta, y te lo dije ayer. Me pareció duro darte una orden tan pronto, pero no me estás dejando otro remedio, así que te lo voy a dejar claro: no quiero que salgas solo hasta que estés preparado para defenderte. ¿Te ha quedado claro? —el chico asintió, rogando a la Rueda y a todos los dioses del cielo para que Suho se detuviera ahí, pero el líder de los Reminiscentes suspiró y se giró hacia Chanyeol, que seguía inmóvil y ausente—. Y tú. Tú. Baekhyun es un recién llegado, así que en parte puedo entender que actúe de modo irresponsable, pero tú llevas aquí años y sabes lo que está bien y lo que no. ¿Te había contado Baekhyun todo esto? ¿Sabías que podía ver y oír a Oh Sehun a pesar de que todo eso era anormal?

Chanyeol asintió.

—¿Y sabías que tenías que haberlo reportado?

—Sí.

—Entonces, ¿por qué no lo hiciste?

El chico se mordió el labio, miró a Baekhyun directamente por primera vez, sólo un momento, por el rabillo del ojo. Y éste volvió a ser consciente de que él se lo había pedido. Le había pedido un poco más de tiempo, una noche más.

—Quería… Quería estar seguro —terminó diciendo, y el chico apretó los dientes porque sabía que Chanyeol estaba mintiendo—. Tal y como estamos, todos nosotros tenemos muchas cosas de las que preocuparnos. Todo el asunto podía ser una falsa alarma. Quería cerciorarme y me equivoqué. Me confié demasiado.

—Kris podía haberte matado, Chanyeol —intervino Suho, con una suavidad que no había empleado en ningún momento con ninguno de ellos desde que se habían sentado a contarle todo lo que había pasado, y, aún así, Baekhyun pudo sentir al otro chico tensarse y temblar gracias a la proximidad de ambos en el sofá—. Podía haberos matado a los dos.

—Lo sé.

—Baekhyun todavía no tiene capacidad para defenderse solo, y ellos están entrenados como un ejército.

—Lo siento mucho.

Suho se apartó el pelo de la frente con una mano y suspiró.

—¿Qué es lo que voy a hacer con vosotros? —murmuró—. Con vosotros dos y con Luhan. Uno se ha escapado, el otro no ha reportado cuando tendría que haberlo hecho, y el tercero le ha abierto la puerta. ¿Cómo queréis que nos organicemos así, cuando los unos se dedican a actuar a las espaldas de otros? ¿Cómo pretendéis que tengamos algo que hacer contra ellos?

En la mente de Baekhyun se formó algo parecido a un quejido, y el chico se habría compadecido de Luhan (que probablemente recibiría su propia reprimenda personal más adelante) si no fuera porque Chanyeol seguía teniendo los hombros hundidos y la vista baja, desinflado y ausente. Se recordó a sí mismo, tratando de blandir un poder inútil contra unos enemigos mucho más fuertes que él, que le habían tendido una emboscada, y, tras dudar un momento, tomó aire.

—De verdad, lamento mucho todo esto —comenzó, sintiendo a Chanyeol moverse levemente a su lado, ajustando su postura con los hombros aún caídos—. Pero llevo aquí más de un mes y ni siquiera sé lo que está pasando. Sé que… Puede que haya actuado a vuestras espaldas, pero a mí nadie me ha contado qué es lo que está ocurriendo. Todos repetís que soy especial, e incluso vuestros enemigos me han engañado y atacado para ver si soy útil, pero sigo sin saber por qué soy diferente, ni para qué me quieren el tal Kris y sus amigos. Estoy aquí, sí, pero no sé absolutamente nada.

—Eres un Reminiscente de Luz. La energía que eres capaz de generar está hecha del mismo material exacto que la Rueda luminosa que hay en el cielo. De entre todos los poderes que existen, el tuyo es el más puro, y ha habido muy pocos Reminiscentes a lo largo de la historia bendecidos con ese don —explicó Suho tras observarlo durante un momento, dejando de parecer enfadado y frunciendo los labios en una expresión pensativa, como si aquel fuera uno de aquellos discursos que había repetido muchas veces. Tras acabar de hablar, no obstante, hizo una pausa y pareció meditar sus palabras durante uno, dos, tres segundos que se extendieron durante una eternidad—. No sé… cuál es la utilidad exacta que pretende darte el bando de los Caídos, pero si han llegado a esos límites para emboscarte, no creo quieran usarte para algo muy bueno. Tienes que tener cuidado.

—Sí.

“¿Cómo es que tienen a Sehun?” intervino Luhan entonces, formando los pensamientos en sus cabezas con cuidado, con algo parecido a una timidez que no era natural en él. Era la primera vez que formulaba más de dos palabras seguidas desde que Chanyeol y él habían sido convocados al Salón de cristal, y Baekhyun se sintió mal por haberlo involucrado también a él. “Nos habríamos enterado si hubiera Caído, o si hubiera muerto.”

—Está vivo —murmuró Chanyeol con rapidez—. Estaba vivo. Podía ver nuestro plano, pero no interactuar con él.

“¿Y entonces?”

—Vivo o no, está aliado con los Caídos —esta vez fue Kyungsoo quien habló, de pie junto a Suho y con el ceño muy fruncido—. No sé cómo está haciendo lo que está haciendo, pero lo que es casi seguro es que les haya prometido unirse a ellos en cuanto esté muerto.

Era cierto que Sehun se había ido con los Caídos, y Baekhyun tragó saliva al recordarlo marchándose con ellos, totalmente inexpresivo incluso después de guiarlo con total tranquilidad hacia una trampa. Había pensado que se sentiría más traicionado al respecto, pero todo lo que tenía dentro era una especie de vacío, como si su cerebro estuviera entumecido y no pudiera procesar la información del todo. Había creído que dolería, pero estaba sorprendentemente tranquilo al respecto.

—¿Por qué haría alguien algo así? —murmuró, formulando en alto la pregunta que se había hecho a sí mismo en bucle desde que había vuelto al hotel—. ¿Por qué alguien que está todavía vivo se aliaría con seres que viven de la energía humana?

—Puede que los Caídos lo necesiten para algo —fue Chanyeol quien respondió de un modo casi automático, saliendo de su estado de decaimiento y sonando muy, muy serio, casi desafiante—. Tienen que haber sido ellos los que han contactado con Sehun primero, sea del modo que sea. Puede que lo hayan engañado, que le hayan lavado el cerebro de alguna forma. Nadie escogería convertirse en un monstruo si tiene otras opciones; nadie a quien le quede una pizca de humanidad haría algo así.

Había un rastro de algo en aquellas palabras, y esta vez Baekhyun sí que sintió un nudo en el estómago, una sensación similar a la de estar cayendo de un sitio muy alto, sin manera posible de detenerse hasta llegar abajo.

—Chanyeol, yo… —comenzó a decir, pero la voz de Kyungsoo lo interrumpió con suavidad. Minutos atrás había estado lívido de ira, pero ahora parecía más resignado que otra cosa.

—Es tentador para cierta gente. Caer —murmuró.

—No para mí.

—Ya lo sé —Baekhyun habría jurado que Kyungsoo había sonreído, una sonrisa apenas perceptible que se borró de sus labios tan pronto como había llegado, porque al instante siguiente el joven se había girado hacia Suho, que seguía de pie ante ellos con el ceño fruncido—. ¿Qué vamos a hacer al respecto de todo esto? ¿Investigación de campo? Nada de esto es normal, tal vez en el entorno de ese chico haya algo que…

El líder de los Reminiscentes enlazó las manos a la espalda y clavó los ojos en la ciudad más allá de la ventana.

—Quiero consultar datos en nuestra biblioteca antes. Tal vez haya habido algún caso similar en generaciones anteriores de los nuestros, no lo sé. Habrá que terminar saliendo a investigar de todas formas, pero me gustaría saber si ha habido antecedentes antes de algo parecido a esto antes.

—Es lógico.

—Vamos a tener que empezar a movernos pronto, así que os recomendaría a todos que os preparéis a conciencia  —añadió Suho tras una pausa, paseando los ojos oscuros desde Chanyeol a Kyungsoo, y clavándolos después en Baekhyun—. Hemos estado más o menos tranquilos durante las últimas semanas, pero no podemos permitirnos quedarnos dormidos cuando los Caídos ya están moviendo ficha. Cuento con todos vosotros.

No sabía si se estaban dirigiendo a él de modo específico, pero Baekhyun asintió de todas formas. Iba a decir algo – a preguntar qué iba a ocurrir ahora con sus horarios de entrenamiento, a ofrecerse para ayudar – cuando volvió a sentir a Chanyeol moverse a su lado y, para cuando quiso darse cuenta, el otro chico ya se había levantado.

—¿Eso es todo por hoy, Líder? —preguntó, introduciendo las manos en los bolsillos de su sudadera—. ¿No hay más puntos que discutir? ¿Puedo irme?

—Es todo, Chanyeol.

—Bien —el chico suspiró y, tras despedirse de todos con un movimiento de cabeza, se volvió hacia la puerta de madera cerrada, dispuesto a abandonar la habitación. Baekhyun suponía que, después de todo lo que había ocurrido a lo largo de aquella mañana, tendría que haberlo dejado marchar sin más, pero algo dentro de él se rebelaba contra la mera idea de Chanyeol solo en su cuarto, mirando las estrellas fosforescentes en las paredes y el techo con la misma expresión vacía con la que había mirado al frente cuando los Caídos habían abandonado el descampado horas atrás.

—Espera —lo llamó, levantándose casi de un brinco y acercándose a paso rápido a él. Sus dedos se cerraron en torno a la manga de su sudadera, y parecían muy pálidos y muy pequeños, casi como los de un niño, sobre el algodón rojo vivo. Todo habría sido mejor si hubiera sabido cómo justificarse o qué decir para hacer que Chanyeol se sintiera mejor, pero no pudo evitar que se le trabara la voz, sólo un poco—. Puedo… Quieres que… ¿Voy contigo?

—¿Conmigo? —el otro chico inclinó la cabeza para mirarlo. Aún parecía algo perdido, en aquel mismo mundo del que no había salido desde que había terminado la pelea de aquella mañana, pero sus labios se curvaron en la primera sonrisa sincera que Baekhyun veía desde todo aquel fiasco al ver los dedos prácticamente clavados como garras en su sudadera—. No creo que te entretuviese lo que tengo planeado hacer, Baek. Ahora mismo estoy lleno de ceniza y apesto; pensaba ir a ducharme.

—Oh —Baekhyun habría jurado que había escuchado a Luhan reírse en su cabeza, y habría empezado a plantearse si había maneras de darle a alguien un puñetazo mental si no fuera porque, al menos, la tensión que había saturado la habitación desde los comienzos de la reunión se había disipado un tanto, aunque fuera a su costa—. Oh.

—Puedes venir conmigo si quieres, pero no creo que te apetezca.

Baekhyun decidió dedicar toda su concentración al proceso de tomar aire.

—No —replicó, súbitamente consciente de su entorno, de cómo a duras penas le llegaba a Chanyeol por la nariz y de lo sofocante que se había vuelto el aire de pronto. Gracias al cielo, su voz sonó perfectamente normal, divertida incluso—. Yo sólo acepto ofertas de baños de espuma.

—Lástima —si su respuesta había sido estúpida, Chanyeol no mostró el más mínimo signo de haberse dado cuenta, porque todo lo que hizo fue reírse—. Aunque con espuma o no, a ti tampoco te vendría mal darte un baño.

—¿Eh?

—Creo que no soy el único que tiene la cara llena de ceniza —Chanyeol extendió la mano hacia él y, antes de que Baekhyun pudiera darse cuenta de lo que pasaba, le había rozado con el pulgar el espacio entre su labio inferior y la barbilla—. ¿Ves? —indicó, mostrándole la yema de un dedo que se había teñido de polvo gris—. Hay alguien más que necesita una limpieza intensiva, ¿no crees?

Después de todo lo que había pasado, lo último que esperaba Baekhyun era que su cerebro entrara en cortocircuito por algo como aquello, pero algo en su cabeza se negó a funcionar de todas formas. Había algo inocentemente burlón en la postura del otro Reminiscente, como si estuviera esperando que él continuara con la broma, pero todo lo que la mente del chico pudo llegar a procesar fue cómo las yemas de los dedos de su interlocutor habían estado cálidas y ásperas, y el mero pensamiento bastó para trabarle la respiración en los labios.

Estaba a punto de responder con algo estúpidamente similar a un “ah” cuando la voz de Suho lo devolvió de golpe a la realidad.

—Chanyeol —dijo sin más, y el tono había sido suave, pero hubo algo en el modo en el que pronunció la palabra que sonó a llamada de atención.

Fue entonces cuando Baekhyun cayó en la cuenta de que se había olvidado de que no estaban solos, y de que tanto Suho como Kyungsoo los estaban mirando. Sobresaltado, soltó la manga de la sudadera de Chanyeol, que todavía aferraba, al mismo tiempo que el otro chico retrocedía un paso y se retiraba el flequillo de la frente con los dedos, con la sonrisa desvaneciéndosele de los labios de nuevo y los ojos muy, muy negros.

—Ya lo sé, ya lo sé. Yo sólo… —comenzó a decir, suspirando con algo bastante parecido a la exasperación—. Es sólo que todo esto, todo, es demasiado para mí a veces.

—Lo siento.

—También lo sé. ¿Tengo el resto del día libre?

—Ya te he dicho que hemos acabado aquí.

—De acuerdo —tras despedirse de todos ellos con una inclinación de cabeza, Chanyeol escondió las manos en el bolsillo frontal de su sudadera y, tras abrir la puerta de madera, salió de la habitación. Baekhyun se había permitido olvidar durante unos segundos (igual que había olvidado que los estaban observando, casi sin quererlo) que el otro Reminiscente seguía siendo aquel chico que se había enfrentado a su antiguo amigo en una pelea que no había acabado bien, y el familiar peso en su estómago volvió a aposentarse allí, reclamando un lugar en su interior del que prácticamente se había apropiado en los últimos días.

“Me ha dado esquinazo, ¿eh? A pesar de todo se ha marchado a estar triste a solas.”

Baekhyun estaba planteándose seriamente qué hacer cuando sintió a Suho pasar a su lado, en dirección, también, a la salida.

—Voy a ir a hablar con Luhan. Personalmente —dijo, dirigiéndose obviamente a Kyungsoo, y Baekhyun volvió a sentirse culpable, porque si había algo malo que Luhan hubiera hecho, eso había sido abrirle la puerta a él—. Después empezaré a buscar en los archivos de la biblioteca. Tú si quieres también puedes tomarte la tarde libre. Los dos podéis —añadió, mirando a Baekhyun sin sonreír antes de salir.

“Supongo que es lógico que se enfade conmigo.”

Las nubes cubrían el cielo al otro lado de los cristales, y la ciudad más allá, diminuta y cambiante a sus pies, parecía incluso más gris de lo habitual. Hacía lo que parecía una eternidad, Baekhyun se había quejado por no tener el suficiente tiempo libre – las jornadas de entrenamiento habían sido largas, y todo lo que él había querido había sido tener una hora o dos disponibles para poder fugarse del hotel – pero ahora que, por fin, disponía de una tarde entera para él, no sabía qué hacer. Había algo que parecía vibrarle bajo la piel, frustración, culpabilidad, preocupación y rabia, convertidas en energía pura, obligándolo a actuar, a moverse, a hacer algo.

Se recordaba a sí mismo, ahogándose, indefenso, bajo el ataque de los monstruos de arena, y aún podía sentir las garras de las criaturas clavándosele en la piel, dominándolo por completo.

Podría estar muerto ahora mismo, si Chanyeol no hubiera ido a salvarlo.

—Kyungsoo —llamó, y el sonido de su voz casi logró sorprenderlo—. Kyungsoo. ¿Tienes un momento?

Suho y Chanyeol ya no estaban, y la presencia invisible de Luhan se había retirado de sus mentes, así que los dos se habían quedado solos. Y aquello resultaba curioso, porque aunque Kyungsoo y él entrenaban juntos, a solas y a diario, ninguno había hecho el esfuerzo por comenzar una conversación que no tuviera que ver con los poderes de Baekhyun, o de los distintos modos – infructuosos – que existían para canalizarlos. Kyungsoo siempre había sido demasiado distante, y Baekhyun había estado demasiado centrado en sus propios problemas como para tratar de acercarse a él.

—¿Qué ocurre? —el otro Reminiscente había estado ordenando los documentos que habían estado desperdigados encima de la mesa (probablemente relacionados con alguna de las reuniones que Suho y él mantenían de manera regular) y se detuvo casi con impaciencia, como si esperara que Baekhyun dejase de hablar pronto y se largara de allí sin más. Desgraciadamente, no iba a tener suerte, porque el chico necesitaba mantener aquella conversación, allí y entonces.

—Tengo que pedirte algo.

—¿Qué quieres?

—Entréname.

Fuera lo que fuera lo que Kyungsoo estaba esperando, obviamente no había sido aquello, porque sus dedos se crisparon sobre la pila de folios que sujetaba durante el segundo eterno que tardó el comenzar a ordenarlos de nuevo, ojeándolos uno a uno antes de clasificarlos en distintos montones, separados y distribuidos sobre la mesa con una precisión que rozaba lo obsesivo.

—Ya te entreno, Baekhyun —murmuró con aire distraído, ignorando al chico cuando se detuvo a su lado—. Te entreno todos los días en los que no decides darme esquinazo.

—Ya lo sé, y… y siento mucho todo esto, pero no es eso lo que necesito. Es decir, no solamente eso. Necesito que me entrenes de verdad.

Para Baekhyun, Kyungsoo siempre había resultado, en cierto sentido, amenazante. No era caprichoso como Jongdae, ni intimidante como Kris, ni siquiera tenía un poder incontrolable como el de Chanyeol, ni era especialmente grande o fuerte, pero había algo en el modo en el que lo miraba que hacía que el chico se sintiera completamente juzgado – y, casi siempre, imperfecto e insuficiente. Chanyeol, Luhan e incluso Suho siempre habían tratado de mostrarse amables con él, pero Kyungsoo, con su ropa negra y su expresión seria, parecía no tener tiempo para sus tonterías.

—Siempre te he entrenado de verdad —respondió sin más, parando, por fin, de ordenar sus documentos y mirándolo con los ojos entornados, y Baekhyun supo que estaba recibiendo una oportunidad para hablar, pero que no obtendría nada más si no lograba explicarse.

—Puede que… no haya estado poniendo todo el empeño que hubiera debido en mis clases —murmuró—, y quiero remediar eso, pero no creo que esforzarme mucho en canalizar mi fuerza sea suficiente. Puedo generar luz, eso es verdad, pero tal y como está mi poder ahora no vale para nada. Hoy me han atacado, y si Chanyeol no hubiera venido a por mí, tal vez los Caídos me habrían llevado con ellos, o tal vez estaría muerto.

Kyungsoo tardó un rato en responder. Su voz fue suave, pero la tensión en su postura en sí era un mensaje, un claro “ya te lo advertí y no me hiciste caso”.

—Chanyeol no tenía que haber estado allí —acabó diciendo—. Y, por descontado, Baekhyun, tú tampoco.

El chico negó con la cabeza. Se mordió el labio.

—Ese no es lo importante —replicó—. Lo importante es que Chanyeol vino a buscarme esta mañana, pero no puede venir a buscarme siempre. Y no, no voy a escaparme solo otra vez, pero Kyungsoo, los Caídos vienen a por mí, y además en este mundo hay monstruos. ¿Qué pasa si, por mucho que me esfuerce en comportarme a partir de ahora, alguien me ataca de todas formas? Incluso aunque aprendiera a canalizar mi poder, no tendría nada que hacer si no supiera defenderme. Necesito aprender a pelear.

—¿Y quieres que yo te enseñe?

—Te he visto utilizar un arco. Sé que sabes usar armas, que tú y todos los demás sabéis luchar. No me importa lo que tenga que hacer, ni cuántas horas quieras que entrene, pero necesito aprender.

—Eres un idiota —murmuró Kyungsoo. Y Baekhyun jamás habría pensado que haría algo así, no en aquel mundo, pero tomó aire e inclinó la cabeza en una reverencia.

—No puedo seguir haciendo daño a la gente —declaró, y pensó en los Reminiscentes y en los Caídos, en Sehun y en Luhan y en Chanyeol—. Por favor, ayúdame. Ayúdame.

El silencio era tan intenso que lo único que podía escuchar Baekhyun eran los latidos de su propio corazón. Creyó que Kyungsoo no hablaría, que daría media vuelta y lo dejaría allí, pero después de unos segundos interminables, en los que esperó con la cabeza gacha y el pulso martilleándole en las sienes, el otro Reminiscente suspiró.

—Muy bien, tú ganas. Pero más te vale ir acostumbrándote a levantarte antes de que salga el sol, porque no pienso tener ni un poco de piedad contigo. Así que ya sabes. A partir de mañana.

--

Luhan tenía los ojos cerrados cuando Baekhyun entró en la habitación de control en el cuarto de servicio, cerrando la puerta tras de sí con una timidez que no era normal en él.

Después de su acuerdo con Kyungsoo, había decidido seguir los consejos de Chanyeol, ducharse y ponerse presentable. No se había dado cuenta de hasta qué punto había estado hecho un desastre hasta que no hubo visto el estado de la ropa que acababa de quitarse – tenía un desgarrón en el hombro del jersey, y todo lo demás estaba manchado de tierra y arena. Suponía que antes había estado demasiado en shock como para percatarse de su propio estado, pero una vez hubo estado limpio,  oliendo a jabón, sentado en la cama con aquel jersey roto en el regazo, fue más consciente que nunca de que podían haberlo matado; de que podían haber matado a Chanyeol, y se encontró apretando la prenda entre los dedos, tratando de relajarse y pensar y sin poder del todo.

Sentía el agotamiento en los huesos, el peso de todo lo que había ocurrido incrustándosele tras la piel, pero su cerebro estaba demasiado activo como para poder dormir, por mucho que se tumbara en la cama y tratara de obligarse a cerrar los ojos. Necesitaba hacer algo, hablar, moverse, ayudar en lo que fuera, pero Suho estaba decepcionado con él, ya había tentado su suerte con Kyungsoo demasiado durante las últimas horas y Chanyeol ya había rechazado su compañía una vez, por lo que probablemente necesitara algo de espacio.

No había querido molestar pero, tras horas de vueltas infructuosas sobre el edredón y paseos sin destino a través de corredores desiertos, Baekhyun había acabado cruzando el área de servicio cuando el sol había empezado a ponerse y Luhan, que obviamente debía saber que se acercaba, no había hecho ningún esfuerzo por detenerlo.

Cuando el chico se detuvo frente a él, no obstante, Luhan seguía sin mirarlo, y los cables plateados a su espalda vibraban, temblando con un rumor sutil y desapareciendo en la penumbra del techo como fragmentos condensados de luz de luna.

—Dame un segundo —lo oyó susurrar, con un movimiento de labios apenas perceptible. Baekhyun, sin saber del todo si era bienvenido, permaneció donde estaba mientras el zumbido de los hilos grisáceos crecía y decrecía, convirtiéndose en un murmullo casi ensordecedor antes de apagarse prácticamente por completo—. Ya está —anunció Luhan, apoyando la espalda en el respaldo de la silla y abriendo los ojos para dedicarle a Baekhyun una sonrisa cansada.

Tal vez no fuese asunto suyo preguntar, pero el chico lo hizo de todas formas.

—¿Qué ha sido eso?

—Suho me ha pedido que refuerce las barreras de seguridad que bloquean el acceso al hotel para la gente non grata. Llevo con ello toda la tarde, y ha sido agotador, pero ahora mismo todo está en orden.

Baekhyun asintió.

—¿Te ha reñido mucho? —preguntó.

—¿Reñirme?

—Sí. Por lo de esta mañana. O por dejarme salir sin su permiso todo este tiempo, más bien.

—Ah. Ah. No te preocupes por eso —Luhan hizo un gesto con la mano, y las hebras que partían de su cuello tintinearon en el espacio tras él—. Suho es el jefe, lo de enfadarse cada vez que nos pasamos de la raya entra dentro de su trabajo. No te inquietes por mí: nos conocemos desde hace años y sé cómo tratarlo. Lo único que va a cambiar a partir de ahora es que no creo que pueda volver a dejarte escapar.

Baekhyun suspiró y se sentó en el suelo, con las rodillas flexionadas y las manos ocultas en las mangas del jersey. Había estado allí aquella misma mañana, y todo había cambiado tanto en tan sólo unas horas que prácticamente se sentía como una persona diferente.

—No creo que vaya a volver a escaparme, sinceramente —replicó—. No después de lo que ha pasado hoy.

—Ah, sí —Luhan lo miró, entrecerrando los ojos en una expresión que Baekhyun no pudo identificar del todo. Pena, quizás—. Tu novio de la universidad, que ha resultado jugar para el bando contrario —el Reminiscente de Mente no tardó en esbozar una sonrisa tenue, carente de alegría—. Lo siento.

—No era mi novio —corrigió Baekhyun sin ganas—. Sólo me gusta. O me gustaba. Supongo.

—Aún así, tiene que doler en cierta manera, ¿no? Tú te estabas arriesgando por él y él te vendió sin más.

—No lo sé —Baekhyun se echó hacia atrás, tumbándose sobre el suelo frío con las manos enlazadas tras la nuca. El material estaba helado contra su piel, y el chico casi lo agradecía. Eran pocas las cosas allí que no permanecían a temperatura contante, que no eran iguales a todo lo demás—. Debería sentirme traicionado, ya lo he pensado, pero más bien es… No entiendo nada. No sé qué hace Sehun aliado con los Caídos, ni por qué me ha hecho esto cuando yo nunca… Ni siquiera sé por qué puede verme. No es que duela, no como tal, sino que no sé qué está pasando aquí. Es raro, y yo estoy confuso.

Pensativo, Luhan asintió. Los cables tras él vibraban de nuevo y Baekhyun se preguntó qué se sentiría teniendo aquellas cosas conectadas al cuerpo, canalizando un poder que su organismo no podía soportar.

—¿Puede que todo esto se deba al estado de la Rueda? —cuando el otro Reminiscente habló, Baekhyun no estaba escuchando, y para cuando logró recuperar la concentración, Luhan sonreía.

—¿Qué?

—La Rueda debería funcionar de modo perfecto, pero no lo hace. ¿No te lo explicaron al venir aquí? —le preguntó. El chico dudó un momento, pero no tardó en asentir. Recordaba a Suho hablándole de todo aquello el día de su llegada, a Chanyeol diciéndole que la Rueda estaba rota—. En la mayoría de los casos, la Rueda gira de modo imperfecto, pero estable. Normalmente eso es suficiente para que este mundo perdure, pero cada cierto tiempo hay eras de desequilibrio.

—¿Desequilibrio?

—Sí. Épocas en las que el plano en el que existe Reminiscencia se acerca más de lo normal al mundo humano —Luhan se encogió de hombros  y Baekhyun asintió de nuevo, no del todo convencido. Creía recordar haber escuchado a Chanyeol hablar de aquello, pero era él mismo quien había dicho que Reminiscencia y el mundo humano existían en dimensiones separadas, y que todo aquello no podía tener que ver con Sehun—. Normalmente el plano de los vivos permanece inalterado, pero Reminiscencia… reacciona. Almas que deberían de haber llegado a la Rueda desaparecen por el camino, los monstruos se fortalecen, aparecen Reminiscentes especiales, ya sabes —Luhan se rió y le guiñó un ojo, pero pronto recuperó el aire pensativo, llevándose una mano blanca a la barbilla y tamborileando sobre su mentón con los dedos—. Que yo sepa, un caso como el de Oh Sehun no se había dado nunca antes, pero, teniendo en cuenta lo que ha ocurrido hoy, todo podría deberse a la inestabilidad actual de Reminiscencia. Estamos en mitad de una era de desequilibrio, sí, pero no es una era de desequilibrio normal, después de todo.

—¿Ah, no?

—No. Habitualmente, las eras de desequilibrio duran tan sólo unos meses, pero esta comenzó hace años.

—¿Y eso es malo?

—No necesariamente, pero es extraño. Como muchas otras cosas que están ocurriendo, Oh Sehun y su capacidad para ver muertos entre ellas.

—Chanyeol decía que era imposible que pudiera vernos tal y como estaba.

—Si hubieras venido a preguntarme a mí cuando hablaste con Chanyeol, yo te habría dicho lo mismo que él, pero ahora las circunstancias son distintas —cuando Baekhyun lo miró, todavía desde el suelo, Luhan estaba suspirando de nuevo, aunque hubo un ligero tono de picardía cuando habló—. Pero claro, tampoco creo que Chanyeol estuviese naturalmente predispuesto a creer que tu amorcito de la universidad podía verte y hablar contigo.

—¿Eh?

—¿No se enfadó cuando se lo dijiste? ¿Todo eso de que habías estado fugándote a hablar con Sehun?

Baekhyun se permitió pensar sobre ello por un momento.

—Claro que se molestó; él me estaba cubriendo y yo le había estado ocultando información, ¿no? Pero ese no es el punto. El problema no es ese, yo… —si cerraba los ojos, el chico todavía podía verlo: a Chanyeol derrotado entre las cenizas, preguntándole al líder de los Caídos si iba a matarlo ya—. Estoy preocupado —continuó, luchando para que las palabras salieran de su garganta en lugar de quedarse ocultas, por dar forma a los pensamientos que lo hacían sentirse tan culpable en primer lugar—. Yo no… Tal vez fui un idiota al no preverlo, pero yo no quería que pasara esto. Pero los Caídos me atacaron, y Chanyeol vino a por mí, y no puedo sacarme su cara de la cabeza.

—¿Su cara? ¿La de Chanyeol? —Luhan ladeó la cabeza como un niño confuso, y Baekhyun volvió a incorporarse hasta quedar sentado, llevándose las manos al rostro, intentando expresar todo aquello con palabras.

—Estaba… raro. No era él. Lo había visto luchar antes, pero no así. Estaba demasiado enfadado, ¿entiendes? Demasiado tenso, como si tuviera que demostrar lo en serio que estaba yendo, pero al mismo tiempo… —el chico tomó aire, mirando a Luhan por primera vez desde que había empezado a hablar. Necesitaba que el otro chico lo entendiera; necesitaba alguna clase de confirmación y no sabía por qué—. No iba a matarlo. No podía matarlo y Kris lo sabía. Los dos lo sabían, y yo sólo… Cuando Kris lo derrotó estaba tan herido que no supe qué hacer. Quería que lo dejara en paz y no podía hacer nada.

—¿Y qué es lo que pasó? —murmuró Luhan.

—Nos dejaron ir. Les dije que nos dejaran tranquilos y se marcharon sin más, pero la cuestión es que podían habernos matado. Y Chanyeol tendría todo el derecho del mundo a estar enfadado conmigo, más que todos los demás, pero en lugar de eso lo que está es apagado y yo…

—Tú estás preocupado por él.

—Sí —Baekhyun asintió, mordiéndose el labio. Estaba preocupado, sí, aquello era cierto, pero no era todo. No lo era, pero le habría sido imposible explicarle a Luhan, por mucho que el otro chico siempre estuviera dispuesto a escucharlo, que no hacía más que ver en su cabeza a Chanyeol con los ojos vacíos en medio de aquel solar en ruinas, y que la imagen aún le hacía daño—. Está triste, ¿sabes?

Los ojos de Luhan eran el único punto oscuro en toda aquella habitación blanca, y relucieron con algo cercano a la burla cuando el otro Reminiscente se inclinó hacia delante en su asiento para posarle una mano en el hombro. Estaban muy cerca – Luhan en la silla, Baekhyun sentado en el suelo – pero aún así todos los hilos a su espalda tintinearon con el movimiento, chocando los unos con los otros y creando un eco casi musical.

Luhan nunca había llegado a tocarlo antes. Su aspecto siempre había sido el de un muñeco, pero su piel también estaba más fría de lo normal, a una temperatura apenas un par de grados superior a la del aire a su alrededor, a la misma que todo lo que conformaba Reminiscencia. Baekhyun se preguntó si también sería cosa de los cables, si se llevarían su calor igual que canalizaban su exceso de energía.

—Vaya, tu vida amorosa sí que es interesante. Unos aquí, como yo, pasando la vida sin poder salir de una habitación y otros debatiéndose entre el misterioso chico traidor y el que se ha jugado el cuello yendo a buscarlos —de repente, Luhan estaba bromeando, riéndose como si hubiera dicho la cosa más divertida del mundo, y Baekhyun se encontró atragantándose de modo efectivo con su propia saliva.

¿Qué? —murmuró, tosiendo y dando gracias por no poder morir atragantado (creía) si ya estaba muerto. Los ojos del otro chico casi desaparecieron, convertidos en ranuras, cuando soltó una nueva carcajada.

—¡Ay, dios mío, la cara que has puesto! —sus dedos se cerraron con más fuerza sobre su hombro, y Baekhyun iba a protestar y a decir que todo aquello no tenía nada que ver con su lamentable vida amorosa cuando sintió a Luhan calmarse—. No te culpes más, ¿vale? Es cierto que has incumplido las reglas, y que deberías haber tenido más cuidado, pero tú no podías saber que Kris y los suyos iban a estar allí, ni que Chanyeol acabaría teniéndose que enfrentar a él así. Ha sido todo un conjunto de casualidades.

—Aún así —Baekhyun suspiró, enterrando el rostro en las manos.

—Es cierto que es muy posible que Chanyeol ahora mismo esté triste, pero podrá con ello; es un chico fuerte, más de lo que parece —Luhan volvió a apoyar la espalda en el respaldo de su silla, observando las sombras en las que se disolvía el techo con aire pensativo—. Siempre lo he respetado. A Chanyeol. La situación en la que está es… difícil.

Baekhyun no supo muy bien qué responder.

—Su mejor amigo se ha convertido en su enemigo —acabó susurrando—. Es horrible.

—No es sólo eso —replicó Luhan, apretando los labios hasta convertirlos en una línea, pálida y fina—. Lo peor del asunto no es que tu mejor amigo te traicione. Lo peor es que lo haga cuando ese amigo es todo lo que tienes de tu vida anterior, ¿no? Cuando su presencia es todo lo que te queda en la memoria de la existencia humana que tenías antes de todo esto.

Las palabras de Luhan murieron, disueltas en el zumbido de los cables, y en el sonido de la propia respiración de Baekhyun, que se había detenido de pronto y ahora le surgía, poco profunda e irregular de entre los labios.

Luhan había hablado como si lo que dijera fuese obvio, como si fuera un hecho conocido por todos, pero, aún así, él no acababa de entender.

—¿Qué? —murmuró, luchando por encontrar la pregunta adecuada, por poner voz a un temor que había empezado a formársele en el pecho, y que simplemente no podía ser.

Frente a él, Luhan bajó el rostro para mirarlo, confuso ante su tono, ante la quietud de sus palabras. No tardó en darse cuenta de que había dicho algo que muy posiblemente no debiera, porque sus ojos se abrieron mucho, primero, en una expresión de sorpresa, y luego se clavaron en los suyos con algo parecido a la culpabilidad.

—¿No lo sabes? —preguntó, suspirando de modo casi inmediato—. No lo sabes, ¿verdad?

—¿El qué no sé?

—Chanyeol —resignado al ver cómo lo estaba mirando Baekhyun, el chico bajó los ojos—. ¿Nunca te ha contado en qué consiste su Pena?

--

El cielo estaba completamente despejado cuando Baekhyun llegó, subiendo los escalones de dos en dos y sin aliento, a la azotea.

Las nubes que habían cubierto el firmamento durante los últimos días se habían evaporado, y todo lo que se veía sobre su cabeza, más allá de las cúspides de los rascacielos y del ajetreo de la ciudad, era negro y plata. Chanyeol le había dicho una vez que le gustaba observar la Rueda en aquel tipo de días; que si se miraba con la suficiente atención podían llegar a distinguirse incluso los restos de luz y polvo de estrellas de los que estaban hechos las almas humanas muertas, girando y ascendiendo desde el mundo de los vivos para ir a unirse a ella.

A Baekhyun en su momento aquello le había parecido macabro, pero pensado con calma era algo natural, hermoso incluso. Una vida acababa, y el alma subía a la Rueda y comenzaba otra nueva. Era un ciclo que se repetía siempre; algo que permanecía inalterable y constante.

Eran ellos los que estaban fuera de él, los que vivían atrapados entre dos mundos.

—Chanyeol —llamó—, Chanyeol.

Baekhyun había sabido que el otro chico estaría allí; no había tenido duda alguna al salir del cuarto de Luhan y mirar el cielo, y ni se había entretenido en buscarlo en los vestíbulos o llamar a la puerta de su habitación, porque ya sabía dónde iba a encontrarlo.

Con el corte en su mejilla prácticamente cerrado ya – ¿cuánto tardaba un Reminiscente en curarse, de todas formas? – el pelo recién lavado y vestido con ropa limpia, Chanyeol parecía una persona distinta a la que había sido durante la reunión de aquella mañana. Había estado apoyado sobre el muro que marcaba el borde de la azotea, con el rostro alzado hacia el cielo en una expresión tan pacífica que Baekhyun había tenido que quedarse observando, con el corazón en un puño, su perfil desde la puerta de la azotea un momento antes de reunir el valor para hablarle.

—¿Baek? —el otro Reminiscente no tardó ni un segundo en reconocerlo, y al instante siguiente ya estaba sonriéndole e indicándole con un gesto que se acercara a él. Baekhyun podía sentir los dedos temblándole, todo su cuerpo siendo presa de una tensión silenciosa que no sabía cómo liberar sin gritar, o sin soltar un sollozo, pero lo hizo de todas formas—. Se ha quedado muy buena noche —añadió tan pronto como Baekhyun hubo llegado a su lado y se hubo quedado quieto, jugando nerviosamente con los bordes de su camisa—. Me gusta mucho la luz de la Rueda cuando brilla así. Está preciosa.

Lo más lógico allí habría sido proseguir con la conversación tal y como Chanyeol la había planteado, conversar sobre el tiempo, la Rueda y las almas un rato más, pero había algo en Baekhyun que se oponía, que tenía que hablar, y no pudo evitar hacer la pregunta.

—¿Estás bien? —susurró.

Chanyeol bajó la vista del cielo, cogido por sorpresa como un niño, y Baekhyun volvió a plantearse la eterna duda, a preguntarse si tendría su edad o si sería incluso más joven que él. Parecía más joven que él, a veces.

—Espero que estés bien, de verdad. Y lo siento. Por todo lo que ha ocurrido esta mañana —el chico tomó aire, deprisa, tratando de serenarse y sin poder hacerlo—. No tenía que haberte pedido que no le hablases a Suho de todo esto. No tenía que haberme escapado. No tenía que haberte arrastrado a ti y haberte obligado a pelear contra tu mejor amigo. Ha sido todo culpa mía; lo siento muchísimo.

Hubo algo que se endureció en la expresión de Chanyeol, pero al segundo siguiente todo rastro de rigidez en sus facciones se había desvanecido y el otro Reminiscente parecía incluso un tanto alarmado por tenerlo allí, tan serio, disculpándose delante de él.

—Eh, eh, Baek, no te preocupes. Nadie me obligó a pelear contra nadie, sino que simplemente pasó. No podíamos haberlo sabido, ¿no?

—Ya, pero —Baekhyun sentía la agitación en las venas, el pulso latiéndole rápido contra los oídos. Todavía alterado, se lamió el labio inferior, consiguió soltar las manos del dobladillo de su camisa y las posó en el muro bajo que delimitaba la azotea. Tal vez fuera mejor quedarse callado, sí, pero no podía evitar seguir preguntando, aunque no fuera asunto suyo, aunque Chanyeol no hubiera demostrado iniciativa por querer hablar de aquello antes—. Yo no lo sabía… Y te juro que no pretendía enterarme de todo esto así, pero…

—¿Eh?

—He estado hablando con Luhan, y… —Baekhyun tomó aire. Había cerrado los ojos y se forzó a abrirlos, a mirar al frente y arriba—. Chanyeol —susurró—, dime la verdad. ¿Cómo moriste? ¿Cómo terminaste aquí?

El chico habría jurado que, de prestar atención, podía escuchar a la Rueda girando sobre ellos; apenas el suspiro de un roce, un sonido que no podía existir en realidad. Chanyeol, frente a él, ya no sonreía, y sus ojos viajaron desde su rostro al cielo, y luego de vuelta a él.

—¿Qué es lo que quieres que te diga? —murmuró—. Si Luhan te lo ha contado todo, entonces ya sabes que no tengo respuesta para esa pregunta.

Baekhyun se forzó a seguir mirándolo a los ojos.

—Chanyeol —llamó, una vez más, pero el otro chico se giró de nuevo, volvió a la pose en la que había estado al llegar él a la azotea, con los codos apoyados en el muro exterior y la vista perdida más allá de las estrellas.

—Sé que estaba con Kris al morir —comenzó a decir, con una sonrisa débil—. Sé que éramos amigos cuando estábamos vivos, casi como hermanos, y que morimos a la vez. Sé que fue una muerte violenta; puede que me asesinaran, o que me quemase vivo, o algo por el estilo —Baekhyun se estremeció, recordando otro escenario distinto, una explosión en la calle, en un día normal, y pensando que lo suyo, al menos, había sido rápido—. Eso es todo lo que sé, porque es lo único que me han contado. Yo no recuerdo absolutamente nada, Baekhyun.

¿Nada? —el peso de aquella afirmación golpeó al chico como una bofetada en pleno rostro, dejándolo momentáneamente sin aire. Chanyeol volvía a estar mirándolo, aún inclinado hacia delante sobre el muro, y sonreía exactamente como aquella otra vez, semanas atrás en aquel mismo lugar, bajo la lluvia—. Pero…

—Nada, Baek. Nada —debía de haber algo raro en la expresión en su rostro, porque Chanyeol se rió entre dientes antes de sacudir la cabeza y seguir. La luz del cielo le iluminaba  las mejillas, hacía que sus ojos parecieran aún más grandes y muy negros. Baekhyun siempre había pensado que leer a Chanyeol era relativamente sencillo (se reía como un niño pequeño cuando estaba contento, daba casi miedo cuando se enfadaba y estaba dispuesto a luchar), pero no habría sabido decir cómo se sentía ahora mismo, si estaba triste, resignado, disgustado, o si era algo totalmente diferente—. Me desperté después de morir, solo, y sabía que ya no estaba vivo, pero todo lo demás estaba en blanco. Recuerdo… Supongo que recuerdo cosas vagas, generales. Recuerdo cómo hacer las cosas: hablar, andar, leer y escribir, pero no recuerdo haberlas aprendido. Salvo eso, apenas me acuerdo de un par de cosas. Recuerdo las estrellas. Recuerdo que estaban allí, que brillan de la misma forma, que son iguales en los dos mundos, aquí y cuando estaba vivo.

Baekhyun tenía atragantado el aire en los pulmones, y las palabras presas en la garganta. Si tenía que pensar en Chanyeol, cerrar los ojos e invocar su recuerdo, siempre lo imaginaba allí, sonriendo desde la azotea y con la vista clavada en el cielo. Sabía, y siempre había sabido, que las estrellas tenían alguna clase de significado especial para él, pero nunca había pensado que pudiera ser algo así.

—Kris fue quien tuvo que explicármelo todo, una vez él, Suho y los demás me hubieron encontrado —prosiguió Chanyeol, sonriendo para sí al ver que Baekhyun no contestaba—. Incluso en la época en la que estaba de nuestra parte no quería contarme apenas nada, ni sobre mi vida, ni sobre mi familia, ni sobre mis amigos, pero al menos me dijo cómo me llamaba. Yo ni siquiera recordaba mi propio nombre, ni me acordaba de él; era un extraño por mucho que él dijera que solía ser mi mejor amigo. A día de hoy sigo sin saber cómo me apellido. No hay nada. No sé nada más.

—Dios mío.

—Es mi Pena —Chanyeol pareció ignorar lo horrorizado de su tono y sonrió, encogiéndose de hombros como si aquello fuera algo obvio—. Todos tenemos una, relacionada con la forma en la que morimos y con nuestro poder. Luhan apenas puede tenerse en pie si se lo desconecta de la máquina que regula su energía, tú no puedes materializarte en el mundo real. Yo… Tengo el poder más fuerte de todos, tanto que ni siquiera puedo controlarlo, pero también tuve que pagar un precio por él. Todos los que estáis aquí continuáis luchando, día a día, porque tenéis un lugar al que regresar: una familia, unos amigos; imágenes que recordáis antes de cerrar los ojos y fotos que pegar en la pared, pero para mí todo está en blanco. Y yo lo veo todo desde aquí, ¿sabes? Veo a los humanos allí abajo, y a mi alrededor, y pienso que me gustaría ser como ellos, estar vivo en vez de atrapado aquí, pero al mismo tiempo, y en cierto sentido, me da miedo.

—¿Miedo? —Baekhyun lo sentía ahora, más que nunca. Cada latido de su corazón en el pecho, el rumor de su respiración, la vida que impregnaba su cuerpo a pesar de estar muerto, de no existir más que para una decena de personas, en un mundo en ruinas como aquel. Prácticamente podía oír a Chanyeol, repitiéndole cuando había llegado que Reminiscencia era gris y no era para siempre, pero que era mejor que no tener nada.

—Quiero ser como ellos, ser humano más que nada, pero al mismo tiempo esto es todo lo que tengo. Reminiscencia, sus reglas y la Rueda en el cielo. Aquí tengo un propósito, aquí sé lo que soy y cómo funcionan las cosas. Más allá… no sé si más allá hay algo para mí.

—Claro que lo hay, tiene que haberlo —murmuró Baekhyun, con un tono de voz apenas audible. Se sentía extraño, cada vez más presa de aquella extraña tensión, como si todo lo que estuviera ocurriendo estuviese mal, como si nada fuese justo. Había pensado que su propia vida se había convertido en un mal sueño, que no se podía estar peor de lo que estaba él, pero él al menos tenía sus recuerdos; sabía de dónde venía, tenía un lugar a donde aferrarse. Chanyeol lo estaba observando con cierto recelo en la mirada, casi como si esperase que él empezara a compadecerlo, que le dijera todo lo que lo sentía cuando estaba claro que no podía entenderlo, y Baekhyun sintió una especie de peso en el pecho, una ola de afecto hacia Chanyeol que le hizo desear poder bajarle las estrellas del cielo, una a una, si eso era lo que quería; enterrar la cabeza en su hombro y decirle, creer, que todo estaría bien, pero sus pensamientos eran una masa incoherente y él apenas podía hablar—. Tiene que haber alguien al otro lado, igual que nos tienes a nosotros aquí. ¿De verdad Kris no te dijo nada de tu familia o…?

—Kris Cayó de pronto, Baek —lo interrumpió Chanyeol con suavidad—. Era uno de los mejores Reminiscentes que teníamos hasta que en un momento dado, y de repente, se fue. Mató a todos los Caídos que había en ese momento menos a uno y se convirtió en su líder, y se llevó con él a Tao, y a Yixing, a nuestros guerreros más competentes. Empezó a oponerse a nosotros, a atacarnos, se volvió en nuestra contra y nos traicionó. Nunca me contó nada cuando estábamos los dos en el mismo bando, y mucho menos iba a hacerlo ahora. No hay nada peor que Caer, ¿entiendes? —añadió, bajando la voz—. Nada.

Baekhyun asintió. Sentía que la cabeza estaba empezando a dolerle, que el mundo estaba difuso a su alrededor, y aquello se le antojó tan humano que se habría reído de haber podido enfocar un mínimo de atención en cualquier otra cosa que no fuera Chanyeol.

Volvía a recordarlo bajo la lluvia. Podía recordar lo que le había dicho el otro chico entonces.

—Yeol —susurró. Volvía a haber algo apremiante en su tono, y el otro Reminiscente lo miró, saliendo de la especie de trance en la que parecía haberse sumido al hablar de traiciones, de antiguos amigos, de Caer. Parecía el Chanyeol de siempre otra vez, encantador y confuso—. Hay algo que no entiendo.

—¿El qué?

—Me preguntaste si nos conocíamos. Si nos habíamos visto en algún momento, cuando tú estabas vivo. Me lo preguntaste poco después de que yo llegara aquí. ¿Por qué…?

Baekhyun no completó la pregunta, y el otro Reminiscente esperó un instante antes de responder.

—¿Recuerdas lo que te he dicho antes? —inquirió a su vez—. Mi mente está en blanco, Baek, vacía en un noventa por ciento, pero hay recuerdos vagos que todavía conservo. Son como fragmentos, retazos de algo que algo que estaba, pero que ya no está allí.

—Como las estrellas —musitó Baekhyun.

—Sí, las estrellas. Las estrellas y tú.

El chico se sentía perdido otra vez, como si estuviera suspendido en el aire. Como si quisiera caer y no pudiera, y todo en lo que fuera capaz de pensar fuese Chanyeol, Chanyeol y Chanyeol.

—¿Por qué yo? —preguntó.

—No lo sé —la respuesta, esta vez, fue casi inmediata—. Normalmente todo está borroso y vacío, ¿entiendes? No tengo ningún recuerdo de hace más de tres años; podría salir ahí fuera, cruzarme con mi madre en mitad de la calle y no reconocerla, pero tú… No sé decirte de qué, pero cuando te vi por primera vez tu cara me resultó familiar. Y no de ahora, no de esta vida, sino de la otra. No sé por qué, pero es así. Tú estabas allí antes.

—Pero yo… —Baekhyun cerró los ojos, asimilando las palabras, y trató de recordar. Era lo mismo de siempre, ya había intentado esforzarse antes, y estaba seguro de no haber visto a Chanyeol nunca hasta el día de su muerte; no hasta el sueño que había tenido antes de despertar solo, en un boquete en mitad de la calle y convertido en lo que era ahora—. ¿Por qué entonces yo no te recuerdo a ti? Mi memoria está bien.

Chanyeol separó los labios como si quisiera decir algo, pero en lugar de eso acabó negando con la cabeza y sonrió. Esta vez, el gesto sí que le llegó a los ojos, y Baekhyun sintió que se quedaba sin aire. Sólo un instante, al verlo así.

—No lo sé —confesó, y antes de que el chico pudiera añadir nada más, se separó del borde de la azotea y le posó a Baekhyun una mano en la espalda, señalándole la bajada a las escaleras con un gesto de cabeza—. No lo sé, pero hoy ya es demasiado tarde para seguir hablando de esto. Tienes que estar agotado después de todo lo que ha pasado hoy, Sehun y todo lo demás.

Baekhyun asintió, dudoso, y se dejó guiar de vuelta al interior del hotel, intentando no pensar en la calidez de los dedos de Chanyeol sobre su piel, o en lo confuso que era todo lo que acababa de aprender en tan solo unas horas. No lo dijo en alto, y tal vez debería haberse sentido un poco culpable al respecto, pero a pesar de que él era, en cierta medida, el causante de lo que había ocurrido allí, Baekhyun no había pensado en Sehun ni un solo instante desde que se lo había mencionado Luhan por última vez.

--

Las voces de Chanyeol y Baekhyun se habían desvanecido ya tras la puerta de acceso a las escaleras cuando la figura que había estado esperando, silenciosa, entre las sombras, se permitió salir de su escondite, apartándose el pelo oscuro del rostro y observando el lugar por el que los dos chicos habían desaparecido con una media sonrisa.

Ninguno de los dos se había dado cuenta de que estaba allí, de cómo había estado observándolos sin que se percataran, observando con calma los rasgos familiares de Chanyeol y el rostro todavía desconocido del chico nuevo, del Reminiscente de Luz, del chiquillo especial del que todos hablaban.

—Así que ese es él —murmuró—. Byun Baekhyun. No es lo que esperaba.

Las alarmas no habían saltado aún, pero Luhan guardaba el perímetro del hotel y el joven sabía que el Reminiscente de Mente no tardaría en detectarlo. Siempre tardaban algo de tiempo en hacerlo – los monstruos, los Reminiscentes, los Caídos – tal vez porque todos ellos siempre ponían mucho más empeño en guardar las puertas de entrada a sus refugios y él nunca las había necesitado para colarse en sitios como aquel. Alguien más inepto habría pasado su presencia por alto por completo, pero Luhan era competente y lo detectaría, tarde o temprano.

Y si había algo que él no quería, precisamente, era ser detectado.

Había venido a ver cómo era el famoso Reminiscente de Luz, y, como era de esperar, lo había conseguido. No había esperado que fuera tan pequeño, ni que pareciera tan humano – o tan débil – ni mucho menos que se llevara tan bien con Chanyeol, pero el mero pensamiento lo hizo sonreír.

Había muchas cosas en aquel mundo que eran irónicas, sí, pero él no estaba allí para cuestionarlas.

—Esto va a ponerse interesante —dijo en voz baja, alzando los ojos hacia la Rueda con una media sonrisa, concentrando su poder, sintiéndolo invadirlo—. Me pregunto qué es lo que va a pasar a partir de ahora.

El joven, solo sobre la azotea, inclinó la cabeza con las manos en los bolsillos, como si esperase una respuesta que sabía que no iba a llegar. Después, lentamente, alzó una de ellas y chasqueó los dedos.

Al segundo siguiente, se había desvanecido en el aire, como si allí nunca hubiera habido nadie.

Notas finales:

Bueno, pues esto ha sido todo :D

No sé si alguien se olía ya lo que pasaba con Chanyeol, peeeeero por fin está aquí la respuesta (o no) a una de las muchas preguntas :'D

Como de costumbre, os dejo aquí mi ask por si tenéis alguna pregunta sobre todo esto http://ask.fm/rust_and_stardust

¡Espero poder actualizar pronto!

PD: Recordad que los reviews son amor y que os querré mucho por ellos, que últimamente el número de comentarios ha bajado un poco y me preocupa estar aburriéendoos o algo /llora

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).