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Reminiscencia por Ms Aria

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Notas del capitulo:

Hooooola a todos, ¿os habíais olvidado de mí? :'D

Espero que, a pesar de la pausa, todavía os acordéis de Reminiscencia :__D

Os dejo aquí el capítulo 15 y, como siempre, comentarios al final del texto

¡Gracias por leer!

Volvámonos a encontrarnos esta noche



Reminiscencia

Parte Primera – Capítulo 15

Las medicinas que Yixing había dejado antes de Caer se estaban acabando.

“Por supuesto.”

Kyungsoo sabía que aquel momento iba a haber acabado llegando tarde o temprano – Yixing, después de todo, jamás había tenido intención de dejar allí todo aquello para ellos, sino que simplemente no se lo había llevado con él al marcharse con Kris y los demás – pero al otro hombre siempre le había gustado mantener su botiquín lleno de medicamentos mejorados por si acaso, y el chico siempre había pensado que, si los administraba con precaución, conseguiría que le durasen el tiempo suficiente como para poder seguir subsistiendo sin un médico en condiciones.

No es que pudiera decir que los había desperdiciado, pero, inevitablemente, estaban empezando a gastarse.

—Maldita sea…

Podía ir a hablar con Yixing, suponía. Su antiguo compañero no vivía con el resto de los Caídos, nunca se había comportado de un modo tan extremo como los otros. Y Kyungsoo no podía hacer nada más, no él solo. Odiaba rogar, pero detestaba todavía más sentirse inútil. Tal vez si no avisaba a Suho con antelación, y si Kris no llegaba a enterarse… Quizá pudiera ayudar así. Dejar de ser el eslabón débil de la cadena.

—Buenos días, Kyungsoo. ¿Qué haces aquí tan solo?

El chico se giró, entornando los ojos, tan pronto como oyó a aquella voz llamarlo. Ya era media mañana, del día siguiente al ataque en el bosque, pero ninguno de los otros Reminiscentes había hecho aún acto de presencia. El hotel entero estaba sumido en el más completo de los silencios y él estaba solo, sí, en la pequeña habitación sin ventanas del primer piso que utilizaban como almacén para vendas y medicinas.

No había nada allí que pudiera utilizar como arma. Tampoco había traído su arco consigo, y ahora lo lamentaba. De haberlo hecho, en aquel mismo instante estaría apuntando con una flecha al hombre frente a él.

—Kai —gruñó—. ¿Qué es lo que estás haciendo  aquí?

—¿Yo? Lo de siempre. Comprobar que seguís vivos, claro —Kyungsoo le habría cruzado la cara de un puñetazo allí mismo, y estaba seguro de no estar haciendo absolutamente nada para camuflar el disgusto en su rostro. Kai, no obstante, no pareció inmutarse en absoluto—. Aunque no es que tú parezcas muy contento de verme —acabó añadiendo al final con una sonrisa.

—Estaría mucho más contento de verte si supiera dónde te metiste ayer por la noche. Cuando desapareciste de repente en mitad de una misión.

—Ah, ¿así que estás enfadado conmigo por eso? —Kai le dedicó una media sonrisa perezosa, girándose a observar las vendas y medicamentos alineados en las estanterías del almacén. Kyungsoo había cerrado la puerta tras de sí al entrar en la diminuta habitación y, por supuesto, su interlocutor se había materializado allí dentro sin abrirla. Aquello no le gustaba; tener el cuerpo de Kai bloqueando su único camino entre su posición y la salida en un lugar tan estrecho lo hacía sentirse atrapado. Saber que el otro chico podía entrar y salir así, disponiendo de minutos preciosos antes de que Luhan lo detectase, lo colocaba en una posición de vulnerabilidad en la que no quería pensar. No tenían casi medicinas. Kai estaba mirando las baldas vacías y sonriendo. Kai sabía—. Teníamos cosas que hacer, los tuyos y yo, en el mismo lugar, en el mismo momento. Yo sólo dije que os acompañaría, no que tuviera que quedarme hasta el final.

“Mentiroso.”

—Atacaron a uno de los nuestros.

—Baekhyun. Lo sé.

—Lo estaban esperando. Casi lo matan.

—Pude darme cuenta.

—¿Estabas ahí?

—Estaba observando. Ese era el objetivo: observar. A ellos y a vosotros.

Kyungsoo se esforzó por controlar el tono. Por mantener a la fuerza en su interior sometida, a pesar de que ésta hubiera empezado a bullirle en la sangre.

—¿Ibas a sentarte a observar cómo asesinaban a una persona?

Kai bufó.

—Kyungsoo.

—Tengo razón.

—Como los Reminiscentes siempre la tenéis, ya lo sé.

Kyungsoo trató de ignorarlo, paseó la vista por las provisiones que les quedaban una vez más y suspiró. Confiaba en que las heridas externas de Baekhyun sanasen deprisa,  no quería arriesgarse a tener que gastar más medicina en él a no ser que fuera realmente necesario.

No le quedaba nada más que hacer allí, así que sacudió la cabeza y se acercó un paso a Kai, apretando los puños.

—Muévete. Puedes marcharte, si no tienes nada más que decir.

Había esperado que el otro chico fuera a apartarse por las buenas, pero en lugar de eso le sonrió. Más. Como si supiera que todo lo que Kyungsoo quería era salir a un espacio abierto.

—Siempre tengo algo más que decir, lamentablemente para ti.

—Es una pena que yo no tenga tiempo para escucharte, ¿no crees?

Sabía lo que Kai estaba esperando – lo mismo que parecía haber estado aguardando desde que había venido a verlo la primera vez: ver a su fuerza interior descontrolarse; causarlo, incluso – así que Kyungsoo se concentró en no darle la satisfacción. Echando la cabeza hacia delante, como un animal a punto de embestir, pasó por su lado a paso rápido, golpeándolo con el hombro para pasar entre él y las estanterías. El impacto dolió, pero Kyungsoo mantuvo su expresión impasible, y no se permitió respirar hasta que no hubo abierto la puerta y se encontró a sí mismo a salvo en uno de los pasillos para personal del hotel.

Había una ventana, al fondo. El día estaba nublado, como lo había estado la noche anterior, pero había luz. Sol.

—Tsk. No seas maleducado —en apenas un segundo, Kai volvía a estar a un metro tras su espalda, relajado, apoyado contra la pared como si estar tan tranquilo en territorio enemigo fuera algo natural—. Escucha, todo lo que yo quiero es hablar contigo. Compartir opiniones, ya sabes.

—Y yo no me fío de ti.

Kyungsoo había esperado algún tipo de réplica, que el otro chico tratara de convencerlo de que lo escuchara, tal vez, pero Kai simplemente se rió. Lo hizo de modo casi silencioso, entre dientes, dedicándole una sonrisa blanquísima mientras sacudía la cabeza para apartarse del rostro los mechones de cabello oscuro. Todo su cuerpo pareció vibrar, sacudirse con aquella especie de carcajada; una ondulación que lo recorrió desde los hombros a los pies, pasando por todos y cada uno de sus huesos y músculos, siguiendo el arco de su columna vertebral.

Kyungsoo ni siquiera se acordaba de la última vez que él había sentido el impulso de reírse con ganas de algo.

—Si lo que quieres es burlarte de mí… —comenzó a decir, sin tratar siquiera de contener el deje de acero en su voz, sobreponiéndose a la indiferencia.

Apenas había alcanzado la mitad de lo que pretendía decir cuando sintió algo en la postura de Kai cambiar de pronto. Sus ojos se entrecerraron, sólo una centésima de segundo, y su espalda se curvó levemente contra la pared. Para cuando el chico dejó de hablar y tomó aire, con una nueva pregunta en los labios, el otro Reminiscente había tensado la mandíbula y se había esfumado en el aire, desapareciendo como si nunca hubiera estado allí.

Kyungsoo se sintió desconcertado por un momento hasta que sintió una intromisión familiar en su cabeza.

“¿Kyungsoo? ¿Hola?”

“Luhan.”

“He notado algo. ¿Estás bien?”

Luhan tenía que haber percibido a Kai allí. Kai había sentido a Luhan, incluso antes que él mismo. Por eso se había ido.

Kyungsoo frunció los labios.

“Todo en orden,” respondió, dando forma a sus pensamientos, esta vez para que el otro Reminiscente pudiera escucharlos al borde de su mente consciente. “¿Ocurre algo?”

“Suho ha convocado una reunión. Quiere veros a todos arriba en diez minutos. No sabía si estabas informado.”

Kyungsoo suspiró, murmurando unas palabras de agradecimiento. Sabía, por lo que su Líder le había dicho tras cerciorarse de que Baekhyun estaba a salvo la noche anterior, que Suho quería hablar con todos sobre lo que había ocurrido en el bosque. Lo único de lo que no había tenido constancia, hasta ahora, había sido de la hora concreta de la reunión.

“Pensé que lo consultaría conmigo,” replicó de modo ausente, lanzando un último vistazo resignado a la puerta de su pequeño almacén de medicinas antes de dirigirse con paso firme al vestíbulo del hotel.

“Estará preocupado. Lo que pasó en el bosque fue un asunto serio.”

“Y tanto que serio.” Kyungsoo sacudió la cabeza, tratando de sacarse de la mente a Kai acorralándolo para hablar cuando se quedaba solo. A Kai queriendo compartir opiniones, riéndose de él. “No tenemos tiempo que perder.”

--
Los Reminiscentes habían sido más, siempre más. Muchos más de los que eran ahora.

Kyungsoo había leído sobre ello, cuando tenía tiempo libre para sentarse con un libro en el regazo, en los volúmenes antiguos que Suho o Chanyeol le subían de la biblioteca algunas veces. Muchos años atrás, antes de que la Rueda estuviera tan dañada, habían existido sociedades enteras, almas que vivían entre los dos mundos para preservar el orden entre la vida y la muerte. Incluso después, cuando todo había empezado a degenerar, los Reminiscentes habían formado auténticos ejércitos: guerreros bien entrenados, luchando mientras les quedara vida contra los monstruos y los primeros Caídos.

Cuando Kyungsoo había llegado allí, la situación había sido muy distinta. No había habido un ejército, sino un grupo de jóvenes en la veintena, pero al menos habían estado bien organizados. Tenían a Suho, su Líder, a Kris, el estratega, y a Yixing como sanador. Habían tenido Reminiscentes capaces de atacar, y a otros capaces de defender a su grupo.

Aquello había acabado meses atrás, cuando Kris se había llevado a la mitad de los suyos – al sector más poderoso – dejando a un grupo desorganizado tras de sí. Ahora, el Salón de Cristal estaba siempre casi vacío, incluso cuando todos los Reminiscentes que quedaban se reunían en él y, viéndolo así, la mitad de las veces Kyungsoo ni siquiera sabía por qué estaban esforzándose en seguir luchando.

Cuando el chico llegó, casi todo el mundo estaba ya en su sitio, aguardando. Ese casi todo el mundo eran Suho, sentado con los puños crispados en la cabecera de aquella mesa tan grande, y Baekhyun, cuatro sitios a su derecha.

—¿Dónde está Chanyeol? —inquirió Kyungsoo tan pronto como hubo cruzado las puertas de la habitación, dirigiéndose hacia su sitio a la derecha de Suho sin molestarse, siquiera, en ofrecer unas palabras de saludo.

—¿En su cuarto, puede? No estaba en la azotea.

Había sido Baekhyun quien había hablado, girando un rostro muy pálido para mirarlo. A pesar de que el chico estaba haciendo un claro esfuerzo por mantener la expresión firme y la espalda recta, la fatiga se le notaba en el modo en el que los ojos parecían hundidos en su rostro, apagados y rodeados de marcas oscuras. Tenía los hombros envueltos en una manta, que estaba manteniendo en su lugar sujetándola con los dedos de una mano tan fina que parecía casi de juguete entre los pliegues de la tela.

Kyungsoo sabía que lo peor había pasado, y que se recuperaría, pero viéndolo así, volvió a sentirse completamente impotente. Aquello era lo que les pasaba a los miembros de su equipo cuando trataban de enfrentarse a sus enemigos.  Antes de que ellos pudieran hacer nada. Antes de que pudieran siquiera acudir a socorrerlos.

Maldita sea.

—Tienes un aspecto horrible —murmuró, antes de ser consciente de que, por primera vez desde que el chico había llegado allí, el que hubieran estado a punto de matarlo no había sido culpa de Baekhyun. En su mayor parte, al menos.

—Exactamente lo mismo que he pensado yo al mirarme en el espejo esta mañana, muchas gracias —el otro Reminiscente hizo una mueca. Al menos, había un deje de burla en la chispa divertida en sus pupilas, y en el modo en el que sus labios se curvaron levemente hacia arriba. Definitivamente, estaba fuera de peligro de muerte inminente.

—¿No has ido a por Chanyeol, entonces? Pensé que estarías con él.

—Ah, no. No. Subí a la azotea, um, por ver si estaba, pero como no había ni rastro de él, pensé que todavía estaría en su cuarto. O que habría venido aquí. Después de lo que pasó ayer, no quería molestarlo.

—Bueno, obviamente aquí no está.

“Yo lo he avisado,” intervino la voz mental de Luhan.

—Tal vez, entonces, deberíamos ir a buscar…

Las palabras de Kyungsoo quedaron interrumpidas por el sonido de la puerta al abrirse, y de una voz grave al carraspear.

—No hace falta, Soo —el recién llego cerró la puerta tras de sí con suavidad y forzó una sonrisa—. Ya estoy aquí. Siento haber llegado tarde.

Si no fuera porque Kyungsoo sabía que era prácticamente imposible para Chanyeol estar físicamente agotado, se habría planteado el preguntarle si se encontraba bien de salud. El otro Reminiscente parecía estar hecho de pura energía, potente y descontrolada; tanta que llegaba a estallar cada vez que se enfadaba, y que era imposible de manejar hasta para él mismo. La intensidad de su propia fuerza tenía lados malos - era su mismo poder el que mantenía su cuerpo despierto y activo durante veinticuatro horas al día, impidiéndole dormir - pero también lo hacía más resistente que el resto de ellos.

Chanyeol jamás se debilitaba usando su poder, salvo que perdiera el control de modo flagrante. E, incluso cuando lo hacía, sus niveles de fuerza tardaban muy poco en restaurarse. Ocurría lo mismo con los golpes y las heridas: los moratones se desvanecían en una noche, los cortes más profundos se cerraban por completo en un par de días. Aquel chico era energía pura en movimiento, y Kyungsoo no estaba acostumbrado a verlo cansado o alicaído.

No así.

“Bueno, él estaba allí. Yo también estaría frustrado si mi antiguo mejor amigo hubiera decidido drenar la energía de… de mi nuevo mejor amigo delante de mí. Hay cansancios que no dependen sólo de lo en forma que esté tu cuerpo.”

—¿Todo en orden? —preguntó Suho, mientras Chanyeol acudía, arrastrando los pies, a sentarse en el sitio vacío frente a Baekhyun. No muy cerca de su líder, no muy lejos. No al lado del Reminiscente de Luz, donde Kyungsoo había supuesto que se sentaría.

—Todo en orden, sí. ¿Esta reunión se ha convocado para lo que yo creo que se ha convocado? ¿El asunto del bosque?

—¿Para qué, si no? —murmuró Kyungsoo—. Supongo que todos estamos de acuerdo en que es un problema muy grave.

Nadie respondió, no inmediatamente. Ninguno de los presentes miró directamente a Baekhyun, pero el chico se enderezó en su asiento de todas formas, aferrando la manta todavía con más fuerza.

—Me atacaron —dijo—. Los Caídos.

—No es la primera vez que lo hacen —añadió Suho tras asentir—. Pero sí que ha sido uno de sus ataques más potentes. Ya atentaron contra Baekhyun una vez, cuando utilizaron a Oh Sehun para atraerlo a ellos en el campus de la universidad, pero esta ocasión ha sido distinta. Están yendo a por uno de los nuestros, y la cosa está yendo a más.

—¡Claro que está yendo a más! —había sido Chanyeol quien había hablado, levantando los ojos de la superficie de la mesa ante él por primera vez desde que se había sentado allí. No había alzado en exceso la voz, pero había contundencia en sus palabras, turbulencia amortiguada latiendo tras su piel—. Eso no fue un ataque normal. No estaban tratando de eliminarlo, o de hacerle daño porque sí. Lo que estaban buscando era usar su energía para abrir esa caja. Se la estaban robando. De dentro.

—Bueno —intervino Kyungsoo—, lo positivo es que no consiguieron abrir nada.

Había sido él mismo quien había comprobado la caja de piedra más tarde, una vez se hubieron asegurado de que los Caídos se habían marchado, y después de que Chanyeol, junto con Suho, se llevase el cuerpo inconsciente de Baekhyun a casa. Kyungsoo, obviamente, sabía que los Puntos de Poder existían, pero no se le había llegado a ocurrir que éstos pudieran llegar a abrirse con luz. No tenía ni idea de lo que podía haber dentro exactamente - sólo sabía lo que contaban las leyendas, lo que tenía que ver con las viejas historias y con los sellos usados para custodiar a Réquiem - pero, gracias a dios y a la Rueda, la caja había vuelto a cerrarse tan pronto como había dejado de absorber la luz de Baekhyun.

Fuera cual fuera el plan de los Caídos, habían fallado.

—¡Esa no es la cuestión! —Chanyeol volvió a protestar en cuanto Kyungsoo cerró la boca—. Nuestra energía forma parte de nosotros. Es de lo que estamos hechos en este mundo, ¿no? ¿Cómo pueden pretender robársela a una persona así? ¡Es casi como quitarle a alguien el alma!

—Todos estamos de acuerdo en que es algo inmoral, Chanyeol, pero precisamente lo que define a los Caídos es que son un grupo de gente desalmada. ¿De verdad esperabas que fuesen a jugar limpio?

—Por favor, Soo, sabes lo que quiero decir, y sabes que...

—Todos sabemos que casi me matan —fue Baekhyun quien los interrumpió, tomando aire y dejando caer la manta en la que había estado envuelto—. Fue intrusivo. Fue horrible, sí. Pero ya está. Kyungsoo tiene razón aquí: lo único que importa a estas alturas es que me querían para abrir esa caja, que yo estoy vivo y que esa cosa sigue cerrada.

Chanyeol se mordió el labio y volvió a mirar a la mesa como si fuera un niño al que acabaran de regañar.

—Lo siento —murmuró.

—El método de ataque fue desagradable, pero hay cosas más importantes que tratar —prosiguió Suho—. Es terrible que hayan pretendido extraer la energía de alguien sin su permiso, pero lo que es preocupante es que, por lo que parece, es el poder de Baekhyun lo que necesitaban para abrir esa caja. Luz. Solamente luz. Y estaban allí, esperando en el claro, a que él apareciera.

“Estaban ocultando su propia energía,” añadió Luhan. “Haciéndolo a propósito.”

—No pudiste sentirlos.

“En un entorno caótico como el del bosque es más sencillo escaparse a mi percepción, si intentan camuflar su fuerza vital para dar esquinazo a alguien como yo, pero eso no es algo que pueda hacerse durante períodos largos de tiempo. Para esconderse de mí tendrían que haber reprimido la energía que desprendían sus cuerpos, ¿entendéis? Al menos mientras yo, que estaba sincronizado con Baekhyun, estuviese cerca.”

—¿Y qué es lo que quiere decir eso?

“Reprimir tu propia energía implica hacer un esfuerzo consciente para mantenerla dentro de tu cuerpo. Encerrarla ahí a propósito. ¿Habéis intentado mantener vuestra fuerza vital dentro de vuestro sistema alguna vez? ¿No dejarla salir?”

Kyungsoo lo había hecho. O, al menos, lo había intentado, cuando se había visto obligado a usar sus poderes y había perdido el control.

—Todo tu cuerpo protesta —respondió—. Los poderes de un Reminiscente están pensados para ser usados. Siempre quieren salir.

“Exacto. Así que es técnicamente posible que los Caídos hubieran ocultado su fuerza vital para esconderse de mí, pero eso no es algo que pueda hacerse durante mucho tiempo. Cinco minutos, tal vez. Quizá diez. El tiempo justo para que Baekhyun - y yo con él - se acercara a donde estaban y entrara al claro sin detectarlos.”

—Lo cual quiere decir que sabían que Baekhyun iba a ir a ese claro —concluyó Suho.

“No sólo sabían que iba a ir,” replicó Luhan. “Sabían cuándo. De un modo preciso

Kyungsoo notó los principios de un sudor frío en las palmas de sus manos, y las apoyó sobre la mesa, como si la superficie de madera fría pudiera esconderlo, o hacer que remitiera. Todos habían sabido desde el principio que sus rivales iban un paso por delante de ellos, pero aquello…

—¿Lo que pretendes decir es que los Caídos sabían el momento en el Baekhyun iba a llegar allí con la suficiente precisión como para darte esquinazo? —susurró—. ¿Y que sabían que iba a aparecer en el claro solo?

—Yo no estoy seguro de que supieran, a ciencia cierta y desde el principio, que iba a estar solo —intervino Suho—. Había cinco de ellos allí, su fuerza de ataque al completo. Estaban preparados para enfrentarse a más de uno de nosotros a la vez. O, por lo menos, para neutralizar a Chanyeol si iba con él. Pero, a pesar de eso, la cantidad de información de la que disponían es… inquietante.

—Sabían que Baekhyun estaba en el bosque —murmuró Chanyeol—. Lo necesitaban para activar esa cosa. Tenían que estarlo esperando.

—Y probablemente sabían que estábamos separados en dos grupos —añadió Suho—. Había dos cosas que investigar en ese bosque: el punto de poder y la Tumba de Réquiem. La única razón por la que fuimos a la Tumba fue porque detectamos la energía de Kris, junto con la de Sehun, en ese lugar. En principio, ese era el lugar, de entre los dos, que parecía más peligroso.

—Y a Baekhyun le falta entrenamiento, así que lo enviamos junto con Chanyeol al otro —concluyó Kyungsoo—. Comprobar la situación en el altar de piedra era poco más que un chequeo rutinario. Simplemente estábamos… contrastando información.

Un silencio tenso se cernió sobre la habitación. Nadie lo estaba mirando, pero una parte irracional del cerebro de Kyungsoo sentía ojos clavados en él. Desde la penumbra: juzgando, evaluando. Suho y él no habían enviado a Chanyeol y a Baekhyun al claro porque alguno de ellos hubiera sentido allí energía de ninguna clase, como había ocurrido con la Tumba de Réquiem, sino que lo habían hecho porque alguien más les había informado de que los hombres de Kris habían estado allí.

Kyungsoo llevaba años enteros sin comer o beber nada, pero de repente estaba empezando a sentir ganas de vomitar.

“¿Y cuál era la fuente de esa información?” la consciencia de Luhan se onduló con suavidad al borde de la suya, casi dudoso. Como si le diera miedo el modo en el que Suho o él pudieran reaccionar. “¿Por qué pensamos que comprobar ese altar era tan buena idea?”

Suho no respondió, y Kyungsoo se sintió traicionado. Dolido, como si acabaran de hundirle un puño en el estómago. No sabía por qué tenía que ser él quien lo dijera.

—Todos lo sabéis tan bien como yo —dijo al fin, sin poder disimular el deje frío en su voz—. Kai.

Todos lo habían sabido, sí, pero todos se hacia él de todas formas. Baekhyun era el único que parecía genuinamente confuso, pálido y débil, pero con los labios fruncidos y los ojos mucho más brillantes que antes. Atentos.

—¿No estaba ese tal Kai de nuestro lado? —quiso saber, y Kyungsoo bufó, desdeñoso.

—No ha Caído, eso seguro, pero se ha encargado de repetir mil veces que tampoco es nuestro aliado. Tenía cosas que comprobar, dijo, y por eso vino con nosotros al bosque. A lo mejor lo que quería comprobar era si el poder de Baekhyun podía o no abrir esa caja.

Chanyeol lo estaba mirando de nuevo, con una sombra de duda en aquellos ojos negros que parecían demasiado grandes para su cara.

—Desapareció —dijo—. Kai desapareció cuando él y tú llegasteis al bosque. Ese fue el momento en el que nos encontramos contigo: lo estabas buscando.

“Eh, calma,” intervino Luhan. “No sabemos qué estaba haciendo, ni por qué se fue. Podría haber mil explicaciones distintas.”

—Kai volvió a entrar aquí, esta mañana —lo interrumpió Kyungsoo—. Quería “ver si seguíamos vivos,” me dijo. le pregunté dónde había estado, pero no parecía muy dispuesto a darme ninguna excusa convincente.

—¿Esta mañana? —como Kyungsoo había esperado, Suho tenía el ceño fruncido y no parecía precisamente muy contento de no haber sido informado de la situación con antelación. Y el chico lo habría hecho, por supuesto, pero no había tenido tiempo. Se disculparía luego, decidió, cuando la sangre dejase de bullirle en las venas de pura frustración y las náuseas remitieran. Había sido tan estúpido por seguirle a Kai el juego…

—Me asaltó en el cuarto de las medicinas justo antes de que se convocara la reunión —explicó—. Ni siquiera se me había ocurrido pensar que pudiera estar involucrado.

“Aún no sabemos si está involucrado,” protestó Luhan. “¿Por qué iba a querer hacerle daño a Baekhyun?”

—¿Y yo qué sé? ¿Por qué quieren los Caídos abrir ese sello? ¡No sabemos absolutamente nada sobre los motivos de nadie!

“Aun así… ¿Qué pruebas hay de Kai haya tenido algo que ver con los planes de Kris?”

—¡Fue él quien nos habló del altar!

“Pero sólo tienes eso, Kyungsoo. No es lo suficiente como para inculpar a nadie.”

El Reminiscente apretó los dientes, presionándolos tanto los unos contra los otros que sintió dolor en la mandíbula. Sabía que no estaba siendo del todo neutral, y que tal vez escuchar a Luhan le haría bien, pero seguía teniendo un presentimiento muy negro en el fondo del estómago, y la risa de Kai, burlándose de él a la salida de la almacén, atenazándole los pulmones.

Tenían demasiados enemigos y muy pocos aliados como para, además, lanzarse a asegurar que el único Reminiscente neutral también había abandonado su bando, pero…

—Un momento —la voz de Chanyeol, ligeramente temblorosa, devolvió a Kyungsoo, por fin, a la realidad. El chico estaba sentado a su izquierda, muy pálido y con el rostro contraído en una expresión pensativa. Tenía una mano sobre la mesa, y estaba golpeando la superficie rítmicamente con un dedo. Tap, tap, tap, tap—. Alguien atacó a Baekhyun, en el bosque. Cuando Kai desapareció.

—Por supuesto que alguien atacó a Baekhyun, Chanyeol. Eso lo sabemos todos.

—No estoy hablando de Kris, ni de lo que ocurrió en el claro. Me refiero a antes. Baekhyun y yo nos separamos para buscar un sendero, sólo un momento, y entonces algo lo atacó.

—¿Algo?

—No pude verlo —durante los últimos minutos, Baekhyun había permanecido callado en su silla, tan quieto que Kyungsoo pensó que se había quedado dormido, pero su voz sonó firme y clara cuando separó los labios—. Perdí a Chanyeol, y estaba tratando de reunirme con él cuando ese algo empezó a perseguirme. Ya digo que en ningún momento vi qué era, sólo podía oírlo respirar, y acercarse a mí. En su momento creí que… pensé que sería uno de los monstruos del bosque, garras incluidas, pero, por lo que sé, también podría haber sido un ser humano.

—Kai —susurró Kyungsoo.

“O cualquier otra persona. O un monstruo.”

—No lo sé —repuso Chanyeol—. No quiero decir tener que ser yo quien diga esto, pero míralo así. Hubo algo que atacó a Baekhyun cuando estábamos separados. No llegó a herirlo, ¿verdad? Pero yo era el Reminiscente entrenado, y lo separó de mí.

—Más bien, hizo que me cayera por un terraplén —los ojos de Baekhyun se cruzaron con los de Chanyeol durante un instante, y éste volvió a apartar la vista, desviándola, esta vez, hacia Suho.

—Kai nunca me ha hecho nada; no lo conozco lo suficiente como para saber qué tipo de persona es, pero hay que admitir que es posible. Sabía que Baekhyun estaba en el bosque, desapareció de repente en cuanto llegamos allí, y podría ser quien lo atacó. Puede teletransportarse, ¿no? No le costaría mucho perseguir a alguien para guiarle a una trampa sin que éste lo viese.

“¿Y no debería haberlo sentido yo?” casi murmuró Luhan. “Estoy seguro de que ahí no había nada humano.”

—¿Y detectaste algo humano esta mañana? ¿O el otro día, antes de que Kai se presentara conmigo en el salón de cristal para hablar con Suho? —le increpó Kyungsoo, sin molestarse ya en esconder la frustración en su voz. La presencia del otro chico se revolvió en su mente, como un animal lamiéndose las heridas, pero no añadió nada más, y Kyungsoo supo que había dado en el blanco—. Ha conseguido saltarse tu poder de percepción, Luhan. Tal vez, además de teletransportarse también pueda esconderse de los que son como tú. ¿No tendría sentido?

—Podría tenerlo. O no —Suho tardó un instante en contestar, llevándose una mano a la sien y presionándola contra la piel allí. Parecía casi tan cansado como Chanyeol y Baekhyun. Como todos ellos—. Todos vosotros estáis casi dando por hecho que en esta situación tiene que haber una mano negra. Que los Caídos han logrado montar este ataque porque alguien ha ido corriendo a pasarles información.

Kyungsoo bufó.

—¿Y no es así?

—No lo sé. Hay cosas que podrían coincidir, si nos paramos a pensarlo, pero… Lo único que es cierto aquí es que los Caídos siempre van dos pasos por delante de nosotros.

Aquello era cierto, irrefutablemente cierto. Al menos, Suho tenía a su favor el no estar tratando de venderles una situación excesivamente optimista. Los Caídos sabían lo que hacían - eran los Reminiscentes los que se dedicaban a correr tratando de alcanzarlos, de anteponerse a su modo de planificar cuando estaba más que claro que el control de aquel mundo se les había ido de las manos hacía mucho.

—Muy bien —gruñó—. ¿Y qué hay de nuevo en eso?

—Nada —concedió Suho—. Pero precisamente por esa razón es por la que originalmente os había reunido aquí. Mantenernos en alerta frente a Kai y tenerlo vigilado puede ser una opción, visto lo ocurrido, pero no es suficiente. Tenemos que plantarnos y hacer algo.

“Pues que tengas buena suerte...”

—¿Hacer algo? —fue Chanyeol quien formuló la pregunta en alto—. ¿Y qué es lo que quieres hacer?

Suho asintió con la cabeza.

—La principal razón por la que ellos tienen tanta ventaja sobre nosotros se basa en que hay un desequilibrio en la información, ¿no es así? Los Caídos saben más; tienen… alguna clase de objetivos que cumplir, y nosotros no sabemos nada al respecto. Ahí es donde está la raíz del problema: ellos son fuertes porque conocen nuestras motivaciones, mientras que nosotros estamos en blanco con respecto a ellos.

—Por no hablar —gruñó Kyungsoo, lo suficientemente alto como para que se le oyera—, de que sus poderes son más estables y están mejor organizados que nosotros.

—Tienen una mejor organización porque tienen objetivos claros —replicó Suho.

—Y uniformes de cuero negro —añadió Chanyeol, con un tono tan solemne que Kyungsoo volvió a resoplar—. Eh, tiene que ser bueno para el espíritu de equipo —protestó—. Estoy seguro de que lo de llevar cazadoras y abrigos largos de cuero ayuda cuando se trata de meterse en el papel de villano.

—Os recuerdo que nosotros decidimos descartar la idea de los uniformes —repuso Suho con el mismo tono de hombre de negocios que había estado usando antes para definir planes de ataque—. Yo lo propuse y no quisisteis.

—Obviamente —los cortó Kyungsoo, resuelto a interrumpirlos antes de que cualquiera de los dos decidiera abandonar el tema central de la reunión para comenzar a discutir sobre trajes de combate—. Ya he tenido suficiente con morir joven; me niego a tener que pasar lo que me queda de existencia disfrazado de superhéroe.

—Nadie ha hablado de disfraces. Más bien, se trata de un esquema de colores común para fomentar la mentalidad de grupo que…

No.

Suho pareció tan decepcionado como cuando habían descartado la idea por primera vez. Baekhyun, sin embargo, volvió a enderezarse en su silla para reírse.

—Dios mío, Kyungsoo, eres un aguafiestas —se burló. El chico se negó a darle el placer de contestar.

—Volviendo al tema, además de todo el cuero que llevan encima, hemos quedado en que los Caídos tienen objetivos claros y una mejor organización —resumió, suspirando—. Entiendo que, si queremos tener alguna clase de superioridad sobre ellos, o, por lo menos, no estar en tanta desventaja, no sólo tenemos que tratar de cohesionarnos como grupo, sino también saber qué es lo que quieren ellos.

—Exactamente. Esa es la información que necesitamos obtener.

“¿Y cómo se supone que vamos a hacer eso?” quiso saber Luhan. ”No creo que vayan a decirnos nada si les preguntamos, líder.”

—No, me temo que no. O al menos no creo que lo hagan voluntariamente —Suho se inclinó hacia delante sobre su silla, posando ambas manos sobre la mesa con tanta fuerza que la madera resonó. Parecía tener un plan, uno que no había consultado con él antes de proponer al resto, y Kyungsoo estaba prácticamente convencido de que, fuera lo que fuese, no iba a gustarle ni un poco—. Es por eso que tenemos que interrogar a uno de ellos. Obligarlo a hablar como sea, sin que sus aliados puedan intervenir.

Kyungsoo estaba seguro de que tenía la boca abierta. Chanyeol, a su izquierda, carraspeó.

—Um, líder. ¿Y cómo se supone que vamos a hacer eso?

—Ah, muy sencillo —Suho sonrió—. Tomando prisioneros. Vamos, querido equipo, a capturar a uno de los Caídos y a hacerlo hablar.

--

Baekhyun se había quedado solo con Suho y Chanyeol cuando habían bajado a los subterráneos del hotel.

La presencia de Luhan había desaparecido de su mente de modo activo tan pronto como la reunión había finalizado, y Kyungsoo se había negado a bajar con ellos al laberinto de pasillos que había bajo las habitaciones quemadas de su base, bufando como si toda aquella situación fuera ridícula.

“¿De verdad, después de lo que hemos hablado, pensáis que los Caídos van a permitir que tomemos a uno de los suyos como prisionero tan fácil? Ellos son el bando fuerte,” les había increpado.

“Pero nosotros tenemos el factor sorpresa,” había replicado Suho, sonando casi ufano. “Por no hablar de que ellos pueden ser más fuertes, pero nosotros también tenemos nuestros propios métodos.”

Por lo que parecía, aquellos “métodos” suyos implicaban abandonar la sala de reuniones y tener que bajar al subterráneo. Y si de por sí el ambiente en aquella especie de catacumbas era pesado y constrictivo, el tener que caminar detrás de Chanyeol cuando éste estaba haciendo un esfuerzo consciente para no mirarlo lo estaba haciendo desear haberse quedado fuera con Kyungsoo.

Nadie se habría opuesto a que se tomase el resto del día libre. Cuando se había mirado en el espejo aquella mañana, había tenido tan mal aspecto que se preguntaba cómo ninguno de los otros había vuelto a mandarlo a la cama nada más verlo aparecer.

Chanyeol había parecido tener ganas. Antes de replanteárselo y ni decir nada, una de las dos veces en las que se había dignado a cruzar los ojos con él en vez de mirar al suelo, o a la mesa, o a cualquier parte que no fuera él.

—¿Qué es lo que se estamos haciendo aquí? —preguntó, porque, a pesar de que seguía exhausto, tenía curiosidad, y aquel era un método tan bueno como cualquier otro para romper el silencio reinante—. ¿Estamos yendo a la biblioteca?

—¡No! Hay más cosas aquí que la biblioteca. Cosas antiguas. ¿Nadie te ha explicado nada?

—¿La verdad es que no mucho?

—Oh. Oh.

Siendo honesto, Baekhyun nunca se había detenido a hablar mucho con Suho. Sabía que era su líder, que se enfadaba cada vez que se saltaba las normas, y que le había dicho a Chanyeol que no podía ser él quien lo entrenara, asignándole a Kyungsoo como tutor en su lugar, pero, más allá de aquello, no tenía ni la más remota idea de cómo era como persona. No conocía al Suho más allá del salón de cristal - no había tenido el menor interés por hacerlo - pero casi había dado por sentado que no sería nada más allá del Líder de los Reminiscentes. Veinticuatro horas,  a tiempo completo.

Habría podido imaginárselo perfectamente leyendo la sección de economía del periódico en sus ratos libres, u observando la Rueda en silencio durante horas desde los ventanales de la sala de reuniones, con el ceño fruncido y las manos enlazadas a la espalda.

Jamás se le había ocurrido que Suho pudiera ser el tipo de persona que pareciera tan contenta en mitad de un túnel antiguo y oscuro. O que pudiera estar tan contento en cualquier circunstancia.

—Supongo que sí que sabes que estos túneles son más antiguos que el hotel —empezó a decir—. Mucho más, de hecho. Son reliquias de cuando había una sociedad estructurada en Reminiscencia. Hay libros enteros sobre eso, en la biblioteca. ¿No has leído alguno? Son muy interesantes.

—Ehm. Creo que no —Baekhyun se preguntó qué diría Suho si llegara a saber que él se había quedado dormido más de una vez en las clases de historia del instituto.

—Vaya. Deberías hacerlo, si tienes tiempo. Pero el asunto es que los Reminiscentes del pasado estaban mucho más avanzados que nosotros. La mayoría de lo que consiguieron, sus leyendas, descubrimientos y tecnología, se han perdido, pero a veces encontramos algo. Había cosas en estos túneles cuando se descubrieron: artefactos que podemos usar. Reliquias. ¿No es maravilloso?

—Y, um, líder, ¿sabemos cómo funcionan? —murmuró Chanyeol, ligeramente dudoso.

—No todos, pero algunos sí. El mecanismo que mantiene controladas las migrañas de Luhan, por ejemplo, es un artilugio antiguo adaptado, conectado a la sala de control. Pero eso no es todo lo que tenemos: hay muchas cosas más. Es increíble.

Suho los estaba guiando a través del pasillo iluminado de los subterráneos, como si los estuviera conduciendo, como Baekhyun había aventurado en un principio, a la biblioteca. El chico había bajado a consultar algún que otro libro, principalmente sobre los tipos de Reminiscentes y sus poderes, y había cruzado tantas veces aquel pasillo que prácticamente se había olvidado de las puertas de metal, firmemente cerradas, que había en las paredes de piedra.

Fue delante de una de ellas donde Suho se detuvo, corriendo hacia un lado el cerrojo de metal medio oxidado que había en uno de los laterales para soltarlo.

La puerta en cuestión, observó Baekhyun, era la versión en puro hierro de uno de aquellos portones típicos de las iglesias medievales europeas, remachada con clavos - acero sobre acero - y de varios dedos de grosor. Parecía pesada, demasiado como para que Suho pudiera moverla por su cuenta, y, tras un intento infructuoso, Chanyeol tuvo que ayudarle a abrirla, empujándola con toda la fuerza de la que fue capaz.

Un chirrido agudo invadió el túnel cuando la puerta, por fin, se movió sobre sus goznes, acompañado de una cascada de polvo fino y gris, que fue a caer directamente sobre la cabeza de Chanyeol.

—Wow —el chico se llevó una mano a los labios, tosiendo. Tenía el pelo oscuro lleno de arena blanca, y se volvió hacia Suho con un mohín—. ¿Hace cuánto que no abrías esta cosa?

—No lo sé. ¿Veinte años?

Chanyeol lo miró como si acabara de aparecerle una segunda cabeza.

—Wow —repitió, volviéndose hacia Baekhyun con la sombra de una sonrisa traviesa en los labios—. ¿Has visto? Siempre me olvido de que Suho es tan mayor.

Algo le pulsó a Baekhyun tras las costillas. Llevaba todo el día deseando que Chanyeol le prestara la atención que sabía que se merecía, pero ahora que la tenía no sabía qué hacer con ella.

“Te dejé besarme.”

El pensamiento llegó sin que él lo invitara, invadiendo su mente consciente hasta no dejar espacio para nada más. Algo debió de cambiar en su expresión, porque al instante siguiente la sonrisa de Chanyeol había desaparecido y el chico se estaba mordiendo el labio. Por enésima vez aquella mañana.

—Por supuesto que soy mayor: yo estaba ya atado a la Rueda antes de que vosotros nacierais —Suho parecía totalmente ignorante al modo en el que la atmósfera se había vuelto tirante a su alrededor, y Baekhyun decidió que no era el momento de aguarle la fiesta—. Lo cual no quita que sea joven para ser el líder de los Reminiscentes. Mi Maestra tenía siglos cuando la sustituí y… diantres. Baekhyun, ¿podrías hacerme el favor?

El chico tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que Suho le estaba pidiendo, y no pudo evitar poner los ojos en blanco en cuanto se percató. La habitación más allá de la puerta no solamente olía a cerrado, sino que estaba tan oscura que era imposible ver nada.

—¿Quieres usar a Baekhyun de linterna? ¿Ahora? —Chanyeol parecía haber llegado a la misma conclusión que él e hizo una mueca—. Por favor, líder, está medio muerto.

—Todavía me queda el suficiente poder como para esto.

La luz despertó en sus venas en cuanto él la llamó, llenándolo poco a poco. No había tratado de utilizar sus poderes desde que habían intentado arrebatárselos el día anterior, ni siquiera para comprobar que seguían funcionando tal y como debían, y sintió una oleada de alivio al ver que era así. Sentía una especie de quemazón bajo la piel, el mismo tipo de escozor que quedaba atrás después de tratar de beber con la garganta irritada, pero la sensación empezó a remitir tan pronto como su piel empezó a iluminarse, llenando el corredor de claridad.

—Oh, vaya —murmuró Suho—. Impresionante.

Baekhyun no creía que “impresionante” fuera la palabra más adecuada para definir sus funciones como lámpara humana, pero se tragó cualquier amago de réplica irónica y entró a la habitación.

Había polvo por todas partes: en el suelo, las paredes y sobre los objetos apilados en cada esquina del cuarto. Incluso flotaba en el aire, pálido bajo la luz que emanaba de su interior. Baekhyun se cubrió la nariz y la boca con la manga de su jersey; escuchó a Chanyeol toser cuando entró.

—¿Qué es lo que estamos buscando aquí? —lo oyó preguntar.

—Un segundo. Si no me equivoco, debería estar por aquí…

Suho había acudido sin dudar a una de las esquinas, y se había inclinado sobre la pila de trastos amontonada sobre una mesa con las patas talladas, descartando un objeto tras otro con el ceño fruncido. Tras un par de minutos, durante los que Baekhyun se dedicó a observar la nuca de Chanyeol - que a su vez estaba mirando a Suho revolver entre chatarra como si aquello fuera lo más interesante que hubiera visto en su vida - el líder de los Reminiscentes soltó un gritito de júbilo y giró sobre sus talones para enseñarles algo.

—¡Aquí está!

El objeto de acero destelló entre sus dedos, extrañamente reluciente entre la suciedad que cubría la habitación. Baekhyun frunció el ceño.

—¿Cadenas? —murmuró.

—¿Tu plan es atrapar a uno de los Caídos poniéndole cadenas?

—No exactamente. Mi plan, caballeros, es atrapar a uno de los Caídos con estas cadenas.

Chanyeol tuvo tiempo de mirar a Baekhyun y arquear las cejas antes de recordar que lo estaba evitando y carraspear.

—Bueno —comenzó—, es verdad que son las más brillantes que he visto nunca, pero…

—Son mucho más que brillantes. Miradlas; tienen cierto material especial en su composición. Uno de los que, en teoría, se usaron para la fabricación de los sellos de los puntos de poder, pero en una menor concentración.

—¿Y qué se supone que hacen? ¿Robar fuerza vital, como la caja del bosque? —Baekhyun se encontró sintiendo un escalofrío.

—No. Bloquean la energía, la contienen. Nunca los he usado personalmente en un ser humano antes, pero, teóricamente, si logramos colocarle estas cadenas a alguien, los grilletes bloquearían sus poderes mientras las lleve puestas.

—¿Esas cosas son seguras? —quiso saber Chanyeol, sin parecer del todo seguro—. ¿No podrían acabar explotándonos en la cara, o matando a alguien? Aunque sean los Caídos, bloquear los poderes de alguien es...

—Si es la única opción, yo creo que deberíamos probarlo.

Los ojos de Chanyeol estaban cómicamente abiertos cuando se dio la vuelta para mirarlo, pero Baekhyun simplemente se encogió de hombros. Recordaba a los Caídos arrinconándolo en el bosque, lanzándolo contra el altar de piedra a pesar de todo lo que él había gritado, rogado y tratado de resistirse. El método que Suho pretendía usar no era ni con mucho lo que él habría escogido de haber más alternativas, pero los Caídos ya habían dejado muy claro que estaban en guerra, y, llegados a ese extremo, eran ellos o Baekhyun.

—Por supuesto que vamos a probarlo —Suho le sonrió con una aprobación a la que el chico no estaba acostumbrado—. Llevaremos las cadenas con nosotros en las patrullas. Las utilizaremos en cuanto se dé la primera oportunidad.

La vuelta a la primera planta fue más silenciosa que la ida, con Suho caminando delante, Baekhyun en medio y Chanyeol arrastrando los pies detrás de él. Era su líder quien se había hecho cargo de las cadenas, y el chico podía oír el tintineo metálico que hacían unos eslabones al chocar contra los otros con cada paso que daba.

Aquel sería su plan de ataque - iban a tomar una iniciativa ofensiva por una vez - y Baekhyun se preguntó, mientras se acercaban más y más a la salida del túnel, qué sería lo que podría hacer él para ayudar. Entrenar más. Recuperarse deprisa. Poner en orden su propia vida, afrontar sus problemas.

Viendo lo cansado que se sentía todavía, después de lo ocurrido la noche anterior, suponía que podía empezar por dormir veinte horas seguidas.

—¿Hemos acabado por hoy? —preguntó en cuanto desembocaron en el punto en el que el corredor se ensanchaba, donde había varias puertas cerradas y de donde partía, también, la escalera de cuerda hacia la planta baja. Suho ya se había encaramado a ésta, como si no pudiera esperar a trepar por ella y llegar arriba, pero no dudó en ofrecerle la sonrisa más amable que Baekhyun le había visto dedicarle nunca.

—No hay nada más que hacer, de momento. Podéis tomaros el resto del día libre, Chanyeol y tú.

La figura de Suho no tardó en desaparecer, engullida por la luz del techo, tan pronto como se hubo despedido de ellos, y Baekhyun suspiró, preguntándose si tendría la fuerza suficiente como para trepar por su cuenta por la escalera, sin resbalar. No se había dado cuenta hasta aquel instante - había estado ocupado justo antes, con Suho, sus cadenas y su recorrido a oscuras por los corredores - pero, ahora que estaba allí, inmóvil y simplemente esperando a que fuera su turno para salir de aquel agujero, se sentía extrañamente inquieto. Débil. Como si los pasillos de piedra a su alrededor estuvieran absorbiendo lo que le quedaba de fuerza vital.

—¿Baek? ¿Estás bien?

No; si las náuseas en su estómago querían decir algo, Baekhyun más bien estaba empezando a ponerse enfermo. Trató de reunir fuerzas, sin embargo, y le dedicó a Chanyeol, que lo estaba observando todavía con el labio inferior entre los dientes, una sonrisa tenue.

—La pregunta es, ¿eres tú capaz de cogerme si me caigo por las escaleras mientras intento salir de este pozo?

Chanyeol se rió bajito, pero se rió de todas formas.

—Bueno, puedo intentarlo.

La subida fue más fácil de lo que Baekhyun había creído. Seguía agotado, con los dedos entumecidos y los miembros torpes, pero cada centímetro que ascendía hacia la luz lo hacía respirar con más facilidad, como si el aire estuviera más limpio y un peso enorme se estuviera levantando de sus hombros.

Jamás le había pasado aquello antes, cuando había bajado al subterráneo para ir a la biblioteca otras veces. Quizá porque no había estado tan débil, o porque no había tenido que permanecer en el fondo del pozo, junto a la escalera, tanto tiempo.

—¿Qué hay detrás de todas las puertas de justo aquí abajo? —le preguntó a Chanyeol cuando el otro chico, que había empezado a trepar al ver que él llegaba arriba a salvo, se reunió con él en el cuarto calcinado de servicio—. ¿Lo sabes?

—La verdad es que no —el pobre hombre estaba tratando de mantener el tono de voz ligero, pero lo estaba mirando como si temiera que Baekhyun fuera a caerse de bruces al suelo de un momento a otro. Y puede que no fuera tan desencaminado, pensó él, y puede, también, que no tuviera que haber usado su poder en los túneles, porque, aunque sabía de sobra que la temperatura en Reminiscencia era constante, estaba prácticamente temblando de frío—. Baek. ¿Estás seguro de que estás bien?


Baekhyun asintió. Intentó dar un paso. Se quedó quieto y tomó aire. Le estaban fallando las rodillas.

—Necesito tumbarme —musitó—, sólo un momento. ¿Crees que puedes acompañarme a mi cuarto?   --   —Creo que ya ha pasado. Estoy mejor.

—¿De verdad?

—Sí.

Baekhyun había pasado los cinco últimos minutos tumbado sobre la cama, hecho un ovillo bajo una pila de mantas y con los ojos cerrados y las manos crispadas sobre el colchón. Había tenido tanto frío que había creído que iban a congelársele las puntas de los dedos, y en un momento dado su cuerpo había empezado a temblar tanto que Chanyeol casi había entrado en pánico, arrodillándose al borde de su cama, apartándole el flequillo de la frente para comprobar su temperatura y hablando atropelladamente de ir a buscar a Suho, a Kyungsoo, traer más mantas, hacer algo.

Pero Baekhyun notaba la energía, irregular, en su interior. Sabía - o al menos había esperado - que aquello solamente era un ataque, y que, como todos los ataques, acabaría remitiendo. El alivio que había sentido al ver que sus predicciones se cumplían y que el frío desaparecía, por fin, de su sistema, lo había dejado sudoroso, cansado y extrañamente consciente del entorno a su alrededor, cuando su cuerpo por fin había vuelto a la normalidad.

Las sábanas estaban ligeramente húmedas, hechas un desastre y enredadas en sus brazos y piernas, el sol estaba empezando a caer en el cielo, al otro lado de su ventana, y Chanyeol había abandonado el borde de su cama para observarlo, desde el centro del cuarto, quieto, tan preocupado como visiblemente alerta.

Desde allí, suponía Baekhyun, no tendría ningún problema en alcanzar la puerta en segundos para continuar evitándolo en cuanto se cerciorara de que no iba a empezar a temblar otra vez.

—Tenías razón —Baekhyun decidió hacerle el favor y comenzar él la conversación. Con suerte, Chanyeol le correspondería dehando de mirarlo con los ojos redondos tan abiertos si era él quien rompía el silencio—. No tenía que haber utilizado mi poder en los túneles, ni siquiera para hacer de lámpara humana. Creo que necesito unos días de descanso más antes de volver a ejercer de iluminación casera.

—No bromees sobre esto, por favor —el otro chico enlazó las manos al frente, tenso—. He visto ataques parecidos a ese antes. Ocurren cuando a un Reminiscente no le queda apenas energía. Cuando la ha gastado toda, ¿entiendes?

—Bueno, eso quiere decir que tendré que relajarme hasta que se recargue, ¿no? Al menos lo suficiente como para volver a entrenar.

—No. Tienes que descansar, hasta que te recuperes por completo —Chanyeol chasqueó la lengua, volvió a cruzar la habitación a zancadas hasta inclinarse una vez más sobre él. Se estaba mordiendo el labio otra vez, aprisionándolo entre los dientes, y Baekhyun sintió el deseo de rozarlo con el pulgar, de hacer que lo soltara, de...—. No eres el primer Reminiscente que sufre un shock de energía, ni serás el último, ¿entiendes? Kyungsoo tuvo uno una vez y estuvo en cama durante semanas. Hay gente, Baekhyun, que ha muerto por cosas así, y tú…

—Yo sigo perfectamente bien —lo cortó éste. Volvía a sentirse como el día anterior en la azotea, inseguro, pequeño y cansado, temblando bajo la electricidad estática presente en el aire, y no estaba dispuesto a pasar por otra variante de la misma discusión otra vez—. ¿De verdad estás riñéndome ahora mismo por haber usado mi poder un momento para iluminar una habitación oscura?

—¡No te estoy riñendo! —protestó Chanyeol. Estaba más que claro que estaba incómodo, allí, a solas, con él, y que en cuanto Baekhyun dejase el tema ir murmuraría una excusa y lo dejaría sólo allí para que descansara. El chico no sabía por qué la situación lo molestaba tanto. Hasta el punto de la vergüenza y la angustia. La incertidumbre.

—Estás desaprobando mi actitud —replicó—. Enfadadamente.

—No estoy… —Chanyeol empezó a protestar, pero una simple mirada al rostro de Baekhyun y el modo en el que éste (conscientemente) estaba arqueando las cejas hasta el infinito, bastó para que rectificara—. Lo que pasa es que tu actitud es imprudente —le espetó.

—¿Por iluminar un cuarto?

—Por todo. Te emboscaron una vez por dedicarte a quedar con Oh Sehun a espaldas de todo el mundo a pesar de que no era normal que te viese, y te han vuelto a emboscar porque te pareció buena idea convencerme para que nos separásemos en un bosque lleno de monstruos. ¡Te metes de cabeza en cosas que podrían matarte sin pensar en que todo lo que haces tiene consecuencias! Pasa lo mismo, con ese cuarto. Suho lo habría entendido si le hubieses dicho que fuera a buscar una linterna.

—¿Así que ahora soy imprudente? —replicó Baekhyun. Habría sido muy fácil admitir que Chanyeol tenía razón y hacer las paces. Ceder él, por una vez, y olvidar aquello por ahora, pero estaba dolido y cansado, y confuso—. ¿Por luchar por lo que quiero? ¿Por eso?

—¿Luchar por lo que quieres consiste en malgastar el poco poder que tienes en iluminar habitaciones en el sótano?

—Por favor, Chanyeol. Luchar por lo que quiero implica arriesgarme por las cosas que me importan, y no dedicarme a esconderme por ahí como si todo me diese miedo como haces tú.

Baekhyun no había esperado sonar tan acusador, ni mucho menos tan amargo. Chanyeol dio un respingo, mirándolo con la boca abierta, como si Baekhyun acabara de abofetearlo con la mano abierta.

—Yo no…

—Si tan imprudente creías que estaba siendo, ¿por qué no me lo dijiste desde el principio? —lo interrumpió Baekhyun, tomando aire—. Escucha, sé que soy humano y cometo errores. Que he metido la pata muchas veces, y que me merezco que me gritéis y que os enfadéis conmigo, pero por lo menos estoy haciendo algo. Intenté salvar a Sehun, sí, pero porque vosotros estabais resignadísimos a dejarlo morir sin más. Y soy débil, lo sé. Mi poder no tiene nada que ver con el tuyo, yo no puedo cerrar los ojos y quemar el mundo como tú, pero estoy intentando hacer todo lo posible para intentar ser útil. Me levanto todos los días al alba, y entreno hasta que no puedo más. Tú siempre estás asustado porque dices que tu fuerza se te va de las manos, pero no te he visto en la sala de entrenamiento ni una sola vez tratando de arreglar eso. Llevas tres años aquí, ¿no? Y ni siquiera puedes controlar tus poderes. No intentas hacerlo.

—¡Yo no pedí tenerlos! —replicó Chanyeol; y sonaba tajante, con un deje cortante en la voz que Baekhyun no había sentido nunca dirigido a él—. ¡Yo no pedí nada de esto!

—¡Y yo tampoco pedí que me estallase un camión de gas en las narices, pero ahora estoy aquí! Soy invisible, y tengo poderes, y no voy a quedarme en casa. ¡Si voy a desaparecer para siempre, al menos quiero esforzarme por hacer algo!

—¡Podrías obedecer las reglas, para empezar! Están ahí por una razón, ¿no?

Las reglas, claro. A Chanyeol le encantaban las reglas, le gustaba justificar todo lo que hacía pensando que era por el bien de la Rueda flotando en el cielo. Como si aquello le diera un propósito, o una excusa.

—Ah, ¿sí? —susurró—. ¿Eso es lo que haces cuando eres incapaz de enfrentarte a los Caídos sin que te den la paliza de tu vida? ¿Seguir las reglas, en vez de huir? O cuando, no sé, ¿me besas una noche y me evitas al día siguiente? ¿Qué es lo que esperas, que me olvide de hablar de ello con el tiempo si no lo mencionas?

Por el modo en el que lo miró - asustado, avergonzado y claramente vulnerable - aquello era, muy probablemente, lo que Chanyeol había tenido en mente. Y Baekhyun se sintió momentáneamente mal, porque aquella era la mirada de un perro al que su amo hubiera abandonado en la cuneta, pero aun así no puedo evitar llevarse una mano al rostro y gruñir.

—Chanyeol, por dios bendito.

—Um, yo no… —el chico carraspeó, intentó recuperar la compostura—. No es que no esperara hablar de ello nunca, es sólo que el momento no es bueno. Te acaban de atacar, estás medio muerto, y…

—Soy perfectamente capaz de hablar ahora mismo. Es lo que estamos haciendo ahora, ¿no? Hablar —Baekhyun no sabía si estaba tan molesto porque Chanyeol pensara que le podía echar en cara que era imprudente cuando él era aún peor que él, al otro lado del espectro, o porque el otro chico lo hubiera besado y ahora estuviera huyendo de él como huía de todos sus problemas. Como si fuera tan fácil olvidarse de todo el asunto cuando la noche anterior se había aferrado a él como si fuera a ahogarse si no lo tocaba—. Así que, primera pregunta. ¿Por qué me besaste ayer?

—Te recuerdo que fuiste tú el que me besó primero.

Baekhyun le habría estampado la almohada en la cabeza a Chanyeol hasta que dejase de ser imposible. O lo habría ahogado con ella, lo que quiera que fuese más rápido.

—No es lo mismo —suspiró, decidido a quitarse aquello de encima—. Eso fue un impulso. No pensaba… No creí que fueras a darte cuenta. Dijiste que nadie te había besado desde que moriste y creí que...

Chanyeol hizo una mueca.

—¿Lástima, entonces? —preguntó en voz baja.

—¿Qué? ¡No! —Baekhyun separó los labios, buscando las palabras adecuadas. Aquella no era su intención, nunca había sido su intención—. Lo hice porque quise, porque me pareció que…

—Pero, ¿a ti te gusto, siquiera? —lo cortó Chanyeol—. El que te gusta es Sehun, ¿no? Es por él por quien te has saltado las reglas. Tú y yo somos amigos. Es lo que deberíamos ser, nada más. Amigos.

Aquello ya sonaba a rechazo. A un rechazo que se había olido desde el principio, y que era la mejor opción: la más simple para ellos. La que, a pesar de todo, lo hacía sentirse mal consigo mismo, y enfadado con Chanyeol.

“No me gusta Sehun,” estuvo a punto de aclarar.

—¿Deberíamos ser amigos, nada más? —repitió en su lugar, y Chanyeol asintió—. Podemos ser amigos, si es lo que quieres. Pero entonces, ¿por qué me besaste? ¿Es lo que haces con toda la gente con la que te llevas bien, para estrechar lazos homo-fraternales, o…?

El otro chico se limitó a mirarlo con unos ojos enormes, y Baekhyun retrocedió sobre el colchón para apoyar la espalda en el cabecero de madera de la cama y suspiró. Había estado enfadado hasta hace apenas un segundo, furioso y frustrado por la situación, pero ahora que había estallado sólo quería volverse a dormir.

—¿No vas a decir nada? —presionó por última vez en un susurro—. Puedes irte si quieres, si todo lo que vas a hacer es mirarme así. ¿Sabes? Esto no es solamente culpa mía.

Por un momento, pareció que Chanyeol fuera a hacerle caso. Su ser entero parecía desprender una incomodidad que no había estado presente entre ellos nunca antes, todo él puños crispados y labios temblorosos. Estaba guapo, a pesar de todo, con un lado del rostro iluminado por el sol y los ojos entornados, bajos.

—Lo único que… —comenzó—. Yo… Baekhyun, me estoy muy solo.

—¿Así que besas a la gente para sentirte acompañado? —musitó él. Le habría gustado resoplar, pero la tensión en los hombros de Chanyeol se había disipado, y parecía tan consternado que al chico se le estaba empezando a formar un nudo en la garganta—. Me han rechazado un par de veces antes, pero esa es la peor excusa que alguien me ha puesto en…

—No. No. Escúchame —el otro Reminiscente se movió hasta poder sentarse a los pies de su cama, con las manos contraídas en el regazo y los ojos casi cerrados—. Tú eres importante. Eres mi mejor amigo aquí, casi desde que llegaste. Es por eso que siento lo que ha pasado.

—Chanyeol.

—Pero eres… Eres también lo único que recuerdo, ¿entiendes? La única imagen que tengo en la cabeza de antes, y eso hace que todo lo que soy reaccione a ti, y me confunde. Me confunde mucho.

Baekhyun dudó.

—No entiendo qué tiene que ver eso con…

—Ya sabes que no tengo recuerdos de más allá de tres años, desde antes de venir aquí. Lo sabes, pero no lo entiendes. No sólo es que no sepa qué era en mi vida anterior, sino que tampoco sé quién era entonces —Chanyeol estaba hablando tan bajo que Baekhyun apenas podía oírlo, y aquello era tan impropio de él que el chico no sabía qué hacer—. Ya no es que no sepa cómo morí, ni por qué, sino que no tengo ni idea de cómo era cuando estaba vivo. Si era una buena persona. Si tenía amigos. Si alguien fue a mi entierro, o lloró por mí. Si alguien me cogió de la mano antes de morir y me dijo que todo iba a estar bien, aunque obviamente fuera mentira.

“No digas tonterías. Todo el mundo tiene a alguien que lo quiere.”

—Tú no te acuerdas de mí, y está bien, y yo tampoco sé de qué te conocía, pero de lo que estoy seguro es de que estuviste allí en algún momento, antes. Es como si fueras la prueba viviente de que yo también fui algo, más allá de Reminiscencia, alguna vez. De que soy como vosotros y no una especie de fantasma —Chanyeol negó con la cabeza, con los hombros hundidos—. Hay algo en mí que se enfurece cada vez que te pasa algo. Que piensa que los Caídos han estado a punto de matarte y quiere quemarlos a todos.

Baekhyun tardó unos segundos en asimilar la información, en comprender lo que implicaba.

—Dime una cosa —susurró, echándose hacia delante, arrodillado, ahora, sobre el edredón—. ¿Tiene eso algo que ver con que siempre estés conmigo? El que me recuerdes de antes, o reacciones a mí. ¿Eso es lo que te hace…?

—¿Qué? ¡No! —por fin, Chanyeol lo miró a los ojos, alargando la mano y sujetándolo por el brazo, justo por debajo del hombro—. No es eso. Claro que no es eso. Soy tu amigo porque quiero. Es sólo que… Sobre ayer —el chico volvió a apartar la vista—. Estuviste a punto de morir, y yo pensé que no podría soportarlo. A más de un nivel. Y cuando viniste a la azotea ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. Tal vez reaccioné así porque tú me besaste primero, el otro día, no lo sé, pero cuando volví a mi cuarto estuve pensando en ello toda la noche. Le di muchas vueltas y… Sé que me importas, eso es obvio, pero no creo que tenga ninguna clase de sentimiento romántico hacia ti. Lo siento.

Rechazo, otra vez. En esta ocasión más claro y más fuerte. Baekhyun no había contemplado la posibilidad de Chanyeol y él conscientemente hasta aquel momento, y ahora que pensaba en ello todo lo que quería era que el chico y su falta de sentimientos románticos salieran lo antes posible de su habitación.

Y aun así, Chanyeol parecía tan consternado que…

—¿Quieres no disculparte? Un beso es sólo un beso, y tiene la importancia que tú quieras darle. Somos amigos, ¿no? Yo sólo quería clarificar las cosas, no que me propusieras matrimonio. Y es lo que acabamos de hacer, así que todo está en orden.

—¿De verdad?

Ahora, Chanyeol estaba claramente aliviado, como si le hubieran quitado un peso de encima. Baekhyun no sabía qué era lo que había estado esperando, pero todo lo que quiso en aquel momento fue esconderse bajo el edredón y quedarse allí indefinidamente.

—De verdad —murmuró, y la sonrisa que le dedicó Chanyeol fue tan radiante que lo dejó sin aliento.

Como si alguien, sin darse cuenta siquiera, le hubiera dado una pedrada en los pulmones.

--

Pasó una semana hasta que Baekhyun pudo volver a utilizar sus poderes con regularidad, dos hasta que se sintió totalmente recuperado. Reminiscencia, gracias a dios, estaba tranquila, y los otros sólo habían estado dejando el hotel para encargarse de las patrullas rutinarias.

Los otros o, principalmente, Chanyeol, que había adquirido alguna clase de fijación por hacer él todo el trabajo, alegando que, de todas formas, tampoco tenía que descansar.

Baekhyun no sabía si aquello era alguna forma avanzada de evitarlo por parte del otro Reminiscente, o si, tal vez, se debía a lo que él le había echado en cara durante su discusión (a pesar de que, al menos en teoría, los dos habían hecho las paces), pero al menos el chico no se escondía de él cuando volvía. Lo cual era un avance, claro, a pesar de que seguía habiendo tensión latente en sus conversaciones.

A Baekhyun le hubiera gustado decir que era cosa solamente de Chanyeol, pero era él, en parte, quien se pasaba las mañanas pensando en qué iba a decirle por la tarde, pero que se refugiaba en la sala de entrenamiento al sentirlo volver; el que era involuntaria y alarmantemente consciente de cada gesto, cada mirada, cada inflexión en su voz.

No había contemplado la posibilidad semanas antes, no, pero ahora aquella posibilidad estaba ahí, clavándole su hipotético dedo en el costado una y otra vez para llamar su atención, justo cuando Chanyeol parecía más que encantado en recalcar que era amigos.

Se le pasaría, esperaba. Esperaba. Y, mientras tanto, siempre podía centrarse en entrenar.

Porque no dejaban de estar en guerra, y él tenía que ser capaz de luchar.

—Oye, Kyungsoo, ¿tú crees que soy imprudente?

El otro chico estaba caminando delante de él, vestido de negro de la cabeza a los pies, como de costumbre, y con una enorme bolsa de tela en las manos, y ni siquiera lo miró. Había sido él quien había necesitado salir del hotel y bajar al centro a por armas - a Baekhyun no se le había ocurrido que pudieran conseguirse arcos y flechas tan fácil, sinceramente, pero Kyungsoo sabía muy bien qué necesitaba y dónde buscarlo - así que Baekhyun, al que no dejaban salir solo, no había tardado en auto-invitarse a ir con él.

“Casi me mato cuando estuvimos en el bosque,” había argumentado. “No me puedes negar que, por lo menos, necesito botas si voy a salir de patrulla.”

Por cómo arqueó las cejas, Kyungsoo no parecía precisamente muy convencido de que Baekhyun fuera a salir de patrulla pronto, pero lo había dejado acompañarlo de todas formas. Ahora, iba de vuelta a casa con dos pares de botas militares, varios vaqueros, sudaderas y camisetas y una cazadora de cuero azul oscura (porque los Caídos podían ser despreciables, pero había que admitir que tenían estilo, y que todo aquel cuero los hacía parecer mucho más amenazantes). Tal vez si él se vestía de cazavampiros moderno podría lograr que, al menos, sus poderes se dignaran a ser medianamente útiles.

O, para empezar, Kyungsoo dejaría de ignorarlo cuando le hablaba.

—Eh, Soo —insistió, situándose a su lado—, te he hecho una pregunta.

—La he oído. Es sólo que ha sido una pregunta estúpida.

—Puede, pero, ¿soy imprudente?

Kyungsoo continuó cargando con su bolsa de tela como si no lo hubiera escuchado.

—Imprudente… —acabó repitiendo tras un rato, justo antes de que Baekhyun abriera la boca para decir lo mismo por tercera vez—. Es una manera de decirlo. Imprudente. O atolondrado. Temerario. Insensato. Irresponsable.

Baekhyun silbó.

—Vale. Touché. Pero, ¿tú crees que eso es tan malo? ¿Que debería reflexionar más antes de actuar?

—Obviamente, sí. Pero, ¿puedo preguntar a qué viene esta súbita reflexión sobre tus defectos?

Estaban ya muy cerca del hotel, oscuro, grande y vacío, y Baekhyun suspiró, intentando flexionar levemente los dedos alrededor de las asas de las bolsas que llevaba. La atmósfera estaba cargada aquella tarde, como si una tormenta fuera a desatarse de un momento a otro.

—No es nada —respondió—. Es sólo que alguien me ha dicho que muchas veces actúo sólo pensando en mí mismo.

Kyungsoo asintió - asintió - como si ni siquiera necesitara pensarlo para mostrarse de acuerdo con la afirmación, y Baekhyun rezongó por lo bajo. Tenía que admitir que no estaba orgulloso del modo en el que había saltado a casi gritarle a Chanyeol que huía de sus problemas, pero no podía retirar lo que había dicho, porque no dejaba de creer que, en el fondo, tenía razón. Y tal vez el otro chico también la tuviera. Era cierto que se estaba esforzando mucho, pero también había puesto al grupo en peligro más de una vez.

—Lo tendré en cuenta —dijo, y Kyungsoo volvió a asentir.

—De todas formas, ¿quién…?

Su pregunta quedó interrumpida por una vibración en su mente - la presencia ya conocida de algo tratando de abrirse paso hacia su cerebro. Baekhyun y Kyungsoo cruzaron una mirada.

—¿Luhan? —llamó éste.

“¿Chicos?” Luhan sonaba levemente apremiante. Los pensamientos de su voz mental se superponían los unos a los otros, como el sonido de una radio mal sintonizada. “¿Estáis ahí?”

—Estamos a cinco minutos del hotel —se apresuró a responder Kyungsoo—. ¿Pasa algo?

“¿Podéis venir? Deprisa.”

—Sí. Ahora.

Sin decir ni una palabra más, Kyungsoo se echó la enorme bolsa de tela al hombro y apretó el paso hasta estar casi corriendo. Cuando habían salido del centro, Baekhyun se había preguntado cómo demonios iba a hacer el camino de vuelta alguien tan pequeño cargando con una bolsa tan grande, pero, si el peso lo incomodaba, Kyungsoo no se quejó. Fue a él a quien le costó mantenerse a la par, siguiéndolo con todo su nuevo equipamiento en las manos, golpeándole contra las piernas al andar.

Cuando llegaron al hotel, la puerta principal estaba ya abierta, y Suho y Chanyeol esperaban en el vestíbulo. Las patrullas rutinarias de aquel día habían terminado hacía horas, pero los dos estaban vestidos como si fueran a salir de misión, con ropa gruesa y botas de cuero.

—Kyungsoo —dijo Suho, tan pronto como los vio aparecer allí—. Te necesitamos. ¿Puedes estar listo para salir en media hora?

—Puedo estar listo para salir inmediatamente —replicó éste, dejando su bolsa de tela encima de uno de los sofás del hall—. Déjame llevar esto a la sala de entrenamientos y estaré con vosotros en diez minutos. ¿Qué es lo que pasa?

Chanyeol le dedicó a Baekhyun una leve mirada por el rabillo del ojo mientras Suho se cruzaba de brazos.

—Va a haber tormenta esta noche, en el mundo de los vivos —explicó—. Una tormenta eléctrica. Ese tipo de fenómenos meteorológicos no serían importantes, porque no pueden afectar a la Rueda, pero Luhan ha sentido la energía de los Caídos. Con mucha fuerza. En la vieja central eléctrica.

—¿En la vieja…? —murmuró Kyungsoo, y Baekhyun apretó los puños.

—Jongdae —comprendió.

—La central antigua está fuera de la ciudad; entre los suburbios y el bosque —continuó Kyungsoo—. Hay monstruos ahí. ¿Qué es lo que se supone que están haciendo en un sitio como ese?

—No lo sabemos —intervino Chanyeol—. Pero, ¿un Reminiscente de tipo Carga, con poderes eléctricos, en una central abandonada la noche de una tormenta? Nada bueno.

“Y eso no es todo,” añadió Luhan. “No está solo él. Hay más gente. No alcanzo a detectar cuántos, pero más de uno. Puede que todos. Hay mucha concentración de energía ahí.”

Kyungsoo chasqueó la lengua.

—¿Qué hay de Kai?

“No lo sé. Mis poderes no alcanzan a tanto. De primeras, no lo detecto.”

—Maldita sea. Dejad que me prepare. ¿Necesitamos algo?

—Armas. Ropa que pueda protegerte —Suho llevaba una pequeña mochila a la espalda, y la señaló con gesto serio—. Puede que volvamos a estar haciendo precisamente lo que quieren que hagamos, pero esta vez vamos a contraatacar. Tengo las cadenas preparadas y listas para usarse. Nuestro objetivo, además de detener lo que quiera que estén haciendo, es acorralar a uno de ellos, contener sus poderes y traerlo de vuelta a nuestra base. ¿Está claro?

Kyungsoo y Chanyeol asintieron.

—Deberíamos poder contra uno de ellos entre tres, especialmente si lo separamos del resto.

Baekhyun suspiró, todavía con sus bolsas en las manos.

—¿Y qué pasa conmigo? —preguntó. Chanyeol negó con la cabeza, y Suho lo miró de arriba a abajo como si se hubiera vuelto loco.

—Tú no vienes —le dijo—. Esta es una misión importante, y todavía estás débil.

Suho tenía que saberlo de sobra - que Baekhyun estaba recuperado, que llevaba una semana cumpliendo con sus entrenamientos con normalidad, pero ni él ni Kyungsoo dijeron absolutamente nada. Resultaba más políticamente correcto decirlo así, supuso, y castigarlo a quedarse en casa por estar débil y enfermo que decirle que no iba a participar porque aquella misión era seria y él era débil y problemático.

—Puedo ayudar —protestó—. Sé defenderme con un arma.

—¿Contra Jongdae con los poderes cargados el equipo de los Caídos al completo? —replicó Kyungsoo—. No creo.

Su tutor parecía más que decidido, y Suho tampoco parecía muy dispuesto a cambiar de opinión, así que Baekhyun apretó los dientes y se volvió hacia la única persona que podría ponerse de su parte.

—Yeol —empezó—. Quiero ir. Sabes que tengo que ir. No podéis dejarme aquí.

Chanyeol no dudó. Baekhyun no lo veía desde aquella mañana, cuando se había cruzado con él al ir a entrenar. Le había sonreído, entonces, como hacía incluso después de su charla, pero ahora estaba mortalmente serio; más que Suho, más que Kyungsoo.

—No puedes venir —declaró—. Es peligroso, y no podemos dejar que te ataquen otra vez.

—Pero estaré con vosotros. Si no nos separamos…

Chanyeol inclinó la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Llevo tres años aquí y ni siquiera puedo controlar mis poderes, ¿verdad, Baekhyun? —le dijo—. No puedo aceptar la responsabilidad de tener que cuidar de ti también.

El chico tenía preparada una réplica muy inteligente que se le murió en los labios.

—Eso no es… —comenzó.

—Eso lo zanja —lo interrumpió Suho, girándose luego hacia el resto del grupo—. Chanyeol, entiendo que estás preparado. Kyungsoo, te quiero aquí en esos diez minutos.  Luhan, te necesitamos coordinando. Baekhyun, te quedas en base.

—Pero…

—Es una orden. A no ser que se te indique lo contrario, vas a quedarte aquí, quieto y tranquilo. Y lo mismo va para ti, Luhan. Quiero que las puertas se queden cerradas: no vas a dejarlo salir.

Todo era injusto. Todo era absolutamente injusto y, a pesar de ello, Baekhyun no podía encontrar un motivo coherente para replicar. El golpe de gracia se lo dio Luhan, riéndose en su cabeza como lo haría un niño de su hermano pequeño castigado.

“Pero, ¿qué le has hecho a todo el mundo?” bromeó, sólo para él, antes de extender el alcance de su consciencia a todos los presentes. “No te preocupes, Líder, mantendré las puertas selladas. No dejaré que salga de aquí.”
Notas finales:

¡Y eso ha sido todo por ahora!

El fic tiene tres partes, pero solamente quedan tres capítulos (largos) para el final de la primera :D

Ahora mismo, voy a centarme en trabajar solamente en este fic, así que espero poder sacar los tres capítulos que faltan más o menos seguidos y sin más parones :D

¡Rezad por mí!

¡R&R y nos leemos en el siguiente capítulo! Y ya sabéis que para cualquier pregunta mi ask está por aquí: 

http://ask.fm/Rust_and_stardust/

¡Un saludo!


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