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Reminiscencia por Ms Aria

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos otra vez!

Aquí os traigo un nuevo capítulo de Reminiscencia. Empezamos a entrar en historia, así que espero que penséis que esto se está poniendo interesante.

¡Muchas gracias por leer y como siempre notas de autora al final del capítulo!

“Oye, sé que… Sé que la pregunta va a parecerte un tanto extraña pero… ¿Tú y yo nos conocíamos de antes? De cuando, ya sabes, ¿de cuando yo estaba vivo?”

¿Qué es lo que son, las cicatrices? ¿Son pruebas de que fuimos marcados? ¿El testimonio de cómo nos cortaron la piel, de cómo la hoja del cuchillo se hundió hasta la médula de los huesos? ¿O son, quizá, la huella y el recuerdo de que sobrevivimos al dolor más profundo y seguimos adelante, respirando?

Todos los que están aquí han sido dañados, de un modo u otro. Las cicatrices sólo son otra clase de recuerdos, grabados a fuego en la carne en lugar de en la memoria.

Reminiscencia 

Parte Primera – Capítulo 4

Fue una semana exacta después de su llegada cuando Chanyeol apareció en su cuarto por la mañana, todo él sonrisas, voz muy alta y ojos demasiado brillantes como para poder lidiar con ellos cuando Baekhyun ni siquiera estaba despierto del todo.

—¡Baekhyun! —exclamó el otro chico, que ni siquiera había tenido la consideración de llamar a la puerta o dejarle al menos algo de tiempo para salir de la cama, arreglarse el pelo y la ropa o, aunque fuera, despertarse—. ¡Adivina quién no tiene patrullas hoy!

El interpelado parpadeó, incorporándose hasta quedar sentado y apartando levemente el edredón.

—Me alegro por ti, Yeol —murmuró, apretando los labios ante la carcajada que soltó su interlocutor al ver lo ronca que había sonado su voz, todavía tomada por el sueño. Estaba seguro de que su aspecto físico recién despierto era cualquier cosa menos distinguido, fino y elegante, y la sonrisita con la que lo estaba mirando Chanyeol sólo sirvió para confirmar sus temores. Con una mano, intentó colocarse el flequillo en su lugar—. Pero, si acabas de llegar después de toda la noche fuera, ¿no deberías estar durmiendo o algo así?

Durante aquellos primeros días de estancia, tanto Suho como Chanyeol y Luhan le habían explicado varias cosas sobre el funcionamiento de su nuevo mundo. Debido a la presencia y el exceso de monstruos – por no hablar de la presencia de los Caídos – las patrullas eran algo obligatorio para todo Reminiscente, rondas que se llevaban a cabo cada cierto tiempo, en solitario o en pareja, y que tenían como objetivo tratar de conservar el precario equilibrio del mundo en el que vivían. Era probable encontrarse con criaturas bastante poco amigables, era probable tener que matar. Por eso, Baekhyun aún no tenía permiso (ni deseo alguno, si decía la verdad) para participar en ellas, y podía emplear todo su tiempo libre en maldecir su mala suerte por estar allí encerrado y dormir.

Tenía que aprovechar, antes de que Suho considerara oportuno que ya había llegado la hora de comenzar a entrenarlo como Reminiscente.

O, al menos, podía intentar hacerlo si Chanyeol le dejaba.

—Kyungsoo estaba rendido y se ha ido a descansar, pero yo estoy bien. Perfectamente —declaró—. Por eso he venido a buscarte.

Baekhyun redobló sus esfuerzos en lo que concernía a colocarse el pelo bien, sin éxito ninguno. Le habría gustado saber cómo demonios se las apañaba Chanyeol para ser todo energía después de haberse pasado la noche patrullando cuando él ni siquiera podía pensar con claridad después de ocho horas de sueño reparador.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó mientras ahogaba un bostezo.

—Acabo de terminar mi turno, ya te lo he dicho, así que es mi día libre —aún tan ilusionado como un niño pequeño al que acabaran de regalarle una bolsa de caramelos, Chanyeol cruzó la habitación desde el umbral y se sentó en el borde de su cama, con las comisuras de los labios curvadas hacia arriba en una sonrisa—. Llevas días enteros encerrado aquí, te vendrá bien tomar el aire. He pensado que podríamos salir por ahí, al algún lugar.

Baekhyun gruñó.

—¿Ahora? ¿No puede ser luego?

—Son las once de la mañana.

—¿Y?

—Que no es tan pronto y necesitas salir. Mírate.

Baekhyun cruzó los brazos sobre el pecho, ya lo suficientemente despierto como para hacer un mohín ofendido que resultara medianamente aceptable.

—No sé lo que pretendes decir con eso —rezongó.

—Pretendo decir que te pasas la mitad del día durmiendo, que eso no es bueno, que tu cuarto tiene tan pocas cosas tuyas dentro que, de no ser porque no sales, cualquiera pensaría que no hay nadie viviendo de seguido en él y que llevas una semana dependiendo de la ropa de Kyungsoo.

—¿Qué tiene de malo lo de Kyungsoo?

—Que la gama de colores que normalmente lleva encima varía en tonos desde, digamos, el negro muy claro hasta el gris muy, muy oscuro. Puede que si hay suerte encuentres alguna camiseta azul oscura que se llevó de la tienda pensando que era de color ceniza. Y no es por meterme con sus gustos, Baek, pero con toda su ropa puesta pareces un enterrador victoriano.

—Los enterradores victorianos no llevaban vaqueros, Chanyeol —trató de protestar Baekhyun, sin poder esconder, sin embargo, la sombra de una sonrisa. El otro chico debió de darse cuenta de que no estaba tan harto de él como parecía, porque lo miró otra vez con aquellos ojos tan brillantes, increíblemente satisfecho consigo mismo.

—Tonterías. Ya entiendes lo que quiero decir —Baekhyun iba a protestar, diciendo que no, pero entonces sintió una manaza enorme y cálida contra su nuca y dio un respingo, en parte por lo repentino del contacto, en parte porque no estaba acostumbrado a poder tocar o ser tocado desde que había llegado allí—. Tienes que venir conmigo. Es necesario.

—¿Creí que Suho era el único que podía dar órdenes aquí?

—Yo soy el líder cuando él no está.

—Sí, ya, seguro. Eso no lo sabe él, ¿verdad?

—No.

Tras un último apretón contra la piel sensible de su nuca – Baekhyun habría jurado que el muy idiota tenía las manos más cálidas de lo normal, aunque puede que eso fuera por su falta habitual de contacto humano desde que había muerto – Chanyeol volvió a levantarse y se quedó parado en mitad de la habitación, con las manos metidas en los bolsillos de una sudadera que hoy era azul eléctrica y una sonrisa en los labios.

—Vamos, Baek, te vendrá bien dar una vuelta —le dijo, extendiendo los brazos hacia él, y Baekhyun suspiró. En momentos como aquel, recordaba al otro chico parado en la azotea, bajo la lluvia que lo atravesaba y preguntándole, casi como si necesitara saber la respuesta, si Baekhyun lo había conocido de algo cuando había estado vivo, y se le hacía imposible negarle las cosas, por poco que le apetecieran, y por mucho que lo que más quisiera en aquel instante fuera dormir más.

Luhan le había dicho que Chanyeol estaba solo. Baekhyun suponía que todos lo estaban, de un modo u otro, en aquel lugar.

—Está bien —acabó cediendo, y el modo en el que la sonrisa de Chanyeol se ensanchó hasta casi partirle la cara en dos lo hizo sentirse un tanto más animado—. ¿Me esperas abajo en quince minutos?

—Como quiera Su Alteza.

Baekhyun, que ya había empezado a salir de la cama, rezongando porque, una vez fuera del calor de sus mantas, el aire volvía a estar a la misma temperatura constante a la que siempre se encontraba Reminiscencia, levantó la cabeza ante el apelativo, soltando un “¡eh!” de protesta que no tuvo ni siquiera la fuerza suficiente para parecer enfadado. El chico habría jurado escuchar a Chanyeol reírse pero, para cuando quiso mirar, éste ya había salido de su habitación y había cerrado la puerta a su espalda.

--

—Ya estamos aquí.

Como parecía ser habitual en él, Chanyeol prácticamente salió corriendo de la parada del metro, sin detenerse hasta estar quieto en mitad de la acera derecha de una de las calles del distrito comercial de la ciudad, llena todavía de transeúntes, a pesar de que ya había pasado el mediodía y los restaurantes estaban también llenos de gente. Baekhyun, que terminó de subir las escaleras de salida del metro con más calma y el rostro quizás un poco más pálido de lo normal – desgraciadamente, seguía sin estar acostumbrado a que los viajeros lo atravesaran durante el trayecto – observó el menú expuesto a la salida de una hamburguesería cercana con aire inquisitivo.

—Creo que debería echar eso de menos —comentó, señalando la foto de un bocadillo especialmente grande, con pollo y salsa barbacoa saliendo por todas partes—. Solía venir aquí a comer con mi hermano. Nos gustaba el sitio porque es enorme, sirven deprisa y está cerca de la estación, pero ahora, viendo todo esto así…

Chanyeol se encogió de hombros y lo miró con una sonrisa de disculpa.

—Tu cuerpo ya no lo necesita. Yo no he echado la comida de menos en tres años.

—¿No? —el otro chico ya había empezado a andar, haciéndose visera sobre los ojos con una mano, desviando la vista desde el letrero de una tienda a otra. Resultaba casi cómico, verlo vestido con su sudadera azul brillante, sobresaliendo una cabeza  entera por encima del gentío gris—. ¿Ni siquiera las hamburguesas, o el chocolate o algo así?

—Llevo mucho tiempo aquí y no recuerdo a qué sabían —confesó con una sonrisa, encogiéndose de hombros como si no le diera al asunto mayor importancia—. Ahora me concentro en otras cosas. Partituras, ropa, cosas tontas… No sé. Nunca pensé que la comida fuera tan relevante.

—Eso es porque ya llevas mucho tiempo muerto.

Al acabar de hablar, el chico pensó que el chiste tal vez no fuera del todo adecuado, pero Chanyeol se rió de todas formas.

—Puede —admitió, deteniéndose, por fin, en una esquina, y observando las distintas tiendas a su alrededor—. ¿Quieres ir a alguna parte en concreto? ¿Hay algo que quieras o que necesites?

Los distintos establecimientos estaban por todas partes, y Baekhyun ni siquiera supo por dónde empezar a mirar. Chanyeol había dicho que todos decoraban sus cuartos con cosas que les recordaban a la época en la que habían estado vivos, pero él no sabía si quería hacer algo así o si había algo, siquiera, que fuera representativo de su vida más allá de las fotos con su familia - que obviamente no iba a poder encontrar en un distrito de tiendas – y de sus libros de texto de la universidad.

—No lo sé, no hay nada que se me ocurra —terminó diciendo—, supongo que mi vida era muy aburrida antes de que pasara todo esto.

—Era una vida de persona normal —Chanyeol se encogió de hombros, haciéndole un gesto y volviendo a echar a andar—. Eso no tiene por qué ser malo.

Baekhyun no supo muy bien qué responder, así que se limitó a morderse el labio y a seguir a Chanyeol, que parecía, de repente, saber a dónde estaba yendo, hasta que el otro chico se internó en una de las callejuelas secundarias que partían de la avenida principal y se detuvo, tras unos minutos, frente a la entrada de una tienda concreta.

La puerta estaba abierta, y el interior estaba tan oscuro que Baekhyun tuvo que entornar los ojos en la penumbra cuando entraron. La tiendecita era tan pequeña y estaba tan llena de cosas que contrastaba radicalmente con las franquicias de las grandes cadenas que había en las calles principales, así que casi le intimidó romper el silencio, formular la pregunta que automáticamente quiso salir de su garganta.

—¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Hay algo que quieras llevarte?

Chanyeol pareció pensarlo durante un instante.

—No en concreto —dijo, parado frente a una estantería en la que estaban apiladas toda clase de cosas. Había vasos viejos, muñecas, figuras de porcelana y libros, tenedores de plata y antiguas tarjetas de San Valentín. Baekhyun ni siquiera hubiera sido capaz de decir qué se vendía en aquella tienda, además de recuerdos y polvo—. Este sitio es bastante popular entre los Reminiscentes. Tienen toda clase de cosas, cosas viejas y nuevas, que no pueden encontrarse en otras partes. Todos hemos venido aquí alguna vez, buscando algo que ya no hay en ningún lugar más. No sé, pensé que tú también podías mirar. Por si encontrabas algo.

Baekhyun miró a su alrededor, tragando saliva y dejando momentáneamente atrás a Chanyeol, que lo estaba mirando con una mezcla entre curiosidad y expectación en el rostro. No se veía ni un alma en la tienda, aparte de ellos, y el crujido del suelo de madera bajo sus pies casi lo asustó. Encima de sus cabezas, y a pesar de que el techo no era lo suficientemente alto como para hacer que no quedara agobiante, había una lámpara de araña, toda ella metal y cristal transparente, y el chico se preguntó vagamente si estaría a la venta también mientras recorría los pasillos estrechos que quedaban entre expositor y expositor.

—¿Qué es lo que puedo llevarme de aquí? —susurró para sí mismo, observando las paredes a su alrededor. Había cuadros, había pósteres, había una vieja lámpara de pie, y Baekhyun no estaba seguro de querer nada—. ¿Tú tienes algo? —preguntó, girándose.

Chanyeol estaba en algún punto por detrás de él, de puntillas y con la cabeza medio metida en el hueco del nivel superior de una estantería, tan imposiblemente alta que muy posiblemente Baekhyun hubiera tenido que subirse en una banqueta de querer alcanzarlo. Mientras el chico lo miraba, alzó el brazo y tanteó, buscando algo, y tras unos segundos, se retiró con una verde y forrada en plástico transparente en la mano.

—¡Ah! Sabía que tenían que haber traído alguna nueva.

Llevado por la curiosidad, Baekhyun se acercó a él.

—¿Qué es eso? —preguntó, ladeando la cabeza en la penumbra y observando lo que tenía Chanyeol entre los dedos. Lo que quiera que fuera aquello parecía brillar en verde, de modo tenue y casi sobrenatural. Fue entonces cuando Baekhyun reconoció lo que era y arqueó tanto las cejas que temió que se le fuesen a fusionar con el nacimiento del pelo. Él había tenido unas como aquellas de pequeño, como, suponía, la mitad de los niños del país a los que les había dado miedo dormir solos en la oscuridad—. ¿Estrellas fosforescentes? ¿Me has traído hasta aquí para llevarte unas estrellas fosforescentes a casa?

—Te dije que me gustaban las estrellas, ¿no? —Chanyeol pareció un tanto avergonzado durante un segundo entero, pero no tardó en reírse y señalarlo con un dedo acusador—. Y, de todas formas, no habíamos venido aquí por mí, sino para buscar algo que te gustase a ti, y ya veo que vuelves con las manos vacías.

Aquel fue el turno de Baekhyun de sentirse un tanto cohibido. No quería nada de aquello y no sabía cómo un cúmulo de cosas viejas y cacharros iban a ayudarlo a sentirse mejor, así que simplemente se encogió de hombros.

—No he visto nada que me guste, de momento, pero si alguna vez se me ocurre algo ya sé dónde está este sitio —Chanyeol pareció satisfecho con la respuesta, y Baekhyun suspiró con alivio. Valoraba la compañía del otro chico, y desde que había salido había estado más pendiente de su conversación que de la miseria existencial que parecía rodear su nueva vida, pero la verdad es que preferiría estar en la calle principal en aquel momento, en vez de en aquel lugar pequeño y polvoriento, que parecía más una parte de la propia Reminiscencia que del mundo de los vivos—. Puede que venga más adelante, sí, pero pensé que ahora teníamos otras cosas que hacer. ¿No se supone que yo tenía que renovar mi armario?

—Se supone —Chanyeol retrocedió un paso y lo miró de arriba abajo con aire cómicamente inquisitivo—. A menos que quieras seguir pareciendo un vampiro.

Baekhyun lo miró con los brazos en jarras, arqueando las cejas otra vez.

—¿Ahora soy un vampiro? —preguntó, y Chanyeol se encogió de hombros con un brillo divertido en los ojos oscuros.

—Tienes razón —dijo, encogiéndose de hombros—. Eres demasiado enano como para resultar un vampiro decente. Kyungsoo por lo menos da miedo.

Baekhyun se lo quedó mirando con la boca abierta mientras el otro chico se reía y se dirigía a la salida, aún con las estrellas fosforescentes en la mano.

—¡Eh! —gritó, alzando el brazo y echando a correr detrás de él, con la intención de pegarle o algo parecido en cuanto lo alcanzara. Sin embargo, y para cuando lo hizo, Chanyeol estaba sonriendo tanto, ya fuera de la tienda y bajo la luz del sol, que todo lo que pudo hacer él fue mirarlo mal—. Espero que al menos me ayudes a escoger algo para ponerme que no sea color betún —rezongó, y Chanyeol lo miró con el rastro de una sonrisa en los labios.

—No sabes cuánto estaba esperando que me dijeras eso.

--

Baekhyun ya lo había supuesto, pero era… curioso ir de compras en Reminiscencia.

Chanyeol le había dicho, cuando había llegado a aquel mundo, que era posible llevarse cosas de aquel plano sin que desaparecieran en el mundo real. Baekhyun no había pensado, sin embargo, que ello fuera a permitirle salir del distrito comercial con absolutamente todo lo que le interesara y gratis, como si de repente se hubiera convertido en la reina del baile de una película estadounidense para niños ricos.

La culpa, suponía, era de Chanyeol por haber empezado. Después de todo, era él quien había comenzado diciendo que “necesitaba unas deportivas nuevas” y había acabado cargando con dos pares de zapatillas, unas botas militares (“es lo que suelo llevar para las patrullas, es más cómodo andar así”) y una colección de gorras que, obviamente, no necesitaba. Para cuando hubieron llegado a la planta de cosméticos de unos grandes almacenes, Chanyeol tenía unas cinco bolsas encima, y él todavía tenía las manos absolutamente vacías.

—¿Qué es lo que estamos haciendo aquí, de todas formas? —preguntó Chanyeol mirando a su alrededor en mitad del pasillo de tónicos para poros, frunciendo el ceño ante la colección de botes rosas y azules y el grupo de colegialas que parecían ser incapaces de decidir cuál de todos comprar—. Estás técnicamente muerto, Baek. No creo que vayas a tener problemas de piel a estas alturas.

—No estoy aquí por eso —replicó el chico, dejando atrás la sección de mascarillas y pasando a la de maquillaje para ojos, con Chanyeol y sus cinco bolsas todavía pegados a sus talones—. He venido aquí por esto otro.

Chanyeol se apartó el flequillo de la frente.

—¿Has venido aquí a llevarte eyeliner? —repitió con una expresión de extrañeza que pronto dio paso a una sonrisita divertida—. Ah. ¿Es que has pensado que necesitas ponerte guapo para que nuestro querido líder te respete más de ahora en adelante?

Baekhyun, que había alargado la mano para coger el lápiz más negro que había visto del expositor se detuvo a mitad de camino, y soltó un bufido.

—¿De verdad? —repitió, conteniendo a duras penas una sonrisa—. No creo que nuestro querido líder fuera a respetarme más si me pinto los ojos. Más bien, me obligaría a encerrarme en mi cuarto y a recapacitar sobre las decisiones que estoy tomando en mi vida o algo así. “No pareces un Reminiscente decente", diría —añadió, imitando el tono de voz de Suho y riéndose entre dientes al ver a Chanyeol cubrirse los labios para ahogar una carcajada.

—Veo que has pasado a conocerlo muy bien en sólo una semana —lo oyó decir.

—Sí, y estoy haciendo chistes de Reminiscentes. Debe de ser todo un logro teniendo en cuenta lo que odio mi vida —añadió Baekhyun. Alargando los dedos, tomó el lápiz negro que había querido coger antes entre dos dedos, observándolo con atención. Si se fijaba, todavía podía ver su equivalente en el mundo real, como una sombra etérea en el mismo lugar donde en Reminiscencia ya no había nada, y el pensamiento lo hizo temblar levemente, incómodo.

Había creído que aquel gesto había durado tan poco que su acompañante lo habría pasado por alto, pero Chanyeol frunció el ceño.

—¿Baek?

—Había pensado que algo así podría ayudarme a patrullar —respondió el chico, ignorando el modo en el que Chanyeol lo había llamado y sacudiendo el lápiz de eyeliner frente a su nariz—. Solía ponérmelo para salir a veces, cuando estaba… Ya sabes. Pensé que podía ayudarme a parecer intimidante si tengo que salir a pelear.

Era casi como si Chanyeol hubiera estado a punto de decir algo más, con los ojos entornados y la expresión muy seria, pero no tardó en cortarse en seco y observarlo con los labios entreabiertos.

—¿Quieres ponerte eyeliner para intimidar a los monstruos cuando salgas a patrullar? —repitió. Parecía obvio que estaba tratando de no echarse a reír en su cara, y a juzgar por el modo en el que tuvo que cubrirse los labios con una mano, no estaba teniendo mucho éxito en ocultarlo—. Están muy lejos de ser humanos, Baek. Les va a dar igual tu gusto en maquillaje.

Baekhyun hizo un mohín.

—Podría intimidar a Jongdae.

—Podrías. Aunque creo que se quedaría bastante poco impresionado.

—Supongo que todo esto es una tontería —el chico suspiró. Su idea principal había sido recuperar algo que lo hiciera sentirse seguro de su propio potencial, por muy pequeño o ridículo que fuera, pero suponía que las cosas no eran del todo así en ese mundo. Tras un último vistazo, devolvió el lapicero a su sitio, observando cómo volvía a fusionarse con su sombra en el mundo real—. Debería… Debería concentrarme en otras cosas. En entrenar para salir con vosotros o…

La verdad era que el chico no había pretendido sonar tan alicaído, ni tan perdido. Si era sincero consigo mismo, era cierto que no quería salir a patrullar, pero tampoco quería quedarse en casa, encerrado y durmiendo sin hacer nada. Por mucho que se parase a pensar, no sabía lo qué era lo que deseaba, lo que, en aquellas circunstancias, era mejor para él.

—Ah, ah no, no digas que es una tontería —los pensamientos de Baekhyun quedaron interrumpidos por una voz grave (que sonaba bastante alarmada, por cierto) y, para cuando subió la vista, el chico vio a Chanyeol delante de sí, inclinado ante él con la expresión facial del que sabe que ha dicho una estupidez plasmada en las facciones. Antes de que Baekhyun pudiera responder, se había vuelto hacia un lado, recuperando el eyeliner que el chico había devuelto a su lugar y le había tomado la mano derecha, extendiendo la palma hacia él y colocándoselo entre los dedos. Baekhyun no supo qué decir, porque, en otro momento, el ver a Chanyeol haciendo todo aquello cargado con cinco bolsas habría sido ridículamente cómico, pero, en lugar de eso, el momento fue casi íntimo, y el chico tembló, sólo un poco—. Cada cual en Reminiscencia tiene lo que tiene. Si esto te hace sentir mejor, deberías…

Baekhyun ni siquiera supo qué decir.

—Es sólo eyeliner, Chanyeol.

—¿Y? —su interlocutor hizo presión sobre sus dedos para cerrárselos antes de apartarse y sonreírle. Todo lo íntimo del momento se desvaneció, y Baekhyun volvió a ser consciente del sonido reinante en el ambiente, de los grupos de colegialas yendo de acá para allá, pero sobre su piel permaneció el rastro del contacto de las yemas de los dedos de Chanyeol contra su mano, y el chico se preguntó por segunda vez en aquel día si habría alguna razón para que su piel estuviera más cálida de lo normal, si el ser el Reminiscente de Fuego estaría relacionado o si serían sólo cosas suyas—. Todos tenemos algo que parece una tontería y nos hace sentir mejor. Hasta Suho o Kyungsoo. Además, si no consigues intimidar a los monstruos o a Jongdae, siempre puedes intimidarme a mí. Yo soy muy intimidable.

—¿Se supone que eso es una cosa buena? —Baekhyun resopló y lo miró con fingido reproche, pero se guardó el pequeño lapicero negro en el bolsillo trasero de los vaqueros de Kyungsoo. Cuando Chanyeol simplemente se encogió de hombros, suspiró y lo empujó con suavidad hacia la salida—. Vamos, bastante mal hemos hecho aquí ya. Se supone que nuestra idea principal era conseguirme algo de ropa, y el único que se ha dedicado a llevarse zapatos has sido tú.

—Lo siento, lo siento.

En apenas unos segundos, estuvieron fuera de la zona cosmética, y en pocos minutos más habían subido por las escaleras mecánicas casi corriendo – Chanyeol había atravesado limpiamente a un grupo de ancianitas de un modo bastante poco ortodoxo – hasta llegar a la sección de moda joven. Los precios de aquellos grandes almacenes eran bastante altos, especialmente teniendo en cuenta el nivel de ganancias de la gente de su edad, así que no había prácticamente nadie, y Baekhyun miró a su alrededor entre curioso e inquisitivo.

Había estado allí con su madre un par de veces, y jamás había pensado que acabaría comprándose nada. Incluso los vaqueros, cuidadosamente desgastados y en varios tonos de azul y negro, eran alarmantemente caros, y él había tenido que conformarse con marcas más baratas.

La cosa cambiaba, claro, cuando te estabas llevando la ropa en otro plano y no tenías que pagar. Aquel debía de ser el único punto bueno de Reminiscencia.

—¿Puedo llevarme lo que yo quiera? —dijo casi con veneración.

Chanyeol volvió a reírse en voz baja e intentó agarrarlo, como aquella mañana, por la nuca, aunque esta vez Baekhyun consiguió esquivarlo a tiempo.

—Mejor si te lo pruebas primero, ¿no? —replicó, y Baekhyun lo llamó idiota entre dientes, pero pronto se hubo olvidado de él, inmerso como estaba en recorrer la tienda de arriba a abajo, llenándose las manos con ropa muy cara que, a pesar de todo, no dejara de ser cómoda. Tenía que pelear, suponía, y unos vaqueros pitillo rotos de Versace no eran la mejor opción para hacerlo. Por mucho que supusiera que probablemente fueran a quedarle perfectos.

Cuando hubo acabado de seleccionar todo lo que quería – que no era precisamente poco, ya que estaba – buscó a Chanyeol por los pasillos, y lo encontró dirigiéndose a los probadores bajo su propio montón de sudaderas chillonas.

—Vengo a hacer este tipo de cosas, ¿qué? Una vez cada seis meses —se defendió—. Tenía que aprovechar.

Baekhyun asintió.

—¿Vas a probártelas?

—Ahora mismo, sí. Y supongo que tú todo eso también.

Seguía siendo una sensación extraña, pensó Baekhyun, por mucho que ya hubiera vivido situaciones parecidas durante la última semana, tanto en su universidad, con Sehun, como en el metro. Porque normalmente, en las tiendas había que avisar al encargado del probador, esperar a que él te abriera las puertas, contara las piezas de ropa, pero esta vez los dos caminaron por delante de él y el hombre, que estaba apoyado con un aire muy aburrido junto a la entrada, ni siquiera alzó la cabeza cuando ellos pasaron.

“Me acostumbraré a esto algún día?” se dijo el chico, sacudiendo la cabeza, y cuando subió los ojos, vio que Chanyeol lo estaba mirando, todavía sonriendo, pero con un brillo un tanto triste en la mirada.

—Pasa al fondo, ¿quieres? —le dijo—. Yo estaré justo al lado.

Los siguientes minutos pasaron entre un lío de camisetas, sudaderas y pantalones, y terminaron con un Baekhyun que, tras muchas vueltas, acabó mirándose en el espejo con una sonrisa en los labios, considerablemente satisfecho con la mayoría de cosas que había escogido para llevarse.

Había terminado de volver a ponerse la ropa negra de Kyungsoo y recoger todas sus nuevas adquisiciones del suelo cuando sintió la cortinilla del probador descorrerse y a alguien entrar en el mismo cubículo que él. Al principio, pensó que, como de costumbre, sería Chanyeol, y separó los labios mientras se incorporaba para empezar a regañarle sobre la privacidad y sobre la necesidad de llamar antes de entrar a los probadores cuando estaban ocupados.

Fue entonces cuando giró la cabeza y vio al señor.

Un señor de unos sesenta años, con una mata de pelo entrecano en la cabeza y una panza de considerable tamaño asomando por debajo de su camiseta verde caqui, que había entrado y se estaba dirigiendo al espejo del fondo como si aquello fuera lo más normal del mundo.

—Ahm… —Baekhyun separó los labios por puro instinto, con una parte de su cerebro ofendiéndose porque un extraño se hubiera metido en su probador como si tal cosa y la otra preguntándose qué demonios pretendía probarse un hombre sesentón que pudieran vender en la planta joven.

En aquel momento fue cuando se dio cuenta de que el señor en cuestión tenía varias perchas en las manos. Perchas con bañadores de colores. De lycra. De esos sumamente pequeños que su hermano se había puesto alguna vez cuando eran más jóvenes y de los que él se había reído hasta casi llorar porque dejaban bastante poco a la imaginación.

—¿Cómo puede ser que solamente los hayan traído hasta la talla L? —estaba susurrando el individuo, y Baekhyun abrió la boca y la cerró, demasiado sorprendido como para decir nada—. ¿Es que acaso pretenden que una persona normal quepa aquí? Yo tengo mis atributos.

El chico no supo si sentirse más avergonzado ante el comentario o ante el hecho de que el hombre había colgado los bañadores en la percha tras la puerta y se había llevado las manos al cinturón, tan tranquilo como si él no estuviera allí. Y, en aquel instante, las piezas encajaron y Baekhyun sintió que se le enrojecían las orejas porque, sí, técnicamente, para aquel señor él no estaba allí, y muy probablemente lo que estaba haciendo él en aquel instante pudiera considerarse como una variable de voyeurismo a la tercera edad en unos veinte países distintos.

—Ay, mierda, joder, disculpe —murmuró, apretando su ropa más fuerte y decidido a salir de allí antes de ver nada que pudiera traumatizarlo de por vida. Para su desgracia, sin embargo, no pudo evitar mirar atrás una vez más, cuando estaba cruzando la cortinilla, con toda su ropa en la mano y una nueva disculpa en los labios.

El hombre debía de tener prisa, porque ya se había bajado los pantalones, y Baekhyun estuvo a punto de comerse el suelo con su propia cara.

—¡Chanyeol! —llamó, corriendo hacia el probador de al lado y entrando como si lo estuviera persiguiendo una horda de monstruos—. Yeol…

En condiciones normales, Baekhyun era una persona inteligente. Lo suficiente, al menos, como para darse cuenta que, después de lo que acababa de pasar, no era lo más razonable del mundo entrar al probador de otra persona sin avisar primero. Y, sin embargo – y aunque jamás lo hubiera admitido – estaba relativamente nervioso por lo que acababa de pasar, así que lo hizo.

Como era de esperar, Chanyeol estaba dentro, de espaldas a él y con los ojos muy abiertos y clavados en los suyos desde su reflejo en el espejo. Por lo que parecía, había estado a punto de sacarse por la cabeza una de las camisetas que se había estado probando cuando había entrado él, porque tenía la tela de la misma sujeta con ambas manos, levantada hasta casi la altura del cuello, dejando claramente a la vista, desde donde estaba él, toda la extensión de su piel desde los hombros hasta casi las caderas.

Por segunda vez en un rango de minutos, Baekhyun se quedó sin palabras que poder llevarse a los labios, aunque ahora por un motivo muy distinto. Donde el hombre que se había colado en su probador había tenido un exceso de pelos y de grasa, Chanyeol era joven y estaba considerablemente mejor construido, con la anchura de hombros adecuada, y la cintura estrecha, y apenas una sombra de músculo contrayéndose a causa de la sorpresa de verlo allí bajo una capa de piel que, como el resto de su epidermis, la que le cubría el rostro, las manos, los brazos, debería haber sido blanca.

Debería, sí.  Porque en lugar de ello estaba enrojecida, desfigurada, replegada sobre sí misma en una especie de queloide enorme que invadía casi toda la superficie de la piel desde unos cinco centímetros por debajo del cuello hasta prácticamente el borde de los vaqueros.

Una cicatriz. Una quemadura. La más grande que él hubiera visto en su vida, vivo o muerto.

“¿Qué…? ¿Qué le ha pasado?” Baekhyun se sintió tragar saliva, se sintió mirar, aunque sabía que probablemente estuviera siendo muy maleducado al hacerlo.

—Chanyeol —dijo en alto.

El otro chico dejó que la camiseta volviera a cubrirle la piel, se acercó a él con los ojos muy abiertos, se inclinó para mirarlo a la cara.

—Baekhyun —lo llamó—. ¿Estás bien? ¿Por qué has entrado de pronto?

—Yeol —volvió a repetir Baekhyun, haciendo un gesto vago con una mano, sintiéndose considerablemente idiota y muy fuera de lugar. Era consciente de que Chanyeol sabía lo que había visto él, y que de primeras no había hecho ningún comentario al respecto, pero tenía que preguntar—. ¿Por qué… Por qué tienes…?

El otro chico negó con la cabeza.

—Es sólo una cicatriz, Baekhyun —murmuró, sin dejar de mirarlo—. ¿Tú estás bien?

El interpelado no supo muy bien cómo reaccionar. Se sentía como si alguna clase de pelota estuviera en su tejado, como si hubiera visto algo que Chanyeol no se sintiera cómodo de enseñar – lo cual posiblemente era cierto – y ahora fuera labor suya devolver las cosas a la normalidad.

—Sí, estoy bien, sin problema —dijo, soltando una carcajada nerviosa y retrocediendo un paso sin pensar, buscando recuperar el espacio que lo haría sentirse cómodo—. Es sólo que hace un minuto se ha metido en mi probador un viejo pervertido a probarse bañadores de lycra. O bueno, puede que el pervertido sea yo, no lo sé, porque el pobre hombre estaba allí desnudándose tan tranquilo sin saber que yo estaba mirándolo desde otro plano existencial. Ha sido raro.

Chanyeol se lo quedó mirando un momento sin decir nada. Con la piel cubierta volvía a ser el de siempre, todo ojos grandes, pelo oscuro y altura considerablemente por encima de la media y, tras los segundos que tardó en asimilar la información, su boca se curvó en una sonrisa traviesa que hubiera podido rivalizar con cualquiera de las de Jongdae.

—¿Estás diciendo que has venido aquí corriendo porque se te ha metido alguien en el probador cuando te estabas cambiando?

—Un viejo.

—¿Y se quería probar bañadores?

—De lycra.

Frente a él, el otro chico lo miró con aparente calma durante unos segundos más, con sólo el ligero temblor de sus hombros traicionándolo. Luego, y de repente, se echó a reír como si le fuera la vida en ello, con las dos manos cubriéndole los labios y teniendo que apoyar la espalda contra la pared para no caerse al suelo. Baekhyun hubiera querido sentirse ofendido, pero en el fondo no pudo.

—En todos… mis años como Reminiscente jamás había oído algo así —estaba diciendo su interlocutor entre risas.

—Te juro que ha sido denigrante. Estaba…

—Vamos, Baek, deberías ser un poco más comprensivo. Eras tú el que lo estaba acosando sexualmente después de todo. El pobre hombre sólo quería comprarse un bañador.

—Perdona… —comenzó a decir Baekhyun, pero al instante siguiente lo estúpido de la situación en general había logrado alcanzarlo y también empezó a reírse, abrazando la ropa que todavía tenía en las manos y apoyando la cabeza contra la pared—. Creo que es la persona más mayor a la que he acosado últimamente. Debe de estar pasándoseme ya el arroz, pronto me quedaré soltero para siempre.

—No creo —Chanyeol, que finalmente sí que había terminado caído en el suelo, lo observó desde donde estaba sentado, con la espalda apoyada contra la pared, todavía sonriendo—. Aunque tal vez deberíamos marcharnos antes de que acoses a alguien más. Ya sabes, por pura seguridad. No quiero que Suho me riña si tienes problemas con la ley.

Baekhyun gruñó algo, pero le tendió una mano igualmente, apretando inconscientemente cuando los dedos del otro chico se cerraron contra los suyos cuando éste se levantó.

—¿Puedo tener problemas con la ley estando muerto?

—Buen punto —Chanyeol le apoyó una mano sobre el hombro antes de girarse a observar el montón de ropa que había dejado atrás con expresión crítica—. Creo que voy a llevarme todo esto, ya que estoy. No creo que vuelva aquí en meses.

Baekhyun asintió y lo observó agacharse en silencio, mientras el otro chico canturreaba algo entre dientes y, tras hacer un montón con todas las cosas que iba a llevarse con él, se enderezaba para ponerse la sudadera que había traído encima de la camiseta. El chico no había pretendido mirar, no otra vez, cuando la tela de la misma se le arremangó un poco, cuando quedó al descubierto una tira de piel blanca, que parecía joven y suave y se volvía roja sobre su cadera, al llegar a la espalda.

Chanyeol había dicho que aquello era sólo una cicatriz, pero él no pudo hacer nada para ahogar un escalofrío.

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Luhan los llamó mediante pensamientos cuando estaban llegando al hotel, cargados de bolsas y riendo por los pasillos del metro.

“¿Chicos? ¿Cómo es que no habéis vuelto aún? Suho estaba buscando a Baekhyun”

El chico no sabía si el hecho de que su líder lo estuviera buscando podía considerarse como una cosa muy buena, pero Chanyeol despidió a Luhan diciendo que no tardarían mucho y le dedicó a Baekhyun una sonrisa brillante mientras bajaban juntos a lo largo de la calle, cada vez más cerca de su destino.

—No te preocupes —le dijo en tono animado, pateando con aire distraído una lata de refresco caída en el suelo. Su proyección en Reminiscencia se movió, rebotando contra los adoquines, pero su sombra en el mundo real siguió donde estaba, y Baekhyun volvió a sentir el peso de encontrarse en un mundo extraño en el pecho—. Hablé con él hace unos días, y me dijo que ya iba siendo hora de comenzar a entrenarte como a uno de los nuestros. Muy posiblemente lo que quiere es ponerte un horario, unos objetivos y asignarte un tutor.

—¿Un tutor?

Chanyeol volvió a parecer muy satisfecho consigo mismo.

—Probablemente sea yo. Se lo pedí a Suho y, sinceramente, no creo que vaya a entrenarte él mismo. Así que todo estará bien; creo que me tocará transmitirte todo lo que sé.

No lo dijo en alto, pero Baekhyun se sintió internamente aliviado. A aquellas alturas, seguía sin saber si quería entrenar o no, pero Chanyeol no dejaba de ser el más amable de entre todos los Reminiscentes que se había encontrado en aquel lugar. Y casi cualquier cosa, sinceramente, era mejor que Suho con sus reproches o que Kyungsoo en general.

—¿Pero tú puedes controlar tu poder, por lo menos? —preguntó sin embargo, decidiendo que prefería bromear antes de ponerse serio—. ¿Qué es lo que vas a enseñarme si ni siquiera puedes con los básicos?

Chanyeol le devolvió la mirada con la boca abierta, fingiendo enfado pero sin tardar en reírse.

—Cuánta mala educación —le reprochó—. Para tu información, se supone que ya soy un Reminiscente veterano. Llevo aquí tres años enteros.

—Estoy impresionado, Yeol. Enséñame, entonces. Soy todo oídos.

La fachada del hotel no tardó mucho en hacerse visible ante ellos en su antiguo esplendor de acero y cristal, y Chanyeol abrió las puertas de madera, indicándole a Baekhyun que pasara antes que él.

—Lo he pensado mejor —le dijo mientras tomaban el ascensor, saludando a la presencia mental de Luhan y pulsando en el panel el piso del Salón de Cristal—. Creo que no merece la pena que le enseñe nada a nadie que mida menos de metro setenta y cinco.

—¿Perdona, idiota?

El ascensor se detuvo con un sonido metálico en la planta treinta y Chanyeol volvió a dejarlo salir primero, riéndose entre dientes y cargando con toda la colección de bolsas que se habían traído desde el distrito comercial. Al entrar en el salón, al otro lado de cuyos cristales ya estaba empezando a atardecer, dejó caer todo lo que llevaba en una esquina y, esbozando una sonrisa de disculpa, corrió a sentarse en su sitio en la mesa de madera oscura.

Todos los demás ya estaban allí, y Baekhyun no supo muy bien qué se esperaba de él hasta que tanto Suho como Chanyeol le indicaron con un gesto que se sentara en una silla vacía, frente a este último y junto a Kyungsoo.

—¿Dónde habéis estado todo el día? —preguntó éste en tono suave, cruzando los brazos sobre su camisa negra como si estuviera haciendo la pregunta más por reproche que por curiosidad—. Pensé que habíais salido de aquí por la mañana.

—Había muchas cosas que hacer, muchas cosas que ver y que comprar —replicó Chanyeol tranquilamente, como si el emplear el día completo en ir de compras después de haberse pasado la noche entera de patrulla fuera lo más normal del mundo—. Te recuerdo, ‘Soo, que Baekhyun es nuevo aquí, y que necesita a alguien que lo ayude a adaptarse.

Kyungsoo no pareció especialmente satisfecho con la respuesta, pero la risa cristalina de Luhan no tardó en colarse dentro de sus cabezas, melodiosa y arropada en sus propios pensamientos.

“Vaya, Chanyeol, eso es adorable. ¿También lo invitaste a tomar un helado y le diste una serenata con tu guitarra? Ya que estás ayudándolo tanto a adaptarse y todo eso.”

Los ojos del chico se alzaron, como si buscaran a quién mirar teniendo en cuenta que Luhan no estaba allí, pero al final acabaron clavándose en la superficie oscura de madera de la mesa.

—No sé qué estáis insinuando, pero me parece que tenéis mucha imaginación a la hora de sacar conclusiones —protestó, y Kyungsoo arqueó una ceja.

—Le estabas llevando las bolsas —intervino en tono suave.

—Porque Luhan nos estaba metiendo prisa y yo soy más alto.

Baekhyun ni siquiera sabía muy bien por qué todos parecían haberse aliado en contra de Chanyeol pero decidió que, después de todo lo que el otro chico lo había ayudado, quizás se mereciera que él le devolviese el favor.

—¿No querías verme por algo? —intercedió de pronto, girando la cabeza hacia Suho, que estaba sentado en la cabecera de la mesa, de espaldas a los ventanales de la habitación—. Creía que era algo importante, por cómo nos ha avisado Luhan.

El líder de los Reminiscentes había estado sumido en sus pensamientos, pero al oír que lo llamaban enderezó la espalda sobre el respaldo de su silla y enlazó las manos sobre la mesa, carraspeando. Parecía muy pequeño, allí, a contraluz en el atardecer, pero su voz sonó firme cuando habló.

—Esta reunión se ha convocado en tu nombre, Byun Baekhyun —aclaró, a pesar de que el chico ya lo sabía—. Llevas con nosotros días enteros, adaptándote a este mundo, y he considerado oportuno darte unos días de prórroga antes de tu incorporación completa a nuestras filas, pero no podemos esperar más. Tu poder ya ha comenzado a despertar, nosotros somos pocos y el enemigo es fuerte. Necesitamos que comiences tu entrenamiento como Reminiscente de inmediato.

Tras pensarlo durante un instante, el chico apretó los labios y asintió. Llevaba todo el día dándole vueltas a aquello, y los Reminiscentes entrenados no tenían que quedarse en casa mientras los demás luchaban. Si se entrenaba, al menos, podría librar sus propias batallas. Si se entrenaba, podría dejar de depender de Chanyeol, podría ayudar a Sehun.

Aquel no era su mundo, pero tendría que aprender a vivir en él.

—¿Qué es lo que tengo que hacer? —preguntó, y Suho frunció levemente el ceño.

—Sabemos cuál es tu poder, pero no sabemos cómo funciona exactamente, ni qué grado de fuerza tiene. Esta noche se te asignará un tutor, un Reminiscente competente en la materia, y a partir de mañana entrenarás con él todos los días, hasta que consideremos que estás preparado para enfrentarte a este mundo por ti mismo.

—De acuerdo —murmuró Baekhyun, sintiendo con claridad a Chanyeol tensarse frente a él—. ¿Quién va a entrenarme?

—Ya está todo arreglado —dijo Suho tras una pausa—. Yo no puedo encargarme, y Luhan es nuestro Reminiscente más veterano, pero su… digamos, situación física supone un impedimento a la hora de entrenar a alguien más. Por ello, y visto que él está de acuerdo, te he asignado a Kyungsoo.

No era el nombre que había estado esperando, y Baekhyun alzó los ojos, ligeramente alarmado, para mirar primero a Kyungsoo y luego a Chanyeol.

—¿Qué…? —comenzó a decir, pero no tuvo tiempo de más, porque el propio Chanyeol había inclinado todo el cuerpo hacia delante y se había girado hacia Suho con el ceño muy fruncido.

—¿Cómo que Kyungsoo? —preguntó—. Yo te lo había pedido, y llevo en Reminiscencia más tiempo que él. ¿Por qué tiene que ser él y no...?

La mirada de Suho fue firme.

—Sabes, Chanyeol, por qué no quiero que seas tú.

Los siguientes instantes fueron de silencio absoluto, sólo roto por el crujido de una de las sillas de madera cuando Baekhyun se revolvió en su sitio, inquieto, y por el sonido quedo e irregular de la respiración de Chanyeol, que seguía mirando a su líder con los ojos entornados. Todo lo que hizo Suho fue arquear las cejas y tamborilear con los dedos sobre la superficie de madera de la mesa, y ni siquiera Luhan se atrevió a hablar riéndose, como siempre hacía, dentro de sus cabezas.

Finalmente, fue el propio Chanyeol quien habló en primer lugar, con la voz tan suave que era Baekhyun no habría podido escucharla de no estar todos callados.

—Lo que pasó no fue idea mía.

—Lo sé —replicó Suho con calma—. Pero yo soy quien tiene que decidir qué hacer. Lo siento.

El silencio se extendió, denso y casi pegajoso, durante algunos segundos más, hasta que finalmente Chanyeol asintió.

—De acuerdo —murmuró—, de acuerdo —y Baekhyun escuchó el sonido de su silla al rozar contra el suelo de madera antes de verlo levantarse, con las manos convertidas en puños y los labios apretados en una fina línea blanca. Había esperado que Suho, que Kyungsoo, que alguien, hiciera algo por detenerlo, pero los dos permanecieron quietos, con la vista clavada en la mesa uno y al frente otro, mientras Chanyeol cruzaba la habitación a zancadas y salía dando un portazo.

No fue hasta el momento en el que él se levantó, dispuesto a seguirlo, cuando escuchó la voz de Luhan, apenas audible en su cabeza.

“Déjalo estar por el momento. Necesita estar solo”

Baekhyun quiso negarse, pero dudó sólo un instante, lo suficiente como para quedarse parado junto a la puerta de salida y mirar a Suho.

—No es agradable, pero se le pasará —le dijo éste—. No te preocupes, no es culpa tuya.

El chico asintió, despidiéndose con un susurro antes de salir al pasillo. No sabía dónde estaba exactamente Chanyeol, si en la azotea o en otra parte, ni tenía idea de por qué Suho no le había permitido convertirse en su tutor, o de por qué se había alterado tanto cuando todo aquello había ocurrido. Tal vez Luhan tuviera razón y necesitase estar solo. Tal vez él no tuviera ni idea de lo que ocurriera allí. Tal vez, incluso, Baekhyun no conociera a Chanyeol lo suficiente aún como para saber cuáles eran sus motivaciones, ni qué había pasado allí antes de que llegara él.

Lo único que sabía era que, esa misma mañana, aquel idiota había aparecido en su habitación cuando él estaba durmiendo de más y se lo había llevado fuera, intentando animarlo como si fuese lo más normal a pesar de haber estado toda la noche de patrulla y que ahora estaba solo, en algún lugar del edificio y sin nadie con quien hablar.

Y puede que para el resto de Reminiscentes aquello fuera normal. Puede que al resto de Reminiscentes no les preocuparan los sentimientos de los demás.

Pero a él toda aquella situación le parecía muy, muy injusta, y se sentía terriblemente impotente.

Notas finales:

Bueno, pues eso es todo por ahora, y espero que os vaya gustando :D

Como de costumbre, os dejo mi ask por si tenéis preguntas: http://ask.fm/Rust_and_stardust

Y mi Livejournal en el que hay más historias (ChanBaek, ChanBaek :D) que no publico en Amor Yaoi: http://arias-of-snow.livejournal.com/

Pasando a otras cosas...

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Anuncio de futuro giveaway.


Tengo por aquí una versión del Overdose de EXO-M nuevecita (sin photocard) y algunas postales y láminas oficiales más, así que, como ya comenté en el capítulo anterior, ¿habría alguien interesado en participar en un giveaway?

Probablemente daría el CD gratis a la persona que ganase (gastos de envío incluidos a todo el mundo) y el segundo premio se llevaría postales o algo así.

Y... la idea sería aceptar edits, gráficos, fanarts, fanvids o fancosas en general de 88D, Reminiscencia o lo que sea, por parte de quien quiera participar :D

¿Habría alguien interesado? Mirad que son un cd y cositas gratish.

Si alguien quiere decídmelo y puedo irlo organizando.

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Y dicho esto, creo que ya es todo. Gracias por leer y nos vemos en el siguiente capítulo <333


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