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Crimen Paralelo por Hollie Cherry

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes reconocibles no me pertenecen. La trama y demas son de mi autoria. Sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Hooola, este one- shot, se basó en un sueño que tuve, así bien siniestro. Espero les guste. Sin mas les dejo leer.

“Siente el dolor que yo siento, vive el dolor que yo vivo”

Había atrapado a dos enormes ratas plomas de colas muy largas. Una de ellas estaba preñada y su vientre era igual o más grande que ella misma. A ambas las tenía en jaulas separadas, puesto que aunque el propósito de los dos roedores era el mismo, no quería juntarlas, para que no se hicieran daño antes de tiempo.

Bill se encontraba en la cocina de su departamento en una zona más o menos residencial; le había costado mucho ir hasta el callejón más andrajoso y mal oliente de la ciudad para poder atrapar a esos animalillos, pero lo había logrado victoriosamente. Cuando hubo terminado de preparar todos sus instrumentos necesarios para torturar a su nueva víctima, se levantó de la silla plástica blanca, llevaba puesto un mandil blanco y guantes  de médico cirujano, tenía aspecto de carnicero maniaco.

Camino lento y decidido a la habitación donde tenía atado y amordazado a su víctima. Se paró frente a la puerta marrón y pego el oído a la madera, pero no oyó nada, ni un quejido, ni un murmullo, nada. Abrió lentamente la puerta. Este observo a su presa inconsciente, tirada en el suelo con las manos atadas a su espalda, la boca estaba sellada con cinta adhesiva ploma y sus piernas atadas también.

Se paró frente al joven rubio y lo levanto, sentándolo en el suelo, lo observo minuciosamente cada contextura de su rostro, tenía el labio partido y el ojo derecho morado, quizá y el tabique también estaba desviado. Lo comenzó a zarandear con  violencia, Andrej se negada a abrir los ojos. El de ojos castaños al ver la reacción del rubio, se molestó y rabiando le dio una bofetada en la mejilla izquierda—. Maldito, puto. ¡Despierta! —de golpe le arrancó la cinta de la boca, apenas pudo gemir por el dolor.

Sobresaltado el rubio se despertó asustado y es que no tenía fuerzas para levantarse y menos tratar de huir. Tenía la garganta desgarrada por haber tratado de pedir ayuda inserviblemente; dos días sin comer, ni moverse de donde estaba ya le estaban pasando factura. Su olor era nauseabundo con los pantalones mojados y salpicado de sangre, ya comenzaba a dudar de salir vivo de ahí.

El pelinegro lo cogió del cuello de la camisa rosa y lo comenzó a arrastrarlo hasta la cocina, como un perro. Lo hizo sentar sobre una silla de metal, el rubio soltaba desgarradores sollozos, pidiendo piedad.

—¡Cállate! —el carnicero le pego un golpe con el puño cerrado, haciendo que su labio ya partido se abriera de par en par como una boca más. En los ojos de Bill solo se podía reflejar odio, desprecio y repugnancia, todo eso  y más sentía por Andrej.

—Por fa-favor n-no… me hagas más da-daño —tosió, escupiendo la sangre a un lado.

—¡Qué te calles, joder! ¡Pedazo de puta! —le zarandeo del cabello, arrancándolo un mechón. El rubio comenzó a sollozar muy despacio, como temiendo a las gotas de agua que emanaban de sus ojos acuosos.

Soltó a Andrej sobre una silla de metal. El pelinegro se volteó hasta donde estaban las ratas y aplicándole un sedante para que se durmieran aun dentro de las jaulas, las dejo dormir para así poder facilitar más su labor que daba comienzo.

Cuando la primera rata se hubo dormido, la cogió del cuello y la puso sobre una pequeña mesa circular, que encima tenía un plástico azul.

Bill sostenía con la mano derecha un hilo que estaba atada a una llave pequeña. Alzo la colita del animal y tras examinar el agujero de este, introdujo con presión la llave por esa zona, provocándole una desgarro anal, los dedos del pelinegro se mancharon del líquido carmesí, metiendo toda la llave por el agujero hasta que solo se notaba el hilito de ella, con una soga delgada ato levemente por el estómago, no muy apretado para que se pudiera mover a su antojo, pero sin poder escapar y la dejo allí sobre la fría mesa. Pronto cogió la otra rata, la que estaba preñada, pero a esta le comenzó a abrir la pequeña boca, introduciendo la llave  y con un palito se ayudó para meterla más a fondo, con sumo cuidado. El asesino se tomó su tiempo y como si se tratará de una obra de arte se formó una sonrisa de satisfacción en los labios de Bill; cogió otro pedazo de cuerda  y la ato esta vez en la delgada pata del animal.

Andrej miraba sorprendido, todo aquello que le resultaba nauseabundo y macabro. Bill levanto a la víctima del cabello y este pego un lastimero gritito, lo obligo a moverse y mover a la vez la silla con la otra mano. EL rubio dando pequeños saltitos por tener aún los pies atados se acercó a donde estaban los roedores.

—Dulce, Andrej, te explico como es este juego. Tienes que jalar el hilito —dijo señalando—, y sacar la llave del interior del animal, una de las llaves abrirá las esposas que te voy a colocar en la muñeca. —Sonrió divertido, mostrándole las esposas con una mano, moviendo los grilletes frente a los ojos asustados de Andrej—. Si lo logras, podrás salir libre de aquí.

—Y si no ¿qué pasará? —preguntó temeroso.

—Pues, te asesinaré —dijo tan tranquilo como si se tratará de algo tan normal, como comer. Andrej trago duro—. Solo tienes una oportunidad, así que piénsalo bien.

Su vida dependía de un hilo literalmente. El pelinegro le puso las esposas en la muñeca derecha, aprisionándolo al brazo de la silla metálica, para luego sentarse pacíficamente, para observar todo el festín que iba a comenzar, desde la puerta de la cocina.

Andrej miro asqueado a Bill y luego a las ratas que pronto despertaban de su inconciencia. Dando pequeños sollozos extendió la mano, indeciso para sacar la llave del agujero de la primera rata, pero en el último momento se detuvo. Solo tenía una oportunidad. Se giró a ver al segundo roedor, la rata que estaba preñada, y sintió compasión por ella.

—No puedo —lloriqueó—. Pobrecitos, no puedo.

—¡Calla! No seas un quejica y solo hazlo —Bill rió.

El rubio volvió a mirar a los animales con temor y es que el pintor tenía que pagar por humillar a Bill en la universidad, por ganar en aquel concurso de pintura en la que el pelinegro tanto empeño había puesto y no había resultado ganador, tenía que pagar porque su hermano se había fijado en el rubio y había descuidado a él.

El asesino sanguinario sabía que el rubio defendía los derechos de los animales y sabía muy bien que él no sería capaz de herir, y mucho menos de matar a un animal.

Andrej se arrepintió de haber accedido a la invitación de Bill para ir a su casa. Se arrepintió una y mil veces, pero ese arrepentimiento no lo iba a salvar. Asustado e indeciso se animó a jalar de una de las cuerdas. Sostuvo la cuerda de la primera rata por unos segundos y comenzó a jalar de ella lentamente, haciendo una mueca de asco. El animal se volteó a morderlo y este quito la mano rápidamente—. No puedo, la ratita me quiere morder, le duele mucho. —masculló, mirando a Bill.

—Me importa una mierda si le duele o no al animal, solo hazlo, tienes cinco minutos, sino igual te mataré. —finalizó el carnicero por última vez.

El rubio volvió a mirar al animal, este le enseñaba parte de las muelas y le comenzaba a gruñir; cogió con fuerza la cuerda y comenzó a jalar de ella, el animal se volteó  completamente y encajo los dientes en la piel pálida de este

—¡Ah!—comenzó a llorar de nuevo, llevándose la mano a la boca, para chupar la sangre. Más que decidido sostuvo de nuevo la cuerda ensangrentada y jalo de golpe esta, sacando la llave de golpe y junto con ella un pedazo de carne del ano del animal. La rata le clavo los dientes por última vez en la mano y este la quito de un manotazo.

—Falta un minuto—advirtió Bill.

Desesperado cogió la llave y trato de abrir las esposas, pero no se abrieron —. No es verdad, no puede ser ¡Mierda, no puede ser! —soltó la llave y esta cayó al suelo. La desilusión lo invadió por completo y la desesperanza se notaba en sus ojos azules. Agacho la cabeza como aceptando su condena.

Sonriente Bill se levantó y tomo un fierro largo que tenía al costado de la puerta—. Qué tonto eres, era obvio que estaba en la rata preñada, porque el hecho de que lleve sus crías dentro, significa que dentro de ella lleva la esperanza, una vida nueva. La nueva vida que ibas a tener si salías de esta, pero lastima… —ladeó la cabeza. Ubicándose detrás de Andrej, hazlo la varilla y reventó la cabeza del rubio, el cráneo se partió, la sangre le salpico la ropa y parte de la cara. Bill paseo su lengua por parte de sus labios saboreando la sangre del rubio,

***

El pelinegro escuchó que la puerta principal se abría  y sonrió dulcemente sabiendo que era su hermano que acababa de llegar de un viaje de trabajo.

—¿Bill? ¿Estás en casa? —escuchó desde la cocina, él estaba terminando de limpiar la sangre del suelo, fregando el piso con detenimiento.

—Aquí estoy, Tomi.

Tom camino hasta donde provenía la voz—. Hola, mi vida —dijo sonriendo tiernamente, apoyándose en el umbral de la puerta—. Espero que no hayas hecho nada malo —sonrió insinuante mirando toda la cocina encontrándose  con las jaulas vacías y rastros de sangre.

Bill se acercó sensualmente y le sonrió traviesamente, se colgó del cuello de su gemelo con ambos brazos, dándole un ligero beso en  los labios de este. Sonrió complacido—. Jamás, Tomi —soltó un suspiro sobre la boca del de rastas. El pelinegro se dio la vuelta para continuar su labor de limpieza.

—Y bien Bill, ¿dónde escondiste el cuerpo esta vez?

Notas finales:

Espero les haya gustado. Muchos Hollieabrazos. 


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