“Portgas”
Eso fue el primer pensamiento de Trafalgar al despertarse en la cama del mencionado. No era la primera vez que pasaba, pero no quería complicar su amistad, más sabiendo que Portgas estaba enamorado de un compañero de universidad de Law”
Siendo el mejor estudiante de medicina el círculo de amigos de Trafalgar Law estaba reservado para personas casi tan o más desequilibradas que él. Y por supuesto, luego de un largo periodo en la universidad, más los exámenes de fin de ciclo la idea de salir a por un poco de sake y armar la fiesta no había parecido tan mal.
La noche había pasado relativamente bien, hasta que el idiota de Eustass decidió hacer una competencia con el grupo de un peliverde en el bar. El pelirrojo no se libraría de Trafalgar por un buen tiempo, no luego de haber perdido el conocimiento cuando su oponente apenas se sentía mareado. Después de eso Law y Ace decidieron llevarlo al apartamento más cercano.
Tras un largo respiro, Law se levantó y buscó su ropa. Se vistió y salió de la habitación. Eustass aún seguía dormido como muerto y como ya se imaginaba, Ace se había quedado dormido mientras comía. Una escena que hace mucho había perdido la gracia.
Con un sutil movimiento –nótese el sarcasmo-, despertó al pelirrojo. Si hubiera sido otra persona y no Trafalgar, posiblemente no sería la mesa la que estaría rota luego del intento de golpear al moreno.
-¡¡¡TRAFALGAR!!!-
Trafalgar nunca se cansaba de molestarlo, Y por supuesto le dedicó su típica sonrisa. Pero al menos ahora, sí tenía un motivo para despertar al pelirrojo. Kidd se limitó a tratar de levantarse sin perder el equilibrio e ir a la cocina. Con Ace dormido y una-amenaza-para-la-cocina despierta, lo mejor era arriesgarse a cocinar con resaca que acabar en el hospital por intoxicación o algo parecido.
-Enciende la tele -
Kidd empezó a reírse estruendosamente al escuchar al moreno.
-No soy tu niñera- respondió
-Debería recordarte de quién fue la idea de competir con…-
-Cállate- interrumpió el pelirrojo. Encendió la tele no sin antes dedicarle una mirada tan perturbadora que posiblemente hubiera acojonado a una persona normal.
Pero como se esperaba, ni Law, ni Kidd, ni Ace, ni el resto de sus amigos podrían ser catalogados como “normales”. La entretenida y divertida conversación hubiera continuado sino hubieran sido interrumpidos por…
-Binkusu no sake wo, todoke ni yuku yo
Umikaze kimakaze namimakase
Shio no mukou de, yuuhi mo sawagu
Sora nya wa wo kaku, tori no uta-
La cara de Ace al despertar fue un cuadro único. Sus ojos adormilados destallaron y con una sonrisa en la cara fue corriendo a su habitación, no sin antes tropezar con la silla en el comedor, un mueble y la cesta de ropa sucia.
-Debimos haber grabado eso- comentó kidd mientras trataba de mantener la compostura.
Law por otro lado sonreía de lado mientras pensaba como es que su relación con Ace no había cambiado a pesar de que dormían juntos de vez en cuando. Ya iba siendo hora de mostrar desinterés, pero un buen polvo era muy difícil de conseguir, claro está, no sin antes acabar con algún “loco” que se tome en serio la relación.
Para el tiempo que Ace salió de la habitación, Kidd y Trafalgar ya habían acabado de desayunar y esperaban al pecoso el cual venía con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Mi hermanito fue aceptado en la misma universidad de Law!- dijo casualmente
-¡¿Tienes un hermano?!- preguntó de repente Kidd
-No te preocupes, cada vez que empieza a hablar de él se olvida completamente que nosotros existimos- decía con serenidad. –a veces se queda hablando solo sin darse cuenta de que no lo escuchamos- le dijo en voz baja, haciendo que el pelirrojo se ría discretamente.
Hubieran olvidado el asunto sino hubiera sido porque el pecoso había seguido hablando con nadie acerca de su pequeño hermano. A pesar de las fuertes carcajadas que ya no se pudieron contener, Ace hablaba y hablaba hasta que del celular de Trafalgar se escuchó una simple pero conocida melodía.
La cara de desprecio al leer el mensaje en su teléfono fue suficiente para que Trafalgar lograra irse sin explicar nada. Seguramente Vergo descubrió que no pasó la noche en su casa y con una fingida preocupación le armaría la grande. Se las arreglaría con el idiota de Doflamingo después.
Tras otras desastrosas fiestas con la panda de amigos que tenía, el tiempo de volver a estudiar se acercaba. Y como el único estudiante decente en la carrera, no podía darse el lujo de relajarse y quedar como un mediocre, así que una vez reabrieron la biblioteca de la universidad para los cursos preuniversitarios, no dudó en ir ahí y echar una ojeada a sus viejos apuntes.
No parecía ser un mal día.
O al menos eso pensaba, hasta que sin darse cuenta se metió en el camino de un enérgico chico que corría como si se acabara el mundo.
-¡¡¡Aventuraaaas!!!- gritaba con absoluta fuerza, llamando la atención de varios estudiantes.
*Otro loco más a la lista. ¿Quién usa un sombrero de paja en este lugar y en esta época?*…